¿me ayudas a montar en bici, papi? 2ª parte

Ya sabemos lo placentero que es ayudar a tu hija a montar en bici.

¿ME AYUDAS A MONTAR EN BICI, PAPI? 2ª PARTE

Pasó una semana desde que Lourdes le había hecho una paja a su padre bajo el árbol junto al rio. El padre sin duda se sentía muy nervioso. Mezcla de excitación y de haber hecho algo que no estaba permitido. El incesto era una cosa muy seria. Aunque sin duda Lourdes le había masturbado porque ella había querido. Él no la había obligado en ningún momento. Y además tampoco se lo había impedido.

Con estos pensamientos bajó a desayunar una mañana temprano. Lourdes estaba ya en la cocina. Llevaba puesto su pijama favorito. Le marcaba el culo. Ese culo tan bonito que tenia su niña.

-Buenos días papá. Le dijo y se sentó a desayunar.

-Buenos días hija.

Agachó la cabeza mientras se hacia el café y preparaba unos bollos para desayunar. Su mujer y sus hijos todavía no se habían levantado.

Se sentó frente a su hija en la gran mesa que tenían en la cocina.

Ella le miró. Su flequillo tapaba un poco sus ojos. Se lo apartó con dos dedos y siguió desayunando.

Al cabo de un rato Lourdes terminó de desayunar. Llevó el plato y la taza a la pila y los lavó. Después se volvió a sentar frente a él.

-Papá, ¿qué te pasa? Te veo tenso.

-Nada hija. No he dormido bien.

-No creo que sea eso. Le dijo.

-Anoche no pude dormir bien como te digo.

-Estás así por lo que pasó junto al rio, ¿no?

-Si cariño. Confesó. Me siento mal después de lo que pasó.

-Pero entonces no te opusiste.

-Es verdad. Disfruté mucho, pero luego cuando volvíamos a casa me sentí mal por haberme empalmado y que tuvieras que masturbarme.

-Papá ya te dije que soy adulta y que sé que los hombres tenéis erecciones y que necesitáis hacer el amor o masturbaros para descargar lo que lleváis dentro.

-Ya cariño, pero…

-Nada de peros. Hoy volveremos a montar en bicicleta y si te pasa lo mismo, que te pasará, ya me encargaré yo de aliviarte.

Él se levantó y le dio un beso en la cabeza a su hija.

-Hija, tengo que confesarte una cosa.

-Dime papi.

-Hace algunos años, tragó saliva y continuó:  Te bañaba yo una temporada en que tu madre trabajaba por la mañana.

-¿Si?

-Y entonces un día me salpicaste de agua y yo me quité la camisa y cuando te volviste me miraste con esos ojos tan bonitos y entonces seguí lavándote y entonces me empalmé al mojarte el culo y me hice una paja allí mismo delante tuyo. Tu eras muy pequeña y no te enteraste de nada. El semen saltó a la bañera. Yo te saqué de allí y te senté en la taza del váter. Te sequé y luego vacié la bañera de agua inmediatamente. Mi polla estaba algo flácida todavía mientras te vestía. Entonces no me arrepentí de nada y durante unos meses cada vez que lo hacia con tu madre veía tu cara en la suya. Me olvidé de todo esto hasta el otro día.

-Papi. No me importa que te masturbaras mirándome cuando era pequeña. A veces un padre desea a su hija y una madre a su hijo y terminan haciendo cosas…

Estaba claro que Lourdes quería que su padre terminara follándosela.

Él asintió y le dijo a su hija que su madre y sus hermanos nunca deberían saber nada de esto.

Lourdes por supuesto estuvo de acuerdo.

Después de que la madre y los hijos desayunaran, padre e hija volvieron a ir a montar en bici.

Ya no hacia falta que le dijera lo mucho que la deseaba.

Llegaron a la orilla del rio y dejaron la bicicleta apoyada en el árbol.

Se sentaron bajo el y Ramón dejó al aire su pene de nuevo erecto.

