Matrimonio Perfecto

Doce años de matrimonio, me hacían sentir que al fin habíamos conseguido un vínculo indestructible con mi adorada Cecilia, realmente lo habíamos conseguido.

Matrimonio Perfecto.

Doce años de matrimonio, me hacían sentir que al fin habíamos conseguido un vínculo indestructible con mi adorada Cecilia, realmente lo habíamos conseguido.

Nos adorábamos mutuamente, aún la amo, sin duda.

Era la chica más encantadora de mi clase de facultad, empezamos a salir a pocos meses de entrar en arquitectura, y nunca más nos separamos, fuimos cómplices desde un principio, para todo. Odiábamos y queríamos a las mismas personas, la afinidad que tuvimos siempre fu perfecta.

Ella era realmente (y sigue siendo) un auténtico encanto, desenfadada, informal, sorprendente, siempre encontramos motivos de diversión hasta en las más arduas entregas de tercero y cuarto, siempre nos perseguían hombres y mujeres que hubieran querido terminar nuestra fantástica relación, y siempre ganábamos nosotros, y hasta nos permitíamos flirtear con alguien más, sólo por diversión. Siempre fuimos la pareja ideal, guapos y listos los dos. Terminamos la facultad juntos, y nos fuimos en el viaje de egresados. Un largo año recorriendo el mundo, y nuestra relación cada vez a mejor. Nuestra vida sexual siempre fue plena y perfecta. Ceci era un bombón y un volcán. A los 29 habíamos recorrido 8 años de esplendor vital. Puedo afirmar que éramos la envidia de nuestra generación, y las vicisitudes que habían torpedeado a muchas parejas amigas, nunca pudieron con nosotros.

A los 30 nos casamos, la boda fue fantástica, inolvidable, y hoy en día tenemos 42 años y un matrimonio ejemplar. Profesionales bien pagados y con la vida resuelta, sin contar la fortuna y los clientes que heredé de mi padre, hace 2 años, hemos vividos sin ningún sobresalto, una vida que agradecemos, y seguimos compartiendo todo, igual que el primer día.

Hace 8 meses aceptamos un trabajo increíble en Nigeria, que nos servía a ambos y va a aumentar bastante la fortuna que ya poseemos. Estamos construyendo un complejo militar en Bama, cerca de Camerún y no lejos de Chad. Vivimos en una urbanización para técnicos que diseñamos nosotros mismos. Realmente una villa de lujo.

Pero hace 8 meses o un poco menos, mi mundo se ha visto destrozado por algo tan pequeño y tonto, que me quita el aliento. Hoy en día vivo en un estado incomprensible.

Luego de una fiesta de bienvenida que nos preparó Ahmadou Umari el jefe militar de la región, habitada en su mayoría por los Fulani. Estaba yo un poco bebido y feliz, y tuve esa idea estúpida, no sé qué me pasó por la cabeza. Y mientras hablábamos con el Jefe Umari empecé a besar y abrazar a Cecilia, a magrearla pesadamente, en presencia de ese hombre desconocido de unos 35 años y con aspecto de gorila, que reía mi gracia, estuve muy pesado, y ahora veo que avergoncé mucho a Ceci. Al volver a nuestra casa sus mejillas estaban aún ardiendo, y sus ojos azules me miraban de un modo que nunca había visto antes. Sin embargo me sonrió y me dijo: -Qué pasa baby, ¿Te gusta magrear a tu nenita delante de desconocidos …..?

Segunda malinterpretación por mi parte, pensé estúpidamente que seguía mi jueguito idiota.

¿Te gusta niñito malcriado, que tu Ceci sea una putita …..?

Mi respuesta juguetona y empujado por el alcohol fue lo más idiota que hice en mi vida:

Siiii, nena eres una putita, ¿quieres tener otro hombre encima para que tu nene sufra?

La sucesión de hechos que me pasaron a partir de ese momento se ha escapado completamente de mi mano.

Jamás había imaginado que Ceci, lo tomara tan mal, para mí fue un juego pero para ella fue un destello de luz, que le descubrió en un instante lo peor de mí. Se levantó en un instante y me cruzó la cara de un golpe tremendo sin piedad.

¡Hijo de puta! ¡Cerdo! ¡Imbécil! Eso quieres de mí, eres un idiota, no te vuelvas a acercar a mí. Estúpido.

