Más que una ilusión (4)

Mi Primera vez con una mujer

Agradezco a todos y a cada uno de aquellos que siguen fieles a mis lecturas. Pensé publicar la semana anterior, pero muríó mi laptop y perdí todo lo escrito, pero ahora les estoy cumpliendo, espero les guste y puedan valorar y hacer sus comentarios que aunque sea una línea se agradece infinitamente.

Admito que un momento me sentí muy desmotivada cuando comencé a ver que dentro de las valoraciones hay algunas que dicen TERRIBLE.  Como autocrítica no sé si escriba tan mal, pero aún así acepto la opinión de todos, sea la que sea, pero si alguien me valora como regular, malo o terrible, por favor que se dé un momento de escribir un comentario y decirme en qué debo mejorar o qué deberían tener mis escritos para poder ir superándome.  Soy principiante, sólo llevo algunos meses y sé perfectamente que no soy gusto de todos, pero sólo con sus comentarios podré ir complementando mis escritos con sus sugerencias.

MUCHAS GRACIAS A TODOS y a ver si con mis palabras les compenso fidelidad, espera y gratitud a sus comentarios...

MÁS QUE UNA ILUSION (4)

(Recuerdos de Andrea – Segunda parte)

El despertar de mi noche de calentura me llevó otra vez a cuestionarme dónde estaba.  Esta vez las cortinas ya daban entrada a un hermoso día de primavera.  Caigo en el día, la hora y el lugar, miro a mi lado y mi compañera de “sueños húmedos” no está, la busco en la habitación y  nada ¿y si no estaba dormida, quizás se fue y me dejó acá?... Me levanto de un salto de la cama, cojo mis ropas para ir vistiéndome e ir a ver qué sucede cuando ella entra de improviso:

Pamela: Wow! Que precioso día – claramente viéndome con descaro al encontrarme sin nada en la parte superior, pero para su desgracia estaba de espaldas- jajaja… ¿y tú de quién arrancas tan rápido mujer? O dime de plano que no quieres ducharte hoy jajaja…

Andrea: Ja Ja Ja… Qué simpática que amaneciste hoy eh! No sé, me sobresalté de ver que no estabas y como sé que puedo esperar cualquier cosa de ti, pensé que me habías dejado aquí sola… a todo esto ¿no fuiste a trabajar?

Pamela: Así que me crees capaz de dejarte acá sola… mmm… en todo caso me gusta que lo pienses jejeje y respondiendo a tu pregunta NOP, no fui a trabajar, quiero, siempre y cuando tú aceptes también, pasar este día contigo.  La noche es maravillosa, trae consigo la sensualidad de las siluetas, las ilusiones del jugueteo de las tenues luces y los hermosos sonidos nocturnos, pero el día trae el esplendor de la belleza en su máxima expresión.  Así que, te guste o no, te sacas lo que ya te has puesto y te pones estas ropas, saldremos a cabalgar.

Andrea: ¿A cabalgar? Pame, jamás he montado un caballo.

Pamela: No es caballo, es yegua y siempre hay una primera vez y ahora te tocó preciosa, así que vístase pronto y desayunamos.

Andrea: Qué más da, si ya veo que planeaste la noche y también el día… Aunque tengo que pedirte un favor.

Pamela: Sí por favor, dime.

Andrea: ¡Puedes salir para terminar de arreglarme y dejar de darte la espalda please!

Pamela: ¡Qué mal educada! ¡Qué feo Andrea! Eso habla muy mal de ti que me hables dándome la espalda, así que por favor hábleme de frente…

Andrea: Sí claro, como te gustaría no… -Cómo me gustaría ver esa carita sensual y pícara que debe de tener, pero si me volteo me dará vergüenza, aunque me cubra los pechos, pero qué más da…-

Pamela: La verdad… NO, no me gustaría! –esa respuesta mató todas mis ganas de atreverme a voltearme… - Bueno, voy a ver cómo va ese desayuno y espero no demores mucho… Ah y por favor báñate! jajaja

Andrea: ¿Qué te crees? Antipática… Rrrrr… -No sé si escuchó lo último y más con la rabia que se lo dije y no porque no me guste bañarme, sino por su despreció.  ¿Y lo de anoche qué?... Bueno, en realidad nada -me respondo a mi misma con desilusión- sólo fue una noche de una, a todo esto ¿qué me pasó? Primera vez que siento “deseo” por una mujer.  No sé si fue la espectacular noche que tuve o simplemente admitir que desde esa noche en el bar que me gustó su tacto, su compañía, su protección y más sabiendo ahora que fue mi gran amiga de la infancia.

Mejor me doy una ducha fría y me saco todos estos pensamientos locos.  Y para serme sincera a mi misma, sigo siendo hetero y lo de anoche fue simple calentura, tenía que apagarla de alguna forma y bueno, sé que es raro, pero me ganó la curiosidad de fantasear con una mujer y por eso me masturbé pensando en ella, pero nada más.  Además que no sé qué placer pueda darme si nosotras físicamente no tenemos “algunas cosas” que los hombres sí tienen. ¿Ternura? Tampoco, porque tan tierna no soy que digamos, aunque suene feo siempre ha sido un mete y saca un buen orgasmo y nada más, pero también puede ser que al estar enamorada las cosas sean diferentes, en realidad nunca he sentido amor de pareja, pero quizás…

Pamela: -toca la puerta del baño- Ya pues Andrea… ¿Quién te entiende no? Cuesta que te duches y ahora no quieres salir… Porfa… tengo hambre…

Andrea: -gritándole- ¡Pamela córtala! si ya salgo, además si quieres desayuna sola que luego lo hago yo…

Pamela: ¿Dormiste mal? … qué geniecito que nos bancamos hoy… Amiga eso es falta de sexo, verás como con buen orgasmo se te pasa jajajajaj…

Andrea: -gritándole otra vez- lárgate Pamela y deja de fastidiarme… -

Falta de sexo… pufff… ¿qué se cree?... Bueno, en realidad es cierto y aunque suene vulgar hace meses que estoy sólo con la dieta del caballo (a pura agua y paja), pero aunque así sea no tiene derecho a venir a decirme esas cosas…

Andreita… respira profundo, inhala… exhala… olvida lo de anoche y el desprecio de hoy y aquí no ha pasado nada, no quiero amargarme el día y por lo visto me espera un largo día con ella y no quiero andar idiota, sino lo pasaré muy mal.

