Me ayuda a dormir
Joven pasa confinamiento con pareja de maduros. Ella es muy "comprensiva".
Confinamiento con mis vecinos.
Me he puesto la sábana por encima lo más rápido que he podido, he cerrado los ojos y he fingido estar plácidamente dormido. El pequeño chasquido de la manivela de la puerta me ha alertado de que alguien iba a entrar en la habitación y he reaccionado lo más rápidamente posible.
Me han pillado en medio de una buena paja que me estaba haciendo a la salud de mi vecina, la señora Regina, y he tenido que reaccionar rápido para que no me pillen desnudo, tumbado boca arriba sobre la cama y con un empalme de campeonato.
Esta tarde la oí canturrear mientras se daba una ducha, como el sonido era claro me dejé llevar por la curiosidad y pronto descubrí que la puerta del baño estaba entreabierta. Por suerte para mí desde el pasillo podía verla a través del hueco dándose una ducha.
Estábamos solos en casa ya que su esposo había salido a hacer unas compras. A hurtadillas me puse a mirar con gran excitación y nerviosismo, con un miedo tremendo de ser descubierto en esta situación tan poco decorosa para alguien que esta como invitado en casa ajena.
Su cuerpo completamente desnudo quedaba delante para mi contemplación. Estaba de espaldas y no podía verme, así que puede recrearme bien en lo que veía. Mi vecina es una mujer que ronda los cincuenta, regordeta pero con buen tipo, tiene un buen trasero y unas tetas bien hermosas.
Siempre me trata cariñosamente y me estaba sintiendo culpable al traicionar su confianza pero la tentación y el instinto son muy poderosos, no podía irme y dejar de mirar cómo pasaba sus manos jabonosas por todo el cuerpo, sobre todo por el pecho una y otra vez.
Ajena a mi presencia, mi vecina estaba disfrutando de una larga y placentera ducha. Se pasó la esponja por las piernas, por el culo, por la entrepierna mientras canturrea alegre una pegadiza canción. A la hora de aclararse cogió el difusor con la manguera flexible y se echó agua desde la cabeza a los pies, aunque se detuvo unos instantes en su entrepierna manteniendo los chorros enfocados a su sexo.
Aunque me habría gustado quedarme más tiempo para verla de frente mi temor a ser descubierto me hizo abandonar y dejar mi fijación para otra ocasión.
Debido al contagio de mi padre y mi hermana, con el consiguiente obligado confinamiento, mi madre propuso a nuestros vecinos si les importaba que yo pasara la quincena de aislamiento en su casa para evitar riesgos.
Nuestros vecinos son una pareja muy amable de entre cincuenta años ella y sesenta él. Ahora viven solos pues sus hijas se han independizado. Sé que mi vecino está prejubilado como consecuencia de una larga enfermedad, y ella lo cuida manteniendo siempre una actitud muy alegre y positiva ante la adversidad.
En cuanto mi madre les sugirió la idea se mostraron encantados de poder acogerme, aunque posieron como condiciones: nada de fumar en el piso (por la enfermedad de él) y nada de visitas de amigos/as, que según ellos “ya se sabe lo que pasa cuando los jóvenes de dieciocho años se juntan”.
Así que esta misma mañana, he cogido algo de ropa, mi móvil, la PS4 y me he trasladado a la habitación que han acondicionado para mí en medio de un ambiente casi festivo. Ambos están muy contentos de tenerme como invitado, posiblemente para poderme mimar como al hijo que no tuvieron.
Un rato después de la ducha, estaba jugando en la habitación con la play cuando llaman a la puerta y preguntan si se puede pasar. Regina se asoma y me anuncia que Juan ya ha vuelto y que ella sale ha hacer unas compras y si necesito alguna cosa. Se lo agradezco pero no necesito nada de momento.
Unos minutos después de que se haya ido voy hasta la cocina a por algo fresco. Todo esta muy limpio y ordenado, me pongo un vaso de agua y me apoyo en el mármol mientras lo bebo. Frente a mi veo el cesto de la ropa sucia pendiente de lavar. Por un lado sobresale un trozo de encaje de color vino tinto que me llama la atención.
Con la inocencia de un chaval de mi edad, levanto la tapa y me encuentro justo en la parte superior unas bragas y un sostén en encaje. Cierro la tapa rápidamente con la sensación de haber hecho algo incorrecto. Tras comprobar que estoy solo, y que Juan está en el comedor viendo la tele, sucumbo ante la curiosidad abro el cesto y curioseo como son las dos prendas.
