Matacrisis 12.b (Camila redescubre la casa rusa)
Continúan las experiencias de Camila durante su visita a la casa de su novio y de sus criadas rusas.
La vida transcurre apaciblemente para una familia madrileña de clase acomodada hasta que la crisis económica empieza a afectar a las consultas del matrimonio de psicólogos formado por Sergio y Rebeca.
Mientras, su hija Camila empieza a ver cómo su mundo se desmorona y las fronteras de lo que conocía hasta ahora se desdibujan ante la presencia de la imponente novia de su hermano: Vanessa.
Recurre entonces a visitar a su novio, en un momento delicado para su relación, y durante su estancia en la casa descubre muchas más cosas de las que esperaba encontrarse… y vuelve a encontrarse con las criadas y hermanas gemelas rusas que trabajan en la vivienda: Ekaterina (Kat) y Rada.
Capítulo 12. Redescubriendo la casa rusa, segunda parte.
Rodeada por las dos gemelas, Camila se sentía como si fuese un trozo de carne atrapado entre las dos mitades de un bocata.
Ekaterina por delante y Rada por detrás unas veces, otras colocándose a sus lados, pero las dos tocándola por todas partes y besándola de forma apasionada hasta cubrirla el cuerpo casi por completo. Y ella se dejaba hacer, cerrando los ojos a ratos y dejando que el momento la absorbiera.
No sabía la razón de estar allí, de exponerse de esa manera, de encontrarse de pie en esa bañera entre las dos criadas rusas dejándose controlar.
Ella no era así, siempre se había considerado por encima de esas cosas. Había tenido algunas experiencias antes: con una amiga, con la propia Ekaterina y, de una forma extraña, con Vanessa. Incluso había fantaseado con algo parecido, sobre todo después del día en que descubrió a las gemelas teniendo sexo lésbico filial.
Pero una cosa eran las fantasías nocturnas, propias de un momento de debilidad en que su mente generaba sueños absurdos, y la otra era encontrarse allí entre Kat y Rada. Casi era como una mala película de serie B. Y Camila no podía dejar de preguntarse cómo era posible que con apenas unos gestos ella se hubiera convertido en poco más que una marioneta entre los sensuales cuerpos de las dos rubias. Sobre todo porque, al fin y al cabo, no dejaban de ser unas simples criadas.
No entendía qué la pasaba, qué producía esa especie de comportamiento ajeno a sí misma. ¿La habrían drogado?. No, no podía ser, imposible. ¿Hipnotismo?. Quizás… pero, ¿cómo?. Ella se sentía normal… y a la vez extrañamente ausente, como si estuviera siendo controlada por alguien que no era ella misma.
La situación le resultaba confusa. Y placentera. Muy placentera, tanto que no se veía con fuerzas de resistirse a nada de lo que la estaba sucediendo en esa casa desde que había llegado.
Y mientras esos pensamientos cruzaban su mente, unas delicadas pero insistentes manos acariciaban su entrepierna a la vez que otras presionaban su abdomen… o sostenían entre la punta de los dedos sus pezones cuando quedaban libres del chupeteo al que la boca de una y otra rusa los sometían según estaban de frente o de lado con respecto a la hija de los psicólogos.
De vez en cuando una, creía que Kat, se centraba en su boca, produciéndose una lucha entre sus lenguas tanto dentro como fuera de sus bocas. Simultáneamente la otra criada no dudaba en dejarse caer y aplicar su boca sobre el coño de Camila, besándole los labios vaginales o lamiéndole el clítoris con una habilidad increíble. Las lenguas de las rusas eran capaces de lograr cosas que Camila nunca se había imaginado… y ahora las usaban en su cuerpo, pero sobre todo en su boca y su coño hasta llevarla al límite una y otra vez.
Y justo cuando pensaba que iba a correrse con otro orgasmo, paraban y cambiaban de objetivo en su cuerpo. Era un juguete en sus manos y apenas era capaz de devolverlas ni la mitad de las caricias que la proporcionaban. Así estuvieron unos minutos que a la novia de Toni se le hicieron deliciosamente eternos.
Entonces llegó el turno de usar lo que contenía la bolsa rosada.