Quedé azorado, no me esperaba una reacción tan terminante y feroz, antes de marcharse me volvió a cruzar la cara con otra tremenda bofetada y se fue. Pero se fue de verdad, se mudó a otra casa y no la volví a ver durante dos semanas. Hasta que por fin accedió a hablar conmigo. Era un viernes, no lo podré olvidar jamás.

Luego de haber quedado por teléfono, me recibió en su nueva casa, estaba en el salón, con un vestido negro que le esculpía su cuerpo perfecto, gracioso  y sensual, con su larga melena rubia recogida en un hermoso peinado, y con esos sutiles toques de maquillaje, que sabe ponerse, realzando sus carnosos labios su mirada azul como el mar. Me recibió dura y formal, sólo hablo ella:

-- Lo que me has dicho y hecho descubre ante mí una parte de ti que me da asco y vergüenza, detesto a esos hombres capaces de entregar lo mejor que tienen por un juego o por aburrimiento. Si eso es lo que te gustaría de mí, olvídame cerdo pedante, o ignoras que tus excelentes calificaciones en la Facultad fueron mi obra? Tú has sido siempre un soberano incompetente y todo lo que eres me lo debes a mí, imbécil.

La dureza de sus palabras me impresionaba. Aunque siempre sospeché que era más inteligente que yo, ahora empezaba a comprender la gravedad del error que había cometido. Seguía:

--Fui yo la que convenció a tu padre que nos dejara todo lo que había conseguido a nosotros dos, y no a los drogadictos de tus hermanos, a los que mantenemos nosotros, bueno yo, porque tu siempre has sido un figurante al que le di un sitio junto a mí por amor, hasta ahora, me has decepcionado Sergio. Veo que me valoras mucho menos que lo que yo a ti. Te he dejado acompañarme en mi vida por amor, ¿o crees que no he podido tener mejores hombres que tú, imbécil? Te he soportado por que te quiero pero eres un hombre bastante escaso, en todos lo sentidos Sergi. Ahora te voy a dejar unos papeles que me prepararon los abogados y si realmente me quieres los vas a firmar todos, imbécil, y así quizás te deje volver a acercarte a mí.

No quiero que me hables hasta que yo te lo diga. Adiós.

Quedé de una pieza, el golpe fue el peor que he llevado en mi vida, me fui a casa y empecé a repasar todos aquellos años, y comprendí que era cierto, me superaba en todo, yo siempre fui su juguete, y estaba a su lado porque ella quería, sin duda. Entendí el grave error que había cometido.

Casi sin leer firmé todos lo papeles que me había dado, eran muchos, carpetas enteras, porque eran muchos los negocios que compartíamos, y a partir de ahora todo pasaba a sus manos. Todo.

Al anochecer le envié todas las carpetas con Mbororo mi asistente personal. Que me dijo: -- Señor me dijo ama que si la respuesta era sí que yo ya no soy su asistente, soy su jefe, señor.

-- Que me dices Mbororo.

-- Si Sergi, Carpeta 12 folio 73. Tu eres mi servicio ahora. Tu callas y obedeces.

Quedé mudo, no entendía la gravedad de mi situación en absoluto, Mbororo me lanzó un escupitajo a la cara y rió a carcajadas cobrándome antiguas humillaciones. Estúpido, me dijo, eres mi asistente personal y esta noche tu te mudas porque yo voy a vivir aquí, pero ahora llevas estas carpetas a tu ama.

Salí corriendo horrorizado, con la caja llena de carpetas, pesaba mucho y apenas veía el camino por las lágrimas, entré a la casa de Ceci, bueno mi Ama, estaba en el salón besándose con Ahmadou Umari, desnuda y radiante mientras el Jefe solamente usaba los pantalones caqui y las botas. Caí de rodillas golpeado por el horror, Ceci! dije y ella giró su adorable cara de ángel y dijo:

-- Oh, si es el imbécil cornudo de mi ex-maridito, deja eso ahí miserable, y mira este hombre de verdad, ¿no es lo que tu ansiabas para mi? Ja ja ja, pero que poca cosa eres. Mientras acariciaba un pene semierecto aún oculto bajo el pantalón de Ahmadou.

--- Ven aqui putita, me dijo el Jefe, en cuatro patas como corresponde a una cerdita como tú ...

En sus brazos Ceci reía desconocida,  pareciá una muñeca en brazos de un gorila negro, casi azul, y besaba su cuello posesa.

