Matrimonio por Contrato VIII Capítulo

El deseo contenido tanto tiempo se extendió por su cuerpo, abrasándole la piel. Se moría por saborearla, por sentir sus manos mientras Nicki la desnudaba y la tomaba allí mismo, contra la pared, y se deleitó con esa apasionada respuesta, tan distinta a su habitual y rígido control.

Una semana más tarde, Nicki observaba a su mujer circular por la estancia y admitió que había cometido un error. Uno muy gordo. Si tuviera el poder, desearía retroceder en el tiempo para cambiar la escena del beso con Gabriella. La habría apartado al instante, le habría contado a su mujer lo sucedido con orgullo y habría disfrutado de un resultado muy distinto. Sin embargo, dado que detestaba semejantes tonterías, solo le quedaba una alternativa. Sufrir.

Alexa circulaba entre los invitados como un majestuoso pavo real, vestida de un atrevido escarlata en vez del negro que prefería la sofisticada flor y nata de la alta sociedad. Llevaba el cabello recogido, aunque le caían unos cuantos mechones por el cuello y los hombros. Casi la había desafiado para que le dijera algo cuando llegó al pie de la escalera, pero en esa ocasión mantuvo la boca cerrada, le comentó que estaba muy guapa y caminó a su lado hasta el coche.

Todo acompañado por el frío silencio que llevaba instaurado entre ellas toda una semana. La irritación la carcomía. Fue Alexa quien le tiró encima un cuenco de helado. ¿Se había disculpado acaso? No. Se limitaba a tratarla con una cordialidad neutra que la desquiciaba. Se mantenía lejos de ella, encerrada en su dormitorio, y callada durante la cena.

Nicki no quería averiguar por qué su distanciamiento despertaba en ella el deseo de agarrarla y obligarla a demostrar alguna emoción. No quería analizar la soledad que la consumía ni por qué echaba de menos sus partidas de ajedrez, sus discusiones o el tiempo que pasaba con ella por las noches. Echaba de menos las irritantes llamadas de teléfono a la oficina para hablarle de Otto o para suplicarle que adoptara a un perro del refugio.

De hecho, había logrado lo que quería desde el principio.

Una esposa de conveniencia. Una socia empresarial que vivía a su aire y que no se inmiscuía en sus asuntos. Lo detestaba.

De repente, recordó el último beso. Sin embargo, las palabras de Alexa la desconcertaban. ¿No se daba cuenta de lo mucho que la deseaba?

La noche que apareció la policía creía haberle demostrado claramente su interés. En cambio, ella había enarbolado el episodio de Gabriella como prueba de que nunca la desearía de la misma manera.

Jamás había soñado con Gabriella, ni se moría por tocarla ni por reír con ella. Jamás había querido discutir, jugar a cosas tontas o tener una vida con Gabriella.

¿Por qué le estaba pasando eso? Nicki apuró el vaso y se dispuso a cruzar la estancia.

Tal vez había llegado la hora de averiguarlo.

Esposa a la vista.

Alexa levantó la cabeza y vio que Nicki se abría paso entre la multitud. Pasó de ella y se concentró en Luciana y en el brillo travieso de sus ojos. Agitó un dedo delante de su nueva amiga

Compórtate.

¿No es lo que hago siempre,

cara

?

Es la segunda vez esta noche que me mantienes alejada de mi esposa.

Sus zapatos resonaban sobre el parquet mientras la conducía hacia el despacho ubicado en la parte posterior de la casa, decorada en tonos tierra y rojizos, y con elegantes espejos dorados, tapices y esculturas de mármol que rompían la sofisticada monotonía de las habitaciones. La ópera que sonaba en el equipo de música se filtraba por toda la planta. Luciana la había decorado con una sensualidad inherente que Alexa apreciaba.

En ese caso, estoy haciendo bien mi trabajo, signora. Me he dado cuenta de que esta noche te pone triste.

Alexa se detuvo y la miró. Por primera vez, se permitió que aflorara la desgarradora emoción que le había provocado la confesión de Nicki. Le había costado mucho fingir que no le importaba durante toda esa semana.

Hemos discutido.

¿Quieres contármelo?

Las relaciones son lo peor.

Luciana asintió con la cabeza e hizo una floritura con la mano.

A veces, sí. A veces, cuando llevamos el corazón por delante, son maravillosas.

Algunos personas nunca lo hacen.

Sí. Algunos nunca lo hacen. Debes seguir intentándolo.

