Matrimonio esclavizado (entero)

Dentro de unas horas llegará Ana, mi mujer. Hace una semana que se la llevó de viaje su amante, Saúl, un hombre de más de setenta años que nos tiene en su poder desde que invertí todo nuestro patrimonio y nos arruinamos hace unos seis años. - Publicado por partes dentro de "Bisexuales"

Dentro de unas horas llegará Ana, mi mujer. Hace una semana que se la llevó de viaje su amante, Saúl, un hombre de más de setenta años que nos tiene en su poder desde que invertí todo nuestro patrimonio y nos arruinamos hace unos seis años.

A Saúl le conocí durante dos semanas en las que trabajé como su chofer recorriendo una buena parte de España, el caso es que, tanto tiempo juntos en el coche hizo que mantuviésemos largas conversaciones en las que terminamos entrando en temas bastante privados. Terminado el trabajo insistió en que fuese a cenar con Ana a su casa algún día, no se por qué acepté, pero pude conocer de primera mano que Lisa su mujer, a pesar de tener más de cincuenta años, era tremendamente atractiva y disfrutaba mostrando su encantos.

A  partir de entonces nos incluyeron entre sus amistades, todas poder, dinero e información en exclusiva para invertir; por nuestra parte, los ahorros que teníamos por algunas herencias familiares nos permitían vivir sin agobios, aunque a su lado éramos unos pobretones.

Saúl nos para invertir y aumentar nuestro capital, hicimos varias operaciones que nos reportaron buenos beneficios, cenábamos con Saúl y Lisa dos veces por semana. Lisa doblaba la edad de Ana, pero se llevaban muy bien, incluso empezó a vestir de manera más provocativa influida por Lisa y no puedo decir que me importase verla así, lo único que me molestaba era la atracción que Saúl y también Lisa mostraban sin tapujos por Ana ya que ambos se definían como bisexuales y tenían sexo con otras personas. eso era algo que nunca se nos habría ocurrido, pero poco a poco empezó a formar parte de nuestra fantasías, que Saúl se follase a mi mujer, con apenas treinta años, follando con un tío como Saúl, de más sesenta y cinco y nada atlético me ponía como una moto, a Ana la pasaba algo parecido, pero a ella la ponía fantasear con que lo hacía obligada, a veces a mis espaldas y otras con mi consentimiento, pero siempre forzada por las circunstancias. Esos polvos en los que tanto ella como yo nos contábamos nuestras fantasías eran cada vez más salvajes.

Antes de la crisis, habíamos invertido todos nuestros ahorros creyendo que en un año habríamos doblado la inversión, pero en tres meses y antes de que pudiésemos reaccionar nos encontramos con el dinero justo para sobrevivir, sin poder tocar un patrimonio que se había reducido a la milésima parte y unas deudas que nos dejarían en la calle y sin nada más que lo puesto en menos de cuatro meses.

Necesitaba buscar una solución antes de que Ana se enterase, decidí hablar con Saúl confiando en que él nos pudiese ayudar a no quedarnos en la calle.

Llamé a Saúl y me dijo que le preparase toda la documentación para estudiarla y que nos veríamos, dentro de dos días, en un apartamento que tenía para temas personales.

Me llamó la atención que el apartamento estaba en el centro del bario chino, encima de un burdel y en la misma planta que la pensión donde las putas subían con sus clientes. Me recibió una mujer de unos cuarenta años, estaba vestida con el uniforme de doncella, pero de doncella de película porno, tacones de aguja, medias negras, una falda tan corta que dejaba a la vista la blonda de estas, con un escote que incluso permitía ver parte de las aureolas de sus pezones y un collar al cuello con una chapa similar a la que llevan los perros. La seguí hasta el interior, Saúl estaba con otro hombre, trajeado, de unos cuarenta años que me presento como Martín, su gestor alternativo, se puso a revisar todos los papeles mientras yo le explicaba a Saúl lo desesperada que era mi situación.

Saúl escuchó, me dijo que encontraríamos una solución, pero que no sería fácil y debía que asumir ciertos sacrificios. Volvimos con el gestor, Saúl revisó los papeles al tiempo que el gestor explicaba mi situación y el coste de sanear las cuentas, que era aun peor de mis cálculos, además de quedarnos en la calle nos condenarían a prisión dos años ó más.

Saúl se quedó pensativo y me explicó que la única solución que veía factible era entregarnos a él como sus esclavos durante cinco años, él pagaría todas nuestras deudas, nuestras necesidades básicas, vivienda, comida, ropa, transporte y médicos estarían costeadas por él y pasados los cinco años podríamos volver a ser libres. Por lo visto Martín y Rosa, la doncella, eran un matrimonio que llevaban diez años a su servicio y desde hacía cinco por deseo propio.

Me dio un sobre y dos días para aceptar su propuesta. En el sobre me dijo que iba nuestro contrato como esclavo por cinco años, pero solo podría leerle en compañía de Ana y ser ella quien le devolviese el contrato, tanto firmado como sin firmar.

Antes de irme pude contemplar lo que significaría aceptar el trato de Saúl. Este tocó una campanita al tiempo que hacía una seña a Martín, quien se desnudó rápidamente, pude ver que bajo el traje llevaba un collar y unas medias como Rosa y un cinturón de castidad, también se cambió sus zapatos por unos de mujer con tacón de aguja, Rosa entró en el salón y en cuanto vio a su marido desnudándose hizo lo mismo, apenas tardó diez segundos ya que no llevaba ropa interior. Cuando lo hizo pude apreciar que, no solo estaba muy buena, si no que tenía sus pezones y su coño anillados, totalmente depilada y con varios tatuajes en sus nalgas y en su pubis.

Martín, en cuanto estuvo desnudo, se arrodilló, se acercó a Saúl, le desabrochó los pantalones y se puso a chuparle la poya, fue entonces cuando reparé que llevaba algo metido en culo. Rosa, mientras tanto, se había tumbado sobre la mesa, totalmente abierta de piernas, con estas bien levantadas y el culo justo en el borde, en esa posición dejaba su coño y su culo expuestos totalmente y a disposición de quien se acercase. Saúl me explicó varias cosas mientras yo observaba atónito como Martín le comía la poya a Saúl.

"Bien Jaime, no vayas a pensar que Martín es marica, realmente a él no le gustan los hombres, al principio era bastante reacio a chupármela, pero como verás ahora lo hace con una maestría y una dedicación admirable.

En cuanto a Rosa, es una esclava fantástica y muy rentable, siempre dispuesta a ser usada por mi ó por cualquiera que la alquile. Reconozco que al principio, al igual que Martín, también me dio algún problema, pero bastaron quince días de reclusión en el centro de adiestramiento para que aprendiesen a obedecer."

