Masaje VIP

Relato ficticio basado en los pensamientos eróticos que un masajista real tiene sobre alguna de sus clientas.

Relato ficticio basado en los pensamientos eróticos que un masajista real tiene sobre alguna de sus clientas.

Cómo todos los días, me había quedado dando vueltas en la cama tras apagar la alarma del móvil y no me había dado cuenta de la hora que era. Otra vez iba a llegar tarde al trabajo.

Rosario me había amenazado ya varias veces con despedirme si no espabilaba, pero luego nunca lo hacía. Quizás porque soy uno de los pocos masajistas jóvenes que quedan en su hotel. A mi realmente no me importaban mucho sus amenazas porque estaba harto de masajear pensionistas que se hospedaban allí por los viajes del inserso. Además ese era mi último año en la carrera de fisioterapia, cuando acabara iba a dejar ese trabajo y a buscar algo que me gustara de verdad.

Era un día muy caluroso y encima había perdido el autobús así que tuve que ir en bici hasta el trabajo. Cuando llegué estaba ya cabreadísimo, estaba claro que no era mi día. Y cómo no, hay estaba Rosario esperando mi llegada, preparada para soltarme la misma bronca de siempre. Que soy un caradura. Que si la juventud de hoy en día no valoramos nada. Que si patatín patatán. Ya ni si quiera la escuchaba.

  • ¿No vas a decir nada Carlos?.

  • Sí, perdone Doña Rosario. - digo mientras meto la bicicleta en el almacén de recepción -  Ya sabe que sólo hay un autobús que pase por el hotel desde mi barrio y bueno, he vuelto a perderlo.

  • Si, si. Igual que ayer y antes de ayer. Y también la semana pasada y la anterior. Espabila anda. Si sigues aquí es porque a las abuelitas les gusta que haya chicos jóvenes y guapos que les den masajes. Pero si recibo quejas no tendré ningún motivo para mantenerte en plantilla. A trabajar, que ya es lo suficientemente tarde.

  • Si Doña Rosario, gracias y no volverá a ocurrir.

Cada día la odiaba más. Parecía que me estaba haciendo un favor, que ganas tenía de irme a trabajar a otra parte. Si no fuera porque necesitaba el dinero para acabar la carrera ya me habría ido hacía mucho tiempo.

Por si todo esto fuera poco me voy a recepción para recoger el listado de clientes que tendría ese día y la mayoría son pensionistas que quieren masajes relajantes.

Me pasé toda la mañana escuchando las charlas de las abuelillas, otros días hasta me reía con ellas, pero estaba tan cabreado que lo único que quería era que se callasen y se fuesen.

Me decían lo guapo que era y lo fuerte que estaba, por lo visto a todas les gusto para sus nietas. Hay que reconocer que eso sube la moral, la verdad es que nunca me he considerado muy guapo, pero me machaco en el gimnasio y estoy bastante musculado. Soy moreno, tengo los ojos negros y soy bastante alto.

Había ido tachando de la lista a los clientes con los que iba acabando y ya sólo me quedaba uno. Una tal Elena, no ponía que fuera del inserso así que recé porque fuera una clienta de otro tipo y realmente quisiera relajarse en silencio. Encima la señora había contratado un masaje especial, nuestro masaje 'vip', que duraba 60 minutos y que iba desde la cabeza a los pies incluyendo todas las partes del cuerpo, desde las palmas de las manos hasta las de los pies.

Salí a la sala de espera a buscarla y para mi sorpresa era una chica joven y muy atractiva. Morena, ojos verdes y un cuerpo de escándalo. Era delgada pero no excesivamente, la blusa que llevaba era ancha pero dejaba ser un escote bastante generoso.

La salude, me presenté y la invité a pasar, a lo que la chica sólo respondió ruborizándose. Perecía tímida. Al final iba a resultar que mi última hora de trabajo iba a ser tranquila.

Entramos en la sala de masajes y le expliqué un poco en qué consiste el tipo de masaje que había contratado:

  • Bueno Elena, como te habrán explicado, el masaje VIP va encaminado a lograr la máxima relajación del cliente, así que te voy a pedir que te pongas esta especie de bikini desechable y mientras voy a preparar la sala. Voy a dejar una luz muy tenue y normalmente pongo música relajante, ¿te parece bien?.

  • Si bueno, todo menos lo del bikini ese, ¿ no es muy pequeño? .

  • No te preocupes por eso, es para no manchar tu ropa con los aceites corporales que uso para el masaje, pero encima te pondré unas toallas que iré moviendo según la zona que tenga que masajear.

  • Está bien.

Era muy tímida y parecía avergonzada con la situación. Mientras que ella se cambiaba tras unas cortinas no podía evitar pensar en lo buena que estaba y en las ganas que tenía de verla allí tumbada con ese mini bikini de papel que no deja nada a la imaginación. De pronto me di cuenta de que estaba empalmado y con los pantalones del uniforme se notaba muchísimo mi erección así que me di prisa en bajar las luces y pensé que quizás la chica se había dado cuenta antes.

