Matacrisis 14: Camila y Vanessa rumbo a México (1)

Todo empieza en un avión de Iberia rumbo a México, con Vanessa y Camila rumbo a un viaje para el que la hija de Sergio y Rebeca quizás no esté preparada...

El viaje a México de Vanessa y Camila. Primera parte: partiendo de España.

- Bueno, cariño, creo que ya es hora de que me lo cuentes todo –empezó Vanessa nada más despegar el avión-. Y, de paso, se nos harán algo más cortas las doce horitas del viaje.

Como siempre que estaban juntas, Camila no sabía a qué atenerse con la otra joven. Pero tampoco era capaz de resistirse a su influjo.

Había algo en su personalidad, en su forma de comportarse, de moverse, de… de… no sabía definirlo, pero había mucho más que la simple atracción física y emocional que sentía hacia ella y que la impulsaba más allá de lo que sería lógico y normal según sus propios criterios.

Y allí estaban, una junto a la otra sentadas en el avión que acababa de partir desde Barajas rumbo a México.

  • ¿Ahora? –inquirió ella, mientras hacía un gesto con la cabeza hacia delante, donde una pareja ocupaba los asientos que las precedían.

  • No me seas cría, ni que fueras a gritarlo por megafonía –se rió Vanessa, antes de añadir con un guiño cómplice-. Pero si quieres, se podría arreglar.

  • No, no. Pero, ¿y si viene alguien a ocupar el asiento? –Camila volvió a intentar esquivar la historia señalando ahora el asiento vacío que tenían a su derecha y que daba al pasillo, pues las había tocado en un grupo de tres asientos junto a ventanilla.

  • Pues esperemos que sea tan gordo que no te deje salir… y sordo –zanjó la amiga de Camila de forma seria, justo antes de guiñarla el ojo con picardía.

Tras un último suspiro de resignación, la hija de Sergio y Rebeca comenzó su relato del fin de su relación con Toni, algo que significó que Vanessa cumpliera su promesa de llevarla de vacaciones a México.

  • Ya sabes que hablé con Toni y le dije que si quería que lo nuestro funcionase tenía que olvidarse de Kat y Rada –empezó Camila.

  • Mal hecho –la interrumpió Vanessa-, pero sigue.

  • ¿Por qué? –inquirió la hija de Sergio, procurando adoptar una pose enfadada, fracasando totalmente cuando Vanessa la desarmó con una amplia sonrisa en la cara.

  • Porque, mi pequeña e ilusa niña pija, si quieres algo de un hombre lo mejor es primero encoñarle hasta que sólo piense con la polla… y ya sabes cómo se hace eso, ¿no? –respondió, insinuante, su amiga a la vez que deslizaba unos dedos por el brazo de Camila hasta lograr que la recorriese un escalofrío de emoción-. Vamos, sigue y deja de interrumpirte por detallitos, tontita.

Vanessa fingió darle una torta como punto final… o de comienzo de la narración que esperaba de los labios de la joven hija de los psicólogos.

  • Pues al principio parecía que todo iba bien… bueno, Toni se enfadó cuando le conté que sabía lo de su relación con las criadas…

Esta vez la mano de Vanessa llegó hasta el final. Camila recibió el tortazo en la cara por sorpresa y no supo cómo reaccionar, tan sólo fue capaz de llevarse la mano a la cara mientras miraba con una mezcla de asombro y… un cierto temor, a la exnovia de su hermano, porque habían cortado apenas unos días antes.

  • No las llames así, muestra el debido respeto a ese par de putas.

  • Pe… pe… pero…

  • ¡No me seas cría!. Kat y Rada serán un par de putas y todo lo que quieras pensar, pero son mías –remarcó el posesivo, recreándose antes de cambiar la frase y seguir como si nada, a pesar lo cual volvió a remarcar esa idea-… mis amigas. Hemos compartido mucho, muchísimo, y creo que se han portado muy pero que muy bien contigo. Así que ya puedes tratarlas con el debido respeto y usar sus nombres bien, ¿entendido, niña pija?.

