Me cansé de ser virgen - Parte 1

Estuve una década de novia y con promesa de castidad hasta el matrimonio con mí novio de la adolescencia. Después de que se casara con una mujer a la que dejó embarazada, decidido recuperar los años perdidos y cumplir con todas mis fantasías.

Hola, soy Marianela pero me dicen Nella. Soy una mujer ya de treinta años pero más de una vez me han confundido con chicas de diecinueve o veinte. Vengo de una familia bien acomodada y muy católica. Fui a muy buenos colegios y me gradué con honores en la universidad.  Tengo pelo castaño claro con algunos matizes colorados, ojos marrones, tez muy blanca casi pálida ( al punto que si me tocas me dejas marcas coloradas), no tengo vientre plano pero tampoco tengo panza, eso sí tengo una figura muy voluptuosa desde mis 14 años, la que no va para nada con ni estilo de vida en esos días. Mis senos son enormes siendo casi desproporcionales a mí metro sesenta, pero nunca nadie me dijo nada malo sobre ellos, en realidad es  sobre ellos que recibía la mayoría de guarradas en la calle. A mis 28 estaba terminando un doctorado y empezaba a preparar la boda con mí novio de hace quince años.

Con él nos conocimos en el secundario, su padre y el mío se volvieron socios de una empresa por lo que nos veríamos seguido. A mí m es encantaba lo guapo y gracioso que era, y a mí familia que era de "alta moralidad". Cuando cumplimos un año de salir me propuso matrimonio y que me iba a esperar hasta nuestra noche de bodas para consumir nuestro amor. En ese momento me pareció súper romántico y le dije que sí, sin pensar. Cómo era niña todavía toda idea de sexo me parecía asqueroso si no era con tu esposo. Pero no pasó mucho tiempo para que cambiará de opinión.

La primera vez que me dí cuenta que no era tan santa como creía ser, fue cuándo tenía dieciséis años. Estaba en la casa de campo visitando a mis tíos, cuando una tarde se fueron casi todos a dar una vuelta por los campos y ver los viñedos. Cómo no tenía ganas de ir decidí quedarme a tomar una siesta, también se quedó conmigo mí tía que tenía que terminas de coordinar unas cosas para la cena. Me levanto de mí siesta con mucha sed, por lo que voy a la cocina a cojer un vaso de agua. Cuando estoy por entrar, escucho gemidos venir de adentro.

  • ¡¿Te gusta así perra?!- escucho una voz masculina, me asomo a la puerta y mí ojos no pueden creer lo que ven. Ahí en la isla de la cocina estaba mí tía, su vestido en el piso, el brassier colgando en el lavadero, y su pantis vaya uno a saber dónde. Ella estaba boca abajo , sus manos se sujetaban del otro lado de la isla y su espalda estaba arqueada hacía el hombre que no era mí tío. Cuando miró la cara del hombre me doy cuenta que es unos de los capataces del campo de mí tío, Mario, el que siempre nos das la bienvenida cuando llegamos. Por un momento pienso lo peor y mí pobre tía estaba siendo víctima de algo atroz.

  • ¡¡Siii, así, más duro!!- la escucho responder con una voz rasposa, que no parecía de ella, ojos cerrados y con una cara que en ese momento me dí cuenta no era de dolor( o por lo menos no solo de eso) sino de puro placer.

En ese momento Mario empieza a embestirla con más fuerza, que en un momento pensé que la iba a atravesar. Sostuvieron esa velocidad por unos cinco minutos.

  • Ah, pero que puta que es mí patrona, ¿verdad que sos una puta barata?- le dice mientras le tira del pelo para embestir con más fuerza.

  • Si..- jadea- soy una puta barata-le responde mí tía a lo que el responde con otra embestida profunda y una palmada en la cola.

Me había quedado congelada al descubrirlos, y si bien en un inicio estába indignada con lo que estaba viendo, en un momento empecé a darme cuenta que también estaba jadeando levemente, y sentí un calor en mí entre pierna. Podía sentir como que algo estaba escurriendo de mí. Me puse al lado de la puerta y dejé de ver lo que estaban haciendo, para concentrarme en lo que me estaba pasando, levanto un poco mis vestido y veo que que mis pantis estaban mojadas, me las saco para ver  si me había orinado. Pero no, otra cosa estaba saliendo, paso un dedo por la abertura de mí vagina y siento que está empapada de algo viscoso, sigo tocando hasta pasar por un pequeño bulto y siento una descarga . No sabía que era pero mientras más lo tocaba más descarga sentía.

