MCP IX: La polilla y la llama

Eloy consigue por fin quedarse a solas con Mateo en una sesión de entrenamiento especial. Mateo, enfrentado a lo inevitable, solo tiene dos opciones: rendirse o resistir

Mateo

Ojalá estuviera David allí, conmigo

Finalmente ya ninguno de los novatos se cambiaba con otros que no fueran de los de su calle. Tras esas primeras semanas el pequeño grupo que se mantenía en la Escuela y junto a los nuevos, que me daba un lugar seguro donde cambiarme, dejó de existir. Y al final ya no había podido poner excusas para cambiarme con Rubén, o Rubi, con Isma y… Y con Eloy.

Aunque no era tan malo como pensaba. Rubi e Isma se notaba que se esforzaban porque me sintiera cómodo, y trataban de incluirme en las conversaciones. Parece que ambos me habían cogido como una especie de pupilo, y tendían a pelearse por ello.  Y por su lado Eloy me ignoraba la mayor parte del tiempo

De vez en cuando zanjaba los debates técnicos entre Isma y Rubi dando su propia versión, o directamente mandándoles callar de forma tranquila pero evidentemente molesto por su continuo pique. Otras me daba escuetos consejos e instrucciones, que de hecho me iban mucho mejor que los de Isma y Rubén que tendían a complicarse en largas explicaciones. Y otras, aunque las menos, directamente me devoraba con los ojos

Eran pocas veces. Sucedían cuando ninguno de los otros dos se estaba fijando, cuando tampoco estaba con ningún otro miembro de Junior. Normalmente en las duchas o en el vestuario. Y sentía sus ojos caoba, ardientes; recorrerme entero. Con los párpados entrecerrados y una leve tensión en la mandíbula, como si se estuviera conteniendo. Y lo peor es que siempre buscaba mi mirada. Siempre. Como si el fuego que llameaba en sus ojos se alimentase de que yo supiera que me estaba acechando. Necesitando clavarse en los míos, para después recorrerme entero de arriba y abajo; de forma lenta y evidente.  De forma turbadora, peligrosa y, muy a mi pesar, excitante

Mi mente confusa intentaba negarlo, pero mi corazón me latía en las sienes cuando Eloy me traspasaba de parte a parte con sus ojos caoba. Cuando buscaba mi mirada mientras él estaba acechando, cerca y al alcance de la mano. Semidesnudo en el vestuario, apenas tapado por su bañador o algún pantalón sin abrochar, su cuerpo enjuto flexionado por la postura. O directamente en las duchas, con ríos de agua y jabón resbalando por sus músculos blancos y prietos, goteando desde sus oscuros y erectos pezones o por un lateral de su rostro, mientras se mordía levemente el labio inferior y hacía mi cuerpo suyo con los ojos. Preso, cautivo y clavado en el sitio; con las llamas cerca

Y esa era una de esas veces

Eloy se estaba quitando lentamente los vaqueros, arrastrando tras ellos sus boxers, mientras Rubi e Isma discutían cómo prepararme para la competición de la semana que viene. Y como todas las veces anteriores sentí que aunque se estaba desnudando para mí en realidad era yo el que estaba desnudo para él. Sus ojos, con su marrón rojizo intenso, estaban entrecerrados para que se ocultase como me estaba devorando con ellos.

Sus fuertes muslos quedaron al aire, con su polla de vellos recortados, algo crecida, cayendo entre ellos de forma casi inocente. Sus fuertes brazos estaban relajados, flexionando su pecho de pectorales pequeños pero evidentes y combando en parte el estómago de definidos abdominales mientras seguía bajando el pantalón. Se volvió a morder ligeramente el labio inferior cuando, al sacar el pantalón del todo, abrió las piernas ligeramente mientras se sentaba erguido de nuevo, dándome una visión global y total de su cuerpo moldeado en la piscina.

Apoyó una mano en un muslo, rozando su polla ligeramente con los dedos, mientras colocaba la otra en su estómago y la subía lentamente mientras aspiraba ligeramente al rozarse uno de los pezones. Dejando su mano en el cuello, buscando su nuca para tensar el brazo. Fingiendo estirarse para que su atlético cuerpo le siguiera en el movimiento. Y luego guiñandome un ojo rápidamente mientras me recorría entero de arriba a abajo varias veces; sus ojos con ardiente deseo, paseando por mi cuerpo solo tapado por un prieto bañador de malla

Tragué saliva, sintiendo un calor ardiente en el pecho reflejo del que llameaba en esos ojos que eran como perdición.  Los recuerdos del sótano y el hotel superponiéndose como una avalancha sensorial en mi mente. Desgastandome cómo la marea sobre la roca

Aparté la mirada cuando Rubén e Isma se volvieron a centrar en mí. Metiéndome prisa para que me cambiara porque querían estirar conmigo. Ajenos ambos a la manera en la que Eloy me había mirado y lo que había provocado en mí.