La miró con una sonrisa.

Te la llevarías muy bien con mi amiga Maggie. Siempre insiste en seguir intentándolo, deberías conocerla.

Lucina soltó un largo suspiro.

Si eso te hace feliz, la conoceré y la invitaré a cenar.

Grazie

. Es que tengo un raro presentimiento de que se la llevarían muy bien, aunque te advierto que ella no va de la mujeres.

Ah, nadie es perfecta,

cara

.

A medida que avanzaba la velada, bebió más champán, habló con más libertad y bailó con más parejas, siempre con mucho cuidado de no traspasar la fina línea entre el comportamiento apropiado en una fiesta y pasárselo bien. Nicki no tardó en abandonar la idea de intentar hablar con ella. Se quedó de pie junto al bar, bebiendo whisky y mirándola. Su mirada la traspasaba desde el otro extremo de la estancia, aun cuando estaba oculta por la multitud. Como si la estuviera marcando como suya, sin una sola palabra o una caricia. La emocionante idea le provocó a Alexa un estremecimiento. Después, se dio cuenta de que estaba fantaseando con la posibilidad de que Nicki montara una escena y se la llevara a rastras para seducirla. Como en una de las novelas románticas que leía.

Claro. Como si Señora Control fuera capaz de algo así. Ya podía pasarse a la ciencia ficción y esperar que los extraterrestres invadieran el planeta. Eso era mucho más probable.

Se le había agotado la paciencia.

Nicki estaba harta de verla pavonearse, casi no se despegaba de Conte, con quien había entablado una especie de relación muy cómoda. Reían y charlaban de tal forma que la estaban cabreando.

Se suponía que su matrimonio tenía que parecer sólido para los desconocidos. ¿Y si empezaban a correr rumores sobre la italiana y Alexa? El contrato del río pendería de un hilo, porque negociaría con la italiana mientras fantaseaba con retorcerle el cuello.

Ah, sí, estaba siendo muy lógica.

Tras apurar la última copa y dejarla en el bar, se dio cuenta de que el alcohol le había calentado aún más la sangre, derribando las barreras que ocultaban la verdad.

Quería hacer el amor con su mujer.

La quería de verdad, aunque fuera por un tiempo.

Y a la mierda con las consecuencias.

Desterró la mujer racional que le gritaba que diera un paso atrás, que esperase al día siguiente y que acabara los próximos meses con una educación muy cívica.

Atravesó la estancia y le dio un toquecito en el hombro.

Alexa se dio media vuelta. Nicki la cogió de la mano con toda la intención. Vio que se sorprendía, pero que lo ocultaba al instante.

¿Estás lista? —le preguntó Alexa con educación.

Sí. Creo que estoy lista para varias cosas.

Alexa se mordió el labio inferior, seguramente mientras se preguntaba si estaba su esposa borracha. Nicki decidió concentrarse en separar a Conte de ella lo antes posible.

Luciana, me preguntaba si podrías pedirnos un taxi. No quiero conducir en estas circunstancias.

Mañana mandaré a alguien para que venga a buscar el coche.

Luciana asintió con la cabeza.

Por supuesto. Vuelvo enseguida.

Sin soltar a Alexa de la mano, la condujo hasta el guardarropa, decidida a no perderla de vista. Al cabo de unas horas estaría en el único sitio donde no se metería en líos. Y para llegar allí no había que cruzar ningún arcoíris.

Ese lugar estaba en su cama.

Alexa no parecía haberse dado cuenta de que había cambiado algo entre ellas. Tras ponerse el abrigo, se despidió como si tal cosa de sus nuevos amigos. Le sorprendía que no sospechara que esa iba a ser su noche de bodas. Ese secreto hizo que tuviera todavía más ganas de salir de la casa de Conte y de llevarla a un lugar donde por fin podría seducirla. Qué tontería no haberlo hecho antes. Debería haberse imaginado que el sexo era la forma más rápida de asegurar una relación estable.

El taxi llegó y se marcharon a casa enseguida. Alexa guardaba silencio a su lado, con la vista clavada en el exterior, pasando de Nicki.

Al llegar a casa, Nicki pagó al taxista y entró en la casa detrás de ella. La vio colgar el abrigo en el armario y subir la escalera.

Buenas noches.

Sabía que la rabia era la mejor manera de conseguir toda su atención.

¿Alexa?

¿Sí?

¿Te has acostado con ella?

