Más que una ilusión (3)

Ahí estaba, mi sueño hecho realidad...

Primero que todo mil disculpas por esperar taaaanto por esta tercera parte, pero es algo que ya se tornó desafío el terminarla y la inspiración no ha fallado. Paula, Vane, gracias por la espera y la paciencia y por estar conmigo cuando las necesité en todo este proceso. Patricia, amiga... ufff... sólo decir que te quiero mucho, que aunque no lo creas te entiendo y espero regreses pronto.  Amor, lo prometido es deuda, volví a las letras y deseo que vuelvas a sentirte orgullosa de mí, bueno, aún más.

Y ahora a los nuevos y que aquellos que me valoran y me comentan siempre: Nayru, Melvira, Luna, Anais, Eli, Fran07, Aurora, La Diosa, Kristy, Condesa de Rostau, Bluewine, Ana, Shantyy, Smgn, HombreFX, Biittersweet, Icel78. Mil gracias por sus palabras y su apoyo, es exquisito leer que siguen ahí sientiéndose identificados con una u otra cosa´.

Un abrazo y espero les guste esta tercera parte...

.....................................

TERCERA PARTE

KAREN

Sigo sin articular palabra, el Jefe ve que nos “conocemos” y nos deja solas y se va a conversar con el gerente y me siento como la primera vez que observé a sus ojos, pero ahora, frente a mí, es aún más hermosa

No sé qué pasa, tampoco tengo cabeza para decir que está sucediendo, sólo que siento ganas de abrazarla y llorar, decirle que llevo todo un fin de semanas de lágrimas pensando que no volvería a verla y ahora está aquí, en este plano o en este momento, pero tengo miedo a su reacción… ¿Y si no se recuerda? Pero me nombró por mi nombre, quizás el Jefe Roberto se lo dijo, pero ella puso el tono de duda, como diciendo ¿Qué haces acá? Rrrrrrr…. No sé, no sé, quiero abrazarla y besarla pero creo que mejor digo algo, porque ya comienzo a sentirme observada por el personal de llevarnos mirando sin articular palabra;

Karen: Mucho gusto Srta. Andrea, don Roberto me ha hablado mucho de usted… -Sueno idiota, mecánica, mejor dicho FINGIDA porque no es en realidad lo que verdaderamente quiero decir.

Andrea: …… Buenos días Srta. Karen, el gusto es mío. Perdón por la reacción que tuve frente a don Roberto, sólo que pensé conocerla de alguna parte y claro don Roberto ya me había dicho su nombre, pero claramente y repasando recuerdos… mmm, no, NO LE CONOZCO

Auch!!! Eso dolió aún más que el pellizco.  Siento como mi corazón se hace mil pedazos, mis ojos se llenan de lágrimas y un nudo que no me deja hablar: Maldita sea! Me enamoré de ella, en mis sueños ella me amaba o por lo menos sentía mucho hacia mí y ahora es sólo un cuerpo sin recuerdos y ahora marcados por la indiferencia de ser sólo una más dentro de todas sus empleadas.

Karen: Perdone usted, pero le molesta si me retiro, no me siento bien… - ojalá diga que sí, no puedo contener más las lágrimas

Andrea: Disculpe usted, se siente bien? –noto su sincera preocupación

Karen: Sí, pero permítame debo salir, por favor disculpe.

Y sin más me retiro de ahí, ya dejando que las primeras lágrimas dieran el paso a las segundas y así muchas más y corro hacia los servicios para que nadie me vea así, no me puedo permitir esto, pero me es imposible contenerme más.

Cuando me siento sola y segura que no hay nadie en los baños, me desbordo en un llanto incontenible y casi a gritos digo mirando hacia el cielo:- ¿Qué pasa aquí Dios…? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? - Y me admiro de mí misma por mi reacción y pateo la muralla, una, dos y otra vez cuando siento el dolor punzante en mi pié, pienso fugazmente que tal vez es una lesión, pero no me importaba, ya nada tenía mucho sentido en mí.

Sentía como me ahogaba en sollozos interminables, dejando mis ojos entelados por el lastimoso correr de aquellos ríos de lágrimas

-Por qué Papito, dime Dios por qué es todo esto… Primero la sueño, luego otra y otra vez, se presenta en mi casa, y ahora se vuelve realidad para mí y no puedo hacer nada, ella no se recuerda o tal vez jamás estuvo ahí, quizás en las oficinas centrales vi alguna foto y memoricé su rostro y en mi necesidad de encontrar a alguien comencé a soñarla. No sé, simplemente no sé cómo hacer para sacar todo lo que llevo dentro que me está matando, sabiendo que hasta su regreso ni siquiera sabía mi nombre, para ella soy solo una más de sus trabajadoras.

Estoy en mis pensamientos y se presenta Nicole y claro lo primero que pensé es que me siguió:

Karen: ¿Qué haces acá Nicole? Por favor, déjame sola – le contesto mientras me encuentro mirando hacia la muralla para ocultar mis lágrimas

Nicole: No Karen, esta vez no tiene que ver conmigo, me envío la Srta. Andrea para saber qué te sucede, dice que te vio salir muy mal, supongo que pensó seguirte, pero sabes que no puede salir de la sección

Karen:  Está bien Nicole, dile a tu jefa que todo está bien y que gracias por su preocupación pero ya pasará.

Nicole: Karen, sé que hemos tenido nuestras marcadas diferencias, pero jamás te he visto perder el control de esta forma y por favor, olvida el pasado y siénteme como una amiga, y te lo digo sinceramente, sólo quiero verte feliz y no sabes cómo duele verte así… ¿qué sucede? por favor confía en mí.

No puedo contener ya las lágrimas y comienzo a llorar otra vez copiosamente.

Karen: Nicole, por favor, abrázame sí, soy una idiota, tal vez el daño que te hice a ti ahora lo estoy pagando con creces

Nicole: Ven acá, sssshhhh no llore sí.  No quiero escuchar si quiera que me haz causado algún dolor, tú no me causaste daño, sólo que todo tomó un rumbo inesperado, pero sólo quiero decirte que independiente de lo sucedido sigamos siendo amigas.  Tengo mucho que aprender de ti, eres menor que yo pero te admiro mucho y no me gustaría que nos dejáramos por una estupidez.

Karen: Gracias Nicole, -entre pucheros- no sabes cuánto valoro este momento –digo entre sollozos-

Nicole: Karen ¿Qué sucede con la Jefa? ¿Te llamó la atención por algo? ¿Se conocían? ¿Qué sucedió? Todas notaron algo extraño cuando las presentaron y quedaron mirándose.

