Masaje hipnótico (2)

Salgo en busca del famoso manantial y viajo para ver a mi amigo.

PRIMERAS EXPERIENCIAS

No quiero perder el hilo de lo que les estoy contando y quiero ir lo más detallado posible porque por momentos me “ asaltan ” las ganas de contar todo junto y no se entendería nada.  Otra aclaración tenía que ver con el sexo y la edad de los pacientes.  Respecto del sexo no especificaba nada en particular, aclarando que quedaba a exclusivo criterio del que daba los masajes pero con la edad se resaltaba específicamente que : -“ Bajo ningún concepto la edad del paciente podrá ser menor a los quince años ni mayor a los setenta años ”-.

Por más que busqué no pude encontrar los motivos del énfasis de esta frase, por ello, tal como me pasó a mí, lo dejo a criterio del que esté leyendo.  Había otros dos pedidos específicos.  Uno decía que luego de terminar el “ Auto curso ” de aprendizaje, llegaba el tiempo de llevar a la práctica lo aprendido aunque, los primeros cinco pacientes debían ser y en ese orden:

- 1) Un vecino/a indiscreto/a(de los que no faltan en ninguna barriada) .**

-2) Un/una Docente en actividad de cualquier Grado o Curso.

-3) Un/una Profesional de Leyes.

-4) Un /una Estudiante Universitario y

-5) Un/una personaje mediático/a , no permitiéndoseme, al atenderlos, tener sexo con penetración de ningún tipo, tampoco aquí especificaba los motivos de esa “ selección ” y “ prohibición , pero, si estaba escrito así, había que acatarlo.-

LA “ GORDITA ”, EL COLGANTE Y LA CURACIÓN ENERGÉTICA.

El otro pedido estaba relacionado con un “ OBJETO INDUCIDOR ”, el cual, artesanal y comprado como baratija, debía reunir ciertas condiciones y proceso de “ Curación ” a llevarse a cabo después de leer todo el libro, exceptuando la hoja final.  Tenía que estar en todo momento a la vista del paciente y tener movimientos y reflejos, también indicaba que podía ser un camafeo o un colgante.

El proceso de “ Curación ” era un tanto complicado para “ activarlo ” y consistía en un “ Lavado Energizante ” llevado a cabo tres noches consecutivas bajo el agua corriente, inmediatamente pensé en la canilla del patio pero… al dar vuelta la hoja, la lectura continuaba así, “ de un manantial natural ”.  El Libro “ me cascoteaba el rancho ”, ¿De dónde sacaba yo un manantial natural en la Ciudad?

Como fuere, esa mañana no me acosté a dormir, me cambié y salí de casa rumbo a una o a las dos Ferias Artesanales que funcionaban en la Ciudad.  Recorrí una y no encontré ningún puesto donde adquirir lo que buscaba, pregunté a los que hacían collares y saltó uno diciendo que me podría hacer un colgante con vidrio tornasolado marco de chapa cincelada y una cadena de eslabones medianos, no me costaría nada caro pero esa noche viajaba al interior y volvería en veinte días.

No podía esperar tanto.  Otra vez “ el palo en la rueda ”.  Igualmente, no había que desesperar, en otra Ciudad cercana funcionaban otras dos Ferias e iba a intentar por allí, por lo pronto me metería en un Cyber para buscar por Internet un manantial natural cercano.

Caminé dos cuadras para ir al Cyber que más me gustaba pero, antes de entrar y subir las escaleras hasta el primer piso, me detuve a comprar cigarrillos.  Allí me sucedieron tres cosas, dos de las cuales me indicaron que todo iba a salir bien, la otra también tenía arreglo.  Al acercarme a la cigarrería me vi reflejado en un espejo y tomé conciencia que ya habían transcurrido veinte días de mal dormir y comer salteado, mal afeitado, apenas peinado con la mano y unas ojeras que espantaban daba, un poco bastante de pena y parecía más viejo.

Lo que mejor me hacía sentir era mirar mis manos, parecían más grandes y las notaba con fuerzas, como sea, estaba convencido que al terminar de leer volvería todo a la normalidad y podría dormir sin que la cama se moviera .  ¡Ah, no les conté! , no me dejaba dormir…  Por la noche cuando el silencio y el sueño me vencían, no podía tirarme en la cama, ni siquiera apoyar la cabeza en la mesa, los muebles se movían y parecían reírse, después lo cuento bien.