Disimulando me puse la toalla sobre la entrepierna pidiendo algo de tiempo para disimular la tremenda erección que me había provocado

Por suerte esa tarde el entrenamiento fue más técnico. Lo que me gustó. Sobre todo porque implicaba que cada uno hacía ejercicios individuales en un tramo de piscina y podía estar lejos de Eloy. Me distraje con eso, evitando mirar a nada que no fueran mis propios movimientos

Esa tarde estaba totalmente libre. David no estaba y Miguel parecía no tener ganas de hacer entrenamientos extra. Le había preguntado un par de veces, pero se había limitado a darme largas. Lo cual me desconcertaba, ¿era porque ese chico se había metido con nosotros?

En el vestuario, tras el entrenamiento, ni Isma, ni Rubi se cambiaron; simplemente se secaron rápidamente con sus toallas, pero sin sacarse el bañador. A diferencia de Eloy, que se estaba desnudando para ir a las duchas. Como vieron que les esperaba para ir a la ducha, ambos se explicaron

-Nosotros descansamos un poco y nos volvemos a hacer un entrenamiento especial- dijo Isma- Por la competición de la semana que viene- se pasó la toalla por el amplio pecho

-¿Te unes?- me preguntó Rubén con suavidad

-Bueno, Mateo ya entrena, ¿no?- dijo Isma, mirando hacia las duchas- Supongo que esta tarde ya la tienes cerrada-

La posibilidad de ir a las duchas solo con Eloy me resultó turbadora. Así que negué con la cabeza

-De hecho la tengo libre, me uno a vosotros-

Isma me sonrió, dándome una palmada en el hombro que me pegó a él. Contra su musculoso y duro cuerpo. Me dijo que iba a flipar con lo que me iban a enseñar. Rubi se limitó a seguir secándose. Y finalmente Eloy salió totalmente desnudo, bote de gel en mano, ya duchado y goteando agua, su cuerpo reflejando en parte la luz

-¿No te duchas Mateo?- preguntó con calma, sonriendo un poco de lado al verme pegado a Isma

-El chico prodigio se nos une- respondió el gallego, sonriendo- Así que el único rancio ahora eres tú, Eloy-

Sus ojos caoba me miraron, brillantes por un segundo. Divertidos, enigmáticos y ardientes de deseo a duras penas contenido. Disfrutando

-¿Ah sí? ¿Vas a entrenar con los chicos?- pareció meditarlo durante un segundo- Me animo entonces, que yo también compito-

Tragué saliva. Pero al menos iba a estar con Rubi y con Isma. No podía pasar nada malo

Tras volver a ponernos el bañador, me dejé guiar por ellos que sabían a dónde se dirigían. Y me tensé cuando bajamos a los sótanos.

En realidad no estábamos en ellos, aunque los habíamos usado para ir a nuestro destino y luego subir. Es decir, no estábamos debajo del edificio principal, si no en una pequeña nave que había al lado y que siempre había pensado que era una especie de almacén auxiliar. Pero cuando ascendimos desde los sótanos por una de las escaleras, me llegó el inconfundible aroma de agua clorada

-Bienvenido a las piscinas de flujo continuo- dijo Rubén mientras daba un par de luces

Los focos superiores de la nave alargada iluminaron una hilera de cinco piscinas pequeñas y estrechas; que medían unos pocos metros de largo y unos dos de ancho. Se recorrían en dos brazadas. Pero lo que llamaba la atención de ellas era tanto el poste que tenían todas al principio, como el armatoste de motor que tenían todas al final, cubierto por un enrejado

-Es difícil verlas por ahí, son caras- siguió Rubén mientras se acercaba a una- La idea es sencilla…- me hizo un gesto con la mano para que me acercara, e Isma tomó esa decisión por los dos, acercándome a ver- El motor es un cañón de agua que crea una corriente continua que se opone a tu movimiento, así puedes nadar todo lo que quieras sin tener que parar… Nunca vas a ser capaz de llegar al final de la calle-

Oí ruido a mi espalda y de reojo vi a Eloy intentar abrir un armario cercano

-Es perfecta para nadadores rápidos, chico prodigio- me respondió Isma- Aquí puedes desahogarte todo lo que quieras y practicar técnica o resistencia-

Les miré confuso. Sintiéndome inseguro por lo pequeñas que eran. Luego me fijé en el poste que todas tenían al principio.

-¿Y eso para que es?-

-Eso es por seguridad- respondió Rubi- Se usan por si alguien nada tan rápido que la máxima potencia del cañón no les consigue mantener fijos en el sitio… Para que nadie pueda llegar al final-

-Pero, ¿cómo?-

-Con uno de estos- respondió Eloy a mi espalda, mientras lanzaba a Rubi un amasijo de malla y cuerdas que no pude descifrar, me giré- Arneses especiales para el agua- respondió, mirándome con los ojos entrecerrados- Te lo pones, te atas las correas bien y te enganchamos al poste con la cuerda… Así nunca llegas al final- sus ojos caoba relucieron, divertidos y ardientes en su rostro tranquilo- Te ayudo a ponerte el tuyo, Mateo… Que las correas tienen que quedar bien sujetas… No queremos que te sueltes del poste y te escapes- y se rió de forma suave y baja