Alexa giró el cuello de una manera que le recordó a la niña de

El exorcista

. Tenía la boca abierta y respiraba con fuerza. Una inmensa satisfacción la recorrió al ver su reacción, y la conexión que existía entre ellas cobró vida.

¿Qué has dicho?

Nicki se quitó su abrigo lo dejó en el respaldo del sofá. Se plantó delante de ella, con los brazos en jarras, e hizo acopio de todas sus fuerzas para cabrearla al máximo. Porque sabía que en su cabreo encontraría sinceridad: encontraría a la mujer apasionada que mantenía escondida por la ridícula creencia de que no la deseaba.

Ya me has oído. Me preguntaba si os había dado tiempo de llegar al dormitorio o si Conte se limitó a echarte un polvo contra la pared antes del postre.

Alexa siseó y apretó los puños.

No me acuesto con otras mujeres ni las beso en público porque respeto nuestro matrimonio mucho más que tú. Y Luciana también.

La inmediata defensa de Conte hizo que un nido de serpientes le carcomiera las entrañas con furia.

Has dejado que te toquetee delante de mis socios.

¡Estás loca! Se ha comportado de manera muy educada. Además, ¡tú le metiste mano a Gabriella en un aparcamiento público!

Eso fue distinto. La aparté.

Claro, después de meterle la lengua en la boca. Se acabó.

Entrecerró los ojos.

Todavía no.

Alexa parpadeó y retrocedió un paso. Después, la miró a los ojos y le clavó un último dardo.

Me voy a la cama. Puede que controles con quién me acuesto y con quién no, pero no puedes controlar mis fantasías.

Su gélido tono contradijo las palabras burlonas que quedaron flotando en el aire.

Esa fue la gota que colmó el vaso.

Nicki se acercó a ella con paso seguro y lento, unos ademanes que hicieron que Alexa retrocediera a su vez. Alexa quedó atrapada contra la pared cuando llegó a su altura. Despacio, apoyó las manos en la pared a ambos lados de su cabeza. La tenía atrapada contra su cuerpo. Cuando separó las piernas, Alexa quedó entre ellas.

Se inclinó y murmuró contra sus labios:

Si estás tan desesperada por echar un polvo, solo tenías que pedirlo.

Alexa se puso completamente tensa.

Tú no me interesas.

El pulso que latía frenético en la base de su garganta contradecía esas palabras.

No cuela.

Vete con tus jueguecitos en busca de Gabriella.

Me deseas. ¿Por qué no lo admites de una vez?

La rabia emanaba de ella en oleadas.

No se trata de ti, se trata de tu dinero.

Nicki sabía que esa treta le había funcionado antes, pero esa noche le dio igual.

Acortó la distancia que las separaba otro centímetro. Sus pechos se pegaron. Tenía los pezones duros bajo la tela escarlata y le rogaban que los liberase. Alexa jadeaba con fuerza, y su perfume se le subió a la cabeza.

Sé que vas de farol, nena.

La cara de Alexa reflejó su absoluta sorpresa cuando Nicki apartó una mano de la pared para desabrocharse su vestido, quitarse los zapatos de tacón y después agarrarla de la barbilla con firmeza.

Demuéstralo.

Se apoderó de su boca sin darle la oportunidad de pensar, de retroceder o de apartarse de ella. Invadió su boca, introduciendo la lengua en esa sedosa cavidad antes de succionar con fuerza la carne húmeda que encontró.

Nicki la agarró de los hombros con un gemido ronco.

Acto seguido, explotó.

Alexa levantó las manos y le enterró los dedos en el pelo, sujetándole la cabeza mientras le devolvía el beso y exigía a su vez. Comenzó a mover las caderas mientras el sabor y el olor de Nicki se apoderaban de ella como una droga.

El deseo contenido tanto tiempo se extendió por su cuerpo, abrasándole la piel.

Se moría por saborearla, por sentir sus manos mientras Nicki la desnudaba y la tomaba allí mismo, contra la pared, y se deleitó con esa apasionada respuesta, tan distinta a su habitual y rígido control.

«Control», pensó. En su cabeza sonó una alarma que atravesó la neblina sexual que le abotargaba el pensamiento.

Nicki había estado bebiendo. Si las interrumpían, podría alejarse de ella con una explicación plausible de por qué no sería una buena idea echar un polvo.

