MCP VII: El placer de acariciar la piel

Acabada la primera competición, la siguiente ya aparece en el horizonte. Con la presión aumentando sobre los nadadores del MCP algunos encuentran un hueco para recuperar el tiempo perdido, a todos los niveles

Han pasado varios días de la primera competición y los equipos ya están preparando la siguiente. La rueda sigue girando, cogiendo velocidad, y todos tienen que estar a la altura para llevar el ritmo o arriesgarse a quedarse atrás... Pero, ¿qué pasa con los de atrás?

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Mateo

La verdad es que no actué de la mejor manera cuando Fran me pilló saliendo del cuarto de Eloy semidesnudo. Me quedé quieto, envarado, contemplando a ese chico altísima clavar su mirada de ojos avellana en mi, confuso pero uniendo rápidamente piezas en su cabeza.

Iba a decir algo, lo que fuera. Justificarme. Explicar que no era lo que parecía. Que era un error. Asustado. Inseguro, tanto por mí como por lo que pudiera pensar… Empecé a respirar fuerte. Pero el chico simplemente ladeó la cabeza, poniendo una mano en mi hombro, como había hecho en el coche

-Yo...yo no… Esto no…- parpadeé con fuerza, evitando las lágrimas de angustia

-Tranquilo- dijo- Yo solo he visto a un chico volviendo de fiesta-

Y algo en su voz, de nuevo, me volvió a relajar, como había hecho en el taxi. Asentí, mirando al suelo. Sin atreverme a cruzarme de nuevo con sus ojos

Me dio un suave apretón y entró en su cuarto. Se paró en la puerta, mirando un segundo hacia atrás

-Si alguna vez quieres hablar de esto con alguien, búscame- y cerró la puerta sin más, como si nada hubiera pasado

Suspiré, apoyándome en la pared totalmente confundido

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David

Habían pasado varios días desde el sábado de competiciones. Y Enrique ya no me hablaba, ni de hecho ninguno de mis antiguos compañeros de Escuela. No desde que había mirado hacia otro lado cuando el de Absoluto joven se había acercado con sus amigos a molestarme. Eso había sido como una marca sobre mi piel, una señal de que el resto debía estar al margen. Y todos habían dado un prudente paso atrás

Tampoco mi rutina cambió demasiado, seguía haciendo todo solo

Pero dolía. Me molestaba. Y lo peor es que no lo entendía. No entendía porque el de Absoluto había decidido meterse conmigo, ni por qué el resto no había hecho nada y de paso tampoco por qué todo el mundo parecía mirarme de reojo desde que entré al grupo de entrenamiento. Como si yo no tuviera derecho a estar allí, con ellos, dentro del Carranza-Pío… Como me había dicho el de Absoluto

Sobraba

Yo puedo con todo, pensé de nuevo para darme ánimos, mientras me cambiaba de forma lenta, remoloneando para volver a escabullirme a las piscinas a entrenar en cuanto se fueran todos

Había quedado con Miguel a entrenar, aprovechando que era el día de mayor ajetreo en el MCP. Pasaríamos desapercibidos en la calle que habíamos reservado. Aprovechando que Junior y Absoluto usaban esa tarde para hacer planes fuera.

Y de paso… De paso me serviría para matar el tiempo hasta la noche. Hasta que pudiera subir de forma discreta al cuarto de Fran… Porque esa noche iba a "dormir" con mi morenazo, lo que me provocaba un agradable cosquilleo por la piel de anticipación.

Era la única forma que teníamos de vernos ahora.

Apenas habían pasado unos días de la competición y ya nos teníamos que preparar para la siguiente. En mi caso la semana que viene, en el de Fran dentro de dos. Todo el MCP tenía que aprovechar las competiciones de octubre y noviembre para hacer las mejores marcas de tiempo posibles para clasificar a los campeonatos de verdad, que empezaban a partir de diciembre. Era una carrera entre todos.

En mi caso para entrar o no al Martín Carranza-Pío

Un escalofrío me recorrió la espalda

Sentí las miradas de los pocos que quedaban en el vestuario sobre mí, y eso que estaba en una esquina discreta. Apreté los dientes… Podía con eso. Podía con eso. Podía con eso. Podía con eso…

Y entonces alguien se plantó delante de mí. Por un segundo el corazón se me paró, saltándose un latido. Esperando una confrontación. Y cuando levanté la vista, unos ojos pardo-verdosos me devolvieron la mirada, amigables… Mateo

Me sonrió a su modo, de forma sincera, y basculó el peso de un pie a otro, algo inseguro por haberse acercado de esa forma tan directa. Estaba ya cambiado porque había salido mucho antes que yo, pero parece que se había retrasado en las duchas.

Como siempre tenía el pelo marrón corto en los laterales, pero más largo y revuelto en la parte superior. La piel blanca aún ligeramente tostada del verano. El cuerpo delgado y algo más fornido, rellenando una camiseta y unos vaqueros desgastados; fiel a su estilo de no preocuparse por su imagen. El brazo sujetaba su bolsa de deporte, cruzado sobre el pecho; y creo que estaba más fuerte de lo que recordaba, fruto de los entrenamientos.

Y quizá con esa descripción pudieran entrar casi todos los nadadores juveniles de España. Pero Mateo era más, era algo especial. No era como el resto.  No era como yo, ni como Enrique, ni como Fran, ni como los gallitos de los equipos… Mateo era… Era… Transparente

Sus gestos distraídos y la manera que tuvo de apartar la mirada, algo inseguro cuando le miré directamente a los ojos, me lo confirmó. Como si le diera reparo pese a que llevábamos años siendo amigos en la Escuela Deportiva. Sin tener el ego subido, pese a ser el mejor nadador novato de todos. Era inseguro, pero también era inocente y franco; sin doblez ni malicia

Mi corazón palpitó más fuerte. Deseando poder abrazarle

-Mat…¿Cómo vas?- le pregunté, recobrando la compostura- Pensé que te habías ido-

Se sentó a mi lado, esperando a que me cambiara

-Sí, pero hace mucho que no hablamos porque siempre salgo antes- dijo, y fiel a como era no hubo ningún doble sentido ni indirecta sobre lo rápido que era, porque seguro que él no se veía así- Y para que me de cuenta yo… Debe ser bastante tiempo- me sonrió

A mi me quedaban las deportivas, pero paré totalmente de vestirme. Queriendo alargar el momento.