Karen: Es una larga historia… pero para empezar no mereces que te siga ocultando quién soy, perdóname si te hice daño, perdón si fui pesada o antipática, sólo que no quería así las cosas por nuestra parte y tal vez fue lo mejor, sino no estaría así ahora, llorando en tus brazos.

Nicole: Para con eso Karen, o sea stop mujer!!! Si tú no me has lastimado, sí lo haría el hecho de apartarme de ti, porque te estimo mucho, ahora sí me asusta mucho eso de saber qué me ocultas.

Karen: Soy lesbiana!!! Siempre te lo negué pero es cierto, no quería alimentar falsas esperanzas

Nicole: -segundos y segundos de silencio antes de reaccionar- En…tonces tú …y la jefa… tuvieron o tienen algo…???

Karen: -y ahora otra vez más llanto – Sí, bueno no, no sé… :´(

Nicole: Ven preciosa sí, cálmate, mira voy dentro por un momento, pero por favor no te salgas de aquí, prométeme que me esperas sí y ya conversaremos con calma

Karen: Está bien, gracias Nicole –y sigo con mi llanto y la desazón de saberla perdida, hasta que ella regresa.

Nicole: Ven cariño, seca esas lágrimas que saldremos de aquí

Karen: No, no puedo llegar así a mi casa, mi madre me haría mil preguntas que no puedo responder ahora, ni a ella ni a nadie.

Nicole:  Tengo más que claro que a tu casa no te irás, vamos a la mía.

Karen: Ay no, no comiences con tus cosas, necesito una amiga en este momento no quiero que con mi confesión te hagas ilusiones de cosas que no son, me siento suficientemente mal como para a

Nicole: ¡Te puedes callar! A ver ya te dije que me quedó todo muy claro en su momento, ahora que tú me confiesas que eres lesbiana no cambia mucho las cosas porque ya lo sabía, por otro lado puedo saber menos del mundo que tú, pero no del amor y sé interpretar miradas y entre tú y la jefa algo pasó o pasa.  Ahora vine como amiga y no seas mula terca en negarte, que bien sabes que me necesitas en este momento, así que venga, limpie sus lágrimas, no llore más y vamos a casa a tomar un café, nadie nos molestará.

Karen:  pero Andrea… perdón,la Jefapuede hasta despedirte por abandonar el trabajo, no puedo permitir esto.

Nicole: Tranquila, a eso fui hace un rato.  Le dije que estabas bastante mareada y habías comenzado con vómitos y que no me gustaría dejar que te fueras así a casa, que si me daba permiso para cambiar mi turno para seguir esta semana contigo de noche y ni tardó ni medio segundo en decirme que sí, que te llevara, que te cuidara y que cualquier cosa que le avisara, sentí que le afectó bastante verte mal. Ya me contarás qué sucede entre ustedes

Lavé mi rostro muchas veces, sumergí mi cara en el agua fría a ver si bajaba la hinchazón de mis ojitos y nada, así que sequé mi rostro y me puse lentes oscuros, Nicole salió primero observando que nadie viniese y salimos de los servicios en dirección a los casilleros para sacar mis cosas y marcharnos “rápidamente” de ahí, no quería preguntas. (digo rápidamente entre comillas porque caminaba rengueando, ya que tantas patadas a la muralla me dejó doliendo mi piecesito L )

Camino a su casa Nicole me hablaba de otras cosas, supe que era para distraerme, pero sólo asentía con la cabeza sin saber qué diablos decía, en mi mente sólo estaba la contraposición de la mujer de mis sueños y la de mi realidad, por un lado la

mujer que me amaba y me amaba y por otro mi jefa, alguien que NO ME CONOCE y lo peor es que en una semana más tendre que verla todo el día al volver a trabajar en su turno.

Llegamos a casa de Nicole, me ofreció café.  Sé que me hace pésimo para mi hígado, pero necesitaba algo fuerte que me removiera y acepté tomar uno bien, bien, cargado y luego de mucho tiempo sin hacerlo, acompañar el coffee con un cigarro y un momento lleno de confesiones.

Supongo que mi amiga me vio tan ida en mis pensamientos que quiso captar mi atención y me comenzó a relatar la historia de su vida, hasta que sólo comencé a prestar atención cuando escucho la palabra amiga + amor + lesbiana… -What???  Sorry pero me puedes repetir  eso último???

Nicole: Que así es Karen, alguna vez  me sentí lesbiana, me enamoré de mi mejor amiga, pero mi madre cuando se dio cuenta cómo la miraba, cómo nos jugueteábamos entre la inocencia y la curiosidad de la adolescencia, tomó cartas en el asunto y no sé qué le dijo que ella se alejó de mí, de hecho hasta su madre la cambió de colegio y luego sólo me bastó la exquisita conversación de madre a hija en donde me decía que jamás aceptaría una “tortillera” en la familia, que ni el mismo diablo nos aceptara el día del juicio final en esta condición de ser y no ser, de tener un cuerpo de mujer y amar como lo hace un hombre, le grité que eso no, que me encantaba ser mujer, sentirme mujer pero me gustaba aún más saber que la amaba por ser otra mujer al igual que yo.  Eso ameritó una tremenda bofetada y aparte la paliza de mi vida, lo suficiente para tenerme un par de días en cama producto de los moretones y de la pena que tuvo que morir junto con ese dolor, de olvidarla como mujer y sólo recordarla por siempre como un dulce recuerdo.

16 años y no tenía dónde ir para sentirme libre.  Tuve que seguir en casa con estricta vigilancia, recibiendo obligadamente cada pretendiente que mi madre conseguía.  Al final me decidí, no podía seguir así pero me flaquearon las fuerzas a mitad de camino, pero la idea de salir de casa aún seguía en mí y entre toda mi confusión y sentimientos encontrados, conocí a quien ahora es mi esposo, un gran hombre que me conquistó con su ternura, con los detalles y sabiendo que no lo amaba se casó conmigo y salí de casa. Al poco andar nació mi pequeña y bueno, ella se convirtió en la luz de mis ojos y ya todo fue sólo un pasado, una confusión de adolescente, hasta que por esas cosas de la vida te conocí y lo que creí sepultado en mil toneladas de tierra afloró, primero como un sentimiento de admiración y luego me di cuenta que ya no sólo te escuchaba, sino que mi mirada se posaba en ti  grabando cada uno de tus gestos, tu sonrisa, el cambio en el color de tus ojos, a veces más claros otras veces más oscuros, en lo hermosos que se te ven con tus largas pestañas y ufff… otras cosas que creo está demás decir, pero sí me fue inevitable no sentirme como antes, pero ya me quedaba claro que no era otro hecho confuso.  No me preguntes ahora qué sigue en mi vida, lo más probable es que igual que siempre, siendo una esposa dedicada, una buena dueña de casa, buena madre y bueno fingiendo nuevamente que este sentimiento nunca existió, pero sinceramente y no me malinterpretes pero sólo dos veces me he sentido realmente viva en mi vida; cuando me enamoré de mi amiga y ahora que sentía esto hacia ti.  Siendo muy objetiva conmigo misma sé que soy, es mi naturaleza pero no tengo la valentía para dejar a mi esposo y decepcionar a mi pequeña.  No quiero que vea cómo su castillo con una familia feliz se cae a pedazos.  La paliza de mi madre me dejó las huellas en mi vida lo suficientemente notorias, como para querer vivir, amar y sentirme amada otra vez pero no por una mujer sino por un hombre