No tenía mucho margen. Isma y Rubi ya se estaban colocando los suyos, que parecían sencillos aunque tenían un par de enganches extraños en los dorsales y a la altura del plexo. Eloy de dos pasos se puso a mi altura, llevando uno bajo cada brazo. Dejó caer uno de ellos, mientras me pedía que me diera la vuelta

-Es sencillo- me dijo con su voz profunda- El arnés tiene que quedar justo, o el propio roce de la malla te resultará molesto- me coloqué el chaleco principal, estaba hecho de cinchas más o menos anchas superpuestas unas a otras- Cuidado que aprieto…- dijo Eloy, y a continuación todas las correas se pegaron a mi cuerpo, casi como una segunda piel

Oí un click en la espalda y pensando que ya estaba listo me dispuse a escabullirme de ahí. Pero Eloy me agarró por parte de las correas de la espalda, pegándome a su pecho, aprovechando que Rubén e Isma se estaban ayudando entre ellos

-Me encanta verte así, Mateo…- me susurró al oído con su voz profunda y masculina- Bien atado y listo para mí- sentí el roce de su lengua en mi oreja- Aprieta mi arnes, anda- me dió un beso rápido en la mejilla y me soltó

Se dió la vuelta mientras me mostraba su espalda hercúlea, cubierta de las finas correas que componían el arnés. Era oscuro, de forma que contrastaba contra la piel de Eloy, todavía algo bronceada del verano, pero cada vez más pálida. Tenía la cabeza girada, para observarme, y al ver que me había quedado quieto mirándole flexionó los brazos, subiendolos a la altura de la cabeza y proyectando el pecho, haciendo que la espalda se flexionara y pudiera ver de primera mano la nudosa red de músculos que la recorría

Parpadeé con fuerza, para despertar. Y apreté los enganches de las correas, haciendo que se pegaran a su cuerpo. Eloy se rió

-Me recuerda al hotel- susurró por lo bajo, yo le ignoré y enganché lo que parecía, en el centro de la espalda, el lugar donde una fina y larga cuerda debía estar

Entonces Isma me hizo meterme al agua, me sorprendió lo poco profunda que era, apenas llegaba a la cintura. Rubén se metió en la de al lado y, por suerte, Eloy, en la siguiente, separado de mi. Dentro del agua Isma atravesó un pasador y luego lo colocó a través de una abertura en la parte alta del poste

-El agua cubre hasta poco más de la cintura, así que si sientes que no puedes más, simplemente apoya los pies… Es para evitar sustos- dió un pequeño tirón de la cuerda- Con esto es imposible que te acerques siquiera al motor… A mayores, cuanto más practiques aquí mejor conocerás tus límites luego en las pruebas, así que dale duro-

Se acercó al motor y apretó un botón y luego giró una rueda. De inmediato un ruido sordo salió de él, e inundó la sala

-Si necesitas algo simplemente para y tira de alguna de nuestras cuerdas- se acercó al resto y fue encendiendo los motores, llenando la sala de ruido- ¿Listo?- me gritó por encima del ruido, asentí, me levantó el pulgar, encendió su motor, colocó su cuerda en el pasador e hizo bocina con las manos- Ya verás como te vicias a esto rápido- y se lanzó al agua

Todos comenzarona nadar y tras un segundo de duda hice lo mismo

Era muy cansado nadar con el arnés y contra el propio flujo, pero a la vez era relajante. La corriente de agua al chocar con mi cuerpo reverberaba, llenando mis oídos de un sonido parecido al de un mar revuelto pero seguro. Era como estar suspendido en la nada. Incluso la propia agua, una vez se atemperó mi cuerpo, dejó de ser una sensación identificable. Solo éramos el movimiento, la técnica y yo.

Ahora entendía porqué era un entrenamiento tan efectivo. Era fácil distraerse.

Mi mente estaba algo adormilada, acunada por el movimiento acompasado y constante de mi cuerpo. Y el propio esfuerzo iba poco a poco drenando mis fuerzas, lo que de hecho me dejaba con ganas de más y más. Incluso tenía los ojos cerrados, seguro de que la propia corriente y el arnés impedirían que llegara al final de la corta piscina.

¿Cuánto tiempo llevaba nadando? No lo sabía, para mi mente, aislada sensorialmente de todo, era como intentar saber el tiempo que pasaba dentro de un sueño. Me sentí bien, me sentí a gusto, me sentí a salvo. El flujo continuo meciéndome con cada envite.

Entonces sentí un tirón leve desde la cuerda en el arnés. Alguien había tironeado con suavidad de ella. Una anomalía estridente en la perpetua y relajante monotonía. Paré apoyando mis pies en el bajo suelo, levantándome. Y solo entonces me di cuenta de que estaba jadeando y de que el corazón bombeaba con fuerza debido al esfuerzo.

Me quité las gafas, girando mientras resollaba. Y me encontré a Eloy dentro de mi piscina, algo reclinado y apoyado de codos en el bordillo, flexionando todo su cuerpo. Aún llevaba su arnés, pero suelto, con los enganches descolgados. Sin gorro su pelo platino estaba humedecido y algo revuelto. Me miraba con los ojos entrecerrados, ladeando la cabeza. Serio pero de forma ardiente tras esas rendijas, lo sentía. Lo notaba. Sus ojos sobre mi cuerpo me devoraban.