Ya me había vestido y me observaba en el espejo y me gustaba lo que veía.  Me quedaba bien su ropa, mejor que a ella -dijo la envidiosa- pero los pantalones aunque siendo muy ajustados se sentían bien cómodos y flexibles, las botas largas me daban otro toque adicional. Con la vestimenta solamente ya parecía toda una equitadora, pero falta que ahora me enseñe a jugar polo y con suerte sé lo que es un caballo.

Pamela: mmmm… interesante vista.  Déjame decirte que se te ven muy bien esos pantalones y esas botas…

Andrea: Pamela, primero se toca la puerta.  Segundo, quiero disfrutar este día y no te olvides que no soy otra de tus amiguitas del bar, me incomoda un poco que me mires así, además no te olvides que eres mi amiga y yo soy hetero, si no quieres hacerme sentir mal, por favor sé menos obvia.

Pamela: Está bien lo siento, te espero en la terraza…

¿Sería muy dura con ella? Aish!… pero no puedo dejar que me mire así y no decirle nada, no quiero que se haga ilusiones que no son –me hizo bien la ducha fría por lo visto-.  Es mi amiga, la quiero, pero nada más y mejor voy de una vez para acompañarla , no quiero que se sienta mal por lo que le dije.

Ahora, a la luz del día reconocía con aún más belleza la casa.  Al llegar al umbral de la terraza se presentaba ante mis ojos el más hermoso de los paisajes.  Ahí estaba la laguna rodeada de grandes y frondosos árboles, algunos patos silvestres, sonidos de muchas aves, Ufff… simplemente hermoso.

Andrea: ¡Pame, esto es precioso!

Pamela: Mmm…

Andrea: - noto que está ensimismada, quizás molesta por lo de hace un rato- ¿Estás enojada Pame? Disculpa si fui dura contigo…

Pamela: Me dolió Andrea, no era para tanto, además que no pensé que te molestarías tanto, era sólo un juego, incluso pensé que ya estabas casi acostumbrada a mis locuras, pero no pienses que por ser lesbiana ando caliente todo el día por ver un buen trasero.

Andrea: Yo no te digo que andes “caliente” conmigo, pero me incomodé en ese momento o quizás tu insistencia de apurarme hizo que te contestara así, pero no fue mi intención hacerte sentir mal, en serio, lo siento.

Pamela: No creas que porque contigo soy “Srta. Sonrisa” lo soy siempre.  No tengo el prestigio que tengo por ser “Miss simpatía” o por calentarme con medio mundo Andrea.  He tenido sólo una mujer importante en mi vida y quizás un par de aventurillas locas, pero no es más que eso.Tienes un muy mal concepto de mí, supongo que piensas que mujer que se cruza tiene que caer conmigo y no es así, créeme que lo que menos quiero en este momento son problemas por líos de faldas o volver a sufrir otra vez por una mujer.

Me quedo sin palabras.  La veo levantarse de la mesa e irse muy afectada caminando hacia la laguna.  No pensé que se fuera a molestar tanto y al fin y al cabo ella no tiene culpa, si el enojo era conmigo misma y por caliente, por mis cuestionamientos estúpidos de esta mañana.  No se merecía que la tratara así.

Pensaba en todo esto, mas no articulaba palabra.  Analizo sus palabras y tenía razón en todo, siempre la juzgué mal, siempre pensé que era una seductora que había estado con mil mujeres, que jamás se había enamorado, pero qué es eso de “volver a sufrir otra vez por una mujer” ¡Ay Andrea! Esta vez la regaste y bien feo.

Siempre fui yo y mis problemas, yo y mis penas, yo y mis noches de pasión con tales fulanos, pero desde nuestro reencuentro jamás le pregunté de sus amores o si era feliz, si había sido difícil combinar las amistades y su condición. ¡Cómo tan egocéntrica Andrea!

Salgo de mi autocrítica y a lo lejos la diviso a mediados del puente que cruza la laguna hacia la pequeña isla del centro, la cual se ve que debe tener aprox. unos 800 metros cuadrados y rodeada en todo su radio por grandes árboles que no dejan ver su centro.

Me animo y la sigo, no puedo dejar esto así, no quiero perderla y menos ahora que me doy cuenta que no sé nada de ella.  Quiero darle aquel tiempo que ella ha tenido conmigo.

