Mauro, Mariano y yo

Los gemelos del club llamaron mi etención y al saber que uno de ellos era virgen...enloqueci de placer.

Mauro, Mariano y yo

Llevábamos un mes de verano cuando conocí a Mauro y Mariano, unos hermanos gemelos que conocí en el club donde practico deportes. No era los más lindos, pero si llamaron mi atención. Mariano era un joven bromista, que parecía conocer muy bien a las mujeres, pero su hermano Mauro era un joven cariñoso y retraído que casi nunca hablaba. Una tarde hablando con mis amigas, me contaron que Mauro nunca había tenido novia y además era virgen. Debo confesar que aquella noticia me excito muchísimo, poder poseer a un hombre que nunca había tocado a otra mujer, es el deseo de cualquier chica, es por eso que centre mi atención especialmente en él.

Comenzamos a hablar cada vez que podíamos y aquellas charlas eran cada vez más frecuentes. Como Mauro era Carpintero y yo acababa de mudarme sola a un pequeño departamento, lo invite a que fuera, le dije que tenía algunas cositas que arreglar y no quería meter a un desconocido a mi casa, así que pensé en el. Acepto gustoso y quedamos en encontrarnos dos días más tardes, cerca de las ocho de la noche cuando salía de su trabajo.

Llego el día y yo que ya tenia un poco de experiencia en lo que calienta a los hombre me puse un vestido muy cortito, sin corpiño ni bombacha. Debía provocarlo al máximo para calentarlo y lograr comerme aquel bombón que todavía traía su envoltura sellada. Mauro llego, toco el portero y lo deje subir. Me mire al espejo, arregle mi cabello y abrí la puerta dispuesta a todo, no podía fallar. Note como Mauro clavo sus ojos en mi figura y yo sin disimular pase mi lengua por los labios de la manera más seductora posible. Mauro se puso colorado y comenzó a tartamudear. Lo deje entrar y convide con una gaseosa fresca, luego lo lleve a la sala y le enseñe como el parque del piso estaba levantado, el tuvo que tumbarse al piso para ver mejor y yo aproveche y me acerque, note como disimuladamente miraba hacia arriba y veía mi entrepierna desnuda, yo que eso era lo que quería, me hice la que no vi nada y abrí un poco mis piernas para facilitarle la observación y seguí hablando como si nada.

Fije mi mirada en su bulto y asombrada y extasiada vi como su miembro se había endurecido de tal forma que casi reventaba la costura de su pantalón. Esto me excito más aun y comencé a sentir como mi vagina se mojaba. Mauro se levanto del suelo y con carita de niño y a su vez más seductor que nunca, me pregunto si tenía algo más que arreglar. Lo lleve al dormitorio y le pedí que tomara una medidas para hacer una repisa arriba de la mesa de la computadora. Insinuándome un poco, le pedí que sostuviera la escalera, así le mostraría a que altura quería el mueble. En verdad no me interesaba el mueble, solo lo hacía para poder dejar mi sexo lo más cerca posible de su cara y tentarlo a que lo toque. Subí la escalera y le puse mi culo casi pegado a su cara y con un pequeño movimiento logre que mi vestido se levantara muy sutilmente, pero lo suficiente para que su boca estuviera al alcance de mi ano. Sentí como su respiración se agito y sus exhalaciones me hacia viento y cosquilla en las piernas. Allí me di vuelta dejándole mi vagina al alcance y descubierta, su boca se abrió asombrado y como no daba más de calentura, pose una mano en su cabeza y lo atraje hacia mí. Saco su lengua muy tímidamente y comenzó a lamer todos mis fluidos, los cuales salían desde hacía un buen rato ya que mi calentura y excitación llevaban quemándome por dentro desde que llego Mauro a mi casa. Su lengua comenzó a moverse rítmicamente sobre mi sexo y me di cuenta que mi aprendiz, era muy habilidoso. Succionaba mi clítoris como nadie lo había hecho antes y yo notaba como este se endurecía dentro de su boca, lamía y lamía mis labios vaginales como un niño cuando come un caramelo. Incrustaba toda mi concha en su boca y chupaba con tantas ganas que termine con un maravilloso orgasmo, allí subida en la escalera y con su cara completamente metida en mi entrepierna. Decidí darle un poco de placer, aunque se que aquello lo había disfrutado a rabiar, por lo que lo empujé y cayo sentado a los pies de mi cama, baje de la escalera, me arrodille frente a el y baje el cierre de su pantalón. De entre las telas surgió un poderoso y erguido miembro rosado el cuál nunca había sido tocado por ninguna mujer, pensar en aquello me excito de tal manera que comencé a succionarlo y saborearlo con toda mi boca, Mauro se recostó sobre la cama y comenzó a gemir de placer, yo seguía allí, entre su rodillas lamiendo, chupando y succionando aquel miembro duro y sueva que me ofrecía, o mejor dicho, que yo había tomado. Cuando note que sus gemidos se intensificaban, me pare, quite mi vestido y me monte sobre su miembro, su cara de dolor y placer me dieron un morbo impresionante y comencé a subir y bajar como loca, tome sus manos y las pose sobre mis duros pechos. Mauro los apretó de tal manera que me hizo gritar y se disculpo enseguida. Lo bese para demostrarle que todo estaba bien y seguí cogíendomelo hasta que me llego mi segundo orgasmo. Entonces me dic cuenta que estaba por acabar, así que saque su miembro de mi vagina y lo introduje en mi boca, lo succione y chupe hasta que largo aquel semen que yo tanto deseaba sobre mi cara y mis tetas.

