MCP: Polvazo al salir de entrenar

David es parte de la Escuela Deportiva del Martín Carranza-Pío, un Centro privado de Alto Rendimiento especializado en la natación. Tras un solitario entrenamiento en julio se encuentra una sorpresa en los vestuarios, un nadador del equipo de competición se interesa por él y por su juvenil cuerpo.

David

Quizá presentarme a entrenar ese día no fuese la mejor idea después de todo. De entrada, estaba casi solo. El Campeonato de España había sido hace unos días, cerrando la temporada, y ni si quiera estaban los del equipo de competición: ni los de la categoría Junior, ni los de Absoluto; que eran los que tenían los entrenamientos más estrictos. Solo un par de nadadores dispersos, calentando y haciendo ejercicios de baja intensidad.

Por otro lado, mis compañeros de la Escuela Deportiva hacía tiempo que estaban de vacaciones, como debiera estarlo yo mismo: en la piscina de algún amigo o con cualquier otro plan… Pero ahí estaba yo, como un tonto. Por no estar no estaba ni Mateo, la única motivación real de estar allí para ver si coincidíamos. Peor no me podría haber salido la jugada, la verdad.

Una puta mierda en toda regla, vaya

Pero bueno. A lo hecho pecho. Estaba terminando ya el volumen de metros que me había puesto el tercer entrenador, al que le había tocado pringar después de que los otros dos se libraran. Al menos estaba entrenando espalda, que era mi estilo preferido; eso lo hacía soportable. Mi cuerpo, después de casi cuatro mil metros nadados, empezaba a acusar cansancio, sobre todo en la parte alta de las piernas; pero que se le iba a hacer.

Sujetaba el pullbuoy con el brazo estirado en perpendicular, intercambiando el agarre cuando el otro llegaba a su altura; y eso me dejaba ver parte de mi propio cuerpo. La verdad es que estaba bien para tener dieciocho años. Los sucesivos entrenamientos de la Escuela Deportiva, a la que me uní cuando tenía siete, y el hecho de que me federaran con catorce para participar en competiciones menores me habían tonificado poco a poco.

Mi cuerpo, como el de todos los nadadores, estaba pensado para la velocidad, por eso el músculo, aunque estaba, era más enjuto y atlético que voluminoso. Aun así, sobre el pecho se me alzaban ligeramente los pectorales y en el estómago se me marcaban las suaves líneas de unos abdominales que iban perdiendo definición conforme bajaban hacia la cintura. Con unos brazos redondeados y en los que me gustaba pensar como remos, en mi línea de tenérmelo algo creído.

De mi estrecha cintura nacían las torneadas piernas, fuertes y tonificadas, pero que en el efecto general perdían por cómo estaba hacia arriba. Pero bueno, eran remilgos algo gratuitos, para tener dieciocho años no estaba mal, sobre todo comparado con mis amigos fuera del Carranza-Pío, que no practicaban ningún deporte en serio.

Eso sí, estaba bastante lejos del nivel de los miembros de los equipos de competición, pero en el mejor de los casos me sacaban casi un año y muchas horas y kilómetros de entrenamiento de ventaja.

Los chicos del equipo de competición… La verdad es que era un gusto verlos. Sobre todo, en las pocas ocasiones en que sus entrenamientos especiales por alguna competición les hacían compartir vestuario levemente con nosotros. Altos, atléticos, seguros de sí mismos en el centro de toda esa institución.

La Escuela Deportiva del Martín Carranza-Pío, o Carranza-Pío o MCP o el Centro, era en realidad una cantera para, eventualmente, nutrir a los equipos de competición del Centro de Alto Rendimiento del mismo nombre y de ahí a la Selección, en teoría. La verdad es que era un camino bastante largo hasta allí y la Escuela Deportiva se quedaba pequeña e insignificante en comparación.

Apenas me quedaban largos por hacer, unos 200 metros y sería libre. Por fin. Apreté la velocidad, imprimiendo fuerza en mis movimientos

Si, estar en el MCP era una gran oportunidad… Era duro, era exigente, pero era adictivo. La competición, la adrenalina, enfrentarte a tus rivales y medirte con ellos en el agua. Solo había que ver a los chicos de los equipos de competición, eran increibles… Tanto en su talento como en sus cuerpos.

Porque sí, era gay y me fijaba en esas cosas

Casi costaba verlos moviéndose con los delgados chándales oficiales, viendo la fuerza que se ocultaba bajo esa tela fina y ligera. Enfundados en sus bañadores slip con el azul oscuro y naranja de nuestro Centro y de los equipos. Abrazándose tras una victoria. Pavoneándose en los vestuarios, hablando animadamente entre ellos, desnudos y chulos, presumiendo de marcas e ignorando elocuentemente al resto.

Si, esa era otra buena razón para nadar. Estar rodeado de chicos guapos y ligeros de ropa e inhibiciones. Seguro que mis padres no pensaron que,  su hijo descubriría como su mirada resbalaba por esos cuerpos fuertes y esbeltos.