Me acerco al puente que está a medio metro del agua aprox. y veo que es bien rústico es estructura, es el típico puente de madera que sólo da para caminar de uno a la vez y unas gruesas cuerdas sostienes su estructura desde el borde, a uno de los árboles de la islita, aún así me da inestabilidad. Subo y siento un crujir ¡Ahí vamos!... avanzo un par de metros y siento como comienza a mecerse y mientras más avanzo, más se mueve, lo que menos quiero es caer al agua e insisto que no es por miedo al agua en sí, sino que no sé qué profundidad tenga y qué bichos estén en su interior, quizás hasta alguna serpiente ¡Ay Dios! camino y camino y siento que más distante se ve el fin y el miedo comienza a paralizar mis rodillas, así que paro para detener el movimiento del puente y sólo me dedico a mirar cada paso que doy siguiendo un ritmo lento pero continuo, comienzo a pensarla y eso me calma, me siento culpable y me duele verla así.  Es verdad, siempre para mí estuvo con una sonrisa, pero no me cuestioné si por dentro ella sufría o era feliz ¡Eres una idiota Andrea! Terminado de pensar esto y veo tierra ¡Qué felicidad! Llegué al borde de la islita, que al final estando ahí no se veía tan pequeña, pero sí preciosa.  Era un bosque de pinos, se podía sentir su aroma abundando en el aire.  El sol apenas ingresaba al interior.  Sólo había la luminosidad suficiente para mostrar el esplendor de aquel lugar que a cada paso me hacía sentir como toda una Caperucita Roja.  A la distancia veo una cabaña y definitivamente ya estaba en otro mundo.  Una cabaña en una isla en medio de una inmensa laguna.  Me dirijo a ella pensando que quizás Andrea esté cerca.  Observo en derredor y nada, toco a la puerta pero nadie abre, muevo la manilla y se abre, no está con llave, decido entrar pero me detengo porque mi primer objetivo es buscar a Pamela, no ir husmear.  Por la dirección que caminé, debo suponer que la cabaña está justo en el centro y camino hacia la orilla opuesta de la laguna, y comienzo a rodearla para buscar a Pamela.  Más fácil sería gritar y llamarla, pero no me respondería, no así como la vi de afectada. A unos 20 metros veo algo así como un mirador con unas banquitas de madera y ahí estaba. Me acerco lentamente, veo que pasa su mano por su rostro, tendría que ser más estúpida de lo que soy para no notar que está llorando; “por mi culpa está llorando”.  Sigo caminando lentamente hacia ella, no quiero que note mi cercanía y cada caída de sus lágrimas es como una estocada en mi pecho.  Siento unas ganas enormes de llorar e ir y abrazarla, pero no puedo suponer que ella me consolará si fui yo la causante de su dolor.  Me paro a un metro de ella y aún no nota mi presencia, siento sus sollozos y freno mis lágrimas para no salir y eso duele aún más en mi pecho, pero ya no quiero su consuelo, porque sé que ahora necesita el mío.  Sin más me voy hacía ella y la abrazo.  Primero se exalta por el susto, porque no notó antes mi presencia y luego pone algo de resistencia:

Pamela: Suéltame Andrea, ¿qué haces acá? ¿Por qué me seguiste? -La observo y ella me observa con rabia, pero con sus ojitos de esa pena que inunda y quebranta mi alma –

Andrea: Estoy aquí porque te quiero, porque es mi culpa que estés así y tienes razón en todo, soy una estúpida egocéntrica, porque siempre he pensado sólo en mí, pero veía tal fortaleza y seguridad en ti que no pensé que me necesitaras así como yo te necesito a ti. -Pamela se para como para que no la observe mientras aún sigue llorando-

Pamela: Andrea soy persona, soy mujer, soy abogada, soy hija y después de toooodo eso soy LESBIANA y serlo no me hace una mujer que le gusten todas las mujeres. Soy lesbiana simplemente porque al momento de besar a una mujer me satisface el deseo de saber que es otra mujer, pero no me ando besando con medio mundo ¿puedes entender eso?

Andrea:  Me lastima cada una de tus palabras, pero sé que tiene razón.  Sólo puedo decir lo siento y que no quiero perderte.  Te quiero mucho.

Pamela: Sí Andrea, pero nunca me querrás de la forma que yo te quiero… -agacha su mirada-

Andrea:  Pero si sabes que te quiero como amiga y eres mi única gran amiga.

Pamela: Ese es el detalle Andrea, soy sólo tu amiga y ya no puedo más con esto. Te quiero, pero como mujer, no como amiga e intenté que todo pareciera un jugueteo de sensualidad, como que con todas era así, porque no quería que mis miradas fueran tan obvias, pero más que calentura, te miraba con ternura, con ganas de mirarte a tus ojitos, abrazarte, decirte que te quería y besarte.

Me quedo callada, no sé cómo responder a su insinuación, sólo sé que de momento le debo un abrazo y me acerco y la abrazo con fuerza, como que en ello le entregara las mil disculpas que merecía, pero no dejaba de inquietarme su confesión y en mi cabeza sólo se repetía: “Me quiere”, “Me quiere”, “Me quiere”, “Me quiere”, “Me quiere”, “Me quiere”…

Tomé su rostro, sequé sus lágrimas y besé su mejilla.  Sé que ella esperaba que le dijera algo, pero no podía, no sabía qué decir a tamaña confesión. Andrea: Perdóname por todo, no fue mi intención hacerte sentir mal.  Vamos a desayunar si.

Ella me miró con desilusión, bajó su rostro y caminó delante de mí.

Yo me quedé atrás, respeté la distancia.  Quería poder decirle algo, ¿pero qué?

Claramente las cosas no serían igual ahora con esta confesión, pero mi cabeza no me dejaba en paz y ahí estaba caminando por inercia con mi monólogo mental;

Mente de Andrea: Ahora la culpas otra vez a ella de cambiar las cosas por abrir sus sentimientos, pero tú Andrea ¿qué pasa contigo? O mejor dicho ¿qué te pasa con Pamela? ¿La quieres?

Andrea: Claro que la quiero, es mi amiga de infancia y creo que ese mismo cariño se ha mantenido por siempre.

Mente de Andrea: Andrea, soy tu misma, o sea no pienses que soy estúpida,  una no se masturba pensando en sus amigas…

Eso fue un knock out, ¿por qué la cabeza será tan sabía o será que una se hace la pelotuda? Pero tenían tanta verdad estas palabras.  La diferencia no la marcó ella esta mañana, la he marcado yo al despertar sabiendo que anoche desee que despertara, que me tocara,  que me besara, que me hiciera el amor.

