Me Cogí a la Mujer del Sastre Parte 4

Seguimos Perla y yo cogiendo, pero ahora se une otra y somos un trío

Ya era bastante entrado el mediodía y le dije a Amanda que me cortara un trozo de la tarta que había hecho. Estaba toda desalineada, se le notaba que había cogido y se lo hice saber.

-          Hay Carlos, no me hables así

-          ¿Por qué te calientas de nuevo?

-          Y si, no soy de palo

-          Bueno, entonces el sábado te quiero acá.

-          Pero, Perla no sé qué dirá

-          ¿No son amigas ustedes?

-          Sí, nos apreciamos mucho, pero si ella llega a saber que nos acostamos, con lo loca que está contigo no sé cómo reaccionaría.

-          ¿Tú que sabes? ¿Por qué dices eso?

-          Bueno, Perla y yo somos amigas, conozco su vida y conoce mi vida. Trabajo como mucama, pero cuando hay mucha tarea lo hago en la sastrería.

-          Ah, entonces conoces al marido de Perla

-          Claro que sí, es un viejo asqueroso.

-          ¿Te quiso coger?

-          Me quiso tocar, pero lo frené y Perla me ayudó porque él me quería echar.

-          Bueno, yo te toqué – risas

-          Sí, pero es diferente – risas

-          Está bien, los tipos que son así me repugnan. A las mujeres hay que hacerlas desear y que sientan.

-          Si, es verdad, no todos los hombres piensan así, pero si.

-          ¿tienes mucha experiencia?

-          No, no, estoy casada desde hace 20 años.

-          ¿Eres casada?

-          Sí, soy casada. ¿Te sorprende? Como soy la empleada pensaste que soy una pobre tipa, fea, bueno eso algo lo soy, pero hay como un estereotipo.

-          Me di cuenta que no eras la mujer típica que hace tareas, pese a que las respeto, de toda maneras no están como vos.

-          ¿Cómo estoy?

-          Divina. Cuidada y muy ardiente. ¿Cuántos años tienes?

-          40 y tengo un hijo de 19, me casé embarazada

-          Pero con tu marido estás bien o eres casada y estás separada?

-          No, no. Estoy casada, no separada, pero no estamos bien. Es decir, si lo preguntas en la cama te digo, ya que no.

-          ¿No te coge?

-          Bueno – se rió – en realidad no, intentan pero no puede. Trabajó muchos años  en una industrial farmacéutica y estuvo expuesto a una serie de cosas que lo dejaron casi impotente. Nunca quiso ir al médico.

-          Mira que el viagra a veces hacen maravillas

-          Sí, pero él es muy cerrado, le pasó a varios compañeros y los otros, según él, fueron al médico pero ninguno lo solucionó. Pero es mentira porque yo conocí a la mujer de uno de ellos y le pregunté, una vez que coincidimos y me contestó que su marido, precisamente con el viagra no tenía más dificultades.

-          ¿Cómo has hecho tanto tiempo?

-          Tuve un amante, pero dejamos, porque él se quedó con su mujer, era casado y cuando nos íbamos a separar para vivir juntos me dejó.

-          ¿Te volvió a aceptar tu marido?

-          No, nunca se enteró, no llegué a decirle nada y allí quedó todo.

-          Pero si tuviste un amante, entonces las cosas que hicimos hace un rato,  debiste hablarlas hecho con él. ¿o no?

-          Bueno, el era mayor que yo, muy religioso, no era tan, digamos que así, fuerte

-          ¿Cuántos años tenías?

-          Fue hace tres y estuvimos juntos casi dos años.

-          Entonces hace tres que nada de nada?

-          Bueno, digamos que sí.

-          Tu marido no intenta cogerte?

-          Sí, pero apenas se le levanta y queda como semi dura, se acaba enseguida y  no llego ni a mojarme, pero para que no se sienta tan mal, yo le hago creer que acabo.

-          ¡Qué horrible eso!

-          Sí, pero es por su bien.

-          ¿Me hiciste lo mismo a mí hace un rato?  – Risas – te pregunto en serio

-          No, no, acaso no te diste cuenta?

-          ¿Por? – haciéndome el tonto

-          Me mojé toda, creo que viste mis convulsiones y contracciones. Hacía unos tres años que un hombre  no me sacaba un orgasmo o varios como hoy.

-          Pero has tenido orgasmos en este tiempo

-          Sí – respondió con cara de vergüenza

-          Con los dedos, con las manos – le seguí diciendo

-          Con un consolador -  me retrucó con firmeza

-          Ahh no me digas?

-          Sí, crees que soy tan tonta?

-          No, pero bueno, el sábado lo tienes que traer.

-          Estás loco?

-          No, ya te digo el sábado me venís con el consolador.