Mi brazo rozó el suyo. Me estremecí entero. Sus ojos de nuevo tuvieron la fuerza suficiente como para cruzar una mirada conmigo. La garganta se me secó un poco. Apenas habíamos hablado este mes, y por un momento pareció que mi cuerpo había olvidado su presencia y lo que me provocaba. Me pasé una lengua por los labios. Mateo ladeó la cabeza, mostrándome su cuello blanco y deseé besárselo.

Tosí por lo bajo, algo descolocado aún por lo repentino de todos estos sentimientos intensos

-Si, bueno… No soy muy rápido- dije lentamente, viendo y estudiando su reacción para comprobar si veía lo mismo que en el resto

Rezando para que no, porque no se si podría soportar eso si viniera de él. De Mat

Mateo alzó las cejas, genuinamente sorprendido. Luego frunció el ceño, sinceramente confuso

-Puede, de momento- me sonrió de nuevo- Estoy convencido que fundirás a todos tarde o temprano, David- se inclinó hacia mí, imitando mi manía personal de dar cabezazos suaves a la gente, en este caso dándomelo en el hombro- Eres bueno-

Controlé mis ganas de capturarle la nuca y besarle

-Eres un sol, Mat- dije sinceramente, me incliné ahora yo para darle un suave cabezazo pero en su frente, le miré directamente a los ojos- Y que me diga eso el mejor novato del Carranza-Pío es un honor- le guiñé el ojo- Y el más guapo-

Mateo se separó, resoplando cortado, sin saber qué responder. Y negando con la cabeza mientras se reía. Eso me dio confianza. Siempre me hacía sentir cómodo ver que mis comentarios animaban a la gente

Continúe hablando, perdido el apoyo de su cabeza pero inclinado hacia él. Aguardando un beso que sabía no se iba a producir

-Me subes el ego, y eso no es bueno- sonreí, chulito- Ya verás, te acabaré sacando un minuto de tiempo solo por orgullo-

Mat, recompuesto ya del comentario, asintió sonriente. Nos quedamos en silencio. Juntos. Cerca. Mientras el vestuario ya casi vacío terminaba poco a poco de vaciarse. Mateo basculó algo el peso. Le conocía. Estaba intranquilo por algo. Eso me afligió. No quería ver a Mat triste, y ahora, a su manera, lo estaba.

-Te…¿te gustaría tomar algo?- me preguntó bajando la mirada- Así nos ponemos al día-

-¿No sales con los de Junior?- pregunté, casi como un acto reflejo

Solía ser el plan que tenían, irse al parque cercano o por el barrio a relajarse y luego irse recogiendo a casa. O eso creía. Porque, para sorpresa de nadie, nunca me habían invitado. Visto en retrospectiva me debería haber dado cuenta mucho antes, no solo estos últimos días

Me afligió de nuevo la sensación de estar solo… Pero ahora Mat estaba conmigo.  Mateo… Qué guapo era. Para mi era increíblemente sexy. Y sus ojos, puros y limpios, tenían tristeza en ellos. Y deseba quitársela. Abrazarle, como amigo o como novio, me daba igual, para que se sintiera seguro y protegido conmigo. Para que nada le preocupara. A salvo bajo mi brazo protector. Tan cerca de mi como pudiera

-Tu nunca te unes- respondió- No se si porque estás ocupado- razonó en voz alta, con mirada pensativa- Si te quito tiempo dime, no quiero molestar- acabó de nuevo inseguro sobre si iba a ser aceptado a mi lado

Me lo comería a besos

-No es eso Mat… Nadie…-

Nadie me ha pedido que me una nunca, iba a decirle. Pero yo no buscaba consuelo de nadie. Ni pedía que tuvieran compasión de mí. Podía con eso. Y quería ser fuerte delante de Mateo, eso también

-Me quedo a entrenar a veces- improvisé, era en parte verdad- En las semi olímpicas-

-¿Solo?-

-Bueno… Ahora con un chico, de mi calle de al lado- confesé

-Oh vaya…- se miró las manos- Pu…¿puedo entrenar con vosotros hoy?- me miró de reojo- No me apetece mucho estar cerca de los veteranos hoy, me hacen sentir algo incómodo-

Eso me enfadó. Nadie hacía sentir incómodo a Mat si estaba yo delante… Pero eso era en la Escuela, cuando solía estar en el centro de todo. Ahora pocas veces iba a poder estar ahí para Mateo, por el momento

Le pasé el brazo por los hombros, dándole un cabezazo suave en la sien. Dejé la cabeza ahí, junto a la suya, mientras restregaba en parte mi brazo. Si que era verdad, se estaba poniendo poco a poco más fuerte, recubriendo sus huesos. Poniéndose todavía más atractivo a mis ojos

-¿Y tener la oportunidad de verte en bañador, Mat?- sonreí cuando él también lo hizo, incómodo pero agradecido- De paso podrás ver como te fundo en el agua… Estamos haciendo ejercicios especiales… Complejos- me separé, alzando las cejas para darle un aire de misterio- Avanzados- me puse un dedo sobre los labios, buscando que se fijara en ellos- Secretos-

-Te lo crees demasiado a veces- respondió Mat, sin mostrar mucha receptividad a mi insinuante gesto juguetón

Suspiré, resignado pero contento por tenerle cerca

-Porque me dejas- y sonreí sacándole un poco la lengua al final

Recordé como se había tensado cuando, hace unas semanas, había hecho ademán de inclinarme a besarle. Me sentí triste de nuevo, por el rechazo anterior y porque no me diera pie a nada ahora… Pero iba a ver, y a tener cerca, al chico que me gustaba en bañador. Eso lo compensaba algo… Algo

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Fran

Las copas habían empezado bien, pero tras hablar de las competiciones del pasado fin de semana pronto fueron por un terreno que no me hizo ninguna gracia, pero sobre el que nada podía decir. Aunque me estaba costando horrores aguantarme.

Tenía los nudillos blancos sobre el botellín, bajo la mesa de la soleada terraza donde estábamos tomando algo

-Y le dejan nadar con nosotros- siguió Víctor, el chico de Absoluto joven con el que se encaró David hace unas semanas en el comedor- No lo entiendo… Un grupo de entrenamiento de uno- dio un largo sorbo a su tercio, mientras se recostaba en su silla- De uno, ¿cuando se ha visto eso?-

-No sé en qué piensan los entrenadores- terció otro, este más mayor- Agrupan a todos los de Junior en nueve calles en vez de diez, todo por darle una en exclusiva a él-

-No me gusta- siguió Victor- Es injusto… Y baja el nivel general, no somos un Club municipal-

Una figura a mi lado, que tenía las manos en la nuca y miraba al cielo, giró la cabeza. Suspirando cansado. Era Jose, uno de los veteranos y que prestaba poca atención a la vida social de los más pequeños. Más centrado en competir y en las chicas, como había demostrado en Zaragoza

-Fran sabrá algo más- se encogió de hombros - A él le llamaron los entrenadores para hablar de eso-

Como unas veinte cabezas se giraron para mirarme, forzando a que pusiera cara de poker. Gracias Jose, gracias por decir eso delante de todo Absoluto.

