Matando el aburrimiento
De algún modo hay que matar las horas muertas en verano.
Julia es una chica muy vital, siempre tiene que estar haciendo cosas y se desespera cuando le sobrecoge el aburrimiento. Si hay algo que odia en esta vida es no tener absolutamente nada que hacer, el aburrimiento es como una losa que la hunde en la miseria y que le mina la moral por completo.
Ese verano había terminado el segundo curso en la universidad y tenía previsto hacer un montón de cosas. Lo que más ilusión le hacía es que se iría un mes a Irlanda a hacer un curso de inglés, pero para eso faltaba aún más de un mes. Mientras, aprovechaba para quedar con amigos, ir a la playa, ir de compras, al cine y a un taller de teatro que duraba unas pocas semanas.
Sus padres trabajaban y su hermano hacía tiempo que había ido a vivir a otra ciudad, así que Julia pasaba mucho tiempo aburrida en casa. Sus padres aprovechaban la naturaleza hiperactiva de su hija para hacerle hacer tareas del hogar, y ella las hacía incluso con ganas, porque así tenía algo que hacer. Lo malo era que, pese a todo, le quedaban como 4 o 5 horas "muertas" todos los días. A veces quedaba con alguien, a veces miraba la tele, o jugaba a algún juego, o cantaba y bailaba como una loca, o se teñía el pelo, o cualquier cosa que le ayudara a rellenar las horas, pero no era infrecuente que acabara sin saber qué más hacer y muerta del aburrimiento.
Así fue que empezó a conectarse a una red social y a hablar con desconocidos para matar el tiempo. Al principio no sabía muy bien cómo iba ni de qué hablar, pero pronto empezó a hacer amigos virtuales y a hablar principalmente con ellos y en privado.
Como imaginaréis, la mayoría de chicos que la abordaban iban buscando sexo, pero a esos les ignoraba, porque ella no iba buscando eso, ella hablaba con los que le resultaban divertidos para entretenerse los ratos muertos que pasaba aburrida en casa, para ligar prefería los sistemas de toda la vida.
A los que le caían mejor les acababa agregando en algún chat o les daba el móvil para hablar por WhatsApp y cuando estaba chateando con alguno dejaba la red en segundo plano y no le prestaba atención. Con quien más hablaba y más confianza iba teniendo era con Marco, pero vivía lejos y no podían conocerse. Un día, estaban chateando y Marco le pidió que entrara a Skype, que así podían hablar mejor, sin tener que estar tecleando todo el rato.
Julia - Entro y hablamos, pero no te pongo la cam.
Marco - ¿Por qué no?
J - Porque no. Si quieres hablamos, pero sin cámara.
M - Vale, pero entra ya.
J - Voy.
J - ¿Me oyes bien?
M - Perfectamente, ¿y tú?
J - También.
Empezaron a hablar por Skype, pero Julia no quería poner la cámara porque le daba vergüenza. No es que fuera especialmente vergonzosa, pero iba de andar por casa, sin peinar, sin duchar, vestida con lo que le resultaba más cómodo, si arreglar... Además, ella no quería profundizar demasiado su relación con Marco, solo era un pasatiempo para rellenar el tiempo que le sobraba mientras llegaban sus padres. Sin embargo, Marco siempre iba insistiendo un poquito a ver si la animaba.
M - ¿Pero por qué no quieres ponerme la cam?
J - No puedo, estoy sin vestir.
M - Mejor, mujer.
J - Jajajaja, qué guarro eres. No voy desnuda, es que voy de andar por casa.
M - No seas tan presumida, que seguro que estás preciosa de cualquier manera.
J - Lo dices para hacerme sentir bien, no me has visto nunca.
M - Por eso quiero verte, para ponerte cara.
J - Mañana.
M - ¿De verdad? ¿Me lo prometes?
J - Sí, mañana me arreglo y hablamos por la cam.
M - Trato hecho.
