Materializando un Te amo (5)

-Por eso – levantó su copa de vino y quiso brindar – hablo de materializar el amor

-Gracias por venir  - expresó Patricia, sintiendo que hasta hablar la debilitaba

-no me agradezcas eso, que te han dicho?

-aparte de que me quedo una semana acá, nada más- suspiró después de hablar y siguió con su mirada a su hermana – ya es tarde

-de que hablas – dijo Micaela – llevamos… - miró su reloj para hacer la cuenta, se dio cuenta de que había pasado más de tres horas, y que casi se asomaba la media noche – dos horitas – sonrió, al decir la última palabra

-Julieta la espera? – se atrevió a preguntar, pues ya era momento de verla como su amiga también y no solo como su jefe

-no lo sé – se encogió de hombros y buscó su celular – no ha llamado, no sé si está en casa o se fue a la suya

Renata miró a Micaela, la miró calladamente, así como cuando alguien mira a otra persona sin querer que se de cuenta. – Váyase doctora, descanse, se ve cansada y además yo tengo sueño también

-¿estás segura?

-Si – asintió – gracias por acompañarme

-mañana voy a regresar – lo dijo en promesa – espero que dejen entrar chocolates y dulces – sonrió – y si no, se da el caso de esconderlo todo – cogió su bolso y caminó hacia la cama, no sintió ni pena ni temor, sólo quiso inclinarse para darle un beso sobre su frente, resultaba difícil a veces aceptar de que forma tan poderosa comienzas a encariñarte con la gente – mejórate

-lo haré, recuerdo lo que me dijo ahora

Micaela se quedó en silencio, pues no sabia exactamente de que hablaba Patricia – la empresa se quiebra sin mí, con más de un día sin mi presencia

-no es la empresa, soy yo la que te necesita.

Caminó tres pasos y fue imposible no cruzarse con la mirada de Renata, apreció lo que hacia y recordó que hacía mucho tiempo no se encontraba con el aire, sonrió por pura envidia, tanta que la imitó, cerró sus ojos cuando estuvo a su lado y sintió la brisa que rosaba sus mejillas, respiró profundamente, robándose un suspiro que la dejó satisfecha y entonces se dio cuenta que las ocupaciones le robaran hasta lo más mínimo que amaba hacer.

-¿te burlas de mi? – le preguntó Renata, entre graciosa y seria a la vez

-¿Por qué opinas eso? – contestó, sin dedicarse si quiera a mirarla para responderle, simplemente seguía estática en esa posición

-Dime por que lo haces entonces

-para pensar – sacó un poco más su cabeza y abrió su ojo derecho para mirar hacia abajo – para respirar – cerró de nuevo su ojo y abrió sus manos para simular un vuelo – para sentirme libre – contestó, robando dos sonrisas de la misma casa, por decirlo así. Patricia solo se dedicó a verla, sin explicarse porque siempre hacia cosas tan anormales para ella, pero era eso, seguramente, lo que más le gustaba de Micaela. Renata por su parte, Sólo la miró de perfil, le gustó la manera tan sencilla de maquillarse, le gustó sus labios rosados y brillantes, le gustó su cuello alargado y se dejó descubrir infraganti por Micaela – por que lo haces tu? –

-¿yo? – Repitió, sintiéndose nerviosa – me gusta la sensación, es sinónimo de Felicidad – le dio como respuesta y robó la atención de Micaela

-Sinónimo de felicidad…. – estudió la frase, encontrándole mucho sentido, a propósito

Bajó sus manos y se acomodó de nuevo – nos vamos?

-¿para donde? – bromeó, sin entender a la ves la pregunta

-yo me voy para mi casa – encogió sus hombros Micaela – y tu?

-También – se quedó mirándola sin pensar en lo que decía

-Si, hay una cama de más – bromeó, logrando ponerla más nerviosa

-de que hablas?

-me dices que también vas a mi casa – respondió, adueñándose del momento

-No, no, no – sonrió, queriendo salir de la conversación – me refería a que yo también voy a mi casa

-Ahhhhhh – dijo alargadamente – yo te llevo

-no, yo tomo un taxi

-La casa de Pati me queda de camino

-no, Micaela, de hecho estaba pensando en acompañarla – se refirió a su hermana – de pronto necesita algo…

-Bromeas? – Micaela le hizo una seña para que mirara a Pati – no se levantará en ocho horas mínimo

-a lo mejor le duele algo…

-Vamos mujer – insistió – debes estar muy cansada

-y… tu llegarás mas tarde

-ya te dije que me queda de paso – se encogió de hombros – Dime que sí y la dejamos dormir, eh?

-Está bien, está bien – se rindió, y caminó por toda la habitación metiendo las cosas que estaban por ahí, y que eran indispensables en su bolso, Micaela se animó a salir de primero, simplemente para dar un espacio de despedida y palabras de hermanas, y como si lo estuviera deseando, vio en la pantalla de su celular el nombre que más amaba en el mundo. Contestó, mientras iba caminando, suspiró antes para no sonar muy emocionada y atinó a contestar con un sencillo “hola”

-¿llamo en mal momento? – escuchó al otro lado de la línea, se preparó para responder pero Julieta impidió ese paso al preguntar de nuevo - ¿puedes hablar? No se – se escuchó confundida - ¿Sabes cuantas veces quise hacerlo?