Andrea: Pamela, por favor espera…

Me acerco arrancando a sus brazos de mi misma, de no pensar en un stop, de no pensar en el futuro ni los mil cuestionamientos que tendré, sino en que es cierto todo aquello que me he dicho a mi misma.  Se voltea y aún sigue llorando, me detengo muy cerca suyo, notoriamente agitada y no es porque me haya cansado con la súper corrida de 8 metros, sino que mi corazón se quiere salir, me siento mareada y atontada por esta locura. Tomo su rostro y esta vez no seco sus mejillas con mis manos, sino con suaves roces de mis labios, la abrazo y la acerco aún más a mí, noto que ella cierra sus ojos y se deja llevar y  es raro, pero me siento cómoda y al igual que en la noche quiero más de ella y de esta locura que me embriaga y agita mi corazón…

Ella se aferra a mí y baja su rostro y suelta un llanto explosivo, subo su rostro y ella vuelve a bajar su mentón;

Andrea: ¿Qué pasa preciosa?

Pamela: No juegues conmigo Andrea ¿Por qué haces esto?

Andrea: -No quiero meter las patas otra vez y decirle NO SÉ, porque en realidad no sé qué estoy haciendo, sólo sé que estoy sintiendo y es ella quien lo provoca - SSSShhhhh… esto no es un juego Pamela…

Tomo su rostro ahora con ambas manos y cual imán que atrae aquellos polos opuestos, conduce mis labios hacia ella, hacia mi amiga, mi confidente, mi compañera de mis sueños húmedos… Pamela.

Casi me sentía una experta en el arte de amar una mujer.  No tenía ni práctica, menos la teoría, pero quizás la naturaleza es sabia y nos entrega el conocimiento en el momento justo en que debemos de requerirlo.

Acerqué mis labios a los suyos posándome en ellos esperando alguna oposición, pero no la hubo. Quedarme ahí, estática, expectante era casi o más placentero que el mismo beso que habría de dar. Comencé un movimiento suave, como tanteando el terreno al cual me aventuraba, ella casi pareciendo inexperta sólo se dejaba llevar siguiendo mis movimientos, los cuales a cada momento se hacían más y más profundos, quería a través de ese beso decirle que yo la desee primero, que anhelaba este momento, que sus miradas insinuantes deshielaron mi sangre desde aquel día en el bar.

Con la intensidad de ese beso algo pasaba en mí, una caja de pandora que se abría a los misterios ocultos y deliciosos de amar y desear una mujer.  En ese beso recordé el por qué nos alejamos cuando éramos pequeñas y fue aprox. a los 13 años cuando jugando en mi casa me lancé sobre la cama cansada de forcejear con las almohadas y ella se subió sobre mí, me miró y me besó y correspondí ese beso, deseando que fuese otro y aún más intenso, pero Pamela reaccionó y salió corriendo de mi cuarto, de mi casa y de mi vida y no la volví a ver hasta aquel día en el Bar.

Ahora con esto se despertaba aquel sentir, aquel recuerdo bloqueado por un corazón que la extrañó desde que se alejó ese día de mis labios.  Ahora entendía y recordaba el porqué me revelé y comencé a salir con chicos, pero jamás tuve algún sentimiento por ellos como lo que sentía por Pamela.

Aún entregada a este beso y teniendo la verdad de mi sentir, me separé de ella, observo sus ojitos que me miran como no creyendo lo sucedido.  Ve que no regreso a sus labios e interpreto su mirada, su miedo a que sea la que yo la que arranque esta vez.

Andrea: ¿Por qué me dejaste luego de ese beso en mi casa Pame? Yo lo deseaba al igual que tú.  Te quiero, siempre te he querido.

Veo el brillo de sus ojitos, una hermosa sonrisa en sus labios y es ella quien toma dominio del  momento, del lugar, de mí.  Me besa como queriendo recobrar los años perdidos, los besos fugados, las caricias no realizadas.  Su beso sigue despertando aquellas emociones que comenzaron a fugarse desde anoche. Comienza a besarme con locura, en su presión comienzo a retroceder hasta que mi espalda se sostiene en un árbol.  Lo uso de apoyo, me sujeto a ella y la acerco más a mí… NO ME DEJES MÁS MI AMOR –le digo- Ya no nunca más mi amor, nunca más –me dice –

Nos seguimos besando buscando saldar las deudas impagas del paso del tiempo, pero ya no éramos sólo un par de niñas en busca se saciar una mera duda de un beso, mi cuerpo reclamaba por cumplir las fantasías de una noche de deseos frustrados.

Andrea: Te deseo Pamela…

Pamela: -mirándome con picardía me dice- ¿Y si no te gusta lo que te hago?

Andrea:  Con lo que he probado de esa boquita difícilmente no me guste lo que pueda seguir –le digo mientras le devuelvo la misma mirada de provocación.

Pamela: Mmmm… ¿Te importa si te dejo un momento?

Andrea: Pero ¿por qué? ¿Dónde vas? No me dejes… - le digo mostrando una carita de apenada-

Pamela: Voy por algo a la cabaña y regreso, no tardo más de 5 minutos.

Andrea: ¿Y si te acompaño?

Pamela: mmm… me encantaría no despegarme ni un momento de ti, pero si me acompañas no saldremos de ahí y prometí darte un hermoso día y no quiero que sea encerradas en 4 paredes, así que espérame sí.

No con mucha gracia tuve que esperar que volviera.  Sentía mi corazón latir a 1000 por minuto, pero no era por la excitación de imaginar qué sería estar con ella realmente, sino porque era como haber tenido una venda en los ojos y poder ver ahora con claridad… Ahora entiendo el término “salir del armario” jajaja…

Pamela: ¿De qué te ríes a solas eh? ¿De qué te acordaste?

