Me cogí a la Mujer del Sastre Parte 3

Seguimos con Perla con el sexo a flor de piel, ella engañando a su marido y yo introduciéndola en el sexo sin barreras.

ME COGÍ A LA MUJER DE SASTRE Parte 3

Sentí un ruido musical y era el teléfono de Perla, se levantó despavorida, miró la hora y me dijo

-          Amor no te levantes, yo me encargo, son mis empleados que están en la puerta, porque ya son las 9 de la mañana.

-          Me dormí -  le contesté

-          Yo también, pero estoy feliz y no me importa nada. Ya vengo, no te vayas.

Vino hacia mí,  me dio un beso en los labios  mientras se ponía una calza y una camisa larga, salió corriendo. Tomé mi teléfono, llamé a mi secretaria y le dije que cancelara todo lo que tenía para ese día, que no me molestara nadie, solo ella y con un mensaje. Corté, me di vuelta y volví a dormirme.

Siento como un cosquilleo en mi cara y algo en mi cuerpo. Abro mis ojos, veo a Perla besándome y tocándome el cuerpo.

-          Hola dormilón, te dejé descansar, te quiero muy descansadito

-          ¿qué hora es?  - pregunté sin saber donde estaba

-          Las 11 de la mañana – me dijo ella mientras se sentaba a mi lado en la cama y ponía una bandeja con el desayuno.

-          Ah gracias - le dije - pero me levanto y desayunamos en el comedor

-          No, me gusta que desayunemos acá en el dormitorio, yo esperé para desayunar contigo. Además está la señora que trabaja en mi casa y no quiero que te vea así.

-          Ahh es cierto, que problema no le pudiste avisar.

-          No – dijo – no le pude avisar porque ayer me olvidé de todo, pero ella me quiere mucho y somos muy amigas. Le dije la verdad, está muy contenta y a la vez intrigada.

-          ¿Intrigada, por qué?

-          Por quien es mi galán, ella sabe todo lo que pasa y sabe lo que Renzo me hizo. Es más, muchas veces me aconsejó que conociera a alguien y bueno ahora se lo conté.

-          ¿Estás segura de lo que hiciste?

-          Si, no te preocupes, yo sé con quién debo y con quién no.

Tomamos el jugo de naranja y las tostadas. Me levanté para ir al baño, Perla me agarró de atrás, me empezó a besar el cuello y la espalda, por delante me tocaba las tetillas y me gemía en el oído.

-          Estás muy calentita putita por lo que veo -  le dije

-          Si, sigo caliente, ayer me hiciste de todo y hoy quiero más, todo lo que tengas lo quiero. Despertaste todo mi ser como puta y dominada, me fascina que me domines, que me trates como a una perra, que me obligues a todo.

-          Bueno - le dije, pero ahora está tu empleada, no podemos disfrutar mucho

-          Sí lo sé, pero se va en un rato, le di todo el mediodía libre. A los chicos de abajo les comenté que estoy algo atacada del estómago que me iba a quedar acá todo el día, lo mismo que dije en la empresa.

-          Tienes todo planeado

-          Sí, todo, todo y mañana es viernes, pensaba que si deseas te puedes quedar todo el fin de semana acá.

-          ¡Epa! -  le dije- ¿Me vas a secuestrar?

-          ¿No quieres? No te sientas obligado, yo pensé que tal vez te gustaría.

-          Me encanta la idea, pero déjame ordenarme. ¿Tu marido y tus hijos cuando vienen?

-          Ahh dentro de quince días así que no te preocupes.

-          ¿cuáles son tus planes? -  le pregunté

-          Bueno, son simples, sexo, sexo, mucho sexo y mucha perversión. Que me hagas lo que quieras.

-          ¿Tomaste la pastilla del día después, como me habías dicho?

-          Ahh eso fue una forma de excitarte y excitarme, pero tengo puesto el aparatito (diu) no por sexo, sino por una necesidad de ordenar mis períodos porque genera hormonas y el médico me lo recetó hace un tiempo. Lo estrené contigo.

-          Ojalá funcione -  le dije algo alarmado

-          Carlos, no pasa por mi mente quedar embarazada a los cuarenta y seis años, Pero es excitante jugar con eso, es como una especie de morbo.