  • Sí… sí… -y cuando vio que la chica elevaba una de sus cejas, se sintió obligada a terminar la frase casi como si estuviera tratando con una completa y poderosa desconocida- Vanessa.

  • Así me gusta, cariño –la sonrió, antes de acercarse a ella y depositar un rápido e impulsivo beso sobre sus labios-. No te preocupes, que ya haremos que dejes los pañales y… -añadió en una voz baja y con un tono lascivo- te conviertas en la mujer que mereces ser…

Como siempre, todo lo que rodeaba a su amiga la desconcertaba y la atraía a partes iguales. Había algo en ella que no sabía expresar, pero que la hacía sentir de una manera completamente distinta a todo lo que había experimentado nunca.

  • ¿Qué pasa?. ¿Necesitas que te cambie los pañales, niña pija? –dijo mordazmente, antes de ponerse de nuevo seria y ordenarla con sequedad-. Sigue.

Camila ni siquiera tuvo tiempo de considerar las palabras de Vanessa, totalmente sometida a su influjo de tal manera que todo su mundo se veía concentrado en ese pequeño espacio que las rodeaba, olvidándose del avión, azafatas y los otros pasajeros que estaban cerca.

  • Todo iba fenomenal de nuevo, no dejaba de llamarme para ver qué hacía o si necesitaba algo, me mandaba flores y me invitó a pasar el fin de semana en la finca que tiene...

  • Su padre –volvió a interrumpirla Vanessa-, ese terreno y la casa son de Adolfo, no de Toni. Aunque eso ya lo sabes, ¿verdad cariño? –terminó la explicación con un nuevo guiño cómplice y una ligera presión en la rodilla.

  • Sí, sí... –respondió ella, tragando saliva con dificultad al recordar de nuevo el momento en que... pero no, ya no... ahora estaba a salvo y, lo que era mejor, iba a pasar sus vacaciones con Vanessa y ya nada podía salir mal... sólo tenía que pensar en ello como en un cuento, una pesadilla que la hubiera despertado de noche y que iba a contarle a esa amiga tan... especial para Camila.

Volvió a tragar saliva, ya más tranquila, y continuó su relato.

  • Fuimos allí y al principio todo fue genial. El lugar era precioso, con su pista de tenis, la piscina y la casa de dos pisos en madera que parece de cuento...

  • Ya, ya... conozco el sitio. No eres la primera que ha ido allí, así que déjate de rodeos y ve al grano que ese par de rusas y yo conocemos todos los cuartos de la casa... y el cobertizo... y el garaje... y la piscina... y todo el pinar que rodea la finca... y te aseguro que no somos ni las únicas ni tú serás la última en visitarla., así que, venga, que me gustan las historias de esos líos tontos en los que te metes por ser una cría... me hacen tener bonitos sueños, no sé si me entiendes –terminó Vanessa con un insinuante movimiento de su lengua repasándose los labios mientras entonaba en una especie de ronroneo la última parte de su pequeño discurso.

  • Al principio todo fue genial, dimos un paseo y cenamos... Toni bebió demasiado y se bajó los pantalones allí mismo. Me pidió a gritos que le comiese la polla, que le iba a reventar por mi culpa por no dejarle que la zo... que Rada se la vaciase cada mañana al levantarse y que... que Kat se lo hiciera de noche antes de irse a dormir...

  • Ya, Toni siempre ha tenido ese toque romántico cuando se emborracha –recordó Vanessa con ironía-. ¿Y bien, se la mamaste o te rajaste?.

  • Se... se la... se la mamé –respondió la hija de Sergio y Rebeca, sonrojándose.

  • ¡Así me gusta, cariño! –la elogió su compañera de viaje, agarrándola del cuello y estampando un nuevo y rápido beso en sus labios-. Vas aprendiendo, mi pequeña niña pija. ¿Te gustó el sabor?.

  • No... no pude tragármelo, me dio asco...

