Materializando un Te amo

Sorpresa? Sorpresa es volver a verla

El dolor de cabeza seguía intacto, Alejandra, seguía tomando como loca, y Carlos, como si fuera poco, iba a destapar la quinta botella de Whisky en la noche, era demasiado para ellos tres, Micaela, solo iba de paso en paso para el baño, quería vomitar, desde ya presentía el día que le iba a tocar pasar mañana, mientras tanto, en cambio, Los dos novios no podían hacer algo diferente que reírse de su amiga. Esperaron, Carlos sentado en el sofá, buscando música sin estar seguro de que era realmente lo que quería escuchar, y Alejandra, de pie, bailando con el vaso en su mano, su cabello desordenado y sintiéndose, feliz. Buscando fuerzas para decirle a Micaela lo que Tenía que decirle, pensó que en sano juicio no iba a soportar tenerle que ver el rostro a su amiga, y ebria, quizás, cobardemente, se dormiría.

La vio Salir de su habitación, tocándose el estomago y haciendo un gesto de total desagrado – no sé que hacer, ayúdame – le dijo Sintiendo ganas de llorar

-ven acá – Alejandra, abrió sus brazos, dio dos paso hacia ella y la abrazó – quien tomó de más, quien fue – se burló, sin dejar de soltarla – creo que en la conisa hay – pensó, descubrió risas y se dio cuenta que comenzaba a escucharse hablar extraño pero siguió – como se llama eso, amor? – lo miró a él

-¿Qué?

-lo que tomo para… ahh, aspirinas! Eso.

-estás loca – le dijo Micaela – quiero irme ya a mi casa

-Loca estás tú – tambaleó su cuerpo, de pronto una risa sin un porqué llegó a sus labios y quiso reírse, se sentía nerviosa, no dejaba de pensar en lo que sucedía – te quedas, hay algo que voy a contarte

-Mañana, creo que es lo mejor.

-No mica – se metió, aquel hombre grande, levantándose del sofá, y ayudándole, cuidadosamente, digo cuidadosamente porque si algo le molestaba a Alejandra es que la trataran como borracha, si, eso mismo. – son las cuatro de la mañana

-ustedes no se van a  costar aún

-Si – emitieron los dos al mismo tiempo

-acabaste de destapar la botella

-pues vuelvo a taparla – se abrió de brazos, como diciendo “asunto arreglado”

-Bien. Ya vuelvo – y se dio la vuelta de nuevo para vomitar un poco más

-su boca apesta – bromeó Alejandra

-¿vas a decirle, mi amor?

-no sé – encogió sus hombros, buscando el gorila, o mejor dicho, el inmenso gorila,  que horas atrás le dio Carlos, junto con una loción de su marca preferida y la serenata de mariachis por su cumpleaños - ¿Cómo se lo digo?

-Cómo es Aleja.

-dame un tiempo…

-tu tomas la decisión mi amor, solo recuerda que va un mes de estar acá.

Sintieron el sonido particular que emite el inodoro, y esperaron a verla salir de nuevo

-Te Sentís mejor ahora?

-Si… No comprendo, solo me tomé cinco copas que a comparación de ustedes dos, es nada, y miren…

-no estás acostumbrada, es eso lo que pasa.

-quiero irme a la cama – buscó, en medio de su mareo su celular, y se dio cuenta que no había nadie a quien llamar, y tampoco de quien esperar llamada. – Los amo – les dijo, dándose la vuelta. Sin preguntar donde dormiría, imaginó que Alejandra se acostaría con ella y Carlos, como un caballero, sacrificaría su noche para dormir en el mismo sofá que estaba sentado ahora.

-Se lo va a tomar mal, lo sé

-¿Cómo lo sabes?

-que sentirías? Es diferente, es muy diferente, cuando estás seguro de algo, y apareces con lo contrario que juraste toda tu vida que no te iba a pasar. Las cosas no terminaron bien

-Mica todavía siente algo? No creo

-¿porqué?

-ha pasado mas de un año

-Es mucho un año para ti? – alzó su ceja, pensando en lo superficial que era su novio, y que generalmente eran los hombres

-Lo suficiente para olvidar un amor y conocer otro

-Has visto a Micaela con un amor en este tiempo?

-No, o sí. Con dos o tres. – sonrió, recordando la última mujer que vio salir del apartamento de Micaela, a una mujer aparentemente mucho mayor que ella, pero que envidia la que sintió ese día. La vio como su líder, se preguntó como carajos podía llevarse a su cama a la mujer mas heterosexual del mundo y esas veteranas, que son mas difíciles de conquistar

-tu sabes que… eso no define una relación.