-          Perla me mata.

-          Silencio, ya te dije. Ah y trae ropa para quedarte a dormir el fin de semana

-          Estás loco Carlos

-          No, pero se te iluminaron los ojos. ¿Puedes decirle a tu  marido que hay mucho trabajo o alguna cosa? Yo me encargo de Perla.

-          Mi marido sabe que hay temporadas de trabajo y me he quedado acá a dormir, incluso cuando una vez me fui de casa, vine aquí con mi hijo. Arriba, siguiendo la escalera que viene de la sastrería, hay otra que va a una habitación con baño y una pequeña  cocina. Ahí me quedo muchas veces que Perla me pide.

-          Excelente – le grité – entonces el viernes, mañana, te vienes.

-          Estás loco de remate.

-          No, Perla te lo va a pedir vas a ver.

-          Bueno, como quieras pero no entiendo nada

-          Ya vas a ver.

Me levanté le di un beso en la boca, le toque las tetas y me fui. Quedó con la boca entreabierta, con sus manos extendidas y me dijo

-          Chao loco, cono razón está loca por vos Perla.

-

Me fui a la oficina, revisé algunos papeles y al rato me llama Perla

-          Hola amor, cómo estás? Venís esta noche verdad?

-          Sí, pero vamos a estar muy tranquilos para que el fin de semana sea fuerte, mañana viernes tengo que dar la presentación y no puedo dormir mal. Una vez que termine voy para tu casa.

-          Bárbaro, si quédate tranquilo entiendo, es tu profesión pero no me dejes sola.

-          Ah una cosa, por que no le dices a Amanda que se vaya para que nos haga de comer y nos cuide

-          Pero amor, si ella va no podemos estar solos

-          Dale, si no molesta y no te excita que haya alguien y te pueda escuchar?

-          Carlos! Es de locos!

-          ¿No te gusta?

-          No sé qué decirte

-          Bueno, yo soy el amo y vos mi sumisa así que es sí. Okey?

-          Si mi amo, está bien, todo lo que me pidas.

-          Ah otra cosa, tienes vaselina en tu casa?

-          No, creo que no hay. ¿Para qué la quieres?

-          Perla!!! – le dije con una voz de sorna – no me tomes el pelo

-          No Carlos, es que me vuelves loca con todas cosas que no sé

-          Bueno, vos compra un potecito de vaselina, para hacerte masajes.

-          Ahh si qué lindo!!!! Besos

-          Habla con Amanda

-          Sí, mi amo,

Tema pronto, ya dejé todo arreglado ahora solo me restaba ir a mi casa, levantar ropa, llevarla a la casa de Perla, sacarme de encima la presentación del viernes y después meter en mi cama a las dos mujeres. A Amanda ya la tenía segura y se imaginaba, pero a Perla debía llevarla. Me di cuenta y esto no era una soberbia, que se había enamorado un poco y eso no era bueno.

El día fue terminando, llegué a casa de Perla después de las seis pm cosa que sus empleados ya no estuvieran. Me abrió la puerta, estaba vestida. ,con una falda blanca, un top azul y chalinas muy cómodas. Me dio un beso en la boca y subió delante de mí. Iba viendo su cola porque la falda era corta, tenía puesta una bikini negra metida en el culo. Mientras subía, le agarré el culo con mi manos y se lo fui tocando hasta arriba. Ella llevaba mi bolso y me decía

-          Cómo te gusta mi orto! Pero hoy vamos a ser tranquilos, mañana después del evento vas a ver lo que es una hembra

-          Quédate tranquila, yo solo me cuido de no acostarme tarde, pero tocarte el culo, lamerte las tetas, que me chupes la verga, que te lama la concha no es nada malo

-          Hay, no me hables así, malo.

-          Le di una cachetada en el culo y entramos al living

Había una puesta una mesa con velas. Perla hizo la comida, era ensalada con hamburguesas y de postre ensalada de frutas. La verdad, muy tranquilo todo, conversamos muchísimo. La ayudé  a sacar los platos de la mesa, como venía al otro día Amanda dejamos todo en la cocina. Perla me dijo que se iba a dar una ducha. Aproveché, fui a la habitación, me recosté en el somier, prendí la tv y me quedé mirando un partido de fútbol. Estaba muy cansado, por lo tanto me fui quedando dormido hasta que aparece Perla, recién bañada y con mucha seriedad me dice

-          Amor, el traje quedó en la sastrería, no te lo probaste y mañana te lo tienes que poner.

-          Es cierto! – le dije –me olvidé – y comenzamos a reírnos

En realidad no me había olvidado, porque iba a levantarme temprano. Perla se fue y apareció con mi traje. Me pidió que me calzara los zapatos que iba a utilizar, lo hice, que me pusiera la camisa, también accedí y de esa forma me dio el traje para que me lo probara. Quedó perfecto, sin ninguna falla y entallado.