Ekaterina salió de la bañera mientras su hermana ajustaba la temperatura del agua que empezó a mojar el cuerpo de Camila en forma de una fina lluvia que surgía de la alcachofa que colgaba sobre ella.
Rada se acercó lentamente. Frente a frente, capturando la atención de los ojos de la hija de Sergio y Rebeca, que había estado intentando saber qué buscaba Kat dentro de la bolsa de plástico.
La joven criada sonrió, mostrando sus dientes a la vez que adoptaba una postura insinuante llevándose el dedo índice a su boca entreabierta. Se apretó contra Camila, hasta que sus pechos se encontraron. Entonces posó el dedo que había llevado en su boca sobre los labios de la española.
Camila separó sus labios suavemente, dejando que el dedo de la criada entrase en su boca.
Rada se dejó caer, lentamente fue besándola de forma delicada por la barbilla y el cuello. La hija de los psicólogos entrecerró los ojos y suspirando, empezó a lamerle el dedo a la rusa, que seguía su rumbo hacia los senos de la joven. Los devoró de forma independiente, primero uno y luego el otro, dejando sus areolas y los pezones para el final.
A la vez que empezaba su viaje por el cuerpo de Camila, la rubia comenzó a masajearle la entrepierna lenta pero constantemente, volviendo a producirle una intensa y palpitante urgencia que nacía de lo más profundo de su sexo y que se expresaba a través de los pequeños gemidos que soltaba mientras seguía besando y chupando ahora el resto de dedos de la mano que Rada tenía apoyada en su boca… y por unas convulsiones de su abdomen que hacían que sus rodillas se sintieran flaquear.
Entonces el sonido de unos pasos acercándose fue penetrando en su mente hasta conseguir que mirase en esa dirección. La otra rubia se acercaba y esta vez venía armada. Llevaba un tremendo consolador negro acoplado al arnés que se ajustaba perfectamente a su femenina anatomía y la apuntaba directamente hasta hacer que sus ojos no pudieran apartarse de la reluciente superficie del artilugio.
Y no era lo único nuevo en Ekaterina. La rusa sostenía también un envase sin etiquetas que dejó al borde de la bañera mientras accedía a su interior y se colocaba detrás de su hermana.
Una rápida frase en ruso fue lo único que necesitó escuchar Rada para que sus manos abandonaran la intimidad del sexo y la boca de la joven española.
La abrazó con fuerza y empezó a besarla con intensidad, algo que Camila no dudo en devolverla de igual manera.
Así, abrazadas, fue como terminaron dejándose caer al fondo de la bañera. Y así, abrazadas y sin dejar de besarse, fue como el falso pene negro entró en el sexo de la obediente Rada.
Apoyada contra la superficie tibia y resbaladiza de la bañera, con el cabello húmedo del agua y escuchando los sonidos que hacían las gotas de agua aterrizando sobre ellas y a su alrededor, así estaba Camila en el momento en que sintió cómo el coño de Rada se dilataba al recibir en su interior el grueso consolador guiado por su hermana gemela.
Y eso la excitó aún más. Podía notar cómo el negro consolador iba perforando a la mujer a la cual estaba abrazada y a quien no dejaba de besar con pasión. Sus entrelazados cuerpos estaban tan pegados que sus propios coños casi parecían fusionados. Sentía crecer a nuevos límites su deseo mientras notaba de una forma íntima y extraña cómo se introducía el bestial consolador en el interior de la rusa… guiado con determinación por su propia hermana gemela.
Kat se apoyó sobre su propia hermana, haciendo que Camila tuviera que soportar aún más peso y que el contacto entre su cuerpo y el de la rusa fuese aún más intenso.
Sólo era capaz de sentir a través de la piel. El resto de sus sentidos estaban perdidos por la confusión de la pasión.
Sus ojos sólo podían ver los de la rusa a ratos porque sus rubios cabellos caían sobre su cara y bloqueaban casi toda su visión, metiéndosele con una insistencia incordiosa por delante hasta casi obligarla a mantenerlos cerrados. Hubiera podido intentar apartárselos con alguna de sus manos, pero tenía ambas demasiado ocupadas entrelazadas con las de Rada o simplemente impidiendo que su cuerpo resbalase sin control por el húmedo interior de la bañera.