Cuando salió intente no mirarla y me quedé preparando los aceites del masaje intentando parecer profesional. Se tumbó en la camilla nerviosa y yo no pude evitar mirar sus tetas transparentadas bajo ese mini bikini de papel. Eran enormes y preciosas. Intente no mirar directamente para que no lo notara por miedo a que pudiera quejarse a mi jefa. Doblé dos toallas y le coloqué una sobre el pecho aguantando mis ganas de tocarlo y otra sobre el pubis. Al quitar las toallas vi un antifaz que tenía allí para proteger los ojos en algunos masajes faciales en los que usaba cremas. Pensé que sería buena idea dárselo ya que así podría mirar a donde quisiera sin preocuparme de que diera una mala opinión sobre mí. Aunque con lo tímida que era lo mejor sería decirle que es parte del masaje y así evitaría que lo rechazara.

Así que la engañé un poco y le coloqué el antifaz. Ahora podría mirar tranquilamente ese cuerpazo que tenía allí delante. El problema eran las toallas pero ya me las apañaría para quitárselas con alguna escusa.

Empecé a masajearle los pies sin dejar de mirar su prominente pecho que me tenía completamente embobado. Le rocié el aceite por las piernas y empecé también a masajearlas, intentaba ir despacio y con calma pero la expectativa de quitarle la toalla y ver de nuevo sus tetas me estaba acelerando. Cuando llevaba un rato masajeando sus piernas me di cuenta de que sólo pensaba en quitarle esas toallas de encima y contemplé la posibilidad de decirle que las tenía que quitar para echarle aceite por todo el cuerpo con la escusa de que así se iría absorbiendo. Lo planeé en mi mente pero luego decidí que sería mejor probar a quitarle una y ver cómo reaccionaba. Si se quejaba siempre podía usar la escusa del aceite.

Así que procedí a quitarle la toalla del pubis ya que la zona que estaba masajeado en ese momento seguían siendo sus piernas. La quité con miedo, despacio y la solté en la mesita auxiliar. Ella no dijo nada, así que seguí con el masaje cada vez más excitado.

Tenía las piernas duras y delgadas. Había poca luz pero podía ver perfectamente su coño depilado a través del transparente bikini. A esas alturas estaba ya tan cachondo que me daba igual lo que le pudiera decir a Rosario. Así que le abrí un poco las piernas y empecé a masajear otra vez de abajo hacia arriba por la parte de dentro de sus piernas. Cuando llegué a sus muslos empecé a oír su respiración, eso me puso aún más cachondo. Le estaba gustando. Subí masajeando sus muslos hasta rozarle el coño con el dorso de mi mano.

Quería quitarle el bikini y comerle el coño pero era un clienta y tenía que seguir con el masaje. Seguí ascendiendo hasta su barriga y le quité la toalla del pecho, a lo que ella tampoco dijo nada. Los ojos se me fueron solos a sus pezones que estaban erectos y se notaban perfectamente bajo el fino papel del bikini que no tapaba ni la mitad de sus tetas. Me moría por tocarlas y por morder esos pezones pero me tuve que conformar por masajear su barriga y rozar un poco con los dedos la parte baja de sus pechos. Ella no decía nada y su respiración era más fuerte. Estaba con los labios entre abiertos, joder, le estaba poniendo. Quería arriesgarme con ella, quería meterle mano y quería follármela allí y ahora. Pero la situación no estaba cómo para arriesgarse por una boquita entre abierta y una respiración entre cortada. Necesitaba más indicios de que le estaba gustando y de que no pondría el grito en el cielo si iba más allá del masaje.

Yo continuaba con el masaje, me arriesgué un poco más y le enrollé un poco la parte de arriba de la braguita de papel para masajear su pelvis. Ella no dijo nada. No oponía resistencia ninguna. Me detuve allí un rato y luego subí hasta el cuello. Para masajearla bien me puse detrás de su cabeza, desde donde tenía una visión perfecta de sus tetas y de su boquita abierta. La polla me iba a estallar de lo caliente que estaba. Me imaginaba sacándomela de los pantalones y metiéndosela en la boca de una estocada mientras que le tocaba las tetas. Con estos pensamientos lo único que conseguía era ponerme más y más pero venían a mi cabeza sin poder evitarlo. Me volví a arriesgar metiendo mis dedos entre sus tetas y acariciando la parte de arriba de su pecho con las yemas de los dedos. Me dieron ganas de acariciar sus labios y de meter un dedo en su boca.

Pasé a masajearle los brazos y las palmas de las manos aunque sin detenerme mucho tiempo. Le susurre que se diera la vuelta y obedeció sin decir nada.

