Matrimonio doble

Esta es la historia de un caso real que parece mentira.

Hay historias que parecen sacadas de uno de los libros de las Mil y Una Noches, en la que todas las fantasías de una persona parecen quedar pequeñas ante la imponente realidad.

Todo lo que aquí les voy a contar ocurrió en el devenir de casi 40 años, desde que éramos niños y continúa ocurriendo hasta el día de hoy. No sé si llamarle Fraternidad, Logia, Hermandad o tan solo Amistad y Confianza.

Vivíamos en un barrio común y corriente de esos que hay por todos lados en cualquier ciudad de una capital, un grupo de amigos, juegos e intereses comunes, divagar de aquí para allá buscando siempre algo diferente.

Fue por esa razón que Hugo, mi amigo, y yo fuimos creciendo al ritmo casi pueblerino de los años 60 y 70 cuando alcanzamos la pubertad, y justo en ese momento fue que descubrimos que teníamos una sexualidad que nos llevaba a mirar a nuestras vecinitas que ya no tenían aquellos cuerpitos de niña, sino que habían empezado a crecerles las tetitas y que apenas se notaban por debajo de camisas y remeras. Algunas con madres más modernas les hacían usar sostenes de lycra, toda una novedad.

En ese momento fue que Hugo y yo comenzamos con un concurso de pajas ya que la situación nos traía de mal en peor. Jugábamos al fútbol, al tenis en la calle y luego alguna cosita relacionada con prendas a cumplir en las que siempre aparecía un beso a la chica que a uno le gustaba. Obviamente eso terminaba en una paja como el señor manda.

Tan acostumbrados estábamos a eso, que nunca nos dimos cuenta que lo hacíamos uno en presencia del otro, mirándonos mutuamente y hasta resultando salpicado a veces por alguna gota de semen que volaba para cualquier lado. Nunca nos dio asco ni repugnancia. Nos limpiábamos y listo.

Cierto día, estando en uno de esos menesteres, Hugo me pregunta si lo dejaba que él me hiciera la paja, con la excusa de hacerme acabar más lejos, ya que él siempre me ganaba en distancia. Le dije que sí, no había problema y ese fue el momento en el que por primera vez mi pija era tomada por otra mano que no fuera la mía.

Ni que decir que tuve la mejor erección hasta el momento, tuve la mejor acabada de mi vida, aunque no pude batir el record de distancia de Hugo. No importaba, el placer había sido inmenso.

Continuamos con esos ejercicios durante un buen tiempo, al punto que nos sentábamos uno al lado del otro y cada uno pajeaba al otro, hasta que en un momento a mí se me ocurrió inventar una historia respecto de una de las chicas que eran nuestras "novias" y empecé a decir cosas que cualquiera sabía que eran mentira. Inventé que Paula, una amiga, me había chupado la pija en un pasillo al costado de su casa, sin saber yo que a ese pasillo lo habían unido a la casa y no existía más.

Ante la evidencia de tan burda mentira, Hugo me dijo que tenía que pagar una prenda por mentiroso y yo le dije que sí, sin imaginarme siquiera que prenda tenía Hugo pensada para que yo cumpliera.

Al instante mi di cuenta, me pasó la mano por mi nuca y me empezó a forzar para dirigir mi cabeza hacia su entrepierna. Me resistí durante un momento pero luego me dejé llevar por el miedo y por la calentura del momento.

En ese instante comenzó entre Hugo y yo una relación de amistad y sexualidad que nos unió desde ese momento, habiendo hecho todo lo que dos muchachos de 15 años pueden hacer cuando están solos en una casa y se disponen a disfrutar del sexo. No hubo a partir de allí ningún secreto entre nosotros. Todo lo que él quiso hacer con mi cuerpo lo hizo y lo mismo hice yo con él. Nos convertimos en amantes secretos.

Pero allí descubrimos que no éramos putitos como se decía antes, ya que las mujeres nos seguían gustando a los dos. Cada cual por su lado tenía su asunto con la novia del momento. O en el liceo o en el barrio, luego veníamos, nos contábamos lo que habíamos hecho con ellas y nos matábamos entre nosotros dos. Era una especie de sociedad secreta sexual (SSS). Hasta sigla y todo le pusimos.

Un día de nuestras vidas, vamos los dos a la casa de la novia de él que era muy amiga de mi novia. Quisimos avisar que llegaríamos a determinada hora, pero un temporal de viento de la noche anterior había quebrado varias ramas de árboles, rompiendo el tendido telefónico del barrio, así que estábamos incomunicados totalmente. Los celulares formaban parte de las películas de ciencia ficción.

Llegamos a la casa de Mary, novia de Hugo, y vimos que no estaba el auto de su papá, señal que todavía no habían vuelto del trabajo. Entramos por el fondo y cuando fuimos al cuarto de Mary, sentimos que había alguien con ella y que estaban gozando como locos. Hugo se enloqueció pensando que Mary lo estaba cagando con otro tipo y casi rompe a patadas la puerta, pero lo hice reaccionar y le dije que miráramos escondidos para ver qué ventaja podíamos sacar de todo esto. Se tranquilizó y se puso a escuchar conmigo atrás de la puerta.

Escuchamos todo tipo de quejidos por parte de Mary, pero no sentíamos que ningún tipo dijera con voz gruesa algo como " si mamita", "dame ese culito" o lo que sea que dijera. O el tipo era mudo o la mina estaba con un consolador. No aguantamos más y empezamos a abrir la puerta lo más despacito que pudimos y enorme fue nuestra sorpresa cuando la pequeña rendija nos permitió ver a la otra persona que estaba con Mary, ambas desnudas en la cama. Era mi novia Susana. Mi querida Susana que me había jurado y perjurado que había perdido la virginidad conmigo. Y era cierto porque yo fui el primero que la empernó, pero ya tenía su historia con Mary desde antes de empezar conmigo.