Que vería como sus compañeros, sobre todo mayores, comenzaban a despertar su interés, con la fuerza que se ocultaba bajo la piel; con la suavidad del cuerpo contra el cuerpo, con la fuerza de los rostros de rasgos afilados y la delicadeza con la que se movían en el agua.

Con los hombros fuertes y las estrechas caderas. Con las espaldas anchas y las piernas torneadas como columnas. Con el secreto oculto bajo la escasa ropa que quedaba a la hora de nadar.

Y claro, que saliera tan desenvuelto socialmente había sido otro punto importante. Era un chico guapo y eso facilitaba las cosas. Era de estatura media, para mi edad, y al margen del cuerpo tonificado por la natación, había salido con la piel ligeramente morena, el pelo rubio oscuro peinado revuelto, unos ojos celestes y curiosos, una gran facilidad para sonreír y el rostro delicado de chico bueno pero travieso que poco a poco se iba afilando con la edad.

Había sabido sacarle partido: que bien me lo había pasado en la playa y en el pueblo estas semanas atrás… Y con ese pensamiento, los recuerdos de mi primera experiencia sexual en una caseta de playa, llegué al final de los metros. Creo que hasta había hecho de más, de tan distraído que estaba.

Me subí al borde, quitándome el gorro y las gafas, suspirando. La verdad es que me había puesto semi cachondo yo solo de tanto darles vueltas a mis compañeros de deporte y a los recuerdos que iba atesorando en mi cabeza.

La zona de las piscinas centrales del Carranza-Pío eran en realidad dos olímpicas, de cincuenta metros cada una, y dos semiolímpicas, cerca de ellas. Quedando solo fuera la piscina de saltos y la que se abría en verano para que la gente nadara al aire libre.

El resto estaba rodeado, como si fuera el atrio de una iglesia, por las gradas, tanto abiertas como cubiertas, y multitud de pasillos acristalados en la parte superior, junto a enormes ventanales en lo alto para dejar entrar la luz. Que daban al gimnasio y a la cafetería, igualmente porticados y acristalados.

Era como una especie de catedral del agua, si es que algo como eso existía. Y no era para menos, el MCP era de lejos uno de los mejores centros privados (e incluso contando públicos) para ser nadador en Europa. Todo era enorme.

Y por eso era más que evidente lo solos que estábamos. En las piscinas seríamos con suerte solo cinco personas en total. Me sequé con una de las pequeñas toallas individuales.

El vestuario estaba solitario y cuando estaba en las duchas, entró otra persona en ellas. Los vestuarios eran grandes y alargados, con duchas tanto al principio y al final, en ambos casos con sus zonas individuales y la compartida, donde estaba yo en ese momento. Miré a quien había entrado, y me tensé levemente, por la impresión.

Le conocía, era uno de los chicos del equipo de competición Absoluto, pero en su categoría más joven, o sea que debería tener unos diecinueve años. Juraría que había hecho la segunda mejor marca en los 800 en el pasado Campeonato, si no recordaba mal. Lo que sí tenía claro era su nombre, estaba bien presente junto a su foto en la tabla de récords internos del Club, concretamente en los 400 estilos: Fran.

Al entrar me sonrió, era bastante alto, y me sacaba varios centímetros. Eso y su categoría me hicieron dar un saludo discreto, muy lejos de la explosiva alegría que solía tener con el resto de las personas.

Me centré en mi propia ducha, pero era difícil que mis ojos no fueran hacia él: bien visto era enorme, ahora mismo le tenía de espaldas. Llevaba el pelo castaño corto pero enmarañado, la piel era de color canela y su fuerte espalda ahora mismo se estaba flexionando delante de mí, mientras le caía el agua encima. Removió fuerte la cabeza y se apoyó con una mano en la pared… Inclinándose hacia delante mientras apoyaba una mano en la cadera y suspiraba sonoramente.

Me medio giré más para tener una mejor visión, estaba algo intimidado, pero era curioso, y no dejaba de tener ese punto travieso dentro de mí. Fran se volvió a alzar apoyando su otra mano en la pared, con el chorro dándole directamente en la cara, aplastando su pelo contra el cráneo.

Pasaba de largo el metro ochenta, de ahí que casi llegara a la alcachofa de la ducha. Volvió a dejar caer la cabeza, inclinándose de nuevo levemente hacia delante. Su piel color canela por el sol y el agua brillaba en tramos móviles según iba adoptando cada postura… Y bajo su piel se podía ver como desde los amplios hombros le caía una nudosa malla de músculos alargados, trenzados y prietos, hasta llegar a un culo más que apetecible. Desde el que nacían dos recias piernas, esbeltas, pero fibradas.

Y en eso estaba, mirando su culo, cuando al enfocar de nuevo hacia arriba vi que me estaba mirando por debajo de su brazo, de forma ladeada y con el agua cayendo de su cabeza inclinada. Iba a girarme cuando vi que me guiñaba el ojo… Y sentí un calor en el pecho y en la base de la polla.