Lourdes lo miró y comenzó a masturbarle.

-¿Sabes hija…, dijo con un hilo de voz, que la falda y las botas de agua no son lo más adecuado para montar en bicicleta?.

-Si papi, pero a ti te encantan. Se rió.

-Siii, esas botas rosas también me excitan un montón. En realidad fui yo quien te las compró. Le dije a tu madre que te encantaba el rosa. Y más siendo de caña alta. Aaaaaah, hija que gusto por dios. Si sigues así no duraré mucho.

-Pues ahora seré mala y pararé un rato. ¿Te parece bien?

-Si cariño. Déjame hacer una cosa.

Tiró de sus bragas, ya llevaba la falda bajada, y señaló su rajita. Estaba un poco abierta y húmeda por la excitación.

Ella asintió y entonces Ramón le introdujo despacio un dedo y separó sus labios.

-Son preciosos. Ahora voy a masturbarte.

Se agachó y metió la cabeza entre sus piernas haciéndole un cunnilingus increíble.

Lourdes no pudo evitar gemir como una loca. Afortunadamente no había nadie por allí.

Su padre siguió comiéndole el coño un rato más hasta que ella ya no pudo aguantar y estalló en un tremendo orgasmo.

Después de recuperar Lourdes la respiración se incorporó un poco. Su padre se sentó y aunque hacia rato que había dejado de masturbarle estaba duro de nuevo.

Ella volvió a hacerle la paja y se corrió a los pocos segundos de tan excitado que estaba.

-Aaaaaaah, cariño, me corrooooooooooooooo. Qué gusto me das cariñooooooo. Te quierooooooooooooo.

Terminó de correrse y al poco los dos se desnudaron y se metieron en el rio. Esta vez habían llevado toallas para secarse después.

Una vez dentro comenzaron a abrazarse y a besarse como dos amantes solitarios en aquella parte del pueblo.

No sabían que unos ojos los estaban observando.

Volvieron a casa a la hora de comer.

Roberto y Lucas dejaron tranquila a su hermana ese día.

Lourdes se fue a echar la siesta después de comer y recoger todo.

Estaba intentado dormirse cuando oyó un ruido que venia de la habitación de Roberto.

Pegó la oreja a la pared y escuchó gemir. Otro hombre de la casa que está dándose gusto a si mismo, pensó.

Decidió darle una lección a su hermano por haberse metido con ella esos días.

Se levantó y fue a su cuarto. Su hermano estaba encima de las sabanas con la polla al aire y meneándosela con la mano derecha.

-Aaaah, aaaah, gemía.

-¿Te ayudo? Le soltó de repente su hermana.

-Joder, que susto. Tía, avisa al menos.

-No me dejas dormir.

-Si, vale. ¿Acaso tu no te masturbas?

-Si pero no soy tan escandalosa. Lo hago en silencio y me tapo la boca cuando me corro.

-Ya que estás aquí. ¿querrías inspirarme?

-¿Inspirarte? Le dijo sin saber muy bien a que se refería.

-Si, joder. Muéstrate tus tetas o tu coño mientras me la hago.

-Serás cerdo tío. Soy tu hermana.

-Si, pero estas muy buena. Ya eres toda una mujer. Yo no hago distinciones cuando me la casco.

Se quedó parada un momento.

-Aaandaaaa Lourdes. Déjame mirarte un rato.

-Está bien. Así te corres y me dejas dormir.

Ella se levantó el pijama dejando ver sus pechos firmes. Dormía sin sujetador y bragas.

-Joder hermanita. Mantente así.

Roberto siguió con la paja. Estaba congestionado. Aún en la penumbra podía verlo rojo como un tomate. Su glande húmedo estaba a punto de estallar.

-Aaaaah, aaaah.

-¡Chist!. Vas a despertarlos a todos. Gime más bajo.

No pasaron ni dos minutos desde que había vuelto a pajearse cuando se corrió con ganas.

El semen voló hasta Lourdes que tuvo que retroceder para que no le cayera encima.

