MCP X: Mírame

David vuelve al Carranza-Pío con evidentes signos de golpes, esquivando a Fran e intentando hablar con Miguel. Héctor sigue intentando cerrar todos los cabos sueltos, y acaba encontrando uno muy apetecible por cerrar

-

David

Cuando, al día siguiente de mi… de mi altercado con Víctor, me vi en el espejo del cuarto de la residencia el mundo se me vino encima. No podía con ello. Con las marcas sobre la piel. Con las pruebas. Con los recuerdos. Me duché dos veces y cuando estuve más tranquilo esperé tumbado en la cama, intentando calmarme.

Fiel a su promesa Héctor apareció con varias piezas de fruta y un bocadillo que había apañado en las cocinas. Que entrara en el cuarto me tensó al instante. Incluso aunque no fuera el mío, ni nada me atara a él, sentí como parte de mi espacio se reducía. Y eso me llenó de una suave pero incómoda ansiedad en el pecho.

No pude ir a entrenar. Cuando se lo dije a Héctor este simplemente me indicó como salir sin ser visto desde los sótanos. Saliendo al garaje y de ahí por la portezuela al lado de la entrada vallada. De nuevo no me pidió explicaciones, ni hizo mención al tema, ni se comportó conmigo de forma distinta. Y eso me tranquilizó. Había algo en él que lo transmitía: serenidad y calma. Dos cosas que necesitaba en ese momento

Me escapé del MCP sin poder aguantar más estar entre esas paredes. Necesitado de espacio y oxígeno. De un aire que no fuera el mismo que había compartido con Víctor entre esos pasillos.

Los recuerdos seguían siendo una masa amorfa y obtusa en el fondo de mi mente. Una amalgama de sensaciones tremendamente físicas pero con una incapacidad total para aterrizarse en recuerdos. Era mejor que nada, aunque sintiera una sensación desagradable por toda la piel; como miel espesa resbalando por ella. Densa y lista para atrapar lo que fuera entre sus melosas capas, sin posibilidad de escapar.

Por suerte dos problemas reclamaron mi atención enseguida. Lo primero fue tranquilizar a mis padres, casi se cayeron de espaldas al verme aparecer al día siguiente de haber dormido fuera y con el cuerpo lleno de golpes. Improvisé la mentira, algo que nunca había hecho con ellos, de una forma tan natural que sospechaba de un mecanismo automático de mi aún confusa mente: me habían metido en una pelea al volver solo de tomar algo con la gente del Carranza-Pío. Un intento de atraco, creo que les dije. El caso es que no ayudó a mis padres con la paranoia, pero no insistieron una vez dije que necesitaba dormir

Eso también era mentira

Mi otro problema, claro, era Fran. En cuanto debía ser la hora de que acabara el entrenamiento de la mañana recibí un mensaje suyo, preguntando si estaba bien o me encontraba mal. Miré el mensaje en la pantalla de notificaciones de mi Iphone, sintiendo de nuevo la sensación confusa en el pecho. Deseando que me abrazara pero a la vez incapaz de ser el centro de su atención. De que me viera así.

Aguanté el responderle hasta media mañana, él no me volvió a hablar. Pero en cuanto lo hice, diciendo que ese día no iría por haberme levantado revuelto; tardó unos pocos minutos en responder.

Eso me enfadó. Y luego me hizo sentir miserable por pensar así de mi potrillo. Solo se preocupaba y por eso precisamente estaba enfadado. No quería que nadie me prestara atención. A lo que no ayudaba que mi madre buscara cualquier excusa tonta para entrar en mi cuarto a vigilarme, aprovechando que mi padre se había ido al trabajo y me quedaba solo.

Cerré los ojos. Ignorando su voz. Por suerte nuestra casa era enorme y en cuanto se volvió al piso de abajo, al salón, dejé de oírla. Seguramente creyendo que me había dormido. Y casi lo había conseguido cuando el móvil me volvió a vibrar.

Levanté el móvil, era un mensaje de Fran preguntando si me animaba a salir esta tarde con él por el centro. El latigazo de ira se ahogó pronto en un sentimiento de culpa. Sentí un velo de lágrimas y decidí que ese día no iba a salir de la cama más.

Apagué el móvil y me sumergí en un sueño sin sueños. En un pesado sopor de puro cansancio

Al día siguiente me desperté con un audio de Fran, varias horas después del primer mensaje, ya de noche, que no me sentí con fuerza para escuchar. Noté un agobio en el pecho por su preocupación que de nuevo se transformó en miseria al creerme injusto por culparle. Pero ahora mismo era una batalla que no tenía intención de luchar.

Mis padres respetaron mi deseo de no ir a clase. Debían de pensar que estaba en shock por el atraco. Y como era una excusa plausible, la dejé estar. En cierta forma era verdad. O al menos una parte de verdad con la que estaba cómodo: era segura, conocida y entraba dentro de lo normal. Una normalidad que era mejor que lo otro. Sí, definitivamente mejor.

Tras ducharme, evitar mirarme al espejo, y desayunar, tumbado en el sofá del salón abierto al amplio jardín, me sentí con fuerzas para escuchar el audio. La voz de Fran, amigable y tranquila, me preguntaba si estaba mejor y me deseaba que descansara bien. Escuché su audio en bucle un par de veces y luego decidí que no quería volver a escucharlo nunca más.

Suficiente

Fui a nuestra piscina. El agua helada por no estar ya en temporada y apunto de cerrarse de forma definitiva. Y me zambullí desnudo de golpe. Agradeciendo la fría mordedura del agua en la piel, combatiendo esa desagradable sensación.

Nadé toda la mañana sin parar, repitiendo los largos y los ejercicios hasta que tuve que parar agarrándome al borde, cerca del colapso. Estaba tiritando, los labios totalmente fríos. Salí como pude y me tiré al césped, tumbado y estirando mi cuerpo al sol. Entrando algo en calor

Suficiente

Mi madre volvió como siempre a la hora de comer. Eso despertó mi cuerpo, subí corriendo a mi cuarto, en el piso superior para que no me viera.

Me di una ducha caliente. De nuevo evité mirarme al espejo. Y bajando totalmente vestido y sonriente, fingí normalidad. Mi madre, que seguía preocupada, se relajó un tanto y suspiré interiormente.

Fran no me había vuelto a escribir ni a dejar mensajes. Me fui al sofá, sin ganas de nuevo pero más animado, y me quedé dormido, molido como estaba de nadar, con los airpods en los oídos y escuchando el mensaje de Fran en bucle; calmado por su voz. Incumplida de forma lamentable mi propia promesa. Pero ahora lo necesitaba

No me estaba entendiendo a mí mismo

Me desperté de madrugada, tapado con una manta y con un plato con un par de trozos de pizza y una botella de agua en la mesita baja. Seguramente había sido idea de mi padre ambas cosas, tenían su marca personal. Eso me terminó de animar. Me estiré y apagué el móvil, sin querer saber realmente la hora. Me acurruqué con la manta en el sofá, sintiéndome más sereno, comiendo un trozo de pizza.

Repasé mentalmente como me sentía, bordeando esa zona oscura de la mente que no tenía fuerzas para enfrentar.

Estaba muy confuso. Seguía con esa dualidad de querer estar cerca y lejos de Fran al mismo tiempo. Por otro lado, de todo el MCP era el único que me había escrito; y llegar a esa conclusión me dolió mucho más de lo que me permitiría nunca admitir. Nadie más se había interesado por mí.

Ni Enrique, mi antiguo amigo, ni los antiguos compañeros de Escuela. Ni tampoco Mateo. Ni Miguel, ni…

Me tensé bajo la manta. Ni me acordaba de Miguel. Del beso. De cómo se había abierto a mí: vulnerable e inocente, y en cómo mi silencio le había destrozado. ¿Cómo no había pensado en él? La culpa y la responsabilidad me hicieron lanzar la mano al móvil, poniendo de lado el dolor por volver a la realidad, y lo encendí

Las tres de la mañana. Una hora que no necesitaba saber pero que era inevitable

Fui a whattsapp. En un chat bastante bajo, en el que básicamente nos preguntábamos mutuamente las horas de los entrenamientos extra, la foto de un sonriente Miguel me enterneció. Era un chico delgado pero atlético, de pelo revuelto castaño, bronceado y en lo que parecía una cala natural. Estaba saltando de una roca, la foto pillándole justo al inicio del salto. Feliz

Una foto de mucho antes de que le rechazaran en su, seguramente, primer beso con un chico

Parecía tan lejano ahora

¿De verdad tendría fuerzas para más? Pero no podía dejar a Miguel así. No podía. No se dejaba a nadie atrás, nunca

Suspiré, cansado. Nunca había sido muy bueno poniéndome a mí mismo antes que a los demás. Mis prioridades siempre habían sido a la inversa. Sin poderlo evitar. Queriendo abarcar todo y a todos, protegerlos. Así que comencé a teclear

Hola Miguel, soy imbécil...

