Me apasiona la lencería

Lo que vi me puso muy palote, con el capullo brillante y con un hilito de líquido preseminal bien sabroso. No sabía que me podría excitar tanto con una prenda de vestir.

Buenas. Hacía mucho tiempo que no publicaba. Lo que contaré aquí son mis vivencias con la lencería. Es un fetiche que tienen muchos heterosexuales pero no muchos homosexuales, y menos gente joven. Con esto me gustaría ver si hay alguien más que le guste y continuar así con más relatos de este tipo. Antes de comenzar, quiero reivindicar que la ropa no tiene sexo y que por llevar lencería no dejo de ser un hombre (el tema de la “masculinidad” y que todos debemos seguir un mismo patrón no va conmigo). No sabía dónde catalogar este relato y al final lo he catalogado aquí. Después de este impase, vamos allá. Espero que os guste.

Descubrí que me gustaba esto cuando tenía 23 años, con mi primer ex. Un día estábamos en su habitación, abrió un cajón y me dijo si quería probar una cosa nueva, y sacó unas medias de color azul claro gruesas que decía que las había usado para una obra de teatro. Me dejó sorprendido, pero me calentó la idea y le dije que sí con muchas ganas. Me dijo que cerrara los ojos, y cuando los abrí las tenía puestas por encima del calzoncillo. Le quedaban súper bien, le llegaban hasta la cintura, eran preciosas. Fue la primera vez que sentí el tacto, súper suaves, sedosas. Empezamos a besarnos de pie mientras no dejaba de tocarle y acariciarle por encima de los pantis. Nos fuimos desnudando y acabamos en su cama. Él rompió las medias por la entrepierna, aunque ya estaban algo gastadas por esa zona, y empecé a meterle mano por encima del calzoncillo. No tardé en introducir mi mano por debajo de su bóxer y a masturbarle, mientras con la otra le acariciaba una pierna. Me entraron ganas de pasar mi cara desde su píe hasta arriba y así hice, descubriendo que eso también me gustaba, notando el tacto en mi cara y en mis manos, lamiéndolo, besándolo. Le acabé penetrando. Lástima que acabaron rotas y se fueron a la basura, porque eran preciosas.

Años después no volví a recordar el asunto ni que me gustaban hasta que volví a conocer a alguien, el que sería mi segundo ex. Descubrí que había porno de lencería en general, aunque no mucho, y descubrí nuevamente que me llamaba la atención. Compré unas medias moradas para practicar con mi ex pero cuando se lo conté y se lo mostré, me dijo que no le gustaba y que no quería probarlo. Con él, cuando era no, era difícil que cambiara de opinión. Disgustado las tiré a la basura. Si lo llego a saber las hubiera guardado.

Descubrí que cada vez me gustaba más, y estando soltero nuevamente decidí probar. Así que, mirando lencería y tipos, vi que en Aliexpress vendían lencería con tallaje masculino de buena calidad en algunas tiendas y a buenos precios y compré mi primer lote. El lote consistía en unas medias gruesas color magenta, unas medias color café súper suaves y de calidad, tres medias de encaje con liguero, unas blancas con encaje al final y en el liguero, unas negras con sólo encaje en el liguero, y otras negras unidas al liguero; además, dos medias de red negras con diferentes motivos, una con agujeros pequeños y otra con diferentes motivos y formas. También, para probar la experiencia, me compré un tanga rosa con una pequeña faldita de encaje azul azur muy bonita.

Me llegó primero un paquete y unos días después me llegaría el otro. Con mucha ilusión empecé a desembalar el primero y a sacar cada una de las prendas, impresionado por la calidad y la suavidad al tacto de algunas de ellas, sorprendiéndome por haber acertado con la tienda china. Las olí y tenían muy buen olor. Empecé a probarme las que más ilusión me hacían. Primero fue la magenta. Me quité toda la ropa, quedándome desnudito en mi cuarto, como dios me trajo al mundo. Tenía algo de frío, pensando que había sido mala idea haberme desnudado entero, pero la excitación me podía, haciendo que me calentara y se me pasara. Cogí uno de los pantis por la boquilla y lo reduje, cogiéndolo por los extremos con ambas manos, hasta llegar a la punta para ponérmelo más fácilmente, y empecé a ponérmela con torpeza (pues lo había practicado poco) en el pie derecho. Una vez puesta fui estirando despacio, suavemente y delicadamente, hasta llegar a la entrepierna. Se me iba poniendo morcillona y chorreaba. Con más maña hice lo mismo con la segunda. Eran gruesas, trasparentaban un poco. Al no tener espejo en ese momento en la habitación no podía ver cómo me quedaban, entonces decidí usar el móvil y empezar a hacerme fotos por primera vez en lencería, y lo que vi me puso muy palote, con el capullo brillante y con un hilito de líquido preseminal bien sabroso. No sabía que me podría excitar tanto con una prenda de vestir.

Empecé a pensar cómo hacerme mejores fotos, y encontré la solución. Tenía un soporte para móviles. Lo puse en una librería que tengo en la habitación y lo enfoqué hacia la cama y probé el temporizador para ver si funcionaba bien. Al cerciorarme, como tenía tanta lencería nueva donde elegir decidí cambiarme y elegí una blanca con liguero muy bonita. Me quité delicadamente los pantis, y con la excitación que tenía me puse los nuevos con algo más de práctica. Me los subí lentamente, notando el tacto con mi piel velluda y entre mis dedos, hasta llegar a media pierna con la parte de encaje. Tenía la polla palpitando, bien dura, venosa y chorreante pidiendo caña. Con algo de dificultad comencé a ponerme el liguero, también de encaje, muy bonito. Conseguí enganchar las pinzas de las ligas al encaje de las medias y finalmente pude continuar.

Decidí verme en la pantalla del móvil para ver cómo me quedaba, estaba muy excitado. Aunque me veía imperfecciones, me encantaba la imagen que reflejaba y cómo me quedaba el conjunto. Empecé a practicar en la cama posturas ante la cámara. Primero me puse de frente, probando diferentes posturas ante la cámara antes de pulsar el botón del temporizador. Hubo una que me puso muy cerdo, y fue una donde me cogí mi polla de 16cm, gorda, venosa y con un capullo gordo y rosadito que no dejaba de babear, mirando a la cámara con cara de malote. Otra foto que me puso muy burro fue de mí apoyado en la pared, porque mi cama da a la pared, con el culo en pompa pidiendo guerra y que lo trabajen bien, con cara de excitación pidiendo más y más. Esas fueron de las mejores. Después de unas cuantas fotos en diferentes posturas, como por ejemplo a cuatro patas con el culo peludito bien abierto ante la cámara o boca arriba cogiéndome las nalgas para que se viera bien mi ano rosadito y prácticamente virginal con la lengua fuera pidiendo pollón, estaba tan excitado que cogí mi miembro, y recostado como estaba con la lencería puesta comencé a masturbarme mientras acariciaba las medias. Me pegué una pedazo de corrida blanca y espesita en mi barriga y en mis pechitos mientras jadeaba bajito por miedo a que me oyeran en casa. Me encantó. Estaba tan excitado que me llevé mi propia lefada a la boca y la degusté a gusto.

Tengo ganas de descubrir más cosas, ver hasta dónde llego, qué más cosas descubriré que me gustan, y si algún día conoceré a alguien con quien compartir esto, le guste y sienta lo mismo, porque hasta ahora no he tenido mucha suerte. Si os gusta contaré más anécdotas. Dejadme algún comentario o podéis escribirme a mi correo y nos conocemos. ¡Nos leemos!