Luego del espejo en la puerta de la cigarrería, pedí los cigarrillos y lo vi.  Allí, ubicado detrás del que atendía, en un estante colgaban varios collares y uno se destacaba, era un vidrio redondo como de cinco centímetros de diámetro, un gran diamante falso engarzado en un marco finito y una cadena que simulaba ser plata, pregunté el precio y el vendedor comenzó a contarme que los hacía una chica para costearse los estudios, que estudiaba en la Capital y etc…

Yo lo miraba y trataba de no escucharlo, me daban ganas de “ putearlo ”. ¿No sé qué les pasa a ustedes? , a mí, me “ hinchan soberanamente las pelotas ” las personas que, en lugar de contestar directamente lo que se les pregunta, comienzan con una “ perorata ” sin sentido, justificando no sé que “ mierdas ”.

La señora que lo ayudaba en la atención de los clientes me miró y me contestó ,sale tanto señor ”, se lo pedí a ella, pagué todo y miré al tipo como diciéndole ¿Por qué no te vas a la reputísima madre que te repario? , de hecho, no dije nada, después de todo había conseguido lo que estaba buscando.

Comencé a subir las escaleras y tropecé con un tipo de traje que bajaba, era un Abogado conocido al que hacía años que no veía, me saludo y miró casi despectivamente y deseé estar más presentable, le extendí la mano para saludarlo y respondió como obligado por la circunstancia, sin embargo, cuando las diestras se juntaron sucedió.

Pareció como que mi mano absorbía la energía negativa que el tipo traía y lo hacía abrirse hacia mi persona, preguntó como estaba, como andaba, que estaba haciendo, le conté rápido que estaba jubilado y que, para pasar el tiempo, estaba haciendo y casi finalizando un Curso de Masoterapia.  De inmediato se le iluminaron los ojos…

  • Tenés que darle unos masajes a mi mujer ”…  “ La pobre apenas si puede moverse por los dolores de espalda ”.

Yo conocía a la mujer desde antes, ahora era Abogada y Escribana y tenía un regio porte de “ Señora Bien ”, ya tenía a mi posible tercer paciente “ unaProfesional en Leyes ”, me dio la tarjeta y quedamos en que podría atenderla en aproximadamente diez días, se fue contento y creo que si le decía un año aceptaba igual.

Me despedí y fui a sondear en Internet sobre el manantial, eructé de pronto con gusto feo y me extrañó pero lo pasé por alto, pensé que las cosas se estaban dando para bien, además estaba intrigado por el tema del contacto con la mano, hacía un tiempo que no veía a nadie pero tampoco había sentido nunca esa especie de corriente energética que parecía armonizar la comunicación con el otro, como fuere, estaba seguro que tenía que ver con el libro y lo aprendido, igualmente ya estaba “ curado de espanto ” y nada me sorprendía.

Con el tema del manantial, lo primero que apareció fue uno en la Provincia de Mendoza y no lo pensé más, me iría hasta allí para realizar las “ curaciones ” del colgante que ahora tenía en el bolsillo.  Llamé por teléfono a un amigo radicado en la provincia de marras y le dije que viajaba hacia su localidad en tres días, se alegró y me ofreció su casa para alojarme.

Salí del Cyber y en la agencia de la esquina compré el pasaje, me quedaron sólo monedas para volver a mi casa y rogaba por irme a dormir, eso en tanto y en cuanto que la cama me dejara, aunque sabía que siendo de día no habría problemas.

¿Qué pasaba con la cama? ...  Nada, simplemente que no me dejaba dormir cuando tenía que estudiar. ¿Parece simple, no? , ahora lo tomo como “ algo ” casi normal pero… junto a otros acontecimientos, viví un tiempo de sobresalto en sobresalto o, para que se entienda mejor de “ cagazo en cagazo ”, no sé cómo fue que aguantó “ el bobo ”, el pobre se debe de haber “ descarbonizado ”, tal como con los autos, porque desde un ritmo bastante tranquilo, durante siete noches seguidas aceleró unas cuatro veces sus latidos.

Acostumbrado desde siempre a vivir y trabajar de noche, las dos primeras noches de estudio las pasé bien, el drama se presentó en la tercera noche.  Yo dejaba de leer a eso de las siete de la mañana y aproximadamente a las siete y media ya estaba durmiendo aunque, en esta ocasión, cuando eran las tres y media de la madrugada el sueño me “ pegó ” un “ arrebato ”, los ojos se me cerraban por eso, no lo pensé más y me acosté.

Tengo que aclarar que, en ese entonces, mi lugar de residencia, mi hábitat o mi “ cueva ” era un antiguo local comercial destinado para vivienda con un pequeño cuarto de baño, la cama estaba ubicada a mi espalda, a cincuenta centímetros de la mesa en que leía, así que fue cerrar el libro, apagar la luz y acostarme.