La verdad es que Martín era capaz de meterse la poya de Saúl, que era realmente grande, entera en su boca, lo cual le ocasionaba arcadas que aguantaba como podía sin dejar de mamar esa enorme poya. Pasado un rato Martín estaba congestionado babeante y exhausto, además de tener toda la cara llena de lagrimas, Saúl el apartó de una patada, se levantó dirigiéndose hacía Rosa y le metió la poya de un solo golpe haciéndola gemir. Empezó a bombear como un animal al tiempo que la azotaba las tetas con fuerza y pellizcaba sus pezones estirándoles y retorciéndoles hasta tal punto que parecía arrancárseles. Rosa soportaba todo sin moverse, reprimiéndose los gritos todo lo que podía y de vez en cuando le daba las gracias a Saúl.

En cuanto Saúl se corrió dentro de Rosa, Martín se acercó, le limpió la poya con su boca y acto seguido hizo lo mismo con el coño de Rosa, sorbiendo y lamiendo hasta que saco toda la corrida de Saúl, la cual se tragó sin ningún tipo de reparo.

"Bueno, esto solo es una pequeña muestra de lo que espero de mis esclavos. En el contrato está todo muy bien detallado y explicado, pero ya sabes, si decides leerle, solo podrá ser en compañía de Ana y será ella quien me de vuestra respuesta.

Por cierto, la oferta es para los dos, si Ana no aceptase, no habría trato.

Ahora vete y os espero aquí pasado mañana al mediodía, salvo que decidas no hablar con Ana y vengas tu solo con el sobre sin abrir."

Me quedé sin palabras, tenía dos opciones y ambas con consecuencias que arruinarían nuestra vida, la cárcel empezó a parecerme la opción buena, aunque el mero hecho de plantearme aceptar ser esclavos de Saúl y hacer cosas como lo que acababa de contemplar me dejaba atónito. Cuando pude reaccionar me levanté despacio, sin decir nada, con la vista clavada en el sobre y me dirigí a la salida como un autómata, pero antes de llegar a la puerta escuche de nuevo a Saúl.

"Una cosa más, en el caso de que vuelvas tu solo, cuando entres por esa puerta Ana estará al tanto de vuestra situación, de esta conversación y tendrá una oferta similar, pero para ella sola.

Te aviso por que en el fondo te aprecio y tengo la seguridad de que Ana preferirá entregarse a mi que ir a la cárcel, tu sabrás si prefieres seguir a su lado ó perderla para siempre."

A partir de ahí no recuerdo nada más hasta que me desperté tirado en la calle, con una resaca impresionante, cerca de las cinco de la mañana y con el móvil lleno de llamadas y mensajes de Ana preocupada por mi. Decidí ponerla un mensaje de que estaba bien, sin batería y que iba hacia nuestra casa en un taxi. Durante el trayecto recordé la escena de Saúl con Martín y Rosa, me sorprendí al darme cuenta que me empalmaba, pero sin saber por qué, en vez de Rosa veía a Ana follada por Saúl, lo cual me ponía todavía más cachondo y al tiempo me dejaba realmente confuso.

Al llegar a casa, una vez que Ana comprobó que yo estaba bien y tras aguantar su bronca por el susto que la había dado, la expliqué nuestra situación y lo que me había dicho Martín. No pude seguir diciendo nada más, Ana tuvo un ataque de ansiedad y terminamos en el hospital. Volvimos tres horas después, con ella calmada a base de tranquilizantes é incapaz de enterarse de nada, la acosté y yo me fui al salón. No tenía muy claro que hacer, pero me fijé que el sobre tenía escrita una dirección web en el remite, así que la busqué y me puse a investigar que era aquello.

Lo primero que salió fue una pantalla de aviso muy clara

"Solo mayores de 18 años"

"Si buscas vivir en la esclavitud absoluta este es tu lugar"

"¿Tienes dudas? mira cual puede ser tu futuro"

Pinché en el link y accedí a una galería de fotos, en ellas siempre salían personas desnudas ó medio desnudas, realizando algún acto sexual, sometidas é incluso con marcas de haber sido azotadas y perfectamente reconocibles ya que sus caras no estaban ocultas y Martín y Rosa aparecían en algunas de las fotos, pero cuando salían personas en actitud dominante siempre tenían sus caras tapadas. Seguí navegando por esa web, accedí a vídeos, a textos en los que explicaba el funcionamiento de esa comunidad, la web tan solo era un medio para captar esclavas y esclavos. Tras un par de horas leyendo y viendo el material de la web, tenía claro que aquello no era un juego, quien diese el paso sería para siempre y públicamente, para registrarse había que dar el nombre real, un teléfono, una dirección física y subir varias fotos, en las que se viese perfectamente el rostro y por supuesto sin ropa. El caso es que me había puesto cachondo de nuevo, veía las fotos, pero, en mi cabeza, los protagonista éramos nosotros, inconscientemente había empezado a pajearme y cuando vi una vídeo en el que Martín estaba siendo sodomizado por un negro al tiempo que limpiaba las corridas que otros dos negros habían tenido en el coño y el culo de Rosa, me corrí. Para evitar manchar todo apreté la cabeza de mi poya impidiendo que la corrida salpicase todo, recogiéndolo en mi mano, sin saber por que, me lo llevé a la boca pensando que era la corrida de Saúl, lo saboreé, me lo tragué y me di cuenta que estaba empalmado de nuevo.

El resto del día, hasta que Ana se despertó, lo pasé pajeándome con esa web y pensando en como convencer a Ana de que aceptase el trato de Saúl, por mi parte estaba convencido de que prefería esa vida de esclavitud que terminar en la cárcel, daba por supuesto que seguiría al lado de Ana y aunque Saúl se la follase, era algo que llevaba tiempo siendo nuestra fantasía.

Pasado el mediodía la escuché llamarme, fui a la habitación y tuve que confirmarla que no había sido un sueño, todo lo que recordaba era cierto, pero le dije que había una solución, muy extrema, pero podría tener sus ventajas. Me miró extrañada preocupada en que fuese algo ilegal, peligroso ó ambas cosas, la tranquilicé al decirle que era Saúl quien nos podía sacar del embrollo y que todo era legal, pero que sería mejor hablar en el salón para poder explicarla todo y tomar una decisión los dos juntos.