-Si tú te acuestas con alguien más, quiere decir que no estás tan enamorado – concluyó. Y Alejandra le dio la razón, porque ella pensaba del mismo modo, pero sabía que con su amiga, era la situación más diferente del mundo.

-Díselo y ya. A lo mejor ni siquiera la va a querer ver. – Le bajó el volumen al estéreo y abrió de nuevo la botella – que cuentos. Me parece ridículo volver con semejante presente. No?

-no digo nada mi amor. Nadie sabe lo de nadie

-A lo mejor es cierto – comprendió su novio – pero es… no se, en los zapatos de Mica, me parecería un descaro.

-no es así, ella no  vino por Mica. Acuérdate cómo se fue la última vez, todo fue para mal. Sigue pensando del mismo modo.

-mmm – suspiró – esperemos a ver que pasa.

-Te amo ¿Sabias? Gracias por todo lo que me diste hoy

-te mereces más, no todos los días se cumplen veintiséis años – bromeó, removiendo el trauma de su novia por sentirse más vieja

-Tú vas a llegar aquí también, solo te faltan dos añitos

-Ya casi, casi – sonrió, abrazándola, y generando un beso muy común entre los dos, un beso apasionado, deseado por ambos, un beso húmedo y caliente, un beso que inició un encuentro más. Alejandra se sentó sobre sus piernas y Carlos sólo alzó su blusa para iniciar un encuentro sexual, el segundo del día, o el primero de ese día que apenas comenzaba.

Al día siguiente, ese apartamento se relacionaba prácticamente como si la noche anterior miles de personas hubieran pasado por ahí, especialmente por los dueños del mismo, ropa de ambos por toda la sala, copas regadas alrededor de la cocina, y el cuarto principal, en donde Micaela estaba entregada al sueño mas lejano y placentero, estaba con un olor a licor que realmente desencantaba.

Abrió sus ojos, no porque no tuviera sueño sino porque la luz del sol le molestaba, el dolor de cabeza había aumentado pero agradeció que su malestar estomacal y las nauseas con ganas de vomitar eran cosas del pasado. No comprendió, o más bien se dio cuenta que tenía que estar muy tomada para haber dormido con su jean, su reloj, sus aretes, y los demás accesorios que tanto le molestaban cuando tocaba una cama. Fue al baño, y escuchó la puerta. Entonces recordó lo que había pasado, cumpleaños de Alejandra es igual a desorden total, después de haber salido del bar donde habían celebrado su cumpleaños con todos sus amigos, solo quedaron los tres, como siempre. Se dio cuenta que si su amiga no estaba con ella en la cama, quería decir que estaba con Carlos en el sofá, ahí, porque por alguna razón, el otro cuarto libre siempre se mantenía de ese modo, Vacio.

-Un momento – gritó, Saliendo del baño. De la habitación, y entrando a un living de película de terror, así mas o menos, mas que todo por tener que ver de nuevo a Carlos como Dios lo trajo al mundo. Giró su cabeza, recogiendo algunas prendas y copas que se atravesaban por su camino, la puerta sonó una tercera vez que, por su dolor de cabeza, generaba un mal humor en ella que ni a ella misma le gustaba. Abrió la puerta y vio a una mujer un poco más alta que ella, con bolsas a su lado, e intentando coger una más pequeña que, por su estado de embarazo se le dificultaba un poco. – te ayudo – dijo apresuradamente, sólo fue decir una palabra para que aquella mujer alzara su rostro, y la viera. Sus miradas quedaron atrapadas, como la primera vez que Julieta le robó el primer beso a Micaela, como la primera vez que estuvieron juntas, como la primera vez que los ojos oscuros de Micaela con los claros de Julieta se encontraron, sin saber con seguridad en lo que iba a terminar todo.

-Julieta – Dijo Micaela, en una voz alta, capaz de despertar a la pareja de novios que estaban abrazados sobre el sofá. Su mirada bajó, no precisamente para observar su cuerpo, sino su gran estómago, que denotaba su embarazo. Tragó fuertemente saliva, sin entender lo que pasaba. Se suponía que ella estaba en Madrid, que se había ido a terminar de estudiar su carrera, que jamás la volvería a ver porque el día que se fue había jurado que no regresaría.