Andrea: Nada, sólo un juego de palabras mental.  No me di cuenta que reía… No demoraste nada y ¿qué traes ahí?

Pamela: Un par de cosillas, que si me ayudas te lo agradecería… Ven, acompáñame a la orilla.

Le ayudé con las cosas, que a simple vista podía ver que traía una canasta de camping y un manto para tendernos. Mmmm... ya mi mente comenzaba a correr en ideas…

Pamela: Ya pues ¿por qué te ríes ahora?

Andrea: Jajajaja… Lo siento, es que mi cabeza es… Ufff… ingeniosa… jejeje…

Pamela: Jajajaja… Bueno mi amor, bájele al ingenio que la canasta trae unos paños fríos…

Andrea: ¿Paños fríos? ¿Ahhh sí? O sea ¿me estás diciendo caliente? –le digo mostrando ironía-

Pamela: No dije que fueran para ti, pero como te has dado por aludida si quieres te pongo algunos jejejeje…

Andrea: Mmmm… no gracias, me los puedo poner solita jajaja – reíamos ambas con nuestro humor sarcástico.

Nos tendimos frente a la laguna. Y un sonido en mi estómago reclamaba por ser atendido.

Pamela: Uhhh cosita, mira como suenan tus tripitas –abre la canasta y comienza a sacar algunas cosillas- Mira, acá hay jugo de naranjas, jamón, queso y esto y esto otro para prepararnos algunos sándwiches que tampoco he comido y para más rato traje este vinito.

Andrea: ¿Y esto lo tenías en la cabaña, o sea esperabas hacerme caer? Ya decía yo que me sentía en este bosque como Caperucita Roja, pero no es un lobo el que quiere comerme, sino una “Loba”…

Pamela: Así que Caperucita Roja eh… interesante… pero la verdad, No, no pensaba hacerte caer, incluso si no sucede lo de la mañana quizás no me hubiese dado el valor de decirte lo que sentía.  La casa la habitan mis padres cuando vienen y mi pieza es cuando estoy de paso, pero generalmente cuando me vengo a relajar me quedo acá en la cabaña. Entonces mi nana Olga siempre me tiene la congeladora dispuesta para llegar en cualquier momento, a veces ni saben que estoy acá, sólo les aviso cuando ya me voy.

Andrea: Esto es genial Pame, con un lugar así me resultaría casi imposible querer salir de acá.  Además estos sándwiches están riquísimos, ni sabía que tenía tanta hambre jejeje…

Pamela: Pues que bueno que te guste, no quiero que te alejes más de mí Andrea. Te amo desde que éramos niñas.  Siempre me gustaste, pero ese día en tu casa no lo pude resistir y te besé, pero ante que me dijeras que te dio asco o que me insultaras prefería alejarme de tu vida, no pensé que me aceptarías.

Andrea: Ay Pame, no sé. Este lugar, este momento, tú, es como volver a ser esa niña que no le importaba nada. Que cuando pasaban tus papás por ti, miraba por mi ventana hasta que ya no podía verte y que cuando viajaban te extrañaba, sobretodo esa vez que fuiste a Londres ¿recuerdas?

Pamela: Sí, y fue ahí estando lejos de ti que te extrañé tanto que supe que esto no era normal. Normal en el sentido de amistad, que mis sentimientos traspasaban ese límite.  Me animé a decírtelo al regreso y recuerda que fue ese día, apenas llegamos al país que me fui de inmediato a tu casa, que me abrazaste y me diste mil besos y mientras intentaba darme el ánimo de decirte que te quería, comenzaste a tirarme las almohadas y los cojines y como vi que no tenía el valor de hablar te besé y fue el día que me alejé y rompí mi corazón por primera vez.

Así se nos fue pasando el día, pero ahora me tocaba escucharla, saber qué había sucedido todo este tiempo lejos mí.

La plática fue siendo acompañada con el vino y el sol que ya se iba ocultando y nos regalaba un hermoso atardecer.

Andrea: Pamela, sé que no me importa y quizás sea un tema difícil para ti, pero debo hacerte una pregunta.

Pamela: ¿Es referente a parejas cierto?

Andrea: Así es, dijiste que alguien te había lastimado y otro comentario de que alejarte de mí no fue la única ruptura de tu corazón ¿quién te hizo daño? ¿hubo alguien más de quien te enamoraste?

Pamela: Sí Andrea. Como mi papá viajaba a Londres a ver lo del papeleo de tu abuelo, la herencia, la empresa y todo eso, comencé a empaparme de ello y a viajar con él.  Al ver que podía hacerlo sola me dijo que me quedara unos meses para  dejar todo finiquitado y él venirse a Chile a trabajar con mamá en la empresa.  Ahí conocí a Martina, en un bar tomándome una copa y desde un momento se dio una química muy especial.  Comenzamos a salir, al poco andar nos hicimos novias y bueno, cuento corto un día me dejó en el departamento una nota diciéndome que tenía una oportunidad de trabajo imposible de rechazar y que irse así era lo menos doloroso.  Que algún día me buscaría para disfrutar su triunfo y me dejó, como dice la canción ME CAMBIO POR UNAS MONEDAS… ¿Si me amaba por qué no me invitó? La hubiese seguido al fin del mundo, pero simplemente fue egoísta y decidió las cosas por si sola. – noté como corría una lágrima por su rostro.

Andrea: ¿Aún la amas?

Pamela: No sé Andrea.  No sé si la amé mucho o poco, sólo sé que hasta hace unos meses aún la lloraba, hasta que te volví a ver en el Bar y aún no sabiendo quién eras mis pensamientos fueron dirigidos hacia ti y si alguna vez volvería a verte.

Andrea: ¿Y si ella volviera a buscarte como lo dijo y tú estás con alguien, volverías con ella?

