Masocas locas, etc.

Está claro que sois tal para cual, con ese par de tetazas las dos.

Mantengo una conversación en un chat de internet con una niña de 18 años.

-Encantado, Fedra.

-Gracias, señor. Cuénteme un poco de usted.

-Soy buena gente, simpático. ¿No te importa que te triplique la edad?

-No, señor. Me gusta que usted sea mayor. Me siento mejor así.

-A mí me encanta que seas tan joven, mi niña. Así me siento más fuerte, más poderoso.

-Genial, señor. Yo necesito algo como eso. No valgo mucho, y si puedo servir para que usted se sienta bien, me siento recompensada. Pídame lo que quiera, y si está en mi mano, intentaré complacerle.

-Muy bien. Tus palabras me excitan bastante. ¿Te molesta?

-No, señor, está bien. Me halaga que me diga esas cosas. No me gusta mi cuerpo, con estos pechos tan grandes. Creo que destacan demasiado para mi edad. A veces me veo desnuda ante el espejo y me los golpeo con rabia.

-Vaya, eso que cuentas me excita más todavía. A mí sí me gusta tu aspecto, aunque no se distingue bien en las fotos porque vas vestida.

-Lo siento, señor, ya sabe que en esta página no se pueden poner fotos de desnudos.

-Eso lo vamos a arreglar. Desnúdate, hazte unas cuantas fotos y me las envías por privado.

-Ahora mismo, señor. Pero le pido que no las divulgue. Serán sólo para usted, ¿de acuerdo?

-No te preocupes, nadie más las verá.

En pocos minutos tengo una buena colección de fotos de Fedra. Las ha tomado al espejo de una habitación que se supone la suya, todavía decorada con detalles infantiles. El cuerpo de esa niña preciosa es sencillamente perfecto, adornado con dos tetazas inmensas.

-¿Está bien así, señor? Nunca me había hecho fotos desnuda y no sé si son como usted quería.

-Son maravillosas. Me gusta mucho que tengas las tetas tan grandes. Y la mejor foto es la que te has hecho arrodillada en el suelo.

-He pensado en eso que me ha dicho de sentirse poderoso. Así, viéndome de rodillas, quizás lo sienta usted más aún. De hecho, sigo en esa posición mientras le escribo, por si eso le complace.

-Me complace mucho. ¿Te duelen las piernas?

-Un poco, pero tengo que confesarle que me gusta, espero que no le moleste.

-No me molesta en absoluto, ¿pero qué es exactamente lo que te gusta?

-Creo que necesito sentir eso, me hace estar viva.

-¿Quieres que te ayude con esas cosas?

-No merezco que me ayude, pero si es lo que usted quiere...

-Permanece desnuda de rodillas para mí y azótate las tetas, tienes mi permiso.

-Gracias, señor. Lo estoy haciendo. Soy una niña tonta y sucia, merezco estos golpes.

-Eso te excita, los dos lo sabemos ya.

-Es verdad, y le ruego que me perdone. Si lo desea, dejo de golpearlas.

-No, está bien, sigue. Me gusta que seas obediente. Separa los muslos.

-Sí, señor.

-Golpea también entre tus piernas.

-Oh, señor, esto no lo había hecho nunca, me duele mucho.

-¿Qué sientes?

-Me encanta, me siento más asquerosa, estoy chapoteando, soy lo peor, perdone, por favor.

-Ahora imagina que estoy contigo y te arreo unos cuantos bofetones en la cara. Dátelos tú.

-Buf, me los merezco. Ya llevo un montón, Se me han puesto las mejillas muy rojas.

-¿Te gustaría que te los diera yo?

-Sería un orgullo para mí, si eso le complace.

-¿Vives sola?

-No, estoy con mi mamá.

-Dile a tu madre que tienes que salir a hacer deberes con alguna amiga y ven a mi casa, ahora. Vivo en la calle Dorga, 11. Y nada de ropa interior.

-Sí, señor. Estaré en 15 minutos. Gracias.

...

-Hola, perra.

-Hola, señor. Me da mucha vergüenza verlo en persona. Nunca he tenido ninguna relación con ningún hombre.

-Cállate y levanta la falda. Bien, me gusta ese coño sin pelitos. A ver qué tal las tetas. Genial, enormes y suaves. ¿Te gusta cómo las estrujo?

-Sí, señor. Eso me hace mojarme mucho.

-Toma, desnúdate y ponte esto: zapatos de tacón y collar de cuero.

-Ya está, señor.

-Son mis marcas de propiedad. A partir de ahora los llevarás siempre.

-Sí, mi amo. Ay, gracias por sus bofetadas, me encantan. Mucho más ahora que me las da de verdad.

