Masaje

Tumbado boca abajo en la cama, siento su peso y el calor de su cuerpo. Me pregunta si quiero un masaje.

Estoy tumbado boca abajo en la cama con la cabeza orientada hacia la ventana. Tan solo llevo un slip. Te oigo acercarte. Siento el peso de tu cuerpo apoyándose en la cama. Noto el calor de tu cuerpo. La suavidad de tu piel. El roce. Me preguntas bajito, casi pegada a mí si quiero que me des un masaje. Giro la cabeza hacia ti. Veo que estás desnuda. Sonrío. Me gusta tu ardor.

Por supuesto estoy encantado que me lo des. Te lo digo y ahora eres tu quien sonríe con cara de malvada. Me planteo salir huyendo pero eres demasiada tentación. Enciendes el incienso. Enciendes las velas y te mueves un poco al ritmo de la música para que yo vea la sensualidad de tu cuerpo.

Me echas una generosa cantidad de aceite en la espalda. Lo extiendes por todo mi cuerpo, desde los dedos de los pies hasta mi cabeza que también queda embadurnada del oloroso aceite. Veo como tú también te impregnas de aceite.

Me gusta el brillo de tu cuerpo en tu piel morena. Coges mi slip y tiras para quitármelo. Me gusta tu cara cuando eres tan ardiente. Unes mis piernas y siento tus pezones haciéndome cosquillas en la planta de los pies. Siento como vas deslizando tus suaves tetas sobre todo mi cuerpo.

Es un “masaje” que no me relaja nada. Sentir tus tetas y tus pezones por mis piernas, mi culo, mi espalda, mi cabeza, una y otra vez no es nada relajante. Me cuesta mantenerme de espaldas, siento una enorme tentación en volverme y tirarte sobre la cama para joderte.

Te pones de rodillas sobre uno de los pies. Mueves tu pelvis sobre él. Te pasas todo el pie por el coño. Al momento estás gimiendo. Me da la impresión que quieres follarte con el talón. Después haces lo mismo con los dedos hasta que logras metértelos en tu ya empapado coño.

Apoyas la frente en mi espalda mientras jadeas profundamente. Siento un líquido caliente en mis pies que no es aceite. No puedes correrte. Aceptas que no puedes hacerlo pero no sabes cuanto tiempo podrás controlarte. Ya te ha costado cortar la ascensión de tu placer.

Sólo me has masajeado uno de mis pies y ya has estado a punto de correrte. Me ha gustado sentir la suavidad de tu coño mientras se frotaba conmigo. Pasas al otro pie. Las pasadas son más suaves. En algunos momentos aprietas para sentir un contacto más intenso.

Me pides que te deje correrte. Te digo que no. Te detallo lo que todavía te queda: los gemelos y los muslos, el culo, la espalda y la cabeza por detrás y después me daré la vuelta y empezaremos de nuevo por abajo.

Me besas la espalda y el cuello para convencerme. Noto tu pelo haciéndome cosquillas. Casi me gustaría dejar que te corrieses. Me gusta cuando te corres. Pero quiero tenerte muy excitada, eres más dócil cuando lo estás y más rebelde, más hermosa, más ardiente.

Te digo que tal vez luego, cuando me dé la vuelta, cuando pueda verte pero si el masaje es bueno. Quiero saber que estás todo el tiempo tan excitada que estés a punto de estallar. Me gustas.