Matrimonio de convenencia

Un honrado político se ve sometido a un complejo dilema.

Noticia publicada en todos los periódicos del mundo recién:

Un candidato a las elecciones en Pakistan vendió a su hija como esposa a un rival para que éste se retirase de los comicios


Vilayar Nur se encuentra en su despacho de la sede del partido esta buena mañana. Las elecciones al consejo local se acercan y Vilayar está dando el 100% de su habilidad política. Ha practicamente desprestigiado/derrotado a todos sus oponentes a la elección pero tan solo le queda un enemigo fuerte. Ayún, que sigue feroz a su misma altura según las últimas encuestas. Vilayar ha estudiado diversas estrategias para tirar por el suelo la popularidad de Ayún, pero ninguna de ellas se ve útil pues Ayún no parece tener ninguna tacha, ni política ni personal. Vilayar ha practicamente estudiado la biografía de su oponente, para encontrarle algún punto débil, pero su vida parece exenta de verguenza pues no tiene nada, de lo que avergonzarse.

Lo estudios de Ayún siguieron un curso siempre excelente, para acabar su doctorado en derecho con matrícula, nada menos. Se casó con su esposa nada más acabar la carrera, y lleva con ella toda la vida, sin que se les haya conocido ningún tropiezo ni amorío extramatrimonial. Al igual que el resto de su vida, su grado en el partido oponente fue subiendo por escalones, sin tirar a nadie de la escalera para ocupar él su puesto. Sino ganando a su tiempo los galones que le pertenecían por su honrado trabajo.

-Vilayar: ¡¿qué puedo hacer?!

-Secretaria_Gía: ¿dígame señor Vilayar?

-Vilayar: nada Gía, estaba hablando sólo.

-Gía: disculpe, si usted lo desea puedo irme a la recepción y así no lo molestaré.

-Vilayar: sí, buena idea, necesito un poco de espacio para pensar.

Gía levanta su redondo y apetitoso trasero y abandona la sala para dejar al candidato sólo.

Vilayar vuelve a ponerse en posición meditabunda y trata de encontrarle algúna flaqueza a su "enemigo" con la que desprestigiarle, deshonrarle, avergonzarle, tirar al suelo sus aspiraciones políticas. Pero nada, no se le ocurre nada. De pronto la concentración del candidato es interrumpida por el timbre del teléfono.

-tiririririri-tiririririri-

Como Gía, su secretaria, está en recepción, tiene que a desganas encargarse él de contestar el teléfono. Vilayar lo toma.

-Vilayar: ¿sí dígame?

-pausa-

-Vilayar: sí, soy yo.

-pausa-

-Vilayar: diablos Ayún, ¿qué te trae por aquí?

La conversación parece interrumpirse pues Vilayar solo sostiene el teléfono al lado de su oreja, pero no habla porque lo único que hace es escuchar, durante un bueeeen rato, en el que lo único que haze es decir "sí, sí" de vez en cuando.

-Vilayar: mmm, déjame pensarlo. Es esta que me haces una proposición muy temeraria por tu parte pero... déjame pensarlo, sí accedo a tu trato te llamaré.

Vilayar cuelga la llamada y resta de nuevo meditabundo, con el índice rascando la perilla, un rato. De pronto parece ver que necesita aire fresco y mediante el intérfono llama a Gía.

-Vilayar: Gía, ya puedes volver.

-Intérfono: --como usted diga don Vilayar--

Gía vuelve a aparecer por la puerta cargada con un grueso volumen. Se sienta con él en su silla y lo abre para seguir con su tarea. Vilayar se levanta y empieza a pasear de un lado a otro del despacho, con gesto dubitativo. En uno de sus paseos se detiene tras de Gía y le posa las manos en los hombros.

Gía no parece sorprenderse pues el trato familiar con su candidato del partido ha sido siempre cercano. Ella sigue con el volumen entre manos pero no lee ya los artículos en él escritos, pues lo único que siente son unas manos que poco a poco se le han metido en su generoso escote y le amansan esos gruesos pechos que tiene, para hacerse amigo de ellos.

La boca de Vilayar no tarda en morder la oreja de su secretaria, y metiéndole la lengua dentro consigue que Gía sienta el deseo de la carne en el mismo grado que lo siente él. Después de un rato masturbándole la oreja a su secretaria, Vilayar mete su cabeza dentro del ancho escote para mamar un poco de leche de los fértiles pechos.

Como dicho, Gía se entrega encantada al húmedo paréntesis que propone Vilayar en medio de la jornada lectiva. Sin cortarse un pelo, le baja la mano al paquete y saca a la luz ese bendito pollón que pertenece al hombre en que están depositadas todas las ilusiones del  partido. Gía lo casca un rato hasta que él cree que ha llegado el momento oportuno. La iergue de la silla para apoyarla en la mesa y levantarle el faldón. La verga ya hacía rato que estaba erecta, en posición de combate, fuera de la trinchera. Por lo que lo único que hace él es encaminarla correctamente a su destino y empujarla de golpe sin miedo a que se pierda.