Pamela: Mi amor, estoy contigo ahora.  Lo que siento por ti es de mucho antes que ella.  Jamás dejé de quererte, de pensarte, de fantasear con que ese día no hubiese huido y me hubieses aceptado, ahora no te dejo escapar Andrea Echeverría.

Me besó tiernamente, luego me abrazó.  Me acurruqué en su pecho sintiendo que sus brazos eran mi coraza.  La quería en mi vida por siempre, ya no quería que se fuera más.  La verdad no sabía cómo funcionáramos como pareja, pero no me quedaría sin hacer el intento, además que si aún quedaba un rastro de esa Martina yo lo disiparía de su vida. La miré a los ojos y nos besamos.

Las primeras estrellas ya nos anunciaban que el día se había marchado entre confesiones de palabras no dichas en su momento.

Pamela: Mi amor, debemos de regresar a la realidad.  No olvides que mañana debes viajar, ya es de noche y tus padres no saben nada de ti.

Andrea: Uuuuuhhh… tienes razón y mi celular lo dejé en la casa, quizás cuántas veces habrá llamado papá para ver qué tenga todo en orden para el viaje, pero luego lo llamo.  Pamela, mi amor, Te quiero y no quiero irme de este lugar, de este país, que este día termine sin el gusto de saberme tuya, quiero llevarte conmigo hasta que te vuelva a ver.  Quedémonos acá esta noche, en la cabaña y mañana nos regresamos temprano a  la cuidad.

Pamela: Mi amorcito, esto es como un sueño, claro que quiero estar contigo, por esta noche y por muchas más…

Ya pasada la calentura de la mañana, la desesperación de querer comernos con fiereza, ahora la noche nos traía consigo la ternura, la suavidad del refugio de la oscuridad, la sensualidad de los sonidos de la noche y la complicidad de la luna marcando nuestras siluetas en aquella intemperie, reflejándose en la laguna su rostro.

Sus besos cada vez me sabían más deliciosos, más embriagantes, mientras mi cuerpo celoso de tal suavizad, tibieza y maestría pedía reclamaba por atraer más atención en toda su extensión.

Lograda su atención, Pamela comenzó a desabotonar mi blusa dejándome sólo en brasier, por fin mi piel sintió el contacto de sus manos y mi cuello el de sus labios. Inevitable no esbozar un sonoro gemido a tan exquisito preámbulo.

Era imposible no compararla con los hombres con los cuales estuve y nada se comparaba a lo que estaba sintiendo, a la sutileza de sus caricias y como bien dijo ella, a la excitación de saberme tocada por una mujer.

Jamás sentí esa excitación, ese deseo, ese fuego interno de tener a alguien sobre mí.  Mi mente no reaccionaba, sólo mi cuerpo reaccionaba al sentir, no sabía qué me hacía, sólo sabía que lo estaba disfrutando enormemente, a ojos cerrados, entre gemido y gemido, pero su tacto, sus besos, su lengua recorriendo mi abdomen me estaba enloqueciendo, la apreté a mí y sentí como mi vulva se rosaba a la de ella ¡Ahhhhh, exquisito! Aún estando vestidas puede sentir algo electrificante que nos estremeció completas, sacando de ambas otro sonoro gemido. Movió una de sus piernas a un lado, dejando su muslo dando peso a mi vagina. Supo que me gustó aquel roce y quería seguir viéndome enloquecida por su tacto, atrapada en el  disfrute de la tortura de saberme extasiada de placer.

A cada movimiento de ella sobre mí, mi vagina recibía una pequeña embestida de su muslo y con cada contacto sentía cómo mi ropa interior se empapaba de mis fluidos que respondían a la excitación recibida.

Comenzó a besar y tocar mis pezones con la yema de sus dedos, como quien toca un bombón antes de saber que será completamente degustado por esa boca. Sentí la reacción inmediata, una respuesta a unas manos que siempre quise en ellos, a aquellas manos que  anoche deseaba en mí mientras me masturbaba, mientras tocaba mi clítoris pensando que era ella quien lo hacía y ahora que realmente lo estaba haciendo el placer era aún más enloquecedor y presuroso de llevarme al mismo paraíso en un orgasmo.

No podía seguir esperando y en mi prisa y desesperación desabotoné sólo el comienzo y luego jalé el resto de los botones de su blusa, saltándose algunos .  Noté su sorpresa al ver lo que hice, pero en su mirada insinuante noté que le gustó mi “salvajismo”  y reaccionó a mi indirecta de despojarnos de nuestras ropas, ella entre besos y caricias excitantes sacaba ya del todo mi blusa y aquellos pantalones ajustados fueron lanzados lejos, al igual que sus ropas, sólo estábamos sensualmente con la parte baja que ocultaba nuestra fuente de placer, mas no el calor que ebullía de aquella zona empapada por todo aquello que nos entregábamos mutuamente.

Estábamos de rodillas, mirándonos frente a frente, ambas manos recorrían nuestros dorsos desnudos, mis manos jugueteaban rondando la aureola de su rosadito pezón erecto, que aún no probaba.  Sus manos llegaban al borde de la perdición de mi fuente de placer y se devolvía.  Me recorría con la yema de sus dedos desde mi rostro, bajaba por mi espalda con una dulce tranquilidad que me desesperaba.

En el intento de calmar un calor sofocante, apretaba mis glúteos, subía a mi abdomen bordeaba el elástico de mi diminuta ropita, marcaba con su dedo el triángulo de mi entrepierna y se devolvía y yo en respuesta me anclaba a su espalda enterrando mis uñas en ella.  No lo puede soportar, la deseaba, la quería tanto como ella me deseaba a mí.  La verdad no sabía cómo llevarla a un orgasmo, pero la ventaja de saber que era una mujer, era saber que debía de disfrutar con similitud de roces y caricias, así como yo lo hacía cuando me masturbaba y me auto complacía en un satisfactorio orgasmo.