Se sintió consumida por la certeza de que ya lo había hecho en dos ocasiones distintas, de modo que apartó los labios de su boca y le dio un tirón del pelo de la nuca. Nicki levantó la cabeza. Parpadeó como si acabara de salir de un profundo sueño y Alexa captó la expresión interrogante de sus ojos.

Alexa se obligó a decir lo único que no quería decir.

No creo que sea una buena idea.

Contuvo el aliento mientras esperaba que Nicki retrocediera, mientras esperaba que su cabeza se despejara, mientras esperaba que le diera la razón. Al verla sonreír se llevó la segunda sorpresa de esa noche. Fue una sonrisa peligrosa que prometía un placer indescriptible y un polvo salvaje.

Me da igual.

Nicki la tomo por la cintura. Con una elegancia innata, subió la escalera y sin aparta la vista de los ojos de su esposa, la empujó al dormitorio de Alexa sin titubear.

Alexa no puso resistencia porque estaba disfrutando de cada instante.

Nicki la tiró sobre la cama y terminó de desnudarse. Se quitó las medias, el brasier y las bragas con un rápido movimiento. Lo hizo todo mientras Alexa seguía tumbada en mitad de la cama, mirándola como si fuera su stripper privada.

No, era incluso mejor.

Era todo músculos perfectos y pelo dorado. Unas caderas estrechas con unos muslos duros, y en el centro su sexo perfectamente depilado en el que se podía apreciar una humedad que se abría camino entre los labios mayores. Alexa se clavó las uñas en las palmas cuando su fantasía se reunió con ella en la cama y se pegó a su cuerpo.

Te toca.

Su voz le pareció muy ronca, aunque también tenía un deje aterciopelado. Nicki le colocó una mano en la espalda y le bajó la cremallera del vestido. A Alexa le temblaba todo el cuerpo cuando Nicki colocó las manos en los tirantes y se detuvo. Y jadeó cuando un segundo después dichas manos quedaron sobre la parte superior de sus pechos. Le latía tan fuerte el corazón que seguro que Nicki lo oía. La expectación crepitaba entre ellas y se alargó hasta que tuvo ganas de gritar, pero después Nicki introdujo un dedo debajo del tirante y se lo bajó.

«¡Ay, Dios!», pensó.

El aire frío le acarició la piel, pero la mirada de Nicki la abrasó a medida que bebía de la carne que quedaba al descubierto. La seda se quedó enganchada un momento en sus endurecidos pezones, pero después prosiguió su camino. Nicki la ayudó a sacar los brazos de los tirantes antes de seguir bajando la tela para dejar al descubierto su abdomen y sus caderas. Después, se detuvo y observó cada centímetro de su piel desnuda con una intensidad que la incomodó hasta tal punto que deseó decir algo, pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta.

Nicki le colocó las manos en las caderas. Tiró de la delicada tela y retomó el lento descenso por sus muslos y sus pantorrillas, tras lo cual le quitó los zapatos de tacón y arrojó el vestido al suelo.

Las dos jadeaban a un ritmo frenético y entrecortado. Sentía la húmeda calidez de su sexo, oculto por las braguitas rojas que se había puesto sin pensar que alguien pudiera vérselas. En ese momento Nicki estaba concentrada en ellas, sin pronunciar palabra, observándolas mientras le acariciaba el elástico con el pulgar. Alexa se quedó sin aliento, muy quieta, a la espera. Como si tuviera todo el tiempo del mundo, Nicki comenzó a comprobar la elasticidad de la prenda. Toda la atención de Alexa se concentró en esos cinco dedos y en la lenta tortura que le prodigaban. Nicki le acarició las ingles y después trazó una línea invisible en el centro de su cuerpo, observando todas sus reacciones en silencio, como si fuera su esclava sexual y ella un reina acostumbrada a la obediencia ciega.

La frustración la hizo explorar.

¡Joder! Nicki ¿Te vas a quedar toda la noche mirándome o vas a hacer algo de verdad?

Nicki soltó una risilla. Y ese carnoso labio inferior tembló. Le colocó una pierna sobre las suyas y se pegó a ella con gran agilidad. Sus cuerpos estaban unidos desde las caderas hasta los muslos. Sentía cada músculo de Nicki. Su deliciosa humedad se acunada entre sus muslos. Nicki le quitó las horquillas del pelo y le desenredó los mechones con los dedos, haciendo que cayeran sobre sus hombros. A continuación, se inclinó sobre ella y le dio un mordisco en el lóbulo de una oreja antes de recorrerlo con la lengua y soplar con delicadeza.