Yo me fui al salón, me senté en la mesa y deje el sobre en ella. Lo primero que hizo Ana fue preguntar que había en ese sobre, le dije que antes debía explicarla nuestra situación y lo que había sucedido el día anterior. Le conté todo lo sucedido hasta que volví a casa con la mayor tranquilidad posible y disimulando que aceptar el trato de Saúl me excitaba. Su primera reacción fue colérica, ofendida por estar dispuesto a que Saúl nos convirtiese en sus esclavos, me insultó llamándome de todo, desde cobarde a maricón pasando por adjetivos como cornudo, baboso ó inepto y terminó derrumbándose, llorando desconsolada en el sillón. Me acerqué, la abracé intentando tranquilizarla y diciéndola que la amaba más que a nada en el mundo, que estaba dispuesto a todo para seguir a su lado, aunque eso implicase convertirme en el esclavo de Saúl, pero sobre todo que no soportaría verla encarcelada.

Se calmó y entonces aproveché para recordarla como hacía tiempo que fantaseábamos con el que Saúl la follase y que, de algún modo, podíamos usar esa fantasía para convertir esa situación en algo positivo, me miró sorprendida y bastante sería, se levantó mostrando cierto enfado, abrió el sobre y leímos juntos ese contrato.

En resumen era lo mismo que Saúl me había dicho, él se haría cargo de todas nuestras deudas y nos libraría de la cárcel y de cualquier consecuencia futura por esta situación, a cambio se quedaría con todo lo que teníamos y durante cinco años seríamos sus esclavos, pero había detalles que me dejaron fuera de juego. Entre ellos estaba escrito que aceptábamos la exhibición pública en cualquier lugar sin importar que pudiésemos ser reconocidos por alguien, también aceptábamos protagonizar fotos y vídeos porno de cualquier índole, a cara descubierta y con nuestros verdaderos nombres, además de prostituirnos en beneficio de Saúl, todo esto sería gestionado y negociado por él a su antojo, sin que nosotros pudiésemos poner impedimento alguno y siendo castigados de no cumplir las obligaciones.

Ana y yo nos miramos sin saber que decir, una cosa era lo de convertirnos en esclavos de Saúl y otra el que cualquiera nos pudiese ver esclavizados, eso sin hablar del tema de prostituirnos con sabe dios quien ó del hecho de que alguien nos pudiese reconocer. El resto de la tarde transcurrió de manera muy extraña, acordamos que tomaríamos la decisión al día siguiente, pero no podíamos actuar con normalidad, tras largos silencios, a veces rotos con frases forzadas como te quiero ó todo se solucionará , empezábamos a hablar sobre tonterías intentando olvidar que nuestra vida estaba destrozada independientemente de lo que decidiésemos.

Al acostarnos no tenía nada decidido, por la actitud de Ana estaba seguro que rechazaríamos la oferta de Saúl, por mi parte haría lo que ella dijese, en el fondo siempre había sido así y no era el mejor momento para cambiar. A pesar de todo me dormí con cierta rapidez, pero tuve un sueño bastante agitado y sobre las tres de la mañana me desperté sobresaltado y empalmado, tardé un poco en saber donde estaba y cuando lo hice sentí que Ana no estaba, vi que había luz en el salón, escuché los gemidos ahogados de Ana y me dirigí en silencio hacía allí pensando que estaba llorando, pero mi sorpresa fue mayúscula al ver a mi mujer masturbándose.

Estaba de espaldas a la puerta, arrodillada, con las piernas muy abiertas y la cara pegada al suelo de tal modo que tanto su culo como su coño quedaban totalmente expuestos. Ni se enteró de que yo estaba allí, pero entonces pude escuchar como entre sus gemidos, que para eran por llorar, no dejaba de decir frases como:

- Soy una puta a vuestro servicio.

- Mi dueño es el Señor Saúl.

- Mi marido es un cornudo que chupa y limpia las poyas de todos los que me usan con su boca.

Entre el sueño y ver a mi mujer en esa situación no pude evitarlo y me lancé a comerla el coño, que brillaba por lo mojado que estaba, al tiempo que entraba en su juego con un par de frases:

- Tienes toda la razón, soy un cornudo y tu la esclava de Saúl.

- Me gusta que cualquiera nos use a su antojo y limpiar tu coño del semen de otros hombres.

Apenas tardó un par de minutos en correrse y de un brinco me hizo tumbar en el suelo para cabalgarme, me sorprendió que lo hiciese poniéndose de espaldas a mi, lo que me daba una visión de su culo espectacular, pero en cuanto estuvo acoplada y follándome, supe cual era su intención al decirme que la azotase, primero lo hice sin dar muy fuerte, pero al tercer azote, Ana me indicó que los quería más fuerte, la obedecí, fui azotándola cada vez más fuerte y su culo no tardó en ponerse rojo intenso, incluso morado en algunas zonas, además, no dejamos de hablar en ningún momento como si realmente fuésemos los esclavos de Saúl y sobre las cosas que estaríamos obligados a realizar.

Ana, mientras estuvimos follando se corrió varias veces y cuando por fin lo hice yo, me sorprendió al saltar poniendo su coño sobre mi cara ordenándome limpiarle de mi propia corrida, al tiempo que me decía que era la corrida de otro tío, un desconocido que había pagado a Saúl por usar a su puta. Yo fui incapaz de negarme, sobre todo por que seguía como una moto y empalmado como si hiciese meses que no follaba, Ana cuando comprobó que mi erección seguía me ordenó masturbarme. La obedecí y mientras yo me hacía la primera paja de mi vida con alguien viéndome, Ana comenzó a hablar de nuestro futuro sin quitar su coño de mi boca.

"Eres patético, a partir de mañana serás el único que no mefolle, te acabas de comer tu propia corrida pensando que es la de otro y encima te pajeas como un mandril.

Pero te diré algo más, me gusta que seas así por que yo quiero convertirme en la puta más follada y sometida del mundo, quiero que los hombres que me usen lo hagan como si no fuese más que un cacho de carne con agujeros, quiero que me insulten, que me castiguen, que me humillen, quiero ir contigo y que la gente nos mire con desprecio por ser unos depravados, quiero que vayamos a tomar una copa y terminar violada por varios macarras en un callejón delante de ti y que luego limpies sus poyas y mi coño tragándote todas sus corridas mientras te insultan se ríen de ti por ser un cornudo chupapoyas."

En ese momento me corrí, en mi mente tenía la imagen de esa última escena en el callejón, Ana se agachó recogiendo con su boca todo el semen de mi corrida, era la primera vez que lo hacía y me besó haciendo que mi semen se repartiese por nuestras bocas y nuestras lenguas. Cuando nos calmamos un poco se tumbó a mi lado y empezamos a hablar.