Empecé a sentir cosquilleo extenderse de la punta de lo pies a lo largo de la pierna, en el fondo seguia escuchando los gemidos y el sonido de los cuerpos en cada embestida. Me siento en el piso y me apoya contra la pared, al lado de la puerta de la cocina, para seguir escuchando los sonidos que vienen de ella. Empiezo a masajear ese bulto con más velocidad, sintiendo como el cosquilleo sigue subiendo y se convierte en calor. Me doy cuenta que debajo de bulto está la entrada a mí cabina, y en un momento de curiosidad meto un dedo adentro, y compruebo que de ahí es de dónde venía la sustancia viscosa. Cuándo intento meter el dedo completo siento un gran dolor por lo que lo saco inmediatamente, el dolor me hizo entrar en razón por un momento, y me di cuenta que esto era masturbación, una de las cosas que no se deben hacer, pero una contracción en mí entre pierna mí hizo volver a masajearme, no importa eso ahora, quería seguir sintiéndome bien. Subo la velocidad para estar a la par de los perros en celo que estaban en la cocina.

Con la otra mano juego con unos de mis grandes pechos, siento como como pezones se volvieron duros y erectos. Pellizco en pezón con el que estaba jugando y solté un gemido sin darme cuenta. Detuve mis movimientos para ver si se habían dado cuenta en la cocina, pero cuando escuché que no solo los gemidos sino la embestidas seguían su ritmo, continúe con mí asunto.

En un momento empecé a sentir tanto placer que tuve que morderme un dedo la mano con la que estaba jugando con mis senos. Se me empezó a nublar la mente, abrí por completo las piernas para poder masturbarme con mayor fuerza y velocidad. Si alguien hubiese entrado en ese momento a la habitación hubiese tenido un primer plano de mí vagina chorreando, de mis pezones rojos y erectos, y  de mí cara llena de lujuria.

Aún media consciente y todo pude escuchar a mí tía decir -ya casi vengo- entre gemidos, y a Mario subiendo la velocidad. Me ganó la curiosidad y  asomé, media desnuda, la cabeza. Entonces vi a Mario dándole a mí tía a gran velocidad, mí tía contorsionandose debajo de él y tirando alaridos de placer. Mario toma un trapo, le tira del cuello hasta que la cabeza está mirandolo y se lo pone en la boca para silenciar los gritos de mí tía. Entonces retoma a toda velocidad la empalada que le estaba dando. En un momento mí tía se desploma en la isla, y sigue gimiendo pero con menor intensidad, como si hubiese perdido todas las energías de golpe, y responde automáticamente a Mario. Después de unos minutos, Mario gruñe y saca su pene de mí tía. Nunca había visto uno en la vida real, solo  en esculturas y pinturas, pero puedo decir que ese pene era una obra de arte. No era muy largo pero si grueso y muy venoso, sin darme cuenta había empezado a salivar, no tenía mucha idea de nada pero sabía que ese pene merecia una boca y lengua. Mientras seguía babeando por el pene del capataz de mí tía, él arrancó a darle una bombeadas hasta que eyaculó, en la espalda de mí tía.

Embelesada por lo que acaba de presenciar, volví en mí, tomé mí pantis del suelo y volví a mí cuarto, donde seguí tocandome  imaginando que en vez de mí tía era yo quien estaba siendo humillada por el capataz.

  • mmm, la señorita también es una putita- diría mientras me impala con ese hermoso pene- mejor ponete en rodillas y chúpame bien la verga zorra, te voy a enseñar a ser mujer nenita- con cada frase que fantasiaba que me dijera más calor tenía, hasta que en un momento sentí como un dolor pero en vez de parar de tocarme, me masajé con más fuerza y velocidad hasta sentir una ola de placer. Jadeando y cansada, sentí curiosidad y lamí los dedos para probar de mis líquidos. Tenía un sabor dulce, y me imaginé a mí novio lamiendolos. Sintiendo una nueva oleada de calor volví a reavivar mí imaginación está vez con mí novio de protagonista.

Después de este suceso, comencé a masturbarme casi diariamente y a investigar sobre sexo y las diferentes formas hacerlo.  No podía esperar para casarme y poner en práctica todo lo que había visto, aunque iba a ver fantasía  que no iba a poder cumplir nunca, como lo es el sexo en grupo o con un hombre que no fuera ni marido. Y es que a pesar de todo tenía todavía la visión que solo podia a hacer  esa cosas fuera del matrimonio, podría pecar de pensamiento pero nunca de acción.

Al menos eso pensaba hasta que un mes antes de ni boda,  el muy idiota dejó  embarazada a una compañera de la facultad, por lo que lo obligaron a casarse con ella. Si bien debería de haberme sentido con el corazón roto, lo que más me molestó es que fuera el muy cabron el que me hizo hace la promesa de castidad. Pero ya no más,  pasado unos meses y con la escusa de sanar las heridas, me mudé a otra ciudad para estudiar otra especialización. El objetivo real, sin embargo, es poder cumplir todas mis fantasías sin que nadie este para juzgarme. Pero eso mejor se los cuento en la próxima.