La nariz, el olfato, tampoco la servía de mucho. Sólo era capaz de detectar el aroma del cabello de la criada mezclado con la humedad reinante.
¿Sus oídos?... apenas lograba escuchar fragmentos de algo aparte de los jadeos de ellas mismas o del chapoteo de sus cuerpos en el agua que las rodeaba… eso y algún sonido ocasional que no dudaba era el choque que producía Kat cuando encajaba todo el consolador dentro del inflamado coño de su gemela.
Del gusto no hacía falta comentar nada… su lengua sólo tenía un cometido en ese momento. Y no tenía ningún interés en abandonarlo, incluso aunque Rada hubiera dejado de besarla y no estuviera constantemente intentando meter su propia lengua hasta el fondo de la garganta de la española en medio de los intensos y prolongados besos que no dejaban de ofrecerse mutuamente, salvo pequeñas interrupciones para algún gemido que liberaba la tensión que recibía desde su forzado sexo.
Su piel. El tacto. El contacto íntimo entre sus superficies era lo que daba más información a Camila en esos momentos. A través de su piel notaba el ritmo del corazón de la rusa y cómo se movía en su interior el oscuro consolador que introducía de forma repetitiva Ekaterina en el interior del sexo de su hermana gemela.
La propia entrepierna de la española estaba tan terriblemente hinchada de los orgasmos que ya había tenido y de los que no habían dejado que tuviera en el tiempo que había pasado en ese cuarto de baño con las gemelas, que se sentía capaz de aceptar no sólo unos dedos… toda una mano en su interior.
Notaba que incluso su ano estaba ligeramente dilatado, tanta era la excitación que sentía en todo su cuerpo.
En un momento dado, sintió cómo Kat clavaba con aún más fuerza de lo normal el consolador dentro de la vagina de su hermana, dejándolo inmóvil. Entonces el rostro y los labios de Rada se separaron de los suyos. Hizo amago de levantar su propia cabeza para volver a atrapar a la rubia, pero se detuvo cuando descubrió que había sido la hermana dominante quien estaba detrás de todo.
Ekaterina agarraba con una mano el empapado cabello de su gemela y echaba hacia atrás su cabeza, estirando al límite su cuello para poder estamparla un profundo beso que se prolongó unos segundos que se le hicieron largos a la ansiosa Camila.
Y, sin darse cuenta, vio cómo uno de sus propios brazos se estiraba hasta la cabeza de Kat. La rusa no se hizo rogar. Se dejó caer completamente sobre su hermana, aplastando a ambas chicas, y se fundió en otro apasionado beso, esta vez con la hija de Sergio y Rebeca.
Camila notó cómo al hacerlo, la presión que el consolador ejercía dentro del coño de Rada se le hacía insoportable, pero al estar atrapada entre la española y su propia hermana, la criada no tenía otro remedio que aguantarse y emitir un ahogado jadeo que parecía fundir lo incómodo de su situación con el placer extremo que experimentaba.
El final del posesivo beso de Kat coincidió con un aullido de su gemela en el oído de Camila a la vez que el cuerpo de la aprisionada rusa se veía sacudido por unos compulsivos movimientos de su abdomen y su entrepierna que no dejaban lugar a dudas de la intensidad del orgasmo que acababa de tener.
La propia Camila también se encontraba al límite, apenas logrando controlarse en ese triángulo amoroso que estaban protagonizando las criadas y ella dentro del cuarto de baño donde minutos antes Adolfo, el padre de Toni, había tenido relaciones carnales con la obediente Rada mientras Kat y la española espiaban la escena desde el interior del armario de las toallas.
Mientas Ekaterina sacaba el consolador del interior de su hermana, Camila no tuvo duda que esa nueva humedad que sentía derramarse sobre su propio sexo era el abundante flujo de Rada.