-¿Tú, Fran?- preguntó uno, ladeando la cabeza- Nos llamaron a todos, pero no sabía que tu te quedaste después-

-¿De qué hablasteis?- esta vez fue Hector, que me miraba entrecerrando los ojos, mientras daba un trago sentado en otra parte de la alargada mesa

Los recuerdos de lo que me dijo el primer entrenador llamearon en mi mente, vívidos. Y eso que había tratado de olvidarlo. Evitar pensar en ello. Y desde luego no les iba a contar nada a los chicos, no podían saberlo. David estaba a salvo sin que se supiera, ni siquiera por él mismo, y para mi eso era razón suficiente.

Ya bastante cargaba yo con eso

-Nada, me preguntaron opinión porque yo me quedé en verano aquí y el vino algunas veces a entrenar- dije, encogiendome de hombros, fingiendo estar tranquilo- Le di un par de consejos y algún ejercicio- bebí de mi botellín

Y me enamoré de él, pero claro eso era todavía más secreto

Victor iba a volver a opinar. Pero Jose dispersó el tema con un gesto de la mano. Cansado de hablar de chicos de Junior, de los que solo se conocía el nombre de cuatro con suerte. Arreglando en parte su cagada anterior sin saberlo.

Pidió otra ronda de bravas, y empezó a opinar sobre su primer tema favorito: competiciones. En concreto sobre el Campeonato de Madrid de enero. Lo que desvió totalmente la atención de todos.

Me relajé, destensando los hombros que no sabía que estaba apretando. Me había tocado en lo personal que opinaran así de David… Pero era hipócrita por mi parte juzgarles. No lo decían a malas. Era verdad que era injusto un grupo de entrenamiento de una sola persona. Los había habido antes, claro, pero siempre eran de cuatro o cinco, una calle completa de entreno, y muchas veces para chicos de fuera de Madrid, como segunda oportunidad por méritos.

Casi nunca por alguien de la Escuela, y nunca para solo una persona

Era injusto, y si no hubiera conocido a David opinaría lo mismo… Pero ellos no lo conocían como yo… A mi chocolatina, a mi principito. Él se esforzaba y… Y entraría a los equipos. Estaba convencido. Solo tenía que ser cuidadoso. Cumplir las dos promesas que me había hecho: no mezclarse con la gente de los equipos y avisarme si algo empezaba a hacerle sentir mal. Podía conseguirlo, con mi ayuda, podía conseguirlo.

Solo tenía que cumplir las promesas. Y nada pasaría. Ni si quiera importaría lo que me había dicho el entrenador tras la prueba

Solo cumplir las promesas

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David

-Mateo, este es Miguel… Es el chico de Junior con el que entreno- dije estirando el cuerpo al lado de la piscina semi olímpica- Miguel, este es Mateo es…-

Miguel estaba tenso, tendió una mano a Mat de una forma un tanto precipitada, como si estuviera totalmente cortado. Tragó saliva. Sin dejarme terminar empezó a hablar

-Le conozco… Vi sus largos de asignación- asintió lentamente- Fueron increíbles-

Mat rebulló incómodo. Seguramente sin creerse para nada lo impresionantes que fueron de verdad. Estrechó la mano y en un gesto algo impropio de él, pero que dejaba claro que intentaba ser amable, le palmeó el hombro. Los dos se quedaron callados, cortados. Y además por motivos opuestos, uno intimidado por lo bueno que era el otro y el otro sin creerse más que un nadador promedio.

Suspiré. Se juntaba el hambre con las ganas de comer. Así que tendría que tomar el control de la situación. Lo que en realidad me gustaba, la verdad

-Bueno, presentaciones hechas- me giré a Mateo- Estábamos practicando un ejercicio de braza, de hombros- Mateo asintió mientras le explicaba- Creo que vamos a poder adaptarlo para los ejercicios de este mes en mariposa- continué, mirando ahora a Miguel, que asintió rápido, como un alumno aplicado- He estado investigando un poco- más bien recordando las series de ejercicios de Fran- Y creo que podemos hacer un entreno mixto de ambos estilos, centrado en el hombro-

Ninguno habló, dejando que asumiera totalmente el papel de pseudo entrenador. Me vine un poco arriba, he de admitirlo. Y eso que, salvo pinceladas mías, estaba replicando las enseñanzas de Fran… Que suerte tenía de tener el morenazo a mi lado

Pero ahora no era momento de pensar en eso. Foco. Ya pensaría en cómo íbamos a reventar la cama más tarde el potrillo y yo

Mateo estaba delante y quería impresionarle. Y de paso que no se me notara demasiado como me encantaba verle en bañador de malla, donde se le marcaba todo

Seguimos estirando mientras les contaba

-La amplitud articular es importante… Menos brazadas, implica que tienen que ser más fuertes y potentes… Porque si no tus propias piernas te atropellarán y te harán perder el ritmo- estiré un brazo haciendo presión con el otro, por delante del torso- Eso en mariposa viene a ser lo mismo… Tienes que hacer el movimiento lo más eficiente que puedas, pero adecuándolo a la potencia de la patada- estiré los lumbares- Si no, la propia resistencia del agua te hará sobre esforzarte- di una suave palmada, colocando mis manos sobre los hombros de Miguel- Así que tenemos que ganar algo de fuerza aquí, o los ejercicios de pierna nos harán más mal que bien-

Miguel me miraba con los ojos muy abiertos, impresionado. Como siempre que le explicaba ejercicios en nuestras sesiones, parecía beber las palabras. Eso me hizo sentir más cómodo. Mateo estaba callado con gesto de concentración, evidentemente queriendo asimilarlo todo

-Los ejercicios de hombro ponen en juego muchos más músculos que los de brazo o pierna puros…- ahora le puse, de forma totalmente intencionada, la mano en la espalda a Mateo-Sobre todo en mariposa, que necesitas todo el empuje de la espalda para vencer al agua- disfruté pasando mis yemas y sintiendo su delgado cuerpo debajo, pero me forcé a centrarme- Así que la técnica es importante… El impulso no nace en la articulación, si no que con la fuerza de la parte anterior de la espalda y brazos se controla y distribuye por los músculos del hombro desde ella- fruncí el ceño, haciendo memoria- Es como un centro de mando, si la amplitud articular no es correcta, se sobrecargaran más unos músculos que otros… Y no seremos todo lo eficiente que podríamos ser… El arco articular…. - dije fingiendo el movimiento a cámara lenta- ...tiene que distribuir las fuerzas y pesos de forma proporcional-

Me di cuenta de que un par de personas de las otras calles se habían acercado, escuchando mi discurso. Por suerte no eran de los equipos de competición. Eran de los grupos de adultos, que hacían sus ejercicios suaves en la piscina; por suerte con sus propios entrenadores externos. El primer y segundo entrenador estaban en las olímpicas, con las clases de los chicos de la Escuela Deportiva, demasiado lejos como para escucharme.