Yo no era chico que se arredrase, de momento todas mis conquistas habían sido porque yo había dado el primer paso; pero me intimidaba bastante lo enorme que parecía, su fama en el Carranza-Pío y que fuera mayor que yo.

Todo lo que pude hacer fue sonreír de forma algo tímida mientras me enjabonaba distraídamente por el pecho, sin saber bien que siguiente paso dar, pero sabiendo que quería dar uno. Así que solo pude dejar que mi mirada chispeara en mi cara de niño bueno.

Fran pareció decidir por mí, porque se giró totalmente poniendo las manos en sus caderas, con el agua ahora cayéndole por uno de los hombros. Tragué saliva lentamente viendo como en uno de sus fibrados pectorales el agua caía en ríos sueltos y de ahí por un estómago plano, pero de apariencia más que dura, mientras el otro se iba llenando de pequeñas gotitas que tímidamente iban bajando para caer o bien desde su pezón oscuro y erizado o hacia el valle de carne que le surcaba el pecho entre ambas elevaciones.

Sus brazos eran fuertes, recubiertos de duro músculo que, como mi propio cuerpo, era más fibrado que musculoso… Y su altura potenciaba todo el conjunto. No me había atrevido a mirarle directamente la polla, por temor a empalmarme allí mismo… Mi examen fue a la vez lo suficientemente lento como para que él se diera cuenta y sonriera, y lo suficientemente rápido como para que notara mis ganas y nervios y eso le hiciera sonreír aún más. Tenía un rostro amable, algo alargado, y con lo que parecía una tendencia natural a sonreír.

Apagó su grifo y de dos grandes zancadas, se puso a mi lado. Justo en la alcachofa adyacente. Quedando separados por un escaso medio metro. La abrió y de nuevo se apoyó en la pared con un brazo que se hinchó levemente dejando ver su fuerza contenida. De forma distraída comenzó a eliminar la suave capa de cloro sobre su piel canela, con amplias y enérgicas pasadas de sus manos. Ni hablaba, ni parecía que fuera consciente de mi presencia. Simplemente estaba ahí: lavándose el cuerpo con deliberada calma a mi lado.

Sentía un ardor en el pecho y supuse que a estas alturas ya no tenía mucho sentido disimular, así que le miraba de forma discreta pero evidente. La verdad es que estaba alucinado tanto por su altura como por la fuerza contenida.

El pecho sin duda era su parte fuerte, debía de dar unas brazadas capaces de partir el agua, mientras que los brazos y las piernas estaban cincelados de forma más enjuta. Y tenía unas manos bastante grandes, pero de dedos largos y esbeltos.

Vi como al pasarse las manos sus alargados pectorales se plegaban entre ellos, haciendo que los pezones erectos y oscuros ganaran protagonismo y se alzaran por la flexión de su cuerpo.

Respirando hondo me atreví a bajar de esa zona, viendo el perfil de un estómago sin marcar pero sin apenas un gramo de más. De ahí, en una zona más blanca que el resto del cuerpo, le colgaba una polla algo oscura que se bamboleaba ligeramente, en estado de semi erección.

De ella goteaba la confluencia de los ríos de agua que habían recorrido todo su cuerpo, para terminar ese viaje no cayendo por los fuertes muslos y sus esbeltas piernas; si no goteando desde esa pasarela morena, como si fuera el levadizo final de alguna fuente tallada: sencilla y simple, pero no menos atrayente.

Mi erección era evidente ya para quien pudiera mirar, que en esos momentos se circunscribía solo a Fran y a mí mismo. Sonriendo de nuevo me miró, por fin.

Se quedó a un par de pasos, apoyándose con un hombro en la pared, haciendo que el agua le cayera por un lado del cuerpo. Se cruzó de brazos delante del pecho, dándome una turbadora prueba de la fuerza contenida en su espigado cuerpo de nadador.

Sus ojos, de un claro color avellana, miraron directamente a los míos celestes.

−Nadas bien− me dijo tranquilamente−Pero te impulsas mal−

Y la verdad, ese comentario, que no pegaba para nada en la situación, me descolocó un poco. Parpadeé, sorprendido. Y me separé un poco del chorro, extrañado. Fran amplió su sonrisa.

−Se nota que eres espaldista… Pero te impulsas demasiado con la parte baja de la columna y eso hace que nades arqueado− añadió tras unos segundos sin respuesta por mi parte

Yo agaché la cabeza, consciente de que tenía razón. Era bueno a espalda, sobre todo por la potencia física, pero mi técnica tenía que seguir mejorando. Algo alicaído le aparté la mirada. Quizá había malinterpretado todo; puede ser, era algo inexperto aún.

Se despegó de la pared y se colocó a mi espalda, sentí su fuerte pecho pegarse a la parte alta de mis hombros, con mi sien sintiendo el roce de su mejilla. Sus fuertes y grandes manos se colocaron en mis hombros, haciendo movimientos circulares lentos y sosegados. Tanteándome bajo la piel.