Y cuando creía que la cosa debía de haber terminado, pese a que ella misma aún no había descargado toda la tensión sexual acumulada, vio como Kat hacía levantarse a su hermana con el sistema cavernícola de agarrarla de sus rubios cabellos. La hizo recostarse boca arriba en la zona de los grifos de la bañera, con sus piernas ligeramente separadas y el sexo completamente expuesto y con una dilatación suficiente para observar el oscuro túnel del placer que contenía en su centro.
Ahora fue a Camila a quien agarró por sus oscuros cabellos, de una manera que la daba a entender que en ese momento la rusa no era para nada una criada. Sin embargo, la española no fue capaz de negarse ni ofrecer ningún tipo de resistencia. Al contrario, aceptó sin dudarlo el ser rebajada a una pieza más del puzzle que la pervertida mente de la gemela dominante estaba formando con las dos féminas que estaban en el suelo de la bañera.
En éste caso, Camila fue invitada a ponerse de rodillas frente a Rada y luego, poco a poco, Ekaterina la hizo irse agachando hasta que su boca quedó pegada contra el dilatado coño de Rada.
Sabía qué tenía que hacer, conocía en ese núcleo animal que despertaban sus hormonas lo que estaba pidiendo Kat y lo que necesitaba la otra gemela rubia. Y lo hizo. No se hizo esperar y comenzó a devorar con ansiedad la conchita de Rada, que la recibió emitiendo un nuevo gemido y ofreciéndola a probar el sabor de la corrida que acababa de tener.
Camila no llegó a darse cuenta de que una de sus manos estaba en su propio sexo hasta que Kat, de pie detrás de ella, la hizo abandonar la masturbación de su coño.
Un instante después de tener ya las dos manos apoyadas en la superficie de la bañera, y mientras seguía comiéndole el coño a Rada, la española notó cómo Kat apoyaba el consolador en la entrada de su vagina. De un solo golpe, en un único impulso, la rusa introdujo todo el oscuro consolador en el excitado núcleo de la sexualidad de Camila, que apenas pudo llegar a levantar su cabeza de la labor que realizaba en la húmeda conchita de Rada para emitir un breve grito de puro placer mezclado con la sorpresa de la poca delicadeza de la criada.
Después de eso, Camila no tuvo más oportunidades de repetirlo, porque Rada puso sus dos manos sobre la cabeza de la española para evitar que abandonase su puesto en su coño mientras su gemela no daba cuartel al sexo de Camila mediante una dura y potente penetración incesante con el consolador que llevaba sostenido por el arnés.
Ni siquiera Ekaterina se detuvo cuando Camila tuvo el orgasmo tanto tiempo contenido. Siguió penetrándola hasta forzarla a llegar más lejos aún… y la hija de Sergio y Rebeca alcanzó de nuevo el orgasmo antes de arrancarle uno ella a Rada.
Hasta que no sucedió eso, Kat fue implacable, empleando toda su energía en llevar al límite a Camila.
Luego la dejó descansar un instante, dejando un minuto el consolador inmóvil dentro de la vagina de la chica española, antes de sacar el oscuro aparato y permitir que se levantara lo suficiente hasta quedar de rodillas.
Fue así, con Camila y Rada de rodillas, desnudas una junto a la otra, cuando Kat las ofreció su falso pene y entre ambas lo repasaron con sus bocas y sus lenguas mientras el agua no dejaba de caer desde encima de ellas.
Camila no dudó en repasar con su lengua toda la superficie del consolador, unas veces empleando sólo la lengua, otras toda su boca y en otras ocasiones luchando contra la lengua de Rada por un trozo especialmente sabroso, en el que notaba la mezcla de los flujos que habían soltado ella y la rusa al tener orgasmos con ese aparato incrustado en lo más profundo de sus femeninas anatomías.
De vez en cuando paraban y se morreaban con intensa pasión bajo la atenta mirada de Ekaterina, que las agarraba por los cabellos y facilitaba los encuentros entre sus bocas presionando una cabeza contra la otra.
Y así, por fin saciadas y con su furor uterino calmado, fue cuando las tres hembras se dieron un abrazo conjunto y se rieron sin saber muy bien por qué durante un rato, hermanadas de alguna forma por esa intensa ración de sexo.