-          Bueno te queda perfecto – dijo Perla – Muy elegante, las chicas del lugar van a mirarte.

-          Claro!!! – le dije -  soy el nuevo sex symbol – y me reí

-          No, pero te aseguro que muchas de las mujeres que habrá allí, te van a querer coger. Eso como mujer te lo aseguro.

-          Mira vos, que cosa, voy a prestar atención.

-          Ahh si? Me vas a engañar con alguna, decime así ya me preparo – risas

Me saqué el saco, el chaleco, la camisa, Perla los colgó en una percha especial, para que no se arrugasen y cuando me iba a sacar el pantalón le dije

-          Perrita, ven para acá

Me miró con cara de asombro pero vino enseguida.

-          Agáchate y bájame la bragueta

-          Sí mi macho, lo hago, lo hago.

-          Mete la mano adentro y saca la verga puta, me la chupas con este pantalón que mañana voy a utilizar en la presentación.

Metió sus manos, me agarró la verga, la sacó casi dura y empezó a sobarla.

-          ¿Así está bien? ¿La agarro bien?

-          No, lo estás haciendo mal.

-          Perdón mi amo, voy a besarla para ver si logro cambiar su idea.

-          No, nada de besarla, chúpala puta, la vas a chupar putita.

-          Si, si te la voy a chupar. Mira como se ha endurecido en mi mano. Que linda es, la pongo en mi boca.

Diciendo eso, se la ponía en la boca, la lamía, le pasaba la lengua por la cabeza. Cuando aparecían las gotitas desde la rajita de la verga, inmediatamente con su lengua las lamía y se las tragaba. Era muy caliente chupando la verga, pero más se excitaba cuando le agarraba del pelo tirándole hacia atrás.

-          Me dominas malo –  se metía los dedos por debajo de su falda, se notaba que se estaba pajeando – me voy a tomar la lechita de esta verga.

Comenzó a pajearme con sus manos, abría la boca y esperaba la leche, la escupía, la agarraba con una sola mano y con la otra se masturbaba.

-          Chúpame la verga puta y no dejes una gota de semen, que no se me manche el pantalón.

-          No mi macho, espero que la leche me venga toda en al boquita, la voy a tragar toda, pero antes la voy a saborear.

Comencé a moverme más en su boca,  la verga estaba hinchada y gorda en la punta. Perla la sacaba, la besaba como si fuera un premio, abría la boca y volvía a metérsela nuevamente. Su cara estaba con gestos de placer, se notaba que sus manos hacían el trabajo en su vagina. Empecé a gemir hasta que el primer chorro saltó en la boca de Perla. Con sus labios abrazó toda la verga que seguía convulsionándose en su boca. No la soltaba, chupaba como desesperada,  sus gemidos se  apretaban en su boca contra mi verga que seguía emanando semen y Perla continuaba tragándolo.  Me senté en la cama, en tanto ella, lamía alrededor de la verga.

-          Como me pidió mi macho, esta toda limpita. Mira mi boca – mostraba el semen que iba tragando -  lo he saboreado, me encanta, soy adicta a tu leche de macho.

Perla me quitó el pantalón y lo puso en la misma percha en la que estaban el chaleco y el saco. Tenía su culo casi  al aire, porque su pollera había quedado levantada de la paja que se hizo mientras me chupó la verga. Fui hacia ella, la tomé de las caderas, la tiré en la cama, le saqué la falda, le arranque la bikini, me incliné al borde el somier e inicié un a lamida de concha. Tenía toda la vagina viscosa. Los restos de su masturbación estaban esparcidos por su concha. Con mi lengua se los fui tomando. Perla me tomaba de la cabeza, gemía, no podía detener sus gemidos. Le subí los pies hasta el somier, ella los puso más atrás casi como contorsionista, dejando su concha expuesta, hinchada en mi boca. Se la toqué con mi mano, le lamí la raja que estaba totalmente mojada y emanaba esos flujos que son la leche de las hembras. Me apasiona lamerlas,  mi lengua la penetraba toda. Estaba su orto a la vista y se lo rodeaba con mi dedo. Le hacía círculos en su culo, se lo redondeaba y cada vez que hacía un círculo lo terminaba con un dedo dentro. Esto enloquecía más a Perla.

-          Me vas a matar, me emputece que me trates así, la concha y el culo, son tuyos

-          Mójate la concha con saliva puta

-          Si, mira como la escupo.

Se escupía la mano y se la pasaba por la concha con toda su palma. Aquella vagina estaba cargada de líquidos, mi saliva, sus fluidos, la saliva de Perla. Metía mi cara en el medio de la raja vaginal, con mi nariz la penetraba y con mi lengua le arrastraba todo el jugo. Hervía Perla y estaba casi como ida.