-Tienes bastante aguante- comentó de forma distraída, con su voz profunda y masculina- Y eso que tu técnica tiene que mejorar- me señaló con un cabeceo- Pero tienes buenos pulmones-

Miré a mi alrededor, ignorándolo. El resto de piscinas estaban paradas, sin nadadores, vacías. De hecho solo estaba encendida la luz sobre mi piscina, dejando el resto en una suave penumbra. Me pasé la lengua por los labios, sintiéndolos algo resecos por el agua tratada. Eloy giró la cabeza siguiendo mis miradas

-Llevas nadando sin parar más de una hora y media- siguió- Isma y Rubi estaban asustados- se rió por lo bajo- Se han ido ya, están por cerrar esto- se pasó el también la lengua por los labios, de forma lenta- De hecho tengo que cerrarlo yo… Nosotros- sonrió de lado

Abrió los ojos entrecerrados, mostrándome su caoba cálido y ardiente traspasarme entero de parte a parte. Un escalofrío me recorrió la espalda

-¿Por qué no me avisaste antes?- dije, recuperada ya en gran parte el ritmo normal de la respiración

-Porque quería que nos quedáramos solos- me respondió con una amplia sonrisa- Es difícil pillarte a solas, Mateo- volvió a entrecerrar los ojos, ocultando en parte su ardor- Por suerte aceptaste bajarte aquí a entrenar-

Nos habíamos quedado solos, en una zona accesible a través de los sótanos del MCP. Nadie iba a interrumpir. De hecho hasta por como estaba ya todo recogido, Eloy debería haberme avisado antes  pero no lo había hecho, porque quería asegurarse de que nadie iba a aparecer por mí.

Eloy estiró su cuerpo, flexionándolo y tensando sobre el pecho el arnés. Tragué saliva

-Entonces mejor que nos vayamos ya- dije sin mucha convicción

Eloy se rió, apoyándose ahora con las manos en el borde, proyectando en parte el cuerpo hacia delante

-Me encantas, Mateo- dijo ladeando la cabeza- Sabes lo que tengo en mente- terminó susurrando lo justo para que le oyera sobre el ruido del agua y el motor de fondo

Aún con el arnés, lo que había bajo él era más que visible. Más que ocultar las correas en realidad acentuaban su cuerpo, siguiendo las proporcionadas formas, evidenciando el volumen y la falta total de algo en él que no fuera tendón y músculo enjuto. Resaltando oscuras contra la blanca piel

La única zona libre de ellas era el estómago, surcado por abdominales delimitados, que se movía con tranquilidad, con pequeñas gotas de agua cayendo en finos riachuelos hasta…

No pude evitar alterarme, bajo la corriente y de forma distorsionada podía ver sus fuertes piernas torneadas. Y entre ellas su polla meciéndose en el agua, totalmente libre

-No llevas bañador- retrocedí un paso, acercándome al inicio de la corriente

-Ni tú dentro de poco Mateo- se mordió el labio inferior- Ven-

Me di la vuelta dispuesto a huir, calculando cuánto margen tendría para llegar contracorriente al borde y poder escapar de allí. Entonces sentí un fuerte tirón en la espalda, intenté avanzar pero no pude, y tras un fuerte tirón de nuevo, retrocedí un paso para mi total pánico

Miré por encima del hombro, Eloy había agarrado la fina cuerda trenzada que me sujetaba al poste para evitar que me golpeara contra el final de la piscina y estaba tirando de ella.

Sus ojos estaban fijos en los míos. Sus brazos flexionados e hinchados levemente, haciendo fuerza para volver a dar un nuevo tirón, recogiendo el cordel con sus manos firmes. Como si yo fuera una presa

Me giré totalmente, abandonando cualquier posibilidad de poder salir de la piscina. Agarré la cuerda con mis propias manos, trabando los pies. Eloy sonrió de forma sincera y amplia, sus ojos llameraron de diversión. Sus brazos se tensaron al agarrar con más fuerzas la cuerda trenzada

-Me encanta que pelees- susurró

Y entonces empezó a recoger la cuerda

-Llevo cachondísimo desde lo del hotel Mateo- dijo mientras iba, palmo a palmo, peleando por acercarme a él- Cuando pienso en como me tocaste, me empalmo solo- se pasó la lengua por los labios- Y también cuando pienso en los sótanos, en como me miraste mientras me follaban- tragó saliva, bajando la voz ahora que estaba cada vez más cerca- Y ahora no puedo pensar en lo que vamos a hacer aquí… En como te voy a follar, Mateo- se mordió el labio inferior- Que ganas te tengo-

Intenté reaccionar. Intenté hacer algo más que simplemente hacer fuerza para que no me acercara a él. Pero era como luchar contra el sol, contra la gravedad. Yo solo era un triste cometa atrapado en la esfera de sol ardiente e implacable.