Estaba realmente cansado y creo que me “ desmayé ” sobre las sábanas, pasaron segundos y la cama se movió .  ¿Se movió?, ¡las pelotas! , corcoveó y me despidió de costado, caí al lado de la mesa manoteando el aire con la mano derecha, el brazo izquierdo quedó “ muerto ” a mi costado y dolorido por el golpe contra el suelo.

La perilla de luz había quedado al otro costado de la mesa y seguía a oscuras, no me escuchaba gritar pero dentro de mi cabeza escuchaba alaridos con mi voz, corrí o gateé hasta el baño, me senté sobre el inodoro sin tapa y con la puerta abierta miraba a la cama “ zapatear ” con un ritmo acompasado.

Lloré del miedo, estoy seguro que lloré, me tapaba la cara con las manos y escuchaba risas que me penetraban la cabeza.  La cama paró de moverse y traté de serenarme, seguía sentado en el inodoro y noté que desde la persiana entraba algo de luz proveniente de la bombilla del patio.

Ya no había ruido ni risas, entonces pensé en la estampita de la Virgen, ¡Pelotudeces de Católico si las hay! , pensé que si la tenía conmigo me ayudaría a pasar el momento, me incorporé y...  se encendió la luz, el libro se abrió solo, la cama volvió a moverse, las risas sonaron fuertes y roncas y la estampa voló, flotó y desde unos cuatro metros, quedó suspendida frente a mi cara y se partió en cuatro pedazos. ¿Probaron alguna vez de cortar en el aire a una estampita plastificada de 10 x 5 centímetros?

Los cortes fueron limpios, los pedazos cayeron a mis pies, me tapé nuevamente la cara con las manos, me volví a sentar y literalmente “ me cagué ” ensuciando mi ropa, el inodoro, la mochila del mismo y hasta algunos tramos de pared.  De pronto todo paró, comencé a sentir un olor asqueroso, sin dudas mi propia “ mierda ” unida a la transpiración fuerte y cargada de adrenalina.

El reloj de pared acusaba las tres y treinta y cuatro, no habían pasado ni siquiera tres minutos pero ahora tenía claro que “ algo ” espiritual y oscuro actuaba por medio del libro, ¿Qué dudas podrían caber? .   Me bañé, lavé las ropas, el inodoro, la pared y no podía parar de pensar, decididamente, la mujer rubia, la Bibliotecaria, el libro que brillaba, los $ 6.66 de los seis meses abonados, todo tenía que ver con el que “ no se nombra ” o alguno de sus “compinches” y yo sólo era un instrumento.

Después de asearme volví a la mesa, el libro estaba abierto en donde lo dejé pero no podía continuar sin dilucidar varias dudas, quería preguntar en voz alta y la voz no salía, además, ¿A quién carajo le iba a preguntar? y tal como se daban las cosas, una supuesta “ aparición ” me dejaría seco de un síncope o loco de atar y “ él ” lo debía saber.

Concluí en que había cosas a las que no me podía enfrentar, tampoco quería, no sabía que me podría pedir o si me utilizaría pero… cabía la posibilidad que pudiese, si es que me dejaba, “ sacar partido ”, entonces aún con dudas, volví al estudio del libro.

Desde allí en más, cuando estudiaba, el sueño desaparecía, si por algún motivo los ojos me pesaban o paraba para estirarme o desperezarme o simplemente para tomar agua, las risas volvían a sonar o escuchaba voces raras en idiomas que no entendía o me golpeaban la puerta de calle, cuando no que la puerta corrediza del baño se abría y se cerraba sola.

Sin embargo, vencí a mis miedos, me acostumbré a la “ vigilancia ” a la que me sometían, vaya a saber quiénes y hasta avisaba cuando iba a parar momentáneamente el estudio para que no se sobresaltaran.

En algunos momentos me sorprendí sonriéndome porque hablaba al aire diciendo, “ no hagan quilombo porque voy a parar a calentar el agua para el mate ” y cosas por el estilo.  También notaba otras cosas, nadie venía a visitarme, el teléfono no sonaba, por las noches los ruidos cesaban por completo, no pasaban autos, los perros de los vecinos parecían no existir, hasta el sonido de un grillo cesó de forma abrupta cuando noté que me distraía.

El cuarto siempre estaba frío y si me esmeraba podía escuchar un sonido de respiraciones que no eran las mías.  Al principio tuve miedo, casi terror, luego fueron sólo temores, más tarde dudas y finalmente, ya no les llevé el apunte.