-          Bueno, está bien, entonces todo planeado.

-          Todo señor, como te dije, coger, coger y coger – y se reía.

Estaba vestida con una pollera hasta las rodillas y una camisa que, como siempre dejaba ver el canal de sus tetas.

-          Te cambiaste de ropa, porque hoy vi que te pusiste la calza

-          Si, si, cuando les abrí a las chicas, volví, te vi durmiendo tan plácido que te dejé tranquilito, tomé esta ropa y me fui a dar una ducha al baño principal para no despertarte.

-          ¿Qué tienes puesto debajo de la pollera?

-          Amor, la bombachita  - dijo con mucho morbo y haciéndose la nenita

-          A ver, súbete la pollera

-          Si mi macho, lo que me pidas

Se subió la pollera y dejó al aire sus piernas. Mostraba una hermosa y abultada concha. Fui hacia ella, le bajé la bikini y le dije

-          Sin bikini, vas a andar mientras haya gente sin ropa interior. ¿está claro?

-          Si, está claro mi dueño, hago lo que me pidas

-          Ahora bájate la falda

Inmediatamente se bajó la falda, pero antes, fui hacia ella y le acaricié la concha, le metí mis dedos en su cuevita y estaba caliente como siempre. Apenas mis dedos entraron ya los jugos comenzaron a aflorar y su cara de puta empezó a formarse.

-          Ahora quiero que te saques la camisa

-          Si papito, me la saco. ¿Qué me vas a hacer?

Se sacó la camisa y apenas lo hizo ya saltaron las tetonas esas que no se contenían en el sostén. Fui hacia ella, la hice dar vuelta y le arranqué el sostén. Le encantaba que la tratar así. Sus tetas quedaron al aire, les toqué los pezones y éstos se pusieron erectos, duros, casi como piedras.

-          Ahora te pones la camisa, vas a andar sin sostén.

-          Pero Carlos, no puedo, mira como me queda.

A través de la camisa, aparecían los pezones,  totalmente marcados y en punta, no podía ocultarlos.

-          No es mi problema – le dije – No quiero que uses ropa interior.

-          Amor es como que tuviera las tetas al aire si tengo que bajar a la sastrería no puedo.

-          No sé, tienes que arreglarlo, pero no puedes usar nada más.

-          Bueno voy a ponerme otra cosa entonces

Se puso una especie de remera, un poco más holgada que de esa forma no le marcaba tanto los senos. Igual, eran incontrolables, ella se miraba al espejo y no podía creerlo.

-          No quiero más que dos prendas que lleves puesta, así que ya sabes

-          Si mi  macho, es que estoy tan caliente que no puedo hacer que los pezones se ablanden y ahora de esta forma más. Si bajo a la sastrería no sé cómo voy a hacer.

-          Bueno imagina que estás ahí y los que ven tus tetas no saben que al subir yo te las como y estrujo.

-          Mmmm si amor, si.

-          Bien ahora me llevas al baño

Diciendo vino a mi lado y me llevó al baño.

-          ¿Qué hago mi macho?

-          Me la haces mear

Me agarró la verga y la apuntó hacia el inodoro. Sentía su respiración en mi cara, ella lo hacía con morbo y además le gustaba. Me la sostuvo mientras mee  y le tocaba sus tetas por encima de aquella camisola rara que se había puesto. En eso lo la voz de la señora que limpiaba nos desconcentró y Perla salió a su encuentro. Aprovechè y me di una ducha. Cuando salí del baño, estaba abierta la puerta del dormitorio de Perla, me puse un short que encontré en mi bolso deportivo y una remera de hacer deportes de color blanca. Vi a la señora que estaba haciendo la limpieza y me sorprendió. Era una mujer de unos cuarenta años, tal vez menos, vestida de mucama, con unas lindas piernas, pelo rubio pintado, tez blanca y que cuando me vio me saludó.

-          Hola -  le dije – Perla no está?

-          Buenos días señor, la señora está en la sastrería. Si necesita algo dígame.

-          Nada de señor, el señor está en el cielo y yo acá abajo. Me llamo Carlos.