Entonces Ekaterina se quitó el consolador y a una palabra suya, su hermana se arrodilló, esta vez para dedicarse a comerle el coño a la más decidida de las gemelas.
Camila y la rusa se miraron un instante a los ojos, antes de que Kat alargase un brazo y la estrechase contra si para obsequiar a la española con un intenso y ardiente beso mientras sus pechos se apretujaban uno contra el otro. Rada no lo dudó y sumó una de sus manos a la acción, dedicándosela a la entrepierna de la hija de los psicólogos.
Y así continuaron un instante más. Camila y Kat besándose y Rada de rodillas entre las dos, comiéndole el coño a su hermana a la vez que masturbaba con una mano a la española.
Le fallaron las rodillas, tal era la potencia de lo que resurgía en su interior. Pero esta vez Camila decidió que era hora de devolver parte de lo recibido.
Se dejó caer, mientras la mano de Rada abandonaba su empapado coño, y empujando con suavidad a la rusa, ocupó su lugar para comerle también ella a Kat el coño.
Fueron turnándose. Unas veces Camila, otras Rada. Ambas de rodillas devorando el sexo de Kat y besándose entre medias, de tal forma que por la mente de la hija de los psicólogos pasó la idea de que era como un combate de wrestling de la televisión cuando los luchadores se daban la mano para alternarse en la lucha.
Claro que ésta era una experiencia que con mucho superaba al teatro que se veía en esos cuadriláteros. Y, al final, Ekaterina se rompió.
Agarró la cabeza de Camila con ambas manos y la apretó contra su entrepierna, obligándola a tragarse el abundante flujo que acompañó al orgasmo que tuvo sobre ella. Y fue entonces cuando lo descubrió.
Mientras tragaba no le cupo duda. Ese olor… ese sabor… no hacía tanto que lo había tenido en su boca. La absoluta certeza de que lo que Toni había introducido en su boca estaba empapado con ese embriagador aroma… con ese sabroso flujo. Y se imaginó que eran las bragas de Kat.
Por alguna extraña razón, el saber eso no la disgustó… no demasiado. Al fin y al cabo ella había pensado en romper con el chico. Pero lo que no se le había ocurrido era que Toni estuviera fornicando con la criada a sus espaldas. Claro que de tal padre, tal hijo… ¿no?.
Se empezó a sentir traicionada… y se dio cuenta de que en realidad estaba más molesta con la rusa que con su, definitivamente, ex-novio.
Todo esto pasaba por su mente mientras no dejaba de tragar, hasta que, de forma inconsciente, apretó los dientes lo suficiente para provocar un leve grito más de sorpresa que de dolor de la rusa a la vez que tiraba de ella hasta separarle el rostro de su coño.
Con una mano, abofeteó a Camila y la hizo caer sobre Rada, hasta que ambas quedaron tendidas sobre la húmeda bañera.
¿Cómo te atreves? –se indignó la rusa, acariciándose la entrepierna en la zona que había sufrido el percance.
¡Eres tú la que se ha estado tirando a Toni! –repuso la española.
¿Qué?.
Esta tarde, cuando lo estábamos haciendo, me ha metido tus bragas en la boca –la acusó Camila.
¿Y de dónde sacas que eran mías?.
Porque… porque… ¡sabían a ti! –terminó explicando la chica, ya sentada sobre el fondo de la bañera, con Rada ahora también sentada y pegada a su espalda. Notaba el roce de sus senos y su agitada respiración contra su espalda mientras Kat seguía de pie frente a ellas, ahora con los brazos cruzados bajo sus pechos, algo que los realzaba y provocaba un intenso efecto de atracción para la mirada.
¿Y qué?. A lo mejor los ha cogido de la cesta de la ropa sucia, puede que le guste masturbarse con ellas, ¡yo qué sé!… y pensar que te evité tener que follar con su padre… y que después te hemos ayudado a lavarte… -dijo, con la cara completamente seria, haciendo dudar a la hija de los psicólogos.
