Matacrisis (3, Camila)

Unos psicólogos. Unan crisis económica. Una hija que empieza a descubrir un mundo oscuro: Camila.

Este relato viene de:

  • Primera parte: http://www.todorelatos.com/relato/70574/
  • Segunda parte: http://www.todorelatos.com/relato/72792/

La vida transcurre apaciblemente para una familia madrileña de clase acomodada hasta que la crisis económica empieza a afectar a las consultas del matrimonio de psicólogos formado por Sergio y Rebeca.

Sergio se ve obligado a aceptar un trabajo muy especial que podría salvarles de la crisis… o quizás los arrastre en una espiral de dudoso final.

Mientras, los hijos de la pareja, Camila y Darío andan despreocupadamente ocupados en asuntos que casi parecen de un mundo aparte.

CAMILA

Su padre acababa de regresar a su despacho cuando sonó el móvil. Era un mensaje de Vanessa.

"Llegamos en 5 minutos, baja que te recogemos porque no se puede aparcar y nos tocará doble fila. Seguro que estás para comerte. Besos."

No pudo evitar un escalofrío al leer el mensaje, la gustaba que Vanessa dijese esas frases con doble sentido... la excitaba pensar que eran insinuaciones secretas entre las dos y sentía envidia de su hermano por poder tocarla en zonas en las que no paraba de pensar ella misma en cuanto veía a Vanessa.

Recogió sus cosas y ordenó rápidamente los papeles que quedaban. Luego, fue a despedirse de su madre, y llamó con suavidad a la puerta.

Al otro lado escuchó a su madre responder:

  • Disculpa, ¿sí?.

  • Madre, me voy ya –respondió.

  • Ahora vengo, Inma.

En un instante su madre salió fuera, cerrando la puerta.

  • ¿Dónde está tu hermano, no venía a buscarte?.-la preguntó mirando por si Darío estaba en la salita.

  • Está abajo, me ha mandado un mensaje que no podía aparcar y está en doble fila.

  • Pues venga, anda, baja, que a tu padre no le haría ninguna gracia una multa... por cierto, ¿ya le has dicho que te ibas?.

  • No, madre, ahora se lo diré.-respondió antes de darse un par de besos.

  • Y portaros bien, no dejes que tu hermano beba alcohol.

  • Vale, madre-dijo, mientras pensaba que eso era más complicado de evitar que sacar un sobresaliente en física nuclear.

  • Hasta luego, cariño-terminó su madre antes de volver a entrar en su despacho.

Inmediatamente fue hasta el otro despacho y al oír voces, llamó de nuevo sin entrar y habló en cuanto escuchó que su padre paraba de hablar.

  • Papá, me voy. ¿Quieres algo más?.

  • No, cariño. ¿Vendréis esta noche tu hermano y tú a cenar a San Rafael u os quedáis en Madrid?.

  • No sé papá... – dijo, a la vez que abría un poco la puerta y se asomaba- ... seguramente nos quedemos en Madrid.

  • Bueno, pero cualquier cosa me llamas. –terminó su padre antes de darla un beso en la frente.

  • Sí, papá... hasta luego.

Cerró la puerta y se fue mientras escuchaba que su padre seguía hablando por teléfono.

Bajó a la calle y al no verles, se acercó al borde de la acera para hacerles señas en cuanto diesen otra vuelta. Apenas llevaba un minuto esperando cuando alguien la tapó los ojos con una mano y escuchó el típico...

  • ¿Quién soy?.

  • Emmm... ¿Hannah Montana? -respondió en broma, pues había reconocido claramente la voz de Vanessa, que había aprovechado para pegarse a ella ciñéndola la cintura con su brazo izquierdo de tal forma que Camila notaba claramente la presión de sus pechos contra su espalda.

  • Uyyy... malota, inténtalo de nuevo... -secundó Vanessa el chiste.

  • ¿Bob Esponja?... jajaja...

  • Uyyy... casi... te daré una pista... -escuchó mientras notaba como la mano izquierda de Vanessa ascendía con rapidez hasta sus pechos y la presionaba el pezón derecho sobre el vestido, provocándola una descarga electrizante junto a la protesta dolorosa de la sensible cumbre de su teta.