-Por favor, Eloy, no- supliqué, cuando ya solo estábamos a solo unos pasos, intenté hacer fuerza pero los brazos de Eloy se tensaron de forma tremenda, evitando si quiera que pudiera recuperar un milímetro- No me gustan los chicos-

-Está bien Mateo, te va a gustar… Lo sé- me acercó a un paso- Te va a gustar cuando te folle, cuando me sientas dentro… Cuando tenga tu cuerpo pegado al mío… Cuando me corra- ladeó la cabeza- Conmigo estás a salvo Mateo, solo tienes que dejarte hacer y disfrutar- dió un fuerte tirón para pegarme a él del todo- Te deseo-

Su mano fue a mi nuca, atrapándola, los arneses impidieron que nos pegamos enteros, pero dio igual, porque Eloy se inclinó un poco para tomar mi boca. Y los recuerdos prendieron en mi memoria, como un mar de velas. Cada una sensación guardada, reprimida, pero atesorada: el tacto de sus labios, suaves y firmes; la forma gentil que tenía de besarme, con suavidad y dulzura, pero a la vez ardiente y pasional; la firmeza de su cuerpo y la fuerza de su brazo al mantener presa mi nuca. Y muchos más, confusos pero palpables. Físicos y reales. Una prueba irrefutable del ardor que tenía dentro y que se propagaba desde él, como un incendio descontrolado

Se separó, dejando que pudiera respirar. Sus dedos fueron a mi arnés, abriendo con maestría las correas que lo mantenían sujeto al pecho, haciendo que cayera suelto desde mis hombros. Como un chaleco cualquiera. Intenté escapar, pero Eloy nos giró para apresarme contra el borde, sujetando una de mis muñecas con delicadeza por de manera firme

Temblaba ligeramente

-Tranquilo, Mateo- me susurró, haciendo que su aliento me recorriera todo el cuello- Tranquilo… Todo está bien- se pasó la lengua por los labios, y luego me lamió la barbilla donde dejó un par de mordiscos- Tranquilo-

Intenté liberarme, dispuesto al menos que mi derrota no fuera total y absoluta. Pero era imposible. Estaba totalmente subyugado, apenas si conseguí revolverme un poco, lo que le pareció excitarle más

-Mateo...Mateo- repetía mientras me dejaba besos por todo el rostro: labios, mejillas, párpados cerrados, frente y sienes- Mateo-

Y volvió a besarme. Ahogando cualquier oposición racional que pudiera hacer. Y esta vez se pegó del todo. Su propio chaleco de correas abierto, pudiendo sentir piel contra piel… ¿Y cómo describirlo? ¿Cómo describir algo que sentía tan real pero que era como un sueño? Su piel estaba caliente, o quizá mi cuerpo frío. Sus dedos eran una tenaza, pero a la vez me dejaban caricias por el pecho y el cuello, buscando que me rindiera a él. Sus labios y su lengua lo deseaban todo de mí, recorrían mi boca con total libertad o iban por mi rostro y mi cuello, dejándome marcas ardientes de pasión que me volvían loco.

Mi cuerpo se amoldaba a lo que sus manos querían de él, dejándose hacer, llevar, guiar y dominar. Simple arcilla esperando el calor del horno para terminar de ser. En potencia hasta ese momento, pero anhelando el término del fuego. Su beso. Su calor. Su realización

Dejé de luchar. Por unos segundos baje totalmente la guardia

Por eso me sorprendió un poco el dolor en mis muñecas, y la sensación de confusión que sentí al no poder mover mis manos. Bajé la mirada confuso

Había usado la cuerda de mi propio arnés para atarme de muñecas, juntas y cruzadas por sendos nudos que las mantenían prietas. Eloy me miró, sus ojos inflamados

-Vamos al poste Mateo, estaremos mejor- me opuse, pero los ojos de Eloy brillaron, una de sus manos tiró de la cuerda hacia arriba, haciendo que tuviera que alzar los brazos, totalmente esclavizado- Al poste-

Salió del agua, dejando caer su propio arnés para quedarse totalmente desnudo. Su polla estaba totalmente erecta e incluso parecía cabecear en palpitaciones, sondeando a su alrededor buscándome. Deseando encontrarme

-Eloy, para...Para- pero Eloy me hizo salir de la piscina casi a puro pulso, tirando con suavidad de la cuerda

Me mordió el cuello, me apartó parte del arnés para poder dejarme besos por los hombros. Su mano buscó mi garganta, haciendo que alzara la cabeza. Dejando mi cuello expuesto y mis labios accesibles para que tuviera que respirar su aliento cuando acarició con sus labios los míos, me empezó a empujar con suavidad y así, contra el poste

Mis quejas quedaban ahogadas entre el mar llameante de besos. Pequeñas rocas solitarias contra la marea. Resignadas a desgastarse sin poder hacer nada

-Eloy… No... Yo no- podía articular entre un beso y el siguiente de su ansiosa boca- Para-

-Shhhh… Está bien, Mateo- me dijo en un respiro más largo, ya al lado del poste- Está todo bien-

Dio un pequeño tirón del pasado que sujetaba la cuerda, reduciendo la parte de cuerda que me mantenía sujeto y haciendo que tuviera que subir los brazos. Me apoyé con un hombro en el poste, me giré con los brazos subidos. Eloy me contemplaba mordiéndose el labio inferior, mientras se acariciaba los pezones erectos

Me estaba devorando con los ojos. Su mirada resbalaba por mi cuerpo, los párpados entrecerrados pero el ardor visible incluso a pesar de ellos. Como intentar sofocar una hoguera incombustible. Una combustión de dentro a fuera, lista para prenderme fuego como si estuviera en una pira.

