Matrimonio de 3

Nos vamos acoplando a nuestra nueva manera de vivir. Una manera que parecía única en un principio, pero que viendo lo que veo, no somos los primeros ni seremos los últimos.

La primera semana de convivencia se desarrolló de una manera especial. No fuimos acoplando los 3. Estaba acostumbrado a ser el gallo del corral y ahora o lo era. Volveré al día que regresamos del hotel con el equipaje de Hugo. La tarde del domingo transcurrió de una manera inesperada, estábamos como muy tranquilos, me confundía esa atmósfera tan tranquila, hablando de muchas cosas distintas. Yo había esperado una tarde de desenfreno y allí estaban los dos, con toda la tranquilidad del mundo.

Llegando casi la noche Hugo nos preguntó, si no nos importaba que se pusiera cómodo, que a él le gustaba estar en casa cómodo. Nosotros respiramos aliviados, porque a nosotros nos pasaba lo mismo y como era nuestro primer día de convivencia pues no sabíamos. Nos fuimos a cambiar, como las maletas de Hugo estaban en otra habitación él se cambió allí. Apareció con un pantalón corto, marcando paquetón y con una camiseta de manga corta de la ciudad de New York.

Yo me puse una camiseta de manga corta también y un pantalón largo, parecido a un pantalón de chándal y Marisa apareció con un pantalón corto cachetero, que dejaba ver su culo por detrás y una camiseta de tirantes y sin sujetador, no es que se hubiera puesto algo especial, que era como se ponía normalmente.

Vi como Hugo la miraba y se palpaba al poco rato mucha tensión sexual y Marisa estaba totalmente empitonada. Estábamos sentados Marisa y yo juntos, Hugo en otro sillón solo y veíamos la televisión. No podía ver la cara de Marisa, porque estaba su cabeza sobre mi hombro, pero seguro que se miraban y la prueba la tuve, cuando Hugo dio una palmada en el sillón donde estaba y ella me dio un beso en la mejilla y se fue con él. Se acariciaban, pero sin excederse, de una manera casi inocente.

Decidimos pedir unas pizzas para cenar. Fui a la cocina, porque en la nevera está el imán con el número de teléfono de las pizzas. Desde allí mismo llamé e hice el encargo. No habrían pasado más de 5 ó 10 minutos. Pero al regresar al salón, Marisa estaba sin pantalones, de rodillas en el suelo y zampándose el rabo de Hugo. Me acerqué a ellos y me puse a meter mano a Marisa y le gustaba porque gemía con mis toqueteos. Hugo me indico que trajera condones, que nos la íbamos a follar los dos a la vez, si ya estaba excitado al oír eso me puse al máximo.

Hugo cuando me vio volver me decía que le comiera el culo a su puta que yo me la follaría por el culo. Me tire a su culo como un hambriento y Marisa seguía dale que te pego al rabo de Hugo, haciendo solo ruidos guturales y gemidos. Hugo nos decía, que menuda puta que estaba echa Marisa, que menuda mamona, que como le gustaba y avisa con su corrida. Según oía que le decía que no se parara, que siguiera que ya estaba, yo comía más el culo de Marisa. Que bruto fue Hugo corriéndose, como chillo y bufo y lo más desconcertante vino cuando acabo, Marisa se levantó se dio la vuelta y ante mi estupor me dio un beso con lengua, pasándome parte de la eyaculación de Hugo.

Lo que en un principio me hubiera dado asco días atrás, me resulto maravilloso compartir un beso tan excitante con ella. Con voz y mirada excitada, Marisa me pregunto si me gustaba la leche de nuestro señor, de nuestro macho. No sé porque la volví a besar como contestación. Volvió a mamar el rabo de Hugo, que al instante estaba otra vez con gana de guerra. Hugo se colocó el condón y Marisa se terminó de desnudar, se sentó encima de él, se estuvo moviendo un rato sobre su rabo, sin metérselo y él le comía sus tetas, hasta que Marisa se levantó un poco para poder encajar el rabo en su coño y dejándose caer sobre él.