-Gracias hermanita.

-Anda guarro, le dijo, limpia todo esto y duérmete.

-Ya, ya lo hago. Pregúntale a Lucas por si él también necesita ayuda.

-Anda tonto, acuéstate ya.

Se despidieron y Lourdes se acostó de nuevo y al poco se durmió.

Al día siguiente el padre encontró algo en el garaje que le puso muy contento. Era un tándem, una bicicleta de esas de dos pasajeros. Estaba escondida en la parte de atrás de la cochera cubierta con una lona muy vieja. El estado era malo pero se le ocurrió que su hija y él podrían restaurarla y así tendría la excusa perfecta para pasar más tiempo juntos

-¿Así que has encontrado ese tándem abandonado en la cochera? Preguntó la madre.

-Es verdad. Dijo el padre. Está bastante viejo, pero he pensado en que podemos arreglarlo y podemos usarlo para practicar en lugar de la bici.

-¡Estaría genial! Estalló Lucas Así Lourdes ya no tendrá que llevar ruedines.

-¿Qué habíamos dicho de no meteros con vuestra hermana? Le regaño su madre.

-Es, está bien. Me callo.

Terminaron de comer y rápidamente se fueron los dos a la cochera.

Ramón cerró la puerta por dentro con un candado para que nadie pudiera molestarles ni interrumpirles.

Tendremos que trabajar también en restaurarla aunque nos amemos aquí, le dijo a su hija.

-Si papi. Pero ahora cómeme la boca.

-Si cariño. La subió a una mesa que había allí y la besó en la boca.

Se besaron, acariciaron, tocaron pero a la hora de hacer el amor Ramón se detuvo un momento.

-Acabo de caer en una cosa.

-Dime papi.

-Tu ya tienes una edad y puedes quedarte embarazada. Pero no quiero hacer la marcha atrás. Ni vas a tomar la píldora por supuesto. Necesitamos condones.

-Ahora no te preocupes, puedes correrte sobre mis bragas.

-Pero quiero hacerte el amor. En el pueblo no hay farmacia y el más cercano está a 5 km de aquí.

-Olvídate de todo. Soy toda tuya. Dijo quitándose la falda y quedándose en bragas.

Se puso con el culo en pompa y su padre le bajó las bragas y le comió las nalgas como nunca se lo había hecho a su mujer.

Después le volvió a subir las bragas. Colocó su polla erecta sobre la raja de su culo y comenzó a moverse simulando que se la follaba sobre ellas.

El roce era más que el de un preservativo pero aun así sentía su polla muy bien.

Siguieron un rato más así hasta que finalmente Ramón se corrió sobre las bragas de su hija.

Se sentaron en el suelo pero antes Lourdes se quitó las bragas que estaban empapadas.

Después de arreglarse un poco y vestirse, salieron de la cochera.

El chico de la casa de enfrente les vio salir. Era él el que les había observado en el rio.

Esa tarde Lourdes estaba tumbada en su cama cuando oyó un clac, clac, que sonaba en su ventana.

Se levantó y abrió la ventana. Una pequeña piedra saltó hacia ella. Miró abajo y vio que era el vecino de enfrente.

-¿Qué quieres? Le preguntó.

-Baja un momento. Tengo una cosa que decirte.

-Es la hora de la siesta hombre. Déjame tranquila.

-Aquí tengo algo que puede interesarte.

-Esta bien, ahora bajo.

Sus padres y hermanos dormían la siesta como cada tarde. Se puso una bata por encima y bajó a la calle.

-Dime, ¿Qué quieres?

-El otro día os vi a tu padre y a ti en el rio.

-¿Si? Y que más. ¿Has visto un ovni también?

-No, pero os saqué una foto.

Le enseñó una foto donde se veía a los dos desnudos y abrazados en el rio.

Lourdes se quedó sin habla. El maldito crio los había pillado en una situación comprometida.

-¿Tu madre sabe que su marido se tira a su hija?

