Matrimonio

Ana y Carlos se van de juerga. Los han invitado a un club de gentes con inquietudes similares a las suyas. No quiero verme forzada dice Ana, si no me gusta no lo hago. No hay problema dice Carlos y se van.

Ana y Carlos son gente de buen vivir, respetados y queridos por la comunidad y de reputación intachable, hijos educándose satisfactoriamente pero ambos, con muchas ganas de gozar un poco más de la vida.

Han llegado a un acuerdo mucho tiempo atrás. Ambos se son fieles pero tienen fantasías. Son sensibles a los encantos de otras personas y, ¿Por qué no?, podría ser perfectamente posible. Sin mentiras, sin engaños y ambos gozando más, tener deliciosas experiencias.

Ana y Carlos se van de juerga. Los han invitado a un club de gentes con inquietudes similares a las suyas. No quiero verme forzada dice Ana , si no me gusta no lo hago . No hay problema dice Carlos y se van.

Al entrar en el recinto el ambiente es grato. Las personas reunidas beben, ríen, hablan, escuchan música de buen gusto. Las luces y colores son sensuales. Son recibidos muy amablemente y buscan un lugar discreto desde donde observar.

Nada es ni agresivo ni ofensivo, algunas parejas bailan, otras se acarician y se besan y todos se relacionan entre sí.

Después de algunos tragos Ana y Carlos se sienten solos y deciden aceptar las invitaciones amables al acercamiento. Hablan con algunos, después con los otros y se animan a bailar. Las parejas de baile se intercambian y después de algún tiempo las aprensiones de ambos van cediendo.

Ana y Carlos ya reparan en quien es más o menos atractivo. Especulan de que si sucediera ¿con quien podría ser?, el moreno aquel que me está mirando hace un rato es buen mozo, la catira que está con el tipo de azul está muy buena y me sonríe.

Terminan sentados al final con la catira, el tipo de azul y el moreno que se llama Gabriel y que vino solo. Beben Jerez, fuman cigarrillos.

La catira que es Beatriz seduce suavemente a Carlos, Gabriel y José, que es como se llama el tipo de azul, bromean con Ana. Salen a bailar, la música es suave. Beatriz acaricia con su mano la pierna de Carlos el cual se muestra muy nervioso. Ana baila con Gabriel y José insiste en integrarse. Ana ríe y acepta bailar con los dos, la música es de blues, lenta y suave.

Gabriel que quedó por detrás besa el cuello de Ana mientras oprime su cuerpo contra el de ella, José la besa suavemente en la boca. Beatriz entre tanto, muy audaz, sube su mano y roza el sexo de Carlos.

Ana se siente relajada, siente la presión del pene de Gabriel entre medio de sus glúteos, José acaricia sus senos y baja su mano hasta su sexo.

Carlos no tiene erección, está nervioso, pero Beatriz abre su bragueta y comienza a masturbarlo. Al cabo de un tiempo los cinco van a un cuarto, beben más jerez y fuman.

Ana se siente relajada, ríe y al final todos se desnudan. Carlos está asustado pero Beatriz lame su pene, lo chupa con placer y Carlos termina por relajarse y comenzar a gozar.

Mientras tanto Gabriel y José acarician a Ana. Gabriel lame su sexo y José Acerca su pene hasta su boca. Ana lo chupa golosamente y aferrándose a sus nalgas lo aprieta contra su rostro. Gabriel lame ahora su trasero, pone su lengua y la introduce en su agujero, Ana gime, grita, goza.

Beatriz mientras tanto chupa el pene de Carlos y él devora su sexo, luego su lengua disfruta su trasero.

Gabriel penetra a Ana mientras ella absorbe el pene de José. Ella gime, goza, es feliz, pide chupar el pene de Gabriel el cual lo acerca a su ansiosa boca y entonces José la penetra.

Carlos penetra a Beatriz, chupa sus senos y mete sus dedos por su trasero. Ella goza, grita, luego gira su cuerpo y le pide que la penetre por detrás. Carlos goza con su hermoso trasero que se abre y lo recibe en todo su tamaño.

Ana se monta en Gabriel y con sus manos abre su trasero, pide a José que se lo meta. Goza penetrada por detrás y por delante.

Carlos y Beatriz dedican su atención a mirar complacidos a Ana y sus amigos. Carlos, un tanto sorprendido pero gozoso ve a su mujer disfrutar con dos amantes. Aquello había sido parte de afiebradas fantasías y ahora era realidad. Ana lo mira y le dice delirante; que rico mi amor, está rico . Gabriel estremecido por el goce pone su pene en la boca de Ana y acaba copiosamente, Ana saborea el semen, lo disfruta, luego busca a José y lo recibe también en la boca que gozoso también acaba. Ana disfruta tanto goce experimentado, al amanecer se va del brazo de su esposo, ambos se contentan de haber asistido a aquella deliciosa reunión, otra vez acometerán la vida cotidiana y sus deberes.

Carlos y Ana son felices, trabajan, cumplen sus obligaciones y saben que existe la posibilidad de otra oportunidad de tanto goce y de placer desenfrenado.