-

Miguel

Hola Miguel…

Mi dedo sobre la pantalla voló solo, haciendo desaparecer la notificación con tanta velocidad que me dio hasta miedo. Me acababa de despertar y la garganta se me secó de golpe del susto, el teléfono casi cae de mi mano. La posibilidad de leer el mensaje de David pasó por mi mente pero un fuerte apretón en el pecho la desterró. Estaba totalmente aterrado

Durante esos dos días antes de ese mensane había estado sin vivir en mí. Que David no hubiera aparecido en los entrenamientos solo empeoraba las cosas

¿De verdad su rechazo era tan fuerte? Me sentí destrozado. Apenas si recordaba cómo había llegado a casa, totalmente paralizado de miedo en el bus ¿Se lo diría a alguien? ¿A alguien del MCP? Llevaba dos noches durmiendo fatal, con una persistente dolor en la nuca y todo el cuerpo en tensión

Tenía miedo de girar cualquier esquina y encontrarlo de frente, y durante ese par de días no había parado de observar a todos y a todo.

Buscando

Buscando tanto a David como cualquier otra señal…¿Qué señal? No lo sabía, pero cualquier conversación entre mis compañeros disparaba las alarmas; cualquier risa a mi espalda, cualquier mirada de reojo o comentario despreocupado. Cualquier cosa me ponía en alerta. Expuesto, vulnerable y en peligro

Y ahora recibía el mensaje de David

¿Qué me quería decir? ¿Me quería pedir perdón? ¿Me quería rechazar del todo? ¿Anunciar que me había expuesto? Ahora me arrepentía de haberlo cerrado, al menos podría haber expandido la notificación para leer un poco más y quizá poder…¿Qué? Había sido imbécil. Me había dejado llevar por el momento, confundido creyendo ver algo en David más allá de la amistad

Respire hondo varias veces mientras el corazón volvía a sus pulsaciones normales

Era un sábado más. Un sábado más. Solo eso. Un día más. Desayuné lo justo para no asegurarme un desmayo en los entrenamientos, y me despedí de mi madre fingiendo una sonrisa mientras bajaba del coche. En mi bolsillo estaba mi teléfono. Apagado. Muerto. Seguro

¿De verdad había pensado que David podía corresponderme? El recuerdo de su silencio me golpeó de nuevo, tan vivo como si hubiera acabado de pasar. Apreté los dientes, intentando controlar los nervios. Subí las escaleras del MCP. Varios chicos de Absoluto estaban hablando en el hall, un par se fijaron en mí y mi cuerpo se tensionó de nuevo, dispuesto a dar media vuelta y salir corriendo de ser necesario. Pero en seguida dejaron de prestarme atención. Y de nuevo me sentí seguro y a salvo

¿Cuantos lo sabrían? ¿Muchos? ¿Pocos? Eso daba igual. Lo sabía David. Controlé mis ganas de dar un puñetazo de rabia a la pared. Lo sabía David ¿En que había estado pensando? ¿Un beso? ¿Que esperaba conseguir?

A la luz de su frío silencio me parecían infantiles los pensamientos que había tenido antes. David y yo entrenando, cansados y jadeantes, en las duchas riéndonos. Abrazándonos. Besándonos. Sentir su delgado y duro cuerpo. Hundir mis dedos en su pelo rubio oscuro revuelto que me volvía loco. Acariciar sus labios rosados y sugerentes. Zambullirme en sus ojos celestes, iluminados por su sonrisa chulita pero amable. Sostenido por sus fibrosos brazos… Seguro y a salvo. Amado

Tragué saliva con fuerza

Mis compañeros de Junior me ignoraron en el vestuario. Solo un par me saludaba. Ya no había mucha diplomacia: cuanto más había entrenado con David peor se lo habían tomado. Pero en ese momento me había parecido un precio justo. Sobre todo cuando a cada entrenamiento me había ido prendando más por él.

¿Cómo no hacerlo? Era increíble. Era una roca. Me recordaba a mi antiguo Club, donde la gente no era solo una marca y un puñado de tiempos. Donde no tenías que preocuparte de a quien hablabas o con quien te juntabas. Parecía tan diferente ya. Que lejos quedaba todo de la alegría de mis padres, de mis compañeros y de mi entrenadora. De la promesa, del potencial, de la seguridad

Me senté a plomo en el vestuario y me cambié como pude. Mateo estaba lejos, rodeado de los tres mejores nadadores de Junior: Ismael, Rubén y Eloy. En un plano totalmente diferente. Intentó acercárseme hablar pero Ismael y Rubén pronto le cazaron con una conversación, distrayéndole. Ni se dio cuenta de la mirada de reojo que me habían dirigido, alarmados internamente de que se pudiera acercar a mí delante de todos.

Suspiré cansado

En la zona de Absoluto estaba el chico de ojos oscuros y piel blanca que nos había visto en el vestuario por la noche. Que había visto mi rechazo. Un incómodo frío se me instaló en el estómago. No me sentí con fuerzas para mirar en su dirección… ¿Qué hacer si me estaba mirando? ¿Qué hacer si se lo había contado a otros? ¿Qué hacer si sentía también su rechazo?

No me sentía a salvo

-

Héctor

Fran respondió a la broma de Jose con un gruñido, mientras se enfundaba en su bañador de malla y se levantaba sin poder evitar mirar alrededor. Le estaba buscando de nuevo con la mirada, podía notarlo. Sentirlo. Fran había estado de mal humor desde que David había faltado al primer entrenamiento hacía dos días, cuando le había ayudado a salir a escondidas del Carranza-Pío. Y con cada sesión que David se saltaba empeoraba su humor

Jose, uno de los veteranos de Absoluto que había ido a Zaragoza y que me sacaba como cuatro años, puso los ojos en blanco y  le lanzó la pulla a otro que si se la respondió. Fran abrió la pequeña taquilla, metiendo todo dentro y dándome la espalda

Era alto. Lo que no era tan raro en un nadador pero que no dejaba de impresionar. Tenía los músculos alargados de la espalda tensos; marcados y fibrosos, como si no pudiera contener su preocupación. Los redondeados hombros de color canela algo agarrotados. Las fuertes y amplias manos, crispadas

Ladeé la cabeza. Dejando que mis ojos resbalaran por su cuerpo. No era mi tipo. La forma en la que bebía los vientos por David me provocaba rechazo, le hacía dependiente y le hacía débil. Pero era guapo. Bastante atractivo. Con su altura, su cuerpo atlético y sus ojos avellana de mirada franca y directa.

Además yo también estaba algo nervioso, pero por motivos diferentes. Yo sí que sabía la razón por la que David no había aparecido. Aunque solo la sabíamos el propio David, yo mismo y… Y Víctor. Que también estaba de un humor extraño. Iba totalmente callado, sin pavonearse ni intentar impresionar a los veteranos como solía. Tranquilo y sumiso. Y sobre todo me evitaba en todo momento

El amigo de David también parecía estar fuera de juego. No paraba de mirar a todos lados con miedo y aprensión. Sin poder sostener la mirada de nadie. Aislado sin David. Y totalmente aterrado. Pero tampoco había podido acercarme, parecía también evitarme casi con más ahínco que el propio Victor. Y eso me estaba poniendo nervioso.

Era el único que de alguna forma podía relacionar que yo había estado delante cuando Víctor intentó violar a David. El único que podía saber que había existido un lapso de unos minutos en los que casi dejé que sucediera. El único que, si David hablaba, podía ponerme en el punto de mira

Reprimí esos recuerdos con fuerza. Haciendo un corte en mi memoria hasta que tenía a David en brazos, fingiendo preocupación. Ignorando los pensamientos oscuros que me habían pasado por la cabeza.

Me volví a centrar en Miguel. Tendría que hacer algo con él. Me terminé de cambiar. Y entonces Guille me dió un suave apretón en el hombro mientras cabeceaba hacia la parte anterior del vestuario. Me giré algo molesto de que me cortaran el hilo de los pensamientos, y vi a David entrar a paso tranquilo con el rostro amoratado; cargando su bolsa de deporte

Las conversaciones fueron muriendo conforme pasaba. Mis ojos saltaron rápido a Víctor, que alzando las cejas al máximo por la sorpresa murmuró una disculpa y en seguida se escabulló hacia las piscinas. Luego fueron a Miguel, que cuando se dió cuenta de que David se dirigía directamente a sentarse a su lado se puso a temblar.

Y finalmente fueron a Fran, que estaba genuinamente en shock, toda su gran altura y fuerza parecían haber desaparecido, y sus manos se abrían y cerraban lentamente mientras sus ojos avellana parecían solo existir para mirar a ese chico

Débil

-

Fran

Mírame, mírame, mírame, mírame, mírame, mírame, mírame, mírame, mírame,  mírame, mírame, mírame, mírame, mírame, mírame,  mírame, mírame, mírame,  mírame, mírame, mírame

Era lo único en lo que podía pensar mientras David cruzaba el vestuario solo con la vista fija al frente ¿Qué le había pasado? ¿Le habían pegado? ¿Quien? Sentí a partes iguales una furia ardiente y un miedo paralizante recorrerme entero ¿Quién le había hecho eso? ¿Dónde? ¿Cuándo?

Mírame, mírame, mírame, mírame, mírame

Pero David seguía andando recto y sin desviar los ojos. Tuve el impulso de cruzar el amplio vestuario e ir corriendo a abrazarle. Estrecharle contra mí, rodearle con mis brazos y cubrir su rostro amoratado de besos. De sentirle cerca. De sentirle a salvo. De sentirle a mi lado… Pero me contuve. No con tantos delante, no con David así. No con todos mirándole.