Ufff… eso sí que calmó mi llanto, y además me hacía sentir una estúpida a su lado.  Lloraba por un sueño, por una fantasía y ella ahí, tal vez tan acorazada que no permitía que aflorara si quiera una lágrima, pero podía ver cómo su mirada se perdía en recuerdos de algo que alguna vez fue vivir, sentir y soñar.-

Tal confesión ameritó que contara qué me tenía así, aunque a lo que ella vivió lo mío fuese una tontera, pero su confianza ameritaba que lo hiciera.

Al cabo de un rato por fin la coraza de ella cayó y lloramos juntas, abrazadas.  Sentí que era sincera en su amistad y fue mi mejor regalo para ese momento.  La miré a sus hermosos ojos, acaricié su rostro y dejé en ella con la mayor delicadeza del mundo un beso en su mejilla y le di las gracias, más palabras estaban demás, los detalles de esa palabra se lo daban mi ojitos que le decían que gracias por estar, por quererme, por respetarme y por todo lo que estaba haciendo en ese momento.

Luego de todo el fin de semana comenzaba a sentir sueño, pero aún no podía llegar así a casa, además que mi madre pensaba que estaba en el trabajo en la “súper” recepción de mi querida jefa, así que debía buscar una hora de salida que coincidiera para poder llegar a casa.

Nicole me observó y nuevamente supo qué sucedía y me condujo a su dormitorio.  Acepto que inevitablemente pensé mal otra vez, pero ella sólo corrió la cubierta de la cama y me indicó recostarme, me cubrió y se acostó a mi lado, sobre la tapa y me acariciaba el cabello mientras entre sollozos sin lágrimas que aún se fugaban de mí, logré dormirme.

Siento a lo lejos un molesto ruido, voy volviendo con mucho esfuerzo a la realidad y siento mi bendito despertador… reacciono un poco más y recuerdo que el mío yace entre la basura y ya se hace aún más molesto y no logro encontrarlo en la mesita del lado de la cama y alguien a mi lado me termina de despertar y lo apaga.

Nicole: Cariño, despierta, son las 2 de la tarde, almorcemos luego si quiere puede seguir durmiendo… Karen… Karen… despierta dormilona

Karen: el despertador… esa vos no es Andrea, es Nicole… -y despierto casi de súbito – Ay qué hice!!! – me observo y estoy vestida, en casa de ella, en su cama y de la nada ella se ríe a carcajadas.

Nicole: Jajajaja si te vieras la cara, pareces como si te hubiese emborrachado y te despiertas sin saber qué hiciste jajajaj… Tranquila, sólo fue café, buena conversación y un dulce descanso, no abusé de tu casi inconciencia al dormir jajajaja

Karen: -Inevitable no sonrojarme – Ay perdón, perdón, perdón, sólo qué durmiendo me quedo tan profundo que no sé de nada.  Me costó reaccionar y sentí tu vos, ufff… fue inevitable no pensar en algo más, perdona sí, me siento apenada, pero yo

Nicole: No te disculpes ni nada mujer, sólo que si hubieses visto tu cara… jajajajja

Entre molestias de su parte  me levanté aún con mucho sueño, pero lo mejor de todo era que mis ojitos ya estaban menos hinchados, así que me disculpé y decidí ir a casa y seguir descansando para volver más recuperada por la noche.

19 horas y salía de la ducha. No aceleré mi paso porque simplemente no quería llegar temprano a mi trabajo, no quería verla, pero por otra parte tenía lo contraposición de que por lo menos me gustaría verla a lo lejos… es una tontera, pero a veces un corazón enamorado se conforma con tan poco.

19.55 Y me fui a la sección sabiendo que ella a las 8 debía de dejar el turno, entonces con suerte nos diríamos hola, no aceleré mi paso, sólo fui lentamente y pensando en qué decir si es que preguntaba algo.

Llegué a la oficina y por suerte no estaba, sentía alegría de no enfrentarla pero mi corazón la reclamaba aunque sólo fuera una mirada.

Observaba los informes del turno del día para ver el tema de las producciones y alguien me tapa los ojos desde atrás, quise que fuera Andrea y casi lo digo cuando siento ese perfume y digo casi con desilusión: Nicole, ¿cómo estás?

Nicole: Uuuy escúchate si claramente esperabas a otra, lamento desilusionarte, pero respondiendo a tu pregunta estoy bien gracias, admito que primera vez le cuento a alguien lo que te dije y remover eso me dejó muy pensativa, no sé cómo decírtelo sólo que a veces mi corazón se exalta pidiéndome algo de vida, de aventura, no sé… en fin, pero acá lo que me importa es ¿cómo estás tú?

Karen: Bien, bueno más tranquila, lo bueno que hoy no la he visto, pero no te puedo negar que por lo menos me hubiese gustado sentirla a la distancia, es una tontera pero… -de repente alguien golpea la puerta-

Andrea: Hola chicas, buenas noches! ¿Cómo te encuentras Karen? me dejaste muy preocupada.  Mírate si aún tienes carita de enferma, si quieres cubro tu turno esta noche para que descanses, no me gustaría que te sintieras mal otra vez .

Nicole: Permiso, son las 8, voy a ocupar mi puesto.  Hablamos Karen, cualquier cosa me avisas sí.

Karen: si gracias por todo Nicole – Rrrrr…cómo se le ocurre dejarme sola, ya la mataré – Srta. Andrea, no se preocupe, muchas gracias, pero me siento mejor, en serio.

Andrea: Mira que como primer día estoy cansadísima para serte sincera, pero sólo me quedé a esperar verte… y saber cómo estabas.

Karen: Estoy bien, en serio le agradezco su preocupación Jefa, pero todo está bien.

Andrea: A ver Karen, no me hagas sentir tan mayor que no lo soy, sé perfectamente que es respeto de tu parte por el cargo y por ser mayor que no me tuteas, pero hazlo si sólo nos llevamos por un par de años.