Eso me tranquilizó, aunque no quise admitirlo

Terminé mi explicación con la secuencia de ejercicios. Haríamos algo suave. Rotaciones hasta llegar a los tres mil metros nadados cada uno. Nada muy complejo. En el entrenamiento del viernes y sucesivos tendría que irlo complicando, sobre todo si Miguel mejoraba.

Mateo se lanzó el primero al agua. Encantado por como lo había explicado, lo que me llenó secretamente de orgullo. Y de forma inversamente proporcional a mi enamoramiento por él, lo fue para la autoestima de Miguel el ver como, sin aparente esfuerzo, Mat avanzaba por la piscina de 25m casi clavando la técnica a la primera. Aunque en defensa de Miguel, mariposa era el estilo estrella de Mat.

-Es buenísimo- susurró, ambos sentados en el borde, esperando el turno de la rotación

-Pero no le digas mucho lo bueno que es… Le da corte que se lo recuerden- Miguel me miró como si estuviera loco, pero me encogí de hombros- Mateo es así… Callado, humilde y sin querer ser el centro de atención-

-Vaya… Pensaba que era como los otros- se inclinó hacia mí- Algo borde-

-¿Qué otros?- pregunté, distraído por ver el cuerpo de Mateo bajo el agua

-Los rápidos- dijo encogiéndose de hombros- Eso dicen los chicos de mi calle… Pero es la primera vez que he hablado con alguien de los rápidos en lo que llevo aquí- señaló con un cabeceo a Mateo- No hablan mucho con nosotros-

-Decídselo al entrenador- fruncí el ceño

Miguel se rió

-Se nota que no prestas mucha atención a lo que pasa fuera de tu calle…- suspiró- Los entrenadores no nos hacen apenas caso… Por eso nos quedamos a entrenar los viernes… Para mejorar-

-Pero...Eso no puede ser- dije, girandome hacia él- ¿Cómo vais a mejorar si nadie os dirige el entrenamiento?-

Miguel me huyó la mirada, mirándose las manos

-Por eso intentamos entrenar por nuestra cuenta, fuera de los ejercicios globales los entrenadores no nos dicen demasiado… Se centran en los rápidos- me miró de reojo- O en tí-

Parpadeé sorprendido por el suave deje de reproche que sentí en su voz. Eso sí, por suerte no reflejado en sus ojos. Me pasé la lengua por los labios, pensando

-Deberían centrarse en vosotros antes que en mi- dije frunciendo el ceño- Sois de los equipos-

-Eso dicen los otros...No les gusta que el entrenador te preste tanta atención sin ser de los rápidos, creen que es injusto- y lo dijo en voz baja, como si se sintiera culpable- Yo no sabía mucho cuando llegué, así que me dejé llevar… Lo siento-

Eso explicaba algunas cosas, al menos por la parte de mis compañeros más lentos

-Yo… No me había dado cuenta-

Me he centrado demasiado en mí, pensé sintiéndome algo abatido por Miguel y los otros chicos. Se debían sentir tan solos como yo, o más.

Empatizé con ellos.

Yo al menos tenía la ayuda secreta de Fran ¿Cómo era posible que no les hicieran caso? Eran nadadores del Carranza-Pío, eran miembros de los equipos, tenían ese derecho

Nos sobran lentos

Las palabras del chico de Absoluto joven, el gallito, volvieron a  mi mente. Enfadándome de nuevo. Mateo acabo su primera serie y quedó apoyado con el brazo en la corchera. Miguel algo cortado fue al agua, y Mat le animó con el pulgar hacia arriba

Nos sobran lentos, recordé

Aquí no sobra nadie, pensé

-

Mateo

Que majo era Miguel. La verdad. Era un poco tímido, pero eso hasta me iba bien, porque no es que yo fuera el alma de la fiesta. Por suerte, como siempre, David se encargó de hacernos sentir cómodos el uno con el otro. Estaba algo distraído, pero aún así dirigía el entrenamiento de forma precisa, dando consejos que a mi la verdad me parecían bastante avanzados. Si cerraba los ojos casi parecía estar escuchando hablar a Isma, Rubi y a Eloy, cuando se ponían a debatir sobre ejercicios complejos

Eloy

No había querido ir con la gente de Junior con la que salía más ahora, concretamente por Eloy. Quería evitar tenerle cerca, sobre todo en situaciones en las que sería más fácil quedarme a solas con él. Me daba miedo. Miedo a lo que pudiera pasar, a lo que me pudiera hacer… A lo que me pudiera llevar hacer

Estaba muy confuso, y agradecí internamente de nuevo que Eloy me ignorara en público. Me daba un respiro. Excepto en los momentos en los que me lanzaba una de sus miradas ardientes. Pero eso era mejor que las caricias de cuando me pillaba a solas o las palabras susurradas o los besos… Los besos…

David palmeó el agua, para rescatar mi atención. Estábamos acabando ese entreno ya, y quedaban los ejercicios de relajación, que eran importantes para evitar el agarrotamiento.

Le miré atentamente. Apoyado en el borde mientras explicaba las extensiones de hombro… ¿Me gustaban los chicos? ¿Era gay? David era guapo, había que estar ciego para no verlo. Tanto de rostro, afilado y elegante, como de cuerpo, delgado y marcado. Con su sonrisa chulita, su pelo rubio oscuro revuelto y sus ojos celestes luminosos… Pero… Pero por mucho que lo intentara, no veía en él más que a mi amigo. Un chico atractivo, que estaba bueno y era amable conmigo. Pero solo eso

No era...No era como Eloy. Ni tampoco Isma, ni Rubi, ni nadie de los equipos. Siempre había chicos a mi alrededor en el MCP, de todos los tipos. Altos, bajos, atléticos, fibrosos, musculosos, adolescentes, veinteañeros y docenas más. Pero solo con Eloy sentía algo así, tan intenso… Y que me daba tanto miedo.