El escándalo de Marisa cuando se metió todo el rabo fue importante, le solía pasar cuando estaba tan excitada. Estaba preparado para follarme el culo cuando llamaron al telefonillo. Fui corriendo a la puerta abrí y me quedé esperando que subiera. Se me hacía eterno, nada más oír el ascensor abrí la puerta. Me entregaban las pizzas y la nota. En ese mismo momento pude oír a Marisa correrse, la oí yo y el repartidor, que se le quedo cara de bobo, no quise esperar el cambio, fui demasiado generoso, pero se lo dejé y cerré la puerta.

No tarde nada en volver con las pizzas, seguían sin parar, Marisa no dejaba de emitir gemidos y Hugo cuando me vio y con voz dominante, vamos cornudo deja eso en cualquier sitio y métele el rabo en el culo a esta puta que está muy cachonda, mi mujer me miro y con voz más dominante me decía, vamos cabronazo fóllame el puto culo de una vez, que me quiero sentir bien llena. Verlos y oír a mi mujer me pusieron a una excitación limite.

Nunca vi tan apetecible el culo de Marisa. La posición era muy bonita, pero no me gustaba así porque siempre que lo hacíamos así eyaculaba muy rápido (Si alguien supiera el motivo que me lo diga).

Le metí mi rabo y se volvió loca, igual que me paso a mí. Lo hacía muy despacito y notaba las arremetidas de Hugo. Este en un momento dado me dijo que fuera más rápido, que se la metiera bien. Marisa le decía que me dejara así, que si lo hacía más rápido me correría, que así aguantaba poco. Es más, en ese momento me pare, no quise moverme porque mi excitación me podía y sin necesidad de moverme yo, con el movimiento de ellos dos y sin poder evitarlo eyacule en el culo de mi mujer.

Se me salió mi rabo y Hugo aprovecho para hacerlo con más ímpetu y además no perdió la ocasión de pegarle en su culo a dos manos. Hugo sin parar ni bajar el ritmo, se puso a comerle una teta y Marisa le decía sin ningún tipo de pudor, fóllame no pares marido mío, macho mío. Soy toda tuya, nada más que tuya, soy tu puta. Era asombroso como me ponía oírla hablar así de mal, estaba irreconocible ella y yo. Al final llegaron los dos juntos a su éxtasis. Una vez que paramos nos pusimos a comer las pizzas y cuando les conté la cara del repartidor nos reímos todos y Hugo me dijo que otra vez le invitara.

Al acabar de cenar nos volvimos a poner de forma relajada. Hablamos de como dormir y la verdad que esa cama era pequeña para los tres. Acordamos comprar otra cama más grande y otra vez mientras hablábamos ellos dos empezaron a acariciarse nuevamente. Marisa estaba desconocida porque no mera de repetir así de seguido.

Ya sabía cómo iba a acabar eso de nuevo y no me equivoque, al poco estábamos los tres liados de nuevo, pero esta vez en la cama. Otra sorpresa que me lleva, Hugo se puso a comerle el coño a Marisa, Marisa me comía a mí el rabo y sin nadie decirme nada y de muy buena gana me puse a comerle el rabo de nuestro señor como decía Marisa. Ya tenía claro que era bisexual o simplemente no lo era, pero me gustaba Hugo. Cuando más excitados estábamos, Hugo fue el primero en moverse y le dijo a Marisa que me follara a mí, que esta vez quería el follarse su culo.

Cuando se metió mi rabo, lo note poco porque estaba más mojada que nunca. Me gustaba ver su cara, nos mirábamos los dos, había amor, complicidad, calentura, en nuestras miradas. Cuando Hugo se colocó detrás de ella, sus ojos se fijaron más en los míos, lentamente le fue metiendo el rabo y ver su cara, su expresión de felicidad, era lo más. Le preguntaba que como estaba y ella me decía sonriendo, que como iba a estar, nada más que en la gloria, que yo tenía un rabo muy bueno, que al ser tan gordito lo notaba más, que parecía que era la primera vez que la daban por culo.