  • Ayyyy... mi pobre niña, todavía voy a tener que darte clases extras, ¿verdad?... ¡qué cara has puesto!. ¡Jajajajaja! –empezó a reírse Vanessa ante la expresión que cruzaba la cara de Camila ante la ocurrencia de su amiga.

  • Me manchó el vestido y Toni insistió en que me lo quitase allí mismo y… y me lo quité y lue…

  • ¿Qué llevabas? –la cortó de nuevo Vanessa, inclinándose con interés sobre Camila, que podía sentir el calor corporal de la otra hembra y el delicado perfume de sus cabellos. Esa cercanía la hizo sentirse excitada involuntariamente, como la pasaba a menudo en presencia de la poderosa fémina.

  • Sujetador y bragas.

  • ¿Sujetador?. ¿Bragas?. ¿Eres monja de clausura o qué?... ¡por favor!, como mucho deberías de haber llevado un tanga, el más pequeño que tuvieras… y eso es casi demasiado. ¿Te cuento un… secreto? –preguntó con una sonrisa aún más pícara de lo normal.

Camila no pudo resistirse y logró asentir mientras su compañera de viaje la atraía aún más hacia si hasta provocar que sus prominentes pezones, que se veían resaltados por su apretado vestuario, se apretasen contra los pechos de la delicada e impresionable hija de los psicólogos.

  • Yo no llevaba nada debajo… nada… así podía disfrutar cuanto antes de esa dura, dura, dura y jugosa polla del cabronazo de tu hermanito… y no veas qué caliente la tiene. Al muy cabrón le arde como si tuviera un incendio en esa polla… y gorda… ¡qué  gorda la tiene!… y taaaaaaan taaaan dura… -la iba contando, relamiéndose apenas a unos centímetros de sus ojos y llevando una mano hasta su entrepierna, frotándosela por encima de la ropa.

Camila no pudo evitar entonces pensar en su hermano, imaginándose el increíble miembro que debía tener para provocar esa reacción en esa experimentada hembra. No es que no supiera que era un hombre, pero nunca... casi nunca había pensado en él como poseedor de una polla, de una que, además, pudiera provocar ese tipo de reacciones que mostraba Vanessa a su lado.

No pudo evitarlo, una nueva corriente de excitación la recorrió y dejó una intensa sensación húmeda en su propio coño.

Apenas podía resistir la tentación de tocarse al imaginarse a su hermano... ¡sí!, a su propio hermano con un pene... un miembro que en su excitable mente ya aparecía como un falo gigantesco y... y... y jodiendo a Vanessa como un animal en celo.

  • Seguro que lo ha tenido que heredar de tu papaíto, ¿verdad, cariño?. ¿La tiene tan grande tu papi como tu hermanito? –Vanessa seguía incitándola a tener pensamientos totalmente impúdicos con los varones de su propia familia.

  • No… no lo sé –contestó Camila, muerta de vergüenza ante la creciente humedad de su sexo y la palpitante sensación que la estaba recorriendo al imaginarse a... a... a su padre y su hermano como verdaderos hombres… auténticos machos con unas pollas tan… tan… no podía ni imaginarse su forma cuando generaban ese impacto en Vanessa.

Y, encima, Camila estaba cada vez más y más excitada, atrapada en un avión rumbo a México y con esa hembra que tanto ardor la causaba ya de por sí en su sexo con un simple pensamiento. Era, era, era una situación tan… tan… inmensamente caliente… y se sentía tan... taaaan húmeda por lo que estaban hablando, la cercanía del contacto y las evocadoras imágenes que generaban las palabras de Vanessa… iba a ser un viaje inolvidable, de eso estaba segura.

La joven rompió la sucesión de sugestivas imágenes cuando recibió un nuevo y ligero cachete propinado por la mano de su adorada amiga.

Cuando la miró, vio que Vanessa sonreía traviesa y apoyaba lentamente su mano sobre su pecho, rodeándolo lentamente hasta detenerse en su parte inferior.

De repente, sin previo aviso, empezó a pellizcárselo. Cazó entre sus dedos un trozo de la tela del sujetador y del seno que cubría para empezar a apretar lenta y concienzudamente, dejando a la hija de los psicólogos nuevamente desconcertada por ese nuevo cambio en Vanessa.

