Masajes a Luz Mery
Haciéndo masajes a la empleada de un cliente.
Los masajes a Luz Mery
En el desempeño de mis actividades laborales, debo visitar habitualmente diverso tipo de clientes; es así como uno de ellos, un ingeniero civil de la ciudad, se comunicó a mi móvil para requerir de mis servicios; quedamos en visitarle en su residencia, pues allí es donde él tiene su despacho profesional. Ese día, acudí a las 2 de la tarde y me presenté, siendo atendido en primera instancia por la empleada de la casa, una mujer un tanto atractiva, de unos 35 años, de buena figura, bien formada y esbelta. Tengo que confesar que causó un buen impacto en mi; ese día las cosas transcurrieron en calma, sin ninguna clase de alteraciones.
Poco a poco, y después de más de diez ocasiones en que visité a este cliente, fui tomando mayor confianza con todos ellos, incluso con Luz Mery, su empleada, quien desde el comienzo fue bastante gentil conmigo, ya que siempre me ofrecía un buen café caliente y recién hecho; ya entre chiste y broma, yo le decía que el café me gustaba con bastante "quereme", lo cual ella se lo tomaba con una sonrisa un tanto picarona.
Una buena tarde, la esposa del cliente me comentó que su empleada sufría de unos fuertes dolores de espalda; muy "comedidamente" me ofrecí a mirar si yo podría ayudarle en algo. Inicialmente, ella con toda la precaución del caso dejó masajearle la espalda sin mayor complicación de mi parte; luego de dos veces más, se encontraba en franca mejoría, pues la verdad es que sé del asunto y lo de ella no era más que simple tensión muscular por su ritmo diario de trabajo, algo que en verdad era fácil de manejar.
Pasados los días, debí presentarme de nuevo donde mi cliente; su esposa e hijos se encontraban de vacaciones en una finca cercana a la ciudad; junto a él se encontraba en casa Luz Mery, a quién le indagué por sus dolores, respondiéndome que ya estaba mejor. Una vez nos dispusimos a laborar, mi cliente me informó que se debía ausentar pues debía visitar una obra que estaba finalizando y que yo me podría quedar cómodo terminando mi gestión, bastante larga por cierto. Una vez el se retiró, Luz Mery me ofreció un nuevo café; le contesté que me gustaría mucho, pero que esta vez le agregara todo el "quereme" que ella quisiera. Con un poco de rubor en su cara, ella me indagó sobre el significado del tal "quereme"; le contesté que eso era una broma para manifestar lo bueno del sabor y del cariño con el que me lo preparaba y me lo servía. Un poco relajada me contestó que eso era cierto, pues le agradaba servirme siempre, ya que yo era muy gentil y educado para con ella; además, que durante los masajes se sintió muy cómoda y complacida de mi colaboración. Aprovechando todo en ese momento, le expresé que a mí también me había encantado servirle de esa manera, y que bien estaría dispuesto a volverle a servir cuando ella deseara. Así fue que le propuse un nuevo masaje ahí mismo, lo cual fue recibido con su aprobación. Subimos a la planta superior de la casa y en la habitación de uno de los hijos, donde siempre le hice los anteriores, procedimos a iniciar el masaje.
Mucho más relajada que las ocasiones anteriores, ella se retiró su camiseta y se acostó boca abajo; le propuse que se quitara también el Jean que portaba, a lo que no puso ningún reparo; así que lentamente y con la mayor calma del mundo, le inicié un masaje especial con un buen aceite para niños; generosamente distribuía este por su espalda, piernas, pies y demás; reinicié por su espalda con bastante agilidad a lo que ella siempre mostraba su agrado. Al llegar a sus glúteos, sin mediar palabra, tomé sus tangas negras de ambos lados entre mis manos y lentamente las fui bajando hasta retirarlas por completo; tampoco hubo respuesta de su parte; nuevamente empecé a masajearla desde la nuca hasta los tobillos y viceversa, mostrando especial interés por sus glúteos, los cuales acaricié con bastante sutileza, pero con igual dedicación. Pude observar cómo en lo poco que tenía abiertas sus piernas, su sexo húmedo y sus lentísimas pero apreciables contracciones cada vez que pasaba mis manos por el interior de sus muslos y entrepiernas. He de decir que a estas horas, yo estaba que ardía, no sólo de calor, sino de excitación; decidido al todo por el todo y en vista de su "aceptación", le dije que me estaba matando el calor, a lo que ella, también bastante atrevida, me dijo que bien podría estar yo de igual manera a ella y desnudarme sin problemas, aprovechando la soledad.
Sin dudarlo un instante, de manera rápida me despojé de todo lo que tenía encima; ya sin barreras en el horizonte, no sólo continué un ardiente masaje, sino que empecé a tocarla de manera abierta y total por todas partes, ya no sólo con mis manos; también con mi cuerpo totalmente sobre ella le apoyé mi pecho en su espalda y gracias al aceite en ella, resbalábamos deliciosamente hasta el punto de contacto especialmente entre nuestros sexos, pues yo estaba totalmente encima de ella; en un momento ella gira su cabeza a la derecha y nos encontramos frente a frente a escasos centímetros; me lanzo a sus labios y le doy un prolongado e intenso beso , mientras con mi mano derecha introduzco mi pene entre sus nalgas y ella lanza un delicioso gemido indicándome su excitación y aceptación. De allí en adelante, todo fue fantasía; mi mano izquierda se apoderó de sus senos mientras que la derecha fue directamente a su clítoris, masajeándolo con dedicación mientras ella continuaba con sus gemidos y sus ahora generosos movimientos de caderas, logrando que mi verga se introdujera por completo en su vagina. A partir de entonces, yo continué con mis movimientos y ella colaboró aún más pues me dijo que quería estar sobre mí; me levanté de encima y ella se giró, mostrándome por completo sus labos vaginales y su clítoris completamente inflamado y lleno de sus jugos. De nuevo introduje mi verga en su vagina y continué mi rápido mete saca. Por su parte, ella me abrazó tanto al cuello con sus manos como la espalda con sus piernas, haciéndo así más intenso y cercano nuestro contacto; me dediqué con especial empeño a sus senos con unos pezones totalmente erectos, besándolos y apretándolos locamente. Nuestros sexos palpitaban de la excitación y prontamente llegamos juntos al orgasmo; tengo que decir aquí que ella me dejó completamente bañado en sus fluídos vaginales, pues en el momento que llegamos al orgasmo ella empezó una serie de emanaciones increíbles. Posteriormente le indagué sobre el orígen de tan abundante llegada, contestándome que en ocasiones, cuando se encontraba bien excitada y tenía a un buen amante a su lado, ella se dejaba venir intensamente. Me alegré por esto, pues pocas veces lo había visto así.
De mi parte, he de decir que yo me vine en su interior de manera aceptable, pero ella lo recibió con una buena impresión; justo antes de llegar, le alcancé a preguntar si podría hacerlo, respondiéndome que estuviera tranquilo puesto que estaba operada hace años; esto fué la mecha de un buen incendio que se generó en nuestro interior en ese momento.
Terminamos con un prolongado beso, prometiéndonos compartir más sexo en la medida que sus "dolencias" lo hicieran propicio.
Más adelante, narraré otra sesión de masajes íntimos a mi nueva amante.