  • Ayy... Vanessa, que estamos en la calle -terminó el juego Camila, separándose y dándose la vuelta justo a tiempo de recibir un par de besos en las mejillas de Vanessa como si tal cosa.

  • Venga, vamos quejica, que he dejado a Darío en la esquina con el coche en doble fila –comentó Vanessa antes de agarrarla de la mano y llevarla de esta forma aprisa hacia la esquina y permitiendo que Camila observara lo perfectamente ajustado al cuerpo que llevaba el conjunto de minifalda negra y blusa azul claro que marcaba claramente que tampoco ella levaba hoy sostén- ... venga, que como vayas tan lenta voy a tener que ponerme las bragas para no resfriarme... –añadió casi llegando a la esquina mientras giraba ligeramente la cabeza para hacer un guiño rápido y coqueto.

Al entrar en el coche, Camila se olvidó de saludar a su hermano al principio por la impresión.

  • ¿Qué le has hecho, Vane?.

  • Naaaaada... si soy un angelito... jajaja...

El trayecto hasta el portal de la familia de Toni les llevó apenas veinte minutos durante los cuales la conversación amena terminó relajando a Camila y casi haciéndola olvidar los comentarios de la novia de su hermano.

Les abrió Ekaterina, una de las dos sirvientas de la casa... bueno, creía que era ella porque la verdad es que salvo por el recogido del cabello no se diferenciaba para nada de su hermana gemela Rada que ocupaba el otro puesto de criada. Mientras esperaban en la comedor, Vanessa empezó a acariciarle la zona de la entrepierna a Darío de forma poco disimulada y Camila no pudo evitar sorprenderse ante la escasa resistencia que ponía su hermano a esta muestra de intimidad en público pudiendo aparecer Toni, alguno de sus padres o las criadas en cualquier momento... aparte de que ella misma estaba ya presente.

  • Disculpad –dijo Toni al entrar- pero estaba terminando de prepararme, pensaba que ibais a tardar más.

  • No pasa nada –respondió alegremente Vanessa, levantándose como un resorte y plantándole dos besos en las mejillas-... aunque Camila tenía algo de sed –añadió, guiñándola pícaramente un ojo.

Sin entender el doble sentido de la frase, Toni se volvió y llamó.

  • ¡Kat!. ¡Kat!.

Apenas un instante más tarde aparecía Ekaterina, respondiendo al apodo casero que la daba Toni.

  • ¿No has ofrecido nada de beber?. Anda y trae algo de la cocina... ¿qué queréis?.

  • Nada, nada de verdad... no hace falta.

  • Como quieras, ¿y vosotros, tenéis sed?.

  • No –respondió rápidamente Darío, brevemente más interesado en el uniforme de criada francesa de Ekaterina que en otra cosa, hasta que Vanessa le apretó el muslo.

  • Tampoco, luego beberé, Darío me va a invitar, ¿verdad, cariño? –añadió Vanessa, deslizando su mano ligeramente hacia la entrepierna del hermano de Camila, que esta vez sí procuró disminuir su reacción corporal levantándose antes de que su novia lograra calentarle demasiado.

  • Pues venga, vámonos –respondió Toni-, pero antes... vamos a saludarnos como es debido –dicho lo cual, dio un apretón de manos a Darío antes del correspondiente par de besos a Vanessa y acercarse a Camila para mirarla de arriba abajo sin ninguna discreción y añadir-. Estás fantástica.

  • Gracias –logró articular Camila antes de que se acercara para darla un par de besos en las mejillas y luego uno en los labios, aprovechando para rozar su paquete contra la cadera de la hija de los psicólogos y demostrarla con la dureza que había escondida detrás del pantalón que había notado la ausencia del sujetador.

Se estaban marchando por la puerta cuando Toni añadió mirando a Ekaterina... y lo que Camila pensó que podría haber sido un guió.

  • Kat, ayuda a Rada a terminar de hacer la cama... y no me esperéis despiertas.