  • Bueno, ¿piensas hacer que me muera de aburrimiento o vas a terminar de contármelo?... porque cuando me aburro mis manos hacen... cosas... –comentó despreocupadamente girando un poco sus dedos y retorciendo la porción de sensible carne que tenía atrapada con su mano.

De los labios de Camila escapó un leve gemido de dolor, pero la intensidad de la mirada de los ojos de su íntima amiga la desarmó, estaba bajo su hipnótico control y supo que seguiría obedeciéndola aunque la dejase marcada la teta para el resto de su vida... había algo en esa hembra que provocaba en la hija de los psicólogos la necesidad de complacerla, buscar su aprobación y desear obtener el placer que sabía que podía llegar a concederla.

  • Nos estuvimos besando y bebiendo un poco más... –pero ante los ojos de Vanessa no había mentira posible... eso y que, como si fueran la señal de un detector de mentiras, los dedos que sostenían el trozo inferior de su pecho lo retorcieron ligeramente, lo suficiente para aplicar una descarga de dolor e incomodidad que se entremezclaban con la continua y creciente sensación de palpitante y húmeda excitación que surgía del empapado sexo de Camila. Siguió hablando- Bueno, una botella entera de ese vino que le traen... que traen de Argentina –se corrigió, recordando la corrección que antes la había dicho su compañera de viaje- a

su padre de... aaaahhh...

Por un momento no pudo continuar, la presión controlada de los dedos de Vanessa se convirtió en un intenso pellizco en el pecho de Camila.

  • Don Adolfo –volvió a corregirla, con una sonrisa en la mano pese a que no dejaba de incrementar la fuerza del pellizco en que mantenía a la parte inferior de la atrapada teta de la hija de Rebeca-, llámale Don Adolfo... aunque sea un golfo tienes que ser educada, mi pequeña niña pija, ¿no crees?.

  • Sí, sí... por...

  • No dije que pares, niña pija, sigue antes de que me aburra más.

  • Don... Don Adolfo... el vino de Don Adolfo –prosiguió Camila, dando el inmerecido trato de respeto al hombre que la había violado hacía ya..., y recibiendo como compensación el alivio de la presión sobre su pecho-. Estaba algo borracha, así que dejé que me atara por las muñecas a uno de los barrotes de la escalera con unas esposas y me pusiera una venda en los ojos. Luego Toni se marchó a por unas cosas para jugar y… y creo que me quedé dormida un rato, hasta que sentí esa mano tocándome en… en… el coño… bajo las bragas… mientras pegaba su paquete contra mis caderas… y… y…

  • Venga, no me seas una cría, déjate de tapujos, que aquí somos todos adultos –se impacientó Vanessa, a la vez que remarcaba sus instrucciones elevando la intensidad del pellizco al que sometía al pecho de Camila.

  • Se frotaba contra mi culo y me tocaba por delante. Yo creía que era Toni –se justificó la hija de Rebeca, antes de proseguir sonrojada- y le pedí más. Me rompió las bragas de un tirón y me quitó el sujetador. Empezó a masturbarme más fuerte con la polla apoyada contra mi espalda y frotándola… y… y apretándome las tetas con fuerza, sin ninguna delicadeza. Creó que me corrí una vez antes de que empezase a meterme los dedos por el culo. Le dije que no, que no me apetecía por ahí y fue cuando Adol… ahhh… -un nuevo refuerzo del castigo de Vanessa la recordó el tipo de lenguaje que se esperaba de ella- Don Adolfo me dijo que prefería empezar por mi culo de pu… pu… puta. Intenté resistir, pero tenía las manos atadas y él me la metió y empezó a violar…

  • ¿No estabas caliente?.

  • ¿Qué?... yo… sí… pero… yo creía que era…

  • Sigue –la cortó sus explicaciones.

  • Estuvo dándome tortas todo el rato, unas veces en un lado y otras al otro y… y a veces, me metía sus sucios dedos en el coño y…

  • ¿Te corriste?.