He oído que el olor de las mujeres queda impregnado en sus prendas íntimas, así que me las pongo en la nariz y trato de descubrir a que huele el coño de una mujer como Regina. Percibo una mezcla de olores resultado del perfume que usa, el olor del lavado y sobre todo su olor corporal. Es un olor nuevo que me excita y me seduce.
Al olisquear un rato las prendas me he excitado mucho y tengo que volver a recluirme en la tranquilidad de mi habitación aunque el olor persiste en mi nariz y mi mente calenturienta empieza a fantasear.
Después de estas experiencias del primer día de confinamiento con mis vecinos ha llegado la hora de dormir. Tras de un largo rato de dar vueltas y vueltas en la cama sin poder dormirme, y no se me ocurre nada mejor que hacer una buena paja al tiempo que mi cerebro repite una y otra vez lo vivido hoy.
Como decía al principio, he tenido que acomodarme rápidamente para evitar que quien entra en mi habitación me pille en medio de la paja que me estaba haciendo.
Amparada por la oscuridad, una figura entra en la habitación y con sigilo se acerca hasta mí. El perfume le delata es Regina, pero no llego a entender que hace a estas horas en mi habitación y a oscuras. Noto como se sienta en el borde de la cama y se acomoda muy cerca de mí.
- “Un pajarito me ha contado que alguien ha estado mirando en el cesto de la ropa sucia. Tú no sabrás nada al respecto ¿no?”, susurra.
No me atrevo a responder y finjo estar dormido para eludir mi responsabilidad.
- “Si has sido tú, tengo que decirte que eso no se hace. No debes coger mi ropa interior sin mi permiso. ¿Por qué lo has hecho?, me pregunta provocando mi inquietud y mi intima vergüenza.
Mi percepción cambia radicalmente cuando Regina cambia el tono y continúa…
- “La has olido ¿te gusta el olor de mi cuerpo?” mientras posa su mano sobre mi muslo
Estoy aturdido y no sé cómo reaccionar, ni lo que ella espera de mí. Estoy entre la sorpresa, el temor y las enormes ganas de que esto continúe y no se desvanezca como un sueño. Me acomodo para dejar que ella que tiene la experiencia haga lo que crea conveniente.
Poco a poco va subiendo la mano hasta cogerme la polla con firmeza. Creo que nunca había experimentado una erección tan potente. A ella también se parece sorprender el buen tamaño y el vigor que transmite a pesar de mi corta edad.
Con suma parsimonia empieza un sube y baja que me está volviendo loco.
- “Vaya que buen instrumento tienes. Vas a tener todas las chicas que quieras”, dice con un hilo de admiración y lascivia.
- “Pero me parece que voy a ser yo la primera en tenerte”, exclama mientras me da unos repentinos y fuertes meneos, antes de entretenerse con otros más pausados y agradables.
Mientras sigue jugando con mi polla no puedo evitar gemir de forma descontrolada. A medida las caricias se hacen más intensas, me retuerzo de gusto y los espasmos se suceden fuera de todo control.
- “menos mal que con la medicación que toma Juan duerme como un tronco”, exclama mientras me oye resoplar y gemir en respuesta a sus magistrales movimientos de manos.
Dejándome llevar descubro que las pajas que hasta ahora me hacía son incomparablemente peores que lo que ella me hace. Los cambios de ritmo y de presión, así como la variedad de movimientos descubren para mí un mundo absolutamente nuevo y maravilloso.
- “ay! Mi yogurin, cómo le gusta lo que le hace su mamita”, dice mientras sigue dándole a la zambomba. “Tienes una buena polla y le vamos a sacar toda su lechecita”, amenaza mientras me sonríe.
Estoy absolutamente desbordado y aturdido, sin saber cómo reaccionar ante la incursión de mi madura vecina. Ella sí que parece tener claro lo que vamos a hacer.
Se moja la mano con saliva que transfiere inmediatamente a mi capullo para facilitar el meneo. Tras unos enérgicos sube y baja pierdo el control de una forma escandalosa, retorciéndome de gusto y dando pequeños brincos en la cama.
- “uy! Que sensible eres… te vas a correr enseguida”, me dice mientas continúa dándole fuerte a la zambomba. “¿Quieres que pare o sigo hasta el final?, me pregunta.
- “sigue, sigue…”, es lo único que puedo decir antes soltar una buena andanada de leche.
- “si, si… déjate llevar…”, dice Regina mientras se recrea sacándome las ultimas gotas apretujándome la polla de abajo a arriba.
- “Ahora ya podrás dormir tranquilo” me dice poco antes de levantarse y abandonar la habitación dejándome sumido en un dulce sopor que me conduce a un plácido sueño.
Menudo confinamiento me espera. Os lo iré contando a medida que vaya pasando.
Deverano.