El día transcurrió entre la comida en el restaurante que habían reservado, donde empezó sentada junto a su hermano, al que notó algo incómodo en su asiento por momentos, y luego junto a Vanessa tras una visita a dúo a los lavabos.

  • Bueno, ¿hoy será el gran día, picarona?... –le susurró Vanessa al oído.

  • ¿De qué hablas? –respondió, mientras dejaba salir a una chica que estaba en el lavabo, quedándose las dos solas.

  • Venga, Camila... hoy es ideal. No están tus padres. Podéis tener la casa para vosotros solos... y a Toni se le nota que quiere hacértelo.

  • Ehh... no... –comenzó Camila, ruborizándose- ... no estoy preparada para eso... yo no...

  • ¿No me digas que eres virgen? –inquirió repentinamente Vanessa.

  • Pues...

  • Venga, cuéntamelo cariño... –dijo mientras la abrazaba por la cadera de forma casual para acercarla, provocando que el corazón de Camila se acelerase aún más y la piel se la erizase del placer de ese acercamiento- ... ¿nunca has estado con un hombre?... –continuó, mientras empezaba a acariciarla lentamente llevándola contra la pared de uno de los lavabos-, ¿sentido como un macho te clava su rica polla en tu vagina?...

Camila no sabía qué responder. Se encontraban dentro de un cubículo de los lavabos, con la puerta cerrada no sabía cómo y ella estaba apoyada contra la pared, sintiendo a la vez el frío de los azulejos contra su espalda mientras delante un intenso calor la llenaba mientras Vanessa la acariciaba los cabellos y hacía desaparecer una mano rumbo a sus caderas a la vez que seguía hablándola cada vez más bajo contra su oído, lo que la excitaba aún más.

  • ... ¿y cómo te rompe por dentro con su caliente herramienta?... –no acababa de recitar esto, cuando se separó bruscamente de Camila y con un guiño la señaló la mano que tenía en su poder unas bragas que tardó en darse cuenta que eran las suyas propias, puesto que el calor que sentía no la había dejado sentir cómo se las quitaba- ... y dejándote sin bragas, claro...

Dicho esto, Vanessa salió del retrete, dejando a Camila reclinada, jadeante y sin bragas.

Minutos después, tras calmarse, salió y se encontró a Vanessa retocándose los labios frente al espejo.

  • Ehh... mis bragas... –susurró Camila.

  • ¿Qué dices? –respondió Vanessa, fingiendo no haberla escuchado.

  • Mis bragas... ¿me las devuelves?...

La novia de su hermano adoptó una postura pensativa, poniéndose frente a ella y, finalmente, abrió el bolso y dejó caer el pintalabios de una forma evidente sobre las bragas que tenía dentro... junto a un tanga rojo.

  • Hagamos una cosa... vamos a ver si esos dos se dan cuenta antes de que termine la película...

  • ¿Qué?... no entiendo...

  • Es un juego, vamos a ver si descubren que no llevamos bragas antes de que termine la película... y si no... nos vemos de nuevo en el lavabo del cine... –y tras un guiño, abandonó el lavabo justo cuando entraban otro par de clientas del restaurante.

Camila pasó el resto de la tarde nerviosa... nerviosa y excitada. No llevaba ropa interior. Tenía miedo por la posible reacción de su hermano y Toni, pero también estaba excitada por el recuerdo del momento compartido con Vanessa y porque estaba realizando un juego con ella. Porque realmente lo hacía por ella. No podía negarlo, la encantaba y ponía algo cachonda esa sensación de depender de la novia de su hermano, de obedecerla en este juego con un componente erótico tan fuerte.

Más tarde, ya dentro del cine, sentada entre Vanessa y Toni, se sintió a la par decepcionada y excitada.