-¿hacer que?

-Llamarte. – respondió

-¿Dónde estás?

-Depende

Micaela sonrió – Dime de que?

-De donde quieres que esté – le dio un momento para reírse con un respiro hondo y volvió a tomar la palabra – te demoras mucho?

-Depende – contestó a la defensiva

-Ah, si? – Preguntó Julieta mordiendo su labio nerviosa, sintiéndose como si fuera la primera vez que hablaba por teléfono con ella

-Si. Si estás en mi casa, no paso de los veinte minutos, si estás en tu casa, quizá el doble o la hora si estoy de malas

-Vendrías si estoy en mi casa?

-Si – sonrió, imaginando como sería – te cogería de la mano y correríamos antes de que tu mamá se dé cuenta

-estoy en casa – contestó, simplemente así, con ese tono de “interprétalo como quieras”  - te espero – fue su manera de despedirse y colgó.

Micaela se quedó, Literalmente, con una sonrisa estúpida, más estúpida que la de doña florinda cuando ve al profesor jirafales, Una sonrisa que Renata apreció desde que salió de la habitación y no había que preguntarlo para darse cuenta que la mujer que vio en el apartamento  de Micaela, era la causante de esa sonrisa que aunque para mi fuera estúpida, para ella fuera simpática y envidiable.

-¿feliz? – le preguntó entrando un poco más en confianza

-Enamorada – se atrevió a responderle – demasiado

Caminaron hasta llegar al parqueadero donde Micaela tenía su auto – cuanto llevan?

-mmmm – pensó – podría decirte que cuatro años o que apenas hoy la volví a besar como si fuera la primera vez – buscó sus llaves y desactivó la alarma

-Vaya – silbó Renata intentando imaginar la complejidad de la situación sin querer preguntar – puedo… - la miró – Preguntar algo…

-Dime

-es algo…

-eres igual a Pati

-¿Qué?

-que eres igual a Pati

-No – se apuró a mirarse en el espejo, como entre broma y a la vez en serio para ella misma – Pati está más vieja – logró, de la manera más inofensiva, hacer reír a Micaela

-Pati no está vieja – la defendió

-Bueno… vieja, vieja, para decirle “Señora” No – haciendo énfasis en “señora” – pero si más vieja que yo

-¿Cuántos años te lleva?

-Que manera tan sutil de preguntar mi edad – respondió directa

-ok ok – encendió el automóvil y emprendió el camino de nuevo – cuantos años tienes? – centró su mirada sobre los ojos café de Renata y se imaginó una respuesta más o menos entre los dieciocho y los veintidós años

-veintiuno

-Lo sabia – pronunció satisfecha

-me cambiaste el tema, eh, dime porque dijiste que me parezco a pato?

-¿pato?

-Si, así le digo aunque a ella no le gusta mucho

-la entiendo – bromeó – y bueno, lo decía por que dan mucho rodeo para decir las cosas

-¿te parece?

-me parece que se concentran mucho en pensar palabras adecuadas para no ser inoportunas, crueles, ni indiscretas

-Vaya…

-y también te gusta esa palabra

-¿Cuál?

-vaya – e imitó el tono ligero con el que Renata la pronunciaba

-y tu eres muy atrevida

-Vaya – repitió, arrancando risas contagiosas por parte de las dos – eso no me lo esperaba

-pues, me estás gozando y no llevamos un día de conocernos

-no es del todo cierto

-Ah, no?

-No, Pati  habla tanto de ti que es como si te conociera desde hace mucho

¿En serio?

-Si, dice que te gusta el rock, te gusta el inglés, te gustan las guitarras eléctricas, te gusta nadar – recordó que era lo otro que Pati más hablaba de ella – que no te ha conocido el primer novio y – la miró y se dio cuenta que estaba bastante concentrada con lo que escuchaba – sobre todo – tragó saliva para no dañar la frase – que te encantaría ser como Lady Gaga – ambas sonrieron, y como en todo el camino no dejaron de hacerlo, A Micaela le pareció una mujer interesante, además la había visto tan mal en la tarde que estaba luchando por hacerle olvidar el mal momento que pasaron, y Renata, sólo se bajó del carro con un suspiro inconforme, pues el camino se le hizo bastante rápido y estaba demasiado cómoda con la compañía de Micaela.

Julieta

No había preparado nada más que un simple plato con pollo y ensalada, ya era muy tarde y hasta donde la conocía, la comida no le entraba a esta hora, hablé con ella hace más de treinta minutos y aún no ha llegado, este tiempo que Salí y que pude estudiar y mirar sus cosas, me di cuenta que Ale tenía razón, No le he visto una foto, ni algún detalle que se lo hubiera dejado otra persona o que sea de otra persona. No sé si ella me perdone, si ya lo hizo o ya lo hará, pero para mi misma, es difícil perdonarme mi inseguridad… como pude desconfiar tanto y voltear todo por suposiciones.

