Matrimonio sometido
Mi nombre es Natalia y nunca pensé llegar a ser sometida tan brutalmente por un corneador amigo de mi marido
Mi nombre es Natalia, tengo 38 años, 12 años de casada con mi esposo Luís, nos conocimos en la universidad. Hasta ahora hemos tenido una buena vida, cómoda y nos podemos permitir bastantes caprichos. Ambos somos de nivel cultural bueno, algo conservadores pero tolerantes.
Siempre he estado muy enamorada de mi marido, desde el mismo día que lo conocí en la universidad, solíamos estudiar juntos y así poco a poco se me hizo imprescindible. Nos casamos al finalizamos los estudios, cuando encontramos trabajo. Supongo que él conoció otras mujeres antes, no se lo he preguntado, pero yo llegue virgen al matrimonio.
En el tema del sexo me considero una mujer normal, me gusta, pero no lo necesito imperiosamente. De todas maneras mi marido en los últimos tiempos no estaba muy activo en el sexo. Yo no le daba importancia, ya que con el trabajo, la hija, y otros menesteres el tiempo pasa volando y no tenemos las hormonas tan alteradas como antes. De hecho no hacíamos el amor desde hacía por lo menos 3 o 4 meses.
Vivimos en una ciudad cerca de Barcelona, en una urbanización, y tenemos una casa en la playa. Normalmente los fines de semana, especialmente en verano los pasamos allí. No conocemos demasiada gente, solo los vecinos y de una forma superficial, lo ideal para desconectar de nuestro trabajo.
Yo después de comer suelo ir a la playa, me gusta mucho, mi marido no suele bajar casi nunca se queda en el ordenador o haciendo una siesta. En el ordenador, me había dado cuenta que a veces miraba porno, pero nunca se lo dije, entendía que no tenía demasiada importancia, ya que tengo mucha confianza en él.
Recuerdo que era sábado, debían se las 5 de la tarde, mi marido, nunca bajaba tan pronto, pero de repente oí cómo me llamaba.
-Hola Nati, mira me he encontrado a mí amigo Manolo, fuimos compañeros en el servicio militar.
Hola señor, respondí. Yo vestía un bikini negro, me puse el pareo y me acerque a ellos.
En cantada de conocerle, y me dispuse a darle la mano. El amigo de mi marido tomo mi mano, y con la otra rodeo mi cuerpo y me dio 2 besos, más que en la mejilla, casi en los labios. Yo me quede un poco descolocada, pero disimulé.
Manolo que así se llamaba, era un tipo alto, fuerte, con bastante vello en el pecho y llevaba tatuajes. Vamos que no tenía aparentemente nada en común con mi marido. Supuse que al conocerse en la mili, ahí debe haber gente diferente y no por eso ser mala gente.
Entonces Manolo se dirigió a mi marido, y dijo.
-Joder que cabrón, tienes una mujer que esta de muerte. Lo que debes disfrutar con ella, eh bandido. Eso que tenías la polla muy pequeña.
Yo me quede un tanto descolocada otra vez pero no le di más importancia y se fueron a tomar algo me dijeron.
Por la noche cenando le dije a mi marido, que vaya amigo más raro que tenía, que no me daba muy buena impresión, pero él me dijo que era un antiguo amigo y muy buena persona, y que las apariencias engañan.
Esa noche estaba especialmente deseosa de hacer el amor con mi marido, me insinué, le hizo cariñitos, pero me dijo que estaba muy cansado, con lo que me quedé con las ganas.
A la mañana siguiente me levante pronto para ir a comprar, preparar la comida, y tenerlo todo listo para ir a la tarde a la playa a coger algo de bronceado.
Después de comer, descansé un poco y después me fui a la playa, mi marido me dijo que bajaría pero tarde, cuando el sol no fuese fuerte.
Pase la tarde divinamente, leyendo, durmiendo un poco, bañándome, paseando, y también mirando el cuerpo de los chicos jóvenes que jugaban o que estaban con sus novias cariñosamente.
Eran casi las siete y media cuando apareció mi marido en compañía de Manolo, este me saludo cortésmente y me dijeron que se bañaban un rato. Les vi que hablaban y se fueron nadando hasta bastante adentro. Al cabo de casi una hora aparecieron y salieron del agua, se sentaron junto a mí.
Hablamos de varias cosas, del tiempo, de lo bonito que era el paisaje, entonces Manolo dijo que se iba, pero cómo le molestaba ir mojado se cambiaría el bañador aprovechando que no había casi nadie en la playa. Yo me quedé cortada, pero mi marido dijo que no pasaba nada, que había confianza.