Decepcionada porque el chico que en teoría era su novio parecía no haberse fijado lo suficientemente en ella como para descubrir el juego que se traía con Vanessa, pues apenas se había acercado a ella desde el comienzo de la película salvo para un par de comentarios sobre el film... y excitada porque sentía como Vanessa estaba disfrutando de las atenciones de su hermanito, mirándola de reojo y observando cómo la mano de Darío daba buena cuenta del descubrimiento de la ausencia de toda barrera para acceder al centro de su sexo y cómo se besaban de una manera bastante intensa y regular. Y a mitad de la proyección se añadió otro toque, cuando Vanessa empezó a usar una de sus manos para buscar la de Camila y entrelazarlas aferrándose a ella de forma espasmódica según avanzaba su hermano en el contacto con su seguramente mojada entrepierna.

Al mirarla de nuevo, descubrió cómo también Vanessa la estaba mirando directamente y le hacía un gesto hacia fuera mientras se mordía el labio por las atenciones de Darío. Camila entendió enseguida y se acercó a Toni para susurrarle al oído:

  • Voy al lavabo.

  • ¿Ahora?... venga, date prisa o te perderás el final...

Salieron juntas después de unos indudables gestos de fastidio de Darío, que a punto estuvo de acompañarlas, pero al final lograron salir juntas hasta el desierto lavabo... del extremo contrario del pasillo del cine.

Vanessa la llevaba de la mano y la hizo avanzar hasta entrar en el cubículo más alejado, haciéndola sentarse sobre el retrete.

  • Creo que tengo algo que es tuyo... déjame que te lo devuelva adecuadamente, cariño –guiñándola un ojo procedió a arrodillarse, separándole las piernas a Camila.

No sabía qué pretendía, pero su excitación la impedía razonar y detener lo que iba a pasar. Se quedó quieta, observando como Camila la subía la falda con ambas manos antes de sostener el vestido con la mano izquierda y llevar la mano derecha bajo su falda para acariciarse su propia conchita. Observó fascinada como la boca de Vanessa se acercó hasta su entrepierna y cómo empezó a lamerle los labios vaginales, provocándola una serie de fuertes descargas. Intentó acercarle por instinto la cabeza, pero ella la miró y dijo un corto y contundente “no”. Las manos de Camila volvieron a su anterior posición y cerró los ojos sintiendo el avance de la lengua y los labios de Vanessa por su entrepierna y cómo era capaz de introducirse poco a poco en su interior al dilatar su sexo.

Pero tan rápido como había comenzado, paró. Pero apenas un instante. Lo justo para que sus ojos captaran cómo sacaba la mano derecha que había estado usando para masturbarse y que tenía claramente empapada y dirigirla a su propia conchita, llevándola nuevamente al éxtasis con sus caricias y su mezcla de fluidos íntimos. La llevó al límite dos veces antes de dejarla correrse... en su boca, que acercó de nuevo y esta vez sin oponer resistencia a que Camila la agarrase de los cabellos.

Al final, Vanessa separó su cara de la conchita de Camila. Se levantó, con restos de los fluidos en torno a su boca y barbilla, y besó a Camila en la boca apasionadamente, dejando luego que la propia Camila usara la lengua para limpiarle los restos de su corrida de la cara. Luego salió y la dejó terminar de adecentarse... descubriendo su braga en el pomo interior y poniéndosela antes de salir y volver las dos juntas de nuevo a la sala, sin que sus dos acompañantes masculinos pareciesen haber notado su ausencia en absoluto.

Aquella noche, mientras Camila y Toni se despedían de Darío y Vanessa en el portal de la casa de Toni, Camila no podía dejar de pensar en lo que había pasado entre Vanessa y ella, su primer acercamiento sexual y dudaba que pudiera haber nada que lo superase ese día y sintió celos cuando su hermano se alejó con el coche para pasar la noche en casa de Vanessa en vez de volver juntos como dijeron a sus padres.

  • Me he comprado un juego nuevo, si quieres podemos jugar una partida.... ya sabes, para no dar positivo con el coche... –insinuó Toni mientras subían en el ascensor y la empezaba a dar besos suaves por la cara.

  • Para Toni... nos pueden ver...

  • ¿Quién?... venga, Camila...

  • Está bien, vamos a jugar –respondió cambiando de tema-... aunque deberías haberlo dicho antes para que subiera mi hermana y Vanessa.