Floté hasta el borde, con Miguel. Ya que a David le quedaban los últimos largos

-Ha estado bien- dijo Miguel, que parecía haber controlado su entusiasmo al hablarme, lo que agradecí- Pero me cuestan los ejercicios-

-Yo no los termino de pillar del todo- dije, miré hacia atrás, hacia la espalda de David a lo lejos, en la piscina- Pero lo explica muy bien, tienes suerte de haber podido entrenar así estas semanas… Si lo llego a saber me apunto antes-

Miguel asintió, pensativo. También perdido en sus propios pensamientos, mientras la tarde iba dando paso a la noche

David llegó con la respiración algo acelerada. Mientras pasaba a estirar de nuevo con nosotros, Miguel se animó a hablar de nuevo

-Oye David… Un chico de mi calle… Tiene problemas en espalda y libre- miró a mi amigo a los ojos-¿Puedo…ofrecerle que se una a los entrenos?-

David miró un segundo a Miguel con sus ojos celestes cargados de intensidad. Tomó aire lentamente, como si meditara algo importante, y habló a los pocos segundos

-Claro Miguel, a todos los que creas que les vendrá bien- asintió decidido-Aquí no sobra nadie-

-

Fran

Era ya casi de noche. La puerta de mi cuarto se abrió tras un suave golpeteo, David asomó la cabeza entre la penumbra del pasillo, oscuro y silencioso mientras todos los de la residencia cenaban. Al verme sentado delante del ordenador, estudiando un poco para aprovechar la espera, sonrió.

-Que aplicado, ¿interrumpo?-

Mi corazón palpitó fuerte, respondiendo a su voz de forma instantánea. Bombeando olas de felicidad por todo mi cuerpo y mi cerebro

-Nunca me interrumpes- dije, cerrando el libro- Ya estudiaré mañana- me giré sobre la silla

-Se confirma que soy una mala influencia- ahora pasó a sonreirme chulito- Corrompo al Fran responsable-

-Ese está a otras cosas hoy- me levanté, estirándome un poco, vestido aún con la ropa de calle- Hoy tenemos a otro Fran-

Antes de que pudiera preguntar a cual me coloqué de una zancada a su lado. Cerrando la puerta con suavidad a su espalda. Le cogí la fina barbilla con los labios, haciendo que alzara la cabeza y entreabiera sus labios de golosina para mi, rosados y de aspecto suave. Le besé sin poderme controlar más, ahogando cualquier palabra que fuera a decir

Le apoyé contra la puerta mientras mi mano se colocaba a la altura de su cabeza, sobre la madera, para poderme pegar más a él sin aplastarle. David se dejó acariciar los labios, compartiendo el beso, bebiendo de mi aliento. Pero tuve que al final separarse por aire, yo respire de forma pesada, reclamando su boca de nuevo en cuanto pude. Cortando lo que me decía

-Fran...la...cena…- me estaba diciendo, entre beso y beso, sin mucha intención de hacerme parar de verdad

-Tú...eres mi...cena hoy- le respondí, buscando sus manos para entrelazar mis dedos con los suyos, disfrutando de su tacto, de su calor, de su cercanía

Cuanto le había echado de menos mi cuerpo. Ahora lo veía en toda su magnitud. Solo con un par de besos toda mi anatomía, todas mis hormonas, estaban despertando a una velocidad increíble. Deseando poder exprimir al máximo cada segundo con él, cada movimiento y cada respiración. Le necesitaba cerca, todo lo cerca que pudiera estar… Sin ropa, sin nada

Mis manos le sacaron la bolsa de deporte, que cayó a un lado, y luego le cogieron del rostro y el hombro, dejando suaves caricias para acompañar a los besos. David me puso las manos en el pecho, dejando suaves presiones por todo él, haciéndome estremecer incluso a través de la ropa. Solo porque eran sus manos sobre mí

Mi lengua le recorrió la boca en una pasada profunda, acariciando la suya. Y me separé de él, necesitando de nuevo aire. David también respiraba de forma agitada, buscando llenar los pulmones

-Te he echado de menos- no pude evitar decir- Mucho-

-Yo a ti también potrillo- me dijo David, sonriendo y entrecerrando los ojos

Mis brazos le abrazaron, estrechando su cuerpo contra el mío. David me correspondió, enterrando la cara en mi cuello, dejándome besos sueltos; apretándose con fuerza contra mí, extasiándome. Sentí su corazón palpitando fuerte en su pecho, ¿o quizá era el mío que estaba tan desbocada que resonaba en el suyo? Me separé, buscando su boca. David retrajo la cabeza rehuyéndome durante un par de centímetros, sonreí ante su juego. Hasta eso había echado de menos, cada detalle le hacía perfecto

-David…- dije, sintiendo un creciente calor en el pecho, deseando decirle demasiadas cosas

Se alzó un poco de puntillas para cortarme él ahora con un beso que acepté encantado. Me mordió suavemente el labio inferior, y sus manos comenzaron a quitarme la camiseta

-Tengo un regalo para tí… Un agradecimiento-

Sonreí con ternura. Derritiéndome literalmente

-¿Por qué, David? No me tienes que agradecer nada-

-No- dije negando con la cabeza- Me has ayudado mucho, Fran… Yo… Yo se que todo esto ha sido gracias a tu ayuda- cabeceó señalando el MCP- Eres...Eres… Eres increíble- terminó, me miró directamente a los ojos

Su confesión me llegó hondo. Le abracé con más fuerza, restregué mi mejilla contra la suya, buscando hablarle al oído

-Tienes todo lo que quieras de mí, David… Siempre- se lo mordisquee- Todo-

David suspiró, dejándome un beso en el cuello. Se separó. Y se apoyó con la espalda en la pared. Mirándome

-Desnúdate y túmbate en la cama boca abajo, Fran- me sonrió con dulzura- Te va a gustar, creo-

Me mordí el labio, con todo mi cuerpo vibrando por la anticipación. Lo hice… Me desnudé. Justo delante de él. Queriendo que me mirara hacerlo. Queriendo que viera todo de mi.

Mi camiseta fue lo primero. Mi estómago plano y duro, con la suave marca de los abdominales, quedó a la vista, con mis abombados pectorales luego, recorridos por la cadenita de oro. Y finalmente mis hombros redondeados, del color de la canela.