Es más, mira, don Roberto te tiene mucha confianza y no sé por qué será, pero yo también lo siento, así que créeme que tendrás toda mi ayuda para enseñarte un poco de lo que aprendí en Brasil y que puedas seguir acá.

Es más, déjame hacer una llamada avisando que llegaré más tarde, nos tomamos un café y te cuento un poco de todo

-Y yo que quería que se fuera y con escucharla hablar tan sólo me lleva a las nubes, pero baja Karen no olvides que tienes miedo a las alturas –

Karen: Ehhh… sé que está agotada, si quiere mañana conversamos, no me gustaría incomodarla.

Andrea: Para continuar ya te dije, me tratas de tú ok y segundo, si me incomodara ya me habría marchado a casa, además que me interesa mucho saber de ti y cómo lograste llegar a este puesto y ganarte el respeto que tienes, no me lo tomes a mal, al contrario, me siento halagada y sé que también puedo aprender mucho de ti, así que si te parece me llamas a Guillermo y luego comenzamos.

Karen: Ok. Lo llamo – ¿Para qué quiere a Guillermo será que también le tiene la misma confianza que yo?

Guillermo, Andrea quiere conversar contigo, por favor acompáñame a la oficina –noto cómo se pone casi pálido, no logro entender muy bien, pero ya lo interrogaré, que este algo tiene.

Andrea: Don Guillermo, buenas noches lo llamaba para comunicarle que está despedido, así que tome sus cosas y se va de inmediato de esta empresa.

Karen: Queeee… pero Andrea, puedo conversar contigo, es que

Andrea: Es que nada Karen… este hombre se va de acá

Guillermo: Ah perfecto señorita pero si me voy usted se va conmigo, no se olvide todo lo que sé de usted

Karen: Guillermo, por qué dices eso, no corresponde, perdón alguien me explica… Andrea, Guillermo está en mi turno, lo mínimo es haberme informado de su despido, eres la jefa, pero igual necesito un mínimo de respeto.

Andrea: A ver, a ver, a ver, no me digas que ya te conquistaste otro corazoncito con esa carita Guille  – y se lanza a abrazarlo

Guillermo: Ven acá pesada, por qué haces esto si serás malvada con Karen no

Karen: ¿Qué pretenden ustedes? –ya casi me ponía a llorar pensando que era verdad que se llevaban a Guille, menos ahora que más lo necesitaba, pero qué es este lazo que tienen, jamás me contó mi amigo nada que había otro “Jefe” y que ella, o sea mi amor, era su amiga.

Andrea: Perdón Karen, acostúmbrate, tengo un humor medio cruel de repente.  Lo que más extrañé de estar lejos fue a mi amigo Guillermo, mira que es casi mi padre y qué gusto ver que te lanzaste no como jefa a defenderlo sino como amiga, así que aunque no me guste mucho tendré que compartirlo –dijo irónicamente.

Guillermo: No, ahora tengo dos hermosas preciosuras que las quiero por igual. Karen, perdón por no contarte nada, sólo que quería que se conocieran primero y veo que como primer encuentro ya se tratan de tú a tú, mira que de Andrea eso ya es más que bastante y eso de que me sientes como un padre, se siente bien pero no me halaga mucho, si tan mayor no soy Andrea

Karen: Sí que me asustaron, Andrea por un lado por su incomprensible reacción y tú tontón mira que amenazando a tu jefa de que si caes lo haces con ella, les juro que casi salgo corriendo

Guillermo besando mi frente me pide perdón y a unos pasos distante Andrea hace lo mismo dándome una de esas sonrisa que me idiotizaban en mis sueños.  Me sorprende su reacción en todo caso, ya que con su llegada más que algún comentario solapado he escuchado que mi amorcito no se caracteriza por ser o querer hacer de amigas, es más bien seria y de carácter bien fuerte.

Andrea: Disculpa pequeña, intentaré no hacerte pasar otra vez por algo así.

¡Ay que linda!

Andrea: Guillermo, puedes por favor encargarte tú de todo por unas horas, mira que me quedaré con Karen viendo algunas cosas y no me gustaría que nos interrumpieran.  Como siempre confío en ti y si te preguntan las demás sólo diles que estamos discutiendo, no me gustaría perder mi rol de malvada.

Guillermo: Está bien loquilla, pero eso de  que estás discutiendo no lo diré, mira que estas que tienen estudios elevados de “periodismo” les dará por averiguar por qué peleas con mi niña preciosa en el primer día, así que sólo diré que están en una reunión y tu prestigio de malvada ya está más que garantizado, así que ni te preocupes.

Andrea: jajajaj bueno, ve a tus labores que con Karen tenemos mucho que conversar.

Por mi parte admito que retuve no mucho de la conversación inicial, sólo me dedicaba a mirarla y evaluar qué tan cerca estaba de mí y no poder tocarla, acariciar su rostro, sentir un halo de su perfume que me aturde los sentidos igual que en los sueños.  No me importó mirarla de la forma que lo estaba haciendo, en el fondo me hubiese encantado ver si quiera un atisbo de la mujer que alguna vez me tuvo en sus brazos y que ahora no me recordaba.

Entre el aroma de un exquisito café que ella traía de Brasil, cigarro va y cigarro viene (o sea exquisita mezcla para mi hígado y mi úlcera) nos sumimos en una plática a puertas y cortinas cerradas en esa oficina, que para mí ya casi parecía un encuentro en aquel parque.  El estar con ella me hacía olvidarme de lugar, espacio y tiempo.

Al rato ya nada fue trabajo, ella me hablaba de su vida, sus sueños, un poco de su infancia y cómo llegó a la empresa.  No veía en ella ningún indicio de la antipatía que  decían las demás que afloraba en ella hasta por los poros.  Entró a los 27 años como una más a la empresa, Guillermo le enseñó un poco de todo y que al poco andar le fueron dando responsabilidades cada vez superiores, hasta que recibió a cargo la sección completa con la supervisión de don Roberto y cuándo estuvieron seguros de su potencial le enviaron a Brasil a perfeccionarse y ahora volvía ya a cargo de todo sola.