Mírame, David, por favor

Pero siguió andando hasta que el shock pasó y todos tuvieron un nuevo tema de conversación. El plan de mantener a David lejos del foco se había hecho trizas, pero yo solo pude pensar, confuso mientras mis compañeros me medio empujaban para salir a entrenar, que no me había mirado

-

David

Puedo con todo, puedo con todo, puedo con todo, puedo con todo, puedo con todo, puedo con todo, puedo con todo, puedo con todo, puedo con todo, puedo con todo, puedo con todo

Era lo único en lo que podía pensar mientras sentía a todos clavar sus ojos en mí. Convertirme en el centro de atención. Enseñarles las marcas que tenía sobre la piel ¿Sabrían todo? ¿Sabrían que no solo me habían pegado? ¿Sabrían lo que casi me había pasado? Si por mi fuera no habría vuelto a ese vestuario hasta que las marcas amoratadas disminuyeran, pero tenía un motivo para estar allí

Miguel, no podía dejarle solo

Cuando estuve a su altura intenté sonreír. Y me aclaré la garganta para hablar. Miguel ya estaba cambiado, delgado y enjuto con su bañador de malla. Y fue empezar a hablar y levantarse como un resorte, agarrando su toalla, el gorro y las gafas; murmurando una disculpa para luego irse a medio correr hacia las piscinas

Sentí una patada en el estómago. El vestuario se había vaciado porque ya todos estaban cambiados, y de nuevo me había quedado solo. Al menos hasta que sentí como alguien se me acercaba a toda prisa

-David, ¿pero que te ha pasado?- la voz de Mateo, angustiada, fue a la vez un bálsamo y un acicate amargo

Mat no se había olvidado de mí. Pero de nuevo nadie más había hecho nada. Solo él. Intenté componer mi mejor sonrisa mientras le quitaba importancia. Sin poder evitar que mis ojos ahora pasearan por el vestuario casi desierto, intentando encontrar a Fran con la mirada. Pero no estaba. Y no sabía decir si eso me hacía sentir mejor o peor

-Mat, tranquilo… Tranquilo- me senté mientras me desabrochaba el pantalón y las zapatillas- Estoy vivo- forcé una risa suave y despreocupada

-¿Por eso no has venido estos días?- dijo dándose una palmada en la frente- Tío, lo siento… Yo ni se me había ocurrido que…-

Tenía sus ojos del color del musgo, entre marrón y verde, abiertos al máximo. Mostrando genuina preocupación. Su boca de labios finos algo tensa. Su cuerpo inclinado hacía mí: fibrado y más fuerte de lo que recordaba hacía unos meses.

Y mi mente por un segundo se regodeó en ello: en terreno seguro. En disfrutar de lo apuesto que se estaba poniendo Mateo con los entrenamientos, en cómo se iba rellenando su cuerpo. En lo sencillo que era saber que me gustaba, en lo cómodo de esos pensamientos, en lo familiar de lo que sentía por él. Tan distinto de lo complejo que era el resto

-Tranquilo Mat, de verdad- dije empezando a sentirme agobiado por su preocupación, que me removía los recuerdos- Está todo bien-

-Ha…¿ha sido el chico ese del otro día?- preguntó bajando el tono

No pude evitar temblar. Mateo extendió una mano para tocarme el hombro, en señal de apoyo. Yo rehuí su cuerpo como si me quemara y me odié por ello… Apreté los dientes, recordando el tacto de la lengua de Víctor por mi rostro

-Mat…- dije sin más- Ya está-

-Pero…- empezó de nuevo

-Ya está- repetí, más fuerte de lo que me hubiera gustado

Mateo se encogió, volviendo de nuevo a ser el chico inseguro que tan bien conocía. Y me volví a odiar por ello, no se lo merecía. Mat pasó el peso de un pie a otro, incómodo. Luego escuché una fuerte voz desde un lateral, desde la entrada del vestuario.

Mateo miró hacia atrás, yo ladeé la cabeza. En la puerta estaban sus tres compañeros, los conocía. Rubén venía de la Escuela y alguna vez había ido a dar un par de charlas. Ismael era el chico gallego, que era su amigo inseparable… Y había que vivir bajo una piedra para no reconocer a Eloy, al mejor nadador Junior de Madrid y uno de los mejores de España. Que era el que había llamado a Mateo, y que tenía sus ojos clavados en él

Mat volvió a temblar, aunque esta vez fue un sutil estremecimiento por todo el cuerpo

-Si...si quieres hablar…- se calló- Bueno, eso-

Se dió la vuelta y se fue

Y de nuevo me volví a quedar solo en ese vestuario

-

Miguel

Nada más llegar a la piscina me lancé al agua. Me había saltado todos los estiramientos, pero quería estar lo más lejos posible de David. Me había dado pavor el verle entrar en el vestuario. Tanto que mi cerebro no fue capaz de procesar los golpes que tenía en el rostro hasta que, cuando el resto de mis compañeros se metió al agua, fue el tema de conversación

-Tú, ¿que le habrá pasado?- preguntó uno, mientras movía el brazo para activar el hombro-¿Habrá sido aquí?- se giró hacia el amigo que había llevado al entrenamiento el otro día- ¿De verdad os molestó Víctor?-

Asintió lentamente y me miró a mi. Unos cuantos pares de ojos convergieron y yo sentí ganas de hundirme hasta el fondo. Por suerte yo no era el centro de su atención, si no que era David. Así que intenté salir cuanto antes de esa

-Sí, nos molestó y… Y David se encaró con él- dije, mordiéndome la lengua para no añadir que para mi fue muy valiente

El resto no pareció opinar igual

-Imbécil- dijo uno, negando con la cabeza- A Víctor hay que ignorarle, se le va la fuerza por la boca si le dejas… Ha sido por arrogante- asintió lentamente, como conforme con los golpes- Si realmente ha sido Víctor le ha pasado por chulo-

Todos parecieron coincidir y yo no me sentí con fuerzas para oponerme. Sobre todo porque, obtenida la información que querían de mí, volvieron a ignorarme. Rebotados con David y todo lo que tuviera que ver con él por el evidente trato de favor que tenía frente al resto de calles lentas.

Un par de ellos fueron a la calle de al lado, cuchicheando entre ellos. Expandiendo el rumor

David se lanzó al agua a mi lado, en la calle del extremo. Nadó hasta la corchera y apoyándose en ella compuso una sonrisa

-Hola tío, oye si quieres luego…- empezó, meciéndose en el agua con las gafas caídas y el rostro marcado en barbilla y lateral de la cara por sendas manchas de un rosado ya algo verduzco

Era difícil sostener su mirada celeste. Y que me pareciera así más guapo que antes fue demasiado

El miedo me volvió a golpear a todos los niveles ¿Qué me iba a decir? ¿Que iba a decir con el resto delante? ¿Qué iba a hacer? No, no podía con eso. No quería enfrentar eso. Mi cuerpo pedía a gritos salir de allí. No era un sitio seguro. No era donde me sentía cómodo.

Quería volver a antes del beso

-Te...tengo que nadar- dije, y sin dar espacio a nada más comencé a hacer los ejercicios de ese ciclo

Estaba muerto de miedo

-

Héctor

Yo nunca me distraía, y menos en el agua. Estaba en la tercera calle. Rozando ya con los dedos la segunda si conseguía bajar mis tiempos. Estaba en la cima de la pirámide, casi en la cúspide. Y no iba a distraerme por nada

Pero si que pensaba

Mientras mi cuerpo progresaba en los largos, unas conversaciones cada vez más definidas me fueron llegando. Hasta que el rumor pareció saltar de Junior a Absoluto, cayendo justo en mis aguas como una carnaza envuelta en cuerdas sangrantes.

Aproveche un descanso entre ciclos, mientras todos se relajaban en las corcheras

-¿Aquí? ¿Ha sido aquí?- repetí sorprendido, fingiendo asombro- No me lo creo-

-Eso dicen los niños- dijo un veterano de Absoluto señalando con la barbilla hacia la otra piscina olímpica, usando el término con el que se referían a los Junior- Que ha sido una pelea aquí-

-¿Pero entre ellos?- preguntó uno, salvando mi dilema de decidir si preguntarlo yo o no

El veterano se encogió de hombros

-Creo que no, pero tampoco lo tienen muy claro- cabeceó hacia la calle de al lado- A mi me lo han contado ellos-

La fragmentación progresiva de la información tenía sus ventajas. Así que calculé rápido pensando si me podía aprovechar de ello. La gente el rumor se iba expandiendo, así que no tardaría en llegar a Fran. Me hubiera gustado manejar el cómo recibía esa información, pero sin tener una relación más que de compañeros de equipo no tenía excusa para acercarme a decírselo. Así que tendría que encontrar otra forma de usarlo. Y empezaba a tener ideas

-

Fran

Era uno de los peores entrenamientos que había hecho con diferencia. Con mucha diferencia. Para nada al nivel de la segunda calle, pero no podía dejar de pensar en David, tanto que hasta los ejercicios más simples se me resistían. Toda mi calle se había dado cuenta, pero mi mirada seria les mantenía al margen: era un tipo afable y risueño, hasta que me enfadaba.