−Cuanta tensión… Pero no me sorprende, sobrecargas demasiado− sus dos pulgares presionaron al lado de los omóplatos, haciendo que me tensionara− Aquí, sobre todo… Es desde donde te mantienes erguido en el agua− sus manos me siguieron acariciando, cálidas, suaves y ágiles− Cuando os hagan nadar más en los entrenamientos vas a sufrir de verdad−

Y siguió dejando suaves apretones circulares con las yemas de los dedos pulgares, recorriendo centímetro a centímetro las líneas de fibras que iban desde el cuello hasta la parte media de la espalda. Justo sobre los dorsales. Yo estaba impresionado. Estaba muy caliente por toda la situación y aparte estaba bastante descolocado. No sabía que pensar.

Me estaba haciendo un repaso técnico y preciso de mi estilo al nadar, con una voz tranquila, serena y controlada… A la vez que creía pensar que me estaba metiendo mano con algo de cautela, pero de forma evidente.

Inspiré hondo, ordenando mi mente.

−Ya me lo han dicho, pero con los videos y clases no me entero… Me sale solo el nadar así− me desahogué

Agaché un poco la cabeza, frustrado, era algo que ya me habían dicho los entrenadores e incluso algún compañero. Tenía talento para enfrentarme a las pruebas de acceso con garantías, pero no con la seguridad que me gustaría.

Sentí contra mi espalda el fuerte pecho de Fran vibrar con su suave risa. Sus manos me pegaron más a él. Mi cabeza se retrajo levemente para exponer todo mi cuello. Una de las manos de Fran abandonó mi hombro y se instaló en él, con suaves caricias.

−A todos nos sale natural nadar mal− dijo suavemente, como dándome ánimos− ¿Vas a hacer la prueba de acceso a los equipos de competición? − me preguntó, bajando la voz y la cabeza para hablarme al oído

Yo asentí y tragué saliva

− ¿Te aconsejo un poco? − y, quizá fuera por el agua, pero creo que sentí su lengua por el lateral mi oreja, de forma leve

−Si…− jadeé por lo bajo

Fran se separó un tanto, y privado del fuerte apoyo de su pecho trastabillé un poco. Enseguida sus fuertes y grandes manos me apretaron los hombros. Hizo una suave presión, como tanteando lo que había bajo la piel.

Luego fueron lentamente por mis brazos hasta que cogió mis manos entre las suyas. Durante un segundo sus dedos recubrieron los míos y pude ver lo grande de sus manazas, lo esbelto de sus dedos y lo caliente que tenía la piel de las palmas.

Con delicadeza me las apoyó contra la pared, a la altura del estómago, haciendo que mi espalda se inclinara y con ella mi cuerpo. Pero también haciendo que en el movimiento Fran se recostara parcialmente contra mí, incluso pude notar su profunda respiración.

El agua comenzó a golpearme en la mitad de la espalda, templada y agradable. Fran me cogió con una de sus grandes manos de las caderas, alzándome con delicadeza para que mantuviera mis piernas rectas y estiradas.

Me había colocado como si fuera a saltar de la plataforma de salida

Mi culo se retrajo al reclinarme y se quedó instalado contra sus fuertes muslos. Sentí el suave roce sus huevos en el inicio de mis nalgas. Las manos de Fran se volvieron a colocar en mi espalda, concretamente a mitad, y sentí como él también se inclinaba levemente hacia mí, colocándose para quedar encajado firmemente detrás mía. Volvió a hablar de nuevo, con su voz tranquila.

−Como ya sabrás los movimientos básicos son potencia y recuperación, ambos como ritmo parcial− comenzó a hablar lentamente− Los brazos son importantes…− sus manos me masajearon los hombros− Pero nadas desde ellos, impulsando cada ciclo− ahora bajaron por el borde de mis dorsales, haciendo que sus dedos me recorrieran parte de mis incipientes pectorales− Avanzas mucho en el primer parcial… Pero recuperas mal−

Se inclinó más, y oí su voz como un susurro

− ¿Te has dado cuenta? ¿Lo que te cuesta recuperar la estabilidad? − sus labios me recorrieron la parte alta de los hombros, bloqueando parcialmente el chorro del agua y que, al bloquearse, dejó de enmascarar los tenues besos que me estaba dejando

−Si−dije, empezando a respirar con mucha dificultad, cada vez más acalorado

El agua me caía alrededor de la cara, goteando desde la propia cabeza de Fran, aumentando la sensación de ahogo y de sofoco

−Eso es tanto por tus brazos… Y por como tú mismo haces fuerza desde la espalda…− sus manazas ahora se instalaron en las caderas, los pulgares me hicieron lentas y profundas caricias circulares, apretando con suavidad pero precisión− ¿Te duele a que sí?−

Esta vez solo pude gemir por lo bajo, arqueando la espalda intentando escapar de ese dolor. Por la inclinación los huevos de Fran ya se apoyaban totalmente en mí, ¿y donde estaba a su polla y por qué no la sentía? Mi culo se movió al arquearme, haciendo que sus huevos y muslos se restregaran lentamente contra mí. Sentí como me dejaba un suave beso en la nuca y en cada hombro, antes de volver a hablar, ya casi de forma susurrada: solo para mis oídos.

