Matrimonio esclavizado 05
-Compruebo como mi mujer se comporta y goza siendo follada y usada por Saul y sus amigas. También aprendo a mamar poyas y Martín me coloca un cinturón de castidad.
S - Bien, probemos que tal funciona ese cinturón. Chicas, acercaros a Jaime y disfrutar con él, seguro que le encantará comprobar la turgencia de vuestras carnes y el sabor de vuestras bocas.
Martín, tu coloca a la zorra de Anita en el suelo, con su coño bien expuesto para que pruebe mi culo.
Lisa y sus amigas dejaron a Ana tirada, se acercaron a mi y comenzaron a restregarse conmigo, me acariciaban, me besaban, me ponían sus tetas en la boca, me hacían meter mis dedos en sus coños y sobre todo no dejaban de decirme lo calientes que estaban y lo que les encantaría que se las follasen. Mi poya reaccionó casi de inmediato con una erección que, evidentemente, el cinturón impidió. El efecto fue que mi poya se hinchó, pero sin posibilidad de ponerse recta ni dura, la zona que si se puso dura fue la situada entre mis pelotas y mi culo empujando al cinturón y su contenido hacía fuera.
Reconozco que estaba disfrutando a lo grande con esas tres mujeres, a pesar de haber pasado los cincuenta y cinco años y sus carnes no tenían la turgencia ni la suavidad del cuerpo de mi mujer, se mantenían muy bien, los kilos extras, casi todos en las tetas, los culos y los muslos, les otorgaban una exhuberancia especial y sus coños eran carnosos, de los que necesitas apartar la carne para poder acceder a ellos y cuando lo haces te encuentras con un interior calido y chorreante. Una tras otra me besaban en la boca con pasión, metiéndome sus lenguas hasta dentro, jugando con la mía y sorbiéndomela como si fuese una poya, eso cuando no tenía mi boca ocupada en sus tetas, con pezones grandes, duros y oscuros que me obligaban a morder con fuerza, al tiempo que pellizcaban los míos con saña.
Justo frente a nosotros, de manera que yo pudiese verlo bien, estaban Saúl y Ana, ella tumbada en el suelo, boca arriba, con la piernas separadas, dobladas y sujetas por las rodillas a sus muñecas, de ese modo su coño y su culo quedaban perfectamente expuestos. Saúl, por su parte, estaba puesto en cuclillas sobre la cara de Ana, de ese modo su culo se abría y le permitía a mi mujer lamerle completamente, incluso metiendo parte de su lengua dentro tal y como le ordenaba Saúl, quien disfrutaba también de la mamada que le realizaba Martín.
Saúl no dejaba de hablar para humillarnos, aunque lo habitual es que sus humillaciones fueran dirigidas casi siempre a mi. Le divertía verme con Lisa y sus amigas, cachondo perdido, deseando que mi poya estuviese libre para, al menos, sentirla tiesa, mientras observaba a mi mujer lamiéndole el culo, algo que nunca me había hecho y en ese momento pensé que debía ser muy placentero.
S - Vaya Jaime, veo que te gusta la carne, eso me complace, aunque no creo que la cates demasiado a partir de ahora, en cuanto a esta zorrita que es tu mujer, ya ves como la gusta chuparme el culo, pero si verla así te debería resultar humillante, dentro de un tiempo verás como es capaz de degradarse más aún. De momento vamos a ver si es capaz de correrse azotándola el coño.
Según lo dijo, cogió un trasto que me recordaba a los sacudidores de polvo que mi bisabuela tenía en el pueblo, un pequeño mango del cual salían una veintena de tiras, de unos dos centímetros de ancho y de cuero, con el que comenzó a azotar el coño de Ana, no parecía que lo hiciese con demasiada fuerza, por su parte, Ana tampoco daba muestras de sentir demasiado dolor, salvo algún gemido ahogado por el culo de Saúl. A pesar de ello, tras unos minutos de azotes reiterados y constantes, los cuales habían subido de intensidad progresivamente, el coño de mi mujer estaba enrojecido he hinchado, además de mojado y sus gemidos, que se podría decir que era uno interminable, evidenciaban que estaba a punto de correrse. Saúl sabía muy bien lo que hacía y provocó que Ana se corriese con varias series de golpes muy rápidos.