Esta vez fui yo la de la iniciativa y estando ahí, de rodillas, frente a frente, introduje mi mano con cuidado, sin prisa, quería grabar en mis dedos el recorrido a aquella fuente que emanaba el agridulce olor de la excitación, quería palpar en mis dedos la humedad y la suavidad de la vagina de otra mujer, luego… muy pronto, querría recorrer ese mapa mental a ojos cerrados para ir a beber directamente de su fuente.

Sentí la suavidad de una cuidadosa depilación, mis dedos ya no iban temerosos, casi iban a la prisa de dejarse caer de un tobogán a la humedad de su ser.  Recorrí sus labios mayores y puede palmar la cálida y abundante humedad que había bajo esa prenda.  Mis largas uñas producían un cosquilleo en ella, la yema de mis dedos la excitación, las palabras en su oído la apertura de la llave de aquella fuente: -Te amo Pamela, te deseo, quiero saberme de ti, quiero tenerte en mi, quiero que me hagas tuya, quiero hacerte mía…

Ella sólo me dejaba hacer, se afirmaba a mi espalda mientras acallaba sus gemidos ahogándolos mientras mordía sus labios y mis manos sin ser expertas la tenían ida en el placer.

Más la tocaba y más sentía como emanaba de quién sabe dónde la humedad que rodeaba a mi clítoris.

Decidí ser complaciente y deslicé un dedo en su vagina como tanteando terreno, noté como se arqueó su espalda y soltó un descontrolado gemido.  Apoyé mi mano completa en ella, empapándola en su humedad y sentí cómo latía.  Jamás me concentré en cómo reaccionaba mi cuerpo al tocarme, sin embargo no quería perder detalles en ella.  Me fui con suavidad a su clítoris, lo rocé y acaricié con mi dedo índice y luego mi dedo pulgar le hizo compañía para apretarlo despacio, suave y moverlo con delicadeza, como quien juega con un diamante entre sus dedos corriendo el riesgo de apretar indebidamente y perderlo.  Eso era para mí todo esto, un descubrir algo que quizás siempre quise, siempre esperé y nunca lo supe hasta ahora.

Sus uñas se clavaban con desenfreno en mi espalda, me dolía pero a la vez me gustaba sentirla así de excitada.  Cada vez noté que su respiración era más agitada, cada vez rasguñaba más mi espalda y cada vez daba más prisa a mis movimientos para regalarle aquello que bien sabía que sería retribuido muy pronto por ella.

Solté su clítoris y comencé a mover mis dedos de forma circular en ella, sentí que su orgasmo se venía con prisa y cambié mi estrategia y sin preguntarle, sin preverlo ella, introduje dos dedos hasta donde diera su extensión y comencé a hurgar dentro de ella como buscando algo y siento como suelta un grito, OHHHHHH!!!! AAAAHhhhhhhhhhh!!!!! MMMMmmmmm….  Aún estando en su interior sentí los espasmos de aquel intenso orgasmo.  Saqué con delicadeza mis dedos ardientes del fuego y flujo del placer y siento que su cuerpo pierde dominio, la sujeto con mis brazos y la llevo con suavidad de nuevo al piso.  Sus ojos estaban cerrados, su corazón queriéndose salir.  Su respiración agitada y su carita de felicidad me decía que había quedado extasiada de placer.

Retiro el cabello de su rostro y acaricio su carita mientras recobra fuerzas.

Pamela: Mi amor… mmm…  fue increíble… ¿Dónde aprendiste todo eso? Oooo ¿Has estado antes con otra mujer?

Andrea: Así es mi amor, no te puedo mentir, he tocado antes una mujer, pero jamás he disfrutado tanto como hasta ahora.

Pamela: Pensé que era la primera –abrió sus ojitos y puso carita de pena por lo que dije.-

Andrea: Tontita, no pienses mal, esa otra mujer soy yo misma bebé.  Simplemente pensé en las cosas que me gustaría y como mujer supuse que también te gustaría.

Pamela: Oh sí amor, no sabes cuánto me gustó.  Me dejaste muerta…

Andrea: Nada de muerta ¿me dejarás así?

Pamela: Como crees preciosa, ven acá cariño, ahora me toca a mí.

La previa ya estaba demás.  No estaba caliente… estaba RE caliente, sólo bastó uno de sus besos para prenderme a full y soltar el primer de muchos gemidos.  Conociéndome sabía que sólo tendría que hacer un par de movimientos y yo acabaría.

Andrea: Pame… mmm… tócame por favor, no seas mala, hazme acabar

Pamela: Ah sí, ahora quieres prisa no y cuando yo te lo pedía ni caso me hacías.

Andrea: Pame, ya pues, mete tu manito y tócame, sino lo hago yo.

Pamela: Qué desperdicio mi amor, ¿mi mano?… no preciosa, será mi lengüita la que te llevará al paraíso.

¿Sexo oral? Jamás dejé que me lo hicieran y los seudo intentos que hubo siempre fueron burdos y producto de una borrachera que a nada condujeron, pero ufff… cómo decirle NO a ella cuando sólo deseo saber si puedo acabar así en un orgasmo, pero igual me da cosita ¿y si no le gusta mi sabor? Ay! Además capaz que se ahogue la pobre entre tanta excitación, si siento que ya empapé toda mi prenda…¡Ay Andrea, concéntrate y sólo disfruta…!