−Ves… Haces eso mismo en el agua− sus dedos profundizaron, apretando dolorosa, y deliciosamente, más− Es una reacción en cada dorsal, intentando compensar la estabilidad que tus brazos le quitan al tirar− hizo un movimiento circular con cada pulgar, de forma lenta pero firme− La presión del agua te hunde más y eso aumenta el arco… Y la tensión… ¿Haces estilos? − yo negué, hacíamos 200 y 400 estilos como práctica, pero no era estilista ni había competido en ello de forma seria− Si alguna vez quieres te va a costar mucho ganar décimas− sus dedos dejaron de apretar, pero no abandonaron mis caderas, y yo suspiré

Intenté alzarme, pero las manos de Fran solo permitieron que lo hiciera parcialmente, el agua me baño el rostro y yo lo agradecí, liberándome parcialmente del sofoco. Una de ellas se colocó en mi hombro derecho, mientras la otra me asía fuertemente de las caderas.

La voz de Fran volvió, pero esta vez susurrada. Se había inclinado de nuevo y, ahora sí, fui totalmente consciente de dos cosas: una, el como su lengua me recorría lentamente uno de los oídos y otra, el cómo su durísima polla se apretaba contra la parte baja de mi espalda. Dejando notar toda la extensión de su miembro empalmado y ardiente. La mía propia terminó de alzarse, totalmente recta y gritando por atención.

−La respuesta para ambos problemas: la estabilidad y el arqueo…Está en las piernas− me estaba susurrando, me mordisqueó suavemente la oreja, haciéndome estremecer− La patada te impulsa pero también compensa el giro natural de la espalda y los hombros− su fuerte pecho se apretó totalmente contra el mío, sentí su piel ardiendo: como la superficie de un horno, su pesada respiración desde sus pectorales acompasando la mía propia− No puedes usar el arco articular como en braza, ni la profundidad para descargar tensión como en mariposa…− su voz era tan baja que ya casi estaba jadeando contra mi oído− Así que solo te queda el ritmo en cada parcial− y su lengua invadió mi oído

Su mano comenzó a mover lentamente mi cadera, mientras la mano en mi hombro me hacía bambolearme con suavidad… Tragué saliva con dificultad, totalmente sobrepasado por la situación. Fran comenzó a mordisquearme el lóbulo y la parte anterior de la mandíbula; mientras su respiración se escapaba, pesada, entre los dientes; erizándome la piel

Estaba imitando el ciclo de mi espalda en el agua, replicando casi a la perfección cada pequeño movimiento… Y a la vez estaba haciendo un suave empuje pendular con su cuerpo y el mío, casi como si estuviéramos follando. De forma lenta y metódica.

−Así…Así es como se hace…− me susurró al oído, la mano de su hombro me impulsó levemente hacia abajo, haciendo que mi culo terminara de apretarse contra sus huevos, sintiendo el hierro al rojo que era su polla apretada por mi espalda y presionando contra su duro estómago−Si te hundes más…− la mano de su cadera me hizo ascender− La patada tiene que compensarlo, haciendo un impulso suave en el sentido inverso− su boca capturó totalmente mi oído, dando fuertes pasadas con su lengua y haciendo que su respiración pesada y jadeante copara cualquier otro de los sonidos que nos rodeaban

Me mordí el labio, forzándome a no jadear. Fran era un maestro replicando el movimiento de mi cuerpo en el agua… Y claro, en comerme la oreja mientras… Y en apretar su duro cuerpo contra el mío… Y en masajear mi espalda y hombros… Y en todo, prácticamente. Yo no podía más e intenté girarme para encararle, pero Fran me sujetó firmemente. Su lengua, pesada, me recorrió el lateral de cara

−Shhh…Tranquilo− me susurró al oído, me dejó suaves besos por mi hombro− Tienes que recordar el movimiento… Tienes que dejar que tu cuerpo lo aprenda… Que lo memorice− me seguía pendulando con maestría, pero sentí que sus manos iban perdiendo fuerza, mientras que mi cuerpo se restregaba contra el suyo, ganando libertad− Así… Lo vas pillando…Si no puedes aprender tendrás que interiorizarlo…−sus manos comenzaron un lento masaje circular−Tienes que dejar que el cuerpo tome el control… Dejarte llevar−

Mis manos se apretaban contra las baldosas de la pared, e hice presión cuando sentí que su cuerpo se separaba del mío. Me sentía el centro de una sauna, con el agua caliente por delante y el duro y caliente cuerpo de Fran por detrás, con su polla como si fuera una columna de hierro al rojo contra mi… Y la mía estaba totalmente erecta, lanzándome palpitaciones de dolor y de placer. Mi cuerpo ya se movía solo, replicando cada movimiento como si nacieran de un deseo inconsciente por volver a sentir a Fran contra mí, replicando el ritmo.