J - ¿Que te ha pasado cariño? nunca te había sentido tan, tan...

A - ¿Tan caliente?

J - Si. Reconozco que los últimos meses, desde que empezamos a fantasear que follabas con Saúl, el sexo era mucho mejor. pero lo de hoy ha sido una pasada.

A - Si, nunca me había sentido así de excitada, pero como no podía conciliar el sueño pensando en nuestra situación y me levante a pensar, cogí el contrato de Saúl para leerle de nuevo y pensar bien en todo lo que podría pasar si le firmásemos.

J - ¿Y?

A - Y cuando me quise dar cuenta tenia una mano en mi coño.

J - ¿Te excitó pensar en que nos dejábamos esclavizar?

A - Si, muchísimo. Luego llegaste tu y el resto lo conoces de primera mano. ¿Y tu que? ¿Que es lo que te ha puesto tan cachondo? Nunca te había visto correrte dos veces tan seguidas y sin que se te bajase.

J - No lo tengo claro, pensar en ti follando con otro ya sabes que me pone, pero pensar en que lo hacéis humillándome é insultándome y sobre todo que luego tengo que limpiar el semen con mi boca y tragármele más todavía, además...

A - ¿Además qué? Ibas a decir algo.

J - Que no es la primera vez que pruebo mi semen.

A - ¿Como que no es la primera vez que lo pruebas? ¿Cuando lo has probado? ¿Es que resulta que te pajeas a mis espaldas?

J - Tranquila, fue ayer, mientras estabas durmiendo y lo de pajearme, solo lo he hecho cuando follábamos poco y para calmar la excitación.

A - ¿Como pudiste ser capaz de hacerte una paja con el disgusto que me diste?

J - Bueno, del mismo modo que lo estabas haciendo tu, pero realmente fue por lo que vi. Vamos al ordenador y te lo enseño.

A - ¿Encima te la cascástes viendo prono?

J - No exactamente. Mira el remite del sobre donde venía el contrato. Como no quería abrir el sobre yo solo, entré en esa web y lo que vi me puso tan caliente que terminé haciéndome una paja, lo de comerme la corrida no se muy bien por qué, tal vez por lo que Saúl me hizo contemplar cuando fui a hablar con él.

A - ¿El qué? De eso no me has contado nada.

Le fui contando con todo detalle lo que había sucedido en la Reunión con Saúl, al mismo tiempo que le mostraba la web y le indicaba quienes eran Martín y Rosa. Ana estaba sentada, yo a su lado agachado manejando el ratón y todavía desnudos. Nos volvimos a calentar, me dijo que la comiese el coño de nuevo mientras ella seguía viendo la web, la obedecí y ella retomó sus narraciones inspirándose ahora en lo que veía, empezó a fantasear con tener los pezones y el coño anillados, con que yo llevase un cinturón de castidad, ser usados de urinarios, exhibidos, humillados, castigados y follados públicamente, yo de vez en cuando levantaba la vista para observar como se pellizcaba los pezones, estirando y retorciéndoles de una manera que la tenía que doler bastante.

Por mi parte empecé de nuevo a pajearme, pero en cuanto Ana se percató de ello me ordenó parar con una frase que me puso aún más caliente.

Deja de pajearte cornudo, un esclavo no usa su poya más que para mear y se corre cuando le dan por el culo.

Creo que nunca la había sentido tan dominante y me encantó, por supuesto dejé de pajearme inmediatamente, seguí comiéndola el coño y no paré hasta que ella, tras correrse varias veces, me lo dijo. Me quedé de rodillas frente a ella, admirándola, seguía pellizcándose los pezones, que les tenía más tiesos é hinchados que nunca, al tiempo que masajeaba sus tetas, lo hacía más suavemente y mostrando que al hacerlo le dolían. Cuando recuperó la calma bajó la cabeza, me miro a los ojos y volvió a hablar.

A - Jaime ¿Que nos pasa? ¿Como puede ser que estemos pensando en aceptar esa aberración? y lo que es peor ¿Como es posible que nos excite tantísimo?

J - La verdad es que no lo se y tampoco se si en algún momento nos arrepentiremos si aceptamos la propuesta de Saúl, pero creo que tenemos que tomar una decisión ya.

A - Si, eso es evidente, pero ¿que pasará si la realidad no nos calienta tanto como la fantasía?

J - No lo se, pero ir a la cárcel me aterroriza, estaremos años sin vernos y a saber si no terminamos recibiendo unas cuantas palizas y violaciones. Para eso casi prefiero ser esclavos de Saúl.

A - En eso tienes razón, pero cuando veamos a Saúl quiero que nos aclare un par de cosas. Una de ellas es que pasará cuando pasen los cinco años y la otra como será nuestra relación como matrimonio.

J - Tienes razón, aunque según me dijo, Martín y Rosa habían renovado su contrato como esclavos por decisión propia.

A - Bueno, ya veremos. ¿Te gustaría correrte?

J - La verdad es que si, ¿por qué?

A - Por que me parece que, si aceptamos el trato, no te volverás a correr en mucho tiempo y me pone cachonda que te quedes con las ganas.

J - Bueno, si va a ser así, más vale que me vaya acostumbrando a obedecer, por lo tanto y hasta que decidamos si nos entregamos a Saúl, haré todo lo que me ordenes.

A - Joder Jaime, cómeme otra vez el coño, pero pon tus manos en la espalda que yo las vea.

Obedecí sin dudar un segundo y me tuvo así casi una hora. cuando me dejo para tenía la mandibula dolorida, en ese tiempo ella se corrió muchas veces, volvió a maltratar sus pezones y también sus tetas dándose manotazos constantemente y sin dejar de insultarse por ser una zorra viciosa que no merecía ningún respeto, que debía ser usada y castigada para el placer de los machos de verdad, de mi se explayó diciendo que era un cornudo impotente incapaz de satisfacer a una mujer y ansioso de ser sodomizado.

Una vez recuperada de sus orgasmos y convencidos de que lo mejor era aceptar el trato de Saúl, nos dimos una ducha, nos vestimos, cogimos el contrato y nos fuimos a disfrutar de las pocas horas de libertad que nos quedaban antes de que llegasen las doce.

Al llegar dudamos si llamar ó darnos media vuelta, pero antes de poder decidir se abrió, allí estaba Rosa, tan solo vestía unos zapatos,, unas medias y un corpiño que dejaba tanto sus tetas como su coño y su culo a la vista de cualquiera, Saúl gritó que pasásemos, lo hicimos cogidos de la mano y Rosa cerró la puerta tras nosotros. Al llegar al salón vimos que Saúl no estaba solo, también estaba Lisa y un par de parejas con las que ya habíamos hablado un par de veces en casa de Saúl. Martín también estaba en el salón, pero atado a una estructura con ruedas, a cuatro patas y en su culo tenía un dildo que, conectado a un dispositivo, no paraba de follarle.