Yo me quedé tan atónito con la imagen que se me presentó, que no me di cuenta que el perro de Mary se metió a la habitación y se subió a la cama, cosa que llamó la atención de nuestras novias y enseguida miraron a la puerta y nos vieron allí con cara de haber visto un fantasma.

Intentaron una salida rápida pero la evidencia no daba para ensayar nada, así que lo mejor que podían haber hecho, fue lo que hicieron. Se sinceraron totalmente con nosotros y nos pidieron que las perdonáramos porque ellas creían que no nos engañaban en absoluto y que lo hacían porque se sentían muy bien. Yo estaba al repalo antes y después de la explicación de Mary y Susana, más aún viéndolas desnudas en la cama y nosotros sentados en el borde. Así que no era de sospechar que lo que seguiría a todo esto era confesarnos nosotros también de nuestra relación secreta que en definitiva era lo mismo que ellas hacían.

Se quedaron más pasmadas que nosotros todavía. Si en ese momento había en aquella habitación un poco de excitación como para armar un sexo grupal, se borró todo como por arte de magia. Desapareció por la ventana. Hablaron de que éramos putos y nosotros le dijimos que ellas eran tortilleras, así que lo mejor era dejar de lastimarnos unos a otros y tratar de convivir cada uno con las cosas que sabe de su pareja y de la relación de su pareja con la otra persona.

Se aceptó esta salida, y como era de esperar comenzamos los mimos, las caricias, besos y lenguas y en un momento nosotros dos también estábamos desnudos en la cama que resultó chica para cuatro, entonces nos tiramos al suelo sobre unos almohadones y allí cada cual con su novia jugamos un rato.

Jugamos un rato hasta que una mano de Hugo se posó sobre las nalgas de mi novia Susana y yo lo miro como para reprenderlo y lo único que conseguí fue que siguiera tocándola donde él quisiera. Ella se dio cuenta de la situación y me miró como buscando una respuesta a esa situación y yo la acaricié sin decir palabra.

En ese momento se puede decir que fue el comienzo de una relación de intercambio de los cuatro involucrados que nos ha llenado de placer y satisfacción a lo largo de los años que han pasado desde que comenzamos con esta práctica.

Hemos hecho durante este tiempo, todo lo imaginable que dos hombres y dos mujeres con ganas de disfrutar el sexo pueden hacer. Somos lo que se llama, dos parejas bisexuales.

El destino quiso que yo me casara con Susana y Hugo hizo lo propio con Mary. Demás está decirles que cada uno de nosotros vivió dos noches de boda habiéndose casado una sola vez.

Siempre vivimos cerca o en lo posible en el mismo edificio y cada vez que tenemos ganas de encontrarnos lo hacemos en aquel lugar que la situación lo permita.

Hemos llegado a grados tales de actitud, que ha habido oportunidades en las que Mary ha estado en mi casa cogiendo conmigo, y en esos momentos llega Susana mi esposa y con tal naturalidad nos saluda y sigue con sus cosas, o se nos une en la cama para hacer un trío. Lo mismo ocurre con Hugo y mi esposa, ya que a ella le gusta mucho la doble penetración pero el grosor de mi pija la incomoda y le hace doler, por eso es siempre Hugo quien la penetra analmente, ya que su pija es menos gruesa que la mía, aunque un poco más larga. Yo siempre la jodo a mi esposa mostrándole como Hugo no se queja cuando yo se la pongo, y ella me dice, "lo que pasa es que los machos no se quejan".

El único momento en el que vimos atenuada nuestra actividad sexual compartida, fue cuando los niños ya estaban grandes y se podrían dar cuenta que la situación que estaban viviendo no era normal, aunque nunca ocurrió tal momento porque fuimos muy protectores de que eso no pasara.

A propósito de los niños, tenemos dos hijos cada matrimonio, yo dos varones y Hugo un casal con edades similares los dos más grandes y también los más chicos. Sabemos que durante el momento de la fecundación del primer hijo de Hugo tuvimos relaciones cruzadas y por lo tanto nadie podía en aquel entonces asegurar la paternidad de Hugo (el análisis de ADN era ciencia ficción también), así que resolvimos entre los cuatro que cuando la pareja decidiera dejar de tomar los anticonceptivos o dejar de cuidarse el varón para evitar un embarazo, los dos hombres íbamos a tener relaciones con la mujer para que no hubieran problemas posteriores con sospechas de quien es el padre biológico de cada niño. Y así lo hicimos las cuatro veces, así que tanto Hugo como yo podemos ser padres biológicos de 4, 3, 2, 1 o ningún hijo.

Tenemos entre los cuatro, un pacto de sangre sellado a cal y canto y será así hasta el día final de cada uno de nosotros.

Yo sé que lo que aquí estoy contando puede sonar como totalmente descabellado o fuera de lo normal, que lo es, pero es nuestra realidad y quiero que otras personas la conozcan y saquen sus conclusiones sobre el tema y también me gustaría mucho que comentaran sobre lo que han leído.

Hemos decidido que este relato con nombres ficticios y sin correlación de fechas se hiciera público, ya que mi esposa Susana está pasando por una enfermedad terminal que la está acercando al final del camino y fue su deseo y nuestra voluntad que se conociera nuestro raro matrimonio de cuatro personas.