Ahora mismo nadaba solo, recorriendo la piscina buceando a ras de suelo. Como me gustaba hacer cuando necesitaba pensar, con los cuerpos de mis compañeros acabando sus ejercicios en la superficie. La luz en tramas blancas y azules, recorriendo mi piel canela y el suelo impermeabilizado, daban a todo un aire frío pero a la vez relajante. Como de otro mundo. Y eso me ayudaba a pensar

No me había mirado

¿Cómo era posible que David no me hubiera mirado? ¿Que no me hubiera dicho que le habían golpeado? ¿Que no hubiera confiado en mí para eso?

Pero luego, la verdadera razón de mi estado de ánimo salió a relucir ¿Acaso tenía que hacerlo? No éramos novios, al menos no habíamos podido hablarlo. Y yo le quería, era importante para mí. Necesitaba pensar que al menos era correspondido en eso. Que había algo al otro lado. Lo que fuera. Amor, afecto, cariño… Algo. Algo que al menos le sirviera para sentir que podía contarme las cosas

Mi cuerpo se sentía incómodo consigo mismo, necesitaba sentir a David cerca. Necesitaba tumbarme a su lado, sentir su piel acariciar la mía. Necesitaba verme reflejado en sus ojos celestes, necesitaba recostarle en mi pecho. Necesitaba estar con él. Que me contara, que me dejara protegerle, que confiara en mí. Necesitaba sentir que tenía eso, que no eran solo imaginaciones. Que pisaba algo más sólido que mis propias ensoñaciones

¿Era egoísta?

Salí del agua dispuesto a tomar aire, de nuevo al inicio de la calle, donde había un grupo hablando. Aparté el agua en un par de brazadas rápidas, llegando al borde para subir, listo para abandonar esos pensamientos, cuando me centré en las voces

-¿De verdad que se han pegado aquí dentro?- estaba preguntando uno- Pero si es del grupo de entrenamiento, no entiendo a qué tanto molestia-

-¿Envidia?- preguntó otro

Me dejé caer de nuevo al agua

-¿De qué habláis?- pregunté intentando controlar el tono, los tres que eran se giraron sorprendidos- ¿Del chico del grupo de entrenamiento?- y me arrepentí de que mis nervios me hicieran parecer ansioso a mis ojos, pero por suerte parecieron no darse cuenta

-Eso dicen, aunque no se yo, la verdad es que no se si es una invención- se encogió de hombros- Se peleó con otro chico de los equipos-

El pecho me ardió, apreté las manos en puños bajo el agua, deseando que no se dieran cuenta. Si le había pegado alguien del MCP le iba a matar, no había más. Si alguien de allí le había puesto la mano encima, estaba muerto. Fuese quien fuese. De Junior o de Absoluto

-¿Quién?- pregunté de forma quizá demasiado seria

-Eso sí que no lo sabemos, no nos ha llegado- dijeron, uno se encogió de hombros y añadió- Pero bueno, no será la primera vez que pasa y es del grupo de entrenamiento, no importa demasiado-

Inspiré hondo para no hacer una estupidez

Tenía que hacer algo

-

David

-Miguel…- dije levantando el brazo desde la calle, buscando que me hicera caso, pero este simplemente salió del agua

Había acabado mis ejercicios antes que él y había esperado a que la piscina se vaciara casi por completo hasta que había terminado su grupo. Esperaba poder pillarle en la piscina, pero si no tendría que ser de camino al vestuario. Iba a salir cuando sentí un salpicón a mi lado, al girarme los ojos oscuros de Héctor me devolvieron la mirada. Estaba sentado tranquilamente moviendo las piernas, solo con un bañador de malla oscuro que resaltaba contra su piel blanca

-¿Qué tal vamos?- preguntó ladeando la cabeza, con una sonrisa suave

Su voz de nuevo me volvió a llevar a esa noche de hace dos días. Y sentí la necesidad de salir del agua. Pero a la vez su postura tranquila y su forma de mirar, con un leve interés pero por lo demás sereno, me transmitía mucha calma.  También me había ayudado, se merecía algo más que evitarle. Y seguramente Miguel ya se habría escapado al comedor, así que me resigné

-Mejor- dije, sin fingir que no sabía a que me refería

Sus ojos parecieron brillar, asintiendo con aprobación porque no evitara el tema

-Has levantado un poco de revuelo- dijo mirando a su alrededor, pero ya estábamos casi solos- No se habla de otra cosa-

-No…¿No habrás dicho nada no?- pregunté tensándome, me apoyé en el borde a su lado, subiendo los brazos, tenso

-No, yo no… Pero parece que algunos empiezan a atar cabos- y como le miré con ojos confusos suspiró- Te vieron encararte a Víctor… Y Víctor no es de las personas más…- miró al techo un segundo-...amables y razonables que hay por aquí-

-Algo he notado- respondí, haciendo que Héctor se riera, luego se puso serio

-Si quieres te acompaño ahora a hablar con los entrenadores, puedo ser tu testigo de lo que te intentó hacer- sus ojos me miraron con una seriedad que me dio hasta miedo, pero que sobre todo me sobrecogió

-Solo quiero olvidarme de esto-

-Como te sientas más cómodo- respondió, relajando el rostro y la postura- Entonces lo mejor será que niegues que te has pegado con él… Lo mejor es decir que fue en una pelea en tu barrio o cualquier otro lado- como me vio titubear continuó- Eso o la gente seguirá haciendo preguntas-

Asentí lentamente. Héctor se pasó una mano por el pelo, revolviendo sus rizos cortos en la parte superior. Se reclinó un poco y apoyó una mano en el estómago

-De todos modos, mi oferta sigue en pie- se recorrió la línea entre sus suaves abdominales de forma distraída, como meditando- Ahora mismo está Fran hablando con los entrenadores, pero cuando salga podemos…-

-¿Fran?- pregunté, turbándome que Héctor le mencionara, un miedo me empezó a recorrer el cuerpo- ¿Qué hace Fran hablando con ellos?-

Héctor se encogió de hombros. Yo me quedé mirando el borde de la piscina. Fran… Con todo lo de Miguel no había cruzado palabra con él ¿Estaría hablando con los entrenadores de mí? Un miedo irracional nació de mi pecho, no quería que Fran investigara o se metiera en esto. Quería dejarlo atrás, y si Fran se metía era lo peor que me podía pasar

Fran me importaba demasiado como para poder mirarle a los ojos si se acercaba a la verdad

-

Mateo

Eloy me hizo alzar el rostro mientras me besaba con suavidad, los dos a la salida del vestuario. Aguardando. Volví a tragar saliva, mientras pegaba su cuerpo al mío, contra la pared. Estaba tenso, en cualquier momento no podían descubrir. Pero Eloy parecía tener un sexto sentido, porque se apartaba y apoyaba tranquilamente contra el muro segundos antes de las puertas se abrieran y fueran saliendo los rezagados, solo para volver en cuanto se iban a reclamar mis labios. Pasando de su máscara de tranquilidad e distancia emocional a una de puro fuego y pasión en menos de un parpadeo

Una de sus manos se metió bajo mi camiseta, acariciando mi pecho, buscando encenderme. Su lengua se deslizó dentro de mi boca. Puse una de mis manos en su pectoral, intentando ganar algo de oxígeno, pero lo único que conseguí fue rozarle uno de sus pezones erectos y hacer que se excitara más, pasando a mordisquearme los labios

-Vamos a la residencia a follar, Mateo- gruñó contra mi boca- No aguanto más, mete la mano en mis vaqueros-

Me separé resollando, negando débilmente contra la cabeza

Desde que lo habíamos hecho hace unos días en las piscinas de flujo continuo no habíamos repetido. Y yo parecía llevarlo mejor que Eloy, que ahora que ya no rehuía su contacto y sus avances, parecía cada vez más excitado. Eloy me besó por el cuello, una de sus manos fue a mi entrepierna, apretándola con suavidad

-Quiero quedarme a esp… esperar a David-

Eloy se tensó un segundo, separándose. Sus ojos caoba, brillantes por la excitación, se atemperaron un poco

-¿El chico del grupo de entrenamiento?- preguntó, yo asentí-¿Por qué?- una de sus manos se puso al lado de mi cabeza, apoyada contra el muro, su cuerpo se separó un tanto

-No ha venido en un par de días y tengo que ver cómo vamos a organizar los entrenamientos-

Las cejas de Eloy se alzaron

-¿Pero vas a seguir entrenando con él?- me preguntó de forma suave, con su sugerente y grave voz- Isma y Rubi ya me dijeron que entrenabas con él pero pensaba que era para evitar entrenar con nosotros…- se pasó la lengua por los labios- Conmigo-

-Yo… Bueno si, en parte sí- tragué saliva- Pero es amigo mío-

Los ojos de Eloy relucieron. Se pegó otro tanto, su boca fue a mi cuello. La punta de su lengua me recorrió desde la línea de la barbilla hasta la clavícula, respirando justo sobre mi piel. Jadeé por lo bajo

