Masaje y sauna
Imaginad a Clara desnuda recibiendo un buen masaje
Una buena oferta para pasar toda la mañana en el balneario céntrico del Westin es a toda luces una buena idea.
Tres horas de auténtico relax con un buen masaje y una copa de Champán puede hacer de la velada un premio a nuestras vidas ajetreadas.
Fuimos cada uno a nuestros respectivos vestuarios.
Clara, al cabo de unos minutos salió con solamente una toalla. Su cuerpo lo cubría hasta mitad de muslo.
Fue inevitable, verla así provocó en mi la excitación que andaba buscando.
El contorno de su figura resalta en mi las ganas de morbo. Sabe provocarme como nadie lo ha hecho.
Nos recibió un chico con dos copas de Champán, aceptamos gustosos con una sonrisa. Nos animó a entrar en la estancia de los masajes y aconsejándonos sentarnos en dos formidables sillones nos dijo que esperásemos a los masajistas.
No había transcurrido ni diez minutos y con Champán todavía en las copas, el muchacho entró lamentando que la chica encargada de los masajes a las féminas se acababa de torcer el tobillo, y por tanto, no iba a poder hacerle el masaje...a no ser que no le importara que él mismo le hiciera el masaje.
Sin dejar tiempo a responder a Clara, contesté que por supuesto que no nos importaba. Clara sonrió y asintió con la cabeza.
El joven nos animó a terminar tranquilamente la copa mientras iba a avisar a su otro compañero.
Transcurridos unos escasos minutos aparecieron los dos chicos jóvenes.
Dos muchachos que no llegarían a los 30 casi seguro, bien parecidos y de apariencia atlética.
Nos acomodaron en la especie de «camilla» donde se realizan los masajes. Clara tuvo que hacer un esfuerzo al tumbarse para no enseñar el coño.
Estaba totalmente tumbada boca abajo y la toalla le cubría las nalgas hasta mitad posterior del muslo, pero el movimiento de ajustarse la toalla hizo subir la prenda un poco más arriba, mostrando un poco más alla de lo que supuestamente pretendía.
Sin mucho esfuerzo cualquiera que se inclinara un poco podría verle las nalgas y todo su estupendo coño.
Una vez tumbados los dos, comenzó el ritual de aceites y olores.
El incienso se adentra en todos los recodos de la estancia haciendo del lugar un habitáculo especial.
Clara quiso encajar el rostro en el orificio preparando para ello, yo preferí ladear mi cara hacia ella para ver como le daban un buen masaje.
Al instante comencé a sentir las manos del masajista en mi espalda, a la par que el otro «profesional» daba cuenta de los hombros y espalda de ella. Una música relajante con una luz tenue invitaba a dejarse llevar totalmente.
Mis ojos se centraron en las manos del masajista de Clara.
Iba «trabajando» el cuerpo poco a poco.
Unas manos húmedas por los aceites aromáticos iban recorriendo cada centimetro.
Con el permiso de ella, el joven bajó la parte de arriba de la toalla para descubrir toda la espalda. La tela llegaba justo hasta el trasero.
Los movimientos lentos, pausados y firmes estaban consiguiendo que ella se sintiera más relajada...y del relax...a la excitación.
Era inevitable, el tipo era muy bueno en lo que hacía, y una hora daba para mucho, no había prisa.
Ayudó a Clara a quitar la parte de delante para cubrir solo la de atrás. Ella sentía sus pechos desnudos pegados a la sábana de la camilla.
Fueron tan hábiles que en ningún momento se le vio nada...pero ahí estaba ella, totalmente desnuda cubierta solamente por una toalla. Con tres tíos que no perdían detalle.
Después de un rato en la espalda, las manos se empezaron a deslizar en el borde justo de las nalgas, paraba, se ponía más aceite y continuaba.
A Clara se le oía respirar.
Con disimulo dobló la toalla y la levantó un poco (mostrando todo el culo), al dejarla caer solo le llego hasta mitad nalga.