-          Cómo te gusta que lama esta  la concha puta de porquería

-          Si papito, si mi macho, me encanta que me hagas de todo, lámeme la concha,  tócame el culo, lámelo por favor

-          Te lamo el orto y te lo penetro con mis dedos

-          Si por favor – en tanto se contorsionaba con sus piernas hacia atrás, su culo quedaba abierto y expuesto al igual que su concha – mira como tengo la raja, toda abierta de lo que hemos cogido estos días, la leche que saco, lamela por favor.

Le cachetee la concha en ese estado, que estaba abierta, entregada, perdida, cuando hice eso Perla se descontroló. Me agarró la cabeza y la apretó contra su vagina. Los espasmos que aquella mujer comenzó a tener fueron impresionantes. Los labios de su concha se abrían y cerraban de la acabada que se venía y algo que me impresionó fue que, al momento de acabar, en esa postura, saltaron unos chorritos de flujos como si fuera una meada o una acabada masculina. Me impactaron en la cara, Perla gritó de tal forma que casi queda sin voz, sus uñas se clavaron en el somier, con tanta fuerza que una la quebró. Después de esa acabada, soltó mi cabeza,  tiró sus piernas hacia adelante y quedó exhausta en la cama. Fui hacia su boca, le di un beso y le pasé sus jugos. Sonrió y me dijo

-          Descansa que mañana debes trabajar

Me acosté, Perla fue al baño pero no la oí venir, me dormí enseguida.

El viernes vino como un día muy especial. Me levanté temprano, una buena ducha y me vestí. Perla se levantó, fue directo a su sastrería para traer una plancha y darle un toque a mis pantalones. Desayunamos y salí raudo al evento.

Apenas terminé mi última presentación, me despedí de todos y volví a la casa de Perla. Eran casi las diez de la noche. Estacioné en la puerta, toqué timbre y Perla vino a abrirme. Obviando las preguntas de rigor, estaba vestida con una falda gris corta, una camisa blanca, tacos altos, el pelo recogido y sus labios pintados de color carmín. Como siempre, subió delante de mí en la escalera, moviendo su culo y demostrándome que no tenía ropa interior. Ya me había dado cuenta que no usaba sostén porque en la camisa se le veían los pezones. Al llegar a la casa, estaba Amanda en la cocina, preparando la cena, cuando me vio hizo  un mohín típico de los que se hacen en complicidad. Amanda estaba vestida sin su delantal, llevaba puesto un vestido con botones delante, de color azul, zapatos de medio taco, el pelo recogido y los brazos desnudos.

-          Qué bueno que dos mujeres hermosas esperen a un hombre

Ambas rieron y Perla dijo

-          Le dije a Amanda que cenara con nosotros, le conté que tú le caíste muy bien y ella me dijo lo mismo de vos.

-          Qué vamos a comer señoras? –pregunté a ambas y mirándolas lascivamente a las dos, las cuales perfectamente se dieron cuenta.

Tomó la palabra Amanda que ahora que la observaba bien, estaba pintada con un  labial rosado

-          Hay zapallitos rellenos, con ensalada griega y de postre tiramisú.

-          ¡qué rico! -  les dije – bueno me voy a cambiar.

Fui al dormitorio de Perla me quité el traje, fui al baño, tomé mi viagra de cincuenta miligramos quedando pronto para la guerra que se venía. Solo debía armar muy bien la trama, si bien ya había un adelanto de que  Amanda fuera aceptada e invitada a la cena por Perla, tenía que actuar muy bien y sin errores. De todas formas, creo que la propia Perla se veía venir algo. Me puse un short, sin bóxer, una camiseta estrecha de color celeste y descalzo. Así llegué a donde estaban Perla y Amanda.

-          Hola – dice Perla – que cambio, de un trajeado señor a un deportivismo señor – todos reímos

-          Claro!!! Así estoy cómodo ustedes dos está muy “estiradas”

-          Estiradas? – preguntaron al unísono

-          Sí – contesté – están con tacos, con polleras y vestidos ajustados, en vez de sentirse más libres más livianas.

-          ¿quieres que estemos desnudas? – sentenció y preguntó Perla

-          Bueno si lo desean sí,- risas -  pero sino quedan desnudas, menos pesadas, hace calor, estamos en confianza y vamos a cenar en casa, no en un restorán de cinco estrellas

-          Okey  - dice Perla – a mí que me decís en cuanto al peso?

-          Bueno quítate esos zapatos, quédate descalza como yo.

Se descalzó y me miraba con cara de enojo y a la vez de morbo, pese a que estaba Amanda.