-De rodillas. Gatea tras de mí. Mañana te pondré aros en los pezones y en el clítoris para completar el uniforme de perra.

-Gracias, mi amo.

-A ver cómo tragas, puta.

-¿Se refiere a meterme eso en la boca?

-Eso es, entera. Muy bien, así. Voy a cambiarte el nombre tambien. Ahora te llamas Obey. Y tú me puedes llamar amo, y también Yéser. Me corro ya. Que no se escape una gota.

-¿Lo he hecho bien, amo Yéser?

-Muy bien. Vuelve a tu casa. Acudirás aquí cuando te lo pida.

-Siempre, mi amo.

...

-Hola, hija. Has vuelto pronto.

-Sí, mami. He terminado en poco tiempo y ya estoy aquí. ¿Te puedo preguntar una cosa?

-Claro, mi Fedra.

-¿Tú y papá os queríais?

-Por supuesto. Tu padre era un hombre muy bueno, y yo le adoraba. Fíjate si lo quería que hacía todo lo que él me decía y yo siempre estaba contenta de estar a su lado. Ahora las cosas ya no son así en la sociedad, pero entonces...

-¿Y a él le gustaba que tú tuvieses el pecho tan grande?

-Jajaja, qué preguntas haces. Le gustaba mucho, pero tú eres aún pequeña para oír esas cosas.

-Ya lo sé, mami. Pero es que se me han puesto las tetas tan grandes como a ti. Yo creo que ni siquiera te has fijado. Y me da mucha vergüenza.

-Pues tienes razón, qué barbaridad. Me recuerdas a mí, yo fui también muy precoz en eso. Déjame ver.

-Mira, mami. Cógelas, son gigantescas. Espera, yo también te las agarro.

-Buf, si nos viera alguien ahora, medio desnudas y tocándonos así, una madre y una hija nada menos... En fin, estamos solas, no pasa nada.

-El caso es que a mí me gusta que me toques, ¿a ti no?

-Jajaja, pues sí, lo confieso. Estás apretando mucho, como hacía tu padre. Eso nos encantaba.

-¿No te duele, mami?

-Me pasa como a ti, me parece. Yo también estoy agarrándotelas con fuerza y no veo que te quejes...

-A mí me gusta mucho esto. Venga, mami, imagina que tú eres papá y yo soy tú.

-Vaya juego loco que te has inventado. Vamos a dejarlo. Me gusta mucho, pero esto no es normal.

-Pero si tú misma has dicho que no nos ve nadie. ¿Qué mal hacemos?

-Ay, niña, si hasta se te han puesto los pezones como piedras. Qué encanto.

-Va, ¿qué haría papi ahora contigo?

-Pues mira, te lo voy a decir. Me daría unas cuantas bofetadas. Eso nos gustaba mucho. Pero yo no quiero pegarte, nunca lo he hecho.

-Por favor, mami, haz como si fueras papá, por favor...

-Toma, perra. ¿Te gusta?

-Mucho, mi amo.

-Buf, hijita, me estás recordando los buenos tiempos. Te he llamado perra, igual que hacía tu padre conmigo, y has respondido diciéndome amo, que era como yo tenía que dirigirme a él.

-Claro, mami. Si yo soy la perra, tú eres el amo, es normal. Yo no sabía que papi y tú jugabais a eso, pero me encanta.

-Has salido a mí en todo, Fedra. Papá estaria encantado contigo. Pero júrame que no lo pasas mal recibiendo mis golpes. Lo último que querría sería eso.

-Al revés, mami. Me gusta mucho que digas que a papi yo le parecería bien. No tengas miedo, vamos a disfrutar de todo esto. Yo no soy más que una niña tonta afectada por esta deformidad de mis tetas y merezco que me apalees y me humilles, lo necesito. Estoy segura de que tienes dentro el espíritu de papá y puedes emularlo poniéndome en mi sitio como es debido.

-Me das una alegría, mi amor. Por mi parte, yo te cedo mi puesto y probamos esta nueva relación, que tiene algo de reencarnación doble. Entonces, perrita imbécil, yo soy ahora tu dueño. Ven que te como la boca como hacía tu padre conmigo. Qué situación más extraña y atrayente.

-Ay, amo, me muerde usted muy fuerte los labios y la lengua. Me encanta, no pare. Y eso que hace con mis pezones, estirándolos tanto, qué rico. Mire, mi coño está mojado, por favor, azótelo...

-Toma, cerda arrastrada, ya no voy a limitarme, me da igual si te dejo marcas, toma, toma.

-¿Puedo correrme, amo?

-Claro que sí, sucia puta, córrete sin parar.

-Guau, ha sido genial.

-Desde luego que sí, mi perra. Ahora ya no hay secretos. Dormiremos en mi cama.