-          Un placer Carlos, me llamo Amanda.

-          Un gusto Amanda, sé que ya sabes todo,  es bueno que Perla confíe en vos.

-          Si, ella es muy buena persona y yo la aprecio mucho, que tenga una pareja le hace bien.

-          Bueno no soy su novio, somos amigos, con derecho a roce

Ambos nos reímos. Mientras la miraba, tenía unas teas medianas, una sonrisa muy linda, ojos negros o marrones bien oscuros, le quedaba lindo el trajecito de mucamita y con lo morboso que soy, hay que imaginarse toda la cabeza que me hice.

-          Me dijo Perla que te vas en un rato

-          Sí, porque mi horario es hasta las5 pm pero hoy la señora no quiere que esté – y se rió

-          Bueno, pero eso no te complica económicamente

-          No, no, para nada, gracias por preguntar.

-          ¿Cuándo trabajas de nuevo, mañana?

-          Si, no sé espero que ella me diga, porque me comentó que usted se iba a quedar todo el fin de semana.

-          A ver Amanda, tú no te vas a asustar. Eres una mujer muy linda, por lo que veo y debes saber lo que hacemos.

Se sonrojó pero no me quitó los ojos de encima.

-          Si lo sé, pero es lógico también que ustedes quieran intimidad.

-          Ahh si claro, pero a mí no me molesta, es más me gusta – y me puse a reír

-          ¿Le gusta?

-          Me encanta. ¿A vos no?

-          Bueno, no sé la verdad nunca lo pensé

-          No me mientas – le dije en broma – me va a decir que si oyes algo no vas a escuchar y no te va a gustar

-          Bueno, no sé me da como cosa

En eso entra Perla.

-          Ah se conocieron – dijo  con alegría

-          Si – le contesté – y debo decirte que Amanda es muy simpática y nada fea.

-          Hay señor no diga eso que la Señora me va a echar – dijo ella con algo de miedo

-          No – contesté – Perla no es así, ella es una mujer muy seria y respetuosa.

-          Si, cosas que vos no sos, si te dejo un rato más te encuentro besando a mi empleada – dijo Perla con una sonrisa pero con cara de pocos amigos

-          Bueno – dije – vamos a comer algo

-          Amor no tengo nada hecho – dijo Perla con algo de preocupación

-          Señora, yo puedo cocinar algo si quiere

-          Perfecto – me adelanté – te animas a hacer otra torta de zapallitos que te quedó tan rica la otra noche?

-          Si claro – contestó Amanda

-          Hecho. les dije – entonces no se hable más.

Perla no opuso resistencia y en ese instante sonó su teléfono celular. Era su marido. Ella se apartó hasta el corredor que llevaba a los dormitorios. Fui detrás de ella y sentía que su conversación no era muy amable. El tipo le preguntaba por todo lo que hacía, si se encargaba de las cosas y ella respondía con muy mala gana. Fui por detrás, me puse al lado de su cuello y se lo lamí. Perla se sobresaltó pero no dijo nada. Le toqué el culo, las piernas, le fui levantando la falda y su culo quedó al aire. Ella seguía peleando con su marido, pero se apoyó en una de las paredes laterales y me dejó expuesto su orto. Me arrodillé, empecé a lamerle la raya del culo. Le metía la lengua en su agujerito, Perla en alguna oportunidad me culeaba y a la vez con su otra mano se abría más el culo. En eso me doy cuenta que, Amanda, nos estaba viendo. No le demostré que la descubrí, porque de lo contrario se habría escabullido. Para que Perla no se percatase del hecho, le dejé así contra la pared y le abrí las piernas. Por debajo le lamía la concha pasando mi lengua desde el culo hasta su vagina y desde su vagina hasta su culo. Ya no podía soportar más, porque casi no le hablaba a su marido, solo gemía mientras tapaba el teléfono con su otra mano. Sentí cuando le dijo al viejo “después hablamos, me espera una persona”. Cortó y me dijo a mí

-          ¿Me quieres volver loca?

-          Le arranqué la camisa larga esa y la dejé en bolas, solo con sus zapatos de medio taco.