-Gía: ¡oooooooooooh!

El candidato al consejo local está ahora cogiéndose a su secretaria. No es la primera vez que lo hace, pero ella nota una poderosa fuerza especial en el miembro que la penetra, "aquí hay gato escondido" piensa ella.

-Gía: ooooh, ooooh, oooooh, señor Nur, ¿qué le pasa? ooooh, ooooh.

-Vilayar: nada Gía, déjame pensar un rato.

Así parece pensar él durante un rato, mientras a la vez que la coge, pone gesto meditabundo de estar maquinando alguna cosa entre ceja y ceja. Ella, peró, no tiene tiempo de pensar nada. Pues está siendo penetrada con una fuerza desconocida hasta hoy. La verga se mete dentro de sí, castigándole las paredes vaginales con crueldad, crueldad peró, que le parece las más rica de las torturas.

-Gía: ooooooh, oooooooh, ooooooh, señor Nur, por favorrrr, oooooooh.

La cintura del señor Nur impacta sin piedad contra las nalgas de Gía. Esta le pide clemencia, lloro peró, que es desoído por él, que no hace más que, para liberar su mente, vigorizar su cogida sin freno alguno. Sigue otro rato durante el que la voz de Gía queda rota por tanto gemido, entonces exala ella un gimoteo de lo más desesperado, pues poco más puede hacer para resistir la inhumana cogida a la que se ve sometida encima de su propia mesa.

Vilayar peró, parece repleto de energía. Al cabo de un rato de meter en Gía como perra, le da la vuelta y estirándola bien en la mesa, la vuelve a penetrar pero esta vez mirándole a los ojos.

-Gía: ooooh, oooooh, señor Nurr, ¿en qué piensa?

-Vilayar: nada muñeca, cosas del partido que es mejor que piense sólo.

-Gía: pero, ooooooh, si le da esta fuerza solo puede ser bueno, aaah, aaah.

Después de otro visceral rato de cogida encima de la mesa, Nur se viene. Se saca la verga y apuntando a los pechos de Gía, le da un baño de crema hidratante rejuvenecedora.

Una vez terminado, Nur se sube los pantalones y Gía se recompone el vestido. Ella se vuelve a sentar en su silla, tratando de disimular un poco.

-Gía: dios mío, ¿qué le sucede hoy mi señor?

-Vilayar: tengo que tomar una importante decisión que nos afecta a todos, creo que ya la he tomado.

Vilayar no hace ningún comentario más y lo único que hace es coger el teléfono, marcar un número y decir.

-Vilayar: estoy de acuerdo.

-Vilayar: ¿mañana en tu casa?

-Vilayar: de acuerdo, vendré preparado para ello, hasta mañana.

El candidato cuelga el teléfono y abandona el despacho con una escueta despedida.


Al día siguiente Vilayar se presenta en casa de Ayún por la mañana. La noticia empezó como un rumor. Pero en menos de 24h, y a costa de la falta de desmentimiento por ninguna de las partes, se ha hecho pública y certera. Todo el mundo sabe en qué consiste el trato acerca de que Vilayar se ha retirado de la carrera electoral. Algunos lo aprueban y algunos lo desaprueban, y algunos "afilan" sus cuchillos.

-Ayún: buenos días querido ex-oponente, ¿qué tal estás?

-Vilayar: fenomenal. Me costó un poco decidirme y tuve que pedir consejo a una persona de confianza. Esta persona me sacó las nubes de la cabeza y me influyó el poder de decisión necesario para dar tan importante paso.

-Ayún: bendita sea esa persona, sea quien sea.

En casa de Ayún hoy hay prevista una boda. Han asistido numerosas autoridades de todas partes y el correspondiente grupo sacerdotal. El convite se inicia y durante él Vilayar conoce a la que será su nueva esposa. Vaitiare, la hija de Ayún, de 11 años. El novio aprueba condecoroso la angelical faz de la niñita y desde que la conoce no se separa de ella ni un momento de la mañana. Tomados de la mano ambos, pasean por todo el refectorio hablando Vilayar con todos los invitados, recibiendo felicitaciones y buenas alabanzas. Entre una cosa y otra acaban llegando las 14h, hora prevista para el enlaze. El anfitrión ha ido controlando en cada momento el desarrollo del encuentro, y no hay ningún imprevisto para que a la hora en cuestión, se presenten los concernientes delante el sacerdote para bendezir la unión.

-Sacerdote: quieres Vilayar Nur, compartir tu vida junto a Vaitiare, y ayudarla en la riqueza y en la pobreza, en la honradez y en la virtud, hasta que la muerte os separe?

-Vilayar: sí, quiero.

-Sacerdote: quieres Vaitiare, vivir junto al honorable Vilayar Nur y sus otras esposas, compartir con sabiduría el esposo que dios os ha otorgado, hasta que la muerte o su agraciada voluntad te separe de él?

-Vaitiare: sí, quiero.

-Sacerdote: fale, pues con el poder que Alá me ha otorgado, yo os declaro marido y mujer.