Masaje al autoestima

Como una chica masajista logra darme algo más que "relajación".

A veces es difícil entender el comportamiento humano.

Tienes todo en la vida, un buen trabajo, una posición relativamente cómoda. Una esposa ejemplar en todos los sentidos y un bebé maravilloso. Al parecer, el entorno perfecto.

Entonces, ¿qué falta? ¿aventura? ¿riesgo a lo desconocido? ¿a lo prohibido? Tal vez nunca estamos satisfechos con lo que tenemos. Es quizá por esa razón que esta mañana, sabiendo que mi familia salía de vacaciones, y que yo los alcanzaré en unos dias, que me decidí a llamar a un servicio de masaje, aquí en la Ciudad de México. Celebrando la soledad, la breve soltería, qué se yo.

Busqué algunas que estuvieran cerca de donde tengo mi oficina, ¿para qué perder horas de tráfico? Ubiqué varias por la zona y llamé. Me contestaron con la típica información y los típicos “cariño, amor, guapo”, etc. Una me pareció que tenía una voz agradable [no es fácil detectar por la voz el físico de una persona, al contrario, uno suele levarse varios sustos]. Afortunadamente quedaba tan cerca que me fuí caminando.

Es extraña la sensación cuando caminas a un lugar así, siendo una persona casada; parece que todo el mundo te mira, te juzga, como sabiendo qué es lo que traes en mente, sabiendo que está mal. Con todo esto en la mente me fuí acercando al lugar en cuestión. Una puerta normal, de hecho varias oficinas de cualquier tipo de giro: abogados, servicios turísticos, un detective privado, cosas así.

En el último piso estaba el sitio de los masajes. Una salita de recibidor normal, estaba sola, nadie atendía. Salió una chica diminuta, francamente no era mi tipo

-¿ya le atienden?

  • No – contesté

  • Permítame por favor

“Menos mal” pensé. Es lógico que uno puede pedir a la chica que a uno le guste, sin embargo a mi modo de ver eso puede parecerles ofensivo y no me agrada mucho decirles “tú no”.  Afortunadamente, esta nena ni siquiera era masajista, ella les ayudaba con la limpieza. Asunto terminado. Esperé unos 2 minutos más, y salió otra chica, muy, muy agradable.

-          Hola, ¿vienes al servicio?

-Así es – respondí

-          Ok, acompáñame

Entramos a una salita muy agradable, con regadera, regadera de mano, un vestidor, vaya, unos acabados mucho mejor que los del baño de mi casa. Ahí ella me explicó en qué consistían los “paquetes”. Obviamente mientras menos ropa llevaba ella, mayor era el costo. El servicio más completo era al vapor, con ella completamente desnuda y “relajación manual”. Si bien no era caro, me pareció justo, así que le pedí ese servicio, y empezamos.

-          Bueno, te voy a pedir entonces que te pongas cómodo, allá está el vestidor para que dejes tu ropa, yo vengo en un momento.

Salió y me desvestí como pidió. Empezó a salir el vapor, qué agradable sensación fué esa. Sobre todo en estos últimos días tan fríos y lluviosos. Me recosté en la cama de masaje. Sinceramente me sentí muy a gusto. Al fin, ella regresó, aun vestida. Traía en sus manos el equipo: aceites, cremas, etc. Todo el kit para pasarla a gusto.

-          Qué tal, ¿rico?

-Mucho – respondí –muchas gracias, ¿todo bien?

-          Si, enseguida empezamos. – Dijo ella desapareciendo de nuevo. No tardó mucho en regresar, esta vez, completamente desnuda.

Yo se, queridos lectores, que están ansiosos por la descripción. No era la mujer mas hermosa del mundo, no era nada espectacular, pero era una mujer morena con unas facciones lindas, delgada, pecho discreto, caderas que a mi modo de ver eran muy lindas y unas piernas que me gustaron mucho. Lo que más me gustó de ella, fué el color de su piel.