En ese momento, mi masajista ya no disimulaba, no iba a perderse el espectáculo.
El chico deslizó claramente la mano por la parte superior del trasero mientras con la otra mano agitaba un bote. Una vez abierto vertió el líquido aromático en espalda hombros y nalgas, y continuó el desfile de dedos y palmas sobre el cuerpo de Clara.
Al cabo de un rato se centró en la parte superior del culo. Los dedos resbalaban por su hermosa cola como una patinadora sobre el frio hielo.
La sobada sin ser total si que era descarada.
La respiración de Clara era más que evidente. Le estaba encantando sentir las manos de un desconocido sobre su culo.
Una vez terminada la parte superior el joven centró su interés en las extremidades inferiores.
Las manos recorría toda la extensión de sus piernas hasta que de repente se ocultaban dentro de la toalla...el manoseo era más que evidente, por supuesto, duradero, ya que se recreaba durante largos segundos en su culo.
Clara alucinaba, respiraba de forma ansiosa, pequeños jadeos se le escapaban debido a el placer que sentía mientras le masajeaban las nalgas de forma tan intensa.
Y con el movimento, la toalla se subía dejando casi al descubierto los labios vaginales de ella.
El chico ya no podía ocultar la erección que tenía. Un bulto enorme que rozaba con los brazos de ella en cuanto podía.
Mi masajista hacía lo que podía, más preocupado por lo que sucedía en la otra camilla que en mi masaje.
El muchacho le pide a Clara que se de la vuelta.
El movimiento, la incomodidad de la postura y la toalla mal situada hizo que se le viera totalmente los pechos y el coño. Mi polla creía que iba a explotar...y creo que no era la única.
Vuelta a empezar, brazos hombros y muslos; ahora desde delante son devorados por las manos jóvenes y fuertes del masajista.
Los dedos de nuevo se esconden por debajo de la toalla cada vez que alcanzan los muslos...Clara, con la boca entre abierta disimulaba como podía lo terriblemente cachonda que estaba...el coño parecía una cascada donde fluía el líquido semidenso y caliente.
Una temperatura elevada entre la piernas que calentaba el resto del cuerpo.
Los movimientos del chico buscaban que la toalla dejara adrede los pechos al descubierto, cuestión que aprovechaba para darles un buen masaje también.
Los pechos son una parte importantísima para un buen masaje. Y por tanto, no se pueden dejar al olvido, se tienen que acomodar a la firmeza del masaje.
Una sensación recorre las entrañas de ella, jamás sus tetas fueron tratadas con esa disciplina. Son manoseadas de tal forma que los pezones se erizan reclamando el roce de los dedos.
Ahí estaban sus tetas, a la vista de lo tres, y delante de todos eran manoseadas.
Un morbo que me inundaba a mi y a ella.
Él también se acuerda de su gozo, y en cada giro, vuelve a frotar su polla contra el cuerpo de ella.
Le pide que se de la vuelta de nuevo. A duras pena puede cubrirse la desnudez.
Aparta media toalla y le deja libre toda la cacha derecha. Con una mano sobre la nalga frota la otra contra la pierna, subiendo y bajando alcanza desde el gemelo hasta todo el culo.
Un magreo de piel con piel que funde las manos sobre ella. Intenso y extasiante.
La mano suave y deslizante recorre el interior de los muslos. Un movimiento firme y placentero que obliga a Clara a abrir las piernas.
Desde esa postura las yemas consiguen acariciar ligeramente los labios del coño. No se va más allá, pero solo sentir la firmeza en el interior de los muslos y el roce leve en los labios es suficiente para que en silencio, crea desvanecerse de placer.
Un deleite reservado solo para ella.
Está muy excitada. Se hubiera dejado hacer lo que fuera con tal de correrse sobre las manos del desconocido.
El chico, con el roce evidente de su miembro con el cuerpo alcanza un orgasmo silencioso que solo él es consciente, y también, todo aquel que vea una mancha que resaltará en breves instantes sobre su pantalón.