Lo siento –terminó diciendo Camila, confusa ante la posibilidad de que fuera verdad lo que acababa de decir la rusa. Podía ser verdad, ¿no?. Había gente con gustos muy raros, ¿verdad?. Y, además, después de la experiencia vivida la otra noche, en que fue desvirgada por el padre de Toni, y lo que había visto ese día de Adolfo, no querría quedarse a solas con ese hombre. Se notaba que era un pervertido, ahora que lo conocía más. Pero entonces recordó que, cuando se desnudó, la criada no llevaba ropa interior -. ¿Lo hiciste?.
¿El qué? –respondió ella, poniéndose de cuclillas frente a ella, hasta tener sus rostros casi pegados.
¿Follaste con Toni? –se arriesgó al final a preguntar Camila, sin saber muy bien qué respuesta prefería escuchar.
Pero Ekaterina no respondió al instante. No de la forma que la española esperaba.
Con una mano agarró a Camila por la nuca y la obligó a acercar sus labios a los suyos. La española intentó apartarse, pero a su espalda Rada inmovilizó sus brazos con un apretado abrazo, y sus labios terminaron uniéndose.
Cerró la boca frente a la presión de los labios de la rusa, pero cuando notó cómo empezaba a meter sus dedos por su volcánica concha, su cuerpo la traicionó. Al final terminaron fundiéndose en un nuevo y prolongado beso, a la vez que Kat lograba introducir tres dedos en el inflamado coño de la española.
Fue una lucha intensa la que tuvo que afrontar Camila, intentando contener las reacciones que exhibía su cuerpo ante el ritmo intenso y creciente de la masturbación a que la sometía Kat mientras sus lenguas seguían luchando por el control del interior de la boca de la española.
Volvió a explotar. Al final, Camila tuvo un nuevo orgasmo a la vez que su cuerpo se estremecía de placer atrapado en el íntimo abrazo al que la sometía Rada, cuyos pechos notaba pegados contra su espalda, y la potente labor que habían realizado los habilidosos dedos de Kat en su coño durante todo el tiempo en que mantuvo una constante presión sobre su boca y mientras las tetas de ambas chocaban unas contra otras en una lucha en que sus pezones parecían las puntas redondeadas de unas curiosas espadas.
¿Tú qué crees? –habló por fin Ekaterina, tras separarse un par de centímetros de su rostro.
Yo, yo… -empezó a tartamudear la hija de los psicólogos, absolutamente rendida y agotada por todas las experiencias vividas en ese día.
En ese momento se escuchó un timbre y la rubia Ekaterina llevó un dedo a los labios de Camila antes de susurrar.
- Shhh…
Salió corriendo de la bañera, agarrando una toalla de cuerpo y secándose mientras se marchaba.
Rada la soltó y estuvieron unos instantes así, quietas en el fondo de la bañera mientras el agua no dejaba de caerles encima.
Unos minutos después sonaron unas voces y pasos amortiguados en el exterior. Por un instante, Camila temió que el padre de Toni fuese a entrar por la puerta, que ya no tenía el seguro echado, e intentase de nuevo abusar de ella en su actual estado. La recorrió un escalofrío extraño, que nacía de su propio sexo, pero no tuvo tiempo de pensar en ello porque Rada la distrajo al hacer que se reclinase sobre su hombro para besarla en los labios. Esta vez, Camila no se resistió y se fundió en un agradecido beso a la rubia con la que había compartido una buena sesión en ese cuarto de baño.
Tortolitas –dijo una voz susurrante a su lado, la de una silenciosa Kat que estaba en cuclillas junto a la bañera, haciendo que ambas se pegaran un susto y abrieran los ojos que habían cerrado sin darse cuenta mientras se besaban-, Adolfo se ha despertado y voy a atenderle. Mi hermana te lavará y te marchas, ¿entendido?.
Pero… -protestó Camila, con la mente confusa.
Ekaterina no la dejó continuar. Se marchó rápidamente, cubierta tan sólo por la toalla que dejaba entrever su propio e hinchado sexo, y su gemela agarró un gel de baño e hizo levantarse a la española.
En otro momento aquello hubiera podido ser algo muy sensual, con las manos de la criada rusa recorriendo su cuerpo desnudo, pero una sensación de urgencia las animaba a ambas y apenas diez minutos después la hija de los psicólogos salía por la puerta de la vivienda.