El rabo de Hugo era verdad que era un poco más largo que el mío, pero donde se notaba más diferencia era en su grosor. Ante mi sorpresa Marisa tuvo un orgasmo profundo, hasta le cayó saliva en mi cara. Me decía cornudo mío, que bien me folláis, me hacéis la puta más feliz del mundo. Se recupero de ese orgasmo y con los empujones que daba Hugo por detrás debía de estar rompiéndole el culo y Marisa no se quejaba, solo llevaba uno de sus brazos hacia atrás, para agarrar la cabeza de Hugo y girándose un poco besarse y decirle que la reventara.

La veía y me preguntaba que donde había estado escondida hasta ese momento la Marisa con la que me case, sin dudarlo me gustaba esta Marisa mucho más. Esta vez dure bastante más, lo suficiente para hacer que Marisa tuviera dos orgasmazos más. Después de terminar yo Hugo siguio un rato más hasta que otra vez llegaron los dos juntos de nuevo. Nos quedamos tumbados todos en la misma cama, Marisa en medio de los dos. Estábamos como las sardinas en lata, pero estábamos muy a gusto.

Nos quedamos dormidos los tres. La primera en hacerlo fue Marisa que estaba agotada. Hugo y yo hablamos entre susurros durante un rato hasta que se durmió también y poco después lo hice yo. No dormí bien por la incomodidad de la cama, me desperté varias veces. A las 6,30 el despertador sonó. Lo apagué y di un manotazo para despertar a los otros dos y abrí los ojos de golpe porque no había nadie más en la cama.  Vi la luz del pasillo encendida y se oía la ducha del baño de la habitación, supuse que uno de ellos estaría duchándose y el otro estaría en la cocina o en el otro baño.

Entre en el baño de la habitación y allí estaban los dos, dale que te pego de nuevo. Les caía el agua y Hugo estaba dándole por culo a Marisa de nuevo y ella cuando me vio, con una sonrisita me dijo que no había mejor manera de empezar el día. Me fui a desayunar y el café estaba hecho, por lo que me di cuenta de que alguno de los dos fue a hacer el café pero que luego se liaron.

Vestido y desayunando Hugo nos dijo que lo mismo hoy nos daba una sorpresa, pero el tío no quiso adelantarnos nada. Nos fuimos a trabajar y en el camino Hugo y yo íbamos hablando que parecíamos hermanos. Eso me gustaba. En la mañana Hugo me aviso para que llamara a Marisa, para comer juntos. Comimos a toda marcha, Hugo nos metió mucha prisa, que quería darnos la sorpresa. Nos llevó a una zona céntrica y bastante buena. En la calle había un hombre con una carpeta y saludo a Hugo. Nos metimos en un portal y subimos a una casa.

El hombre nos enseñaba la vivienda y nosotros no entendíamos. Era una vivienda grande y si la comparábamos con la nuestra, la nuestra parecía una caja de cerillas. La habíamos alquilado mientras estábamos los dos solos y cuando fuéramos a tener familia, nos iríamos a una más grande. La vivienda estaba para meterse a vivir ya. Solo había que amueblarla. Al terminar de verla, Hugo le pidió al hombre si nos podía dejar un momento solos y el hombre muy prudentemente nos dejó solos.

Por lo que nos contó Hugo, como estaba convencido de que al final viviríamos juntos, había estado viendo pisos. Ya que meter por ejemplo una cama de esas super grandes en nuestra casa, habría que quitar como mínimo la cómoda y una de las mesas de noche. En cambio, la habitación grande de esa casa era grande de verdad, era como el salón de nuestra casa. No sabía que decir, sobre todo por el precio que tendría esa casa. Hugo que se dio cuenta de que estaba pensando en eso, se adelantó diciéndonos que por eso no nos preocupáramos.