-          ¿Y ahora? -  me dijo desafiante

-          Te sobra la pollera y la camisa.

-          Claro – decía mirando a Amanda – así quedo desnuda

-          ¿No tienes ropa interior? – yo sabía que no, pero la estaba llevando al máximo a ver a donde era capaz de llegar

-          No, no tengo – dijo enojada – entonces ¿qué hago?

La agarré y la besé toda. Amanda nos miraba. Perla estaba con cara rara, pero se le fue todo cuando la comencé a besar de nuevo y le tocaba las tetas, allí se quedó sin habla. La llevé al sillón grande, la senté a mi derecha, la manoseaba, la tocaba, Amanda seguía mirándonos.

-          Carlos – dice Perla – Está Amanda, que va a pensar de nosotros.

-          No sé preguntémosle. ¿Qué piensas Amanda?

-          Bueno – balbuceaba – es lindo verlos así

-          Te gusta? – le dijo Perla

-          Sí, me encanta

La hice sentar a mi lado, quedando yo en el medio y seguí besando a Perla, le saqué las tetas  fuera de  la camisa, se las lamí, se las estrujé todas y volví a su boca. Mientras besaba a la dueña de casa, mi mano  fue hacia Amanda. Sentí que se movió, pero no se alejó. Volví sobre Perla, estaba totalmente entregada, ya no le importaba que estuviera Amanda, se calentaba al solo tocarla.

-          Vamos a mi dormitorio Carlos

-          ¿A qué vamos a tu dormitorio?

-          A coger, a coger a que me hagas de todo

-          Si podemos hacerlo acá

-          Carlos –decía hirviendo – no seas malo

-          No lo soy

Le tapé la boca con mi lengua y mis labios. Ella abría su boca y gemía en cada beso, su lengua salía de la boca, se introducía en la mía. Le besé los pezones, se los lamí con fuerza y mucho morbo. Le puse mi mano entre las piernas, fui subiendo, encontré la concha, empapada, se la había depilado toda, estaba en celo. Como que la presencia de Amanda ya no le importaba, porque cuando Perla entraba en trance sexual, en cogida, no se la podía detener. Le bajé la falda, ella levantó su culo para que pasar pode debajo.

-          Ahh te la depilaste toda

-          Si, si me la depilé para vos

Fui al suelo, me puse entre sus piernas y le besé la concha. Un alarido salió de la boca de Perla. Amanda, sentada en el otro extremo del sillón miraba sin decir nada. La miré a los ojos y le dije

-          Por favor Amanda me traes una servilleta

-          Si – dijo y se fue rauda a buscarla

Perla que se había incorporado, pero enseguida le besé las tetas, le toque con mi lengua la concha, con lo cual cayó enseguida en su éxtasis.

-          Te gusta que te la chupe puta

-          Sí me gusta, pero por favor vamos a mi dormitorio amor

-          No, nada de eso, soy tu macho o te olvidaste

-          No, no me olvidé

Amanda me trajo la servilleta. Me levanté, la hice a lo largo, fui por detrás del sillón y la usé, nuevamente, como venda, tapando los ojos de Perla.

-          ¿Qué haces Carlos?

-          Shh silencio puta, no hables y le apreté los pezones.

-          No, no, no digo nada pero por qué me tapas?

-          Te callas – dije yendo por delante, abriéndole las piernas mientras le lamía de nuevo la concha.

Mi boca estaba toda llena de flujos de Perla, cada toque en sus labios vaginales, le producía una importante catarata de semen femenino, como me gusta decirle a mí. Ella era una hembra caliente, pero ahora estaba muy nerviosa, me di cuenta que más excitada por la presencia de Amanda, que si bien nadie decía nada, sabíamos que participaba del hecho.

Miré a Amanda, le hice una seña que se sentara, en tanto mis dedos estaban dentro de la concha de Perla que gemía, se tocaba las manos, se tocaba las tetas, los pezones. Me levanté y mi verga estaba erecta, traje a Perla hacia mí y se la hice sentir en sus labios, inmediatamente me la agarró con sus labios y con gemidos la chupaba, la lamía.

-          Qué rica!!!! ¿Amanda donde está?

-          Acá mirándote como me chupas la verga

-          ¡qué vergüenza, Amanda no sé qué decirte Carlos me ha emputecido!

-          Para nada, yo no te emputecí a vos te gusta y a Amanda también

-          Amanda, no dices nada? – preguntó Perla

-          No, Perla los miro – dijo con voz muy suave y de excitación

-          Pero quédate tranquila Perla – le dije – ya estamos pensando ahora solo cómeme la verga putita

Mientras Perla me sobaba la verga y la lamía con locura, le ordené que con su otra mano se pajeara.