Me sonrió de lado, luego su mano fue a mi cuello, donde apretó con suavidad. Como aquella vez en el hotel. Y como aquella vez fue de nuevo real, la suave presión de sus dedos en un masaje circular. Atrayente, peligroso y excitante

-Bésame, Mateo- dijo con suavidad

Me resigné, echando la cabeza hacia delante, apoyando mi frente en la suya

-¿Qué me vas a hacer?-

-Follarte- me dijo con suavidad, cogió mi rostro con dulzura entre sus manos- Voy a follarte-

-Eloy…Para- intenté

Entrecerró los ojos

-Se que te gusta, Mateo- dijo con suavidad, haciendo que mi cabeza descansara en su redondeando hombro desnudo y contra su cuello- ¿Y sabes por qué lo sé? ¿Sabes cómo sé que quieres que te folle?- me susurró al oído

No me dió ni tiempo a negarme, su mano fue directamente a mi entrepierna

-Por esto, Mateo- dijo apretando la enorme erección que tenía- Porque llevas duro desde que empecé con el juego de tirar de la cuerda- me susurró al oído, metiendo la lengua en él- Por eso se que te va a gustar que te folle-

Metió la mano bajo el bañador de malla, tirando de él hacia abajo aprovechando que mi piel aún seguía húmeda para facilitar el movimiento. Me lo bajó hasta las rodillas. Se pegó de nuevo a mi, apretando mi espalda contra el poste, su cuerpo apretado contra el mío, su erección restregándose contra la mía

-Bésame- volvió a repetir

Y el hechizo de sus ojos quedó completo. Unas correas más fuertes que las que tenía por el cuerpo y una presa más firme que la que me aprisionaba las muñecas. Era polvo, era nada, era la ceniza que quedaba tras las brasas. Era lo poco que Eloy me dejaba ser, que Eloy me permitía ser. Era lo que él quisiera de mí, lo que él demandara de mí

Me rendí, ya no tenía sentido pelear; solo ceder y que todo sucediera

Mi boca buscó la suya, mis labios masajearon los suyos y mi lengua acarició a su compañera. Nos fundimos en un beso profundo, reclinados contra el poste con mis brazos alzados y atados. Y cuando intentó separarse proyecté el cuello, prolongando el beso, agotando el aire entre nosotros; necesitados ambos de aliento para seguir con ello, como el fuego necesita al oxígeno, pero no queriendo parar hasta consumirlo todo

Eloy se separó resollando y me sonrió, de una forma que le hizo parecer dolosamente hermoso. Sus ojos brillantes y felices por la conquista, por el inminente disfrute de la caza. Listo para tener a la presa.

Su mano fue a mi polla, y se pegó a mí, pero esta vez me dió la vuelta, dejando el poste colocado contra uno de mis hombros y mi cuello. Su mano me cogió de las caderas, mientras la otra se adelantaba para buscar mi polla dolorosamente erecta

Cuando sus dedos se cerraron sobre ella gemí por lo bajo de gusto. Haciendo que Eloy se riera. Pegó sus caderas a mi culo, para que pudiera sentir su polla caliente; y entonces comenzó a masturbarme a la vez que hacía un suave vaivén con las caderas

La mano de mi cadera subió a mi cuello, para hacerme alzar la cabeza y poder mirarle a los ojos

Su cuerpo me rodeaba entero. Lo era todo. Era el límite del mío propio. Piernas, brazos, cuello, espalda, e incluso mis ojos, copada mi mirada por su caoba ardiente, eran todo lo que sentía en este momento.

-Quiero que te corras, Mateo- me susurró entre besos y caricias- ¿Sabes por qué?- negué con la cabeza- Porque quiero que tardes en correrte cuando te folle luego, por eso- y acabó la frase con un beso en el que me mordisqueó los labios y me apretó contra su cuerpo, duro como una peña

Su mano se movía con maestría. Descapullándome entero, jugando con el pulgar en mi glande y provocándome sensaciones que no había experimentado. Sin poderlo apreté mi culo contra sus caderas, buscando inconsciente que me penetrara

-¿Pero sabes qué, Mateo?- me preguntó mientras seguía con su paja- Que tu nunca me has pedido que te folle- pasó su lengua por un lateral de mi cara- Dímelo, Mateo… Pídeme que te folle- me mordió el hombro- Pídemelo y te follaré-

Ahora había pasado a una paja lenta, una masturbación que acompañaba con el movimiento de su cuerpo contra el mío, como una caricia prolongada. Una forma de que el cosquilleo de mi polla y mis huevos escalara por todo mi cuerpo, siguiendo la espina dorsal en estremecimientos y descargas de placer directas al cerebro. Certeras e inacabables, pero aún así pocas, horriblemente pocas