Mire a Marisa que estaba como con la mirada perdida, la preguntamos los dos por su opinión, pero estaba como flotando. Volvió de donde se hubiera ido su mente y no nos contestó, solo nos dijo, yo me encargo de la decoración, que seguro que tengo mejor gusto que vosotros dos juntos. Una vez dicho eso, nos fuimos a la inmobiliaria y Hugo firmo todo el papeleo, donde puede ver que era un alquiler con derecho a compra y del precio del piso. Todo había ido muy lento y de pronto todo era muy rápido, analizándolo ahora veo que era normal, en el fondo nadie quería perder el tiempo una vez que tomamos la decisión que tomamos.

Esa misma tarde quedamos para ir a comprar cosas para la casa. Hugo decía que para que perder el tiempo. Nos volvimos a nuestros trabajos y por la tarde al finalizar nuestra jornada laboral, nos fuimos de compras y lo primero como no, una gran cama. Encontramos la cama adecuada, perfecta para 3 incluso para alguno más. Las pegas las puso Hugo con el cabecero que escogió Marisa, decía que no y era que no. Marisa puso morritos y Hugo le dijo algo al oído, sonrió y estuvo mirando hasta que eligió otro muy distinto, el nuevo que eligió no era liso como el otro esta tenía filigranas y huecos.

Marisa seguía eligiendo artículos y nosotros mirábamos. Hugo me dijo que el día que estrenásemos casa me tenía una gran sorpresa preparada, corrigió lo que acababa de decir y dijo que, para los dos, pero más para mí.

Tuvimos que cenar fuera, porque prácticamente cerramos las tiendas nosotros. Ya estaba todo elegido para poder entrar a vivir y luego con mas tranquilidad el resto. Marisa estaba exultante, se podía ver en todo lo que hablaba y hacía.

Ya estábamos en casa, nos pusimos cómodos y al rato me di cuenta de que no habíamos bajado la basura y decidí bajarla yo. Marisa al verme me dijo que quería que me preparara, un café, cacao o una tisana, que todas las noches tomaba algo de eso. Hugo dijo que para el cacao y yo pedí una tisana.

Al subir de bajar la basura, entre hablando en casa diciendo algo, que no recuerdo ahora mismo y los pille en la cocina dándose matraca de la buena. Marisa apoyada en un mueble de la cocina y Hugo desde atrás dándole bien dado. Marisa al verme estiro su mano, me atrajo hacia ella y me desabrocho el pantalón, la ayude y me quede sin nada, con mi rabo a su entera disposición y ella me lo comía como podía, porque con los empujones que recibia, le costaba. Eyacule el primero y en su boca, luego lo hicieron ellos a la misma vez, estaban muy sincronizados entre ellos.

Marisa se sentó en una silla y nos mandó a hacer a nosotros lo que pensábamos tomar. Se fue al aseo a lavarse que decía que tanto condón no le sentaba bien y sabia que era verdad, porque al principio de nuestra relación que usábamos siempre condón, ella se quejaba algunas veces por irritabilidad en sus partes, por ese motivo algunas veces no podíamos hacer nada y eso hizo que nos adentráramos en el sexo anal.

Los 3 estábamos cansados, la noche anterior no dormimos mucho y habíamos estado todo el día de un sitio para otro de compras. Nada mas acostarnos nos quedamos dormidos, pero nuevamente me costaba dormir profundamente, parecía que en cualquier momento me caería de la cama, que ganas de probar la nueva cama.

Sentí unos movimientos extraños en la cama. Enseguida me di cuenta de que era Hugo, porque Marisa con voz adormilada decía, que se estuviera quieto, que era muy tarde, que despertaríamos a Felipe, que había que descansar. No surtió efecto porque la respiración de Marisa empezó a acelerarse y a ser mas sonora. Ahora en susurros le decía a Hugo, que ya podía estar contento que había logrado ponerla perraca, que, si no se cansaba nunca y Hugo no decía nada, por lo que oía se estaban besando.