  • Baaa... estoy seguro que ellos van a jugar también... –dijo, sonriéndola pícaramente y pegándola un pequeño pellizco en el culo-... pero si quieres, les digo a Kat y Rada que se apunten si quieres que seamos más...

  • Estás borracho...

  • Sólo un pelín... venga, dame un beso... –insistió, agarrándola por la cintura y acercándole la boca que apestaba a alcohol, mientras ella intentaba separarse sin demasiada fuerza.

Justo en ese momento, se abrió la puerta del piso de enfrente y Toni intentó adoptar una postura más seria mientras se acercaba a la puerta de su casa para abrir.

Esta vez ni Ekaterina ni Rada acudieron, seguramente ya estarían durmiendo a esas horas, pensó Camila... el breve instante que tardó Toni en darse la vuelta y ponerla contra la puerta para empezar a besarla salvajemente en la cara mientras la sujetaba por uno de los hombros y con su mano libre acariciaba sus muslos.

Al principio intentó separarse, pero después de un rato no pudo evitar rendirse al fuego que le transmitía su novio mientras proseguía con los besos. Antes de darse cuenta estaba correspondiéndole y dejó que la desnudase en el oscuro hall de entrada, quedando a merced de sus manos y su boca.

Completamente a su merced, dejó que la fuese llevando hacia su dormitorio por el oscuro pasillo mientras no dejaba de besarla por toda la cara, bajando por el cuello y llegando hasta sus pechos, que eran apretujados entre sus manos en los ratos que no estaban ocupadas dándole pequeños azotes en el culo o introduciendo de forma salvaje y sin compasión sus dedos en el interior de su vagina, que ante esa brusquedad respondía inesperadamente con una gran humedad.

Lanzó a Camila sobre la cama, arrojándose sobre ella e inmovilizando sus brazos por las muñecas con una sola mano, alzándoselos sobre la cabeza mientras empezaba a pellizcarla con la mano libre fuertemente el pezón derecho y golpeaba dentro de la boca el izquierdo.

  • Aaaa… para Toni… aaa… me haces daño… -logró articular a pesar de que el horno en que se había convertido su vagina a lo largo del día reclamaba entrar en acción.

Ignorándola, Toni siguió ensañándose con sus tetas un buen rato antes de cambiar la atención que su mano izquierda les estaba dando y bajar hasta la entrepierna de Camila, donde empezó a masturbarla con energía hasta lograr introducir tres dedos sin problemas en su dilatada concha. Y, sin darse cuenta, la mano derecha ocupó su lugar en la dominación de las tetas, dedicándose sobre todo a martirizar el pezón izquierdo mientras Camila mantenía la posición alzada de sus brazos sobre la cabeza sin darse siquiera cuenta de que tenía libres las muñecas.

Después de varios minutos, Toni se levantó con la dificultad propia del exceso de alcohol y empezó a quitarse los pantalones mientras Camila miraba con ansiedad el momento en que sacó a la luz su pene, justo antes de desplomarse a su lado, aún con el pantalón a medio bajar y noqueado por el alcohol.

Intentó durante un rato reanimarle, pero al final desistió, dándose cuenta de que estaba completamente desnuda… ¡¡y sin saber si los padres de Toni estarían!!, así que cogió la bata que colgaba tras la puerta y empezó a caminar en silencio hacia la entrada de la casa.

Pero cuando estaba recogiendo a oscuras su ropa del suelo, empezó a oír unos ruidos raros que venían de una puerta entreabierta que daba a otro pasillo y, al acercarse, escuchó con más claridad unos gemidos ahogados. Sabía que no debería seguir, pero la pudo la curiosidad y fue de puntillas hasta una habitación en el extremo de la que salían los sonidos. Tampoco estaba cerrada del todo y la escena que vio la dejó de piedra.

Se veía un gran espejo apoyado contra la pared, obviamente estaba destinado a ser colgado, y en el que se reflejaba una intensa escena.