A Julia no le apetecía nada, pero se había comprometido y le caía bien en chaval, así que el día siguiente se duchó, se peinó, se vistió como si fuera a salir a la calle, aunque tampoco como si fuera a ir de fiesta, y se arregló un poquito, sin pasarse. Se conectó a Skype y Marco ya estaba allí, así que hablaron un rato, él le recordó la promesa y, por fin, acabaron hablando por cam.
Lo que vio Marco era mucho mejor de lo que esperaba. Julia es una chica muy guapa. Tiene el pelo largo y rizado, de un tono castaño claro, los ojos también son claros, aunque no se sabe si son verdes o marrones porque cambian según le dé la luz, al ser verano, tenía ya la piel bronceada y resaltaban bastante sus facciones. Realmente, podría dedicarse a ser modelo, porque no tenía nada que envidiar a ninguna estrella de la pasarela. Iba con una camiseta sin escote y el plano se cortaba demasiado arriba para el gusto de Marco, así que no pudo ver que la cara no es, ni de lejos, el mejor atributo de Julia.
Julia no es alta, digamos que es de estatura media. Al ser tan activa, siempre ha hecho algún deporte y eso se nota en su figura. Su pecho no es exageradamente grande, pero una talla 95 D resalta en su figura atlética. El vientre planito lo suele llevar al aire en verano para que se vea el piercing que lleva en el ombligo desde hace un par de años. Su culo es increíble. Ni grande ni pequeño, sin nada de celulitis todavía, redondito y un poco respingón, es, sin duda, uno de los atributos de su cuerpo más valorados por los chicos.
Al ver a semejante bombonazo al otro lado de la pantalla, Marco se animó y la conversación de ese día fue más larga e intensa que nunca. De vez en cuando le iba lanzando indirectas y comentarios sobre lo buena que estaba y eso, claro está, le encantaba a Julia. Ese día hablaron de todo, de sexo, de cosas que habían hecho, de fantasías, de fetiches, de todo. Tras varias peticiones, Marco logró que Julia se mostrara un poco más y acabo viéndola de cuerpo entero, aunque vestida. A partir de ese día, empezaron a hablar cada día con la cámara encendida, a veces también por las noches.
Al verse cada día, las confianzas fueron creciendo rápidamente y Marco en seguida se empezó a conectar sin camiseta, por estar más cómodo. Julia no fue menos y aunque siempre se miraba en el espejo antes y se arreglaba un poco el pelo, empezó a conectarse tal como iba.
Eso a Marco le encantaba y siempre le pedía que le enseñara como iba vestida, a lo que Julia respondía levantándose o moviendo el portátil para que pudiera verla entera. Julia empezó a pedirle lo mismo y una cosa llevó a la otra. Al principio ella siempre iba con camiseta y pantaloncito, aunque fueran de pijama y a veces fuera casi tan sugerente como si no llevara nada. Marco solía estar en bermudas, pero pronto pasó a estar siempre en calzoncillos, lo que claramente gustaba a Julia.
A ella le daba miedo desnudarse porque sabía que podía grabarla y subirla a cualquier sitio. Además, de noche estaban sus padres en casa y podían pillarla en cualquier momento. Sin embargo, se moría de ganas y estaba muy caliente. Así que empezó a calentar más a su ciberamigo.
J - Qué envidia, que puedes ir casi desnudo.
M - ¿Y tú no puedes?
J - Es que están mis padres, como entren y me vean chateando en bragas qué?
M - Pero ellos no saben si estás con la cam o no, diles que estás hablando con un amigo y que no se te ve y ya está.
J - Venga va, me quito esto. - Juliá se quitó el pantaloncito del pijama y se lo enseñó, una vez quitado, por la cam
M - ¿Y la camiseta, no te la quitas?
J - Es que no llevo nada debajo, mira - Se dio la vuelta y se levantó la camiseta para que viera que no llevaba sujetador.
M - Yo tampoco llevo nada, ¿dónde está la igualdad ahora? ¡Esto es discriminación!
J - Jajajaja, lo que pasa es que tu eres un exhibicionista, que no es lo mismo.
M - Venga mujer, si igualmente no se te verá nada, que no llega tan abajo la cámara.
J - Pero si me muevo sí. Y tú siempre estás pidiendo que me mueva para verme.