Los movimientos eran suaves y Marisa le decía que bien se notaba su rabo donde lo tenía. Me puso nervioso porque pensé que lo estaban haciendo sin condón, se me paso rápido cuando Marisa con voz entrecortada le decía que no se le ocurriera meterle el rabo, que lo dejara así, donde estaba y que, si quería algo más, que tenía su culo. De Hugo nada mas se oía su fuerte respiración, hasta que le dijo, vamos puta date la vuelta que te voy a follar el culo y que razón tenia con llamarla puta, porque Marisa dijo que ya era hora. Mas movimiento, Marisa se coloco tumbada de lado, no se puso a 4 patas.

Hugo se debía de estar haciendo de rogar, porque Marisa le decía que no le hiciera eso, que se lo metiera ya. Hubo un movimiento inesperado en la cama y Marisa le decía que apuntara mejor que por ahí no, que no era lo acordado. Había como una pequeña lucha y al final, Hugo muy serio le dijo que se estuviera quieta. Marisa que le decía en voz baja, pero de forma potente, que sin condón por ahí no. Hugo ahora de manera más dulce le decía que un par de veces solo y que ya estaba.

Marisa le dijo que solo un par de metidas y ya estaba, que se lo prometiese y Hugo le dijo que era un hombre de palabra pero que no serian dos veces, que mejor un numero impar 5. El silencio de Marisa fue como un sí. Era como si lo estuvieran radiando, Hugo decía 1 y Marisa gimió apretando sus labios, porque se notaba, sin prisas se oyó el 2 y Marisa igual, después vino el 3 y Marisa que decía que bien se siente, es riquísimo, el 4 y Marisa decía un largo si, el ultimo 5 y añadió que cumplía su palabra y que se acabó, cuando Marisa le dijo que un par de veces mas y lo inaudito, Hugo le dijo que no, que lo prometido era lo prometido.

Ante la protesta de Marisa, Hugo se lo metió por el culo y estuvieron una eternidad, Marisa por lo menos tuvo 3 orgasmos y Hugo solo uno. Por la mañana cuando me levante no estaba Hugo y recordé que ese día tenia un viaje de trabajo. No quería decirle nada a Marisa de que les había oído por la noche, fue ella la que me lo dijo, que estaba empalizada y yo le pregunte si no había dormido bien y me contesto que había estado follando con Hugo. Que no sabia lo que la pasaba, pero que estaba todo el día cachonda.

Ese día en el trabajo me sentía raro sin Hugo por medio. También me preocupaba que Marisa se hubiera podido quedar embarazada. Pasaron unos días y todo seguía de la misma manera, teniendo relaciones sexuales a todas horas, no quedo ni un lugar de la casa donde no lo hubiéramos hecho.

El día que le vino la regla a Marisa respire, no estaba embarazada. En una semana como máximo estaríamos en la otra casa. Ya habíamos preparado a nuestras familias, diciéndoles que con la excusa de que el piso no reunía condiciones y los dueños pasaban de acondicionarlo adecuadamente, algo que no era incierto del todo, que un jefe nuevo que había llegado, tenia un piso muy grande y nos ofreció irnos a vivir allí, que así seria mas barato. Metí la pata y lo supe por la mirada de Marisa, como en las familias se quedaron extrañados, para salir del paso me inventé de que era gay.

Lo bueno que tenia el haberlo dicho en ese momento, es que no me castigaría sin hacer nada, porque cuando estaba con la regla no hacíamos nunca nada. Hugo no acababa con sus sorpresas, porque ese día me tocaba a mi bajar la basura y al volver, increíblemente se la estaba beneficiando, con regla y todo. Marisa al ver mi cara, me dijo que mirara como se la follaba el maricón, que esto si era un hombre, me lo decía con rabia y con su cara llena de placer por lo que estaba haciéndole Hugo, los deje solos y podía oírse en toda la casa sus palmadas en el culo y lo que se decían los dos, ella palabras como, señor, macho, cabrón o cabronazo, amo, etc. y el puta, zorra, perra, etc.