Ekaterina y Rada estaban desnudas una sobre la otra, cada una aplicando su lengua a la entrepierna de su hermana con gran pasión en un 69 perfecto y emitiendo amortiguados gemidos de vez en cuando.

Camila no pudo evitar excitarse ante la escena… e imaginarse a sí misma viviéndola con Vanessa. Sabía que debería irse, que no tendría que estar mirando esa tórrida escena, pero no podía evitarlo. Sentía un calor y humedad crecer en su interior.

Dejó la ropa en un lado y sin dejar de mirar, se desabrochó la bata. Empezó a tocarse los pechos y la concha mientras seguí mirando cómo Kat y Rada se comían los coños sin parar, era increíble cuánto podían aguantar…

Su mano derecha no dejaba de jugar con su húmedo coñito abriéndolo hasta lograr que primero uno y luego dos dedos entrasen sin problemas mientras usaba su mano izquierda para tocarse en círculos el pecho del mismo lado con pequeñas estimulaciones del pezón a la vez que no se perdía detalle de lo que mostraba el espejo, en donde las desnudas formas de los cuerpos de las dos sirvientas empezaron a arquearse en violentas convulsiones al llegar a un orgasmo simultáneo que no podían evitar articular en sonidos más parecidos a los de animales que al de un par de chicas, momento en que la que estaba tumbada sobre la cama giró la cabeza y pareció guiñar hacia el espejo, sobresaltando a Camila que se retiró rápidamente unos pasos con el corazón desbocado en el pensamiento de haber sido pillada mirándolas. Pero como tras un rato no parecía que nadie se levantase, se atrevió nuevamente a acercarse justo a tiempo de ver como tras unos cuantos besos entre las bocas de las gemelas, una de ellas sacaba una especie de cinturón de un cajón de la cómoda y se lo ataba a la cintura.

Era un cinturón especial. Llevaba una especie de pene de plástico de un intenso color rosado con el que se situó detrás de su hermana, que se colocó en silencio a cuatro patas ofreciendo su culo a su gemela. Ni corta ni perezosa, la que tenía el consolador dio un par de cachetes a su hermana en el culo antes de separarla un poco más las piernas y lamer la chorreante entrepierna de su guapa hermanita durante unos minutos. A la vez, nuevamente Camila volvió a llevar sus manos hacia su cuerpo, excitada doblemente tanto por la visión que tenía como por la sensación de riesgo a ser descubierta, no podía evitar las ardientes sensaciones que la invadían y que la hacían convertirse en esclava de su sexo.

Ahora la fue más fácil meter dos dedos en el interior de su conchita, su cuerpo alcanzó aún más rápidamente la excitación necesaria para dilatarse con mayor rapidez, todo sin dejar de observar como la hermana dominante usaba los fluidos de su gemela y su propia saliva para lubricar la entrada de su ano antes de situar el falso pene en la entrada para irlo metiendo una pequeña parte antes de sacarlo de nuevo, repitiendo la operación varias veces para facilitar la dilatación anal y luego lo metía un poco más antes de volver a sacarlo y mojarlo con una mano que mientras Camila admiraba la situación había estado recogiendo los flujos de la hermana sometida. Todo el consolador fue introducido de un golpe, sin que la hermana gemela que era penetrada pudiera impedir un grito que rápidamente se transformó en murmullos de frases cortas en ruso y gemidos de placer. Al cabo de unos instantes la hermana dominante volvió a mirar hacia el espejo mientras daba unos azotes en el culo a su gemela con una mano y usaba la otra para inclinarla, y esta vez el guiño fue acompañado de un gesto lascivo con la lengua justo antes de inclinarse sobre su hermana y besarla en la boca mientras tiraba hacia sí de su pelo.

Con el corazón nuevamente acelerado y tres dedos en su conchita, Camila ya no tenía casi ninguna duda de que la habían descubierto pero que también parecía haber un consentimiento… ¿o sería una invitación?.