-Gracias, amo. Pero creo que falta algo en todo esto, mami. Mejor si le llamo ama, al fin y al cabo su aspecto exterior es de mujer, con tetazas y coño.

-Es verdad, mi cerda. Llámame ama, y además no olvides que yo sigo teniendo mis necesidades y puedes pegarme cuando quieras, será genial.

...

-Buenos días, ama.

-Buenos días, mi perra. Qué beso más rico. Casi he creído que lo de ayer fue un sueño, pero aquí estás, desnuda en mi cama. Trae, mete tu mano aquí, cerdita asquerosa.

-Oh, me cabe entera en su coño, mi ama.

-Eso es, muévela rápido, muerde más fuerte mis pezones, muy bien. Qué gustazo, estoy rejuveneciendo veinte años. Noto tu puño en mis entrañas, golpeando la base del útero, más, más, furcia, pedazo de basura.

-Yo también noto el suyo, mi ama.

-¡Me corro! ¡Me corro! ¡Córrete tú también, zorra de mierda!

-Ahhh, qué gusto.

-A propósito, cerda, ¿y ese collar que llevas desde ayer?

-No quería contárselo por si se enfadaba, pero es que hay un señor que me lo ha regalado, y tengo que tenerlo puesto siempre, igual que los zapatos de tacón. Me los he quitado para dormir pero me los pongo ya.

-Vaya, cuántas novedades. Tu padre también me hacía llevar esas cosas antes de que nacieras. Creo que las tengo guardadas, ¿te gustaría que nos adornásemos las dos igual?

-Claro, mi ama. Oh, le quedan genial. Vamos a hacernos una foto juntas y se las envío al señor Yéser.

-¿Yéser? Eso es inglés, quiere decir sí señor.

-Jajaja, no lo sabía. Entonces acabo de decir señor sí señor, jajaja.

-¿Y ese hombre quién es?

-Lo he conocido por internet, y ayer estuve en su casa. Me llama Obey.

-Vaya, cuánto inglés. Eso quiere decir obedece. Es como si él fuera de la familia, qué curioso.

-De repente he pasado de ser una niña inocente a tener dos amos, sí. ¿Le parece mal, mi ama?

-Debería enfadarme, pero una polla nos vendrá bien a las dos. Envíale esa foto, y que todo esto no salga de los tres. Y date prisa, que ya es la hora de ir al instituto, niña pervertida.

-Hay otra cosa, mi ama. Él me dijo ayer que hoy me anillaría las tetas y el clítoris.

-Entonces debo llamar al isntituto para justificar tu ausencia. Diré que estás enferma.

-Gracias, mi ama. Mire, nos cita a las dos en media hora.

...

-Hola, perras. Encantado de conocerte, madre de Obey. Te conservas perfecta. Está claro que sois tal para cual, con ese par de tetazas las dos. Tú serás también mi perra, como es lógico. Te llamaré Main, que es como se pronuncia mía en inglés.

-Gracias, amo Yéser. He traído dinero para pagar los aros de Obey y los míos.

...

-Perfecto, mis cerdas. Con esos vestidos ajustados que lleváis se os marcan los aros de los pezones, quedan perfectos. Vamos a mi casa.

-Gracias, amo Yéser.

...

-Bueno, éste es mi apartamento. Obey ya lo conoció ayer. Y esta es mi polla. Dejad de estiraros los aros y venid a jugar con ella, guarras.

-Gracias por sus hostias, mi amo. Veo que mi pequeña ya sabe tragarla entera. Obey, dame un poquito, no seas acaparadora.

-Sí, ama. Qué rica está. Amo, mire, mis agujeritos de abajo también quieren ser estrenados. Ama, ¿me ayuda?

-Claro, mi cerdita. Eres igual que yo, qué ricura.

-Ayyy, me hacen daño entre los dos, usted con su polla en mi culo y usted mordiéndome así, gracias, graciaaaas.

-Vaya, es un placer atornillaros los seis agujeros. Y resistís los azotes muy bien las dos. De rodillas, boca abierta. Ahí va mi lefa.

-Mmmmm

-Mmmmm

-Muy bien, tragad ya. Ahora os voy a mear. Correos mientras bebéis.

...

-Amo Yéser, permiso para hablar.

-Dime, mi puta Main.

-No sé si está al corriente de que yo he pactado con mi hijita que ella haría el papel de mi esclava. Se lo cuento para que pueda aprovechar la situación si se le antoja.

-Sí, ya he oído que te llamaba ama. ¿Cómo puede serme eso útil, cerda?

-Puedo reforzar su entrega hacia usted, prepararla para que esté siempre lista para ser usada... En fin, adelantarme a sus necesidades, mi amo.

-Sois un par de masocas locas. Me encanta.