Me acosté a ver televisión y de pronto sentí que el sueño me abrazó con fuerza y sin poner oposición, al sentirme sola y mirar que los treinta minutos llegaban casi a la hora, me quedé dormida.

No sentí en que momento llegó, me lo pregunté al verla a centímetros míos dormida, mi celular seguía sonando y comenzaba a sentir un leve dolor de cabeza, no había que suponer quien era.

-Hola mamá

-Julieta, no me has contestado mis llamadas, donde te has metido, Federico ha llamado y no he sabido que decirle

-no le digas nada – le contesté, concentrándome únicamente en el rostro de Mica – mas tarde voy mamá

-Estás con ella, no? – hizo esa clase de preguntas que en realidad son preguntas por protocolo, pero si hablamos sinceramente, son afirmaciones

-Si, mamá.

-¡Lo sabia! Se aparece de nuevo y otra vez te daña la cabeza – sentí que respiró ofuscada – Señor!

-mamá, ya cálmate – y Mica comenzaba a escucharme

-¿Qué me calme? ¿Qué me calme Julieta? ¡Descarada!

-Mamá, voy a colgar

-ni se te ocurra Julieta – me advirtió, Mica me hizo una seña preguntando que pasaba, tocó mi estómago y besó mi mano

-Ok, no te cuelgo, pero debes calmarte

-que no lo entiendes? Que te da esa mujer?

“aún nada” – pensé, refiriéndome a otro asunto que quisiera que a esta altura, me lo hubiera dado todo

-mamá…

-Julieta, llevas un mes de estar acá y te ves todos los días con ella, que va a pasar cuando Federico llegue, que va a pasar cuando te vea con ella, Julieta, tu vas a ser mamá, ¿lo recuerdas?

-Si mamá, lo tengo presente.

-Bieen! Pues no parece, y te vienes ya – exigió en gritos

Micaela se levantó, no se como estaba pero me vio tan alterada que solo me dijo que colgara, - adiós mamá.

Tiré el celular a un lado y me sumergí en una ofuscación que me estaba produciendo ganas de temblar y llorar al mismo tiempo

-¿estás bien? –

Asentí con mi cabeza y se acomodó a mi lado – sabe como hacerme enojar – expliqué

-me odia – se encogió de hombros queriendo hacerse la victima pero esa sonrisa en medio de sus labios la delató – es todo

-Si – complementé – piensa que otra vez me estás enfermando o esa clase de tonterías que piensa

-y es verdad? – me lo preguntó acercándose

-Si hablamos de enfermedades – besé sus labios lentamente – entonces nunca me he mejorado – llevé mis manos alrededor de su cuello y ella simplemente se acercó

-y… - murmuró, sentí sus manos en mi espalda y la calidez de su cuerpo, y un violento escalo frió me sacudió, Mica pudo notarlo, pude demostrar mis ganas hacia ella y la necesidad – anoche no me esperaste – metió sus manos debajo de la camisa

-tardaste mas de los treinta minutos – bajé de sus labios a su cuello –

-fue un castigo muy, muy malo – me habló en susurros al oído

-¿por?

-por… porque me moría de ganas por hacer esto – concluyó, desabotonó uno a uno los botones que conformaban mi camisa y la hizo a un lado para verme después

-¿Qué? – le pregunté al sentirla mirándome

-no sé si te lo había dicho – miró hacia un lugar, aunque puedo asegurar que estaba intentando recordar – pero si hablamos físicamente, me encantan tus senos – yo no supe que responder, eso nunca me lo había dicho y era que precisamente Mica y yo no éramos tan sueltas para decir ese tipo de cosas así como así, me abrazó al mismo tiempo en que reposó sus labios sobre mis hombros y bajó sus manos para pasearlas por toda mi espalda, ya no tuve más poder sobre mi y un gemido quedó ahogado en medio del beso que me dio y que sé que pudo sentir.

Me acostó sobre la cama, tenía la impresión de que pensaba que todo me afectaba por mi estado, pero de igual modo, me gustaba que se preocupara por mi, besó mi cuello y dejó con su saliva la muestra de todo lugar de mi cuerpo que besó, yo solo pude pensar en no apurarme, pues habían muchos factores en mi contra… con el embarazo, noté considerablemente que mi sensibilidad había “mejorado” si lo puedo llamar así, un setenta y nueva por ciento, llevaba mucho tiempo sin estar con Mica, por que realmente la vez que estuve con Federico, se tiene que contar por que obligatoriamente no puede pasar desapercibido, pero realmente esa vez no contó mucho para mi, no fue lo mismo, y no es por que tuviera tragos en mi cabeza, es más, creo que eso fue lo único excitante, sino que precisamente no fue especial, no  como con una mujer, lo sentí como algo básico de la relación, pero no con la excitación, nervios, pasión, deseo y ganas que siento cuando estoy con ella, y por último, Mica me gusta, quizás más de lo que me gustaba antes, quizás porque ahora es más madura, quizás por el tiempo que pasé sin verla, quizás por el cambio que le sentó sensacional o simplemente por que mejoró sus besos… no lo sé, quizás ninguna de las anteriores, simplemente me gusta y eso me pone nerviosa… y sus besos no me dejan pensar bien, sus labios juguetean alrededor de mis senos y una corriente, como inicio de lo que se aproxima llega con rapidez… Me mira de vez en vez, se detiene solo para hacerse una cola en su cabello y su mano derecha se acomoda sobre mis pechos mientras regresa de nuevo a mis labios, la ternura no desaparece pero si se instala en un nivel inferior, pues el deseo llega y su lengua juega con mi resistencia.