Hice pararse a Amanda para que viniera hacia mí. En forma obediente lo hizo, cuando llegó a mi lado la besé en los labios y le toqué las tetas. Abrió su boca, su lengua sin temor salió enseguida, enroscándose con la mía. Ya se oían los primeros gemidos de Amanda. Le dije al oído

-          Sácate el vestido putita

Obedientemente se sacó el vestido, vino de nuevo hacia mí y se apretó a mi boca.

-          Carlos, que haces – preguntó Perla.

Sin contestarle, dejé de besar  a Amanda, me agaché  entre las piernas de Perla y le lamí de nuevo la concha, pero esta vez con locura. Le metí mi lengua en lo más profundo de su vagina., se la retorcía dentro, le lamía las paredes de su concha. Hice sentar al lado a Amanda, que sin yo decirle nada, ya se había sacado su bikini y se estaba tocando la concha. Había olor a hembra en la atmósfera, Perla no dejaba de gemir y ahora a su lado, a centímetros, otra hembra abría sus piernas metiéndose sus dedos. Subí a besar a Perla que me tocaba la cabeza, me la llevaba a su concha, me apretaba, no sabía lo que quería, o mejor dicho, sí sabía, quería todo lo que fuera tocar su concha, sus tetas, mi verga. Estaba totalmente fuera de sí y empezaba a acabarse con locura. Amanda miraba a su amiga, la desesperación de Perla hizo que ella también pusiera cara de puta, se tocara. Bajé a la concha de Perla le volví a lamer las paredes de aquella vagina, comenzando a acabarse con una total demencia sexual. Me aparté de ella,  fui hacia Amanda, le puse mi cabeza entre sus piernas, mis labios estaban cargados de leche de Perla, no le importó me empujó hacia su concha, estaba que era un charco le di un beso y gimió fuerte, Perla la oyó.

-          Carlos – dijo Perla

Me levanté y le quité a Perla la venda. Vio a su amiga a su lado, sin bikini tocándose, me miró, le dije

-          Esto es sexo, mira a Amanda como está, así la pusiste vos con tus gestos

-          Amanda! – gritó Perla –

-          Perla, perdona es que no puedo más

-          No pidas perdón – le dije – estamos los tres en esto y juntos vamos a disfrutar

-          Carlos – dijo Perla – esto es una locura….

Le tapé la boca con un beso, mientras le tocaba los pezones.

-          No digas nada amor – ahora síganme las dos

Ambas me miraron pero nada dijeron, estaban entregadas y las iba a hacer gozar, es decir, íbamos a gozar. Me arrodillé en el suelo, las dos estaban sentadas, Perla un tanto desconcertada pero con sus manos tocándose, Amanda no dejaba de tocarse.

-          Perla, toma mi cabeza y llévala a la concha de Amanda, es una orden.

Cumpliendo lo pedido, me tomó de la cabeza y la acercó a la vagina de su empleada, estaba totalmente mojada, abierta, llena de jugos alrededor, sus dedos también humedecidos, sus labios vaginales hinchados y se le vía el huequito abierto para hacerla gritar de placer. Me acerqué, pasé la lengua por la raja, en el agujerito de la concha entré y saqué la lengua varias veces. En cada movimiento mi lengua vino con jugos, muy viscosos, pero con un sabor diferente. Era una hembra que me daba un flujo de los más ricos que probé. Perla no salía de su asombro

-          Carlos, delante de mí le chupas la concha a Amanda

-          Sí, y no sabes qué rica está.

-          Hay Carlos no dejes de lamerme me voy a acabar – gritó Amanda

-          Vení – le dije a Perla –

La traje contra mi vega, la hice ponerse entre el sillón y mis piernas, de esa forma yo le comía la concha a Amanda y Perla me chupaba la verga. Mis movimientos eran como cogiendo aquella boca, en tanto Amanda movía su pelvis como si mi lengua la cogía. Los tres gemíamos y hacíamos ruidos a sexo. El aroma era increíble. Extendí mi mano derecha para tocar la raja de Perla,  allí estaba su mano, que al sentir la mía, la atrajo y puso entre los labios de su concha. Mi verga estaba totalmente roja, pero lejos de acabarse por el efecto del viagra, pero aquellas mujeres no iban a tardar en acabarse las dos y casi al unísono. Aceleré mi lengua dentro de la vagina de Amanda y sus contracciones no tardaron en venir.  Mis dedos profundizaron en la concha de Perla pellizcando suavemente sus paredes lo cual la puso a millones. Las dos mujeres comenzaron a jadear de tal manera que, sus quejidos eran como llantos finitos.