Saco los slips y pantalones de la bolsa y se bajó el bañador, tenía un miembro muy grande, mayor que el de mi marido en estado erecto. También sus testículos eran muy grandes, mi marido se quedó atónito al verlo y yo también, después se acabó de vestir y se sentó de nuevo a nuestro lado. Durante un rato nadie dijo nada.
Que pasa dijo Manolo, os ha gustado mi rabo. Y me sentí incómoda, y no dije nada, mi marido dijo,
- tienes el pene muy grande.
Y ellos empezaron a hablar del tema.
- Nada de pene, es una polla o un rabo, no me seas tan fino. Sí que lo tengo un poco grande pero es lo que hay.
- Debes de dejar a las mujeres alucinadas.
- Si y a los maridos, te acuerdas de Miguel.
- Sí.
- Pues me tiré a su mujer delante de él. No veas el maricón como se la meneaba mientras le metía mano a su mujer. Fuimos a su casa, ….,, perdón veo que tu mujer se incomoda.
Yo no dije nada, pero si me incomodaba esa situación. Mi marido dijo que continuase por favor.
- Pues después de sobarla en un bar de copas donde quedamos me dijeron que fuéramos a su casa, a lo cual accedí encantado. Allí le di polla lo que no está escrito.
- Vaya con Miguel nunca lo hubiera dicho, que se dejara follar a su mujer.
- Pues no es nada extraño, hay muchas parejas que les gusta y eso no quiere decir que no se amen, y a mí claro me va muy bien porque me follo a esas zorras sin ningún miramiento y sin consecuencias, vaya que si las preño es un problema suyo.
- Pero qué raro no que los maridos se dejen hacer eso.
- No creas no es nada fuera de lo normal. Pues cuando ya me canse de dar caña a Elisa la mujer de Miguel, hice poner a Miguel en la cama boca arriba y su mujer encima boca abajo, e invertidos, de tal manera que la cabeza de Miguel estaba cerca del culo de su mujer. Los lleve a un extremo de la cama y ensarte a Elisa en todo el coño sin avisar. Gimió como una zorra en celo. Empecé un mete-saca brutal. Mis huevos pasaban por encima de la cara de Miguel, y mi polla taladraba a Elisa, que estaba tan mojada que se oía un xof xof a cada embestida mía. Yo mientras la follaba le tiraba del pelo y le iba diciendo, toma puta, ¿te folla así tu marido el cornudo?, ¿te han follado así alguna vez cerda?, Y otros insultos. Estuve follándola unos quince minutos. Cuando me iba a correr le dije que ahora vería lo que es una corrida, ya que la tengo muy abundante. Descargue cuatro lechazos en el interior de su coño, y seguí follándomela, hasta vaciar mis huevos completamente. Cuando la saque pasó lo que yo había calculado. Un reguero de mi leche cayó en la cara de Miguel. Abre la boca le dije, y siguió cayendo mi leche en su boca. Traga cornudo, y después le limpias el coño a la puta de tu mujer. Después les dije que tenía un regalo para ellos, les puse a ambos unos gadgets de castidad, y les dije que volvería pronto, que hasta entonces nada de sexo.
- Y los dejaste con esos artilugios puestos.
- Si claro, durante dos semanas, después volví, pero eso ya es otra historia.
Yo escuchando eso me excite muchísimo, pero fingí reprobación y dije a Manolo que era un cerdo y que me iba. Me fui dejándoles ahí, aunque me lubrique mucho durante la explicación de Manolo.
Por la noche en casa cenando le dije a mi marido, que no entendía como tenía amigos como Manolo, y que este era un ser despreciable y machista, que no entendía porque iba con él. Mi marido me reitero que era un buen tipo, aunque algo simple por su falta de educación, ya que no había podido estudiar. Después más tarde volvió a sacar el tema, preguntándome si me había excitado la historia. Le respondí que nada de nada, aunque la verdad es que mucho.
Al día siguiente yo me fui al trabajo, ya que tenía temas pendientes. Una semana de trabajo y después otra vez a descansar, playa, y relax.
Volví el viernes siguiente, aunque estaba tan cansada que me fui a dormir. El sábado era nuestro aniversario de boda, 11 años de casados. Tenía escondido mi regalo, una camisa de lino blanca, realmente elegante, y tenía curiosidad por ver que me regalaría él.
Quedamos en ir a cenar. Yo me puse muy elegante, quería seducir a mi marido, y a poder ser que nos diéramos un revolcón al final de la noche hacia mucho que no hacíamos sexo.
Me llevo a un restaurante muy agradable. Estuvo muy atento durante la cena conmigo. En ese momento no me di cuenta pero se preocupó mucho de que bebiese, vino durante la cena, nos bebimos casi 2 botellas de buen vino, y después de los postres pidió licor digestivo que sabe que me gusta.