-Te deseo – expresó, con sus labios rojos y esa mirada oscura que confirma lo que dice

-Demuéstralo – la reto

-si te lastimo, me dirás, cierto?

-¡Mica!

-me da miedo Juli

-¿Qué?

-no sé, de pronto te duele

-Voy a matar a Carlos – digo, casi suplicándole que regrese – te está llenando la cabeza de…

-shhhh

Micaela

A veces me cuesta, no por orgullo, o realmente si sea eso, pero se me dificulta mirarla y que su embarazo me recuerde que otra persona hizo exactamente lo mismo que yo, pero en mi caso, sería descaro, pues también hice lo mismo y también me dejé hacer lo mismo, a veces solo tienes que aprender a vivir con las cosas que pasaron y procurar que el pasado no afecté lo que vives en el presente.

Julieta tiene un olor particular, un olor que sé que no lo tiene ninguna otra mujer, un olor que atrae, cuando está excitada es como si se entrara por todos tus sentidos y solo quisieras sentirla llegar debajo de ti, pero no se puede así, o se me dificultaría mucho, estando sobre ella o viceversa, creo que eso si le haría daño, y también creo que las últimas conversaciones con Carlos me están afectando, la tengo totalmente desnuda sobre mi cama, en mi apartamento, solo conmigo… ¿Qué puedo pedir? Sólo que salga bien… es como si fuera la primera vez, pero en realidad si olvidamos por un instante los cuatro años pasados, Sí. Y la verdad la debo de amar mucho, porque su belleza ni en ilusiones me haría aceptarla así.

Ente abre sus piernas, y después de besar su abdomen, bajo por su vientre, puedo captar la tensión de sus músculos, en especial cuando introduzco mi dedo en ella, decir que está “mojada” sería un insulto, todo se convierte en una penetración rítmica, su cuerpo se mueve de acuerdo al movimiento que genero con mis dedos y sus suspiros toman fuerza y solo escucho gemidos que se arrancan con fuerza, beso sus labios mayores, y mi lengua activa su sensor radicalmente, solo siento que aprieta mi cabello y a medida que acelero, sus contracciones se convierten en movimientos que sé, que estoy más que segura, que en cuanto termine estará agotada, beso y succiono su clítoris, y como lo dije antes, ya no son gemidos, saca de sus labios un grito que particularmente logró excitarme mas que cualquier cosa y revienta su orgasmo en espasmos que parecieran no acabarse, deja de apretar mi cabello y busca mis manos para después besarme y anunciarme con un suspiro satisfecho que de nuevo, es mía.

Me acuesto a su lado, acaricio su rostro y defino mi significado de felicidad, quizás es su nombre lo que me hace feliz. – en que piensas? –

-en que menos mal nadie tocó ni llamó en el momento menos indicado – sonrío

-Gracias

-con mucho gusto – me acerco y la beso – se me olvidaba lo rico que es estar contigo

-menos mal no se te olvidó del todo – bromeó

-Juli…

-¿si?

-También te amo – le respondí, un día después de que me lo dijo


-y esa cara?

-mírame

-¿Qué?

-no notas algo?

-Si – encogí mis hombros – tienes la misma ropa de ayer

-¡CORRECTO!

-¿y?

-no sé – caminó hacia la habitación, y salió con el celular en sus manos – mi mamá…

-no vas a ser capaz?

-¿De?

-de ser tu misma, y no ser quien quiere tu mamá

-Mica, no volvamos a lo mismo

-Juli – me miró y le pedí que se acercara – ya estás grande

-Mica no he hecho nada con mi vida

-¿De que hablas?

-que no tengo un trabajo – respiró ofuscada – que sea como sea…

-Sigues siendo hija de papi y mami – completé

-pues que lastima estar en el segundo piso y que todavía no aprendas que hay que salir de casa a tocar otras puertas

Se acercó, sonrió, y me besó – toco la tuya? – preguntó en broma

-Juli… es de verdad, puede que nunca hayas trabajado pero mira tu hoja de vida ¡pff! Has estudiado demasiado y eso vale más que cualquier cosa

-Si pero ahora no puedo pedir trabajo, no quiero tener a Valentina y que otra la esté cuidando

-jajajaja

-¿Cuál es el chiste?