Se quedo la casa en silencio y poco después llegaron los dos. Hugo me dijo que así que el era gay. No sabia que decirle ni como disculparme. Riéndose solo me dijo que pronto tendría mi sorpresa, que, en pocos días, su risa era bastante maliciosa y Marisa quería saber la sorpresa. El la sentó en sus piernas y se lo dijo al oído, la cara de Marisa iba cambiando según le hablaba Hugo y no era una pose, de verdad estaba impactada. Al terminar, ella le contesto, que con ella no contara, que buscase a otra. Hugo dijo muy serio, tú lo harás.

Lo que respondió Marisa, por una lado me tranquilizo y por otro me preocupo. Me tranquilizo porque cada vez que Hugo decía lo de la sorpresa, no se porque, pero pensaba que lo que quería era darme por culo y la verdad que no sabía lo que ocurriría si me lo dijese, pero ya sabia que eso no era, pero me preocupo la forma de Marisa de decir que ella no lo haría.

El traslado se hizo el sábado por la mañana, no había mucho que trasladar y como Marisa no tenia la regla, sabia que esa noche inauguraríamos bien la casa y sobre todo la cama.

Esa noche salimos a cenar y luego nos fuimos a bailar, aunque la realidad es que bailaron ellos, que a mi lo del baile no me va. Marisa estaba muy excitada, se le notaba bailando y en sus ojos vidriosos por el puntillo que da una copilla de más. Aunque la verdad es que estábamos los 3 iguales.

Llegamos de madrugada a casa, en el ascensor Marisa nos besaba a los dos y sabia de sobra lo que vendría a continuación y después de tocar nuestros paquetes, decía que así le gustaba, bien duros los dos. La desesperación que llevábamos era tanta, que no tardamos nada, en estar desnudos y en la cama. Todo estaba yendo perfectamente hasta que Hugo dijo que era la hora de mi sorpresa.

Me hizo sentarme en el borde de los pies de la cama. Luego me puso un antifaz. A continuación, se les oía a ellos, pero no hablaban, me tenían intrigado. Hugo me dijo que me tumbara, pero dejando las piernas como estaban. Lo hice y luego noté como una mano acariciaba mi rabo, no tuve dudas era la mano de Marisa, me masturbaba con suavidad.

Hugo me quito el antifaz y vi a Marisa con un arnés colocado y que llevaba un rabo de látex, como el mío o un poco más. Me habían pillado, no tenia escapatoria y sinceramente no quise tenerla. Hugo me hizo levantar mis piernas y ponerlas en los hombros de Marisa, de esa manera mi culo quedaría a su entera disposición. Marisa se acercó más, con mucha indecisión, le costaba, le daba miedo o no le gustaba, no lo sé.

Hugo se colocó detrás de ella y a su oído le iba indicando lo que tenia que hacer, que lo colocara en la entrada de mi culo, se notaba que estaba bien lubricado porque resbalaba. Note como se encajó, luego le dijo pajéale y no pares, pero muy suavemente y muy lentamente. Marisa apenas se movía, hasta que Hugo fue empujándola, obligándola a que me fuera penetrando el culo. Iba notando la penetración, se notaba bastante, en algunos momentos aguantaba la respiración y fue cuando Marisa, se iba animando y me recomendaba que me relajara, que no hiciera fuerza, que seria mejor.

Mi rabo estaba con una erección algo espectacular y como nunca. Marisa que se iba animando, ya no hacia falta que Hugo hiciera nada, ella lo hacia bien solita. Marisa estaba desbordante, me penetraba con ganas y yo lo recibia de la misma manera, ya estaba relajado. No había sido para tanto. Marisa que no dejaba de mirarme, me pregunto si quería comer un poco de rabo de su señor, dije que si con la cabeza y ella en su papel me dijo que se lo pidiera.