Seguía pensando en ello mientras no dejaba de mirar la fuerte y constante penetración a la que ahora era sometida una de las hermanas por su gemela, justo en el momento en que una mano la tapó la boca justo un instante antes de que su diestra fuese arrancada sin contemplaciones del interior de su conchita y llevada hasta el marco de la puerta. Intentó luchar brevemente mientras el olor del alcohol llegaba a su nariz… ¿cómo había llegado Toni hasta allí sin que se diese cuenta?. Intentó mover la cabeza para mirar a su espalda, pero la mano que la aferraba la boca volvió a dirigir sus ojos hacia la visión del espejo y tras un instante de duda, la calentura de su sexo la sometió al poder del hombre que tenía a sus espaldas.

Sus dos manos fueron apoyadas contra el marco de la puerta, que se abrió un poco más empujada por la mano de la propia Camila, cosa que no hizo cambiar para nada la noche de salvaje sexo lésbico que sucedía en la habitación de las sirvientas, aunque vio que la dominante miró nuevamente un instante hacia el espejo donde también debían reflejarse las formas de Camila en el pasillo.

Un fuerte brazo la rodeó por la cadera y lentamente fue desplazada hacia atrás de tal forma que tuvo que dejar resbalar sus manos por el marco hasta quedarse ligeramente inclinada hacia delante, lo que no impidió que siguiera disponiendo de una privilegiada visión de lo que sucedía en el dormitorio.

Bruscamente el brazo que la sujetaba por las caderas se movió para subirle la bata, momento en que notó cómo un duro pene chocaba con sus nalgas mientras la otra mano masculina aparecía para acariciarla la conchita por delante, provocando que la combinación de estas bruscas caricias y la visión de las gemelas la excitase al límite del orgasmo.

Nadie hablaba, sólo se escuchaba el gemir continuo en el cuarto de las sirvientas, cuando el pene encontró la entrada a la vagina de Camila, empezando un movimiento de mete saca poco rítmico debido al alcohol pero que para ella se compensaba con la potente escena pornográfica que estaba teniendo lugar entre Kat y Rada.

Finalmente un nuevo orgasmo sacudió a la hermana que recibía el movimiento del consolador por el ano mientras su otra hermana la había estado masturbando y tras quitarse de nuevo el cinturón del falso pene, volvieron a tenderse juntas abrazadas mientras se daban unos últimos besos antes de apagar la luz.

En todo ese tiempo, Camila seguía recibiendo una verdadera y caliente polla en su vagina, la primera vez que tenía una dentro hasta que un minuto después de que las gemelas apagaran su luz, empezó a notar unas fuertes contracciones en el miembro que la penetraba y su cerebro apenas tuvo tiempo de darse cuenta de que no había nada que separase sus carnes… Intentó hablar, pero una mano la cerró la boca mientras ella adoptaba nuevamente una posición lo más vertical posible intentando hacer comprender a Toni que sacase su pene porque no llevaba preservativo. Sus intentos fueron vanos y notó como parte de la lechada quedaba en su interior mientras otra parte resbalaba entre sus piernas a la vez que el pene era sacado de golpe.

Al final y pese a su propia sensación de flojera, logró darse la vuelta mientras veía como Toni se marchaba por el pasillo desnudo y giraba al final, dejando ver… ¡un bigote!.

Camila entro en shock y tuvo que apoyarse en la pared… Toni no tenía bigote, pero su padre sí. Había sido desvirgada por el padre de Toni.

Tenía que salir de allí y tenía que pensar… se fue hacia el cuarto de Toni, que estaba tumbado roncando donde lo había dejado y entró en su cuarto de baño, donde se limpió como pudo de los restos de semen que empapaban buena parte de sus muslos y sus labios vaginales. No se atrevía a más, imaginándose que pudiera aparecer nuevamente el borracho padre de su novio. Mandó un mensaje a su hermano para que la fuese a recoger y se vistió.

Cuando estaba saliendo, recibió la respuesta… salvo que sería Vanessa quien iría a buscarla porque Darío estaba indispuesto.

Continuará...

Nota: este relato es inventado y he contado con la ayuda de dos personas de esta web. Gracias por vuestra colaboración y espero seguir contando con vuestros consejos.

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