Los gritos de Ana, mezcla del orgasmo y del dolor, fueron salvajes y se fundieron con los de Rosa que también estaba corriéndose por la follada simultánea de los amigos de Saúl, quienes tampoco se andaban con remilgos y habían dejado sus tetas y su culo enrojecidos por sus azotes.
S - ¿Que te parece Jaime? hay que ser muy puta para correrse de la manera que lo ha hecho tu mujercita, pero esto es lo menos que espero de mis esclavas.
En cuanto a ti, tienes que tener una cosa muy clara, tu poya solo ha de servir para mear y las erecciones tan solo son una molestia, pero pasado un tiempo verás como el cinturón te enseña a no empalmarte tan a menudo, Martín hace tiempo que no tiene ese problema ¿Verdad Martín?
M - Si señor, ya hace varios años que no he sentido ninguna señal de que fuera a tener algo parecido a una erección, de hecho, mi poya es más pequeña que cuando nos entregamos a usted.
Muchas gracias por enseñarme a gozar siendo impotente.
S - Si, lo se y me gusta ver que eres agradecido, además, para follar a tu mujer ya estamos los hombres de verdad.
Por cierto, me parece que tienes unas cuantas cosas que limpiar.
Chicas, dejar a Jaime y que ayude a Martín con la limpieza.
Evidentemente, se trataba de limpiar las poyas de sus amigos y los agujeros de Rosa que se veían abiertos y rebosantes del semen de las dos corridas. Cada uno nos hicimos cargo de una de las poyas y cuando terminamos con ellas nos dirigimos hacia Rosa. Martín me indicó que recogiese el semen derramado en el suelo, luego él se puso debajo de Rosa para limpiarla el coño y a mi tocó su culo, Cuando Martín terminó con el coño, Rosa y yo nos colocamos como antes estaban Saúl y Ana, de ese modo el semen de su culo salió fácilmente cayendo en mi boca y no paré de meter la lengua el culo de Rosa hasta que le dejé perfectamente limpio.
Al levantarme vi que todo el mundo, menos Rosa, Ana, Martín y yo, estaba vestido y a punto de irse. No tenía muy claro que íbamos a hacer nosotros, pensé que volveríamos a para recoger algunas cosas y preparar los papeles para Saúl, pero me equivocaba.
S - Ha sido una tarde muy placentera, pocas veces hemos estrenado unos esclavos tan serviles y entregados ¿Estás de acuerdo Lisa?
L - Desde luego, creo que tienen un gran futuro, en menos de tres meses podremos ponerles en el mercado y serán rentables en muy poco tiempo.
S - Ya veremos.
Martín recoge la ropa de Ana y Jaime y guárdala en el armario, pero antes dame todo lo que lleven en los bolsillos.
Mientras Martín hacía lo que le había ordenado, Saúl se dirigió a nosotros.
S - En cuanto a vosotros, hasta nueva orden permaneceréis en esta casa, Martín y Rosa os explicaran todo lo que necesitáis saber y haréis todo lo que os digan, sin protestar.
Martín, tu te encargarás de prepararles análmente, en un par de días quiero estrenar sus culos, así que empieza con el vaciado intestinal en cuanto salgamos por la puerta. En cuanto a los dilatadores, empieza esta noche con el tres, mañana por la mañana el cuatro, por la noche el cinco y pasado mañana el seis.
Ana, tu eres libre de tener todo el sexo que desees, pero solo con Rosa, si a ella le apetece y siempre que Jaime esté delante.
Jaime, tu simplemente obedece.
Por cierto Martín, ya que Jaime se ha mostrado muy hábil limpiando el culo de Rosa, que haga lo mismo contigo si haces algún servicio.