Alexa dio un respingo.

Nicki se echó a reír y le susurró contra la sien:

Voy a hacer algo. Pero llevo tanto tiempo soñando con verte desnuda, que supuse que podría darme el gusto. Aunque veo que también eres una polvorilla en la cama, así que es mejor seguir con el plan.

Nicki…

Ahora no, Alexa. Estoy ocupada.

La besó en los labios y le introdujo la lengua en la boca. Alexa se arqueó con fuerza cuando sintió que el deseo la atravesaba como un rayo. Le clavó los dedos mientras se aferraba a ella y le devolvía el beso, ahogándose con el sabor a whisky. Nicki le separó las piernas y la torturó con la promesa de sus manos, hasta que ella se volvió loca de deseo, hasta que ya no hubo cabida para el orgullo o para la lógica, sino solo para la necesidad de tenerla en su interior.

Nicki comenzó a lamerle los pechos, a succionarle los pezones y a mordisqueárselos. Le acarició el abdomen y las caderas con los dedos antes de introducir el índice bajo las braguitas y comprobar su excitación. Estaba mojadísima y gritó pidiéndole más, siempre más.

Nicki

le quitó las bragas y la penetró con un dedo, tras lo cual añadió un segundo. Acto seguido

, comenzó a frotar con delicadeza ese lugar escondido para darle un sorbito de placer hasta…

Alexa gritó y movió las caderas al llegar al clímax. El placer hizo que se estremeciera por entera. Nicki se colocó de nuevo sobre ella,

entrelazó sus manos y las situó, unidas, sobre la almohada.

Alexa parpadeó, aturdida por la profundidad de sus ojos, de un castaño oscuro que ocultaba un sinfín de secretos, y con un brillo tierno que no había visto hasta entonces. Nicki se pegó a ella, y la embestía. Alexa sintió que su cuerpo se preparaba todavía más para el climax y levantó las caderas. Alexa

le entró el pánico al pensar que por fin le pertenecía, al pensar que nunca la desearía como ella, necesitaba que la deseara.

Como si se percatara de sus emociones, Nicki se detuvo.

¿Demasiado rápido? Dime algo.

Se estremeció de deseo cuando sintió que se apartaba un centímetro.

No, es que necesito…

Dímelo.

Se le llenaron los ojos de lágrimas y en su cara se reflejaron todas sus emociones descarnadas para que Nicki pudiera verlas.

Necesito que me desees. Solo a mí. No a…

Dios.

Nicki cerró los ojos.

Alexa vio la agonía que se reflejó en su semblante antes de que dejara de moverse y se inclinara para besarla.

Nicki entrelazó sus lenguas con delicadeza, acariciándola y lamiendo sus labios hinchados con una ternura imposible de confundir. Cuando abrió los ojos para mirarla, la dejó sin aliento, porque por fin le permitió la entrada, por fin le permitió verla todo y por fin le dio todo lo que ella necesitaba. La verdad.

Siempre has sido tú. No deseo a nadie más. No sueño con nadie más. Solo contigo.

Alexa gritó cuando Nicki la envistió hasta el fondo. Su cuerpo se relajó para recibirla, para rodearla con fuerza y exigirle más. Nicki le apretó las manos y se las pegó con más fuerza a la almohada mientras comenzaba a moverse sobre Alexa; despacio al principio, dejando que ella se adaptara al ritmo. El tortuoso camino hasta un nuevo orgasmo hizo que se le tensara el cuerpo, la dejó sin aliento y la atormentó a medida que se acercaba al clímax.

Fue una sobrecogedora combinación de anhelos, salvajes y primitivos, y se deleitó con la sinceridad de su unión mientras el sudor caía por la frente de Nicki y ella le clavaba las uñas en la espalda al llegar al orgasmo. El placer se apoderó de ella en oleadas, al tiempo que Nicki gritaba. En ese momento eran una sola.

Nicki rodó sobre el colchón de modo que Alexa quedó encima, con la mejilla sobre su hombro y el pelo cubriéndole la cara, abrazándola por la cintura. Su cabeza estaba vacía por completo de pensamientos, de modo que atesoró la inmensa paz mientras se dejaba llevar, a salvo entre sus brazos.

Se durmió mientras Nicki la abrazaba con fuerza.