Salí del restaurante bastante perjudicada, bastante ebria. Cuando salimos pensé que me llevaría a un hotel romántico y me haría el amor, yo estaba totalmente dispuesta y muy deseosa.
Salimos del restaurante y cuando nos dirigíamos al oímos como nos llamaban, era Manolo.
- Hola parejita donde vais, vaya casualidad encontraros.
- Hola Manolo – dijo mi marido – vamos a tomar algo.
- Me apunto si no os importa
- No nos importa, verdad Nati.
Yo pensé, vaya fastidio, pero asentí, como que no nos importaba. Manolo me caía muy mal, era maleducado, grosero y machista, pero disimulé, haciendo ver que estaba encantada. No entendía como podía ser amigo de mi marido.
Manolo nos llevó a un bar de copas, había también una pista de baile. Nos dijo si queríamos beber que nos invitaba. Asentimos y nos trajo unos cubatas. Yo estaba cada vez más mareada.
Ellos empezaron a hablar de mujeres y poco a poco pasaron a hablar de sexo, y de todas las mujeres a las que Manolo se había follado, decía que todas éramos unas putas, especialmente las casadas, yo estaba indignada, y les dije que eso no era verdad.
Manolo le dijo a mi marido.
- Me dejas bailar con tu chochete.
- Si hombre ningún problema, a ella le gusta.
- Cómo que chochete replique yo, - Manolo me cogió de la mano y me llevo a la pista.
La música era lenta y él se pegó mucho a mí.
- Que buena que estas, lo que debe disfrutar tu marido dándote tranca – me susurro al oído.
- Ya está bien dije yo esto pasa de la raya.
Él se me arrimó más aún y note su miembro en mi estómago. Me cogió por el culo con su mano y me dijo.
- Cállate puta, que me estas poniendo cachondo. Esta noche te voy a follar, pero ahora te quedas callada y me dejas hacer. Separa las piernas.
Yo estaba de pie, bailando y no sé qué me paso, pero abrí un poco las piernas.
- Muy bien puta engreída, ya nos vamos entendiendo.
El ambiente era oscuro, note como me metía mano en los muslos e iba subiendo sin ningún miramiento, hasta llegar a la comisura de las bragas. Me acaricio por encima de las bragas y me morreo con toda la lengua. Aparto las bragas y me toco el coño, metiéndome un dedo.
Al ver lo mojada que estaba, me dijo,
- Lo ves todas sois unas putas. Vamos a ver a tu marido, que hace tiempo que quiere ver cómo te folla un verdadero semental.
Me llevó hacia mi marido, le hizo oler sus dedos, impregnados de mi flujo y dijo.
- Ya es mía, vas a ver cumplido tu deseo de ser un cornudo. Ve a buscar el coche y nos vamos. No corras que voy a darme el lote con ella aquí mismo.
Me llevo hacia unas butacas y me empezó a besar con lengua. Comenzó a amasarme las tetas sin ningún miramiento, me morreaba sin tregua, metiéndome toda la mano dentro de mis bragas. Yo estaba totalmente entregada y no podía concebir como había llegado a esa situación en la que me encontraba. Mientras me hacía de todo, me susurraba al oído que era una puta y una zorra, me decía, ahora que puta pija, ya no te doy asco verdad, vas a terminar suplicando que te pollee, y al oír esas palabras mi coño aún se humedecía más.
- Arrodíllate puta me la vas a chupar ahora y aquí mismo
Me arrodille, se la saco y empecé a mamársela. Mi marido volvió y me pillo en esa situación.
- El coche ya está preparado señor, - dijo mi marido.
- Joder que inoportuno cabrón, vete y espera allí que ya vamos, no ves que tu mujer está ocupada limpiándome el sable.
- Venga vamos puta, ya tendrás tu ración de polla en el coche.
Se guardó la polla, me cogió de la cintura y me llevó hacia el coche. Allí estaba mi marido esperando.
- ¿No le das un beso a tu marido?. Así el cornudo saboreara la polla de un verdadero macho.
Nos hizo besarnos con lengua, para que el notase el sabor de la polla que yo había estado mamando.
- Ya está bien cabrón. Tu puta pasa atrás conmigo, y tu cornudo a conducir. Vamos fuera de la ciudad, dirección hacia la costa.
- Puta, quítate las bragas y espatárrate. – Cosa que hice sin dudar.
- Mira cornudo, como la puta de tu mujer se abre de patas para mí. Es una verdadera puta.
Me empezó a meter mano a lo bruto, amasando mis tetas y metiéndome dedos en mi coño, fallándome con ellos.