-que eres demasiado sobre protectora, hablas ya como mamá celosa

-y si, se acostumbra a alguien más y no me tiene como referencia de madre

Pensé en decirle que se viniera a mi casa, ahora gano buen dinero y podría hacerme cargo de ELLAS pero… todavía no era momento si no tenía bien estudiada la situación

-aunque, tengo dinero en el banco… son mis ahorros, debo tener unos cuantos ahí – dijo pícaramente, ese “unos cuantos” en su léxico era modestamente decir “muchos, de hecho”

-solo no te dejes manipular… y…

-Mica, decirlo ahora es pronto y como las cosas han pasado últimamente no sé como resulten, pero, en mis posibilidades está estar contigo de nuevo, solo dejemos que lo demás se resuelva, yo entiendo a mamá, debe estar feliz con la llegada de Valentina y …

-Está bien, está bien – abrí mis manos en modo de consentimiento, el celular volvió a sonar y reímos, ella del nerviosismo por que pronto llegaría a casa sin saber que decirle a su mamá, y yo de pensar en lo estresante que era esa señora. – vamos?

-Si.


Micaela llevó a Julieta a casa de sus padres, se tuvieron que despedir de beso una cuadra antes de llegar porque no había que ser precisamente un genio, para sospechar que la gran señora Ana, se rebajaría a estar en la puerta esperando la llegada de su hija. No podían estar mejor, a pesar de las dificultades y las heridas que comenzaban a sanarse positivamente, las cosas marchaban bien.

-te llamo después? – preguntó Micaela, saludando con la mano a Ana, no recibiendo lo mismo a propósito

-Cuando quieras – susurró Julieta en una risita que Micaela pudo definir como nerviosa

-no le mientas

-por eso estoy así – se encogió de hombros – por que voy a decirle la verdad?

-¿toda, toda, toda? – preguntó, graciosamente refiriéndose sobre todo, a que estuvieron  juntas

-Casi – sonrieron – te amo – le dio un beso que pareció, desde la distancia que estaba Ana, en la mejilla, pero realmente fue en la comisura de los labios – y Gracias

-adiós – dijo Micaela, observándola caminar hacia su madre. Que orgullo sería – pensó por un momento – que ese hijo fuera de ella, le encantaría ver la cara de Ana enamorada de una criatura que ella aportó a que existiera.

Encendió de nuevo el auto y partió rumbo a su trabajo, intentó comunicarse con sus y con Gaby, pues llevaba casi quince días sin saber nada de ellos y la ansiedad por ver a su hermana simplemente la distraía.

Se dio cuenta que  Pati no estaba, lo olvidó por un momento mientras estaba con Micaela, se dijo tonta así misma por no anotar el teléfono del hospital, hoy debía ir a verla, no por obligación, sino por respeto y física demostración a Pati, de que la extrañaba.

Su día no pudo estar mejor, y es que, estar bien con Julieta era lo mismo que tener días casi perfectos.

Llegaron casi las tres de la  tarde cuando la recepcionista le anunció que Alejandra la estaba esperando, también, como novedad, hablando sarcásticamente, se le olvidó que debía acompañar a Alejandra a casa de sus padres.

No alcanzó a terminar de decirle a Sandra, la recepcionista, que la hiciera pasar, cuando Alejandra ya estaba abriendo la puerta.

-y tu, que? – fue su saludo – por que eres gerente de esto acá, también tengo que pedirte cita para que no me dejes esperando? – se agitó, fingiendo estar molesta

-Ale, lo siento – se levantó, recordando además de que no solo se le olvidó el día que era hoy, sino también que a las dos habían quedado de encontrarse en el centro comercial cerca de la casa de los padres de Alejandra para comprarles algo y no llegar con las manos vacías – yo… he estado…

-que te jodan – dijo tan alto que muchos de los empleados lograron escuchar, se sentó y dándole la espalda a Micaela, hizo fuerza para no soltar en una carcajada

-oye, pasito ¿quieres?

-a ver Micaela – y grave problema, Alejandra nunca decía Micaela a excepción de que estuviera molesta – llega Julieta – y supo meterse con el tema que era – y se te olvida llamarme a darme las buenas noches, llega Julieta y se te olvida buscarme para ir a almorzar, llega Julieta y se te olvida mantener el puto celular encendido – dijo otra vez en voz alta

-Ale, shhh – casi que le suplicó, púes conocía a su amiga tan bien, que era por ese mismo motivo que se asustaba al verla tan molesta

-Llega Julieta, y los domingos te me pierdes, llega Julieta!! Y!! – abrió sus manos para terminar con su broma porque simplemente la cara de Micaela no podía ser más Graciosa – caes en mis estúpidas pero graciosas malditas bromas! – y se carcajeó tanto, que tuvo que sentarse por que el equilibrio en sus pies no le respondía y avisaba con caerse

Micaela solo se quedó en silencio, con cara de querer golpearla, con ganas de reírse, no de la broma, pues odiaba ser protagonista de bromas pero si de la risa tan contagiosa de su amiga, con ganas de sacarla de su oficina y dejarla sola para ir a casa de sus padres

-¿ya? – le preguntó dos minutos después, cuando Alejandra a penas se componía de nuevo, resultaba algo confuso para las personas que estaban fuera de esa oficina entender lo que pasaba

-perdón bebé, pero la espera valió la pena

-Púdrete

Alejandra se calmó, pero las lagrimas seguían bajando de sus ojos, Micaela apagó su computador y metió su celular a su bolso - ¿vamos?

