Masturbarse

Elijo pasar una noche conmigo misma

Este relato va en primera mano porque quiero que que me conozcan un poco. Podría decir que he intentando casi todo. Sin embargo hay algo que me apetece más que el resto y lo practico desde muy adolescente y es darme placer a mi misma.

Esa noche no tenía ganas de quedar con nadie pero sentía cosquilleo en mis zonas erógenas así que cené temprano y liviano. Prendí velas aromáticas y puse música ambiental, me puse ropa interior interesante para poder calentarme más y me puse a mirar un poco de porno lésbicos que es lo que más me trae últimamente. Ya me sentía bastante estimulaba cuando comencé a   acariciarme suavemente las tetas sobre el corpiño de encaje veía y veía como los pezones iban parándose  y por abajo me iba humedeciendo. Seguí jugando sobre el corpiño y sutilmente empecé a meterme la mano para ir directamente a la piel. La sensación era cada vez placentera. Descubrí uno de mis pechos y jugaba me lo amasaba, estiraba el pezon, jugaba con dos dedos, me los mojaba con mi saliva, al poco tiempo tuve que descubrir mi otro pecho porque mi cuerpo me lo pedía. Me amasaba ambas tetas, me las resfregaba con sólo las yemas de los dedos. Soltaba de momentos unos gemidos de placer. Tengo frente a mi cama un espejo así que me incorpore para verme como me iba poniendo. Una de mis manos lentamente y sin que me diera cuenta se dirigió  a mi sexo, húmedo, mojado. Estimulaba mi vulva y seguía tocándome las tetas muy sentada mientras me miraba. Saque de mi mesa de luz mi vibrador y me lo metí en la boca. Lo chupe. Me lo pase por todo mi cuerpo que era un fuego, jugué con el clitoris hasta que lo introduje en mi vagina. Al principio lo empujaba. Sentía sus vibraciones y mi mano, luego me monté sobre él y era mi ritmo, al galope mientras me tocaba enfurecida las tetas que seguían duras como dos rocas. Acabe una, dos, tres veces. Me lo quite, me lo pase por mi cuerpo cansado y me dormi.