-          Me acabo – gritó Amanda – me acabo

-          Me acabo también  - dijo Perla

Por un segundo saqué mi boca de la concha de Amanda y les dije

-          Putas, acábense una en mi boca y la otra en mis dedos, se los ordeno y giman, digan lo que sienten es una orden de su macho

-          Te voy a llenar la boca de leche – enloquecida gritaba Amanda -  vas a ver cómo te lleno esa boca de mi lechita ahí la tientes, ahí la tienes – pegó una alarido y apretó su pelvis a mi boca, un torrente de jugos me vinieron a mi lengua

-          Yo te lleno los dedos hijo de puta, me hiciste hace un trío maldito, me tienes aprisionada con tu morbo, pégame así te acabo más y te lamo esta verga dame la lechita a mí que soy la que tengo preferencia.

Le di una nalgada en su cola y volví a meterle los dedos.  Mi cara, mi boca, mis labios estaban totalmente embadurnados de los jugos de Amanda que estaba tirada en el sillón observando cómo se acababa su amiga. Hice subir a Perla al sillón al lado de Amanda, le abrí las piernas y me acabó también en la boca al sentir mi lengua dentro. Las dos quedaron con sus cabezas hacia atrás en el respaldo del sillón y con sus piernas abiertas. Me levanté de esa posición, mi verga estaba a mil, dura, pero tan dura que me pesaba. Las dos se incorporaron y me miraron. Fui, besé a Amanda, me recibió con su boca abierta, hice lo mismo con Perla, que también me dio su lengua. Agarré las cabezas de ambas y las atraje hacia mi verga.

-          A ver como chupan entre las dos la verguita

Ambas lamían la verga con sus lenguas mientras se miraban.

-          Carlos esto es excitante – dijo Perla

-          Sí, estoy que no sé cómo explicar – dijo Amanda

-          Están las dos calientes putas, son dos putas que les gusta coger en tríos y hoy vamos terminar los tres cogiéndonos, sientan el olor a sexo que hay.

-          Si, lo siento y me encanta – dijo Perla

-          Yo también lo huelo, es excitante, me gusta, gracias por invitarme Perla – dijo Amanda

-          Cállense y chupen putas, yo soy el macho

-          Si, si señor – al unísono dijeron ambas

Me levanté con la verga hinchada, parada, casi a reventar. Ellas me miraron con caritas de putas, estaban las dos desnudas, los pezones de Perla casi a reventar, los de Amanda igual aunque más pequeños, pero hermosos.

-          Perla, ve para el dormitorio y échate en la cama

-          ¿Por qué me echas, te vas a coger a Amanda Verdad?

-          No, puta, vos cumplí mis órdenes y espérame allá

Obediente se levantó, con ese hermoso culo fue camino al dormitorio, que culo divino por favor.

-          Amanda, ahora trae lo que te pedí y ven al dormitorio con tu juguete

-          Si Carlos, voy a buscarlo

Salió Amanda hacia la cocina, otro culo precioso, se me iba a reventar la verga, pero el viagra me permitía aguantar. Fui al dormitorio, estaba Perla tirada en la cama, con las piernas abiertas, la concha expuesta. El agujero del placer estaba a la vista, con todos líquidos alrededor, con el botoncito del clítoris a la visa. Perla, se tocaba las tetas mientras me miraba, los pezones le iban a reventar.

-          Papito como tienes esa verga, mírate un poco está que se va a salir, vení, ponla acá mira que lugarcito para ella, por favor ven – gemía Perla en tanto abría más su concha con sus dedos.

Fui hasta la cama, sin mediar palabra me tiré encima de aquella puta hembra entregada, mi verga no necesitó ser guiada, entró sola por la dureza que tenía. Perla gritó, se abrazó de mi espalda comenzando un movimiento pélvico que no es otra cosa que coger. Cogíamos brutalmente, jadeábamos, ella me agarraba mi cabeza para que la besara. Acostado encima de ella, la cogía con fuerza, sacaba mi verga, entraba, salía, volvía a entrar y con cada uno de esos movimientos, Perla pegaba tremendos quejidos, acompañados de frases fuertes, eróticas, groseras, como a ella le gustaba

-          Cógeme, no me dejes sin coger, te abrí la concha, que dureza tienes, me llena toda la concha, pégame, maltrátame por favor

Percibí que Amanda estaba ya en la habitación. Me salí de Perla la agarré por las caderas, la hice darse vuelta. Una vez de espaldas le cachetee una nalga, gesto que ella entendió y se puso en cuatro. Me coloqué detrás, le puse la verga en su concha, cogiéndola como una perrita. Tomé de la mano a Amanda, que estaba un tanto alejada, mirando todo, del mismo modo la hice poner al lado de Perla. Me dio el consolador, de color rosado, un poco más grande que mi verga y cuando ella quedó al lado de su amiga, le puse el consolador en la concha.