-Mi padre no me folla. Solo nos abrazamos en el rio.

-Pues esto puede tener arreglo. Si no quieres que tu madre vea la foto tienes que hacer algo por mi.

-¿Me estás chantajeando?

-No, solo es para no ensañar la foto a tu madre.

-A eso se le llama chantaje. Maldito mocoso pensó. ¿Qué hago?

El chico se dispuso a tocar el timbre cuando Lourdes le sujetó la mano.

-No lo hagas. Está bien, ¿Qué quieres que haga?

-Quiero que me hagas una paja.

-¿Una paja?

-Si. No tengo edad todavía para follar.

Que no tiene edad dice el jodío, pensó Lourdes.

-Esta bien, dijo. Acabemos cuanto antes.

-Vamos aquí atrás.

La llevó a una especie de armario trastero que tenían en la parte de atrás de la casa.

Encendió la luz y entraron.

-Esto está un poco cochambroso. Dijo Lourdes.

-Si, pero es el único sitio donde nadie podrá vernos en toda la casa.

-¿Tienes hermanas?

-Si. Dos. Pero no podría decirle a ninguna que me hiciera un paja. Y eso que me la he meneado cientos de veces espiándolas en la ducha o mientras se cambiaban de ropa.

-Santo dios, eres un cochino.

-Tu también lo eres por follarte a tu padre.

-Que no me lo follo.

-Pues aun no te lo follas, pero pronto lo harás.

En el fondo tenia razón. Los dos estaban deseando hacerlo.

Se le ocurrió una cosa, quizá el chaval tendría la solución a su problema.

-¿Tus padres follan, verdad?

-Imagino. ¿A que viene eso?

-¿Sabes si usan condones o tu madre toma la píldora?

-Pues una vez les escuché en la cama decir que ahora en un tiempo ella no podría tomar la píldora y luego descubrí en su mesilla una caja de preservativos o condones como dices tu, así que si, ahora al menos los usan.

-Entonces nos haremos un favor mutuo. Yo te hago la paja y tu me traes unos condones de tus padres. Mi hermano se ha liado con una chica y quiere tirársela.

-Si claro, y yo me lo creo.

-Si quieres la paja ya sabes lo que tienes que hacer.

-Pues entonces no borraré la foto y se la enseñaré a tu madre. Dijo alzando el móvil.

En ese momento Lourdes agarró el móvil del chico y se hizo con él. Como no lo tenia bloqueado y además tenía la foto abierta lo que hizo fue borrarla.

-¡Noooooooooo! ¿Porqué la has borrado?

-Nadie la verá, pero no te preocupes, cumpliré mi palabra y te haré la paja, sigo necesitando los condones.

-Vale. Está bien.

Se bajó los pantalones y calzoncillos y un pequeño pene erecto apareció ante Lourdes.

-La esperaba más grande, le dijo.

-Tu hazlo y tendrás tus condones. Pero tendré que correrme.

-Dalo por hecho. Te irás en un minuto, pensó.

Se arrodilló, agarró su polla con su mano derecha y comenzó a masturbarle.

-Uf, uf, uf, que gusto me das.

-Muy bien, dijo mirando al techo.

-¿Co, cómo te llamas?

-Lourdes, ¿por?

-Por, por nada. Yo soy Sergio.

-Encantado. Ella siguió con la paja.

De repente pensó que si no volvía pronto, la echarían de menos en casa.

Entonces aceleró el ritmo y Sergio se corrió lanzando unos chorros no muy grandes.

Lo sabía, solo ha tardado un minuto más de lo previsto.

-Aaaah, que agusto me he quedado. Dijo él.

-Anda límpiate y vámonos. Van a echarme de menos en casa y a ti también pequeño pervertido.

-Vo, voy, dijo subiéndose la ropa.

-Y consígueme cuatro condones al menos, dijo señalándole con el dedo índice.

-Vale, vale.

Salieron primero Lourdes y luego Sergio.