-eres tan infantil – complementó Alejandra, buscando hacer enojar a su amiga – te jodes por una broma – le dio un pequeño empujón en su brazo – ni yo que me quedé como una tonta parada en la entrada de ese pasaje – se refirió al centro comercial

-ya dije que lo siento

-yo también lo siento – respondió y de nuevos sonrió – aunque si soy sincera, volvería a repetirlo

Salieron de la  oficina enganchadas de brazos,  Micaela le dio las llaves de su carro a su amiga porque, manejar no es que fuera lo que mas le gustaba hacer en el mundo, incluso su carro era por pura comodidad, y necesidad al tiempo, pero era de las que pensaba que eso, era como objeto de no-libertad a su vida, pues sabia que cuando salía en él, no podía tomar alcohol, y tampoco irse muy tarde porque simplemente le aterraba viajar de noche y todas las calles oscuras y solitarias la atemorizaban. .  .

La Reunión el casa de la Alejandra no era más  que ese tal “p$t8 protocolo” del que ellas dos hablaban sobre todo, que en  realidad trataba sobre la relación de ella con Carlos, básicamente ocultada hasta el final en preguntar como estaba. Alejandra nunca fue de estar con su familia, no porque no le gustara sino porque no se orgullecía de tener unos padres que, aunque amaba profundamente además de respetarlos, simplemente eran de apariencias hasta para una simple reunión familiar.

El almuerzo fue un platillo normal, no porque no pudieran cocinar algo más elemental sino que cuando no había nadie más parte de los que eran, es decir, ellos mismos, necesitaban de una comida normal, y si, Micaela estaba ahí, pero para todos, absolutamente todos los que las conocían, ellas dos no eran amigas, eran una especie de hermanas que no compartían la misma sangre.

Especialmente a la Mamá  de Alejandra, Jacqueline, no es que Carlos le cayera muy bien, simplemente porque su familia, aunque no eran “pobres” por que así le llamaba ella a los que veía vestir normal y sin un carro esperándolo en el estacionamiento, tampoco tenían la capacidad Económica que si manejaba su Familia. Pero algo había que rescatar, y aunque por ese motivo no podía estar de acuerdo en todo, si le abonaba al actual novio de su hija, que era el primero que conocía que la estaba haciendo feliz, y eso, valía más que cualquier aparecido de apellido respetado.

Micaela se la pasó hablando con el papá de su amiga, pues realmente le tenía un cariño tan grande que, si no tuviera papá, podría atreverse a decir que él se parecía a lo que soñaba como padre. Ambos estaban enterados, hablo por los padres de Alejandra, de la sexualidad de Micaela, y aunque Jacqueline al principio le prohibió la relación a Alejandra, pensando tontamente que su hija le haría caso, Manuel siempre la apoyó.

Se sentaron sobre el sofá, Manuel encendió el LCD, cruzó sus piernas y giró su cuerpo para estar al frente de Micaela

-Me contó algo Ale

-¿si? – preguntó, sabiendo a que venía el tema

-Si – miró hacia el comedor donde su esposa y su hija hablaban, pero realmente parecían discutir, sonrió por Alejandra, la observó tocando su cabeza y robándose ella misma suspiros para soportar lo que Jacqueline le decía – lo de esta niña – miró hacia el televisor, recordando el nombre – Juliana

-Julieta – lo corrigió – y si, volvió

-¿Están juntas?

-aún no lo sé – se respondió a ella misma

-sigues dolida por lo que pasó?

-No – dijo con sinceridad, pues volverla a ver, automáticamente fue el perdón que debía darle – solo que, no vino sola

-¿Cómo es eso? – se mostró interesado, Manuel fue, y porque no decirlo, el principal apoyo directo que Micaela tuvo para estar en el puesto en el que está, así ella no lo sepa, el tiene un distintivo a su esposa, y aunque el dinero mueve su vida, no va con decir lo que hace para  que lo quieran, y ayudó a Micaela porque, el cariño que ella sentía por el, era el mismo de él hacia ella, puso sus manos en el fuego y resulto ser de las mejores que han pasado por ese puesto.

-está esperando un bebé – respondió, y como le costó decirlo

-Oh – susurró, sin saber que decir – y, que piensas?

-Que sigo enamorada – explicó

-es suficiente con eso

-Usted cree?

-Algún día te contaré mi historia – asintió – y, es de un hombre, no?

Micaela sonrió – hasta el momento, no he conocido a la primera mujer que pueda eyacular semen para embarazar a otra – dijo, sonriente, tan duro que llamó la atención de las dos mujeres que discutían sobre un encuentro con la familia de Carlos

-yo tampoco –comentó Alejandra riéndose desde allá

-viste – le dijo a Manuel – no la conocemos

-Está bien, está bien, fue una mala pregunta, es solo que hay tantas cosas que…

-Lo se, pero, estuvo con alguien más.

-mmmm y ya no hay nada?