Me levante y fui al baño, cuando volví se había vestido y estaba inmóvil sobre la cama, me acerque y le pregunte si le había gustado y contesto que si. Le di un beso y le dije que cuando quisiera volvería a enseñarle, solo tenía que pedírmelo el.

Unos días más tardes vuelvo al club y los veo practicando básquet, los salude a los dos de la misma manera, ya que cuando estaban juntos no lograba diferenciarlos, uno de ellos se acerco y me dio un beso en la mejilla, me miro a los ojos y me sonrió, yo tome aquello como un pedido, así que lo agarre de la mano y lo lleve a los vestidores, lo metí en la zona de las duchas y comencé a desvestirlo, bese todo su pecho y baje hasta su ombligo, con el cual jugaba mientras bajaba su pantaloncillo de básquet, su miembro salio medio flácido y lo Introduci en mi boca, el cual se endureció enseguida. Lo chupe y succione varias veces, entonces comencé a lamer todo su contorno, su ingle y sus piernas. Cuando llegue a sus testículos los lamí suavemente y los succione un poquito, esto lo éxito tanto que me tome del cabello, me quito mi pantalón y mi bombacha y me monto sobre su cintura, me subió la remera y tomo mis pechos en su boca mientras su pene se introducía salvajemente en mi vagina, note que aquella salvajidad era muy distinta a la sumisión del otro día, por lo que lo mire a los ojos y le pregunte si era Mauro. Para mi sorpresa me miro, sonrió y me dijo, no soy Mariano. La estaba pasando tan bien que no me importo y seguí subiendo y bajando de su miembro como si nada. Al cabo de un rato de placer y gemidos casi inaudible para no ser descubiertos, llegamos al clímax al mismo tiempo. Me bajo, levanto su ropa, me dio un beso y me dijo que la había pasado bárbaro.

Un poco aturdida pero satisfecha, me vestí y Salí de allí. Esa noche en mi casa no podía creer que me hubiese acostado con los dos hermanos, pero bueno, ya no había nada que pudiera hacer para arreglarlo. En ese momento me di cuenta que un trío con aquel par sería maravilloso, por lo que lo llame a Mauro y se lo propuse. Una hora más tarde, los hermanos entraban por mi puerta dispuestos a todo.

Mariano me tumbo sobre la mesa del comedor y mientras me quitaba la camisa y besaba, lamía y succionaba mis tetas, Mauro me quitaba la pollera y la bombacha y me introducía su lengua en mi vagina y un de do en mi ano. El placer llagaba a mí como ráfagas de viento y los gemidos se oían por toda la casa, mientras Mariano y Mauro se ocupaban de mi cuerpo. Sus manos acariciaban cada parte de mí de tal manera que llego un momento en el cual no podía diferencia de quien era cada extremidad, pero eso no importaba. Mauro comenzó a meter sus dedos en mi concha y su lengua en mi culo y me violaba de una manera que me hacía dar escalofríos por todo el cuerpo. Empuje a Mariano y le quite el pantalón, saque su miembro s comencé a comérmelo frenéticamente, lo lamía y succionaba hasta que las lágrimas salían de mis ojos. Entonces también tome a Mauro y le hice lo mismo. Mientras ellos introducían sus dedos, ya no se cuantos en mi concha, yo les succionaba, lamía y chupaba su pija hasta que me tocaban la campanita de mi garganta. Una vez que me sacie de comerles el pene deje que Mariano se acostara sobre la mesa y me penetrara mi vagina, mientras Mauro introducía su lengua en mi ano. Mariano se movía convulsionadamente y mi excitación aumentaba al máximo, por lo que tome a Mauro y le pedí que tomara mi culo. Él introdujo su pene en mi ano y yo disfrute del placer absolutazo que aquellos gemelos me daban al penetrar mi vagina y mi ano al mismo tiempo. Tuve como dos o tres orgasmo, ya había perdido la cuenta, cuando ambos sacaron sus miembros de mis orificios genitales y se pararon. Yo me arrodille frente a ellos y comencé a chuparles el pene, hasta que me llenaron de leche la cara, la boca y las tetas.

Una vez que estuvimos los tres satisfechos nos turnamos para pasar por el baño y asearnos. Luego nos sentamos en el living de casa, sabiendo que en cualquier momento volveríamos a enfiestarnos los tres juntos.