La camiseta cayó al suelo, pero David ni se fijó, teniendo los ojos clavados en los míos y por mi cuerpo. Recorriéndome entero

Me inflamé por el deseo correspondido

Al quitarme los vaqueros mis fuertes brazos se tensionaron e hincharon ligeramente por el movimiento, y un poco a propósito, excitando a David como sabía que haría. Mis torneados muslos quedaron al aire, seguidos del resto de las piernas en cuanto me desprendí de las zapatillas y el resto de los pantalones.

Y mi erección pasó a reclamar toda su atención. David suspiró por lo bajo

De un golpe secó me los baje, para que pudiera comprobar lo increíblemente duro que su mera presencia me hacía estar. Lo que sus besos y caricias despertaban en mí

Me giré hacia la cama, estirando la fuerte espalda, de músculos alargados. Me tumbé. Y me llegó la voz de David

-Cierra los ojos, potrillo-

Lo hice y me recosté de cara, aguardando

-

David

Fran era un morenazo. Un titán. Un campeón… Era increíble. Me sacaba tres años y aún así parecía estar a otro nivel completamente inalcanzable. Era...Era… Era impresionante. Y mi corazón latía con fuerza, queriendo salirseme del pecho

Le había echado tanto de menos, había querido con tantas ganas sentir sus labios, que casi me quemaba la pasión. Necesitaba su cuerpo sobre mí y a él dentro de mí, llenándome entero de fuego. Volcando toda su pasión y su deseo. Caliente y ardiente. Cálido y agradable. Excitante

Fran cerró sus ojos avellana, obediente. Y con el menor ruido posible me desnudé corriendo. Acercándome. Me incliné sobre él, en el borde de la cama

Le hablé al oído en susurros

-Espero que te guste mi regalo-

Fran se estremeció de gusto, tensando la espalda, anticipando que si que le iba a gustar. Sonreí, feliz y contento por ello

De mis labios salió un suave soplido que paseé por su cuello y sus hombros, haciendo que Fran suspirara entreabriendo los ojos pero volviéndolos a cerrar para mantener las reglas. Su piel se fue erizando lentamente a mi paso, reaccionando casi de inmediato. Entonces empecé con las manos, recorriendo levemente con las yemas las mismas zonas que iba erizando con mis suaves soplidos, recorriendo su sensible piel en caricias leves que lanzaban descargas de placer por todo su cuerpo

Y, poco a poco, de forma lenta las yemas fueron aplicando cada vez más presión hasta que fueron todas las manos, haciendo suaves pasadas por la parte superior de sus grandes hombros. Recorriendo con los pulgares la columna con suavidad, haciendo que se arqueara mientras suspiraba de gusto.

Fran, mi potrillo, era de piel sensible. Hace tiempo que lo había descubierto, pero ahora despejaba cualquier duda. Y quería que disfrutara con mi masaje

Lentamente me fui subiendo a la cama

-

Fran

Al principio había sido dificil mantener los ojos cerrados. Quería ver a David. Pero luego empezaron sus soplidos y las caricias; y entonces lo dificil hubiera sido abrirlos. Todo mi cuerpo se restregaba ligeramente contra la cama, imitando los inicios de una follada lenta, la que las caricias de David me pedían que le diera.

Mi piel estaba electrizada. Cada pasada de las yemas o los dedos de mi chocolatina, de mi principito, eran una descarga directa a mis centros de placer. El tacto siempre había sido mi punto débil y David lo estaba explotando a la perfección.

O eso pensaba hasta que empecé a sentir el resto de su cuerpo

Primero fueron sus piernas, colocándose al lado de las mías. Rozandose y entrelazándose con ellas. Luego fueron sus brazos, colocándose a ambos lados de mis hombros, y luego colándose bajo mi pecho para tener una mejor postura.

Tragué saliva

Entonces fueron sus caderas, haciendo que sintiera toda su erección contra mí, confirmando que como yo él también estaba a reventar. Y finalmente sus labios, dejándome suaves besos por los hombros hasta que, en mi cabeza ladeada, dejó uno en la mejilla, con dulzura

-Pienso mucho en lo que hicimos en las duchas en verano- me susurró- Mucho- me besó en la sien- Gracias, Fran-

Entonces empezó a restregarse contra mi con suavidad, con todo su cuerpo. Me estiré, mis pies comenzaron a hacer círculos sobre el colchón, acariciándose entre ellos. No pudiendo controlar todo el placer que sentía. Me mordí el labio. Deseando gemir con todas mis fuerzas, del gozo que estaba sintiendo con sus caricias.

Toda su piel estaba en contacto con la mía, toda. Era como estar en el centro de una tormenta, con docenas de rayos impactando y mandando descargas de placer puro por mi cuerpo como si fuera un trozo de hierro que, segundo a segundo, se iba pasando del rojo más intenso al blanco más prístino. Mientras el calor y el placer aumentaban dentro de mí. De forma incontrolada

Mi polla, que creía que no podía estar más dura, empezó a dolerme. Exigiendo que me follara a ese chico… Pero no era solo un chico. Era David: mi chocolatina, mi principito, mi chulito de buen corazón. Se merecía todo. Se merecía que la acunara entre mis brazos mientras le penetraba, que le susurrara todo lo que sentía al oído mientras me corría. Que no me limitase simplemente a follarle, en definitiva… Inspiré aire de forma entrecortada

David comenzó a besarme de nuevo, y ladeé mi cabeza para que pudiera ir directo a mi cuello. Y no tuve que pedírselo. Fue dejando suaves caricias con sus labios, que alternaba tanto en besos como mordiscos tiernos, que me volvían loco.

La frente de David presionó el lateral de mi cara, en un suave cabezazo. Parando durante un segundo, que me sirvió para recuperar el oxígeno de mis pulmones presos

-Voy a reventar, David- entreabrí los ojos

Sobre mi, mi principito rió con suavidad, mientras me dejaba un beso

-Date la vuelta, Fran-

Su cuerpo se alzó sobre mí, me giré. Mi polla suspiró de gusto, estando totalmente rígida y alzada sobre mis caderas. David se volvió a apoyar, y esta vez mis labios fueron directos a recibirle. Me lo comí a besos, mientras le abrazaba para apretarle contra mí.

Era más alto, y su polla se colocó contra mi estómago mientras la mía quedaba entre sus muslos. Y supe que David contaba con eso en cuanto los apretó para aprisionarla entre ellos. Mi polla palpitó. Creo que solo la pura fuerza de voluntad impidió que me corriera en ese mismo momento

Suspiré contra los labios de David

Ahora fui yo el que, con movimientos lentos de mis manos en sus caderas, le comenzó a restregar contra mi, mientras no paraba de besarle y de recorrerle la boca con mi lengua.