Fran terminó por dejarme libre en cadera y hombro, pero una de sus manos fue a mi cuello aprisionandolo y pegándome a él en la parte alta. Nos erguimos casi totalmente. Y Fran me miró desde su altura inclinada, con sus claros ojos avellana.

−Recuerda el movimiento…Y podrás mejorar mucho tu marca en espalda y estilos…− mientras lo decía se había ido acercando, hasta que sus labios rozaron los míos al hablar, entrecerrando los ojos a cada centímetro ganado− Y si dudas… Deja que tu cuerpo lo recuerde…− y terminó de acercarse, besándome en los labios

Yo tiré del beso, como si fuera el único cabo que atara un barco a la costa. Me giré, para encararle, eso hizo que la polla de Fran quedara libre, chocando contra mi cuerpo, totalmente dura y caliente. La mía se apretó contra sus muslos. Nuestras lenguas se enroscaron. Fran cortó el beso, apoyando su frente en la mía y acariciando mi rostro con los pulgares

−Que guapo eres− me susurró contra la boca− ¿Virgen? −

− ¿Te gustaría que lo fuera? − le pregunté algo vacilón, recuperando parte del ritmo que me gustaba llevar

Fran se rio, haciendo que mi cuerpo vibrara con él. Sus recios brazos y sus fuertes manos me rodearon parcialmente. Mis manos se pusieron en sus caderas, pegándonos totalmente el uno al otro. Ahora que estábamos fuera del chorro de agua, tanto su cuerpo como el mío estaban cubiertos de una suave capa de sudor y humedad.

El pelo de Fran se había ido secando, haciendo que se quedara solo pegado en las sienes y el flequillo por ese sudor, dejando el resto enmarañado.

Su piel canela y la mía bronceada brillaban de forma similar bajo la luz

−Que flipado…Me lo tomaré como un no− y de nuevo me beso, esta vez de forma lenta y haciendo que su lengua acariciara la mía−Ven−

Tiró de mí y me llevó cruzando el pasillo entre las duchas hacia las individuales. Su fuerte espalda se arqueaba al guiarme, y su brazo se hinchaba de forma muy sugerente. Ambos respirábamos con algo de dificultad. Me acabó llevando hasta la ducha individual de la esquina, y se metió. Yo le seguí

Fran se apoyó con los brazos en las paredes poco más de metro cuadrado de ducha, formado por muretes que creaban un pequeño pasillo frontal, como si fuera una caracola o un arabesco, para que desde fuera no se pudiera ver el interior de la ducha y preservar la intimidad.

Su cuerpo estaba flexionado, en toda su altura y magnitud. Sus manazas estaban contra las paredes, desde donde sus brazos se unían a un amplio y duro pecho canela, que se estaba elevando y descendiendo por la pesadez de su respiración excitada… Controlándose a duras penas para no saltar encima de mí

Y me sentí cómodo con esa idea. Sintiendo que tenía mucho más control que en la ducha grupal. Le sonreí ampliamente, dejando que mi rostro de niño bueno se iluminara con esa sonrisa… Lo que hizo que Fran tomara aire a duras penas.

Mis manos fueron a mi pelo, apartando los mechones rubio oscuro para peinarme hacia atrás, gracias al sudor y la humedad, dejando mi frente despejada y sobre todo evitando distracciones de mis ojos celestes, que le estaban comiendo de arriba abajo; disfrutando de ese cuerpo canela moldeado por la piscina. Fran se mordió el labio inferior con fuerza, dejándolo blanco de la tensión.

De allí mis manos bajaron por mi cuerpo. Puede que no estuviera tan duro como Fran, pero si estaba más marcado, aunque solo fuera someramente. Mis manos se quedaron en el estómago, repasando cada tímido abdominal con los dedos, mientras pasaba a sonreírle de lado… Luego parte del pecho y finalmente hice que una de mis manos se apoyara en la nuca… Ladeando la cabeza haciendo que de nuevo un par de mechones me cayera sobre la frente. Fingiendo mirarle con timidez y algo de arrobo

Eso fue demasiado para Fran. Soltó el aire de golpe y sus manos fueron a por mí, pegándome a su cuerpo con fuerza. A puro pulso me levantó, haciendo que mis piernas tuvieran que agarrarse a su cintura y dejándome a la misma altura de su rostro. Sus ojos avellana brillaban, inflamados de deseo.

Pasé una lengua por los labios, esperando a que ahora fuera Fran el que tomara el relevo. Y este no se anduvo con juegos, como yo mismo. Su polla se apretaba contra la entrada de mi culo, palpitando contra mis nalgas. Me besó con pasión y apoyó su frente en la mía.

