Me cambiaron la enfermera y...
Sandra acude a su reconocimiento médico donde conocerá a Silvia su nueva enfermera y con la que tendrá una relación más allá de la profesional
Me cambiaron la enfermera y...
Como cada año, me tocaba hacerme el reconocimiento y en el ambulatorio esperaba a que me llamaran. Como ya tengo 35 años es importante empezar a controlar la tensión, el colesterol y todas esas cosas.
Sandra Diaz.
Si, soy yo y me levanté dirigiéndome a la consulta. La enfermera que me había llamado ya no era la del año pasado sino una jovencita que nada mas verla el cuerpo me hizo un cosquilleo.
Buenos días les dije nada más entrar a mi médica de toda la vida Marta y a la nueva enfermera.
Marta me estuvo preguntando por mi Estado general de salud y me pidió que pasará detrás del biombo y me quitara la ropa. Normalmente todos los años cuando iba al reconocimiento me quedaba en ropa interior, pero la nueva enfermera que tenía Marta me estaba poniendo cachonda y me quite el vestido y los zapatos y cuando iba a salir en ropa interior dije, enseñale a esta jovencilla tu cuerpo. Me desabroche el sostén, me baje las braguitas y ya estaba lista para salir. Me revise mis partes íntimas, que las había depilado la noche anterior dejando solo un poquito de pelo haciendo la forma de un rayo, me toqué un poquito y salí.
Nada más salir pude ver cómo la joven enfermera dirigía su vista hacia mi coño.
No hacia falta que te hubieras quitado la ropa interior Sandra, me dijo Marta.
No pasa nada, por si os es más fácil realizar el reconocimiento, le dije mientras me sentía húmeda.
Me tumbé en la camilla y tras una exploración de Marta, me dijo
Bien ahora ve con Silvia al despacho contiguo para que te tome la tensión, te mida, pese y demás.
de acuerdo, Marta, muchas gracias. Hola Silvia le dije sonriendola.
Hola Sandra, respondió. Si quiere ya puede ponerse la ropa interior y después acompañarme.
No te preocupes Silvia, vayamos así.
Y pasamos al despacho de al lado, donde me quedé a solas con Silvia. Yo cada vez me notaba más húmeda. Silvia me peso y me midió, después me pidió que me tumbase en la camilla y yo en esa situación estaba cada vez más excitada. Me tomó la tensión y me preguntó si tenía alguna molestia de algo, yo con lo excitada que estaba le dije que algunas veces me notaba justo debajo de mis pechos un tic nervioso.
- Donde exactamente tienes esos tics me preguntó Silvia.
Y le cogí su mano y se la puse en mi pecho diciendo: Justo aquí debajo y en el otro pecho igual. Y cuando Silvia comenzó a palparme mi excitación subía y subía.
- No noto nada raro Sandra, si los próximos días sigues notandolo pide cita y te vuelvo a revisar más exhaustivamente. Vayamos al despacho de la doctora para que te vistas, Sandra.
Me levante y volvimos al despacho de Marta
Que tal Sandra, que te ha dicho Silvia.
Esta todo bien le contesté, solo que tengo un tic debajo de los pechos y mecha dicho que si continuo con el pida cita la semana que viene.
De acuerdo Sandra, dijo Marta, si sigas con él que te vuelva a mirar la semana que viene y si es tema de estrés te recetaré algo.
Me fuí detrás del biombo y me vestí. Me despedí de Marta y de Silvia y volví a casa. Nada más llegar a casa, pedí una nueva cita, esta vez ya directamente con la enfermera tal y como me indicaron.
Llegó el Martes, el día que tenía de nuevo cita con la enfermera y sabiendo que esta vez no tendría excusa para desnudarme delante de ella, pues sólo tendría que mirarme debajo del pecho, elegí un vestido ajustado y un tanga de hilo dental para mostrarme lo mejor posible, opté por no ponerme sostén y así evitar tener que buscar excusas para quitarmelo.
Cuando llegué al centro, enseguida salió Silvia y me dijo, pasa Sandra, es tu turno
- ¿sigues teniendo el tic?, me preguntó.
Si, Silvia, sigo igual.
Pues quitate el vestido y voy a ver si te noto algo haciéndote una exploración. El despacho de la enfermera no tenía biombo como el de Marta, por lo que delante de Silvia, me desabroche la cremallera del vestido, me quite los zapatos y deje caer el vestido. Pude ver la cara de Silvia cuando me vio que iba sin sostén y con un tanga de esos mini. Me pidió que me tumbara en la camilla y comenzó a palparme el pecho, al agacharse pude comprobar cómo Silvia también iba sin sostén debajo de la bata de enfermera y en uno de esos movimientos pude verle las tetas, enseguida Silvia se dio cuenta y dijo.
Disculpa, Sandra. Por comodidad me quité el sostén y no ha sido buena idea.
No tienes de que preocuparte, tienes unos pechos muy bonitos, le dije. En ese momento Silvia se puso colorada y siguió palpandome. Nuevamente sin querer volvió a mostrarme los pechos y en ese momento me incorporé sobre la camilla, abri mis piernas y con ellas abracé a Silvia, la cogí del cuello con mi mano la acerque hacia mi cara y nos besamos desenfrenadamente. Comencé a desabrocharle la bata y la tiré al suelo, pude ver cómo además de no llevar sostén tampoco llevaba bragas.
Tumbate sobre la camilla Silvia, es hora de que te haga yo un reconocimiento a ti y mientras se tumbaba yo me quité el tanga, me subi sobre ella y poniendo mi cuerpo sobre el suyo volví a besarla, a continuación comencé a acariciarle su clitoris cuando sonó la puerta del despacho.
Marta, exclame
Silvia, Sandra! Pero que está pasando aquí.
Me baje de la camilla de encima de Silvia y ella hizo lo mismo. Las dos avergonzadas nos tapabamos con una mano las tetas y con la otra el coño
- No me quiero meter en vuestra vida personal pero en el puesto de trabajo no, Silvia. Por favor, vestiros antes de que os vea alguien.
Marta volvió a su despacho y nosotros nos reímos. Nos han pillado pero bien pilladas, Silvia, vente a cenar a mi casa esta noche, allí no nos molestará nadie.