-Manu, perdón, pero este tema me da dolor de cabeza, no me quiero armar lio ni pensar en cosas porque entonces me volvería loca y sinceramente, sabiendo que está de nuevo, no concibo no estar con ella – dio por finalizada la conversación y el tema de conversación apareció en la pantalla del celular – permíteme un segundo – se disculpó y salió para contestar

Estaba ofuscada, y no era culpa de Manuel, ni de Julieta ni de ella, ella pensaba que siempre las cosas pasaban por algo, contestó alterada pero escuchar la voz de Julieta asentó su estrés.

-Que te pasa?

-uhm, nada, me duele la cabeza, como terminó de irte?

-mmm, tuve que soportar un regaño de dos horas – sonrieron las dos – pero sigo viva y eso es decir que me fue muy bien

-y tu papá, te dijo algo?

-¿Qué crees?

-que hiciera lo que creyera que estaba bien hacer

-o sea, estar conmigo

-Eso mismo. Y dime, donde estás?

-donde los padres de Ale

-y como va eso?

-que te puedo decir – giró su cuerpo y miró a su amiga de pie con sus mejillas subidas de color y esa expresión en su cara de “estoy a punto de mandar todo a la mierda” – si en cinco minutos no nos hemos ido, entonces no existirá más guerra – dijo cruelmente, pensando en que muy difícilmente eso podía suceder

-exagerada. Quería comentarte algo

-te escucho

-Carlos me invitó a salir

-¿Carlos?

-Si

-¿Cuándo?

-me llamó hace un rato

  • a donde van a ir?

-me citó en su casa

-Te llevo?

-no, si vienes me quedo contigo

-por eso mismo – rieron

-Te amo Mica

Micaela suspiró, debía ser fuerte y hacer caso a lo que dijo Manuel, amar puede con todo – te amo más, llámame cuando estés sin compromiso, yo también quiero ser parte de tus ocupaciones

-aún no comprendes que tu eres mi prioridad – y ese momento mágico ocupó una sonrisa de esas que delatan todo en los labios de las dos

-Vámonos – dijo Alejandra Enojada, acercándose a Micaela

-aún seguimos en guerra, adiós amor – colgó sonriendo

-¿Cuál es la maldita sonrisa que tienes?

-Respira – metió su celular en el bolso – Hasta luego – dijo en voz alta – estaba delicioso todo

-que nos vamos – Dijo Una Alejandra ya casi entrando en el auto

Micaela sólo pudo reír, no recordaba una visita a casa de los padres de Alejandra que la salida no fuera así,  Manuel salió y la despidió de beso mientras que Jacqueline ya no se veía por ahí.

**

-Mamá.

Ana la miró, tenía tanto enojo esa mujer que hasta ni ella misma se aguantaba

-Voy a salir

-¡de nuevo!

-ya basta Ana – se metió Augusto – Julieta es demasiado grande para saber que es lo que hace

-y tu defendiéndola, si vas a vivir más en la calle que acá, por que no te ahorras la venida

Nadie dijo otra palabra, Julieta solo se dio la media vuelta, le dio un beso a su papá y salió de la casa, tomó un taxi y aunque, pensó en decirle exactamente eso a Micaela, ella también tenía presente, que a diferencia de como lo pensó en el tiempo en que se fue, ella era la única culpable, y si Micaela estaba aceptándola en su vida con todo lo que hizo y con lo que volvió, tampoco necesitaba abusar para pedirle posada en su casa, sabía que su papá la iba a ayudar.

La llamada de Carlos, no fue que le sorprendiera de a mucho, Comprendía que la conversación iba a ser en torno a Micaela, comprendía que ellos querían asegurarse de que todo iba a estar bien, comprendía que ni por equivocación podía dañarla otra vez, y comprendía que debía explicar cosas a personas que no eran las protagonistas de todo, pero que amaban, al igual que ella, a la protagonista, así fuera un tipo de amor diferente.

Caminar era su mayor atracción, sobre todo desde que estaba en etapa de procreación, caminar le daba un aire libre, le daba libertad y sobre todo, le permitía sacar toda la mala energía y poder respirar tranquilamente, salió tan molesta de casa de sus padres que hasta su corazón estaba pidiéndole un descanso, su presión se había alterado desde que estaba en embarazado y podía sentir claramente, que cualquier emoción le palpitada literalmente el pecho hacia afuera.

Cuando llegó donde su amigo, amigo que llevaba poco de conocer realmente cuando se fue, pues a penas llevaba saliendo con Alejandra un poco más de dos meses, sólo se aferró a él y como un acto poco convencional  lo abrazó, resultó pensando que su vida se convirtió en lo que un día cualquiera  ni siquiera se imaginó, las cosas habían cambiado y todo a su alrededor se había girado por completo, había acabado con el amor de su vida, que aunque ahora, gracias a Dios, al cielo, al destino, a la vida y sobre todo, a Micaela misma, podía tener la fortuna de poder decir que podía estar con ella, pero eso no era igual a decir que no le había hecho daño, que no se había hecho daño a ella misma, que la vida familiar no volvería a ser igual simplemente porque si su mamá nunca pudo si quiera respetar su estilo de vida tan “anormal” por que así llamaba ella a la vida de Julieta, mucho menos iba a intentarlo hacer ahora que tenía una bebé de otra persona que para la fortuna de su madre, era de otra persona diferente a Micaela que en pocas palabras era equivalente a Un Hombre.