Ella se ha quedado con la dureza del miembro dibujando líneas en la piel humeda y resbaladiza.
Así transcurrió una hora que se hizo corta a ojos de todos. El disfrute de Clara fue total, una esperiencia que jamás podría olvidar.
Mientras los chicos se alejaban totalmente empalmados nosotros dábamos las gracias por el «trabajo» realizado, y ajustándonos las toallas nos acercamos a la sauna.
Clara iba andando con dolor de coño, se había quedado con las ganas de correrse en la cara de alguien, estaba cachonda perdida, el coño era una balsa a punto de desbordarse.
Al entrar en la sauna nos encontramos con un señor de unos cincuenta años delgado, totalmente empapado en sudor.
El calor era alto, pero no asfixiante.
En cuanto lo vi pensé que le iba a dar un buen espectáculo; aprovechando la excitación de ambos agarré a Clara y le susurré al oído un «vamos hacer que este tipo se lo pase bien»...Clara sonrió como solo lo saben hacer las perras en celo.
Nos acomodamos frente al hombre. El tipo disimulaba pero no nos quitaba ojo.
Por la situación, acordamos no coger el cazo del agua para hacer más cómodo el rato no elevando el calor de la sauna, y así, volver más soportable la estancia.
El tipo parece que lo ha intuido y tampoco hace aman en ningún momento de alcanzar el agua.
Comenzamos a besarnos y a tocarnos sobre la toalla, nuestras risas y susuros las acompaño deslizando mis manos por sus muslos...paramos y miramos al tipo.
Una sonrisa de imbecil que acompañaba a su cara de incredulidad afirmaba que los estábamos haciendo bien.
Clara, a una orden mía, se sube un poco la toalla y abre las piernas, así, con las rodillas mirando cada una hacia un lado le muestra un coño que parece una golosina.
Ella mete su mano por la abertura de mi toalla y comienza a tocarme la polla. El gesto de él nos advierte que tenemos vía libre...el señor se acomoda su polla como puede con la mano, mientras con la otra se sujeta la toalla...el bulto empieza a ser considerable.
Ella sin disimulo saca mi polla con la mano derecha y comienza a pajearme mientras sube su toalla un poco más.
El hombre haciendo lo propio nos insinúa un pollón terriblemente grueso. Una longitud normal pero un grosor extra grande.
La visión de tener enfrente a una hermosa mujer enseñando su coño rasurado mientras masturba a otro hombre le hace preguntarse si «esto está pasando de verdad».
Con mi mano izquierda le abro la toalla y cominezo a introducirle dos dedos en el coño, los jadeos son sonoros, no quiere disimular, quiere que la vean gozar...que disfruten de su gozo.
Al rato de estar pajeándonos se tumba boca abajo y comienza a comerme la polla, saboreando mi glande y lanzando miradas al otro tipo, como si le dijera al desconocido lo buena zampapollas que era.
Yo aprovecho la postura y le subo la toalla para mostrale al hombre todo el culo de ella. Intentando imitar la experiencia del masajista comienzo a sobarle el trasero con las dos manos mientras sigue chupando mi polla.
Sin aviso, Clara se coloca de pie y de un movimiento se arranca la toalla mostrando todo el cuerpo desnudo al tipo.
Éste, como desafiando el gesto de ella aparta su toalla y deja la polla y los enormes huevos al descubierto.
Clara se vuelve a tumbar para a la par tragarse mi polla.
El hombre se levanta despacio y pidiéndome permiso con la mirada, se sienta al lado de ella completamente desnudo y sin parar de masturbarse.
Estira la mano y comienza a tocarle las piernas y las nalgas lentamente, Clara acelera el ritmo de la mamada.
El tipo se arrodilla y comienza a pasarle la lengua por las nalgas, mientras que con las manos toca todo lo que puede.
Lame, chupa e incluso muerde las nalgas de mi queridísima mujer.
Una lengua que se extiende por todo el culo absorbiendo cada poro de su piel.