Tanto Saúl como sus amigos estaban vestidos con una pantalones que dejaban sus poyas al aire y se iban turnando para que Martín se las mamase. Lisa y las otras dos mujeres estaban totalmente desnudas, salvo zapatos y medias, besándose y masturbándose entre ellas, Rosa se acercó a ellas, se puso a cuatro patas y comenzó a lamer el coño que le ordenaban, entonces reparé en que tenía el culo con las marcas de haber sido azotada.

Saúl se acercó a nosotros con su poya tiesa y brillante por las babas de Martín.

S - Hola Ana, Jaime, me alegra veros por aquí y espero no haberme equivocado con vosotros ¿Lo he hecho?

Sin darme tiempo a reaccionar, fue Ana quien tomó las riendas de la conversación con una actitud altiva, sin amilanarse ante Saúl é indiferente ante lo que estábamos contemplando

A - No lo se, lo único que se es que, antes de entregarte este contrato, has de responderme unas preguntas.

S - ¿Responderte unas preguntas? La única pregunta que se responde es si estáis dispuestos a ir a la cárcel ó preferís libraros.

A - No se quien te crees, pero de momento no te debemos nada, así que ó me respondes las preguntas ó nos vamos y no vuelves a vernos.

Estaba alucinando, no solo yo, el resto paró con lo que estaban haciendo para atender a la conversación entre Ana y Saúl, supongo que no era normal que alguien en nuestra situación actuase como lo estaba haciendo Ana. Saúl sonrió y respondió a mi mujer mientras se sentaba en el sillón.

S - Vaya, tienes carácter, solo por eso te responderé. A ver, ¿que quieres saber?

A - El contrato es por cinco años. ¿Que pasa entonces? Si tu te quedas con todo ¿Que tendremos para vivir?

S - Pasados los cinco años seréis libres, totalmente, sin condiciones, pero tan solo tendréis la ropa que traéis puesta ó alguna similar, nada más. Como salgáis adelante no es problema mío. Ahora bien, tendréis la opción de firmar un nuevo contrato, por un plazo máximo de diez años, revisable anualmente y con un porcentaje sobre los ingresos que gane con vuestros servicios.

A - ¿Donde y como viviremos Jaime y yo? ¿Podremos seguir siendo un matrimonio normal cuando estemos solos?

S - De momento, hasta formalizar todo el papeleo, viviréis aquí con Martín y Rosa, deberéis permanecer todo el día desnudos, venga quien venga y haréis todo lo que os ordenen, limpiar, cocinar, servir, pero nadie podrá usaros sexualmente. Le calculo que eso serán una ó dos semanas.

Luego ingresaréis en el CAOS durante una semana como mínimo, si no superáis las pruebas seguiréis allí hasta que las superéis.

A - ¿Que es eso del CAOS?

S - Es el Centro de Adiestramiento en Obediencia y Sumisión. Allí aprenderéis las reglas básicas de vuestra esclavitud y se testará vuestra capacidad de castigo.

Cuando salgáis tendréis un piso como este.

Y si, cuando estéis solos podréis comportaros como un matrimonio normal, con la única salvedad de que mis esclavos siempre llevan un cinturón de castidad.

A - ¿Permanentemente?

S - Ellos si y desde el mismo momento en que firman el contrato. Ellas tan solo dilatadores anales cuando yo decido.

A - Y mi última duda ¿Que pasará si alguien nos reconoce?

S - Ese no es mi problema, pero tenéis prohibido mentir cuando alguien os pregunte a que os dedicáis ó cual es vuestra vida.

Y ahora ¿Qué? ¿Firmáis el contrato ó preferís ir a preparar vuestra vida como reclusos?

A - Firmaremos, pero antes quiero hablar con Jaime a solas.

Salimos al pasillo para hablar con cierta intimidad de lo que nos esperaba a partir del momento en que firmásemos.

A - Cariño, tan solo quiero que sepas que te quiero y que siempre te querré, pase lo que pase a partir de que firmemos, pero antes de firmar quiero que hagas algo más.

J - Yo también te querré siempre y haré lo que quieras mi vida.

A - Dime ¿Estás cachondo? ¿Te gustaría correrte?

J - Si, claro que me gustaría correrme, pero ya no podemos hacer nada.

A - Tu déjame y haz todo lo que diga. ¿Lo harás?

J - Claro, como tu quieras.

Volvimos al salón y Ana se dirigió a Saúl, que seguía sentado en el sillón y masturbando a Lisa que se había puesto a su lado.

A - Bien. Ya que una vez firmado te perteneceremos y Jaime será privado de la libertad de masturbarse, quiero que pueda tener su último orgasmo siendo libre.

Cariño, desnúdate y hazte una paja, cuando te corras ya sabes que hacer.

Me quedé blanco, mi propia mujer me estaba humillando delante de todos. Al ver que no reaccionaba me pegó un grito que me hizo pegar un brinco, desnudarme rápidamente y empezar a cascármela con todo el mundo pendiente de mi. Ana se puso detrás de mi mientras que yo seguía con mi paja, escuchando las burlas todos y curiosamente me excitaba tanto mirar a las mujeres como a las poyas de los hombres pensando en me encantaría chuparlas antes de que se follasen a Ana.

La sorpresa me la llevé cuando Ana caminó hacia Saúl totalmente desnuda, se puso frente a él, con la piernas abiertas y dejó que este metiese la mano entre ellas tocándola el coño a placer, en ese momento me corrí. Recogí la corrida en mi mano y me la llevé a la boca tal y como pensé que quería Ana.

S - Vaya, esto ha sido una verdadera sorpresa. Jaime, firma el contrato que la zorra de tu mujer ha dejado sobre la mesa y chúpame la poya antes de que me folle a mi nueva esclava Ana.

Obedecí, con cierta congoja, ya que ese numerito que Ana había montado a mi costa, me parecía innecesario y muy humillante, pero no es menos cierto que la situación me ponía muy cachondo, así que me arrodillé ante Saúl, me metí su poya en la boca y empecé a mamársela como me gustaría que me la mamasen a mi. Evidentemente lo hacía bien, la poya de Saúl estaba durísima y él mismo dijo alguna alabanza sobre mi habilidad, aunque lo hizo humillándome por no ser capaz de satisfacer a mi mujer y preferir comer la poya de quien la iba a follar como la zorra sumisa que realmente era.