Me bajé el short y así como estaba le clave la verga hasta el fondo. El grito que pegó fue profundo, puso sus manos contra la pared y decía.

-          Vamos al dormitorio mi amor

-          No, te voy a coger en esta pared, te voy a coger como si fuera un lugar público que te pueden ver

-          Es que sí nos puede ver la empleada

-          Está en la cocina no te preocupes, además me gustaría que te viera para que sepa como coge una hembra

-          Malo, no digas eso me muero de vergüenza

-          No, nada de vergüenza, es para que aprenda a coger como coge una puta como vos

-          Sí, soy muy puta y me gusta la verga mientras me chupabas cuando hablaba con mi marido me sentí llena de lengua y de venganza. El idiota me engañó y ahora a mi me coge un macho en serio

-          Bueno ahora no hables, coge puta

-          Si papito, cojo, pero me vas a dar la leche de nuevo adentro. Porque hoy de mañana sentía como me corría por las piernas la lechita de anoche. Me vas a maltratar mucho por lo que veo.

Le cachetee las nalgas mientras la cogía por atrás con su culo en pompa. La manoseaba las tetas que s sacudían y de reojo vi que Amanda no s estaba espiando. Más le empecé a dar por la concha a Perla y ella más gritaba.

-          Pedime verga

-          Dame Verga, dame verga y acábate adentro mío.

La saqué de la pared pero de espaldas a la puerta donde nos espiaba la empleada, me tiré al suelo sobre la moquete, la hice venir encima de mí y la clavé de nuevo. Sin dudas, Amanda tenía bien enfrente a ella mi verga clavada en la concha de Perla. Veía claramente de frente como me cogía a su patrona y como está además gemía y pedía más. Así empecé a darle cachetadas en las nalgas cada vez más fuertes y con más gritos de Perla. Levanté mi pelvis y por física se levantó el culo de Perla, entonces inicié un meta y ponga que la enloqueció. Perdió todos los estribos, me lamía el oído, me gritaba obscenidades

-          Malo, me cogiste de nuevo, te gusta que te desee ahora vas a llenarme adentro

Me empecé a acabar y ella también en un grito desesperado más cuando sintió mi dedo en el culo. Gemía, se movía encima de mí casi como una perra en celo, sus gritos estaban por encima del corredor. Era indudable que así Amanda estuviera en la cocina o allí mirando como lo estaba, iba a oír todo. Era imposible que no escuchara aquellos gemidos y las palabras de la dueña de casa.

-          Malo, hijo de mil puta, como te gusta joderme y llenarme de tu semen y como me gusta a mí sentir esas escupidas lechosas que me tiras dentro.

Movía el culo y mi dedo mayor metido en él, ella hacía movimientos para apretarlo, contraía su orto.

-          Cómo te gusta mi orto, me lo tienes siempre tocado y con un dedo dentro.

-          Ya vas a tener la verga – le sentencié

-          Claro, cuando tu lo desees, mi orto es tuyo, es tuyo hijo de puta me acabo de nuevo.

La hice bajar de mi y le dije que me limpiara la ya un tanto flácida verga.

-          Límpiame la herramienta puta

-          Si mi macho te la lavo con mi lengua

Fue bajando y se puso la verga en la boca, su lengua me recorría toda la verga, los huevos y la comisura de mis piernas. Se tragaba toda la leche que había en la punta de mi verga y que era la conjunción de sus jugos con mi semen. Mientras hacía eso, se pajeaba y se iba acabando. Era una mujer multi orgásmica y su tiempo de poco coger la había hecho casi una ninfómana circunstancial. Como Perla estaba de espaldas a la puerta, yo vi como Amanda observó todo, no perdió detalle alguno de la cogida y de cómo aquella mujer se había dejado coger.

Nos reincorporamos mientras sonaba el móvil de Perla. Atendió, era de la empresa de ropa. Había uno de esos clientes que no se pueden dejar y le pidieron por favor si podía encontrar una solución. Perla, que es una gran profesional y estaba a la orden me miró, le hice una seña que no dejara de lado su profesión. Aceptó y cortó, mientras me decía

-          Perdón amor, pero me piden que vaya urgente

-          No te preocupes, ve, de paso yo también voy a mi casa, busco algunas cosas y luego vemos, así  nos deseamos más

-          ¿Te parece? Si lo dices entonces me quedo más tranquila

-          Sí claro que sí, así será y de paso deberíamos crear alguna cosa más.