-Yo…- empecé, arqueando el cuerpo por el placer, buscando follarme su mano con fuertes golpes de cadera- Qui...quiero…-

-Sí, dímelo- me susurró mientras metía su lengua en mi oído y estrujaba mi polla para hacerme gemir de placer- Pídemelo y lo haré… Pídemelo, Mateo-

Estaba al borde del bosque en llamas. Si me daba la vuelta y me alejaba podría huir. Podría estar a salvo. Seguro. Mi cuerpo tembló, mi mente estaba totalmente fuera de juego, mi instinto desbocado en plena revolución por el control de mi voluntad. Intentando llegar hasta el fuego de forma desesperada. Y entonces, como la polilla embrujada, me estrellé contra el fuego, estallando en llamas

-Quiero que me folles-

Dejé caer la cabeza vencido y derrotado. Y a cambio solo recibí placer en olas difíciles de medir. Eloy me masturbaba a una velocidad frenética, tanto que hasta pude sentir como su fuerte brazo se resentía un poco, teniendo que bajar el ritmo. Una de sus manos fue a mi culo, y yo no entendía lo que quería hacer hasta que metió de golpe dos dedos. Haciendo que tuviera que gemir de dolor de forma ahogada. Pero enseguida uno de sus dedos entró un poco más, y de una forma que solo podía ser intencionada, rozó algo en mi interior.

Explote de placer

Fue como sentir en mi pecho un estallido. Y como las ondas en un estanque mi cerebro mandó ondas de placer que llegaron hasta cada pequeño nervio de mi cuerpo. No tardé en correrme con un gemido que me nació de dentro, de lo más hondo. Eloy me agarró del pelo de la nuca en cuanto vio que me corría, haciendo que levantara la vista al techo.

Se inclinó para susurrarme al oído

-Pídemelo-

-Quiero que me folles, Eloy- acabé con el último de mis espesos trallazos, manchando su mano

Me recosté contra el poste, entrecerrando los ojos mientras esperaba lo inevitable, acunado entre sus fuertes y fibrosos brazos. Esperando lo que imaginaba que sería una presión ardiente y constante contra mi cuerpo. Buscando. Empujando. Entrando

Eloy me mordisqueó el hombro. Sus manos me recorrieron todo el cuerpo y terminaron de sacarme el bañador por las piernas. Alzó uno de sus dedos y me hizo saborear mi propia corrida. Gemí al sentir algo contra la entrada de mi culo, tanteando las defensas

-¿Me dolerá?- pregunté, Eloy vibró con una suave risa

-Menos de lo que crees-

Y apreté los dientes, preparándome contra el dolor, agradecido de tener el poste por delante y el firme y atlético cuerpo de Eloy por detrás para sostenerme. Listo

Pero lo que sentí en realidad fueron los dedos de Eloy, entrando. Me susurró al oído que así era mejor, más fácil. Yo solo pude visualizar como se folló a la chica en el hotel, la forma brutal que tuvo que penetrarla y los gemidos de placer de la chica ahogados contra la cama.

El sudoroso cuerpo de Eloy tenso y flexionado. Recubierto de una fina capa de sudor. Como ahora lo estaba de la humedad de la piscina. En ambos casos ardiente

Sus dedos volvieron, ahora con mayor facilidad, mientras suponía que me dilataban, que me preparaban para su entrada. Y en cuanto pudo meter el tercer, paró.

Y de nuevo para mi sorpresa me giró para acabar de cara a él. Me besó con fiereza, agarrando mi culo con sus manos para abrirlo un poco. Y luego sus brazos me levantaron a puro pulso. Pasando al rededor de mis caderas, aguantando mi peso ellos solos y con un leve apoyo del poste, apoyado contra mi espalda y sujeto por mis manos aún atadas

-Quiero follarte de cara- dijo, y empezó a penetrarme acto seguido

No se como debía ser, pero Eloy fue constante. Apenas retrocedió, y si lo hacía era porque era inevitable. De forma lenta pero sostenida fue metiéndose dentro de mi. Haciendo que mi rostro enrojeciera y tuviera que respirar con fuerza por la boca, sintiendo un dolor agudo que amenazaba con partirme

Eloy me fue dejando besos por el rostro y el cuello, buscando calmarme. A la vez que me tranquilizaba con palabras susurradas, como si fuera una presa aguardando el golpe de gracia

-Ya casi, Mateo… Ya casi- me susurró al oído- Que duro lo tienes… Joder… Eres increíble… Nunca me había apretado así- me gimió-Ya, ya… Ya sé que duele… Pero tú puedes con todo, Mateo... Conmigo estás a salvo, no te preocupes-

Y con eso terminó de metérmela

Suspiré cuando llegó al fondo. Mi polla de nuevo estaba erecta y ahora se restregaba sin parar contra los abdominales de Eloy, porque mi propio cuerpo no paraba de retorcerse. Eloy buscó mis labios, encontrándolos a la primera. Y con ese beso llegó el primer bombeo, que me hizo arquearme y gemir