En mi cabeza todo era fuego, pasión, amor, sexo, deseo y ternura. Una vorágine en donde todo chocaba entre sí de forma caótica, confundiendo mi cerebro. Por momentos quería penetrar a David a la fuerza y aplastarle contra la cama mientras le follaba hasta correrme, pero al segundo cambiaba y deseaba poder hacerle el amor abrazados mientras le confesaba todo lo que sentía al oído, con toda la dulzura de la que fuera capaz.

Para luego volver a cambiar, y a cambiar de nuevo. Y otra vez y otra. Sin parar. En una rueda que giraba sin descanso, y que me machacaba entero para luego repetirse después. Deshaciéndome para fundirme con David. Totalmente rendido a él. Sin condiciones. Sin peticiones

Solo suplicando mudo que no parase

Mi chocolatina puso las manos en mis hombros, ayudando al movimiento, y apretó sus caderas para comenzar a masturbarse contra mi plano estómago. Sumando a mis gemidos los suyos propios, ambos ahogados por nuestros besos. O quizá era que el gemido era el mismo, solo que pasaba de uno a otro de la misma manera que nuestras lenguas iban, de forma alterna, buscando a la otra.

El ritmo era lento. Profundo. Como aquella vez en las duchas. Pero era más, era algo más. Algo más allá. Y aunque fuera solo un tímido paso el que creía notar, para mi era un mundo recorrido. Y ese pensamiento me llenaba de felicidad

Su piel era tersa. Su cuerpo, duro. Era perfecto. Sentía cada músculo alargado, fibroso. No fuerte, como los míos, sino tonificados. En pleno potencial. Dejando claro cómo sería David cuando fuera mayor; como rompería cualquier baremo en el que se le quisiera meter. Y ahora lo tenía ahí, conmigo. Sobre mí. Para mí. Entregado a mí.

Mis manos estaban locas por mantenerle pegado y cerca, para no dejar que ni un solo centímetro escapara al contacto contra mi propia piel. Adicto a las sensaciones que experimentaba a través de ella, en el roce constante.

Me iba a ser muy difícil no acostumbrarme a esto y no desearlo a todas horas

David me seguía masturbando con sus muslos suaves y duros por la natación, llevándome al cielo para traerme de vuelta en cada ciclo de delicadas embestidas. Empecé a suspirar y gemir a mayor velocidad contra los labios de David, y este se dió cuenta. Porque poco a poco, de la ternura, fue pasando al deseo, incluyendo suaves mordiscos que me volvían loco

Y entonces paró, reduciendo paulatinamente su velocidad

Abrí los ojos. David se separó para mirarme, con sus ojos brillantes y su cabello rubio oscuro pegado a la frente por una suave capa de sudor. Ni siquiera me había dado cuenta de que yo también sudaba ligeramente. Su cuerpo y el mío eran como dos radiadores a pleno rendimiento.

-¿Te gusta?-

-No pares- le susurré, pero acepté que bajara el ritmo, cediéndole todo el control como siempre

David sonrió de lado, besándome por el rostro con suavidad. Sobre las mejillas, los pómulos, los párpados cerrados… Dios, cuánto le quería ahora mismo. En todos los sentidos

Me alcé de codos, buscando su boca. David dejó que le besara, apretando los muslos mientras. Aspiré entre dientes cuando se separó

-Haces que me duela- le dije, con los ojos entrecerrados, estremeciéndome

-¿Dónde?- me preguntó en un susurro, sentándose sobre mis muslos

-Aquí- respondí, agarrándome la polla que estaba a reventar

Y aquí, quise responderle también poniéndome una mano sobre el corazón

David se movió encima de mí, para colocarse mejor. Dejando que pudiera ver su cuerpo en tanto tiempo, desnudo y tan cerca. Seguía igual de marcado que siempre. Su estómago surcado por abdominales, sus brazos con un par de venas, delgados pero redondeados. Y sus hombros, que quizá eran algo más anchos que antes

Levante para acariciarle el resto, sin poderlo evitar. En un gesto tierno. David me miró y luego cerró sus ojos celestes, disfrutando de la caricia y dejando suaves besos cuando mi palma pasaba cerca de su boca, haciendo que no pudiera evitar una sonrisa. Era como un gatito

Mi mano cayó por su pecho, ligeramente sudado, rozando su polla al volver a su cadera; haciendo que suspirara con fuerza sin poderlo evitar. Y me fijé, tan obnubilado que había estado por su bello rostro, que ni me había fijado en lo dura que la tenía. Totalmente descapullado, con el glande húmedo que de hecho me había lubricado el estómago para su paja. Palpitaba levemente, cabeceando. Ansiosa por atenciones

Ahora sé porqué había parado

David había estado a punto de correrse. Le besé con suavidad, estirando el cuello. Deseaba que se corriera sobre mí, que descargara. Que se vaciara y dejara salir todo ese calor que tenía dentro. Que me lo diera. Que me lo entregara

Puso las manos en mi pecho, acariciándome los pectorales flexionados. Retraje el cuello para echar la cabeza atrás, mirando el techo y suspirando. Disfrutando de las caricias de David. Deseando hacérselo yo también

-Ponte de rodillas pero erguido en la cama, David- le dije, mis manos en sus caderas le ayudaron, y luego adopté la misma posición, frente a él

De nuevo la diferencia de altura era evidente. La boca de David me llegaba al cuello y la barbilla, su polla ahora a la altura de mis muslos. La mía, rozando su estómago. Me miró interrogante, sin saber bien qué quería… Pero yo sí que lo tenía claro

Quería seguir con su regalo. Con las caricias. Con los besos. Con el tacto de su piel

Mis manos fueron a su culo, duro y suave, y desde ahí le alcé y pegué para que sus caderas y las mías quedaran a la misma altura, haciendo que se sujetara con las piernas para afianzar la posición. Su boca se acercó un tanto. Con sus labios rosados y húmedos con tantos besos cerca de los míos, pero no a la misma altura, haciendo que tuviera que reclinarme un tanto. Pero valdría

Una de mis manos, viendo que le podía dejar libre sin que cayera, le cogió del lateral del rostro. Nuestras miradas se cruzaron de nuevo. Haciendo que sus ojos celestes llenaran todo mi mundo. Sin que nada más importara

-Eres tan suave- dije, y para mí, en ese momento, piel contra piel, inflamado de amor y deseo, era el mayor halago que pude haberle hecho, desde el fondo de mi propio ser- Y tan guapo… Y tan...tan… todo- acabé, suspirando

Mi principito me pasó las manos por los hombros, en un suave masaje que me hizo ladear la cabeza de placer. Nunca había tenido la piel tan sensible como en ese momento, ante sus manos. de ahí a mis brazos, apretando con suavidad los bíceps, subiendo por el antebrazo, hasta que cada mano descansó sobre las mías por su cuerpo

-Y tú…- tragó saliva- Tan fuerte- y se rió- Menudos halagos-

Me reí con él. Nos quedamos en silencio. Y entonces, casi a la vez, comenzamos de nuevo

El estaba levemente echado hacia atrás, para que la postura fuera cómoda. Nuestras pollas se rozaban entre ellas, nuestros huevos se apretaban entre sí. Pronto les siguieron nuestras manos, acariciándose entre ellas y pasando pronto a nuestros cuerpos.