-          Hay gritaba Perla, nos vas a coger a las dos hijo de puta, lo tenías planeado, que le estás haciendo a Amanda.

-          Nada – le dije

-          Me puso mi consolador – dijo Amanda

-          Tienes un consolador? – preguntó Perla

-          Cállense putitas, ahora a coger

Le di una palmada en el culo de Perla, otra en el de Amanda, le saqué el consolador y le puse la verga. Amanda dio un gritito, sintió mi vergazo, la tomé por las caderas comencé a cogerla. Perla se incorporó para mirarnos, se sentó al lado, pero se sorprendió cuando vio que le puse el consolador de su amiga entre las piernas, Las apartó, dejando que la penetrara, la traje hacia mi boca, pasándole le lengua por su cara. Amanda gemía con mi verga dentro, Perla con el consolador y su lengua dentro de mi boca hasta que se alejó y dijo

-          Estás cogiéndote a Amanda

Le agarré la mano, la traje hasta nosotros, se la puse en mi verga para que sintiera como me cogía a su amiga. Al principio hizo un movimiento hacia atrás pero luego, ante mi impulso, tomó la verga sintiendo lo húmeda que estaba. Le hice tocar la concha de Amanda que gimió.

-          ¿Les gusta coger los tres putitas?

-          Si – contestaron las dos

-          Me acabo – gritaba Amanda

Hice más impulso sobre su concha, Perla me tocaba los huevos los acariciaba, la empuje para que se pusiera en la misma posición que su amiga, cuando Amanda convulsionada, gemía, a tal punto que su concha me contrajo la verga, en tanto una catarata de flujos mojaron mi verga a punto de explotar. Salí de aquella concha, para metérsela de golpe a Perla

-          Hay - si gritó -. Ahora a mí , a mí, que soy la más puta, sumamente puta

-          Si, le dije, eres la más puta de todas, ahí tienes la verga mojada con la leche de nuestra otra putita-

Amanda, había quedado en la cama tirada,  después de su acabada, casi sin aliento, la hice tomar mi verga igual que lo hizo Perla. No necesité pedirle más, ella misma manoseaba mi verga, mis huevos, rozaba la vagina de Perla, acompañaba mi bombeada a la concha de su amiga. Se merecía más, era una excelente tercera, la besé en sus labios, se apretó a mí. Perla jadeaba gemía, mi verga ya estaba a punto de acabarse.

-          Mo voy a acabar putitas

-          Si, si – gritaba Perla, adentro de mi

-          Malo – dijo Amanda – yo quería también mi lechita

-          La vas a tener ya vas a ver

Empecé a cabalgar a Perla, me abracé a Amanda mientras mi verga comenzaba a largar su esperma dentro de la vagina de mi amante. La lengua de Amanda me penetraba la boca, gemí, di empellones muy fuertes a la concha de Perla, mientras ella gemía y gritaba

-          Si, si, la siento mi lechita, mi cremita en la concha toda mía

Salí de la vagina de Perla y le dije a Amanda

-          Quieres lechita puta?

-          Si, si quiero

Le tomé la cabeza y se la llevé a la concha de su amiga.

-          Tómala de allí, es una orden

Amanda no se hizo esperar, metió su lengua en la vagina de su amiga, la leche salía de los labios vaginales de Perla y Amanda la lamía, con tanta pasión, que metió su lengua dentro de la misma vagina. Perla, confundida, pero caliente quería protestar, no la dejé

-          Carlos que me hacen? Esto no sé si……

Fui hasta su boca y le puse mi verga, ya un tanto flácida pero aún con mucha leche pegoteada en su tronco.

-          Límpiame la verga puta y cállate

-          Sí mi macho

Amanda no dejaba de lamer la concha de Perla, la cual comenzó a tener nuevos espasmos. Me acosté debajo de Perla que quedó como en un 69, lamiendo mi verga. Detrás de ella, Amanda, comiéndole la concha. Como pude, pasé por debajo de las piernas de Perla y de Amanda, para alcanzar la concha de ella. Perla me lamía la verga, Amanda le chupaba la concha a Perla y se tomaba toda la lechita y yo, le comía la concha a Amanda. Se estaba por venir una tremenda acabada, las dos mujeres comenzaron a chillar.

-          Putas se van a acabar

-          Me acabo con tu lengua, me acabo con tu lengua – gritaba Amanda totalmente desinhibida – me tomo tu lechita de la concha

-          Ah no dejes de chuparme la concha – gritaba Perla – yo te limpio la verga

En un grito las dos se acabaron, el somier se movía, los jadeos eran tremendos hasta que perla gritó profundamente y Amanda se apretó contra mi cara, se puso un dedo en el culo y acabó con otro grito agudo.

(continuará…..)