Le dije a Hugo que se acercara y ella me apretó mi rabo y me dijo que como se lo decía así, que era mi amo, que lo dijese como tenia que decirlo. Me salió con mucha naturalidad, amo me gustaría comerle su rabo. Hugo se acerco y me lo puso en la boca. Oía a Marisa decir, que estaba muy cachonda, que le encantaba follarme el culo, que se sentía poderosa, que estaba ahora mismo para que la follasen. Saber que estaba tan excitada me hizo eyacular de forma prodigiosa y Marisa tuvo un orgasmo sin nadie tocarla, increíble pero cierto.

Hugo no me dejo que le siguiera comiendo su rabo, se fue a por Marisa, que se había quitado el arnés y la hizo colocarse encima de mí, para follar su culo y yo comerle su coño. Esta vez el llego antes que ella y luego ella. Cuando saco su rabo de su culo, chorreo su semen y le lamí el culo hasta dejarlo inmaculado. Hugo fue al baño antes que yo y luego fui yo, haciendo caso a Marisa, que me recomendó darme un poco de agua fría en el bidet, que me relajaría.

Este Hugo era inagotable, cuando llegue a la habitación estaban haciendo un 69 espectacular. Un día que aquí era fiesta, me toco ir de viaje a una delegación, lo que suponía que estarían 24 horas solos. Cuando llegue al día siguiente, Marisa me conto, que Hugo era o un salido o un portento, porque se la había estado follando todo el día. Que la había dejado escocida. Me reí y ella me dijo que no era para reírse, que al final volvería a tomar la píldora o colocarse el DIU. Logre convencerla de que esperase un poco más, que una vez que se quedase embarazada no habría problemas.

Fue pasando algo de tiempo y un día después de cenar y tomando unas copas, Hugo tuvo la siguiente conversación con nosotros.

HUGO:

Ha llegado el momento de avanzar un poco más.

FELIPE: ¿Mas? Es que se puede más.

HUGO: Claro que se puede más. Podría ser buscar a un tercero para follarnos a Marisa por todos los sitios, pero con eso de que esta queriendo quedarse embarazada, podría ser un problema, por cualquier tipo de descuido, en le fragor de la calentura. Pero eso será mas adelante, salvo que tome anticonceptivos, pero descartando eso, tenemos mas opciones, como verla con otra mujer.

MARISA:

Eso es mucho mas difícil. Que a un tío se le camela muy fácilmente, pero a una tía y además no sé si sabré.

FELIPE: Venga ya Marisa, no pongas pegas, que no es para tanto. Y tú ya me contaste que de chica habías tenido algún escarceo.

MARISA: Menudo bocazas.

HUGO:

Cuenta, como fue esa incursión con otra mujer.

FELIPE:

Poco te contara y de nombre o nombres ninguno.

MARISA:

Cosas de niñas, algún besito, algún toqueteo y ya está.

HUGO:

Déjate de mentiras y de historias. Como, cuando, donde, con quien. Que, si no dices con quien, es porque Felipe la conoce o las conoce.

MARISA: Pues ya no me acuerdo de cuando y donde en mi casa o en la suya. Que hacíamos pues nos toqueteábamos, pero al final cada una se corría con sus dedos. Mientras nos besábamos, pero nada más, ni sexo oral ni nada. Y si, me callo con quien por que son conocidas y no quiero traicionarlas.

HUGO:

Ves como al final era mas de una. Pero bueno da igual. Ahora hay que pensar con quien.

FELIPE: En su trabajo hay algunas que están muy buenas.

MARISA: Ya te lo dije cuando te empeñaste en meter a otro hombre. Ni familia, ni amigos, ni vecinos, ni compañeros de trabajo. Pues en este caso se aplica lo mismo.

HUGO: Siempre hay una excepción. Una mujer casada. Es muy difícil que una mujer casada vaya contando por ahí, que ha estado con otra mujer.

MARISA: Puede ser, casi seguro que es así, pero como llevarse al huerto a otra mujer.

HUGO: Lo primero es saber si hay alguna que te atraiga, que este casada.

MARISA: Claro que hay alguna, pero muy complicado.

HUGO: Te ayudaremos en lo que podamos.

Ese nuevo campo que había abierto Hugo me excitaba de manera muy particular.