Cuando esa misma noche se conectó a internet, aún seguía confundida por todo lo sucedido y, tenía que admitirlo, un poco excitada.
Pese a que Ekaterina no había respondido realmente a su pregunta, ahora tenía dudas sobre lo sucedido y si en realidad no la habría acusado de algo que no había pasado. Y, además, estaba toda la ración de sexo que había tenido tanto por parte de Toni como de las gemelas rusas. Todo hacía que se encontrase con una combinación de sentimientos cruzados que se mezclaban con un intenso impulso animal de buscar sexo que emanaba a ratos de su entrepierna.
Vanessa dijo (23:41):
hola, guapa
Camila dijo (23:42):
hola
Vanessa dijo (23:42):
hola qué?
tengo nombre, sabes?
Camila dijo (23:43):
lo siento
hola, Vanessa
Vanessa dijo (23:44):
qué te pasa?
te veo rara
cuéntame
Camila dijo (23:45):
he roto con Toni
Vanessa dijo (23:45):
por lo del tanga de Kat?
menuda tontería
Camila dijo (23:46):
lo sabías?
Vanessa dijo (23:47):
claro
me llamó para contármelo
me dijo que la mordiste
Camila dijo (23:48):
fue sin querer
Vanessa dijo (23:49):
por eso habéis roto?
eres tan celosa?
creía que eras otro tipo de mujer
Camila dijo (23:50):
no, no es eso
es que pensé que había follado con Toni
Vanessa dijo (23:51):
no decías que habéis roto?
Camila dijo (23:51):
sí
Vanessa dijo (23:52):
y qué te importa con quién folla?
o es porque Kat y Rada son putas
simples criadas?
Vanessa dijo (23:53):
es por eso?
tan clasista eres?
Camila dijo (23:54):
no, no
bueno, ahora no sé
Vanessa dijo (23:55):
ya sólo faltaría que me digas que hacer una mamada es poner los cuernos
Camila dijo (23:56):
no
no sé
Vanessa dijo (23:57):
entonces según tú yo le puse los cuernos a Darío el día que te fui a buscar en coche a casa de Toni?
Camila dijo (23:57):
no, no
para nada
Vanessa dijo (23:58):
le pedirás disculpas a Kat?
Camila dijo (23:58):
sí
Vanessa dijo (23:59):
fantástico!
te espero mañana en mi casa
Vanessa dijo (00:01):
te apetece venir o sigues pensando que también soy una zorra?
Camila dijo (00:02):
sí
Vanessa dijo (00:03):
Sí vienes o que Sí soy una zorra
Camila dijo (00:04):
no, no
quiero decir que voy
Vanessa dijo (00:05):
mejor
y ya hablaremos de cómo le pides disculpas a Toni?
Camila dijo (00:06):
qué?
Vanessa dijo (00:07):
me voy
tengo visita
Camila dijo (00:08):
qué?
Vanessa dijo (00:08):
soy una zorra, recuerdas?
Camila dijo (00:09):
no quise decir eso
lo siento
Vanessa dijo (00:10):
te avisaré de la hora
besos
Al final, después de esa breve conversación, Camila había terminado aún más confusa que antes.
No sabía cómo, pero creía que al final había terminado pidiendo perdón a Kat y Toni a través de Vanessa por haberla puesto los cuernos… bueno, no sabía. Todo se había vuelto muy confuso y estaba hecha un lío.
Lo único aparentemente bueno que había salido de allí era que al día siguiente podría ver a Vanessa a solas, y eso la hizo terminar soñando con una sonrisa en los labios.
Continuará...