-Mateo...Mateo…- hizo el camino inverso, ahora dejando besos- Vas a entrenar con nosotros, estamos a tu nivel- me susurró con suavidad al oído- Te pienso follar después de cada entrenamiento… Y quiero que me folles tu también, Mateo- me mordió el lóbulo- Quiero acabar cada día con mi polla dentro de tí o la tuya dentro de mí- ahora metió la lengua- Y para eso nos tenemos que quedar a entrenar juntos-

-Pero yo… David…- jadeé, pensé en el rostro marcado de golpes de mi amigo, amenazando con ser consumido entre las llamas de la pasión de Eloy- No… Yo no…- inspiré aire con fuerza, las manos de Eloy ahora buscaban meterse bajo mi bóxer, buscando mi endurecida polla- Para-

Apoyé las manos en su pecho, empujando hacia atrás aprovechando que podía hacer fuerza al tener la espalda pegada al muro. Eloy, que tenía los ojos entrecerrados, los abrió del todo para traspasarme de parte a parte con su caoba ardiente

-David está entrenando para entrar a los equipos- dije, jadeando de forma algo más fuerte de lo que pretendía- Quiero entrenar con él…- los ojos de Eloy relucieron, ardientes, excitantes, pero también peligrosos- Algunos días al menos… El resto con vosotros- terminé, intentando contentar a todo el mundo

Eloy inspiró aire con lentitud

-Mateo hay cosas...- suspiró- Es mejor que entrenes solo con nosotros- respiró en mi boca, anticipando el beso, mezclando su fresco aliento con el mío- Hazme caso-

Y antes de que pudiera decir nada sus labios se volvieron a posar en los míos, volvió a pegar su cuerpo por completo y esta vez una de sus manos buscó la mía para llevarla a su entrepierna. Buscando colarla debajo del vaquero, empujándome con suavidad pero firmeza hacia la zona de la residencia

-

David

Estaba goteando agua de camino a la puerta del despacho de piscina de los entrenadores, un pequeño cuarto, más práctico que estético que daba a las olímpicas y donde guardaban los materiales que consultaban durante los entrenamientos. Héctor me miraba desde el borde de la piscina, apoyado en parte en las gradas. Cuando giré la cabeza me levantó la mano con el pulgar dándome ánimos.

Habíamos llegado a la conclusión de que lo mejor era hablar con los entrenadores cuanto antes para dar una versión de lo que había sucedido: una pelea fuera del MCP y con otras personas. Sobre todo para evitar que los entrenadores creyeran el rumor verdadero de que había sido Víctor y se pusieran a hacer preguntas.

Y por mi parte yo tenía un miedo enorme a que Fran se metiera a removerlo. Como me quedó claro en cuanto me fui acercando a la puerta y me comenzaron a llegar voces cada vez menos amortiguadas. Y junto al miedo empezó a crecer un enorme enfado, retroalimentándose ambos entre ellos:

-¿Y quieres que haga, Fran?- estaba diciendo la voz del primer entrenador- ¿Le pongo escolta?-

-Al menos vigilarle- esta vez era la inconfundible voz del morenazo

-Se queda a entrenar por las tardes, Fran- dijo otra voz, del segundo, más jóven y conciliadora- No podemos estar encima suya-

-Bueno, al menos saber quien ha sido y tomar alguna medida… Las peleas no están permitidas-

-No, no lo están… ¿Y qué hago? ¿Echar solo al otro?- dijo el primer entrenador

Di un par de golpes secos en la puerta, enfadado porque hablaran de mi a mis espaldas pero decidido a fingir que no había oído nada.

Las voces se callaron así que antes de que pudieran preguntar abrí un poco la puerta. El primer entrenador estaba tras su escritorio, el segundo estaba apoyado contra la pared y Fran, aún en bañador, estaba en medio del despacho. Los tres se giraron a mirarme y por la forma en la que lo hicieron, a ninguno le hizo gracia que apareciera. Así que apreté los dientes y di un paso dentro con decisión, evitando mirar a Fran para no ponerme más nervioso

-

Fran

Mírame, David, sal de aquí, pensé con todas mis fuerzas, intentando pescar su mirada, pero no sirvió para nada

David se plantó, goteando agua y en bañador como yo mismo, e inspiró aire mirando al primer entrenador

-Me…- tosió para aclararse la garganta- Creo que hay un par de rumores sobre qué me ha pasado este par de días- se pasó la lengua por los labios- Creo que se piensa que me he pegado con alguien del Carranza-Pío… Pues bien, no es verdad- apretó los dientes y miró al frente- Ha sido una pelea en mi Instituto, nada que ver con el MCP-

Estaba mintiendo, lo supe en cuanto lo dijo. Por su postura, tensa. Por la forma en la que miraba al entrenador, fija pero a la vez desenfocada. Y sobre todo porque se estaba esforzando por no mirarme.

Los dos entrenadores se relajaron un tanto, le había creído. Sentí ganas de dar un puñetazo a la pared, ¿no se daba cuenta de que si los entrenadores le creían no harían nada? ¿De que no servía para nada más que para dejarle más vulnerable? Bueno, pues yo no me iba a quedar callado

-Ya que sale el tema- dije, fingiendo que no habíamos estado hablando de justo eso antes de que entrara- Mucha gente lo cree, ¿si es mentira como es que se ha extendido el rumor?- intenté tomar una pose natural, pero estaba tan tenso como David y los entrenadores se dieron cuenta

-No caigo muy bien- dijo David, sin mirarme, fijando ahora su mirada en la mesa del entrenador- Alguien se lo habrá inventado-

Mírame, David, mírame

-Estaría bien saber quien- dije, encogiendome de hombros- Digo, tampoco es bueno tener a gente lanzando rumores-

David apretó los dientes, cuadrando los hombros. Se estaba enfadando. Bien, porque yo también. No entendía porque estaba mintiendo a los entrenadores, ni porque lo hacía justo en este tema, mientras yo intentaba convencerles para que le mantuvieran más vigilado y que no volviera a pasar; por eso estaba enfadado. Pero sobre todo lo estaba porque David estaba ahí intentando mentirme a mi también, sin siquiera mirarme, y eso me estaba doliendo. Cada palabra eran como puñales

-Me gustaría ocuparme de mis propios asuntos- respondió, ahora miró de reojo mi pies- No me gusta que me intenten sacar las castañas del fuego… Y esto ni si quiera tiene que ver con el MCP-

Apreté los dientes, frustrado y con ganas de dejarlo salir. Me adelanté un paso, buscando bloquear su visión para obligarle a mirarme. Pero la voz del primer entrenador nos sobresaltó a ambos, creo que nos habíamos olvidado de que estaba allí

-Me alegra oír eso David… Pero me preocupa que te metas en peleas fuera de aquí- tosió un poco- Fuera del MCP es tu vida, pero para competir aquí tenemos que dejar que nuestra vida fuera del Carranza-Pío quede fuera del Carranza-Pío, aquí todos somos solo nadadores-

Bufé interiormente. Allí estaba mintiendo todo el mundo, yo el primero y para mi desgracia ahora también David

-En todo caso, nada puedo hacer más que darte un aviso de que no vuelva a suceder y sobre todo que no afecte a tus entrenamientos- se levantó- Fran, seguiremos hablando la semana que viene sobre tus dudas de los ejercicios… Aunque creo que ya habrá quedado del todo claro- miró al segundo entrenador- Idos ya a cambiar-

Ni David ni yo hablamos al salir del despacho, le abrí la puerta apretando el pomo y el brazo, para que diera cuenta de que estaba enfadado; aunque ya debía haberlo hecho. Y el me respondió alzando la cabeza y cuadrándose de hombros. No pude evitar derretirme por dentro al ver a mi principito así, buscando parecer mayor.

Le alcancé camino al vestuario, y nos quedamos parados justo en el pasillo que daba al acceso.

-¿Qué coño ha sido eso?- dije, cometiendo el error de agarrarle del hombro para girarle

David me lo apartó de golpe

-No me toques el puto hombro, no eres mi padre- me respondió, mirando al suelo- Yo solo he dicho lo que he dicho-

-Si, y has mentido- me crucé de brazos- Y al menos si me mientes mírame a los ojos, David-

Inspiró hondo y lo hizo. Llevaba sin verle menos de una semana, pero fue como si llevara una eternidad. Era tan guapo. Mi chocolatina. Mi principito. Los golpes en la barbilla y el lateral de la cara, amoratados, le daban un aire entre vulnerable y rudo. Mezclado con su aire chulito, sus labios de fresa y su sedoso pelo rubio oscuro. En su rostro de rasgos afilados y marcados ojos celestes.