  • Eehhh… sí… -confesó la hija de Rebeca- pero es que ya lo estaba de antes… creía que el que me masturbaba era Toni y por eso… por eso…

  • Ya… no pares, sigue.

  • Cuando me pasó… cuando me corrí –rectificó bajo la tutela de los poderosos dedos de Vanessa que la guiaban mediante el control que ejercían sobre su pecho-, Don Adolfo empezó a insultarme, a decir que yo era más zorra que las rusas… que Kat y Rada… que era una guarra que sólo buscaba su dinero… y… y… y más cosas…

  • Y Toni…

  • Supongo que se quedó dormido. Es lo que me dijo más tarde, que se había quedado dormido por la borrachera.

  • En resumen, que te dejaste llevar a una casa de campo para hacer de juguetito sexual de padre e hijo. Te dije que te soltaras con Toni, pero creo que te pasaste, cariño… -ironizó la joven hembra que mantenía atrapado un buen trozo de la tierna carne de una de las tetas de Camila.

  • Yo… yo no…

  • Ya lo sé, cariño, era una broma… -dijo, sonriéndola, al tiempo que la soltaba el castigado pecho y, agarrándola con las dos manos, empezaba un largo y profundo beso hasta introducir su lengua hasta los más recónditos lugares de la boca de la hija de los psicólogos.

Camila, después de la confusión inicial, respondió sin dudarlo y usó su propia lengua, que fue derrotada rápidamente por la experiencia de Vanessa, que logró el control absoluto de ambas bocas en apenas un instante. Claro que a Camila no la importó perder ese “combate”.

  • ¿Cuántas veces? –preguntó Vanessa, al separar sus bocas tras esos instantes de pasión.

  • ¿Qué? –preguntó a su vez Camila, de nuevo desorientada y deseando recibir de nuevo toda la atención de esa húmeda y deliciosa boca.

  • ¿Cuántas veces jodiste con el padre de Toni?.

  • Yo… yo… creo que… no sé, muchas…

  • Vamos, que dices que el golfo de Don Adolfo te estuvo violando contra la escalera, atada y de pie y ¿no recuerdas ni cuántas veces te la metió por el culo y por el coño?... no me lo creo…

  • Fue… fueron dos veces… dos anal y una por el… el… el coño… y… y… y una que me hizo comérsela cuando subía por las escaleras a cambiarse a su cuarto del piso de arriba antes de volver a Madrid porque había estado cazando el sábado por la zona y sólo pasaba por la casa a cambiarse.

  • Ya… y de paso te disfrutó y le… disfrutaste –comentó Vanessa que, antes de que Camila pudiera negar que disfrutase de esa humillante y vergonzosa experiencia, continuó-. No, si al final resultará que te gustan más los hombres maduritos que los de nuestra edad. ¿Cuántas veces te corriste?... ni respondas cariño, yo también he pasado por cosas parecidas, es lo que tiene el alcohol a veces… pero no te preocupes, que aquí estoy yo para educarte, ¿qué te parece?. La próxima vez que vayas a estar con una parejita, por separado o a la vez, vas a estar muy pero que muy despierta… ya te enseñaré yo a disfrutar a tope de ese cuerpo que tienes, cariño –la dijo Vanessa, como si fuera una profesora hablando con su alumna favorita, y acariciándola con suavidad la cara-. ¿Qué te parece, dispuesta a aprender a partir de ahora?.

  • Sí… sí, Vanessa –respondió Camila, absolutamente entregada a la influencia de las caricias y la hipnótica suma de la voz y los absorbentes ojos de su amiga.

Y, mientras respondía afirmativamente a la proposición que le hacía la poderosa hembra, fue notando cómo un intenso deseo se hacía hueco en su interior y empezaba a crecer con una ansiedad expectante, palpitando de las ganas de convertirse en favorita de las manos, las caricias y el deseo de Vanessa… sin saber muy bien a dónde la llevaría todo aquello.

Continuará...