-Duele solo al principio- me dijo con sus ojos caoba ardiendo- Joder, Mateo…- gimió cuando intentó un segundo bombeo- En mi puta vida me había apretado así-

Se separó del todo cuando lo intentó por tercera vez. Inspiró aire mientras hinchaba el pecho

-Mira como te follo Mateo- y para dar fuerza a sus palabras salió casi entero de mí para ensartarme de golpe de nuevo con fuerza

Gemí, pero no cerré los ojos. No podía. Era imposible. Todo el cuerpo de Eloy estaba en tensión y se flexionaba a cada movimiento. Sus redondeados y macizos brazos, junto a sus fibrosos costados, soportaban el peso. Mientras su pecho se combaba a cada poco, marcando el valle de carne entre sus pectorales y prolongando el movimiento por cada pareja de abdominales de su estómago.

Sus pezones estaban erectos totalmente, duros como espadas y apuntando hacia mí. Apetecibles y oscuros, como dos moras pequeñas. Su cuello, fuerte y largo, estaba algo ladeado, y su rostro estaba congestionado por el esfuerzo, pero sobre todo surcado por un placer que a él también le golpeaba en latigazos secos y directos

Aspiraba el aire entre los dientes o los labios. Y farfullaba palabras en castellano junto a otras incomprensibles que no entendía, pero que se le escapaban de vez en cuando. Sus sienes recubiertas de sudor, pegando mechones rubio platinos contra ellas

Conforme fue cogiendo soltura y velocidad, un sonido se sobrepuso al suave arrullo del motor aún encendido de mi piscina: el de sus caderas y huevos golpeando mi culo.  Una cadencia rítmica de cada vez mayor velocidad, que me estaba encantando

Por mi parte respiraba con dificultad. Alternando jadeos y gruñidos. Tanto por lo que sentía como por el espectáculo que tenía desplegado ante mí

Eloy parecía una tea al rojo. Una fuente inagotable de calor que consumía lo que encontrara  a su paso. Que devoraba todo para devolver solo puro placer. Me incliné hacia delante, buscando apoyar mi frente ardiente en la suya, para traspasarnos el calor mutuo

Eloy también se inclinó hacia delante, abriendome más de piernas y pudiendo penetrarme con más fuerza.

Nos besamos. Y aunque el ritmo ya era tan alto que el poste se me clavaba en la clavícula, de nuevo como aquella vez mientras se follaba a la chica, fue lento y gentil

-¿Te gusta como te follo?- me preguntó en un  susurro cuando se separó

Yo solo pude asentir, resollando de placer puro

Eloy aumentó la velocidad de golpe. Mordiéndose el labio. Y yo adivinando lo que quería, force mis muñecas contra la cuerda, alcanzando a rozar un pezón con mis dedos. Lo que hizo a Eloy gemir de forma audible en esa lengua extraña

En mitad de uno de esos bombeo se tensó de golpe. Y con algo de precipitación salió de dentro de mí. Me dejó de pie en el suelo. Y me besó con pasión mientras una de sus manos me masturbaba y con sus caderas se restregaba contra mí pero con mayor lentitud, como si tratara de retrasar algo

-Me corro, Mateo-

Y a los pocos segundos sentí algo correr espeso por la piel de mi cadera mientras seguía con el restriego aunque con más lentitud. Pero desde luego sin bajar en nada el ritmo del brazo en mi propia paja. Cuando se hubo relajado, me empezó a masturbar lento, pero de nuevo su dedo volvió a mi culo, ahora ya dilatado, entrando sin dificultad en busca esa maravilloso punto que me conectaba directamente al cerebro y que era adictivo como una droga

Y de nuevo fue rozarlo, acariciarlo y presionarlo ligeramente; que sentí una fuerte presión en la base de mi polla, quedando liberada al momento en forma de espesa corrida

Me volví a reclinar contra el poste, jadeando, y esta vez Eloy liberó el pasado. Haciendo que pudiera pasar al suelo. Eloy luego me liberó las muñecas y se tumbó encima mía mientras no paraba de besarme. Se reclinó hacia atrás, colocando mis muslos sobre los suyos, de nuevo mi culo accesible para su polla, que por lo que sentía comenzaba a estar erecta de nuevo

Cerré los ojos, cansado. Eloy se inclinó un poco hacia delante y me empezó a penetrar de nuevo

Hoy llegaría tarde a casa

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Hola. Espero que os haya gustado. En este en vez de partir la narración como suelo hacer, he preferido condensarla, sobre todo para saldar la deuda que Mateo y Eloy tenían entre sí y no entremezclarla con otros, como suelo hacer. Pero era importante dejarles en este punto, para lo que está por venir. Para los siguientes volvemos a la narración partida, además ya con una dosis extra de trama que seguirá así en el resto de capítulos. Ya que tampoco planeo alargar MCP más allá de tocar los puntos que quiero. Me tomé una necesaria semana de descanso, para desconectar y recargar pilas; que me ha venido muy bien. Muchas gracias por leerme. Y muchas gracias a todos por comentar en el anterior, todos disteis puntos de vista muy interesantes y me habéis tenido dándole bastantes vueltas a la cabeza