PD: cualquier duda o sugerencia no dejéis de hacerla, ya sea en la sección de Comentarios aquí mismo o en mi correo skaven_negro@hotmail.com
La historia de Camila, dentro de la saga familiar:
- Matacrisis, capítulo 3: http://www.todorelatos.com/relato/77053/
- Matacrisis, capítulo 6, primera parte: http://www.todorelatos.com/relato/79750/
- Matacrisis, capítulo 6, segunda parte: http://www.todorelatos.com/relato/80204/
- Matacrisis, capítulo 6, tercera parte: http://www.todorelatos.com/relato/80546/
- Matacrisis, capítulo 6, cuarta parte: http://www.todorelatos.com/relato/81373/
- Matacrisis, capítulo 11: http://www.todorelatos.com/relato/98941/
- Matacrisis, capítulo 12, primera parte: http://www.todorelatos.com/relato/100111/
QUIÉN ES QUIÉN
- Adolfo: padre de Toni. 50 años. Mantiene una relación no consentida con Camila cuando ella está espiando a las criadas de la casa. Tiene bigote.
- Camila: hija de Sergio y Rebeca. Universitaria de 20 años. Morena. Ha comenzado una relación sentimental con Toni. Siente una fuerte atracción por Vanessa, la novia de su hermano. En ocasiones ayuda en la consulta a sus padres. Ha tenido una relación intermitente con una de sus mejores amigas desde hace años, jugando ambas con su bisexualidad.
- Darío: hijo menor de Sergio y Rebeca. 18 años. Repite curso en el instituto. Ha comenzado una relación con Vanessa hace casi 6 meses.
- Ekaterina: una de las criadas, de origen ruso, en casa de la familia de Toni. Gemela de Rada. Abreviadamente llamada Kat. Tiene una sesión de sexo lésbico con su hermana ante la mirada de Camila.
- Erick: chico de 18 años recién cumplidos. Rubio de ojos azules. Tiene una sesión de sexo por webcam con Camila por intercesión de Vanessa. Se conocían de la noche en que la hija de Sergio sufrió el abuso sexual por parte de Adolfo, padre de Toni, en que el coche en que viajaba con otros cuatro amigos se detuvo junto al de Vanessa y Camila.
- Frederick: médico pelirrojo que atiende a Camila a petición de Vanessa tras la relación no consentida entre Camila y Adolfo, el padre de Toni. Sobre la treintena. Cara pecosa, nariz torcida y aliento a cebollas.
- Inmaculada: amiga de Rebeca. 41 años. Rubia. Casada tres veces. Se divorció de Enrique, con quien tuvo a su primer hijo, Adolfo. Su segundo exmarido, Eduardo, es el padre de Lorenzo y Nazario. Ahora está casada con Manuel. Sexualmente hiperactiva, tuvo una aventura con Sergio que duró dos años. Tiene una relación sexual con Juan, uno de los chicos del Internado, en la casa de él y siendo descubierto por Rebeca. También parece tener una nueva relación sexual con su primer marido, Enrique, y con su mujer actual.
- Rada: una de las criadas, de origen ruso, en casa de la familia de Toni. Gemela de Ekaterina. Tiene una sesión de sexo lésbico con su hermana ante la mirada de Camila.
- Rebeca: psicóloga. 42 años. Esposa de Sergio. Madre de Camila y Darío. Su mayor dedicación al trabajo ha provocado un distanciamiento en su vida de pareja, especialmente a nivel sexual. Intenta recortar su distancia afectiva con Sergio metiéndose en su misma clínica y compartiendo los casos especiales. Tiene miedo de que Sergio pueda serle infiel. No conoce la aventura que tuvieron su marido e Inmaculada, una de sus mejores amigas.
- Sergio: psicólogo con ingresos medio-altos al que la crisis le obliga a aceptar unos casos especiales para relanzar su carrera. 43 años. Casado con Rebeca, a quien envidia en el fondo por su mayor éxito de clientes. Tienen casa en Madrid y en San Rafael, donde suelen pasar los fines de semana. Tienen dos hijos: Camila y Darío. Tuvo una aventura con Inmaculada, cliente y amiga de su esposa. Tiene una lucha interior con un lado oscuro que mezcla el estrés con un fuerte componente de represión sexual en su vida diaria,la Bestia.
- Toni: novio de Camila. Tiene 22 años. De familia económicamente pudiente, cuenta con dos criadas en su piso de Madrid: Ekaterina y Rada.
- Vanessa: novia de Darío. 23 años. Mide 1’80 metros. Tiene piso propio. Mantiene una relación con Camila de juegos de provocación.