-          ¿Cómo qué?

-          No sé, deberíamos tener más imaginación sexual, juagar, hacer cosas más fuertes

-          Lo que quieras vos amor, ya sabes que soy tuya y hago lo que quieras, quiero sexo sexo y sexo ya te lo dije. Además te quiero aprovechar porque luego sé que te voy a perder.

-          ¿Por qué lo dices? – pregunté

-          Porque sé que así será. Pero no hablemos de eso, disfrutemos lo que tenemos y estos días.

Me dio un beso y se fue al baño a lavarse, cambiarse y salir volando, en tanto le daba algunas órdenes a la empleada que se había quedado, pese a que debía haberse ido.

-          Señora – dijo Amanda – hice la tarta, la tengo pronta en una media hora.

-          Que Carlos coma si tiene hambre, el se va a dar una ducha, yo me tengo que ir, si no te enojas te puedes quedar hasta que vuelva

-          Sí, vaya tranquila

Me metí en el baño, junto a Perla,  ella se pintaba y yo me bañaba. Cuando salió abrió la puerta de la ducha y me tocó la verga. Le tiré un beso y me dijo

-          Hasta luego amor, te veo en la noche

-          Hasta luego preciosa.

Sentí la puerta de la casa y la locura con la que salió Perla. Continué mi ducha reparadora, lavé bien mi verga que apenas la tocaba se me paraba. El viagra es mágico, pero hay que tener cuidado porque si no tienes sexo para colmar esa dosis y no lo necesitas, se te para la verga de una manera impresionante y es imposible esconderla. Por eso y pese a haber tenido sexo hacía muy poco, al bañarme y tocarme la verga para enjabonarla, esta se me iba parando como si la pajeara y no era mi intención. Luego de una buena ducha y reparadora, salí del recinto, tomé una toalla y me dispuse a secar. La toalla estaba un tanto húmeda y vi a través de la puerta que estaba Amanda limpiando el dormitorio de Perla.

-          Amanda -  la llamé

-          Si, Carlos ¿Qué necesita?

-          ¿tendrías una toalla seca?

-          Claro, como no, ya se la alcanzo

-          Gracias

Al instante apareció Amanda con la toalla en sus manos. Yo me había puesto la otra toalla en la cintura, cubriendo mi cuerpo hasta las rodillas. Cuando me la entregó comencé a secarme el pelo.

-          Carlos, después deme la toalla así la pongo a lavar.

-          Claro -  le dije y sin mediar me la saqué de la cintura y se la entregué.

Amanda quedó sin palabras, pero no se movió.

-          Amanda no te vayas, espera que te doy las otras toallas, la de mano y a de los pies.

-          Carlos, le traigo entonces también dos más.

Se fue y me hizo gracia porque estaba colorada en sus mejillas. Volvió y me trajo las sustitutas secadoras de cuerpo, en tanto yo seguía desnudo y ella no decía palabra.

-          Amanda - le dije – hoy te vi

-          ¿Cuándo Carlos?

-          No te hagas la tonta conmigo, estabas mirando todo, te vi perfectamente

Se puso de varios colores e inmediatamente me dijo:

-          Por favor, no se lo vaya a decir a la señora Perla, porque me echaría

-          Jamás haría una cosa así, linda, yo soy un hombre de códigos, pero vi que te gustaba mirar. A ver cuéntame. ¿Qué pensaste?

-          No sé, que le voy a decir.

-          Lo que viste, lo que viste.

-          Bueno vi como usted y la señora hacían el amor

-          Ahh así no más, hacíamos el amor

-          Si – decía con algo de miedo, pero me miraba la verga de reojo, porque yo seguía desnudo

-          Entonces estás acostumbrada a ver coger

-          No, Carlos, nunca, es la primera vez, solo había visto en películas, pero en persona nunca

-          Así que miras pelis pornográficas

-          A veces las alquilábamos con alguna amiga

-          Pero, dime, ¿Te gustó?