Sus amigos le rieron la ocurrencia y le siguieron el juego a base de insulto y chistes humillantes sobre nuestra entrega, pero lo peor, ó lo mejor, fue la respuesta de Ana cuando le preguntó que opinaba sobre lo que estaba pasando.

A -  Señor, esto es lo que nos merecemos, el cabrón de mi marido lleva meses fantaseando con que usted me folla y yo he descubierto que solo puedo gozar sintiendo que pertenezco a alguien poderoso, que no me respete y que me trate como la puta que soy.

Escuchar a mi mujer hablar así, después de todo lo que había pasado este día, me hizo dudar de todo, pero satisfizo mucho a Saúl, quien me apartó de una patada para follarse a Ana.

S - Mira bien como me follo a esta zorra y prepárate para limpiarnos cuando me corra en su coño.

Y tu Anita, que este cabrón vea tu cara de puta cuando te la metas entera de un golpe.

Yo me quedé arrodillado en el suelo, con mi cara a dos palmos de al poya de Saúl, Ana, que hasta este momento estaba mirando hacia Saúl, se dio la vuelta poniéndose encima de su poya con las piernas abiertas. Me miro con una mezcla de excitación y maldad mientras flexionaba las piernas y me hizo una seña con la mirada que yo interpreté como que deseaba que fuese yo quien sujetase la poya de Saúl para que apuntase directa a su agujero. Lo hice muy avergonzado y soportando las risas de todos los que estaban allí por ser capaz de rebajarme hasta ese punto a la primera ocasión.

Ana hizo lo que Saúl la había ordenado dando un grito, fue una mezcla de placer y dolor, tenía el coño empapado y a pesar de que la poya de Saúl era bastante más grande que la mía, le entró sin aparente dificultad. Apenas estuvo un par de segundos quieta y empezó a subir y bajar sobre esa poya que la llenaba su coño completamente. Al principio lo hacia despacio, sacándola casi de todo para volver a metérsela de golpe otra vez, poco a poco fue aumentando el ritmo al tiempo que Saúl la azotaba las nalgas con fuerza, sin parar de insultarla y haciendo mención a los pequeños morados que tenía por los azotes que la di durante el que sería nuestro último polvo.

S - Vaya, el culo de esta zorra ha recibido una buena azotaina no hace mucho. Se ve que ha nacido para puta y esclava, habrá que darla duro hasta que sepa lo que es dolor de verdad. ya veremos si cuando la deje el culo morado sigue gozando tanto.

Y tu cabronazo, sorbe los flujos que chorrean por mis pelotas, hacía mucho que no encontraba una puta tan deseosa de ser usada y humillada.

Tenía razón, el coño de Ana estaba soltando flujos de una manera que no había visto nunca y los cojones de Saúl brillaban cubiertos por estos, así que obedecí y me dediqué sorber las pelotas de Saúl recogiendo los líquidos que salían del coño de Ana. Mientras lo hacía sentí como Ana se corría varias veces dándole las gracias a Saúl.

A - Gracias Señor, nunca en mi vida había gozado tanto, no tengo nada y ya le pertenezco, pero que seré suya para siempre si así lo desea.

S - Me gusta que sepas que eres mía, pero no te hagas iusiones, aprenderás a correrte solo cuando se te permita y seré yo el que decida cuando dejas de serme útil, de momento disfruta y que todos vean lo que sois.

En ese momento Saúl se corrió en el coño de Ana, era la primera persona que lo hacía desde que nos hicimos novios. El semen no tardó en rebosar por los huevos de Saúl y yo me afané en recoger cada gota. Ana se fue levantando despacio hasta que la poya de Saúl, ahora semi flacida, salió de su interior. En cuanto estuvo fuera me la metí el mi boca lamiéndola y succionándola para eliminar todo rastro de su corrida, mientras tanto vi que el resto de la corrida, tan copiosa que parecían cuatro de las mías, chorreó desde el coño de Ana hasta caer sobre el estomago de Saúl y para evitar que chorrease y le manchase en exceso, lo recogí con mi lengua tragándomelo y rebañándo su estomago hasta dejarle limpio antes de terminar de limpiarle la poya.

La reacción, tanto de Saúl como del resto, fue de alegría por saber actuar como debía a pesar de mi inexperiencia y sus comentarios mostraban un absoluto convencimiento que sería esclavo para el resto de mi vida por decisión propia.

Cuando Saúl consideró que su poya estaba suficientemente limpia, además de haberse empalmado de nuevo, mi indicó que hiciese lo mismo con el coño de Ana. Ella, que seguía de pié y abierta de piernas delante de mi, tenía un mano recogiendo el semen que seguía goteando de su interior, avanzó un par de pasos mientras que yo continuaba de rodillas, puso su coño sobre mi boca abierta y antes de que pudiese empezar a limpiársele, me hizo lamer su mano hasta dejarla limpia, solo entonces pude dedicarme a lamer su coño recién follado por Saúl hasta que le dejé limpio de su semen, lo cual provocó que Ana se corriese un par de veces más.

A esas alturas yo volvía a estar empalmado, realmente disfrutaba de todo lo que estaba pasando, las humillaciones, contemplar a mi mujer follada por Saúl, pero me asombró que chuparle la poya a Saúl y sobre todo comer su semen me resultase tan placentero. Reparé que Martín había sido liberado cuando Saúl habló.

S - ¿Veis por qué los esclavos han de llevar un cinturón de castidad? Son incapaces de controlar sus ridículas poyas, a la mínima se empalman y resultan molestos.

Martín, trae y ponle el cinturón a Jaime, a ver cuanto tarda en dejar de empalmarse.

Y tu, ponte de pié, pero si no eres capaz de bajar esa ridícula erección, te la bajará Martín y no creo que te guste la experiencia.

A todo esto Lisa y sus amigas habían rodeado a Ana y esposado sus manos a la espalda, se dedicaban a manosearla, pellizcar sus pezones, estirar los labios de su coño, insultarla y reírse de ella, además de azotarla por todo su cuerpo, en especial las tetas, el coño y el culo, el cual estaba de un rojo casi morado por los azotes de Saúl. En un momento dado la obligaron a ponerse en cuclillas, con las piernas bien abiertas, poniendo sus culos y coños en la cara de Ana por turnos para que los lamiese y mientras lamía a una de ellas, las otras dos continuaban con sus maltratos. En cuanto a los otros dos hombres estaban follándose a Rosa al mismo tiempo, no pude verlo con claridad, pero di por supuesto que uno lo hacía por el coño y el otro por el culo.

