Me abrió a más no poder y metió toda su mano
Él, es un lobo, ¿quieres superarlo?
Hace tiempo me encantaba salir a tomar café y conocer gente un día llegó al Jarocho un hombre al que le dicen Lobo, tiene 33 años, es muy alto y me encantó desde que lo ví porque realmente tiene mucho parecido con Aragorn del Señor de los Anillos, en físico es igual y en forma de ser también, misterioso, medio malvado y todo eso que vuelve loca y excita a una mujer, obviamente yo no fui la excepción.
Fue tanta mi impresión por Lobo que casi todos los días iba a comprar un café para encontrarme con él.
Me excitaba a más no poder y su mirada lujuriosa ejercía un poder de atracción instantáneo en mí, él al igual que yo, comenzó a ir más y más llegábamos a la misma hora y un día recibí una llamada de él, ¿cómo? No sé de donde sacó mi teléfono.
Por las tardes frente a mis amigos guardaba las apariencias, en ocasiones me miraba desde lejos mientras me hacía señas que simulaban el coito y en otras ocasiones se acercaba a mí mientras me abrazaba por la espalda mientras su verga frotaba mis nalgas o simplemente se sentaba a mi lado y me frotaba cuando todos estaban distraídos.
También comenzó a hacerme llamadas nocturnas donde me pedía cosas y me guiaba mientras me masturbaba,
Un día me pidió que fuera a su casa para platicar y para que me enseñara pinturas de las que él hacía (claro como no) y yo en mi papel de ingenua, corrijo, en mi papel de caliente y deseosa de sexo, accedí, él me pidió que fuera al día siguiente y yo como toda una mujer excitada y con ganas de que la toquen, no aguanté las ganas y le dije que sí.
Quedé de llegar a su casa a las 11 de la mañana, no miento, a las 9 de la mañana me despertó una llamada a mi celular, era él: Hola (con voz sumamente grave y sexy) sólo quiero decirte que ya te estoy esperando y si quieres puedes llegar ya, me muero de ganas por verte. Me envió un beso y me colgó.
Yo me estremecí, me depilé, me metí a bañar, me perfumé, me puse ropa interior de encaje y llegué a la casa de Lobo a las 11:40.
Él salió a recibirme con un pantalón de mezclilla negro, una camiseta sin mangas negra toda ajustada y con el cabello mojado como si acabara de bañarse, yo con esa imagen ya estaba bien mojada.
Me preguntó si alguien sabía que estaba con él, yo le dije que obviamente no y me pasó a la sala, me dijo que me sentara en el sillón, se puso frente a mí de pie por lo que me quedaba su pene justo enfrente.
Me sujetó del cabello y me besó, me dijo que lo hice esperar mucho y yo le pedí perdón, él me dijo que eso no bastaba, bajó su cierre y sacó su verga enorme, yo no podía creerlo, un hombre tan rico, tan caliente y con un pedazo de carne tan bien parado frente a mí y yo nerviosa, con miedo y a la vez excitada.
Por inercia comencé a chupárselo y él comenzó a gemir, el sujetaba mi cabeza con una mano mientras me frotaba las tetas con la otra y yo sólo sentía que me ahogaba con su vergota hasta el fondo de mi boca.
Ven, vamos a mi recámara, me dijo, que tengo algo preparado para ti, no dejaba de tocarme, al llegar a su cuarto, me dijo: ponte este vestido, era un vestido largo, rojo, todo ajustado, con un escote muy grande y con dos abiertas desde las nalgas hasta los tobillos, me pidió que me quitara la ropa interior y que sólo me dejara el vestido.
Yo ya estaba bien caliente y accedí de nuevo, digo si ya había ido a su casa ni modo que dijera que no a un vestido, después me pidió que comenzara a masturbarme frente a él cosa que hice. Él se excitó muchísimo y se acercó para que siguiera chupándosela, yo me tocaba y chupaba.
Luego me lanzó sobre su cama, me sujetó los brazos y las piernas y comenzó a lamer mis jugos como perro, era tanto lo que yo estaba sintiendo que comencé a revolcarme de placer, eso le excitó más, yo estaba ansiosa de tener su leche caliente escurriendo por mi boca, le dije, ¡deja que te haga algo! y él me dijo, ¡tú, sólo siente!.
Ya no aguantaba la sensación sentía que iba a explotar y no podía zafarme, metió tres dedos a mi vagina hasta el fondo, de pronto paró y fue a su closet a sacar una película porno que puso en video, en la escena estaba cogiendo dos mujeres con un hombre. Una de las mujeres era penetrada por el ano y al mismo tiempo masturbaba a la otra que gemía como gata en celo. Las dos mujeres chorreaban de placer, una de ellas le abrió las piernas a la otra hasta el límite y comenzó a sobarle el clítoris, le metía los dedos a la vagina una y otra vez, éstos salían cada vez más llenos de un flujo sumamente viscoso que se llevaba a la boca.
Así continuó la escena hasta que una de las putas le metió toda la mano a la otra en la vagina hasta el fondo, prácticamente parecía que se estaba lavando la mano ahí dentro mientras que el otro la penetraba por el ano,
En ese instante, Lobo me preguntó si me estaba gustando la película, yo estaba escurriendo y le respondí que sí, él me dijo:
Ay putita, pues a eso veniste, te voy a hacer lo mismo.
Así que comenzó a meter cada vez más sus dedos, hasta que sentí cómo me forzaba la vagina con toda su mano, mi vientre se estaba inflamando de líquido y él tenía toda su mano empapada, en ese momento levantó mis piernas, sacó su mano y metió su vergota hasta el fondo de un solo empujón, yo sentía que me atravesaba, estaba demasiado grande y sentía que tocaba hasta el fondo, minutos después él se corrió sobre mi pecho, mi cara, mi boca y mis muslos, yo también me vine.
Él no me creyó que había tenido un orgasmo y por más que yo le juré que sí, me sujetó una vez más y me dijo: Si crees que lo que tuviste fue un orgasmo no conoces nada, te voy a dar el mejor de tus orgasmos, imagina lo que sentiste multiplicado por cien.
Debo confesar que después de esos orgasmos ya no aguantaba más, mi vagina pulsaba y chorreaba un montón, el líquido había atravesado las cobijas, ya no podía más y a él no le importó así que me masturbó a más no poder, una vez más me introdujo la mano, no sé cómo no me desmayé, pero era tanto el dolor y el placer que comencé a pegarle y él me sujetó con toda su fuerza, me estaba violando, me hizo gritar, gemir, revolcarme, llorar, no sabía de qué otra forma golpearlo y al parecer eso le gustaba, me sentía ultrajada.
Después de que le imploré y definitivamente le rogué, vió que ya no podía más, me soltó, me abrazó, me besó y me dijo al oído que nunca nadie me iba a hacer llorar por lo mismo al grado de que le suplicara de rodillas, luego me baño bien rico, con el jabón me frotaba a más no poder, mientras besaba las marcas que me había hecho por todo el cuerpo.
Después de esa ocasión volví a ir a su casa 3 veces más, cada vez fueron más intensas, en la última me dolía sentarme y no podía caminar, aún me sigue llamando, su sola voz me atemoriza, tal vez, vuelva a ir, pronto.