Saúl me hizo indicarle que abría cada llave, le di el número para desconectar la alarma, le expliqué donde guardaba todos los papeles y firmar un papel por el cual le entregaba plenos poderes de manera que pudiese realizar todas las acciones necesarias para poner todo a su nombre, además, uno de sus amigos era notario, el otro su pasante y como testigos firmaron Ana y Rosa. Me extrañó que no hiciese lo mismo con Ana, pero me dejó muy claro el porqué.
S - No te extrañes Jaime, Ana me acompañará siempre que tenga que hacer algún trámite y precise su firma, así, si lo considero oportuno, podré ofrecerla como incentivo a vuestros acreedores, te aseguro que muchos estarán encantados de negociar a la baja con tal de tener a su disposición a tu mujercita.
Al escuchar las palabras de Saúl, me vinieron a la mente algunos de los acreedores que teníamos, concretamente cuatro ó cinco tíos, un poco más jóvenes que Saúl, pero bastante desagradables, los cuales no se habían cortado al mostrar su deseo por Ana de manera no precisamente educada ni caballerosa y estaba seguro que ahora iban a aprovechar la ocasión.
Estaba tan absorto que solo reaccioné cuando escuche cerrarse la puerta y nos quedamos solos los cuatro.
De eso hace seis años y son muchas cosas la que han pasado desde entonces, las cuales iré contando en otro momento, la más relevante es que el año pasado cumplieron los cinco años de esclavitud pactados y decidimos firmar uno nuevo, pero con algunas diferencias sustanciales.
La primera y más importante es que yo firmé como esclavo, pero de Ana y para siempre, ella es mi dueña en el más amplio sentido de la palabra y si algún día decido recuperar mi libertad, lo haré sin nada. La segunda es que ella, aunque sigue siendo esclava de Saúl, también es socia y amante, tanto suya como de Lisa, así que tiene una participación en los negocios y heredará casi todo lo que tienen, evidentemente, yo he de acatar cualquier orden de Saúl y Lisa, como esclavo de Ana les pertenezco a ellos también.
Y la tercera, cuando firmé mi contrato de esclavitud con Ana, acepté una intervención quirúrgica para dejarme impotente, el cinturón había hecho una gran labor a nivel psicológico, pero seguía teniendo erecciones nocturnas, al menos me despertaba un par de veces debido a la presión y también cuando me retiraban el cinturón para lavarme, estas nunca llegaban a ser completas y mi poya no alcanzaba una dureza adecuada, pero, según le explicó Saúl a mi mujer, la única manera de evitar esos conatos de erección era mediante cirugía.
Al firmar nuestros nuevos contratos, nos trasladamos a vivir a la casa de Saúl y Lisa. Ellos tres duermen siempre juntos y yo en un cuarto, justo al lado del su dormitorio, donde escucho todo lo que sucede en él y puedo acudir si me llaman, casi siempre es para que limpie alguna corrida de Saúl ó también para servirles de retrete.
Hay días en los que Ana no duerme con ellos, a veces es por que tiene algún cliente, trabaja como prostituta, ó bien por que Saúl y Lisa quieran un poco de intimidad, esto último, que suele suceder un par de veces mes como mínimo, implica que Ana pasará la noche en una mazmorra, atada y con una maquina que mantiene su coño y su culo penetrados por dildos, estos la follan ó se paran según la programación de dicha maquina. En esas ocasiones, a mi me toca pasar la noche en un club, permanezco en un habitáculo con agujeros en las paredes, los socios meten sus poyas por esos agujeros y yo les hago una mamada hasta que se corren, incluso hay un par de agujeros especiales que, además de la mamada he de hacer de urinario.
Por suerte sigo comiéndoles el coño a Ana, a Lisa y también a algunas de sus amigas, eso si, solo para limpiarles después de que alguien las folle y se corra dentro, pero en el fondo tengo una vida sin problemas ni preocupaciones.