Martín volvió con el cinturón que me impediría tener erecciones, pero yo era incapaz de controlar la que ya tenía, todo lo que estaba pasando me resultaba demasiado excitante y mi poya seguía como una piedra. Saúl, al ver que seguía empalmado, le dijo a Martín que procediese como ya sabía. Al ver que se arrodillaba frente a mi y magreaba mis huevos, pensé que me la chuparía ó me haría una paja, pero me equivoqué, el magreo se hizo cada vez más brusco, Martín apretaba mis pelotas y las estiraba todo lo que podía causándome algo de dolor, aunque perfectamente soportable, cuando de repente me dio un manotazo en las pelotas que me hizo encogerme del dolor.

S - ESTIRATE. Ya te dije que no te gustaría la experiencia ó puede que me equivoque, pero mantente estirado y con las piernas abiertas hasta que Martín pueda ponerte el cinturón.

Obedecí y soporté como pude los golpes de Martín hasta que mi erección, cuando ya tenía mis huevos totalmente doloridos, por fin desapareció. Mantuve mis ojos cerrados mientras que Martín manipulaba mi poya y mis huevos para colocarme el cinturón, intentando no empalmarme de nuevo. Cuando terminó los abrí, me miré la poya y allí estaba, encerrada en un cinturón de castidad que impediría hacer cualquier uso de ella así como empalmarme, mis pelotas estaban presionadas por un aro en su base que las mantenía tensas y expuestas a ser golpeadas. Saúl mostró su aprobación y dio un par de indicaciones a las chicas mientras que Rosa seguía usada por los dos hombres que alternaban sus posiciones metiéndola sus poyas en cualquiera de sus agujeros.

S - Bien, probemos que tal funciona ese cinturón. Chicas, acercaros a Jaime y disfrutar con él, seguro que le encantará comprobar la turgencia de vuestras carnes y el sabor de vuestras bocas.

Martín, tu coloca a la zorra de Anita en el suelo, con su coño bien expuesto, para que pruebe mi culo.

Lisa y sus amigas dejaron a Ana tirada, se acercaron a mi y comenzaron a restregarse conmigo, me acariciaban, me besaban, me ponían sus tetas en la boca, me hacían meter mis dedos en sus coños y sobre todo no dejaban de decirme lo calientes que estaban y lo que les encantaría que se las follasen. Mi poya reaccionó casi de inmediato con una erección que, evidentemente, el cinturón impidió. El efecto fue que mi poya se hinchó, pero sin posibilidad de ponerse recta ni dura, la zona que si se puso dura fue la situada entre mis pelotas y mi culo empujando al cinturón y su contenido hacía fuera.

Reconozco que estaba disfrutando a lo grande con esas tres mujeres, a pesar de haber pasado los cincuenta y cinco años y sus carnes no tenían la turgencia ni la suavidad del cuerpo de mi mujer, se mantenían muy bien, los kilos extras, casi todos en las tetas, los culos y los muslos, les otorgaban una exhuberancia especial y sus coños eran carnosos, de los que necesitas apartar la carne para poder acceder a ellos y cuando lo haces te encuentras con un interior calido y chorreante. Una tras otra me besaban en la boca con pasión, metiéndome sus lenguas hasta dentro, jugando con la mía y sorbiéndomela como si fuese una poya, eso cuando no tenía mi boca ocupada en sus tetas, con pezones grandes, duros y oscuros que me obligaban a morder con fuerza, al tiempo que pellizcaban los míos con saña.

Justo frente a nosotros, de manera que yo pudiese verlo bien, estaban Saúl y Ana, ella tumbada en el suelo, boca arriba, con la piernas separadas, dobladas y sujetas por las rodillas a sus muñecas, de ese modo su coño y su culo quedaban perfectamente expuestos. Saúl, por su parte, estaba puesto en cuclillas sobre la cara de Ana, de ese modo su culo se abría y le permitía a mi mujer lamerle completamente, incluso metiendo parte de su lengua dentro tal y como le ordenaba Saúl, quien disfrutaba también de la mamada que le realizaba Martín.

Saúl no dejaba de hablar para humillarnos, aunque lo habitual es que sus humillaciones fueran dirigidas casi siempre a mi. Le divertía verme con Lisa y sus amigas, cachondo perdido, deseando que mi poya estuviese libre para, al menos, sentirla tiesa, mientras observaba a mi mujer lamiéndole el culo, algo que nunca me había hecho y en ese momento pensé que debía ser muy placentero.

S - Vaya Jaime, veo que te gusta la carne, eso me complace, aunque no creo que la cates demasiado a partir de ahora, en cuanto a esta zorrita que es tu mujer, ya ves como la gusta chuparme el culo, pero si verla así te debería resultar humillante, dentro de un tiempo verás como es capaz de degradarse más aún. De momento vamos a ver si es capaz de correrse azotándola el coño.

Según lo dijo, cogió un trasto que me recordaba a los sacudidores de polvo que mi bisabuela tenía en el pueblo, un pequeño mango del cual salían una veintena de tiras, de unos dos centímetros de ancho y de cuero, con el que comenzó a azotar el coño de Ana, no parecía que lo hiciese con demasiada fuerza, por su parte, Ana tampoco daba muestras de sentir demasiado dolor, salvo algún gemido ahogado por el culo de Saúl. A pesar de ello, tras unos minutos de azotes reiterados y constantes, los cuales habían subido de intensidad progresivamente, el coño de mi mujer estaba enrojecido he hinchado, además de mojado y sus gemidos, que se podría decir que era uno interminable, evidenciaban que estaba a punto de correrse. Saúl sabía muy bien lo que hacía y provocó que Ana se corriese con varias series de golpes muy rápidos.

Los gritos de Ana, mezcla del orgasmo y del dolor, fueron salvajes y se fundieron con los de Rosa que también estaba corriéndose por la follada simultánea de los amigos de Saúl, quienes tampoco se andaban con remilgos y habían dejado sus tetas y su culo enrojecidos por sus azotes.

S - ¿Que te parece Jaime? hay que ser muy puta para correrse de la manera que lo ha hecho tu mujercita, pero esto es lo menos que espero de mis esclavas.

En cuanto a ti, tienes que tener una cosa muy clara, tu poya solo ha de servir para mear y las erecciones tan solo son una molestia, pero pasado un tiempo verás como el cinturón te enseña a no empalmarte tan a menudo, Martín hace tiempo que no tiene ese problema ¿Verdad Martín?

M - Si señor, ya hace varios años que no he sentido ninguna señal de que fuera a tener algo parecido a una erección, de hecho, mi poya es más pequeña que cuando nos entregamos a usted.