Julieta, en cambio, no pudo decir nada, hasta ese momento había tenido fuerza de voluntad, pensó en superar todo, sabia que la tendría que ver, claro que lo sabía, no contaba con que la iba a ver tan hermosa, muchísimo mas hermosa que la última vez, con su cabello mas oscuro y no tan delgada. Sintió latir su corazón demasiado fuerte y también sintió leves pataditas en su estómago, como si el bebé supiera lo que pasaba.

Alejandra se levantó, se puso la camisa de Carlos mientras que éste mismo se fue a la habitación para cubrirse, miró la escena y quiso hacer muchas cosas, se sintió arrepentida de no decirle nada a su amiga, pero ya no había tiempo para arrepentimientos, ya era tarde, ya el tiempo no se podía devolver.

-Permiso – Mencionó Julieta, pasando por el lado de Micaela, recordando su particular olor en su cabello, como a flores, le sonrió a Alejandra, se acercó para abrazarla – Feliz cumpleaños mi vida – expresó, en confianza, como siempre lo había hecho.

-Gracias – sonrió Alejandra, sintiendo las mismas pataditas – se mueve – dijo entusiasmada

-Si. – y dejó de mirarla a ella, para detenerse a observar a Julieta, quien todavía seguía en la misma posición, sosteniendo la puerta para que no se fuera a cerrar. Carlos, salió de la habitación y le dio un beso a Julieta en su frente, acarició levemente su abdomen, y se acercó a Micaela.

-ven, entremos esto. –la miró, y sintió pena por ella, como si eso mismo le pasara a él, vio sus ojos encharcados, y se perdió en su mirada profunda que expresaba tantas cosas. Entre los dos entraron los paquetes de Julieta, Micaela volvió a mirarla, pero  no a ella, sino de nuevo su abdomen, sin explicarse y a la vez con miles de explicaciones en su mente. En que momento se había vuelto para el otro lado, en que momento se acostó con un hombre, en que momento sus palabras se esfumaron con el aire y solo quedaban recuerdos.

Ninguna hablo, nadie sabia que decir, Carlos le ofreció algo de tomar a Julieta, Micaela sólo se entró de nuevo a la habitación, acostándose en la cama y dio un pequeño grito ahogado en la almohada.

-Mica…

-porque no me contaste nada Alejandra? Como no me dijiste eso… - le reclamó en medio de lágrimas

-te lo iba a decir, necesitaba el momento correcto

-Cuando regresó?

-hace un mes

Bajó su cabeza, muchas sensaciones, demasiados sentimientos encontrados – está esperando un bebé – y lagrimeó de nuevo, asintiendo ella misma, como obligándose a reaccionar – porqué?

-ya tendrás tiempo para hablar con ella – Micaela bajó su rostro – mírame mi amor

-Tú no entiendes aleja

-Claro que entiendo, entiendo que todavía la amas, por eso mismo no te lo conté antes, sabía lo difícil que sería. Ella también es mi amiga, y sé que…

-a ella no le duele nada… no tendría el descaro de venir aquí.

-Shhh, Mica… no sabes nada, déjala que hable.

-Ella me dejó hablar a mi cuando se fue? Solo fue egoísta y supuso cosas que no eran

-Mica ella te vio con helena

-Ella solo la vio salir de mi casa. Eso fue suficiente para que ni siquiera me escuchara.

Alejandra calló; otorgándole toda la razón a Micaela, sin dejar de entender a Julieta también, cuando las cosas suelen ir mal, tienden a empeorar.

-me voy. – dijo, buscando sus zapatos, con sus ojos encharcados y su mirada perdida, no dejaba de pensar en eso, Julieta embarazada. Quien podía ser el padre de ese bebé, quería verlo a la cara y sintió ganas de golpearlo, quería mirar quien había tenido el valor para conquistarla, Julieta nunca fue una mujer fácil, aunque fue ella misma quien se acercó a Micaela y quien tomó la iniciativa para que pasara algo entre las dos, pero la conocía, y al menos de que ella también aparte de sus gustos hubiera cambiado su manera de ser y ahora se acostada con cualquiera, tendría mucho que abarcar ese hombre para…

-Se acostó con un hombre, Aleja. – Dijo calmadamente – como puede ser que toda tu vida eres lesbiana y de repente regresas en embarazo?

-no me preguntes a mi, ella te lo dirá

-fue una mentira.

-Mica – se levantó, tomó su rostro entre sus manos y la miró fijamente – cabeza Fría hermosa.

Micaela solo la escuchó, su amiga tenía razón, y no sólo por eso, pensar en todo eso le hacia daño. Limpió sus lágrimas bruscamente, como si estuviera enojada con ella misma, respiró tranquila, y abrió la puerta para salir. Pasó derecho por el living sin desviar su mirada, así se muriera de ganas por hacerlo, abrió la puerta y salió. Descansó cuando dio un paso afuera y se refugió entre sus brazos, esperando… esperándolo.