Por mi parte una rápida plática de cómo también llegué ahí y otras confesiones sin mucho sentido, no tenía cabeza para profundizar en nada, aún así ella ni pestañaba mirándome, esbozando una sonrisa cuando afloraba una de mis tonteras habituales.  La tenía a medio metro y sólo quería besarla, mi mirada se concentraba en no despegarse de sus labios, de recorrerlos con mi mirada de la misma forma que lo haría con la punta de mi lengua.  Inevitable no ver, en la postura en que estaba, su brasier que bien conocido se me hacía por los sueños, supongo que coincidencia, si total era un color bastante común, pero no así los encajes que se traslucían por su blusa, definitivamente era uno de lo que vi en mi sueños, ya a estas alturas nada para mí era un imposible.  Estaba en toda esta observación cuando escucho una pregunta que no me gustó mucho:

Andrea: Y cuéntame Karen, supongo que por lo hermosa e inteligente que eres ¿tienes novio cierto?

Aquí es donde uno se cuestiona en responder y decir sí tengo un gran hombre a mi lado, aunque jamás sepan de quién hablo porque jamás le conocerán o decir la verdad y que estoy sola, pero si sumamos a esto la forma en que la miraba, no es muy difícil sacar como resultado soltera+miradas con cara de caliente= lesbiana.  Ufff… la sinceridad por sobre todo, ahí vamos-

Karen: …No, no tengo novio, estoy sola desde hace un tiempo, no era mal “hombre” –me río por dentro pensando en que ya es toda una dama jajaja (Recordando a mi ahora amigo Carlos)-  pero simplemente las cosas no se dieron en su momento y bueno una no manda mucho el corazón

Andrea: mmm… tienes razón, pero por tu mirada y la forma que dices eso último veo que sí estás enamorada… pero ¿sigues enamora  de él o hay alguien más?

Esta mujer me está interrogando o qué?...  ¿se fue a estudiar para la empresa o parala CIA? - … Karen:  Para serte sincera sí, tienes razón, estoy enamorada pero de alguien que ni siquiera sabe que le amo. Alguien que teniéndole tan cerca es casi un imposible.

Andrea: ¿Y por qué no se lo has dicho? ¿Y si simplemente la otra parte espera que tú se lo menciones para expresarte lo mismo? En el amor nunca se arriesga lo suficiente… ¿por qué dices que es un imposible? ¿Es casado?

Cambio el tema:

Karen: ¿Qué dices tú, tienes novio? – Ups! Mala escapada, debía hacer otra pregunta y ahora no sé si quiero que responda… ¿y si realmente tiene novio?

Andrea: Veo que magistralmente evades el tema eh, bueno ya lo me lo dirás y respondiendo a tu pregunta, SÍ, TENGO NOVIO y debes de conocerlo, trabaja acá en la empresa, aunque en administración central, es Manuel Avendaños.  Llevamos un año y un par de meses.  No puedo quejarme, es un gran hombre, trabajólico eso sí, pero ante ello yo soy peor.  Ahora el pobre debe estar  comiéndose las uñas pensando que estoy celebrando mi regreso con otro, lo que no sabe es que es con otra jajajaj.  Espero que la llamada que hice hace un rato, recuerdas, mientras tú buscabas a Guille, le dejara más tranquilo.

Grandioso, todo iba tan bien y se me ocurre preguntar, aguanta Karen, aguanta, no llores, pero ay!!! un nudo se hace en mi garganta, pero hablo para que no note mi tristeza

Karen: Me alegro mucho que tengas alguien que te ame, y mira que guardado se lo tenían porque jamás le he escuchado a Manuel hablar de pareja- eso lo digo con malestar, quizás enferma de celos, pero más que celos muero de pena y suelto una lágrima, esto me devuelve a mi realidad, ya dejó de ser un sueño.

Andrea: Ey preciosa ¿qué pasa? Perdona, o sea no pensé que este tema del “amor” te iba a hacer llorar, en serio sí, ¡ven, acércate!

Andrea extiende sus brazos como queriendo recibirme en ellos.

Karen: Lo siento Andrea, perdóname, no puedo seguir –

Salgo corriendo a los baños otra vez, directo desde la oficina para que nadie me vea en mi arranque y sin esperármelo me encuentro otra vez en los servicios llorando a más no poder y por la misma causa, por ella y porque cada vez la siento más lejos sabiendo que tiene novio. Pero debo superarlo o sino simplemente tendré que retirarme de la empresa, no sé. En este minuto sólo deseo que sea una pesadilla y despertar y por último volver a aquellos días en que ella era una dulce ilusión y quedara tan sólo en eso.

Estaba en mis pensamientos y me sobresalté cuando ella me habla a mi lado.

Andrea: ¿Qué pasó? ¿Por qué estás así? ¿Por qué saliste corriendo? Ven acá pequeña.

Karen: Andrea, por favor déjame, ¿por qué me seguiste? Necesito estar sola, ya pasará, sólo que es algo que tengo muy a flor de piel, además que ando sensible así que vete sí, déjame

Andrea: Es que no te dejaré, grites y patees, Karen, algo hay en ti que me dice que seremos muy buenas amigas, valora el hecho de que ya son casi las 12 de la noche y aún estoy contigo en vez de estar con mi novio, no sé, no me preguntes qué sucede, sólo que siento que te conozco de alguna parte, que fuimos muy cercanas y que… ya sin conocerte no sé por qué me duele tanto verte así y NO QUIERO PERDERTE.

Karen: Ufff… déjame sí –y tomo una actitud más seria y pesada, algo que no acostumbro a ser ni hacer, pero no debo hacerme notar que estoy así por ella- No me conoces, no sabes quién soy, y me dices que no me quieres perder, por favor Andrea, vete sí, es mejor para ambas.

Andrea: No lo haré, ven, déjate abrazar… No seas tozuda, o por las buenas o por las malas.

Karen: Qué parte de DÉJAME SOLA no entiendes

Andrea: La parte en que ya no estás sola.  No soy sicóloga pero soy muy observadora y tus ojitos dicen más que tus labios y no eres de hacer amigos, eso denota cierta desconfianza en ti de todo y de todos, pero yo no quiero hacerte daño.  Sé que tengo una fama casi de pérfida y tirana, pero no soy así en lo absoluto para quien llegue a conocerme, privilegio que sólo tienen personas contadas en mi vida, quizás ni mi novio me conozca como realmente soy y como siento verdaderamente, es más bien una fachada para ser así como tú, quizás una mujer solitaria y sin amigos por miedo a salir herida, otra vez.  Las heridas del corazón siempre duelen y sangran más que las del cuerpo, por eso una va optando por tomar distancia de las personas para así evitar sufrir.  Por favor, no me hagas esto, no rechaces mis brazos.  Salir a buscarte también me lleva a mil cuestionamientos, porque no sé por qué lo estoy haciendo, pero en este momento no quiero escuchar mi cabeza, sólo sé que debo estar contigo y acompañarte.  Ven pequeña, yo jamás te haré daño.