Hubo otra cosa que me llamó mucho la atención, ¿Vieron lo que hace cualquier lector cuando está aburrido o apurado? , efectivamente, pasa las hojas del libro para saber que acontece más adelante, pues yo no lo podía hacer, para atrás podía ver lo que quisiera, para adelante las hojas parecían “ pegadas ” y sólo lograba pasar a la siguiente página cuando terminaba la que estaba leyendo.

Finalmente, a las siete horas del día veintidós terminé los veinte capítulos y encontré en la hoja anterior a la última, el siguiente mensaje: -“ Ya terminó de aprender, éxitos en la nueva actividad, recuerde energizar el “OBJETO INDUCIDOR”, devuelva el libro a los treinta días exactos y las últimas instrucciones las podrá leer en la hoja final, únicamente después de atender a su primer paciente ”.

Otra duda más pero sabía que era “ al pedo ” tratar de ver la última página, estaba “ pegada ” hasta que atendiera al “ Vecino /a indiscreto/a ”, por eso tomé el bolso, puse unas ropas adentro, un par de “ boludeces ”, el colgante a energizar, comí algo, puse el despertador del teléfono a las diecinueve horas y me acosté.  El micro a Mendoza salía a las veintidós horas y me quedaba suficiente tiempo.

Sonó la alarma, me desperté, me levanté, me duché, comí un plato de fideos, guardé el pasaje y el dinero que quedaba y me fui a tomar el ómnibus.  Salía puntual y mientras esperaba comencé nuevamente a mirar a la gente, me di cuenta que, en más de veinte días, los había mirado sin ver o ignorado, los del Supermercado, la Despensa, Panadería, Kiosco y vecinos fueron sólo “ entes ” y salvo el Artesano, el Abogado y el Kiosquero del colgante, no recordaba diálogos o palabras que fueron cruzadas con ningún otro.

Subieron conmigo otros cinco pasajeros, una pareja de novios, un matrimonio mayor y una chica de aproximadamente veinte años, “ gordita ”, con futuro de gorda ( no hay caso, las gordas no me atraen ).

Era un ómnibus que efectuarían varias paradas en distintos pueblos y yo pedía que no estuviera lleno, elegiría un lugar al fondo y de seguro viajaría con mis “ amigos ”, mis “ invisibles amigos ” que ya no “ jodían ”.  Nadie me dio “ bola ”, ninguno de ellos, el vehículo estaba lleno y el único lugar libre en el fondo tenía de acompañante a... “ la gorda ”...

Me senté, la saludé y me relajé en el asiento, como era de esperar, “ la gordita ” comenzó a hablar ( deben creer que son simpáticas y uno debe escuchar y entender sus impresiones ).  Dijo llamarse Cynthia que viajaba a un pueblo antes de la capital de Mendoza, que trabajaba y estudiaba.  Me esperaba un viaje largo y embarullado, a menos que...  “ La gordita ” contaba y quería saber...

  • ¿A qué te dedicás? ”, preguntó. ( ¿Quién mierda te autorizó a tutearme? , pensé).
  • Soy Masoterapeuta , contesté.

¡Para qué! , resultó que había comenzado un Curso de Digitopuntura pero lo había dejado, también que se contracturaba toda frente a la computadora en el trabajo, que la espalda, que las piernas.  Veinte minutos de viaje y ya era un martirio.  Que los dolores no se le iban tan fáciles además, por lógica, preguntó ¿ Qué podía hacer ?(“¿No probaste con coger?” **, pensé ) y en una de esas si le preguntaba eso se callaba pero… si me salía mal, “ la gorda ” se podría poner “ mimosa ”.

  • Tratá de relajarte y descansá, -dije-, porque, “ me salió ”.

Fue lo primero que se me ocurrió, dijo que no podía, que los viajes la ponían nerviosa y no sé qué otras cosas más debido a que, por momentos, no la escuchaba y repentinamente recordé lo de la mano al Abogado.  No era propiamente una paciente ni lo debería ser y aún así me lancé con la “ sanata ” verbal.

  • Mucho que digamos no te puedo ayudar, porque lo mío es Masoterapia Espiritual y viajo para renovar mis votos a las sierras, igualmente, dame la mano a ver si puedo tranquilizarte .

Me miró como desconfiando pero mi mano extendida y la “ cara de “nada ” la convencieron, tomó mi mano y...  otra vez sucedió, “ la gordita ” se calmó, me transmitió las energías malas, parecía como que yo se las “ chupaba ” y comenzó a dormitar, trataba de acomodarse y juntó sus dos manos en una sola de las mías.