PD: cualquier duda o sugerencia no dejéis de hacerla, ya sea en la sección de Comentarios aquí mismo o en mi correo skaven_negro@hotmail.com

La historia de Camila, dentro de la saga familiar:


QUIÉN ES QUIÉN

  1. Adolfo: padre de Toni. 50 años. Mantiene una relación no consentida con Camila cuando ella está espiando a las criadas de la casa. También abusa de ella en una casa rural durante un fin de semana, aunque ella sólo informa de ambos sometimientos a Vanessa. Tiene bigote.
  2. Camila: hija de Sergio y Rebeca. Universitaria de 20 años. Morena. Ha comenzado una relación sentimental con Toni. Siente una fuerte atracción por Vanessa, la novia de su hermano. En ocasiones ayuda en la consulta a sus padres. Ha tenido una relación intermitente con una de sus mejores amigas desde hace años, jugando ambas con su bisexualidad.
  3. Darío: hijo menor de Sergio y Rebeca. 18 años. Repite curso en el instituto. Ha comenzado una relación con Vanessa hace casi 6 meses.
  4. Ekaterina: una de las criadas, de origen ruso, en casa de la familia de Toni. Gemela de Rada. Abreviadamente llamada Kat. Tiene una sesión de sexo lésbico con su hermana ante la mirada de Camila.
  5. Erick: chico de 18 años recién cumplidos. Rubio de ojos azules. Tiene una sesión de sexo por webcam con Camila por intercesión de Vanessa. Se conocían de la noche en que la hija de Sergio sufrió el abuso sexual por parte de Adolfo, padre de Toni, en que el coche en que viajaba con otros cuatro amigos se detuvo junto al de Vanessa y Camila.
  6. Frederick: médico pelirrojo que atiende a Camila a petición de Vanessa tras la relación no consentida entre Camila y Adolfo, el padre de Toni. Sobre la treintena. Cara pecosa, nariz torcida y aliento a cebollas.
  7. Inmaculada: amiga de Rebeca. 41 años. Rubia. Casada tres veces. Se divorció de Enrique, con quien tuvo a su primer hijo, Adolfo. Su segundo exmarido, Eduardo, es el padre de Lorenzo y Nazario. Ahora está casada con Manuel. Sexualmente hiperactiva, tuvo una aventura con Sergio que duró dos años. Tiene una relación sexual con Juan, uno de los chicos del Internado, en la casa de él y siendo descubierto por Rebeca. También parece tener una nueva relación sexual con su primer marido, Enrique, y con su mujer actual.
  8. Rada: una de las criadas, de origen ruso, en casa de la familia de Toni. Gemela de Ekaterina. Tiene una sesión de sexo lésbico con su hermana ante la mirada de Camila.
  9. Rebeca: psicóloga. 42 años. Esposa de Sergio. Madre de Camila y Darío. Su mayor dedicación al trabajo ha provocado un distanciamiento en su vida de pareja, especialmente a nivel sexual. Intenta recortar su distancia afectiva con Sergio metiéndose en su misma clínica y compartiendo los casos especiales. Tiene miedo de que Sergio pueda serle infiel. No conoce la aventura que tuvieron su marido e Inmaculada, una de sus mejores amigas.
  10. Sergio: psicólogo con ingresos medio-altos al que la crisis le obliga a aceptar unos casos especiales para relanzar su carrera. 43 años. Casado con Rebeca, a quien envidia en el fondo por su mayor éxito de clientes. Tienen casa en Madrid y en San Rafael, donde suelen pasar los fines de semana. Tienen dos hijos: Camila y Darío. Tuvo una aventura con Inmaculada, cliente y amiga de su esposa. Tiene una lucha interior con un lado oscuro que mezcla el estrés con un fuerte componente de represión sexual en su vida diaria,la Bestia.
  11. Toni: novio de Camila. Tiene 22 años. De familia económicamente pudiente, cuenta con dos criadas en su piso de Madrid: Ekaterina y Rada.
  12. Vanessa: novia de Darío. 23 años. Mide 1’80 metros. Tiene piso propio. Mantiene una relación con Camila de juegos de provocación.