Nicki salió de la cama con mucho cuidado para no despertar a su mujer y fue desnuda en busca de algo de ropa. Se puso una camiseta de los Yankees, pero, al recordar su trato, se la cambió por una negra y unos pantalones de chándal. Sonrió al recordar lo contenta que se puso cuando los Yankees perdieron en la liguilla. Bajó la escalera y se dispuso a preparar café, pero se detuvo un instante para ver la

salida del sol por encima de las montañas.

Consideraba que su matrimonio estaba oficialmente consumado.

Se frotó la nuca con una mano e intentó pensar con calma. Porque, desde luego, no había pensado durante la noche. Aunque no se arrepentía. Se sorprendió al darse cuenta de ese hecho. Llevaba mucho tiempo deseando a Alexa, y la noche anterior le había demostrado el motivo. Todo era distinto con ella. La forma en la que su cuerpo se amoldaba al suyo, la satisfacción que le provocaba su placer. Le

encantaba cómo la miraba a los ojos y cómo le arañaba la espalda mientras experimentaba múltiples orgasmos. Le encantaba cómo gritaba su nombre. Lo habían hecho en incontables ocasiones durante la noche, presas de un deseo insaciable. Sin embargo, no había sido una noche alucinante solo por

cuestiones físicas. Lo había sido porque habían conectado en cuerpo y alma. Porque Alexa le había permitido ver su vulnerabilidad, la había acogido en su interior a pesar de no haber hecho promesa alguna.

Alexa la acojonaba.

Se sirvió una buena taza de café y se demoró un momento en la cocina para ordenar sus pensamientos. Tenían que hablar. Su relación había llegado a una encrucijada y después de las últimas horas pasadas en su compañía no sabía si podía volver atrás. Su intención de evitar el sexo estuvo motivada por el deseo de evitar las emociones.

Eso ya no era posible. Sentía algo por Alexa: en parte deseo y en parte amistad. Además de otras cosas que no terminaba de identificar.

Aún tenía la intención de alejarse de ella cuando acabara el año. No le quedaba otra alternativa. Un matrimonio de verdad con compromisos y niños no formaba parte de su futuro. Pero, de momento, podían disfrutar de lo que tenían en vez de luchar contra la atracción. Estaba segura de que Alexa podría soportarlo. Alexa la

conocía, y sabía que ella no era capaz de comprometerse a largo plazo; sin

embargo, era consciente de que sus emociones iban más allá de un revolcón ocasional.

Asintió con la cabeza, complacida por su lógica. Sí, explorarían esa intensa atracción durante los

meses siguientes. Sería una locura que no aprovecharan la oportunidad. Satisfecha con esa decisión, le sirvió una taza de café a su mujer y subió la escalera.

Alexa enterró la cara en la almohada cuando la realidad de su situación se le echó encima. Se había acostado con Nicki.

No una vez. Ni dos. Sino al menos tres veces. Demasiadas para poder calificarlo de locura o de error. Y había sido demasiado intenso como para poder considerarlo algo de una noche. Por Dios, ya no podría quitarle las manos de encima.

Gimió y se obligó a analizar la situación con cierta ecuanimidad. Sin embargo, le costaba hacerlo cuando le dolían los muslos y las sábanas olían a sexo. Aún podía saborearla en la boca, aún sentía las huellas de sus manos en el cuerpo. ¿Cómo iba a seguir adelante y fingir que esa noche no importaba?

No podía. Por lo tanto, necesitaba otro plan.

¿Por qué no dejar las cosas como estaban?

Suspiró e intentó analizar sus emociones con la frialdad con la que un cirujano realiza la primera incisión. Sí, el contrato establecía con claridad que entre ellas no habría sexo, pero eso era para evitar que cualquiera de ellas se buscara a otra pareja. ¿Y si continuaban haciéndolo? ¿Podría soportarlo?

Se deseaban. Por fin creía que Nicki la deseaba de verdad. Su cuerpo le había dejado bien claro lo que ella había creído imposible. Lo que había pasado entre ellas trascendía el sexo, había sido una extraña comunión de amistad, respeto y deseo. Y de…

Levantó la barrera para no dejar pasar ese aterrador pensamiento y siguió con sus elucubraciones.

De acuerdo, ¿qué pasaría si continuaban acostándose hasta que el año llegara a su fin? Mantendrían la amistad y pondrían fin a esa espantosa tensión sexual al tiempo que disfrutaban la una de la otra durante esos meses. Sí, los sentimientos cada vez más fuertes que albergaba hacia Nicki la aterraban. Sí,

Nicki podría romperle el corazón cuando la dejara. Pero la conocía, sabía que estaba demasiado obsesionada con su asquerosa infancia, hasta el punto de que ninguna mujer podría ganarse su confianza.

