Masajista a domicilio en Mallorca

Disfruto de satisfacer mis fantasías y las de algunas mujeres maduras como masajista

Siempre me han gustado los masajes corporales. Me encanta tumbarme sobre la camilla y dejar mi cuerpo laxo, abandonándome a los sensuales placeres de unas manos recorriendo tu cuerpo, relajándolo, tonificándolo. De vez en cuando también me doy algún masaje con relajación. Como en todo hay días que uno busca más algo caliente y días más eróticos o donde se busca relajación. Me gusta controlar a mi el punto al que quiero llegar.

Por eso me decidí a ofrecer mis masajes a mujeres, sobretodo maduras para que puedan relajarse y al mismo tiempo llevar el tema erótico a donde ellas quieran, la mayoría están casadas y no quieren ser infieles pero al mismo tiempo echan en falta un relax erótico discreto y liberarse un poco.

Me gusta el masaje y disfruto masajeando a las mujeres porque ellas controlan el ritmo. Algunas quieren simplemente masaje, algunas quieren algo un poco erótico y otras se lanzan al sexo. Mi fantasía y algo que me calienta mucho es el no saber cómo acabará ese masaje.

Me dispongo por tanto a ir contando algunas de mis experiencias.

Una mujer contactó conmigo por email, buscaba un masaje. Fui a su casa como habitualmente. Allí preparamos todo y se desnudó, tumbándose boca abajo, con la toalla, tapándole de la cintura para abajo.

Era una mujer atractiva, delgada, buena figura y muy agradable.

Lo más atrayente de la situación es el magnetismo sexual que se genera. En este caso, fue tan grande el impacto sexual que se produjo que notaba como, durante el masaje, la vagina se humedecía y contraía, como preparándose para una penetración.

Al entrar le pregunté: “¿La señora se dará un masaje corporal completo?”, a lo que respondió, con un hilo de voz para no dejar traslucir el deseo que se había apoderado de su persona, que sí.

Me acerqué a la cama y con toda naturalidad le quité la toalla dejándola completamente desnuda.

Noté como ella sentía un escalofrío de deseo por todo su cuerpo y como aumentaba la humedad entre sus piernas. El brillo inconfundible.

Comencé por masajearla la espalda y el cuello con movimientos lentos, pero fuertes, recorriendo cada uno de sus músculos que al paso de sus manos se descontracturaban y relajaban. A continuación seguí con los muslos, recorriéndolos de abajo arriba y de arriba abajo. Cuando sus manos se acercaban a la entrepierna ella se estremecía de placer y sensualidad, mientras su vagina seguía desprendiendo jugos, que llegado ese momento, habían empezado a resbalar de su coño y habían mojado ligeramente la sábana de debajo.

“¿Le importaría darse la vuelta, señora?”

Se dio la vuelta, exponiendo sus pechos y su pubis desnudo a mi mirada. Al darme la vuelta y tumbarme boca arriba, había dejado las piernas ligeramente entrabiertas, por lo que no podía dejar de ver mi pubis húmedo y abierto como estaba. Mi  mirada se detuvo en su coño, sintiendo el deseo sexual que me vino y como el bulto de mi entrepierna creció ligeramente.

Comencé con sus muslos, igual que antes de arriba abajo y de abajo arriba, pero ahora mis manos se acercaban más que antes a la entrepierna. Sentía los jugos vaginales resbalar de mi coño, humedeciendo el canalillo entre éste y el ano. Era algo que no podía dejar de darme cuenta y por el tamaño que iba adquiriendo mi paquete era evidente que ella también percibía mi excitación.

Mis manos cada vez se acercaban más y más a su entrepierna, hasta que cada vez que subían por los muslos llegaban a rozar ligeramente mi coño.

El deseo que sentía era cada vez mayor, su vagina estaba empapada y deseaba más con cada roce la penetración. Cuando mis manos rozaron de nuevo mi coño, abrió sus piernas, lo suficiente para hacerme entender que deseaba otra clase de masaje más íntimo y sexual.

Me desnudé y me eché encima de ella, penetrándola de un solo golpe al mismo tiempo que su boca buscaba y encontraba la mía y su lengua penetraba hasta el fondo de mi garganta.

La vagina se cerró al sentir mi pene dentro de ella, apretándolo en un movimiento involuntario como para no dejarlo salir. Sentía sus empujones en el fondo de su coño, dándome un placer intenso, al mismo tiempo que sentía su cuerpo, apretándome los pechos con el suyo y su lengua apresando la mía.

Levantó mis piernas, apresando sus nalgas con sus pantorrillas, y mi pene penetró más profundamente dentro. La oleadas de placer previas al orgasmo empezaron a recorrer mi cuerpo, hasta que sentí como si todo mi cuerpo estallara mientras sus piernas le empujaban más adentro y su vagina apresaba su pene como para impedirle salir.

Al sentir mi orgasmo sus movimientos se aceleraron haciéndose más rápidos y mas profundos hasta que estalló, a su vez, su orgasmo. Cuando sintió mi semen caliente golpeando el fondo de su coño y las pulsaciones de su pene dentro de mí, le vino un segundo orgasmo, más suave y pequeño que el primero, pero no por ello menos agradable y excitante.

Terminamos el masaje, nos vestimos y me despidió cerrando una cita para la siguiente semana.

Como he comentado disfruto haciendo masajes a domicilio y ahora contando las historias que me van sucediendo, no solo con el consentimiento sino con la complicidad de mis clientes que les gusta leerlas y ver su historia reflejadas. Me comentan que tienen muy buenos orgasmos leyéndolas y recordando. Las excita que otra gente las pueda leer, incluso sus maridos en su caso. Siempre discreción y todo anónimo.

Para contactar conmigo xalocm@terra.com