- Abre la boca puta. – Lo hice sin rechistar y me metió un escupitajo denso.
- Traga guarra – cosa que hice, no sin aguantarme los ascos.
- Bien es mi turno, vas a seguir mamando.
Empecé a mamarle la polla. Manolo no paraba de humillar a mi marido, insultándolo, llamándolo cornudo, y diciéndole que yo era una puta mamadora.
De repente Manolo se dirigió a mi marido y le dijo, más adelante a unos 200 m coge el camino a la derecha hasta un claro en el bosque. No me aguanto más necesito tirarme a esta puta.
Mi marido obedeció y paro en ese lugar apartado.
- Bien puta, bájate del coche que te voy a dar tu merecido.
Me cogió del pelo y me empotró en el capó del coche.
- Sácate las tetas y apóyate. Y tú cornudo toma y fílmalo todo con mi móvil. Abre las luces del coche así la peli saldrá mejor.
Manolo se abalanzó sobre mí. Mis pechos estaban en contacto con el capó. Notaba en ellas el calor del motor, aunque ya estaba parado el coche, sentía mis pechos arder. Me bajo las bragas de un tirón y apoyo su pene en la entrada de mi coño.
- Bien puta, vas a pedir polla, si no, te quedarás con las ganas.
Rogué que me follase, tuve que hacerlo en los términos vulgares que él me ordenó. Cuando me tuvo humillada totalmente. Me la clavo de un golpe en mi coño, y empezó un mete-saca frenético, yo no paraba de gemir. Sin parar de follarme me tiró del pelo y me hacía mirar a mi marido. Yo tenía la cara desencajada por los pollazos que me estaba dando. Me hacía repetir sus palabras, en las que decía que yo era su puta, que mi marido era un cornudo, que yo solo era una vulgar ramera, y mil cosas más. Cuando estaba al límite de mi resistencia, retiro su polla de mi coño. Yo no sabía porque, pero pronto me enteré.
- Ahora puta viene lo bueno, te voy a dar por el culo, y tu cornudo, sal y te la meneas al lado como los monos.
Me profano ni ano de una forma brutal, el dolor fue indescriptible, me hizo mucho daño, pero mi dolor, le animaba a sacudirme más duramente, estuvo taladrándome el culo una eternidad, según mi percepción. Cuando retiró su polla, noté un gran alivio, mis piernas no me sostenían y caí al suelo.
En ese momento me cogió del pelo y me arrastro unos metros, mis pechos rozaban con las piedras, me soltó y me dijo que me callase, que no le importunara. Entonces se sentó en mis piernas y empezó a darme con sus manos en mis nalgas, me hizo daño y me las dejó rojas.
- Ahora cornudo arrodíllate delante de mi puta, quiero que te mire mientras la insemino.
Yo estaba de cara al suelo, el me separó las piernas, y me penetró por detrás, introduciendo su miembro en mi coño, delante tenía a mi marido en cuclillas. Manolo me follaba como un poseso, tirándome del pelo, para que no dejase de mirar a mi marido.
Estuvo follándome durante mucho tiempo, me corrí varias veces. Al final note sus movimientos más entrecortados y note en mi interior 2 lechazos copiosos, noté como si se me measen dentro. Después se mantuvo en mi interior durante unos 5 minutos más, moviendo su culo de vez en cuando. Tal como decía Manolo, me iba a vaciar todos sus huevos dentro de mí.
Durante la follada, mi marido se corrió en mi pelo. Mientras se vaciaba, Manolo me ordeno que le limpiase la polla a mi marido con la lengua, cosa que hice sin rechistar.
Cuando Manolo se levantó, me hizo volverme cara arriba e hizo poner a mi marido al lado. Yo tenía todas las tetas marcadas de las piedras del suelo. Nos dejó así unos minutos.
- Ahora no os mováis y abrid la boca.
No entendía que pasaba hasta que note un chorro caliente en mi boca. Nos estaba meando, y filmando con su móvil. Durante la meada paraba de vez en cuando y me obligo a tragar. Solo pude tragar una vez, ya que de las arcadas que me dieron casi vomito.
Cuando termino, nos dijo que nos bañásemos en el rio. Después volvimos a la ciudad. Cuando le dejamos donde nos dijo, se despidió.
- Lo olvidaba, felicidades por vuestro aniversario de boda, me ha gustado mucho la fiesta. Ya me pondré en contacto con vosotros pronto. Ahora puta eres mi cerda y tu cabrón no se te ocurra follarla sin mi permiso. Que descanséis, lo necesitareis.
Ese día nuestras vidas dieron un vuelco radical, pero eso ya es otra historia.