M - Porque eres la mujer más guapa y simpática que conozco, boba.
J - Eso, eso, hazme la pelota.
M - Va, quítate la camiseta por mí y no te pido ya nada más hoy.
J - Solo hoy?
M - Si es igual lo que te pida, solo haces lo que te da la gana.
J - Pues claro! Venga, va, tú ganas.
Y tras decir eso, se quitó la camiseta y se quedó en bragas delante del ordenador. Como Marco había dicho, y como Julia tenía calculado, la cámara no dejaba ver nada "comprometedor". Se veía tan solo el comienzo de las tetas, pero de haber llevado un top se hubiera visto más o menos lo mismo.
La conversación fue subiendo de tono y Marco se quitó las calzoncillos y empezó a tocarse. No se veía nada, pero se notaba por los gestos. Al principio era solo tocarse un poco, pero en seguida se convirtió en una paja de verdad. Julia estaba entre incómoda y excitada, pero no se atrevía a dar el paso de masturbarse ella también. Más por lo que pensarían sus padres si entraban de repente que por Marco.
Cuando Marco terminó, que no fue mucho más tarde, se despidieron y quedó todo un poco raro. Entonces Julia apagó el portátil, se metió en la cama y dio rienda suelta a sus instintos, llegando a un orgasmo increíble.
A la mañana siguiente, Julia se conectó muy pronto, pero Marco aún no estaba. Se puso a hacer las tareas de la casa y cuando terminó, volvió a ver si ya había llegado, pero no. Empezó a pensar en lo que había pasado la noche anterior, a preguntarse si Marco estaría avergonzado y por eso no aparecía, si ella no había estado a la altura al cortarse tanto, si se habría enfadado... Cuando oyó el sonido de que se había conectado un contacto, vio que era él y empezaron a hablar por el chat. Todo parecía normal. Marco inició la llamada y Julia la cortó.
J - Un segundo, no estoy lista.
M - Qué más da, mujer, si hay confianza, yo no me arreglo tampoco, ya lo sabes.
J - Ahora te llamo yo.
Marco estaba un poco rallado. Le extrañaba que a estas alturas le saliera ahora con esas, y empezó a pensar que podía ser por lo de ayer, que igual le había sentado mal lo de la paja, que igual estaba ofendida. Pero parecía normal, no entendía nada.
Julia no tardó ni 10 minutos, pero a Marco se le hicieron eternos, cuando vio el mensaje de llamada entrante de Julia, respondió tan rápido que no llegó ni a sonar. Y a la que vio la sonrisa de su amiga, se le quitaron todas las preocupaciones de golpe y la saludó como solía hacerlo desde hacía ya días.
M - Hola guapa, ¿qué llevas puesto?
J - Adivínalo.
M - Huy, y eso.
Normalmente, cuando Marco le preguntaba qué llevaba puesto, Julia le hacía un recorrido de su cuerpo con la cámara para que pudiera verlo, y luego Marco hacía lo mismo.
J - Tienes tres intentos. Si lo adivinas, te lo dejo ver. Si no, te lo pierdes.
M - ¿Nada de nada?
J - ¡Error! Te quedan dos intentos.
M - Dame una pista.
J - Enséñame tú lo que llevas puesto y te ganarás una pista.
Marco se retiró un poco del ordenador y lo fue moviendo para mostrarle que solo llevaba calzoncillos. Unos boxer negros un poco apretados.
J - Muy bien, te la has ganado. La pista es que llevo menos tela encima que tú.
M - ¿Estás en bragas?
J - No sé si dártelo por bueno... ¿Qué tipo de bragas?
M - Va, no seas mala, lo he adivinado.
J - Es que técnicamente no son bragas...
M - ¿Tanga?
J - ¡No! ¡Son las bragas del bikini!
M - Venga, Julia, no seas tramposa, tú misma lo has dicho, las BRAGAS del bikini.
J - Jajajaja, Vaaaale, tú ganas, pero ni se te ocurra grabarlo, eh.
M - No, tranquila.
