Masaje erótico.

Me sentí en la gloria, me salió una exclamación de placer. Ahora sus dos manos actuaban simultáneamente ...

Al fin me tocó el turno, casi estaba a punto de desistir, sentía curiosidad por pasar por esta experiencia, pero la espera ya me estaba quitando el deseo. Pero fue en ese momento en que me llamaron y pasé al salón. Me recibió un señor maduro que me condujo a una pequeña habitación, pude ver que había varias, pero no las pude contar. El hombre me dio las instrucciones: acuéstese desnudo boca arriba en esa camilla y relájese que pronto estaré con usted.

Ahora continuó mi espera, pero el sitio tenía un ambiente acogedor, una suave música de fondo se escuchaba y la luz del local era tenue y rojiza, se sentía el aroma de un perfume suave. Todo aquel ambiente me hizo caer en una especie de somnolencia agradable que me hizo perder la perspectiva del tiempo, casi me quedé dormido cuando sentí el cosquilleo de algo que suavemente me acariciaba mi miembro que estaba plácidamente dormido, abrí los ojos y pude ver que lo que me estaba acariciando era una suave pluma. El hombre se sonrío, pienso que se percató de mi sensibilidad y de una forma educada pero firme cubrió mis ojos con una pequeña toalla. Solo me dijo: así es mejor.

Pasaron unos instantes más de espera, ahora no podía advertirlo con mis ojos y de pronto sentí un placentero cosquilleo, algo se deslizaba por mi aparato y por mi vientre, era delicioso, imaginé que era un pequeño pedazo de tela suave. Mi cuerpo comenzó a erizarse, luego venían unos segundos de tranquilidad y cuando menos me lo esperaba de nuevo el cosquilleo de aquella tela que se deslizaba sobre mi polla comenzó a empalmarme. El masajista era un experto, muy delicadamente iba despertando en mi el deseo de más, pero las esperas intencionadas provocaban que todo mi cuerpo se pusiera deseoso de ser objeto de sus manos. De esa forma me puso como un tren. En unas cuantas caricias más con su trozo de tela suave me había empalmado hasta la bandera y mi respiración comenzaba a ser entrecortada, mi corazón comenzaba a latir con intensidad.

Cuando me tuvo empalmado a tope cesaron sus caricias y de pronto sentí que un líquido frío caía sobre mi vientre, no sabía que era pero tenía un olor agradable y de inmediato sentí como una de sus manos se deslizaba sobre mi pecho esparciendo aquel líquido. Comenzó a dar un pasaje por mi pecho desde el ombligo hasta las tetillas, sus manos se deslizaban gracias a aquel aceite lubricante muy suavemente sobre mi piel. Luego continuo masajeando mis hombros a la vez que el lubricante lo esparcía por toda mi piel. Finalmente con sus manos bajó más, volvió a mi ombligo y jugueteó con él. Mi polla estaba disparada y parecía que el tío no se preocupaba por ella. Pero estaba equivocado, sentí como vertía abundante cantidad de aquel gel lubricante sobre mi polla, corría sobre mis huevos y entonces sus manos la esparcieron por mis entrepiernas, por mis huevos, por mi polla. Me sentí en la gloria, me salió una exclamación de placer. Ahora sus dos manos actuaban simultáneamente, mientras una acariciaba mis huevos y subía suavemente por mi polla desde la base hasta la cabeza, la otra mano acariciaba mis entre piernas. Finalmente cuando la mano dejaba de juguetear con la cabeza de mi polla, la otra comenzaba a entretenerse con mis huevos y terminaba subiendo por la polla hasta la cabeza, era una cosa continua que me ponía cada vez más. Luego sus manos abandonaban mi polla y continuaban un masaje suave por mi vientre, por mi ombligo, por mis piernas y al final de nuevo mi polla era objeto del placer.

Estaba al borde de correrme, el masajista lo sabía y comenzó a apretar con suavidad el tronco de mi polla desde la base mientras que la palma de la otra mano acariciaba los rebordes de la cabeza de mi polla. Este masaje me contenía las ganas de correrme sin reducir mi estado de excitación. Pero de pronto entraron simultáneamente las palmas de sus manos que comenzaron a dar un masaje a mi polla como si la estuvieran amasando. Todo mi cuerpo se estremecía y finalmente terminó como si me fuera a pajear. Pero solo lo hizo varias veces y luego una de sus manos sujetaba el tronco de mi polla y dos de sus dedos de la otra mano frotaban el reborde de la cabeza de mi polla, aquello me estaba enloqueciendo de placer.  Mi vientre se estremecía y seguía jugueteando con la cabeza de mi polla.

Luego de nuevo con las palmas de su mano comenzó a frotar de nuevo la cabeza de mi polla, estaba al borde de sacarme la leche, finalmente con una de sus manos me frotaba la polla desde los huevos hasta la cabeza y de nuevo continuaba frotando la cabeza con las palmas de la mano. Finalmente sus dos manos sujetaron mi polla y sus dos dedos gordo comenzaron a juguetear con mi glande constantemente. Todo mi cuerpo vibraba de placer. Pero no acababa de sacarme la leche, ahora acariciaba mi pecho, mis tetilla mientras mi excitación hacía que todo mi cuerpo temblara. Uno de sus puños cerrados presionaba por debajo de mis huevos mientras los dedos de la otra mano jugueteaban con los vellos de la base de mi polla.

Y de pronto con las palmas de su mano comenzó a frotar mi polla con intensidad, ahora si me iba a sacar la leche, una de sus manos de vez en vez me pajeaba y luego continuaba con las palmas de sus manos. Solté el primer chorro de leche como un disparo, parte de la leche quedó en sus manos, luego solté otro chorro, y otro y otro. La cabeza de mi polla se hizo más sensible pero él continuaba pajeandome. Recogió con una de sus manos la leche que estaba sobre mi pecho y continué pajeándome mientras ya no me quedaba leche que soltar, pero me seguía estremeciendo igual. Ya no tenía ni una gota de leche que soltar pero seguí acariciándome la polla y logrando estremecer todos los músculos de mi cuerpo.

Sentí entonces un cansancio exquisito, estaba totalmente agotado, nunca había soltado tanta leche. Y así me quedé dormido por un rato. Como a la media hora me llamó: Vamos, ahora te voy a duchar y me indicó sentarme en una especie de bañadera y primero mojó todo mi cuerpo con agua tibia y comenzó a enjabonarme con un gel que pronto hizo abundante espuma con los vellos de mi cuerpo.

Sus manos masajeaban constantemente mi cabeza, luego continuó por mi pecho, por mi espalda me indicó ponerme de pie y continuó enjabonándome las piernas. Cuando estaba totalmente enjabonado e increíblemente empalmado sentí como sus fuertes manos me daban un par de fuertes nalgadas y comenzó a aclararme la enjabonadura con agua tibia. Colocó una toalla a mi cintura y finalmente me indicó que el masaje había terminado. Salí del local de masajes como si hubiera salido de la gloria, fui al pasillo que conducía a las cabinas de la sauna, vi a varios tíos en él esperando ligar con alguien, pero yo estaba tan cansado que entré en una cabina y la cerré con pestillo y me acosté y me quedé dormido por un buen rato. Tal vez cuando me repusiera abriría la puerta para que entrara alguien, pero de momento estaba tan satisfecho que prefería descansar un poco.

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