Contuve mis ganas de besarle

-¿Y tú por qué te metes?- me preguntó, la voz temblándole un poco- Si ni siquiera sabes que ha pasado-

-Porque no me lo has contado- respondí, dolido porque me echara en cara que me preocupara por él- ¿Por qué, David?-

-Es solo una pelea, Fran- los hombros le temblaron- Ya está, déjalo estar-

-¿Te ha pegado alguien de aquí?- pregunté- Dime solo eso-

-No- me respondió tras un segundo de duda, sus ojos celestes se oscurecieron, no estaba nada acostumbrado a mentir

Joder, como le quería

-David, yo…- aspiré aire- Yo me preocupo por tí...- empecé

-Nadie me quiere aquí Fran- parpadeó con los ojos brillantes- Estoy solo, nadie me hace caso y… Y tu me haces prometer que no me voy a meter en los equipos hasta que no supere la prueba… Y te hago caso, pero luego yo… Yo…- sus hombros temblaron

Me acerqué un paso, todo el enfado esfumado y sustituido por una sincera e inmensa preocupación. Sin importarme si eso me hacía perder me rendí incondicionalmente a él, incapaz de soportar verle sufrir. Intenté abrazarle, pegarle a mi, sin importarme quien nos viera. David se dejó acercar, pero antes de que pudiera hacer nada se separó, tras parecer pensarlo mejor

Eso me dolió

-Estoy bien Fran, nunca me había metido en una pelea y no me ha sentado bien- me miró a los ojos, el suave brillo de las lágrimas seguía allí- Pero no es nada, Fran, fue solo una pelea de instituto… Por favor, no quiero hablar más de esto… Solo estar solo para pensar-

Estar solo

Asentí. Sin creer de verdad lo que me decía, pero dispuesto a confiar en él y hacerle caso. Pero sentí la necesidad de recordarle algo

-Vale, solo recuerda que me prometiste que si algo te superaba me lo contarías- dije, mis brazos intentaron de forma inconsciente abrazarle de nuevo, mi piel deseosa de sentir la suya, pero retrocedió de nuevo y me tuve que esforzar porque no se notara lo que me había dolido

-Lo recuerdo- me respondió, cada vez más tranquilo

-Y que te mantendrías fuera de las dinámicas de los equipos- continué, tratando de parecer sereno

David tembló un poco

-También-

-Solo...Solo piensa en ellas, por favor- David asintió, me pasé la lengua por los labios- ¿Quieres…- empecé de nuevo, esperanzado

-Mi padre me debe estar esperando ya, se han empeñado en recogerme y traerme- me cortó mirando al suelo- Lo siento-

-Oh, bueno… No pasa nada- sonreí de forma forzada- En otra ocasión-

David asintió, volviendo al vestuario. Yo le miré irse. Los hombros tensos, la cabeza gacha e incómodo en ese enorme vestuario vacío. Con miedo a estar tan solo. Y se me cayó el mundo encima. Pero me había pedido que necesitaba estar solo, y yo no estaba muy convencido pero confiaba en David.

Le hice caso

No debí haberlo hecho

-

Héctor

No me quedé a ver como salían David y Fran del despacho. Hubiera sido muy raro y yo tenía más cosas que hacer. Me cambié rápido y fui directamente al comedor. Como era sábado estaba a rebosar de todos los miembros de los equipos, no solo de la gente de la residencia. Ahora ya sabía que David no iba a contar que se había peleado con Víctor, por lo que era todavía menos probable que saliera a la luz el intento de violación. Eso por su parte me dejaba a salvo

Me quedaba Miguel. Pero al entrar en el comedor me di cuenta de que no se había quedado. Era con quien quería hablar. Chasqueé la lengua frustrado pero luego vi que en una mesa Víctor estaba ensimismado con una manzana, rodeado de gente de Absoluto que estaba atacando sus platos como si les fuera la vida en ello. Guille en concreto estaba devorando dos platos de pasta de forma simultánea, algo apartado del resto en su condición de lento. Pero Víctor apenas si había tocado sus platos

A falta de pan

Rodeé la mesa y me puse a su espalda. Coloqué las manos en sus hombros como si buscase apoyo, fingiendo hablar con el resto de personas de la mesa de forma distraída. Víctor se tensó al oír mi voz. Le ignoré hasta que acabé la ronda y luego al llegar a él le di un par de apretones en forma de masaje

-Oye Víctor, tengo las tablas de ejercicios que me pediste en mi bolsa, ¿te las doy ahora y así ya me despreocupo?- dí un apretón un poco más fuerte- Así de paso te las explico, por si tienes dudas, te vendrá bien-

Víctor se tensó, dejando su manzana encima de la mesa. Asintió sin demasiadas ganas y se levantó para seguirme. Fran entró en ese momento por una de las puertas laterales, cambiado y con la bolsa de deporte cruzada a la espalda. Se le notaba cansado, con los anchos hombros algo caídos y, por su altura, precisamente desgarbado por ello en vez de ir recto como solía. No debía haber ido bien la cosa. Contuve una sonrisa

En el hall Víctor me cogió del codo

-Oye Héctor, sobre lo de…- empezó, yo le di un suave empujón, señalando la secretaría y el tablón de llaves

-Aquí no, idiota- siseé por lo bajo- Coge una de las de primera planta-

Sin muchas ganas Víctor pidió una de las llaves y luego subió conmigo por las escaleras. Entramos en una de las habitaciones vacías y yo lancé mi bolsa de deporte en la cama. Me senté en la silla giratoria que tenían todas. Victor cerró la puerta, echando el pestillo para evitar que entrara nadie sin querer. Se quedó quieto mirando al suelo

-Yo…- empezó- Yo no quería…- se trabó- Con David, yo no quería…- se volvió a trabar

-¿No querías violarle?- pregunté dando pequeños giros cortos en la silla, entrecerré los ojos

-No iba a violarle-

-Ya, bueno creo que la policía no pensaría lo mismo- dije con suavidad

Víctor se encogió imperceptiblemente. Era algo curioso. Porque era uno de los que más le gustaba pavonearse en la piscina o en el vestuario, siempre dispuesto a exhibirse. Era guapo si te gustaba su tipo de belleza: chulo de playa, seguramente sin camiseta y corriendo por el paseo marítimo, mientras devoraba con los ojos a las tías buenas que se le cruzasen. Arrogante. Agresivo

Por eso que se encogiera fue toda una sorpresa, y me hizo más osado

-He estado hablando con David el que se lo cuente a los entrenadores- seguí, Víctor se encogió otro tanto- Y ellos tendrán que dar parte claro, porque es un delito- se encogió más- Yo estoy de testigo claro, así que ni si quieras es tu palabra contra la suya- me recosté en la silla- Y encima ha aparecido golpeado y seguro que has escuchado el rumor que dice que se ha pegado con alguien de aquí… Tienes suerte que tu nombre todavía no haya salido demasiado-

-No iba a violarle- me respondió mirándose las manos, nervioso, como si eso fuera lo único que le importara

-Lo que fueras o no fueras a hacer ya da igual, porque importa lo que parece que ibas a hacer- dije mirando al techo, fingiendo pensar- Y lo mire como lo mire te recuerdo desnudando a David mientras tu tenías los pantalones bajados y una erección de caballo- me rasqué la barbilla- Dime tú a qué se parece si no-

Víctor no respondió. Parecía estar a punto del colapso. Bien. Que aprendiera cuál era su lugar en el mundo. Dejé unos segundos de silencio para que el mismo se pusiera nervioso

-Me ha costado, pero he convencido a David para que no dijera nada y contara que ha sido una pelea de instituto- Víctor alzó la cabeza sorprendido, clavando sus ojos en los míos- Ya ves, por suerte no pasó nada gracias a mí, y dar explicaciones a veces no es lo mejor… Podemos dejar que todo esto pase-

-Si, claro- asintió- Por mi parte claro-

-Lo suponía- levanté un dedo, irguiendome en la silla- Lo primero es, nada de acercarse a David, nunca… Para absolutamente nada-

Víctor asintió tan rápido que un par de mechones morenos le cayeron sobre la frente. Levanté otro dedo de la mano

-Lo mismo para tus amigos, nada de meterse con David, ¿queda claro?- Víctor volvió a asentir, desesperado por librarse de eso peso de encima

-Bien- levanté un tercer dedo- Y para acabar, me vas a ayudar a ducharme- dije saliendo de la silla para ponerme a su altura- ¿Cómo lo ves?-

Víctor parpadeó sorprendido

-¿Qué dices?-

-He tenido que salir corriendo del vestuario por quedarme a convencer a David- dije, estirándome- Tengo la piel llena de cloro aún, no me he duchado- lo cual era verdad- Así que me vas a ayudar a duchar-

-¿Solo eso?- preguntó, dudando y con razón

-¿Tienes otra opción?- pregunté abriéndome la chaquetilla del MCP

Me seguí desnudando sin fijarme en él, como dando por supuesto que me iba a hacer caso. Y eso hizo. Tras unos segundos de duda se comenzó a quitar la ropa también, con gesto tenso y postura alerta. Casi me pareció un calco exacto de David esta mañana, era hasta una especie de justicia poética.

Las camisetas de ambos volaron. Víctor era ligeramente más fornido que yo, menos ancho de hombros pero con los brazos con más músculo y el pecho mejor formado. Ambos de todos modos éramos delgados y atléticos, de músculos alargados y fibrosos. Pero era más evidente que Víctor entrenaba, aparte de por rendir bien en la piscina, para tener un cuerpo que lucir. Yo era más pragmático.

Mi piel era blanca. La suya bronceada. Y mientras que el cabello de ambos era oscuro, en mi caso estaba corto en los lateral y algo más largo en rizos en la parte superior; mientras que en el caso de Víctor eran mechones sueltos por acabar de salir de la piscina.