Julia se retiró un poco del portátil mientras se tapaba el pecho con el brazo para que no se le viera mucho. Tampoco le ponía mucho interés a taparse, en el fondo le daba igual si se le veía algo, pero no sabía si realmente Marco le había dicho la verdad o si estaba grabando, de modo que prefería ser un poco cauta. Con el brazo que tenía libre fue moviendo la tapa del ordenador para darle un buen recorrido de su cuerpo a su amigo de Internet.
Al volver a sentarse, ponerse los cascos y dejar el portátil en su posición normal para videollamada, hubo un momento mientras subía la pantalla en el que Marco pudo ver las tetas de su amiga en todo su esplendor. Apenas fueron dos segundos, pero ¡vaya tetazas!
Marco se estaba masturbando como la noche anterior. Aunque no se veía, los gestos y la cara le delataban
M - Joder, rubia, cómo me has puesto, qué buena estas, y qué tetas más bien puestas.
J - ¿Ya estás a lo tuyo? Además, no me has visto las tetas, que las tapaba con el brazo.
M - Ahora al poner la pantalla bien, que la has subido con las dos manos, ¿no?
J - Joder, es verdad, no me he dado cuenta.
M - Mejor, que esa obra de arte es un pecado que no la conozca el mundo.
J - Entonces, ¿te ha gustado?
M - Ya te digo, eres un monumento.
Julia se echó un poco hacia atrás y se levantó un poco, haciendo que parte de sus tetas entraran en pantalla, pero sin llegar a los pezones. Marco estaba flipando y solo contestaba con monosílabos mientras seguía masturbándose, aunque no quería ir muy deprisa para hacerlo durar más.
María se cogió los pechos con las manos, para subirlos un poco más y tapar la zona del pezón al mismo tiempo y dijo.
J - Si bajas la cámara un rato, igual puedo bajarla yo también.
M - Buffffffff
Marco bajó la pantalla y le dejó ver su miembro en pleno esplendor. Se veía bastante grande y estaba completamente depilado. Mientras lo enseñaba, había parado de masturbarse y se notaba palpitante, pidiendo atención. Desde ese ángulo, Marco no podía ver Julia, solo podía oír cómo le decía cosas como "qué buena polla", "ojalá pudiera tenerla aquí ahora", "parece deliciosa". Esto excitaba cada vez más a Marco, quien volvió a subir la pantalla y a agarrarse el rabo para seguir con la paja, esta vez sin preocuparse de si se corría pronto o tarde.
J - Lo prometido es deuda.
Julia bajó un poco más la cámara, dejando una teta perfectamente a la vista mientras mantenía la otra agarrada. Marco se estaba recreando la vista mientras seguía con lo suyo y empezó a calentarla diciéndole todo lo que le iba a hacer. Julia jugaba con sus pechos, los soltaba, los agarraba, se pellizcaba los pezones, los estiraba, los frotaba.
M - Joder, me voy a correr.
J - ¡Espera, bobo!
Entonces volvió a subir la pantalla para poder ver la cara de su amigo, que había frenado para no correrse aún y satisfacer los deseos de su compañera. Aún se veían las tetas de Julia, pero duró poco, porque Julia se retiró, dándole una visión más completa, desde medio muslo hasta la cabeza. Al retirarse, se había tenido que quitar los auriculares, de modo que no sabía qué decía su amigo, pero él sí podía escucharla a ella.
J - Seguro que te había quedado con ganas de ver más, ¿verdad?
Julia se dio la vuelta y resulta que las bragas, por más que fueran de bikini, sí eran un tanga. ¡Menudo culazo! Marco no se podía ni creer que hubiera conocido a una tía así de buena y que le estuviera dando ese espectáculo. Pero lo mejor fue cuando Julia se llevó las manos a los lacitos de la braguita y tiro de ellos, dejando ese culazo completamente desnudo.
Eso fue demasiado para Marco, que llevaba ya un rato a punto de caramelo, y se corrió abundantemente. Julia se giró, cogiendo el tanga con la mano y mostrando su rajita completamente depilada a un Marco que se encontraba en la gloria tras una de las mejores pajas de su vida.