No lo resisto, cómo decirle que no, si es lo único que he querido hacer toda la noche y desde que la volví a ver, pero no me acerco, pero tampoco pongo más resistencia y ella simplemente observa la baja en mis defensas emocionales y se lanza a abrazarme y la abrazo como para no dejarla escapar más de mí y lloré sintiendo que ese momento era eterno, que volvía a mí y que no la dejaría escapar más, pero el momento sólo duró hasta que mis lágrimas cesaron y me alejé retomando ya un poco más de calma y la distancia

Karen: Gracias Andrea, pero ya estoy bien y perdona mi actitud, sólo que no me gusta que me vean llorar, no me gusta verme tan frágil, tan indefensa, no me gusta ser así de sensible, en fin… ¡Ufff mira la hora!, deberías marcharte a casa, te espera tu novio –

Aush! Cómo duele eso, saber que la persona que amo tiene a alguien que no soy yo y que sus brazos que hasta hace un momento fueron míos, ahora serán de él y no sólo sus brazos, sino todo su cuerpo y lo peor, también sus sentimientos.

Andrea: Tienes razón, mira que debe estar furioso, pero por favor dime, no me marcho si no me dices que estarás bien.

Karen: Estaré bien, por favor ve a tu casa y gracias

Andrea: mmm… haré como que te creo he, pero mañana conversaremos, mira que no quedaré muy tranquila con tu reacción.  Volvamos adentro, te quedas en la oficina esta noche, deja que Guille se encargue de todo y descansas, que no quiero que tus ojitos mañana estén hinchaditos.

Karen:  Sí gracias, volvamos

Andrea

La dejo en la oficina, le sirvo otro café y me encamino a los vestidores muy pensativa.  De repente recuerdo y veo mi móvil que dejé en silencio y ay! 15 llamadas perdidas, obviamente no debía darme de cabezazos para saber quién era, Manuel; mi novio. Sin muchas ganas le llamo, pero supongo que duerme porque no contesta, o está demasiado furioso, en fin no estoy para calentarme la cabeza en saber qué le pasa, de momento es otra personita que tiene mi mente ocupada.  Pienso en lo que le dije a Karen de él, que es un “gran hombre”, mmm… no sé si es tan así la grandeza, pero tampoco puedo llegar a decir a una casi desconocida “es el amor de mi vida” cuando en realidad no lo siento así.

Manuel llegó a mi vida cuando ya no creía en el amor, ni en la influencia que tiene en la mirada cuando ves un amanecer y todo brilla con otra luz.  Alguna vez pensé que el amor, mi primer y único amor sería así, aquel reflejo deslumbrante que te hace vivir en una eterna utopía sin sentir ganas de comer ni dormir, casi sin respirar porque sientes que al lado de la persona que amas puedes compartir ese mismo aire, vivir de su propia respiración.

Mi ex pareja me mostró algunos ases de aquel reflejo, pero siempre hubo algo que me hizo no sentirme totalmente suelta emocionalmente, pero aún así le amé, le amé más de lo que quiero a Manuel, quizás por el amor que le tuve y lo que me hizo sufrir jamás vuelva a dejar que el amor me atonte así.  Motivo de esa desilusión fue que quise cambiar el rumbo tan bien trazado que tenía de mi vida y así fue como llegué a trabajar acá y Manuel me mostró una caballerosidad que no conocía, ya que los hombres creen que con ser algo más sensibles en la vida, para sus pares se convierten en amanerados, en buen chileno: “amariconados”… En cambio, él no temía la burla de sus compañeros cuando me esperaba con una rosa en sus manos, un chocolate, un simple poema que para unos sería una cursilería, en mí denotaba un hombre detallista y quizás lo que necesitaba para salir de mi depresión y sepultar un pasado doloroso.  Comenzamos a salir y me prometí que el amor de ahora en adelante no sería un sentir, sino algo analítico de que más por “estar” con alguien, era porque lo necesita.

Al poco andar me propuso vivir juntos.  Le pedí tiempo porque no me sentía preparada, pero los fantasmas del pasado en ocasiones nos hacen acurrucarnos como niñas en la oscuridad bajo  las sábanas y ya no quería más noches de desvelo por esa causa, más noches de cuestionamientos.  En una cena conversando le dije que me mudaría con él, aunque no arrendaría mi departamento, ya que de ves en cuándo quizás necesitaría estar un momento a solas.

Manuel no hacía preguntas sobre qué o con quién fue todo lo sucedido, simplemente aceptaba y daba el tiempo que fuese necesario a cada una de mis decisiones y a los mil misterios que ocultaba de mi vida.  Sin preguntas, ese fue nuestro compromiso, que seguramente me favorecía más a mí que a él.

Desde que me mudé, por lo menos mi dormir mejoró bastante, ya que cuando despertaba con mis pesadillas él estaba para anclarme a su espalda o sentir que él me abrazaba y ya no estaba sola y poder volver a conciliar el sueño.  Así fue como cada vez iba menos a mi departamento porque me di cuenta que la soledad atraía mis fantasmas y eran ellos los que me debilitaban, así que iba sólo de paso y limpiar el poco polvo que se acumulara, regar mis plantas, quizás renovar algo el clóset que tenía en casa de mi novio y al instante me marchaba.

Tenía miedo del viaje a Brasil, porque donde me quedase a dormir la soledad atraería mis fantasmas, pero era una oportunidad que no podía rechazar.  Si bien es cierto tengo una profesión, la ejercí, me encantaba, pero sucedió todo ello y luego de poco más de 3 años aún no lo puedo superar.

Subo a mi Jeep, algo de música y ella en mis pensamientos, me pregunto por qué le duele tanto hablar sobre la persona que está enamorada, tal vez está casado… ¿y si es Guillermo?... no, no lo creo se nota sólo ternura entre ellos, pero no amor… ¿y si está embarazada? No, creo que lo descartaré de momento… Pero ya veremos cómo le saco la información para ver qué sucede… Pero en toda esta reacción de pensamientos uno más fuerte se sobrepone en mi cabeza diciéndome: Andrea, Andrea, Andrea y ahí está mi cabeza dándome su charla nocturna de cuestionamientos ¿Qué pasa con Karen? ¿Por qué me importa así si es casi una desconocida? ¿Por qué le dije eso en el baño de que no quiero perderla si ni la conozco? Sinceramente me desconozco en mi reacción con ella, pero no sé, me nació abrazarla y por como la sentí luego aferrada a mí quise tenerla así por mucho más, decirle que estaba todo bien y que pasara lo que pasara yo estaría con ella, inevitable no esbozar una sonrisa, me siento bien, feliz de haberle servido de consuelo, aunque fuese un momento, pero algo tiene, tal vez la inocencia de ser aún tan joven y ya sufrir por amor, pero qué digo, si ni siquiera sé si es “inocente” o no sé, si recién hoy que le conozco, en fin mañana ya tendré la cabeza más fría, pero sólo sé que me gustó su compañía, pero como siempre Andrea, paso a paso si no quieres una desilusión nuevamente de una amistad y no terminar como… hace 3 años atrás… Un nudo se hace en mi garganta y también en mi corazón.  Sin quererlo Karen traía a mi mente aquellos recuerdos que evitaba, aquellos que eran mi fantasma y aún mis pesadillas

Andrea: Recuerdos (primera parte)

Nací un 14.06.1982.  Como buena geminiana desde pequeña fui muy vivaz e inteligente.  No puedo negar que mis nanas gran parte tuvieron en mi estimulación con sus relatos y sus cuentos de adas y princesas.