Con los pantalones fue más lento. Pero acabó aceptando lo inevitable. En cuanto me vio que deslizaba mis boxers por las torneadas piernas no tuvo más remedio que hacer lo mismo, quedando totalmente desnudo en medio del cuarto. Se colocó las manos delante de la polla. Alcé las cejas con sorpresa y sonreí con sorna

-Tío Víctor, que llevo nadando contigo desde hace tres años casi ya- dije con una suave risa- Te he visto desnudo mil veces, no seas tonto-

Pero mantuvo sus manos delante de la polla. Yo totalmente desnudo y ya algo morcillón, me encogí de hombros. Di un par de pasos atrás para contemplarle. Era un chico atractivo. Y sin el aire chulito, sustituido por el aura de indefensión y sumisión, tenía su encanto. Le hacía más humano, menos imbécil. Hacía al chulito de playa más apetecible

Abrí la puerta del baño mientras entraba, cargando con un bote de gel corporal en la mano sacado de mi bolsa. Víctor me siguió con sus manos religiosamente en su entrepierna, como si fuera una reliquia sagrada

Las duchas de la residencia era de plato alargado. Un rectángulo algo subido, pegado a la pared y en el resto recubierto por una mampara de cristal de pared a techo. Con una alcachofa móvil. Nos miré reflejados en el espejo y le empecé a masajear los hombros

-Estás tenso, Victor- dije con un suave masaje, el apartó la vista del espejo- No lo estés, piensa de la que te vas a librar y todo por mantener dos promesas y pasar un buen rato conmigo… Hay trato peores, hazme caso- mis pulgares le recorrieron ambos la espina dorsal del cuello hasta la rabadilla, como nos habían enseñado- No estoy tan mal-

-No soy marica- dijo apretando los dientes, a la defensiva

-Ya, por eso la tenías como una puta piedra cuando intentase violar a David- dije de forma despreocupada pero seca, golpeando su cuerpo como si fuera con un látigo, provocando que temblara- Pero no pasó nada, tuviste suerte… Estaba yo….-

Aunque yo casi…, empecé a pensar mientras me distraía con el cuerpo de Víctor. Por suerte pude parar el tren de mis pensamientos antes de que llegara a lugares peligrosos

Eso me puso de peor humor, así que me intenté animar con Víctor

-Estás fuerte- le alabé para que se animara, mis manos dejaron de masajearle la espalda y hombros para caer por su pectorales por delante, haciendo que contra las palmas presionaran los pezones- Se notan los entrenamientos- le apreté un par de veces los pectorales, amasándoselos con suavidad

Mi polla ya estaba a media hasta. Y para cuando bajé por el estómago levemente surcado de abdominales de Víctor, parecía que algo estaba despertando a mis caricias. Le besé con suavidad en el hombro bronceado, repasando sus abdominales con los dedos de ambas manos, siguiendo las acanaladuras entre ellos, delimitándolos.

Le modisqueé un lóbulo. Víctor decidió cerrar del todo los ojos. Pegué mi pecho a la parte alta de su espalda, evitando que notara mi polla dura contra su culo, para no asustarle antes de tiempo

Pero esto iba de que él hiciera cosas, no yo. Una vez que quedó claro que estaba excitado me separé de él. Girándome para abrir el agua de la ducha y meterme en el plato rectangular. Me dejé caer agua por todo el cuerpo, sintiendo la suave costra del cloro en la piel, y suspiré de gusto bajo el agua caliente. Miré a Víctor, que entró a regañadientes al plato de duch, pese a que no podía disimular debajo de la palma de sus manos la semi erección que ya tenía

-Mójate- le ordené, porque de facto ahora mismo él no tenía voluntad ya

Víctor cogió la alcachofa observando con algo de miedo mi erección. Pero cumplió lo ordenado. La subió y dejó caerse el agua, aplastando los mechones y luego peinándolos hacia atrás como si llevara algún tipo de gomina y un peinado del cambio de milenio. Al hacerlo su polla quedó libre, semiflácida, morena y goteando agua de ella. Me apoyé contra la pared, disfrutando del espectáculo de su cuerpo siendo recorridos por esos ríos de agua templada y caliente

Me mordí el labio, y me contuve de tocarle. Aún no quería asustarle del todo, quería ver hasta donde podía estirar ese chico la mentira de su heterosexualidad. Puse ambas manos contra la pared

-Venga, Víctor- señalé el gel de corporal- Abundante espuma y por el cuerpo… No te dejes nada- le avisé, sonriendo de forma socarrona

Víctor abrió a duras penas el contenido del bote, teniendo que agacharse para poder sujetar la alcachofa y el mango de la ducha entre sus fuertes muslos, casi en paralelo a su polla, que cada vez iba creciendo más. Cuando hubo abierto el gel dejo la alcachofa en el soporte y con ambas manos generó una espuma blanca y densa, de olor fresco a fresa

Sus manos se colocaron ambas en un hombro, dado que estaba de lado a él, reclinado sobre la pared. Me separé un poco del chorro para pegarme a su cuerpo y entrecerré los ojos.

Los movimientos de Víctor eran expéditos, rápidos, ejecutivos. Estaba claro que quería terminar cuanto antes, y se esforzaba en eliminar todo el cloro de mi piel en el menor tiempo y pasadas posibles. Aún así el pase de sus dedos por mi redondeado hombro y mi fibroso brazo no eran tan rápido como debería. Y poco a poco se iba haciendo más lento. No buscando hacia el fnal el pase rápido como el sentir el músculo en tensión por estar de palma contra la pared

En cuanto acabó con ese brazo no le quedaba demasiada opción. Lo bajé y me medio giré hacia él, por el lado izquierdo del cuerpo caía agua de la alcachofa, pero la mitad derecha estaba lista. Víctor volvió a hacer de nuevo una espuma espesa y abundante, y colocando las manos en pecho y en la espalda, me comenzó a, literalmente, masajear

Era dificil hacer pasadas rápidas y que las manos de la espalda y el pecho no se volvieran locas. Por lo que recurrió a un suave masaje circular, paralelo entre ambas

Y este si que lo estaba disfrutando ya sin apenas ocultarlo. Su mano en la espalda me apretaba los hombros, seguían las líneas fibrosas, los tendones y se amoldaba de forma lenta a cada hendidura o ascenso de cada grupo muscular. Sobre todo en el pecho, donde le gustaba masajearme el pectoral; seguramente por extensión de lo que le gustaba a él mismo

Víctor estaba ya casi duro del todo, a punto de conseguir estar totalmente en horizontal. Mientras mi propia polla estaba ya vertical y rozando mi estómago por la postura reclinada. Víctor jadeaba y resoplaba, sin decir nada pero aún empeñado en mantener todo lo posible la farse de que no le estaba buscando y hacia eso obligado

Yo giré la cabeza, apoyándola en parte en mi hombro y de vez en cuando dejando caer la vista a lo pasaba por mi torso

Víctor cada vez se cortaba menos a la hora de darme jabón, y de hecho, al menos en el pecho, ya apenas quedaba espuma pero el seguía en lo que cada vez se parecía más a meter mano. Aún así, de sus dedos aún conseguía escapar espuma que caía desde mis pectorales por el estómago pavimentado de abdominales, para de allí ir a mi entrepierna de vellos recortados, donde se perdía en la base de mi polla, cayendo desde mis huevos, salvo un par de riachuelos que conseguían seguir el camino para gotear desde la propia punta, semi descapullada

Por su parte, Víctor se iba pegando cada vez más y más sin darse cuenta. Y para cuando quiso pasar a la otra mitad del pecho, ya tenía la polla casi totalmente pegada a mi cadera. Me respiraba ahora casi en el oído, lo que me excitaba, y dejé caer la cabeza para que mi sien descansara en su frente

Víctor pareció olvidarse de la espalda. Porque colocó una mano en la parte baja, mientras la otra se dedicó a hacer pasadas lentas por la mitad de mi pecho que aún no había explorado. Ya no quedaba espuma, era solo agua con apenas rastros de jabón, pero ni se dió cuenta. Desde la cadera, pasando por mi estómago surcado de abdominales, hasta el redondeado hombro pasando por el pectoral, Víctor no se dejaba nada.

Y ese movimiento tan lento, pero a la vez tan amplio, comenzó a hacer que se restregara contra mi cadera, hasta que llegó un momento que, siendo el ya plenamente consciente de lo que hacía, se comenzó a pajear contra mí a base de puro y simple restriego

Y eso trajo los gemidos. De resolla y jadear, Víctor pasó a gemir contra mi oído. Totalmente ajeno a ello. Susurraba el nombre de tías en exclusiva, pero era evidente que estaba encantado con mis formas masculinas. Yo por mi parte también comencé a gemir, y aprovechando que tenía un brazo libre, el izquierdo ya que el derecho estaba trabado por Víctor, me comencé a masturbar y a ayudarle a meterme mano.

Llegó un momento que me separé mirándolo con los ojos entrecerrados

-Hazme una paja Víctor- dije, echando hacia atrás el brazo derecho ahora que me había liberado para facilitarle el acceso

Víctor tragó saliva

-Hazme otra tú, Héctor-

Sonreí de lado

-Restriegate como el perro que eres Víctor- le dije a ese chulito de playa, al arrogante de las piscinas- Como buen folla piernas-

Para mi sorpresa no se enfadó, si no que pareció gustarle tanto las formas como el fondo. Porque ni protestó y de hecho en seguida volvió a su suave restriego, que tanto parecía gustarle

La mano de Víctor ahora me dió una sobada general, recorriendo todo mi torso hasta llegar a la tableta; y de ahí bajando hasta que capturó mi polla con las manos

-Cuanto más me corra ahora- le dije- Menos me voy a correr dentro de tí, Víctor-

No se si lo entendió, porque ya solo gemía y jadeaba en mi oído como si fuera un perro en celo, restregándose contra mi pierna para su propia satisfacción.

