Más rico que un chocolate
Me llamo la atención un nick, porque tenÍa nombre de chocolate.
Un chocolate
Aquel día llegue del trabajo dispuesto a olvidarme de las preocupaciones laborales, así que entre al Chat para despejar mi mente, Me llamo la atención un nick, porque tenia nombre de chocolate, entre y salude, un tanto resignado a que cuando dijera mi edad de 38 años me dijera adiós, para mi sorpresa aquel "chocolate" que dijo tener 23 años, no solo no me dijo adiós, sino entusiasmado por mi edad después de un rato me dijo que quería conocerme. No fácilmente accedo a conocer en persona a gente que contacto por el Chat, quizás debido a mi discreción, por lo mismo no frecuento bares gay, pero ese día, accedí.
Nos citamos en un café de mi natal Tijuana y claro, porque no admitirlo estaba un poco nervioso. Ya saben la emoción del primer encuentro, le gustare?, no le gustare?, será afeminado?, ¿y si es una loquita?, y si espera un modelo?, no, yo le dije como era, si, unos cuantos kilos arriba de mi peso, pero varonil y cachondo, en fin, ya saben pensamientos iban y venían mientras yo esperaba los minutos que adelantados a que a propósito llegue a la cita.
Por fin, llego un joven, no muy alto, mejillas rosadas, ojos grandes, wow, efectivamente estaba como chocolate para comérselo, tenia un cuerpo delicioso. Al entrar giro a su cabeza para los lados buscándome con la vista y de repente nuestras miradas se cruzaron, en ese momento, sentí un chispazo correr por mi cuerpo, me puse de pie para extenderle una mano y recibirlo con una sonrisa. Platicamos de todo y de nada, me agrado su compañía, me éxito su aroma, el brillo de sus ojos, me sedujo su desinhibición, la naturalidad con la que vivía su orientación sexual, sus padres sabían, sus amigos sabían, y sin embargo no lo gritaba a los cuatro vientos con actitudes de "mírenme aquí estoy", simplemente lo asumía.
El tiempo pasaba y de repente mirándome a los ojos, directamente y sin rodeos, me dijo, quiero estar contigo, vamos a tu casa.
Salimos del café, llegamos a mi casa y apenas cerré la puerta, se arrojo a mis brazos, era un encanto de hombre. Su aliento me sabia riquísimo, su olor, el contacto con su piel. Sin mas preámbulos se empezó a desnudar y muy pronto quedo completamente desnudo, dejándome ver orgulloso aquel cuerpo espectacular. Piernas gruesa cubiertas de un vello negro muy grueso, pecho marcado, sin nada de vello, un ombligo precioso del que salía una ligero mechón de vello que descendía hasta sus verga que como un pequeño tronco descansaba sobre un par de huevos grandes y pesados. Sin dejar de verme se dio media vuelta para mostrarme sus nalgas y me dijo mirándome a los ojos, ¿te gustan?, son para ti. Todo el estaba rico, pero sus nalgas eran perfectas, redondas, levantadas no muy grandes, rosadas, parecían un melón cortado a la mitad.
Lo tome de la mano y lo lleve a mi cama, lo bese completito, mientras el hacia unos ruidos muy excitantes, chupe sus tetillas, su obligo, sus huevos, su verga, y me deleite deslizando mi lengua por sus nalgas, en donde al final me encontré su culito cerrado, mismo que abrí lentamente con paciencia y la ayuda de mi lengua. Todo esto, aun sin desvestirme. Después de casi 40 minutos, me volvió a mirar a los ojos y me dijo simplemente, ya estoy listo. Me despoje de mi ropa, mientras se acostaba boca abajo, me puse un condón, no le puse lubricante, le había chupado el culito tanto tiempo que estaba lubricado con mi saliva. Lo penetre muy lentamente, mi verga se deslizo como mantequilla, la sensación era deliciosa, sus pujidos me excitaban más aun, mientras mi verga entraba y salía, con mis manos recorría aquel cuerpo que se me daba sin reservas, no se cuanto tiempo paso, quizás unos 25 minutos, cuando empezó a gemir y a levantar sus nalgas, eso provoco que mis movimientos fueran mas bruscos, hasta que con un profundo suspiro, me descargué muy adentro de su cuerpo.
Nos acostamos de lado y seguí acariciando su cuerpo, y con mi mano tome su verga y la apreté y la sacudí hasta que se vino abundantemente.
Aun permanecimos un buen rato, yo saboreándolo completito. Por fin, sonriendo se puso de pie, me dio un beso en la boca y me dijo, - riquísimo, ¿cuando nos volvemos ver? .
Nos hemos visto tres veces más cada vez he disfrutado intensamente. No lo amo, pero lo quiero, nos disfrutamos mutuamente, yo le doy mi experiencia y el me da su juventud. Y como siempre he sido un goloso para los chocolates, pues aquí estoy esperando el momento de tenerlo de nuevo entre mis brazos.