De mis padres sólo su sombra, porque se lo pasaban por el mundo con sus negocios trabajando en grandes obras arquitectónicas.

Siempre vi el amor de ellos como mi ideal a seguir.  Papá jamás emprendía una obra sin el consentimiento de mi madre.  Se conocieron en la Universidad, estudiando su carrera y mi padre siendo un mujeriego con dinero y presumido se enamoró de mi madre que no teniendo una situación económica tan holgada como la de mis abuelos lo supo conquistar con su mirada, con su simpleza y su amor y quizás también porque mi madre era la única que siempre le decía un rotundo no a sus peticiones de salir o acompañarla, pero papá fue un poco más sicólogo en este aspecto y comenzó a observar a mamá y darse cuenta que esa mujer deslumbraba no por su dinero o su inteligencia y sus grandes proyectos que a todos asombrara, sino por su calidad humana y por buscar siempre lo mejor de cada persona y no  lo que había en sus bolsillos. Así fue como papá comenzó a cambiar tanta pomposidad, dejó sus mujeres y sus muchas salidas y se volcó de lleno a sus estudios para sorprender en ese ámbito a mamá y así lo hizo, eran los mejores de la clase y luego de trabajar en un proyecto ordenado por uno de los docentes no pudieron separarse más y mis abuelos (por parte de mi padre) hasta el día de su muerte daban las gracias por haber cambiado la vida que llevaba su hijo y hacerlo el hombre que es y que admiro.

Mi abuelo por amor a mi madre y a su hijo, cuando ya no se encontró en condiciones de seguir trabajando, les cedió un 50% de las acciones a cada uno y emprendieron juntos una vida de triunfos y ausencias en mi vida.

Siendo muy independiente en muchos aspectos, con un carácter bien fuerte y socialmente muy respetada por amigos y compañeros de colegio y/o universidad, siempre me encontré menguada en afecto, siempre he sentido ese vacío de tener todo en la vida, cuando en realidad a veces sólo necesito un par de brazos en los cuales cobijarme.

Crecí, me convertí en adolescente y según lo que decían, una mujer llena de cambios físicos que me favorecían.  Me observaba en un espejo y no puedo negar que me gustaba lo que veía, un estereotipo social bastante atrayente, pero profundizaba aún más en aquella visión y me perdía en mis ojos, a través de ellos se podía ver mi corazón, la frialdad de una mirada carente de sentimientos, deseosa de ser amada, correspondida por quien fuere, pero algo por amor y no sólo una conquista por el deseo de un cuerpo y no un corazón.

Eso me pasaba, eso era, un simple objeto de atracción para los hombres.  Mis salidas sólo eran jugueteos de parte de ellos, intentos frustrados de conquistar un beso y luego algo más, un trofeo para presumir ante sus amigos, pero nunca una noche mirando las estrellas, sintiendo que por eternos segundos todo era felicidad y quizás un atisbo de amor.

Así fue como siendo consciente que el amor huía de mí, fue cuando mi vida tan ordenada y metódica dio un vuelco y comencé a salir y a beber hasta sentir que era el centro de atracción.  Mis compañeros de salidas jamás duraban en mi vida más de un mes, simplemente me aburría.  El sexo era un mero trámite de conseguir un orgasmo, sólo satisfacer un deseo y sin importarme si ellos estaban satisfechos o no, bastaba sentir que lograba mi objetivo de usarlos y luego buenas noches y te vas, porque no me gustaba amanecer con alguien a mi lado.

Me convertí en una mujer manipuladora y fría.  En  mi sobriedad lamentaba mi estado, me deprimía verme así y por lo mismo comenzaba a beber otra vez y sentía el mundo a mis pies.  Una noche discutí con mi novio de turno Héctor y me sentí especialmente nada, vacía.  Todo lo que quise alguna vez de mí estuvo muy distante de este momento en que me encontraba sola, en un bar que no conocía, lejos de casa y borracha.  Mientras bebía recordaba lo sucedido y sentía en mí el asco de saberme tocada de una forma grotesca por ese animal, no entendía que esa noche no quería nada, no quería sexo, sin embargo me quería obligar. Comencé a golpearlo, pero aún más bruto y desesperado se volvió por lograr su objetivo, pero no me dejaría hacer, no de esa forma.  Saqué fuerzas de quien sabe dónde y lo golpee en su ojo, un combo certero que hizo crujir todos mis huesitos, pero aprovechando que le dolió comienzo a rasguñarlo con ambas manos sin control, sólo me detuve cuando vi cómo comenzaba a salir hilillos de sangre de cada arañazo y corrí sin detenerme hasta que me hallé lejos, cansada y desorientada.

La lluvia caía y se mezclaba con mi llanto. Ahogué mis sollozos y mi desgano en aquel manantial que escurría por mi larga cabellera.  Luego de mucho tiempo me sentí otra vez una niña y desee los brazos de mis padres que sólo me dieran una caricia, pero a la vez sentí un vacío aún mayor de tener otros brazos que llenaran aquella falta de amor que tenía mi corazón.

Entré mis pensamientos, tristeza y la lluvia, aparece a mi frente un bar al cual decido entrar, sacudo un poco mi cabellera, la cual con la lluvia perdió su lizo y retomó mi ondulado natural que no me gustaba, pero no había mucho que hacer bajo las condiciones en que estaba.  Pasé al baño, limpié mis ojos del maquillaje corrido por la lluvia y me vi como retrocedía un par de años y me encontraba con una mujer natural, hermosa, tan llena de inteligencia y amor, esperando un príncipe azul que me llevara lejos de mi soledad.  Una lágrima quiso asomarse, más no la dejé salir y me fui a la barra por una copa y me sorprendí al ver una hermosa chica atenderlo, la cual con una bella sonrisa, me preguntó qué me iba a servir.