Muchas gracias por enseñarme a gozar siendo impotente.

S - Si, lo se y me gusta ver que eres agradecido, además, para follar a tu mujer ya estamos los hombres de verdad.

Por cierto, me parece que tienes unas cuantas cosas que limpiar.

Chicas, dejar a Jaime y que ayude a Martín con la limpieza.

Evidentemente, se trataba de limpiar las poyas de sus amigos y los agujeros de Rosa que se veían abiertos y rebosantes del semen de las dos corridas. Cada uno nos hicimos cargo de una de las poyas y cuando terminamos con ellas nos dirigimos hacia Rosa. Martín me indicó que recogiese el semen derramado en el suelo, luego él se puso debajo de Rosa para limpiarla el coño y a mi tocó su culo, Cuando Martín terminó con el coño, Rosa y yo nos colocamos como antes estaban Saúl y Ana, de ese modo el semen de su culo salió fácilmente cayendo en mi boca y no paré de meter la lengua el culo de Rosa hasta que le dejé perfectamente limpio.

Al levantarme vi que todo el mundo, menos Rosa, Ana, Martín y yo, estaba vestido y a punto de irse. No tenía muy claro que íbamos a hacer nosotros, pensé que volveríamos a para recoger algunas cosas y preparar los papeles para Saúl, pero me equivocaba.

S - Ha sido una tarde muy placentera, pocas veces hemos estrenado unos esclavos tan serviles y entregados ¿Estás de acuerdo Lisa?

L - Desde luego, creo que tienen un gran futuro, en menos de tres meses podremos ponerles en el mercado y serán rentables en muy poco tiempo.

S - Ya veremos.

Martín recoge la ropa de Ana y Jaime y guárdala en el armario, pero antes dame todo lo que lleven en los bolsillos.

Mientras Martín hacía lo que le había ordenado, Saúl se dirigió a nosotros.

S - En cuanto a vosotros, hasta nueva orden permaneceréis en esta casa, Martín y Rosa os explicaran todo lo que necesitáis saber y haréis todo lo que os digan, sin protestar.

Martín, tu te encargarás de prepararles análmente, en un par de días quiero estrenar sus culos, así que empieza con el vaciado intestinal en cuanto salgamos por la puerta. En cuanto a los dilatadores, empieza esta noche con el tres, mañana por la mañana el cuatro, por la noche el cinco y pasado mañana el seis.

Ana, tu eres libre de tener todo el sexo que desees, pero solo con Rosa, si a ella le apetece y siempre que Jaime esté delante.

Jaime, tu simplemente obedece.

Por cierto Martín, ya que Jaime se ha mostrado muy hábil limpiando el culo de Rosa, que haga lo mismo contigo si haces algún servicio.

Saúl me hizo indicarle que abría cada llave, le di el número para desconectar la alarma, le expliqué donde guardaba todos los papeles y firmar un papel por el cual le entregaba plenos poderes de manera que pudiese realizar todas las acciones necesarias para poner todo a su nombre, además, uno de sus amigos era notario, el otro su pasante y como testigos firmaron Ana y Rosa. Me extrañó que no hiciese lo mismo con Ana, pero me dejó muy claro el porqué.

S - No te extrañes Jaime, Ana me acompañará siempre que tenga que hacer algún trámite y precise su firma, así, si lo considero oportuno, podré ofrecerla como incentivo a vuestros acreedores, te aseguro que muchos estarán encantados de negociar a la baja con tal de tener a su disposición a tu mujercita.

Al escuchar las palabras de Saúl, me vinieron a la mente algunos de los acreedores que teníamos, concretamente cuatro ó cinco tíos, un poco más jóvenes que Saúl, pero bastante desagradables, los cuales no se habían cortado al mostrar su deseo por Ana de manera no precisamente educada ni caballerosa y estaba seguro que ahora iban a aprovechar la ocasión.

Estaba tan absorto que solo reaccioné cuando escuche cerrarse la puerta y nos quedamos solos los cuatro.

De eso hace seis años y son muchas cosas la que han pasado desde entonces, las cuales iré contando en otro momento, la más relevante es que el año pasado cumplieron los cinco años de esclavitud pactados y decidimos firmar uno nuevo, pero con algunas diferencias sustanciales.

La primera y más importante es que yo firmé como esclavo, pero de Ana y para siempre, ella es mi dueña en el más amplio sentido de la palabra y si algún día decido recuperar mi libertad, lo haré sin nada. La segunda es que ella, aunque sigue siendo esclava de Saúl, también es socia y amante, tanto suya como de Lisa, así que tiene una participación en los negocios y heredará casi todo lo que tienen, evidentemente, yo he de acatar cualquier orden de Saúl y Lisa, como esclavo de Ana les pertenezco a ellos también.

Y la tercera, cuando firmé mi contrato de esclavitud con Ana, acepté una intervención quirúrgica para dejarme impotente, el cinturón había hecho una gran labor a nivel psicológico, pero seguía teniendo erecciones nocturnas, al menos me despertaba un par de veces debido a la presión y también cuando me retiraban el cinturón para lavarme, estas nunca llegaban a ser completas y mi poya no alcanzaba una dureza adecuada, pero, según le explicó Saúl a mi mujer, la única manera de evitar esos conatos de erección era mediante cirugía.

Al firmar nuestros nuevos contratos, nos trasladamos a vivir a la casa de Saúl y Lisa. Ellos tres duermen siempre juntos y yo en un cuarto, justo al lado del su dormitorio, donde escucho todo lo que sucede en él y puedo acudir si me llaman, casi siempre es para que limpie alguna corrida de Saúl ó también para servirles de retrete.

Hay días en los que Ana no duerme con ellos, a veces es por que tiene algún cliente, trabaja como prostituta, ó bien por que Saúl y Lisa quieran un poco de intimidad, esto último, que suele suceder un par de veces mes como mínimo, implica que Ana pasará la noche en una mazmorra, atada y con una maquina que mantiene su coño y su culo penetrados por dildos, estos la follan ó se paran según la programación de dicha maquina. En esas ocasiones, a mi me toca pasar la noche en un club, permanezco en un habitáculo con agujeros en las paredes, los socios meten sus poyas por esos agujeros y yo les hago una mamada hasta que se corren, incluso hay un par de agujeros especiales que, además de la mamada he de hacer de urinario.

Por suerte sigo comiéndoles el coño a Ana, a Lisa y también a algunas de sus amigas, eso si, solo para limpiarles después de que alguien las folle y se corra dentro, pero en el fondo tengo una vida sin problemas ni preocupaciones.