May we meet again X

– Creí que habías muerto – dijo sollozando Elyza.

– Estos monstruos no podrán nunca conmigo – dijo – traje compañía.

La chica rubia temblaba de miedo, tenía las manos atadas en la espalda y una venda sobre la boca.

– Los encontré escapando en MI auto – dijo haciendo énfasis – aquellos dos se me escaparon, lamento los inconvenientes – agregó como si nada.

– ¿Qué haremos con ella? – preguntó Alicia.

Elyza le quitó la venda.

– ¿Cómo te llamas? – le preguntó con tono autoritario. Pero la chica no respondió – deberíamos dejarte aquí para que te coman los caminantes – dijo con rabia – así como nos dejaste la última vez que nos vimos – Luego de un rato Elyza suavizó su gesto y la miró con cansancio. Tomó el cuchillo de Alicia y le quitó la venda de las manos – Vete – espetó. La chica corrió lejos de ellos, esquivando a los caminantes.

– Esperaba que supieras qué hacer con ella – dijo Sebastián asintiendo.

Elyza lo miró y se lanzó sobre él en un abrazo.

– ¿Dónde están los demás? – preguntó con el ceño fruncido.

– Los chicos – dijo Elyza con sorpresa mirando a Alicia. La morena corrió a buscar el radio que había caído al suelo y los llamó.

– Vamos para allá, esto se está poniendo feo – escucharon decir a Chris.

Llegaron corriendo y bañados en sudor.

– ¡Son miles! – Gritó Nick – encerramos a un grupo, pero creemos que hay más rondando por ahí.

– La salida es hacia allá, tenemos que despejar el pasillo para pasar.

Todos asintieron, poniéndose manos a la obra.

– Alicia – llamó a la chica – estaré más tranquila si te camuflas – dijo dándole su cuchillo.

– ¿Y tú? – le preguntó.

– Correré hasta el estacionamiento a avisarles a los demás.

– Ten cuidado – dijo con el ceño fruncido, le dio un beso antes de que la rubia corriera lejos de ahí.

Elyza se escabulló entre el desastre de cosas que estaban regadas por doquier, esquivó caminantes y más de una vez se dio un buen susto, esas cosas eran horrorosas y maldecía cada vez que la tomaban por sorpresa.

Vio como un grupo salía de lo que parecía ser una sala de cine y caían escaleras abajo.

– Tienen que salir rápido de ahí – dijo por el radio, del otro lado solo se escuchó estática – mierda.

La luz del sol le dio de lleno en la cara y pudo ver como Travis, Madison y Blanca, junto a Jaden iban apresurados de un lado a otro moviendo las cosas, ya habían conseguido un auto.

Era uno de esos camiones blindados y suspiró de alivio. Corrió hacia ellos y los ayudó.

– Ese lugar esta infestado, hay grupos saliendo de todas partes, tenemos que movernos rápido, sino no podremos cruzar.

Por lo menos, el blindaje les daría ventaja, pero temía que si los rodeaban no pudieran siquiera moverse de allí.

Llamó de nuevo por la radio, pero la estática volvió a responder. Se metió al camión, junto a los demás con el corazón acelerado, estaba preocupada por los demás. Se tranquilizó al pensar que Sebastián estaba con ellos, nada podría pasarles. Al menos eso esperaba.

Al cruzar la entrada principal, un pequeño grupo de caminantes los rodeó. No eran tantos, se podía atravesar el pasillo despacio.

– No aceleres – le dijo Elyza a Travis. Iban los dos en los asientos de adelante y los demás en la parte de atrás – necesito que alguien me ayude con ellos – Jaden levantó su brazo.

El chico abrió la puerta del camión y salió, cerrándola con fuerza. Elyza bajó y se unió a él. Ambos empezaron a acabar con los No muertos, pero a medida que avanzaban, empezaban a llegar más. El escándalo que tenían armado los atraía como moscas.

La rubia se subió al techo del camión, ayudando a Jaden a hacer lo mismo. Desenfundó su arma y se la entregó al chico, ella por su parte sacó su rifle y, sentados cómodamente sobre el blindado empezaron a disparar para abrirse paso entre la masa de caminantes.

Las gotas de sudor resbalaban por sus caras, a pesar de que hacía frío.