Bueno, pues empezó el masaje. Es difícil romper el hielo. No conoces a la persona, pero a la vez estás desnudo y en sus manos. Empezó por las piernas, conmigo boca abajo. Sentí sus manos recorrer mis piernas, mis muslos, ahi estuvo un rato, la verdad es que el entorno surtía bastante efecto, la relajación era absoluta. Y ella no lo hacía nada mal.

  • ¿Como te llamas?

Ella tomó la iniciativa, lo cual se agradece. – Edgar, ¿y tu?

  • Alexandra – respondió. ‘Vaya nombre más falso” pensé “seguramente no puede decir su nombre real”. Decidí investigar un poquito más, y con toda la intención de recibir otra mentira, pregunté -¿y qué edad tienes, Ale?

-Veintiséis –contestó, evidentemente dudando un poquito, lo suficiente como para darme cuenta que tampoco era verdad. “Pobre, debe ser muy difícil que siempre esten molestando con lo mismo, le daré la vuelta a la conversación”, pensé.

Total que mientras masajeaba mi espalda, nos conocimos lo necesario: en qué trabajo, qué estudiaba ella, de dónde somos, etc etc etc. Fué agradable porque ya había cierta confianza, sobre todo en una situación así.

El vapor estaba a todo lo que daba, mi cuerpo tenía sobre él una mezcla entre aceite, crema y mi propio sudor. Sus manos pasaban por mi espalda, mi cuello, mis brazos, piernas y nalgas. Una verdadera sensación de relajación. Y para ser sinceros, lo disfrutaba tanto que no tenía prisa por pasar a la siguiente fase, la cual no tardó en llegar

Ella subió a la mesa conmigo. Yo aún de espaldas, sentí cómo metió su rodilla entre mis piernas, hasta llegar al perineo. La sensación de su cuerpo húmedo por su sudor, fué de lo más exitante. Acarició mis nalgas con sus manos, subiendo a mi espalda, mientras con sus piernas me daba un masaje entre mis nalgas muy rico. Bajó sus manos y acarició mis testículos por entre mis piernas, utilizando sus uñas. Una verdadera delicia. Definitivamente lo padre había empezado.

Así como estaba ella, sobre de mí, comenzó a pasar su pierna por mi espalda, por mis nalgas. Lo hacía increible, divino. Una sensación que, sinceramente, nunca había experimentado. Su cuerpo resbalaba delicioso por el mío.

Inclinó su cuerpo hacia adelante como para masajearme la espalda con sus senos. No lo hizo, pero si utilizó sus manos a lo largo de mi espalda y brazos. Sentía su respiración en mi oreja, deseaba muchísimo que em dijera algo sensual, que interactuáramos más. – ¿Alguna vez te habían masajeado con las piernas? – me dijo ella con una voz tan, tan sensual, que me sentí en el paraíso. Seguía respirando cerca de mi, me parecía que cada vez más rápido, pero no quise hacerme ideas en la cabeza. Ella a eso se dedica, y debe ser parte del servicio.

Después de un buen rato así [que a mi me pareció, si bien, increíble, un poco más largo de los 45 minutos que se supone que dura el servicio], se bajó de la mesa de masaje y abrió la regadera de mano. Me miraba muy gentilmente,  como con dulzura. No quería que me hipnotizara pero lo estaba logrando.

-          ¿Rico?

-Muchisimo- contesté –eres muy linda, muchas gracias, me tratas muy bien

-Gracias Edgar. – respondió. Terminó de quitarme el aceite, y me dijo: - Voltéate.

Qué erótico es escuchar eso, para ser sinceros. Me puse boca arriba, con mi pene exitado. Ella me miró de arriba a abajo, normal, pasando con la regadera por todo mi cuerpo. Piernas, pecho, mi pene, todo. Como quien baña a un enfermo, pero con mucha dedicación. Cerró la regadera y pensé “ya está, viene la masturbación y se acaba el cuento”. Nada más lejos de la verdad.