No tenía falsas expectativas.

Se moría por correr ese riesgo. La quería en su cama, quería disfrutar al máximo durante ese breve periodo de tiempo y al menos contar con los recuerdos. Estaba a salvo porque no se hacía ilusiones.

El estómago le dio un vuelco con ese último pensamiento, pero se desentendió de la reacción. En ese instante la puerta se abrió.

Nicki titubeó, con una taza de café en la mano.

Alexa sintió un leve rubor en las mejillas cuando ella la miró fijamente, de modo que metió la pierna desnuda bajo las sábanas y se puso de costado.

Hola.

Hola —repitió Alexa. Se hizo un incómodo silencio, típico de las experiencias del día después.

Señaló la taza con una mano—. ¿Para mí?

Ah, sí.

Nicki se acercó a la cama y se sentó en el borde. El colchón se hundió mientras le daba la taza y la observaba oler la fuerte mezcla colombiana.

Alexa suspiró de placer tras el primer sorbo.

¿Está bien?

Está perfecto. Detesto el café aguado.

La vio contener una sonrisa.

Ya lo suponía.

Nicki mantuvo silencio mientras bebía. Parecía estar esperando que le diera pie, pero ella supuso que no podía preguntarle si había dormido bien, pues apenas habían pegado ojo.

Su olor femenino se le subió a la cabeza. No se había duchado. La fina camiseta negra le dejaba los brazos al descubierto, y los pantalones se le ceñían a las caderas, ofreciéndole un atisbo de su piel bronceada y de su vientre

plano. Sintió una punzada entre los muslos y se agitó en la cama. Joder, se estaba convirtiendo en una ninfómana con esa mujer. Si lo hacían una vez más, iba a necesitar un bastón para ir a la librería, pero a su cuerpo no parecía importarle.

¿Cómo te encuentras? —le preguntó Nicki.

Parpadeó y echó la cabeza hacia atrás. Se percató de que Nicki tenía un mechón de pelo sobre la frente, También se percató de que la miraba a la cara en vez reparar en la fina sábana que no dejaba de escurrirse por su piel para dejar al descubierto sus pechos. Aunque era bastante tímida, sintió el travieso impulso de poner a prueba su control. Se estiró delante de Nicki a fin de dejar la taza en la mesita de noche. La sábana cedió cuando ella dejó de sujetarla. El aire le acarició los pechos desnudos y le endureció los pezones. Fingió no darse cuenta mientras respondía su pregunta.

Bien. Pero tengo los músculos un poco doloridos. Necesito una ducha caliente.

Sí, una ducha.

¿Quieres desayunar?

¿Desayunar?

Prepararé algo en cuanto me vista. Hoy no tienes que ir al trabajo, ¿verdad?

Creo que no.

Vale. ¿Qué quieres?

¿Que qué quiero?

Sí. Para desayunar.

Alexa apoyó la cabeza en una mano y la observó. La vio tragar saliva con fuerza y apretar los dientes, como si estuviera desesperada por prestarle atención a sus palabras y no a su cuerpo medio desnudo.

Alexa contuvo una carcajada y subió las apuestas. Sacó una pierna de debajo de la sábana y la estiró. Agitó los dedos en el aire. Después, colocó la pierna sobre la sábana y dobló la rodilla.

Nicki carraspeó.

No tengo hambre. Tengo que trabajar.

Acabas de decir que hoy no vas a trabajar.

Claro.

A Alexa casi le ardía la piel bajo su intensa mirada. El deseo le corría por las venas al pensar en que se metiera en la cama para volver a hacerle el amor, pero no tenía ni idea de cómo conseguirlo.

Hizo acopio de todas sus fuerzas y se lanzó a la yugular.

Bueno, ¿vamos a hablar de lo de anoche?

Nicki dio un respingo antes de asentir con la cabeza. Al ver que Alexa guardaba silencio, se vio forzada a responder de alguna manera.

Lo de anoche estuvo bien.

Alexa se incorporó en la cama. La sábana bajó del todo y se quedó arrugada en torno a su cintura.

Con los pechos desnudos, se apoyó en un codo y se pasó el pelo por encima del hombro libre para

apartárselo de la cara. Hizo oídos sordos al gemido estrangulado que soltó Nicki y siguió hablando:

¿Solo bien?