David me repasó el pecho, enredando sus dedos en mi cadenita de oro como ya sabía que le gustaba, apretando mis pectorales, erizando mis pezones. Paseando sus manos por mis hombros. Suspirando de gusto tanto por lo que sentía con sus dedos como por el roce de su polla contra la mía.

Por mi parte yo le repasaba el rostro, el cuello, el estómago con toda la dulzura que la ardiente pasión que sentía me dejaba. Flipaba con su suavidad, su dureza, la forma en la que era capaz de sentir cada fibra, de lo delgado pero a la vez atlético que era. Y de su temperatura, estaba ardiendo; como si tuviera fiebre, pero sabía que era una hoguera en su pecho reflejo de la mía propia.

Nuestro ritmo era lento, muy pausado. De forma táctica los dos sabíamos que estábamos al borde del orgasmo y queríamos disfrutarlo. Regodearnos. Vivir para siempre en él, al menos tanto como fuera posible.

Ahora mismo éramos hipersensibles a cualquier caricia en nuestras pieles, por eso cada roce de nuestra pollas, totalmente húmedas y descapulladas, era suficiente por pequeño que fuera para arrancarnos suspiros y jadeos entrecortados. Para acercarnos peligrosamente al orgasmo final. Apreté ligeramente más mi polla contra la suya, haciendo que nuestros glandes descapullados pasaran a rozarse directamente, compartiendo su humedad, que desbordó ligeramente cayendo conjunta por ambos troncos

Y ese ínfimo roce, ese ligero cambio, fue increíble y nos sacudió enteros

Yo aguanté a duras penas. David se tensó, empezando a respirar con más fuerza y de forma más rápida. Apretando mis hombros

-Me corro… Me corro-

Y de mutuo acuerdo los dos paramos. David siguió con la tensión, para luego relajarse un tanto. Mirándome a los ojos, con sus mechones sedosos pegados a la frente. Le besé como premio por aguantar, como el campeón que era

Volvimos a empezar

De nuevo lentos, acariciándonos mientras por todos lados. Disfrutando. Amando cada momento. Cada sensación. Cada segundo compartido.

David se alzó un poco, pegando su boca a mi pecho para comenzar a dejar besos, cada uno más ardiente que el anterior. Pareciendo dejar una marca indeleble sobre la piel. Y entonces, retorciendo un poco el cuello, llegó a mi pezó erizado. Donde dejó un mordisco

Esta vez flaqueé yo

-Me corro… Me corro-

Y le apreté con fuerza las caderas. Los dos paramos de nuevo, esperando varios segundos mientras, desafiando toda lógica, nuestras pollas se ponían aún más duras y rectas. Aumentando deliciosamente el dolor por rozar el filo del orgasmo.

Mi respiración se relajó un tanto

Volvimos a empezar. Esta vez fue el turno de David. Tentado al orgasmo por sentir como el biceps del brazo con el que le sujetaba se hinchaba bajo sus dedos al cambiar ligeramente de postura… Y luego fui yo, cuando simplemente le vi morderse los labios al mirarme a los ojos, totalmente entregado.

Y en cada una paramos y volvimos a empezar

No se cuanto estuvimos así. Unos minutos, una hora, toda la noche.

Solo se que no paramos de danzar en el mismo límite del orgasmo. Parando y volviendo a empezar. Rozando nuestros cuerpos, pieles y pollas de forma cada vez más lenta y tierna. Avanzando dos pequeños pasos hacia el borde inexorable del placer y pudiendo solo retroceder uno al parar

Mis huevos y los de David estaban cargados. Nuestras pollas totalmente pringadas de líquido preseminal en todo el tronco, con los glandes expuestos y al rojo. Y nuestros cuerpos ardientes, con las pieles hipersensibilizadas; sin poder hacer más que desear el roce del otro

Y entonces, en la última, David solo necesitó hacer una cosa: se alzó ligeramente, esta vez al cuello, y simplemente me sopló, de forma suave en él. Erizándome la piel. Haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera entero

Ya no podía más, había llegado al límite y me disponía a saltar

-Me corro, David- dije, y le acariciaré su dolorosamente hermoso rostro- Córrete tú también-

Mi chocolatina simplemente suspiró, de gusto. Los dos bajamos la mirada

No se si alguno esperaba una corrida explosiva. Trallazos o descargas intermitentes. Pero ambas fueron como el ritmo que habíamos estado llevando durante todo eso: lento y pausado. Primero fue la mía, al poco se le sumó la de David, saliendo de nuestras pollas palpitantes de forma continua, mezclándose entre ellas, cayendo por los troncos. Sin parar. De forma mansa y plácida. Vaciándonos enteros.

Los dos suspiramos de gusto, entrecerrando los ojos por el placer, hipnotizados por el orgasmo que sentíamos y veíamos suceder antes nuestros ojos

Cuando acabamos, nos miramos a los ojos

Luego me incliné hacia él y le besé

No necesitaba nada más

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Hola. Espero que os haya gustado. En este caso la escena final ha sido lo opuesto a la del anterior capítulo, al menos era la idea, no se que tal ha salido. Acepto como siempre cualquier punto de vista, para poder mejorar. En alguna semana próxima descansaré de escribir jaja pero de momento no he podido cuadrar cuando. Os avisaré por comentarios. A nivel de trama, ya mas menos está situado el choque de fondo dentro del MCP, donde irán pasando el resto. Uno de los aspectos que quiero pulir en siguientes es ser más ágil con la trama, que yo me noto que a veces soy lento (ja, del equipo de los lentos) en ese aspecto, lo que es de paso aprender a ponderar y balancear mi tendencia a que todo parezca orgánico, que siempre me ha podido. Veremos. Gracias como siempre por leerme!!