El Jefe me miró y me dijo:

-- Ahora me vas a desabrochar el pantalón y vas a quitarme este enorme pollón negro y lo vas a lamer como un niña para que se hunda en el sediento coño de tu ama.

Me arrastré humillado como un perro, hasta los pies del Jefe, y comencé a desabrochar su pantalón temblando de humillación y miedo, en la puerta apareció Mbororo mi ex-asistente y dos o tres amigos para contemplar la escena, entre risas despiadadas, me quedé pasmado, no podía hacer nada y Ceci me cojió del pelo para acercarme hacia su nuevo amante, sólo recuerdo que temblaba incontrolable, de humillación y asco, y de pronto una tremenda patada de Mbororo, me obligó a quedar entre las piernas del Jefe, comprendí el apremio y rápidamente desabroché su pantalón y con mucho esfuerzo conseguí sacar una enorme anaconda negra, aún semi-erecta, y comencé a lamer sus ribetes con fruición, entre babas y lágrimas el monstruo comenzó a despertar. Casi no conseguía meterlo en mi temblorosa boca y tuve que lanzar tímidos escupitajos para conseguir humedecer aquella tremenda herramienta, que lentamente empezó a hundirse en la que había sido la mujer de mi vida, que entre jadeos me decía: -- ¿Te gusta lo que ves miserable? ahora me lo voy a pasar bien, imbécil y no voy a tener que recurrir a mis dedos, porque tu ridículo y minúsculo pene de nena nunca arrancó de mí un orgasmo, ahhhg, si Ahmadou te siento com penetras en mí, siii ahora siento a un hombre de verdad.

La privilegiada visión que tenía entre los dos me permitía ver como dilataba el coñito de Ceci, y como mi propia saliva recorría los dos cuerpos, mientras mi mujer comenzaba a tener una serie de orgasmos, como nunca le había visto, así transcurrieron 45 minutos interminables, en cada cambio de posición de los amantes llegaba a ver las profundidaes del cuerpo de mi Ama temblando en orgasmos sucesivos y finalmente mientras recibía al Jefe en cuatro patas por detrás un estertor animal y un temblor en el cuerpo de Ahmadou indicaba su satisfacción y lentamente del cuerpo de Ceci comenzaba a chorrear un espeso líquido amarillo y blanco, el Jefe se había corrido dentro de aquella belleza, temblorosa aún de placer, acercó su coño a mi cara y me ordenó que bebiera con respeto sus jugos mezclados con los de su poderoso amante, y luego limpiara aquella enorme herramienta que le había provocado tanto placer. Lo hice, y firmé en aquel momento la aceptación por el rol que me deparaba mi ama para el resto de mi vida. En el corazón de Africa, rodeado de aquella raza que siempre me había producido una mezcla de miedo y desdén, con mi mujer decidida a disfrutar por sí misma de los placeres que se había negado por su amor hacia mí.

Solo me quedaba aceptar el papel de sumisión al amor de mi vida, mientras me ponía en manos de Mbororo, del que yo no sabía tenía predilección por la feminización de los hombres para su satisfacción.

Hace seis meses de todo eso, Hoy en día he conseguido rehacer mi vida.

Ya no soy en realidad el Marido de Cecilia Bustamante, la arquitecta.

Soy Richi Burdisso, una de las travestis de Mbororo Aimée (somos tres, dos africanas y yo) trabajo para él en su local de Maidugun, cerca de dónde vive mi adorada Cecilia con el Jefe. Soy el travesti mas solicitado del burdel, trabajo mucho quizás por mi blanca piel y mis ojos azules, y el trabajo que hizo Mbororo con mi cuerpo es admirable, he conseguido una perfecta femineidad. Mi orgullo son mis pechos de 120, y mis nalgas blancas, son el orgullo de mi dueño. A pesar de que algunos jefes han querido comprarme, mi dueño no quiere. Soy también su favorita en la cama, siempre dice que nadie se la chupa como yo, me siento muy orgullosa. A veces Mbororo me lleva a casa Ahmadou y Ceci que ahora se llama Alhaji y hacen una pareja perfecta. Y me usan ambos para su satisfacción, a Ceci (perdón Alhaji) le encanta ser follada por dos negrazos y luego dejarme beber en su querido coño y verme luego penetrado por dos o tres de sus sirvientes. A mí me gusta verla feliz.

Y luego vuelvo a mi hogar al burdel en Maidigun, al lado de mi dueño Mbororo, el chulo negro y su putita blanca, según todos aquí; somos el matrimonio perfecto.