Cubrió mi polla con su palma, fuerte y firme, y empezó a masturbarme a ritmo rápido desde el principio. A mi me gustaba jugar un poco, pero Víctor parecía ser más rápido, no me quejé. Su mano me descapullaba entero, volviendo a taparme una vez por cada segundo por lo menos, a un ritmo constante que iba aumentando poco a poco, igual que con su restriego de perro en celo

En un par de momentos me metió la lengua por la oreja, y me mordió el hombro en su exictación. Yo le dejé, vigilando que no dejara marca, pero disfrutando de que se fuera soltando de forma tan evidente poco a poco. Arqueé la espalda y el aprovechó para bajar la mano a mi culo, donde lo empezó a amasar y ahí ya si que sus jadeos dejaron de ser a sus fantasías

-Déjame follarte, Héctor- gimió en mi oído, tras un fuerte apretón- Lo tienes que tener super estrecho-

-Tú a mi paja, folla piernas- le dije de forma seca- Luego veremos si te follo o te dejo hacerte una-

Eso pareció inflamar a Víctor, porque no solo no se quejó si no que redobló el ritmo de su restriego, animado por mis palabras. Mi glande estaba totalmente sensible, tanto por el movimiento por el agua algo caliente que caía mi torso y su mano en plena paja, así que ya sentí el suave cosquilleo de en los huevos y la base de la polla que indicaba la corrida

Apoyé ambas manos en la pared, apretando con fuerza, preparándome. Y haciendo que Víctor se tuviera que poner casi a orcajadas contra mí, descanso todo el peso de su atlético cuerpo en el mío. Y tras un par de minutos así no pude controlarme más: me corrí de forma abundante, pringándole toda la mano que, por no avisar, me siguió masturbando e hizo que espesos goterones de mi semenen mancharan mi propio torso, su brazo y la pared de enfrente de la ducha

Empecé a respirar y él me abrazó todo el cuerpo, restregándose con más ahínco. Buscando el final de su propia paja. Pero me separé, cortándole. Victor resollando abrió los ojos. Sus sienes cubiertas de una capa de humedad y sudor, con algunos mechones sueltos pegados, parecían febriles y sus propios ojos estaban algo vidriosos. Estaba totalmente entregado al morbo y al deseo, se parecía al Víctor de aquella noche con David, que poseído por la necesidad de follar casi se había enfrentado a mi como un macho cabrío… Parecía que Víctor razonaba muy mal cuando había un calentón de por medio

-Déjame follarte- me balbuceó, entre el gruñido y el jadeo corto, hice una mueca de desagrado

-Manos a la pared- dije, y cuando Víctor se empezó a colocar le puse las mías sobre las suyas- Las quiero en la pared, no quiero que se vayan de ahí-

-Necesito una paja, tío- me respondió ladeando la cabeza, sofocado- Por favor tío, hazme tú una paja… Un par de meneos y me corro-

Mi desprecio por él aumentó, tan evidentemente dominado por el deseo

-Calla, no quiero que hables- le respondí seco

Víctor no se merecía dilatación. Él no se la hubiera dado a David. Le amarré con fuerza de las caderas y sin muchas contemplaciones le empecé a penetrar. El cabrón ya tenía el culo algo abierto de su propia excitación, pero no se esperaba para nada esto. Intentó gemir pero ni eso pudo, superado por el dolor. Intentó luego escapar de mi polla horadando su culo, pero tampoco pudo, fuertemente sujeto de las caderas… Pero no quitó las manos de la pared, quizá de la impresión, quizá del shock, quizá deseando que le siguiera penetrando… Me daba igual

De un par de fuertes empellones se la metí entera, y ahora Víctor si que soltó un grito bajo y cerrando sus manos en puños comenzó a golpear la pared como loco mientras jadeaba y parecía sollozar de dolor. Puse mi barbilla en su oído

-Esto es lo que iba a sentir David- le dije, mordiéndole la oreja, buscando tanto el placer como el dolor- Disfrútalo-

Me lo empecé a follar a un ritmo demencial. Víctor empezó pidiéndome que parara, sollozando de dolor e intentando hacer fuerza con brazos y piernas en la pared para soltarme, pero mi postura me daba ventaja y sobre todo mi polla en su culo le sacudía con latigazos de dolor puro que le drenaban las fuerzas necesarias para terminar de imponerse

Me lo estuve follando así varios minutos, aunque para él debieron ser horas. Su erección decreció casi por completo, y era evidente el dolor que le estaba provocando. Pero, una vez se fue asentando mi polla y su culo, que apretaba como loco, se fue amoldando al hierro al rojo que tenía dentro, los jadeos de dolor comenzaron a dar paso a los de placer.

Empezó a estirar el cuello a dejar caer la cabeza en mi hombro, su erección recuperó el terreno perdido e incluso sus caderas comenzaron a acompasar el bombeo. Se seguía quejando de que le dolía, pero con mucha menor frecuencia. Y los insultos sueltos que me dirigía ahora ya iban acompañados de peticiones de que no parara

Y no paré

Mis manos dejaron libres sus caderas, seguro de que ya no iba a escapar, y me lancé a recorrer todo su cuerpo. Le amasé los huevos, sintiéndolos cargados y listo para la descarga. Le evité la polla, aunque la dejé caricias sueltas. Le recorrí el pecho entero, sujetándole del cuello para poder dejar con libertad besos en él. Y me sobé los muslos, obligándole a abrirse más de piernas para mí; retrayendo más su cadera para una mejor follada

En un momento dado la cabeza de Víctor comenzó a dar bandazos y sus gemidos aumentaron y ni me hizo falta preguntar. En pocos segundos vi varios chorros blancos estrellarse en la pared, junto a los míos. Intentó frenar el ritmo, pero yo no había terminado

-Te dije cuanto más me corriera fuera menos me correría dentro…- le susurré al oído- Y aún me queda algo para llenarte, Víctor-

Con fuerza le estrellé contra la pared, haciendo que tuviera que ladear la cabeza para pegar la mejilla. Le puse un brazo en la nuca, apretando. Simulando la postura que tenía con David, lo que me volvió totalmente loco de excitación, y con sonoros golpes húmedos del agua le empecé a ensartar entero.

Víctor volvió a las pegas por el dolor, pero de nuevo me dio igual. Si no me importaban en alguien eran en él, así que seguí penetrándole. Gimiendo como loco y recreando la escena que vive desde fuera del vestuario una y otra vez en mi cabeza. Explorando todos los posibles finales que se me ocurrían, deleitándome con las posibilidades, intoxicándome con la mi propia excitación

Y me dió igual, me sentía por encima de todo

Me corrí sin avisar dentro de Víctor, que tuvo que arquear el cuerpo como pudo al sentir el fuego en su interior, buscando escapar pero sin conseguirlo. Totalmente cautivo

Le solté y liberé su cuerpo, haciendo que cayera en el plato, primero de rodillas y luego a gatas a mis pies. Yo apoyé una mano en la pared y cogiendo la alcachofa eché agua por los cuerpos sudados de ambos, bajando el orgasmo

-Tenemos un trato- dijo Víctor, jadeando

-Creo que necesitaré más pagos, folla piernas- le dije dándole una suave patada amistosa- Aunque no creo que te vaya a suponer un problema-

Y dejé caer la alcachofa y el gel a su lado, para que se terminara de limpiar. Mientras yo salía de la ducha y el cuarto envuelto en una toalla, listo para vestirme y ponerme a pensar en mi siguiente objetivo

Miguel

Y para Miguel creo que iba a necesitar a Guille

Y luego por fin podría centrarme de de verdad en David

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Miguel

Lee el mensaje, pensé mientras me esforzaba en mirar la pantalla de mi móvil, como queriendo traspasarla

Mi pulgar fue directo al desbloqueo por huella. Pero me paré a medio camino… De nuevo me asaltó el miedo. No quería enfrentarme a eso. No quería enfrentarme al rechazo, convencido ya de si que si su mera posibilidad era una tortura, la potencial certeza sería devastadora

Así que de nuevo volví a dejar caer el móvil sobre mi escritorio y me levanté listo para cenar con mi familia. Fingiendo de nuevo ser alguien muy distinto a quien era en realidad

Alguien feliz y sin miedo

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Hola. Espero que os haya gustado. Este me ha quedado largo para lo que suelo hacer. Realmente no quiero que sean tan largos si voy a llevar un ritmo semanal, pero a la vez tampoco quiero dejarme fuera demasiadas cosas importantes, como si he hecho en anteriores para aligerar las cosas. Un difícil equilibrio. Gracias por comentar el anterior, tenéis la respuesta a vuestros comentarios en ese mismo relato; me ayudais a mejorar un poco con cada publicación. Y claro, gracias a todos por leerme