– Esto está mal, muy mal – comentó Travis a través de la malla de metal que cubría las ventanas.

A mitad de camino, ya era imposible seguir. Era una locura la cantidad de caminantes que estaban ahí, se aglomeraban con fuerza y hacían tambalear el camión de un lado a otro. Un destello rubio hizo que Elyza fijara su vista sobre el pasillo del primer piso.

Apoyada sobre los barandales estaba la chica rubia que había dejado libre hacía menos de una hora.

– Es lo que te ganas por ser buena persona – escuchó decir a la chica por encima de los gruñidos. La chica balanceaba en sus manos una tenaza y varios hilos de alambres rotos – Mi nombre es Kara, por cierto.

Elyza la miraba con enojo, su bondad ya la había puesto en peligro demasiadas veces. Y se dio cuenta de que aunque el mundo se estuviese quedando vacío, seguía estando lleno de malagradecidos. Empezó a disparar a los caminantes, tratando de disminuir el tumulto, con ayuda de Jaden, que era tan bueno como ella acertando las balas. Ni siquiera tuvo valor para apuntar hacia ella, tampoco lo tuvo para alertarla de que mientras ella se divertía con la situación en donde estaban metidos, dos caminantes se acercaban detrás de ella.

Uno de ellos le mordió justo en el cuello, como un vampiro. Y el otro le arrancó un pedazo de piel del brazo. Elyza desvió la mirada mientras tragaba con fuerza, sintió pesadez y dejó el arma sobre sus piernas, agotada. Probablemente su destino sería el mismo. Miró con tristeza a los caminantes incansables alrededor de ella y lamentó todo por lo que estaba haciendo pasar a los demás. Los gritos de Kara le taladraban los oídos y dejó escapar una ráfaga de disparos a la multitud, que los enloqueció, pero al menos el barullo opacaba los gritos de la chica. Jaden la miraba con el mismo cansancio.

El blindado seguía balanceándose de lado a lado, los chicos se sostenían con fuerza para no caer. Travis aceleró un poco y vio a varios caer por debajo del camión, eso iba de mal en peor. Vio a uno de los No muertos con la antena de la radio incrustada en el ojo izquierdo y la radio sobresaliendo a un lado de su rostro.

El estruendo de una corneta los sacó de su resignación. Desde el otro extremo del pasillo, donde estaba la salida, un jeep se asomaba. Aceleraba haciendo rugir el motor con fuerza. La sirena empezó a sonar y a retumbar dentro del centro comercial. Los caminantes se dieron la vuelta y, de a pocos, se fueron hacia el jeep. Elyza aprovechó para disparar a los pocos que se habían quedado alrededor del camión. En cuanto tuvieron el camino libre, Travis aceleró y salió disparado hacia la salida.

El jeep estaba atestado de personas que gritaban como posesos.

– ¡Se irán de vuelta al infierno de donde salieron! – gritaba un chico bajito con un rifle en las manos.

Eran alrededor de seis personas y todas gritaban y disparaban hacia la masa de caminantes que venían hacia ellos. De inmediato, el jeep retrocedió y otras cuatro personas movieron una inmensa lámina de metal, cubriendo la salida. Con el ruido de los golpes sobre la lámina el estruendo era enorme.

– Fue una mala idea – dijo una de las chicas corriendo a subirse al jeep.

Allí estaban Sebastián, Alicia, Nick y Chris. Elyza se bajó del techo del camión y corrió hacia la morena, que ya iba hacia ella.

– Entré en pánico cuando no contestaron la radio – dijo mientras le quitaba los mechones oscuros del rostro – te dije que te camuflaras.

– No fue necesario – le respondió la chica con una sonrisa – los amigos de Sebastián nos ayudaron a despejar la zona, pero como vimos que tardaban en pasar, ellos volvieron para buscarlos – agregó señalando a los chicos del jeep – ¿qué fue lo que paso?

– La chica que trajo Sebastián – dijo en un suspiro – dejó salir a los caminantes que estaban encerrados – Alicia la miró con estupefacción – está muerta – agregó palpando su cabeza, que empezaba a dolerle – se la comieron.

A su lado, Blanca, Madison y Travis rodeaban a Sebastián en un abrazo.

– ¡Viejo! – Gritó quien manejaba el jeep – tenemos que movernos.

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