-¿Qué te pasó? - - preguntó Carlos soltándola para hacerla pasar

-ahora que lo pienso bien…

-no lo digas – respondió antes de tiempo – fue buena idea que llegaras – encogió sus hombros y le regaló su encantadora sonrisa que tenía un don particular de tranquilizar – yo pensé que no era ni tan bueno, lo confieso – se acomodó al lado de Julieta – pero, te ves feliz a pesar de todo – lo dijo más que nada por la mirada perdida de Julieta – y Mica – miró hacia otro lugar y se dio cuenta que al igual que su novia, la tenía guardada en su corazón como su hermana o lo que fuera pero sentía que la amaba – Mica sonríe

-de que hablas – sonrió Julieta

-Es verdad, en el caso de Mica, por más que te ame no te acepto ni por la chingada – sonrieron – si te devuelves con una sorpresita así

-dime algo que no sepa

-pero es que hay varios tipos de amor

-no estoy de acuerdo

-Mira, yo amo a Ale, pero si ella se va y regresa y…

-Carlos, Mica es diferente

-¿Sabes que? Tienes razón, solo hay un amor, el verdadero, el que comprende, acepta y perdona, el que pisotea el maldito orgullo que muchos tenemos por encima de todo y es capaz de volver a empezar

-Si

-por que llegaste así?

-Mi mamá me sacó de casa

-dime algo que no me sospechara – Julieta le dio un pequeño golpecito en su brazo, se levantó y se tomó la confianza de ir a la cocina y tomar algo, pero no encontró nada más que cervezas de todas las marcas, vinos, gaseosas y postres

-¿nunca comes algo saludable?

-Eh si, lo que me traen de los restaurantes – miró su reloj – pedí pasta ¿te gusta?

-Si

-tu mamá llamó ayer a Alejandra

-no jodas

-En serio, le preguntó que si estaba contigo

-y…

-Bueno… no estabas en casa… Mica con su celular apagado… eso es igual a…

-el mejor día que tuve desde que estuve con ella antes de irme

-Jajajaja no ha perdido su toque

-sabes que es lo gracioso?

-Que?

-Estaba a punto de… - y se levantó, haciendo un maniobra con su cadera de mete y saca que logró, por convencer a Julieta, que eran el uno para el otro esos dos

-Lo siento – se disculpó, no sinceramente, por su mamá

-no lo sientas – le guiñó su ojo – de igual modo simplemente fue un retraso pero llegó

-podías evitar esas partecitas por favor

-ya en serio – dejó de reírse – necesito que hablemos

-Sobre…

-que va a pasar cuando llegue el español

-¿Qué va a pasar de qué? – preguntó, sabiendo de sobra la finalidad de la pregunta de Carlos, pero eso era pensar rápidamente en una respuesta de la que ella misma estaba evadiendo

-Si, tu, él, La bebé, Mica, tus padres…

El timbre sonó, el tema se aplazó sólo por la comida, Carlos canceló el domicilio y preparó la mesa para comer, le había pedido a Julieta un jugo en leche de fresa,  que la hizo arrepentir de haber pensado al llegar que él la iba a poner a cocinar, se le olvidó que debía tener demasiadas cualidades reunidas para tomar el digno lugar de novio y futuro esposo de Alejandra.

-no sé – comentó, Julieta mientras probaba por primera vez la comida – prácticamente desde que llegué no hablo con él, habla más con mi mamá

-pero si te busca, es por que, no se está haciendo el loco con tu embarazo

-ah, claro que no – negó – tuve que hacer un proceso de convencimiento para venirme, me quería secuestrar – y logró detener a Carlos con su proceso de alimentación para mirarla fijamente – ok, exagero un poco – sonrió – simplemente que me dijo que estuviera a su lado para cuando Vale naciera

-quedaron en algo cuando te viniste?

-no – respondió de inmediato – siento decir que Valentina fue solo producto de una noche en la que quise olvidarme de todo, incluso de quien era – bebió de su jugo y pensó en como decir lo siguiente – después de eso, no quise ms con él, incluso el no me insistió

-¿lo sabe?

-Siempre lo supo

-Idiota, enamorarse de ti es como ser masoquista

-¡Oye!

-Es verdad, para un hombre ya es una barrera muy grande con saber que eres del otro lado – dijo graciosamente – bastante imposible con Mirar a Mica a tu lado y pensar ¿Cómo va a dejar a ese encanto por mi? – Siguió con su tono – y, estás enamorada

-Enamorada y todo estuve con él

-Enamorada y equivocada

-no sé que pase después

-yo lo sé, es momento de que Materialices lo mismo que ella – se refirió a Micaela – ha hecho por ti

-Que ha hecho? – Se preguntó a ella misma, tantas cosas que era difícil reunirlas en una palabra – solo me ha amado

-Por eso – levantó su copa de vino y quiso brindar – hablo de materializar el amor