Volví a bajar hasta los pies, los rocié de aceite y empecé a subir poco a poco por sus piernas sin perder de vista su culo. Le separé las piernas y empecé a masajearle los muslos hasta llegar arriba. Yo estaba ya demasiado cachondo cómo para pensar en las consecuencias de mis actos así que le empecé a bajar la braguita. Ella hizo amago de levantarse un poco sobresaltada pero yo le puse una mano en la espalda y le dije que se tranquilizara, que había contratado un masaje VIP y que eso incluía los glúteos pero que todo iba bien. Ella se relajo y me dijo que entonces estaba bien. Volvió a echarse sobre la camilla y yo volví a sus pies para poder contemplar su culo y la rajita de su coño adentrarse entre sus piernas.

Realmente ese masaje no incluía los glúteos si no lo especificabas pero parecía que había colado.

Estaba masajeándole los muslos, metiendo las manos entre sus piernas y rozándole el coño todo lo que podía. Empecé a separarle las piernas con delicadeza. Primero movía una un poco y luego me pasaba a la otra y la movía también disimuladamente. Tenía ya el coño totalmente a la vista y a mí me tenía fuera de control.

Cogí el aceite y se lo vertí por la espalda y por el culo, dejando que un chorro callera hasta su coñito depilado.

Empecé a masajearle el culo descaradamente y cuando llevaba un rato incluso le pasaba los dedos por la raja acercándome a su coño. Ella seguía sin decir nada y yo eso lo consideraba ya aceptación y deseo.

Decidí ir un poco más allá y pasé un dedo por su raja hasta llegar al ano. Lo presione un poco y ella gimió. Eso para mí fue lo mismo que si me hubiera dicho fóllame así que bajé con el dedo hasta su otro agujerito.

Primero lo toque rápidamente y volví a subir hasta su culo. Pero ella no dijo nada así que volví a bajar el dedo y esta vez llegué hasta el clítoris, dándome cuenta de que tenía todo el coño mojado. Ella también estaba cachonda. Me costaba un poco tocarla pero levantó un poco el culo dándome acceso total a todo su coño. Yo seguí tocándola ya con dos dedos y más rápidamente.

Con la otra mano me saque la polla y empecé a pajearme. Estaba muy cachondo ya sólo quería follármela así que le di la vuelta. Ella seguía sin decir nada. Le baje la parte de arriba del bikini para poder tocarle las tetas de una vez. Las estruje con todas mis ganas y las bese ya sin reparos ningunos.

En ese momento sonó un pequeño pitido que nos informa de que nos quedan ya sólo quince minutos de masaje. No me lo podía creer, justo ahora. Me fui a los pies de la camilla y le tiré de la cintura hacia a mí. Ya sólo pensaba en follármela pero primero quería probar ese coñito que brillaba ya de lo lubricado que estaba. Le di un lengüetazo de arriba a abajo y ella volvió a gemir. Me encantó cómo sabía y seguí jugando un poco con la lengua en su clítoris. Me levanté y sin avisarle le metí la polla de una embestida. Levanté la mano y empecé a tocarle las tetas casí con desesperación. Sabía que no tenía mucho tiempo así que empecé a acariciarle el clítoris mientras que seguía metiéndosela. Ella no dejaba de gemir y yo estaba muy cachondo, me estaba gustando mucho y después de el tonteo que había tenído durante el masaje sabía que me iba a correr pronto. De pronto el reloj volvió a sonar indicándome que los 60 minutos del masaje ya habían transcurrido. Saqué mi polla de golpe y le dije:

  • ¿Te gusta mi masaje zorra?

  • Si, métemela por favor. - dijo tímidamente.

  • Si te la meto de nuevo, ¿vas a correrte?.

  • Si, voy a correrme ya Carlos, métemela.

Volví a metérsela todo lo fuerte que pude y seguí dándole muy rápido hasta que noté que sus piernas empezaban a temblar, su respiración se aceleró más aún y no dejaba de gemir. Se estaba corriendo. Me puse tan cachondo que cuando me di cuenta me estaba corriendo en su interior. Saqué la polla rapidamente y dejé mi esperama derramarse sobre su coño depilado. Fui hacia ella y le quité el antifaz poniéndole la polla aún dura en la boca. Le dio un lametón y se la quité justo cuando iba a metérsela en la boca. Ya no había tiempo de otro.

Le dí una toalla y recogí mis pantalones. Me vestí y empecé a recoger la sala de masajes mientras ví cómo ella se iba sin decir nada detrás de la cortina a vestirse. Habían padado diez minutos desde el final del masaje así que nadie sospecharía nada. Cuando ella salió yo ya había acabado de recoger así que la acompañé a la puerta.

  • ¿Te ha gustado el masaje VIP Elena?

  • Me ha encantado Carlos. - dijo sonrojada. - Estaré alojada en el hotel varios días, espero poder volver a contratar tus servicios.

  • Me encantaría pero mi jefa me despedirá si no recibe buenas opiniones sobre mi trabajo.

  • Bueno, quizás yo pueda hacer algo en ese sentido, conozco a Doña Rosario. - dijo ella mientras se alejaba por el pasillo.

Desde ese momento decidí adelantar la alarma para llegar a tiempo al trabajo. Quizás así podría mantenerme en el puesto el tiempo suficiente cómo para ver de nuevo a Elena.