Cada uno se fue a su casa. Afortunadamente, aunque sus padres y hermanos estaban en la cocina para preparar el desayuno, le sirvió la excusa de que había salido temprano a pasear.

Como cada mediodía después de comer Lourdes y su padre se fueron a amarse y también a reparar el tándem. Cuando salían ese día de la cochera, se encontraron de cara con Sergio que levantó la mano y les saludó.

Llevaba los condones en el bolsillo de atrás de su pantalón.

Ramón se adelantó a entrar en la casa y Lourdes se quedó detrás. Sergio se acercó y le dijo:

-He encontrado la grasa que me pediste para tu bicicleta.

-Muchas gracias.

Él se acercó y disimuladamente le dio los condones y Lourdes se los guardó en el bolsillo de su peto.

-Tenían un montón de cajas, le dijo al oído, deben hacerlo todos los días varias veces.

-Gracias chico, ¿Cómo te llamas? Le preguntó ella disimulando porque ya sabía como se llamaba.

-Sergio.

-Encantado. Nos vemos.

-¿Quién era ese chico? Le pregunto Ramón.

-La solución a nuestros problemas. Le contestó Lourdes sonriendo.

No pasó más de un día hasta que volvieron a reparar el tándem. Ese mismo día su hermano Lucas se empeño en acompañarles a la cochera. Pero Lourdes se opuso, alegando que iban a utilizar pintura fuerte y que podría hacerle daño.

No os he contado que los dos tuvieron que comprar pintura, mascarillas para el olor y otros elementos para disimular reparando el tándem, aunque cuando llegó ese día prácticamente lo tenían ya casi terminado.

-Vamos hija. Hoy podremos hacerlo.

Tenia preparado un colchón viejo que había dejado en la furgoneta. También unas toallas para cuando sangrase porque unos días atrás le confirmó que era virgen como él había supuesto.

Se desnudaron y se empezaron a besar. Quería que su hija estuviera muy excitada para que sintiera menos daño.

-Ámame papi. Le dijo.

-Si cariño. Voy a amarte como nadie.

Después de comerse la boca mutuamente, bajó hasta sus piernas y besó sus muslos.

Luego subió a su tripa y sus pechos dejando su coño para el final.

Cuando ya estuvo húmeda, se tumbaron en el colchón. Lourdes cogió un preservativo de su peto que estaba junto a ellos y se lo dio a su padre.

El lo abrió y se imaginó que había sido el chico de enfrente el que los había conseguido.

Se puso un poco nervioso y no atinaba a mirar si iba del lado correcto. Lourdes se incorporó y lo sopló hasta que vio cual era el lado correcto. Se lo fue desenrollando sobre su pene hasta que lo tuvo del todo puesto.

-Uff, aprieta un poco, le dijo Ramón, pero así será más placentero.

Entonces dirigió la punta de su pene a la entrada del coño de su hija mientras esta le esperaba abriendo las piernas.

Empujó un poco metiéndole solo el glande. Lourdes dio un respingo.

-Cariño tranquila, ahora viene lo más difícil.

Empujó otro poco más, aunque despacio, y le fue introduciendo la mitad mientras sentía como su himen se iba rompiendo. La sangre se escurrió a las toallas y Ramón se detuvo.

La sacó y cuando a Lourdes dejó de dolerle, volvió a penetrarla.

-Aaaaah papi, me gusta, me gusta mucho.

-Si cariño, y a mi también. Estaba muy excitado pero no podía acelerar o se correría ahora mismo y quería que su niña disfrutara. Por lo que paró, respiro hondo y volvió a hacer el mete saca.

Así estuvieron un rato más, oyéndose los gemidos que daba su niña y el plof, plof, de su polla entrando y saliendo del coño de su niña.

El polvo que echaron los dos fue la culminación de un deseo que había nacido una tarde de verano solo por ver a su hija montando en bicicleta con una falda demasiado corta.

Pero tal vez alguien más se añadiría a ese deseo.

Como decían en una película:

Pero eso ya es otra historia.

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