-          Sí, me gustó verlos

-          ¿algo te sorprendió?

-          Pues sí como chillaba Perla y la forma en que usted la tenía.

-          Nunca te cogieron así

-          No

-          Pero te han cogido

-          Si

-          ¿entonces?

-          Es que nunca me pasó

-          ¿Has quedado caliente?

-          Don Carlos, no me pregunte esas cosas

-          Nada de Don Carlos, contéstame la verdad, como corresponde a una mujer en serio

-          Bueno, si, un poco sí

-          ¿Un poco, nada más?

-          Bastante – y se reía

Cuando terminé de secarme el pelo, le pedí si por favor no me alcanzaba el short que había quedado tirado en el suelo del corredor. Ella fue hasta allí mientras yo salía del baño y quedaba dentro del dormitorio de Perla. Obediente llega Amanda con mi pantalón corto y me lo entrega en la mano.

-          Perdona que estoy desnudo, pero me siento más cómodo

-          Si, no hay problemas, yo voy a poner esta ropa a lavar.

-          Espera – le pedí - ¿no me ayudas a buscar el bolso que estaba encima de la cómoda y ahora no sé donde quedó.

Amanda fue hasta el living y me lo trajo.

-          Yo lo llevé al living pensando que era de la Señora.

Me lo entregó y cuando se iba le dije

-          ¿Estás tan apurada que no hablas conmigo?

-          No, Carlos, es que no quiero incomodarlo

-          Ah ya sé, al estar desnudo te molesta

-          Bueno, no es muy normal

-          Perdona entonces, no quiero que te sientas mal

-          No, no se enoje, pero bueno usted está así desnudo

-          ¿Qué acaso nunca viste un hombre desnudo?

-          Si claro, pero bueno…

-          Bueno ¿qué?

-          No, nada solo decía.

Me acerqué a ella le tomé la mano y se la puse en mi verga.

-          ¿no te gusta?

-          Hay don Carlos, Perla me va a matar

-          ¿Te gusta o no?

-          Sí

-          Bueno entonces si te gusta te la presento, ella es mi verga la que mirabas mientras me cogía a Perla.

-          Si, la vi

Mientas decía eso, no dejaba de acariciarme la verga y mirarla. Estaba vestida con el uniforme de mucama, pero sin mucha ropa. El delantal delante y una especie de remera larga por debajo. La hice venir hacia mí y le puse la mano por debajo de la falda del uniforme. Tenía la concha totalmente empapada. Mojada, a tal punto que la bikini o tanga, no se la había visto aún, estaba como si la hubieran lavado. Ella lanzó un gemido cuando sintió que mis dedos tocaron su concha por encima de la bikini. La traje hacia mí y le dije:

-           ¿qué quieres?

No dijo palabra, solo se agachó y comenzó a lamerme la verga. La chupaba desde el tronco que se había parado hasta los huevos. La acariciaba, la lamía, la tocaba y me miraba. La levanté, le subí la pollera, me encontré con una bikini chiquitita, color carne y una concha depilada por completo apareció cuando se la bajé de un golpe.

-          Carlos por favor. ¿qué me va a hacer?

-          Nada que no quieras. ¿Qué quieres que te haga?

-          Lo mismo que a Perla

-          Que te coja

-          Sí y me haga de todo.

Dijo eso y se sacó el delantal, se bajó la bikini del todo, se quitó el sostén y aparecieron dos tetas medianas, rosadas, con pezones pequeños y aureolas marrones. Vino hacia mi boca, se paró en puntas de pie para que la besara. No lo hice. La tiré sobre la cama, le abrí las piernas y comencé a lamerle la concha. No hablaba, solo gemía. Le lamí los pezones, la di vuelta en la cama, era más bien maciza, no era delgada ni gorda, pero de buenas carnes. Al hacerla girar me quedó el culo a mi merced, se lo toqué y gimió. Le besé los pies que habían perdido sus zapatillas de trabajo, subí por los tobillos, las piernas, los muslo, la raja del culo, la espalda y caí encima de ella.

-          ¿no me dices nada?  - le pregunté

-          Cógeme como a ella.