Y como si todo funcionara telepáticamente, vio el cuerpo de Carlos y se refugió en medio de sus brazos fuertes y grandes, no pudo mas, se rindió y se sentó  a un paso del apartamento, con él ahí, descargando todo con la mejor manera que hay, que no es otra que llorar. No habló, tampoco quería escuchar y eso lo sabía Carlos, sólo lloró y lo abrazó con fuerza.

Julieta sentía algo muy similar, por no decir que lo mismo, estaba impactada, sólo miraba a Alejandra, fijamente a los ojos, siempre fue como hermana de Micaela, quería o mejor dicho, pensaba encontrar en ella, en su mirada ese millón de cosas que para ser sinceros, hasta ella misma no entendía.

-No se que decir – expresó Alejandra, rosando con sus manos las piernas. Levantó su mirada y la observó, quizás ella podía meterse en los zapatos de las dos mujeres, y sentir como si a ella misma le pasara la situación de cada una. No podía estar con una más que con la otra, pues ambas tenían razones suficientemente de peso para sentirse ofendidas, enojadas, dolidas.

-¿hay algo que decir Aleja? – Preguntó Julieta – No – se respondió para ella misma – pasado es pasado, no?

-¿Por qué estás embarazada? – fue una pregunta atrevida, quizás inoportuna en ese momento, pero quería saber. Desde un punto de vista lejano a lo que pasaba ese día en ese apartamento, cualquier persona pensaría que nunca fue lo que aseguró ser.

-Es una historia muy larga. Y a la vez, tan corta que no tiene sentido contarla

-pues yo tengo tiempo, Carlos no llegará pronto. – lo sabia, estaba segura, Micaela era quien más tenía que ser escuchada, necesitaba compañía, y aunque no lo dijera en su momento, sabia bien que estaba no muy a gusto por haberle escondido la llegada de Julieta a la ciudad.

-conocí a un hombre – dijo, en medio de un suspiro que Alejandra no supo descifrar, como entre satisfecho y culpable a la vez. – fue mi amigo todo este tiempo. Supo todo desde el principio y fue la única persona que estuvo conmigo incondicionalmente, no te imaginas lo que fue levantarse cada día sin ella a tu lado.

Alejandra pensó que ella misma se lo había buscado por marcharse a la ligera sin intentar escuchar una explicación, quiso decirlo, incluso tomó impulso para hacerlo, pero se dio cuenta que eso generaría otra conversación, que probablemente ninguna se pondría de acuerdo.

-Después me contó lo que sentía por mi, me sentía sola y sé que no es excusa, pero me sentí bien a su lado, segura, y comenzamos a salir… todo se dio… aunque estaba todo bien hasta que… se dieron besos… caricias… tomadas de mano… cosas que hacen los novios ¿Comprendes? Es muy diferente.. Pero no fue desagradable, y…

-Entiendo. Dónde está él?

-En Madrid. Está trabajando. Aleja – tomó su mano – es muy difícil de explicar, para mi es muy nuevo, parece el hombre perfecto, hasta me ofusca que sea tan correcto, no le veo nada malo. – Dijo, como desesperada – lo del embarazo – miró su pancita, aunque el diminutivo no le queda para nada – fue una sorpresa. Sucedió sin planearlo. Cuando me di cuenta que lo estaba… yo… tu sabes que lo he querido toda mi vida.

-Hiciste lo correcto Juli. No me expliques porque lo hiciste, solo quería escuchar que sucedió. Importa que volviste, no?

-Mi familia está – pensó en la palabra correcta – lo imaginas? No creen en nadie.

-Ohh claro que si. Deben de estar muy feliz

-Si, ya le han comprado muchas cosas

-no me has dicho que va a ser

-Niña – sonrió – Valentina

-Solo falto yo por comprarle todo a Valentina ahh moriré de felicidad, tía por primera vez

-Dónde está viviendo ella?

-En un apartamento por la 56. Es un edificio nuevo.

-¿Cómo está ella?

-Bien, no le puede ir mejor en su trabajo. Sus padres andan viajando, sus hermanas siguen casadas – y sabía que Tenía que decir algo más, como si estaba con alguien, si se había vuelto a enamorar, pero no lo hizo. Julieta tampoco se lo preguntó, no supo si por no parecer muy interesada o por no querer saber la  respuesta.

-Está muy linda. Más que la última vez.