Ella le invita a seguir levantando el culo y arqueando la espalda, entonces él, agarrando el culo con las dos manos y colocándose completamente detrás, mete su cara entres las nalgas para pasarle al instante la lengua por el coño y por el ano.
Así, lamiendo como si de un perro que busca saciar la sed se tratara, pasea la lengua de forma contundente y ruda.
Los gritos de ella son de escándalo.
No puede seguir chupando mi polla y se limita a pajearme.
Necesita jadear y gritar, y tener una polla en la boca se lo impide.
Mientras el tipo le introduce la lengua en el coño, chupa su clítoris y lame su ano, ella comienza a pedirle que no pare.
El hombre sigue desenrollando la lengua a modo de alfombra Persa. Alcanzando con ella, las paredes del interior de sus nalgas, se esmera con el agujero del coño y con el clítoris, mientras se traga todos los liquidos que brotan a modo de néctar de su bella vulva.
El sabor salado lo pone más cachondo si cabe. Le duele la verga de la excitación.
Una auténtica comida de culo y coño que dejaría saciado a cualquiera que supiera apreciar semejante manjar.
Clara está que explota de excitación, disfruta como nunca antes había disfrutado con una comida de coño. Un placer intenso que la obliga a extender el brazo para agarrar la nuca del sujeto y apretar más si cabe su cara contra un coño apunto del clímax.
Pero sobretodo, es el morbo de encontrase a cuatro patas con la cara de un tipo metida entre sus nalgas mientras yo estoy mirando la que la está volviendo loca retozando de placer.
La visión de Clara jadeando mientras un desconocido le come el coño me provoca unas ganas terribles de follármela.
Me pongo de pie y la levanto. Ella le pide al desconocido que se siente, me sitúo detrás de ella y le meto de golpe toda mi polla.
Un coño resbaladizo mezcla de flujo y saliva hace fácilmente la penetración.
Agacho la espalda de ella para que se meta como pueda en la boca tremenda verga.
Tiene que abrir la boca más de la cuenta para poder saborear semejante pollón.
La suavidad, el calor y la dureza del miembro la excita más si cabe, y por tanto, provoca que se esmere en una felación memorable.
Así, comienzo a follarmela mientras se traga el pollón del hombre.
Ella hábilmente chupa y pajea la verga del señor, provocando que el tipo se revuelva de palcer. Sus manos también masajean los huevos del desconocido.
Enormes testículos que prometen un abundante Maná en forma de esperma.
Cominezo a pegar empujones más fuertes mientras ella se toca el clítoris a marchas forzadas.
Los minutos pasan a la velocidad del rayo. Todos estamos disfrutando. Un placer extremo que nos lleva a perder la noción del tiempo. Solo el morbo importa.
Me encanta ver disfrutar a Clara de esa forma.
Los alaridos del tipo nos avisa que está apunto de correrse, ella se saca la polla de la boca y comienza a pajearlo rápidamente logrando una explosión en sus huevos que logra llenarle la cara de esperma...Así, el tipo intentando recuperarse, se incorpora y mientras yo me la follo él la ayuda a correrse tocándole también el clítoris.
Empieza a sentir un placer inmenso que recorre toda su espalda y que le hace temblar las rodillas, un agudo latigazo de inmenso gusto se reune en forma de explosión en su castigado clítoris.
Al instante alcanza un orgasmo brutal que por simpatía provoca otro en mi...me corro dentro de ella mientras le agarro las caderas metiendo más si puedo toda mi polla. El tipo, exhausto, se sienta para comenzar a tocarle los pechos.
A los pocos minutos de encontrase en medio de dos hombres, se da la vuelta y me abraza, me mete la lengua en la boca y nos besamos intensamente.
El hombre se arrodilla para comenzar a besarle lentamente las nalgas y los labios del coño.
Al poco rato de estar así, apartamos al desconocido y nos marchamos a la ducha mientras el hombre a puras penas puede mantener la respiración.