−Eres una puta chocolatina−me dijo, jadeando−Estás tremendo, chaval−

−David− dije yo, haciéndome gracia que aún no nos hubiéramos presentado

−Fran…− y yo asentí, haciendo que se riera− ¿Me tenías fichado ya? − no había podido contenerse y sus caderas habían empezado con un suave e inconsciente bombeo

−Eres de uno de los equipos de competición− dije yo, como si eso lo explicara todo

−Y ya verás cuando entres tú…David− me sonrió

Sentí los dedos de Fran explorándome por dentro. Nunca me habían penetrado, así que la respuesta que le di a lo de virgen era una verdad a medias. Sentía que tenía el culo algo abierto, por toda la excitación del momento, pero se cerró en cuanto sintió los dedos de Fran entrar. Me forcé a calmarme y para facilitarle las cosas me apoyé contra él, pasándole los brazos por detrás de la nuca. Como si fuera un chiquillo cansado de toda una tarde corriendo por el parque

Empecé a dejar suaves besos por su cuello ardiente, arrancándole jadeos y haciendo que mi propia respiración aumentara de ritmo. La temperatura se había elevado lentamente entre ambos.

Ya tenía uno dentro y estaba intentando hacer entrar el otro. Me forcé a relajarme… No me estaba creyendo lo que estaba pasando.

¿Un chico del equipo de competición? ¿De Absoluto, encima? Tragué saliva. Estaba nervioso, no solo porque me sacara un par años, sino porque no dejaba de ser un nadador muchísimo mejor que yo… Uno que había conquistado un récord interno en el Carranza-Pío, una de las puntas de lanza nacionales… Respiré con algo de pesadez… Y entonces es cuando el tercero terminó de dilatarme, aunque estuvo poco tiempo, por la impaciencia de Fran

−Te voy a follar, David− me dijo Fran, separándome y apoyando mis hombros contra la pared

Me miraba con intensidad… Con muchísima intensidad. Su frase había sido una afirmación, no una pregunta, pero ahí estaba, aguardando respuesta. Yo le sonreí con mi sonrisa amplia y clavé mis ojos celestes en los suyos avellana; asintiendo y dando un permiso que tampoco me había preguntado de verdad.

Su polla empezó a meterse en mí, apretando su cabeza contra la entrada de mi culo. Fue un movimiento algo seco y brusco, como si fuera un ariete golpeando contra un portón. Y me arqueé entre sus fuertes brazos, que me sujetaban las caderas con firmeza… Paró un segundo, pero de nuevo volvió con otro empellón… Fue un proceso de varios minutos, yo gimiendo por lo bajo y jadeando, apretando los duros hombros de Fran con mis manos.

Los dos comenzamos de nuevo a sudar y un par de goterones le cayeron a Fran desde la frente y sobre los labios, donde se pasó la lengua de forma distraída al sentirlos. Aparte, no paraba de susurrarme por lo bajo, flipando con cómo le apretaba mi culo, con mi cuerpo, con mis ojos y con mi sonrisa

Sus manos no me dejaron caer en ningún momento, controlando la penetración a puro pulso y como prueba irrefutable de la potencia de los músculos que se veían contenidos bajo esa piel de color canela que brillaba por el sudor.

Yo por mi parte bastante tenía con no jadear de forma demasiado audible. Lo sentía todo multiplicado: su polla ganando centímetro a centímetro en mi interior, caliente y ardiendo; la frialdad de las baldosas contra mis hombros donde ganaba apoyo para empujar; la mirada de Fran resbalar por mi pecho sudado y mis pectorales fibrados; y sobre todo sentía mi polla restregarse, dura y enhiesta, contra el estómago de Fran. Masturbándose con exasperante y deliciosa lentitud.

Finalmente entró del todo, con un fuerte empujón final que me hizo inclinarme hacia él para morderle en el hombro y no gritar de dolor. Fran me colocó la mano en la nuca, haciendo suaves movimientos pendulares con las caderas, para que me acostumbrara. Su mano se hundió en mi pelo, jugando con mis mechones rubios oscuros.

−Ya está toda dentro…− me susurró−Ahora viene lo bueno− buscó mi boca y me dio un morreo lento y profundo

Yo tuve que creerle, siendo que nunca me habían penetrado. Fran me hizo apoyar de nuevo los hombros contra las baldosas de la pared, para que ambos pudiéramos ganar un anclaje. Las manos en mis caderas me hicieron suaves masajes circulares, y Fran me sonrió

Entonces empezó.

El primer bombeo fue lento, para que me acostumbrara… Y menos mal, porque mi culo se quejó de tener toda esa polla dentro, queriendo expulsarla… Y entonces vino otro, y el mismo dolor… Y luego otro… Y disminuyó. Y luego otro, otro y otro… A cada uno descendía el dolor y aumentaba el placer.

Jadeé por lo bajo, mi pelo había vuelto a caer por mi frente y hacían que le mirara tras algunos mechones al tener la cabeza echada hacia delante… Algo que parecía encantar a Fran

Mi polla había ido ganando su propia velocidad por la follada que me estaban metiendo, masturbándome contra su duro estómago. Y ahora, que apenas me dolía, me decidí a disfrutar de su cuerpo, como el hacía con el mío.