-          Estuviste mirando putita, te vi y te pajeaste

-          Sí, me acabé mientras te la cogías y cuando…..

Sus palabras se cortaron al momento que di un empellón hacia arriba y la penetré toda. Se la clavé hasta el fondo, ella de espaldas y yo encima de ella. Empecé a darle verga con fuerza, Amanda gemía y movía su culo de arriba hacia abajo. Me puse de rodillas sin sacarle la verga de su vagina y le metí el dedo en el culo. Como a todas, se enloqueció, quería sacarla de los cabales que se volviera loca.

-          Dale putita mira como te toco el culo

-          Si, Carlos, lo siento, me gusta coger y que me cojan, estoy muy caliente

-          Dices cosas simples por eso te saco la verga

-          No, no me la saques por favor, qué quieres que te diga

-          Lo que te gusta, lo que sientas

-          Que me pongas la verga, que me hagas sentir, ponte un condón por favor

-          Ahh nada de condón te voy a coger al pelo

-          Pero debemos tener protección – decía

-          Bueno tienes razón, pero no tengo condones

-          Está bien, pónmela por favor, sin condón,  igual me arriesgo estoy muy caliente

Se la clavé de una, nuevamente se la puse y ya más entregada comenzó a gemir. Le puse mis manos encima de su espalda y mientras la masajeaba, le sacaba y ponía la verga. Una vez, dos veces, el ruido que hacía al entrar era por toda el flujo que Amanda emanaba de su concha. Un charco de leche había en aquella concha. Se la saqué y puse mi cabeza entre sus piernas, lo primero que tenía  a mi merced era el culito. Cerrado, pequeño el orificio, pero hermosamente nalgón, un orto de los más lindos. Por eso le pasé la lengua y lo contraía, bajaba hasta su concha abierta por mi verga, con un orificio profundo y un clítoris carnoso que lo toqueteaba con mi lengua y mis dedos. De pronto sentí la voz de Amanda

-          La verga, quiero la verga, por favor

Subí y se la puse de golpe.

-          Esos golpes me encantan

-          Te gusta que te la ponga dura

-          Si, si de nuevo por favor

La sacaba y la ponía de golpe nuevamente. La muy perra disfrutaba. Estaba por acabarse, le enterré mas la verga al fondo, caí sobre su espalda, le lamía el cuello, las orejas, por debajo de su cuerpo puse mis manos y atrapé las tetas. En ese momento Amanda inició una carrera loca a su acabada, las tetas la ponían loca cuando se las tocaban, me lo dijo, entonces la di vuelta,  le tomé las piernas, se las puse en mis hombros y la comencé a coger en esa posición, en tanto mis manos iban a sus pezones. No se aguantó e inició una acabada bestial.

-          Me acabo, voy a mojar toda esa verga y me la trago toda.

Las contracciones de su concha me comían la verga, era como si fueran los labios de su boca. Me succionaba la verga al igual que una chupada, sentía aquellas succiones, era tremendo, no aguantaba más,  pegó un grito, un aullido acompañado de una catarata de leche que me inundó la verga. Sus ojos se abrieron más, me agarró de los brazos tirándome contra ella mientras me metía la lengua en la boca.

Me levanté, le saqué la verga de la concha, la puse en su cara y abrió instintivamente la boca, sendos chorros fueron a su boca. Inmediatamente se apoderó de mi palo, lo lamió todo, lo engulló, tragaba la leche pero la saboreaba, su lengua la recogía de la punta de la verga y luego la tragaba. Me descapullaba la verga y al salir por el orificio lechita, con su lengüita la recogía y se la llevaba a la boca.

-          Bueno – le dije-  me voy porque sino no llego.

-          Sí Carlos, pero por favor no le vaya a contar a Perla.

-          Quédate tranquila, pero el sábado vente

-          ¿Por?

-          Bueno déjame a mí que te cuento, pero ven sí?

-          Si claro, lo que digas -  me dio un beso en la boca y se fue al baño

-          Ahh Amanda

-          Si Carlos

-          Qué lindo culo tienes

-          Gracias

-          Me lo vas a dar verdad?

-          Bueno, si tú lo quieres?

-          Si lo quiero

-          Bueno si

(Continuará……)