No, no, estuvo genial. —Hizo una pausa—. Más que genial.

Sí, estaba perdiendo los papeles. Insistió.

Me alegro. He estado pensando en nosotras y en cómo continuar a partir de ahora. Podemos olvidarnos de lo de anoche y no volver a acostarnos. Así las cosas serán menos complicadas, ¿vale?

Nicki asintió con la cabeza sin apartar la mirada de sus pechos.

Vale.

O podemos continuar.

¿Continuar?

Acostándonos.

Mmm.

¿Qué te parece?

¿El qué?

Alexa se preguntó si se le habría frito el cerebro. Solo necesitaba que Nicki admitiera que quería seguir acostándose con ella para que todo lo demás se arreglara por sí solo.

¿Nicki?

¿Sí?

¿Me vas a contestar o no?

¿Qué me has preguntado?

Que si seguimos acostándonos hasta que se disuelva el matrimonio o volvemos a ser solo amigas.

¿Alexa?

¿Sí?

Yo voto por lo primero.

Alexa pasó de estar disfrutando de esa lenta tortura a encontrarse bajo su cuerpo, aplastada contra el colchón, mientras la instaba a besarla.

El beso fue un cálido saludo. Sus labios la devoraban mientras su lengua la atormentaba y bebía de su boca con ansia. Transcurridos unos

segundos, Nicki acabó de apartar la sábana para acariciarla y excitarla, para aumentar la pasión con movimientos rápidos y eficaces que le arrancaron un gemido y la hicieron separar los muslos.

Nicki se quitó los pantalones, le colocó las manos entre los muslos y la

penetró con el dedo indice y medio. Alexa jadeó, le clavó las uñas en los hombros y se aferró a ella con fuerza.

Nicki la castigó por haberla atormentado, llevándola al borde del orgasmo para después apartarla cuando estaba a punto de alcanzarlo. Inclinó la cabeza para saborear sus pechos, le lamió los pezones y volvió a excitarla una vez más, solo para dejarla otra vez a las puertas. Alexa movió la cabeza de un

lado a otro, pero al final la agarró de la cara y la obligó a mirarla.

Ahora.

Nicki se negó, con un férreo control que Alexa detestaba y admiraba a la vez. Tenía una sonrisa muy sexy en la cara.

Pídemelo por favor.

Alexa soltó un taco cuando volvió a llevarla hasta la cima. La consumía un ansia enloquecedora y se juró no volver a utilizar truquitos de poder con su esposa, porque su venganza era letal. Levantó las caderas con exigencia.

Por favor.

Nicki la penetró de golpe y la catapultó al orgasmo. Su cuerpo comenzó a estremecerse y se aferró a ella con fuerza mientras Nicki alcanzaba su propio orgasmo. Nicki cayó sobre el cuerpo de Alexa y

apoyó la cabeza en la almohada, junto a la de su esposa. En la habitación solo se escuchaban sus jadeos.

Alexa cerró los ojos un momento. Los olores del sexo y del café se mezclaban, inundando sus sentidos. De repente, sintió una punzada de miedo. Había pasado una sola noche y su cuerpo la acogía como si fuera su media naranja. Ella no era de las que mantenían encuentros sexuales sin ataduras. Era de las que se enamoraban hasta las cejas y soñaban con finales felices.

Sin embargo, no habría final de cuento de hadas con Nicki Ryan. Se lo había dejado muy claro desde el principio. Necesitaba recordarse las limitaciones de Nicki todos los días, sobre todo después del sexo. Necesitaba separar lo físico de lo emocional. Necesitaba proteger su corazón en una torre tan alta y tan fuerte de la que ni siquiera Rapunzel pudiera escapar. Necesitaba disfrutar de los orgasmos y de la amistad, y después marcharse.

Claro. Sin problemas.

Su corazón le gritó que era una mentirosa, pero no le hizo caso.

Supongo que esto sella el trato —dijo.

Nicki soltó una carcajada y le pasó un brazo por encima, un gesto que Alexa aprovechó para acurrucarse contra ella.

Creo que hemos tomado la decisión más lógica. Ahora tenemos algo más interesante que hacer que jugar al ajedrez o al póquer.

Le dio un tortazo juguetón en el brazo.

No te vas a librar de nuestros torneos, guapa. Solo vamos a darle más vidilla a esta relación.

¿Cómo?

¿Has jugado alguna vez al strip póquer?

Alexa, eres una mujer increíble.

Lo sé.