Masturbada en el autobús
Lo que yo pensaba que sería un largo y aburrido viaje se convirtió en uno de los momentos más placenteros...
Yo soy de un pueblo, aunque por mis estudios vivo en la ciudad. Al llegar las vacaciones de navidad fui a mi pueblo para visitar a mis familiares y pasar las Navidades con ellas. Para ello debía coger el autobús, ya que mi hermana se había llevado el coche. Mi pueblo está a una hora y media de la ciudad, pero por lo mal que está la carretera, el autobús suele tardar unas dos horas y media, a veces incluso más.
Dejé mis maletas abajo y subí con mi bolso buscando un sitio donde sentarme. Llevaba una faldita vaquera, unas medias y una camisa blanca. Debajo un tanguita semitrasnaparente, al igual que el sujetador. Encima llevaba una gran cazadora, pero como el viaje era largo y no me iba a bajar del bus, además de que éste estaba atestado de gente, decidí dejarlo en el guardamaletas. Subí las escaleras y sentí la mirada del conductor en mis pechos, ya que según iba subiendo hacía más calor por lo que me tuve que desabrochar algún botón de la camisa. Según pasaba por le pasillo, los hombres no dejaban de mirarme. Hasta que por fin encontré un asiento libre, era en la parte de atrás del bus. En el otro estaba sentado un señor de unos 60 años, pero de muy buen ver. Le pedí que si me dejaba el lado de la ventana, me miró de arriba a abajo y me dice que encantado. Se puso de pie para dejarme pasar, y por la estrechez de los asientos no pude evitar rozarme contra él. Me senté y el bus puso rumbo a su destino. Como iba a ser un viaje largo y cansado, me recoste y me quedé dormida. Derrepente algo me despertó, fue una sensación extraña, abrí los ojos y allí estaba el hombre, rozándome mi sexo con sus dedos. Para colmo, al quedarme dormida había abierto, inconscientemente, mis piernas, por lo que podía acceder a él con total libertad. Intenté recriminarle, pero me encantaba sentir sus dedos allí. Además, miré a los demás lados y nadie se percataba de nosotros. El hombre seguía trabajando por encima de mi tanguita que estaba totalmente empapado y yo muy cachonda, por lo que me levanté un segundo y me quité el tanga para que tuviera mayor libertad. Además, abrí mi camisa y dejé a su vista mis pezones hinchados intentando rasgar mi fino sujetador. Al verme expuesta a él, se lanzó a mis pechos, bajandome el sujetaodr, dejando mis tetas libres y empezó a morderme los pezones mientras sus dedos iban entrando más en mi coñito. Llegó a meter 4 dedos. Yo estabga como loca, no dejaba de chorrear e intentab no gemir muy fuerte para que nadie nos escuchara.
Mientras él me masturbaba noté como aumentaba su miembro, por lo que desabroché el pantalón y dirigiendolo hacia mí, paar q nadie nos viera, le saqué su poya, que era de gran tamaño y empecé a masturbarlo. Entonces se acercó a mi odio y me dijo:
- Chupamela, quiero sentir esa lengua tan rica en mi poya.
Me agaché sobre él y empecé a pasar mi lengua alrededor de la poya, enrrollandola y poco a poco me la fui metiendo en la boca mientras seguía enrrollando mi lengua en ella. Mientras, con mis manos le tocaba los huevitos, que de vez en cuando em los metía enteros en la boca para comermelos mientras le pajeaba la polla. El hombre estaba a mil, no dejaba de gemir y apretarme la cabeza para que se la siguiera chupando. Sentí como se corría e intenté separarme, pero no me dejo por lo que se corrió en mi boca y me lo tuve que tragar todo, aunque como era mucha leche me empezó a chorrear por las tetas. Al separarme de él lo cogí con mis manos y me lo comí.
Entonces el volvió a terminar conmigo. esta vez me metió 5 dedos en el coño y 3 por el ano, mientras seguía comiendome las tetas. Yo no podía aguantar el placer, quería gritar cuando me vino el gran orgasmo. entonces lo cayó besándome en la boca.
Nos arreglamos la ropa, ya que no faltaba mucho para el destino y cogí mi tanga y se lo guardé en el bolsillo como recuerdo.