Subió de nuevo a la mesa, poniéndome su pierna de nuevo entre las mías. Vaya que esta chica me estaba exitando demasiado. Se inclinó de nuevo cerca de mi rostro, sintiendo su respiración. Ya tenía mi pene entre sus manos, pero lejos de lo que yo imaginé, parecía no tener prisa. Al contrario, sólo lo tomaba, sin más. Mientras hacía esto, me besaba la frente, me respiraba cerca. Yo gemía, aunque quería que ese momento durara bastante. De pronto, ella giró su rostro hacia mi… me besó.

Que si esto hará con todos los clientes, que si serea para tener más propina… al diablo. Estaba disfrutando y le agradecí mucho ese gesto. Sinceramente, el beso duró más de lo esperado, mientras nos besábamos ella me acariciaba el rostro, el pecho, las piernas, el pene. Yo por mi parte acariciaba su cuerpo, se sentía increíble, desnuda, su espalda empapada en sudor. Uno de los momentos más eróticos de mi vida. Lo raro en todo esto es que ella parecía disfrutarlo, su respiración, su dedicación conmigo, vaya, tenía los ojos cerrados mientras nos besábamos. Fué muy agradable estar así.

-          ¿te gusta? ¿te sientes bien? – preguntó – Si… ¿cual es tu verdadero nombre?...- Ella dudó un instante, pero me respondió –Soy Karla-

-Mucho mejor que Alexandra, ¿no crees? – le dije. Increíblementre, el beso regresó. Ella acariciaba mi  cuerpo con todo el suyo: manos, brazos, piernas, pecho. “es increible el servicio’ pensé.

Bajó de la mesa pero no tardó en subir de nuevo. Realmente le estaba gustando tambien. Por mi mente pasaron mucas cosas: si debía corresponderle, acariciándola tambien, si pasaría algo más que el masaje, si me haría sexo oral, si debía pedírselo. No me la quise jugar, no quería acabar el momento con un sujeto golpeandome por propasarme con sus empleadas. Triste realidad, pero así debía ser. Me limité a acariciarla y besarla, donde pudiera, para hacerla sentir bien tambien. Ella, a juzgar por su respiración, por su mirada, lo agradeció.

Me masturbó varias veces, sin que yo terminara. Me acariciaba y regresaba sobre mi. Varias veces estuve seguro que me quiso hacer sexo oral [no sé si se lo hubiera permitido] pues pasaba su cara francamente cerca. Al final, untó crema de nuevo por mi cuerpo y subió sobre de mi

  • Eres muy tierno – me dijo mientras se restregaba contra mi cuerpo. Yo sólo gemía. Temblaba bajo el suyo, la sensación era intensa…. Pero no eterna. Ella, consciente de la cercanía de mi orgasmo, me frotó con su muslo. Me abrazaba, mirándome. No pude contener más, le avisé que iba a terminar:

-          Me vengo… - pude decirle… Ella aceleró el movimiento de su pierna sobre mi pene…. Hasta hacerme llegar a un orgasmo intenso. Siguió besandome mientras duraba el éxtasis de mi eyaculación. Me abrazaba, me besaba… hasta que nos tranquilizamos y se bajó de la mesa, dirigiéndose de nuevo a la regadera de mano.

  • ¿Qué tal, te gustó? – Me preguntó

  • Sinceramente rebasó mis expectativas. Quiero preguntarte una cosa Karla… ¿así es siempre?

Nunca olvidaré su risa, franca, traviesa. Tampoco olvidaré que pudo haber sido una mentira, que quizá, como dije antes, buscaba mejor propina. No me importa saberlo, me quedo con su respuesta, que me ha hecho sentir con la autoestima en las nubes, y con ganas de regresar con ella:

  • No corazón, no siempre es así. Nunca pasa del masaje y la estimulación manual, pero hoy… me tomé algunas libertades contigo, me interesaste mucho