Masturbación en el instituto
El día en el que estaba tan necesitada y caliente en mi instituto que me follé con mis dedos en el baño.
Todo esto pasó cuando era más joven y descubrí la maravilla de la masturbación. Tenía 18 años e iba a un instituto privado. Para serte sincera, pasaba por una época en la cual no paraba de estar caliente y la única forma para parar esa oleada que sentía en mi coño era autosatisfacerme. El problema es que nunca me esperé que esto me ocurriera en mi instituto privado.
Me acuerdo que era por la tarde y estaba en clase, desde que me desperté sentí que mi coño estaba necesitado; no obstante, ese día me había levantado más tarde de lo habitual y ya iba justa de tiempo por lo que me privé de masturbarme y rogué que esa leve calentura solo fuera pasajera. Mis súplicas ni sirvieron y esa ligera calentura se fue intensificando a lo largo del día. Estaba ya en mi penúltima clase, después de una clase más podría irme a mi casa y masturbarme hasta más no poder. Miré el reloj desesperada y todavía quedaba mucho. Estábamos haciendo actividades que la profesora nos había mandado, afortunadamente nuestra profesora actual al ser algo blanda había bastante revuelo en la clase.
Sentía como mi coño cada vez me reclamaba más que saciara mi necesidad por lo que me moví ligeramente haciendo que mi coño estuviera encima del borde de la silla. Mis caderas empezaron a moverse de forma discreta, restregando mi coño contra el borde de la silla y aunque eso al principio sació mis ganas, estas se incrementaron. Ya ni me podía concentrar, estaba empapada hasta más no poder. Me levanté desesperada para decirle a mi profesora si podía ir al baño, ella me permitió y yo fui corriendo como pude. Al llegar y cerrar la puerta del baño con pestillo, levante mi falda escolar, me bajé mis braguitas blancas que ahora estaban empapadas de mis fluidos y lleve mi mano derecha con rapidez a mi coño. Pero en vez de empezar a moverlos sin frenesí, con mi dedo medio rocé de abajo a arriba mi empapado coño. Mordí mi labio inferior para evitar gemir y apoyé mi mano izquierda en la pared desesperada. Mi dedo solo rozaba mi coño y mis caderas de forma inconsciente se movían para tener más contacto. Entonces metí dos dedos dentro de mi, provocándome cierta molestia porque mi coño era muy estrecho. Los saqué lentamente y me los introducí con rapidez y brusquedad, solo cerré los ojos y mi cabeza fue hacia atrás. Joder... Como podía haber esperado tanto a autosatisfacerme? Seguí follandome con mis dedos cada vez más rápido mientras con la palma de mi mano me restriega a el clitoris.
Lo difícil que se me hacía evitar gemir con lo bien que me sentía. Solo estaba yo en el baño, se podía escuchar como me follaba por los fluidos en aquel silencioso baño. Yo, una chica buena, la chica ejemplar de mi clase, adorada por los profesores me estaba follando con mis dos dedos con brusquedad. Mi clitoris estaba hinchado e irritado de tanta fuerza que estaba realizando la fricción haciendo que mi placer se incrementarse. Y de la nada llegó esa oleada que hizo temblar mis piernas, mis paredes vaginales se contrajeran y no pude evitar soltar un leve gemido. Me había corrido en solo cuatro minutos y mi coño ahora estaba hecho un desastre. Saqué mis dedos de mi coño, totalmente empapados. Los miré para lamerlos. Luego solo me levanté, me subí mis brahuitas blanca para salir del cubículo como si en esos minutos no hubieron sentido tanto placer como la jodida perra que soy. Me lavé las manos y solo salí de ahí.
Esa fue la primera de muchas veces que decidí follarme con mis dedos en ese baño.