Luego de unos exquisitos y caliente besos con lengua, fue bajando por mi cuello, un pequeño despertar a mis pechos, mi ombligo, mi monte.  Bajó por fin mi pantaleta y abrió con suavidad mis piernas, con delicadeza y su lengua fue abriéndose paso hacia aquel lugar que la esperaba con ansias.  Pude sentir como con cuidado deslizo la puntita de su lengua por mis labios externos extrayendo de sí los fluidos fugados de mi interior.  Sentí casi un poco de vergüenza porque pensé que quizás no le gustaría, pero lo siguiente fue una “Doña” lamida que casi me hace acabar con solo sentir su fugaz paso y el roce presuroso a mi clítoris. Oooohhhhhhhh… si eso se sintió así de rico, Ufff… como será lo que viene.

Luego de dejar mi espalda tensada como un arco con esa rica lamida, comenzó otra vez suavecito a deslizar la puntita de su lengua por los labios de mi vagina.  Mis piernas instintivamente se abrían más para que profundizaba en tales caricias, pero en su plan de tortura no hacía caso de las insinuaciones de mi cuerpo, o bien le sacaba provecho a mi excesiva excitación y así me desesperaba aún más en cada acercamiento que  tenía de su lengüita en mí, hasta que por fin me hizo caso y fue adentrándose y acercándose peligrosamente a mi clítoris que punzaba por tener contacto otra vez con su lengua y mmm… ohhh… simplemente exquisita aquella conexión. En mi desespero tomé su cabeza e hice presión para agilizar los movimientos y ahí estaba, una mujer dándome la máxima excitación recibida en mi vida, no podía articular palabra, no paraba de jadear y ella degustando cuánto estaba a su alcance.  De repente aquel cosquilleo en mi cuerpo me daba el indicio de que el orgasmo estaba por llegar y tomé su cabeza para que no fuese a alejarse en aquel momento cúlmine y llegó… OOOOOOOOhhhhhhhhh…….. Aaaahhhhhhh…. Mmmmmmm…. y  en esa milésima de segundo en que no sabes de nada, en que la explosión de placer te hace perder la razón, sólo puede pronunciar, con las pocas fuerzas que me quedaban: Te amo Pamela.

A su lado, ahí tendida casi en calidad de bulto quedé.  Subió para besarme, pero en mi agitación no pude responder su  beso, sólo tomaba el aire por bocanadas.

Pamela: ¿Te gustó bebé?

Andrea: Mi amor... mmm… como decirte … Ufff… deja tomar un poco de aire… ¡ESTUVO EXQUISITO…! No sé, no tengo palabras para decirte lo que realmente sentí, sólo que nunca había sentido ni la cuarta parte que sentí hoy en tus brazos.

Pamela: ¿en serio amor? … ¿Podías decir entonces que fue mejor que el de anoche?

Andrea: ¿Anoche?... pero si anoche no pasó nada, al no ser qué… -¡Oh por Dios! que vergüenza Pamela se había dado cuenta que anoche me masturbé.

Pamela: Jajajaja… ¿Por qué te sonrojas? … ¿Al no ser qué amor? ¿Que me haya dado cuenta que te masturbaste mientras pensabas que yo dormía? Tendré el sueño pesado, pero como no despertar con esos ricos gemidos que despertaron mi cuerpo antes que mi conciencia.

Andrea: Que vergüenza y yo que te pensé dormida, pero si incluso te moví y tu nada…

Pamela: Jajajaja… obvio preciosa, tú crees que me perdería ese espectáculo en vivo… La verdad te juro que ya saltaba sobre ti, si me tenías mi vagina con taquicardia y casi ahogándose en sus propios fluidos, pero la verdad me dio miedo tu rechazo, pensé que tu fantasía para ese momento era con un hombre.

Andrea: Ufff… no sé qué decir… pero me ganó la calentura de mis pensamientos y no pensé que hiciera tan sonoros mis gemidos, sólo que me dejé llevar por mi fantasía y no supe de mí.

Pamela: ¿Puedo saber en quién pensabas para gemir así?

Andrea: En ti Pame –noto su cara de asombro inmediato- Pensaba en que eras tú la que me tocaba, quien me besaba, quien estaba sobre mí.  Por eso hoy amanecí así de idiota y pesada contigo, porque en cierta forma me sentía culpable de fantaseas con mi mejor amiga, menos cuando pensaba que era hetero.

Pamela: Pero mi amor… Rrrrrr… ¡qué rabia! ¿por qué no me despertaste o me lo dijiste antes? Me hubieses ahorrado un llanto.  Pero ¿desde cuándo yo te atraía como mujer? ¿Por qué no me lo dijiste antes?

Andrea: Pues, porque no sabía Pame, sólo pensaba que me hacía bien tu compañía, que te quería como amiga, pero la verdad tenía bloqueado aquellos recuerdos de adolescente y sobretodo lo de beso, pero el estar acá contigo, la cena, tu cercanía en la cama Ufff… fue despertando cosas en mí y hoy con el primer beso recordé todo y siempre te quise y no como amiga, siempre te deseé como mujer.

Pamela: Ven acá mi amor, sólo importa que ahora estamos juntas.

Está haciendo frío eso sí amor, ¿nos quedamos en la cabaña esta noche?.

Andrea: Quedemos 5 minutos acá sí, deja imaginar que es un sueño del que no quiero despertar

Me acerqué aún más a ella, me abrazó con más intensidad y con la felicidad que no me cabía en el pecho comencé a pensar.  Cerré mis ojos un momento y los abrí con el cuidado de verme en otra realidad alejada de estos brazos y este hermoso sueño, pero no, mi hermosa seguía a mi lado casi dormitándose y yo observaba la luna que estaba más bella que nunca.  Recordé como comenzó mi día y es increíble como a veces pasa la vida y en años no hay nada que te remezca, sin embargo a veces es necesario un día, una hora y quizás un minuto para producir un cambio que te marcará por siempre, en este caso, mi primera vez con una mujer.