Casi de inmediato se durmió, quedaba como una hora para la primera parada, yo miré a todo el pasaje, no se escuchaba nada, todos estaban dormidos y me vinieron ganas de eructar, lo hice con gusto a “ mierda ” como la vez anterior y me di cuenta que era mi modo de expulsar lo que absorbía.

Lagordita ” seguía acomodándose, le cambié la mano, le apoyé la cabeza en mi pecho y le pasé el brazo por sobre el hombro.  Mis dedos quedaron junto a uno de sus pechos y ya que estaba... se lo toqué.  Al ratito nomás, se lo estaba acariciando.  Era duro, bien formado, bastante grande, tanto que mi mano no podía abarcarlo en su magnitud, el suéter cerrado y la remera me impedía llegar a su piel, igual me entretuve jugueteando con su pezón chiquito pero erecto y receptivo.

¡Tremenda teta tenía la gordita! Mientras tanto la señorita se había “ calentado ” y como yo había hecho una buena obra al dormirla y tranquilizarla, sentía que, como contrapartida se imponía una maldad.  Sin yo quererlo, me daba cuenta que de eso se trataba la cosa, “ algo ” o “alguien” me hacía desear esa pizca de maldad.  Tomé su mano derecha, la puse entre sus piernas, le seguí apretando su mano izquierda y a la vez continué con mis caricias en su dura teta y en sus endurecidos pezones.

Lagordita ” se movía cada vez más excitada, yo pasaba mi mano suelta, ora por su pecho, ora por su cuello y cara, mis dedos “ dibujaban ” la forma de sus labios y sorpresivamente, abrió su boca y capturó mi dedo medio llevándolo en su succión hasta la garganta, su mano derecha se movía más rápido y gemía tratando de decir algo, saqué mi dedo de su boca y le entendí, “ seguí Carlitos, seguí ”.

Parecía ser que un “ Carlitos ” se “ movía ” a “ lagordita ”, entonces incentivé mis caricias, pezón, teta y dedo en la boca, el micro entraba a uno de los pueblos y “ la niña ” no aguantó, explotó en un orgasmo ruidoso, “¡Carlitos!, ¡Carlitoos!, ¡Carlitoooos!” gritó y el pasaje completo lanzó la carcajada.  El micro se detenía en la parada y yo la terminé de despertar.  Continuaba medio adormilada y le pregunté:

  • Cynthia, Cynthia, ¿Quién es Carlitos? - ,mi novio ”, me contestó… Pues acabás de tener un hermoso orgasmo al grito de ¡Carlitooos! repetido varias veces, el pasaje y los conductores estuvieron muy agradecidos .

No me lo podía negar, todavía su mano estaba entre sus piernas y de seguro estaba toda mojada.  La dejé sola y me bajé del vehículo, fui al baño y después comí algo en el parador, me sentía bien y con ganas de reír como un chico que ha hecho una travesura.

La chica descendió, fue al baño y el murmullo a su paso fue bastante gracioso, cuando salió del baño habló con el conductor y ya no volvió a subir al micro, mejor, no volvería a “ hinchar las pelotas ” y yo podría descansar.

Sentía una satisfacción que no podía explicar y dormí todo el resto del viaje, aún cuando el micro entraba en los pueblos.  Bajé en Mendoza y llamé a mi amigo, iba a tardar un rato así que fui al baño de la Confitería, me lavé y luego desayuné, compré un diario de la zona y mientras esperaba me entretuve leyendo.

Cuando llegó mi amigo lo abracé y no sentí el “ sacudón ” de las energías, me pareció raro, una de dos o había perdido esa capacidad con “ lagordita ” o mi amigo no tenía energías negativas, quedaba una tercera opción y la quise comprobar mientras caminábamos hasta la parada de taxis, para ello lo abracé nuevamente y le pedí que camináramos un rato por la Ciudad.

Esta vez lo hice pensando en lograr lo que quería y resultó, evidentemente la “ cosa ” era acorde a mi voluntad.  Caminamos un rato, nos reímos, miramos mujeres porque a los dos nos gustaban ( no sé si se daba ahora pero antes tenía una bastante joven a la que visitaba cuando cobraba la Jubilación, eso sí pastillas “celestes” de por medio ), le conté, sin detalles, lo que había pasado en el micro,

  • “Yo la hubiese tocado ”, -me dijo-.
  • Ni loco ”, -le contesté-, las “ gordas ” no me gustan .

Continuará.-

Si les gusta, por favor, valoren y comenten.

GUILLEOS 1 *se los agradece.*