-Es cierto. Ahora dime, que vas hacer? Vas a hablar con ella?

-No. Claro que no. No hay de que hablar. Si nos volvemos a encontrar procuraré por que al menos la relación no sea tan desconocida, claro si ella lo quiere.

-¿no sentiste mucho cuando la viste? – le preguntó, sabiendo la respuesta, con sólo mirarla la supo, con su sola reacción se dio cuenta. Julieta Sólo cambió el tema y se levantó murmurando del desorden que había en casa. –Juli, háblame

-Es que es un tema del que no sé hablar ahora Aleja, pensé venir muy segura, pensé regresar con los pies en la tierra – hizo un pffh para ella misma, como si no se lo creyera – pero cuando la vi por esa puerta, todo se me vino abajo.

Alejandra sonrió, era algo que las unía, le alegró escuchar eso – me sentí como en casa. Pero, apenas me vio así – se refirió a su embarazo – no quiso ni hablar.

-Es muy entendible, debes aceptarlo. No es fácil, no fue fácil escucharte de nuevo después de tanto tiempo, no fue fácil verte regresar con una familia prácticamente, no fue fácil para mi, no imagino lo que debe ser para ella.

-no puede ser tan malo, después de todo, no le da ni le quita verme así.

-¿Sigues pensando del mismo modo?

-¿a que te refieres?

-A que sigues asegurando que Mica te engañó

-Mira, yo no sé porque tiene los pantalones de meter a otra en nuestra casa y es tan cobarde para mentirte hasta a ti, es como si se mintiera a ella misma, y tu eres mas… de creerle.

-No, Juli. Tú te imaginaste cosas.

-Aleja, yo la vi saliendo de mi casa, de nuestra casa – se refirió a Helena, la compañera de trabajo en ese entonces de Micaela -  el mismo día en que le dije  a Micaela en la mañana que me quedaría a dormir en casa de mis padres.

-Si. Pero… - quiso explicarlo, pero ella no era la persona que debía hacerlo – hay una explicación

-que no me hace falta escuchar. Dejémoslo de este tamaño, dándole fin a la conversación

-mas calmada? – le preguntó Carlos a una Micaela más compuesta, por dentro, porque por fuera, asustaba, con sus ojos rojos y sus parpados hinchados

-Gracias.

-Tú eres como mi hermana.

-Lo sé

-Me voy a quedar contigo

-Claro que no. No me voy a suicidar tampoco – bromeó, riéndose de ella misma – lo acepto, que me conmovió un poco verla, pero…

-un poco no más, verdad?

-Bueno, mucho.

-Es muy complicado verla regresar así

-Se enamoró, estoy segura. Se dio cuenta que no todos los hombres son tan malos.

--eso es algo dentro de todo lo malo, bueno.

-si, tan bueno que será mamá. – hubo un momento de silencio, ella tomó fuerzas para hablar, todavía tenía un nudo en la garganta y no le importaba que Carlos la viera así, estaba haciéndose la fuerte, mas que nada, por ella misma. – me alegra que lo esté, siempre soñó con eso.

-¿con tener un hijo de un hombre? – chistó él, intentando de cualquier forma, hacerla sonreír.

-Pues… digamos que su sueño se modificó un poco. A mi me hablaba todo el tiempo de eso, yo aún no lo quería, y para tener un hijo entre nosotras era un proceso bastante largo e inseguro. Ahora, ya se le hizo realidad. – respiró hondo, pensando en que ya era suficiente de hablar del mismo tema, pensó en que le estaba dando demasiada importancia a una persona que aparentemente se fue dolida y llegó formando una familia con una persona en muy poco tiempo, porque estaba segura que también tenia su relación – ahora, vete. – le dijo de golpe, dejándolo sin respuesta alguna. Sonrieron los dos

-me voy a quedar

-No, Aleja va a sufrir de insomnio

-No me importa, por una noche que pase no se va a enfermar

-No, caliche – le dijo de cariño – gracias. Pero yo estaré bien.

-no me voy a ir Micaela maría – se puso a la defensiva, cruzó sus brazos y de la manera más cursi, le hizo un gesto de tristeza que la conmovió – de hecho extraño dormir contigo.

-De hecho, yo no. Tú roncas muy duro, y yo tengo un sueño muy sensible.

-entonces me quedaré en tu cama hasta que te duermas, luego me iré.

-eso sería muy desocupado de tu parte, me demoro bastante para dormir

-no lo creo – acarició su mejilla y limpió  la última lágrima – con esos ojitos así, caerás como piedra.