Mis manos le recorrieron entero: su largo cuello, sus redondeados hombros, los torneados brazos y hasta el fuerte pecho. Me encantaba pasar las manos desde su cuello hacia los hombros, sintiendo las fibras musculares de su parte superior; y desde ahí bajar o bien hacia sus fuertes brazos o hacia dentro, hacia su moreno pecho para capturar sus oscuros pezones.

Mis caricias le arrancaban suspiros y jadeos, lo que hacía que aumentara la velocidad de sus embestidas de forma cada vez más exponencial.

Al final mis piernas perdieron fuelle, consciente de que ese chico increíble era capaz de mantenerme en vilo con la fuerte presa de sus grandes manos y la potencia de sus brazos y hombros… El calor me hacía sofocarme, recordando la escena de la ducha. Volviendo algo difusos los detalles entre el antes y el ahora, mezclando sensaciones en mi mente calenturienta

Finalmente, Fran parecía haber alcanzado el máximo de su velocidad, y estuvo un par de minutos a un ritmo endemoniado que hizo que me mordiera el labio y tuviera miedo de hacerlo sangrar… Yo ni quería tocarme la polla, sintiendo que en cuanto lo hiciera me correría, quería sentir el suave cosquilleo en mis caderas, continuación directa de los fuertes empujes de Fran en mi culo al metérmela y sacármela…Al final, fue el mismo Fran el que me precipitó al orgasmo:

−Joder, David… Yo no aguanto más, me voy a correr−miró hacia abajo, hacia mi polla− ¿Cómo puedes aguantar? −

Yo solo me hice hacia delante, levantándome con las piernas un poco para besarle y, durante el beso, dejarme caer para ensartarme su pollón entero. Fran gimió contra mis labios, invadiendo mi boca con su lengua de forma alocada… Y entonces sentí como su polla palpitaba y enseguida un fuego en mi interior: se estaba corriendo… Y eso precipitó mi propio orgasmo, entre ambos; pringándonos enteros; haciendo que ambos quisiéramos un morreo más intenso, mientras nos corríamos a pares

Al acabar nos desinflamos, de forma metafórica y literal. Fran se inclinó hacia mí, apoyando la frente en mi pecho, sujetándome mientras yo le acariciaba el pelo con lentitud, peinándole para apartar los mechones pegados por el sudor de su frente. Lo que le hizo sonreír tímidamente.

Luego me bajó y se apoyó con la espalda en la pared, a mi lado. Yo dejé que mis piernas resbalaran, llevándome al suelo con suavidad y Fran me siguió al rato. Ambos respirábamos de forma entrecortada, pero poco a poco fuimos mesurándonos y volviendo a la normalidad.

−Menudo polvazo…− dijo Fran por lo bajo, me pasó un brazo por el hombro, para pegarme a él− Y yo que no iba a entrenar hoy…− dijo con suavidad

Yo le miré, sonriéndole. Entonces me alcé para encender de forma algo torpe la ducha, el agua nos comenzó a bañar, limpiando el semen y el sudor de nuestros pechos.

−Que menos por tus consejos− dije mirándole directamente a los ojos−Han sido muy buenos… Aunque soy un buen alumno−

Fran se rió y me acarició la línea de la mandíbula con el pulgar

−Te voy a entrenar durante este agosto…− me dijo devolviéndome una mirada ardiente− Si quieres entrar en los equipos de competición haré todo lo que pueda para que lo consigas, David−

Yo asentí. Entrar en los equipos de competición era el sueño de casi cualquiera en la Escuela Deportiva… Y sobre todo era el sueño de Mateo... No podía quedarme atrás... La prueba era a inicios de septiembre y tenía que dar lo mejor de mí: tanto en tiempos como en técnica.

−Claro que quiero− dije, asintiendo, luego recordé lo que me había dicho al comenzar la follada− ¿Cómo es ser un nadador de alto rendimiento? −

Fran se estiró como un gato, bostezando suavemente, y dejando constancia del cansancio que podía dejar el entrenar toda una tarde para luego follar de improviso en las duchas

−Ya lo descubrirás−

Y me sonrió de forma misteriosa antes de inclinarse para besarme

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Hola. Este es el primer relato, o el cero, de Malibú con piña, que acorto como MCP, con un mejor enfoque, creo. De aquí saldrán una serie de relatos. Tomando como punto de partida los comentarios que me hicisteis estará centrado directamente en el mundo de la natación y del deporte de alto nivel. Llevo escritos varios capítulos de adelanto, para poder ir con un ritmo más sosegado, en el que me siento cómodo.

Os animo a comentar y a dejar vuestras impresiones, para que pueda ir mejorando. Gracias por leerme y estaré en la sección de comentarios, que ahora más desahogado voy a poder ir respondiendo

P.D.: El título es un guiño para quien lo entienda