Pedí un whiskey lo bebí seco y sin pausa.  De inmediato sentí el alcohol arder en mi garganta y el efecto en mi cabeza. Pedí otro, otro y otro.  Me dejé llevar por lo de siempre, un escape de la razón en el aturdimiento del alcohol...  Pensaba en quién era, en lo que tengo y  la Pediatra que seré dentro de pocos meses y me sentí nada y que estando como estaba nadie querría ser mi paciente, menos un padre dejaría su hijo en mis manos mientras su doctora lo atendiese oliendo a alcohol hasta por los poros luego de una noche de juerga, una lágrima se fugaba de mí al sentir el fracaso de mis sueños. En eso siento mi nombre a lo lejos pronunciado por una voz gruesa y ya conocida por mí: -Andrea, Andrea!!! Supe que era ese desgraciado, quise ir a enfrentarlo otra vez, bajo del asiento y mis piernas no responden por todo el alcohol que ya tenía mi cuerpo, cuando pienso en qué me sostuve, una chica a mi lado tomaba mi brazo y bajaba de su asiento para sujetarme por la cintura para no caer.

La quedo observando, su mirada queda a la altura de la mía, tiene unos ojos verdes hermosos, unos labios rosados que dan paso a una hermosa sonrisa cómplice de la que sin darme cuenta tengo yo en mis labios.  Me olvido del desgraciado y sus intenciones y sólo sigo observándola atontada en esos ojitos que me hacen sentir tantas cosas ajenas a las que debería sentir por una mujer.  Salgo de mi asombro al tener atrás mío a este tipo preguntando por mi descripción, para mi suerte, la lluvia dejó mi cabello ondulado y el jamás supo que mi liso no era natural, así que ni siquiera me moví de mi posición, pero mi atenta salvadora se percató del cambio en mi rostro y supo dilucidar que los arañones que tenía el ofuscado tipo en su rostro no eran por pelear con un gato, sino que algo tenía que ver yo en ello y sin más, yo dándole la espalda a él procedió a contestarle:

-Hey, creo que estás muy equivocado si buscas tu chica en este lugar, si no te has dado cuenta es un bar de lesbianas y la gran mayoría estamos en pareja, así que si ella no es lesbiana difícilmente estará aquí- Maldita perra desgraciada – contestó él – ¿dónde se habrá metido? – y así como entró, como alma que la lleva el diablo, así se marchó.

Mi corazón latía a mil, pensé que me mataba ahí mismo, pero mi “sostenedora” ahí estaba defendiéndome y al volver más a la calma me di cuenta que ella aún me sostenía por la cintura y que realmente era cierto que era un bar sólo de mujeres.

Extraña: Perdona por tomarte así, pero vi que perdiste el control y bueno, no dejaría que calleras.  Mucho gusto, mi nombre es Pamela.

Andrea: El gusto es mío y perdona por todo esto.  Se me fue el alcohol a la cabeza y bueno, ya ves las consecuencias.

Pamela: Te vi beber desde tu primer trago, por lo mismo no me quise mover de aquí por si podías necesitar ayuda, quizás conversar con alguien, pero por lo visto estabas tan ensimismada que ni te percatabas de mi presencia, cosa que es raro de quien llega a mi lado.

Andrea: mmm… eso me sonó a narcicismo puro, pero razón tienes en ello porque claro, no pasas desapercibida – claramente y sin saber por qué le seguía el coqueteo –

Pamela: Tú tampoco y bueno, ya sabes, este lugar no está lleno de mujeres sólo porque hoy los hombres estén viendo fútbol en sus casas, es un bar lésbico, aunque aún no entiendo qué hace una preciosura hetero como tú en una camada de lobas, porque si no lo has notado todas observan cada movimiento de labios que tienes al responderme.

Andrea: jajajaja… uffff… ehhhh… -por primera vez me siento cohibida al descubrir lo que ella decía.  Estaba en un lugar lésbico en el que tanta mirada me era más intensa e intimidante que las que tuve de parte de los hombres-  Perdona Pamela, pero lo mío no fue a propósito

Pamela: ¿Tiene que ver con tu novio cierto?

Andrea: Si te refieres al pelotudo que acaba de salir, sí, tiene que ver con él, pero no es mi novio, no es nada, sólo otro más que piensa que puede convertirse en mi dueño y disponer de mí como le dé en gana.

Me dirijo a la barwoman- Otro whiskey por favor…-

Pamela: No Sofía – dirigiéndose a la barra- La señorita no beberá más por esta noche.

Andrea: ¿Perdón? Debo darte las gracias por sostenerme y también por encubrirme frente a Héctor, pero no creo que no te he dicho que tu rol debes seguirlo por el resto de la noche.

Pamela: UUUUYYY!!! Tiene su carácter miss catwoman, ya veo porqué ese muchacho quedó como quedó siendo tremendo tipo.  Más que su cara, heriste su amor propio al dejarle la cara como si se pelease con un tigre y quien iba a pensar que fue esta dulce gatita

Andrea: Por algo estoy sola no crees tú.  Todas las rosas tienen aunque sea un par de espinas para defenderse.

Pamela: ¿Y qué sucede si llego a esa jardín y no quiero quedarme con esa rosa, sino tan sólo olerla y embriagarse de su aroma?

Andrea:  (aludiendo al Principito) Las rosas son traicioneras, sólo hay que observarlas.

Pamela: Veo que no has sido domestica… -(siguiéndome el juego del Principito)

Andrea: Para mí todos los hombres y las mujeres se parecen y tienes razón, no sé y no conozco la palabra domesticar.

Pamela: Y siendo una extraña que bordea el hermoso jardín, me dejarías acercarme cada día hasta que te fueses acostumbrando a mí, no quizás al punto de domesticarte sino demostrarte que conmigo no son necesarias tus espinas.

Andrea:  Creo que sería hermoso ser domesticada (enamorarme), reconocer su aroma en el aire, ver su silueta en el jugueteo de las nubes en una tarde de primavera, ver el reflejo de sus ojos en las estrellas que me cubran por las noches en que esté sin él, pero cuando una se deja domesticar si arriesga también a llorar y a sufrir.

Pamela: Sólo se conoce lo que se domestica y esta noche tú no eras más que una flor entre mil rosas de aquel jardín, pero si me dejas ser tu amiga te convertirás en una rosa única en el mundo

Andrea: Acepto que me haría bien una compañía cómplice de mis locuras, pero sé también que corro riesgos contigo.  Tu mirada dice amistad, cuando en realidad veo que tus manos ya no sujetan mi cintura, pero no han dejado de acariciar mi mano.

Pamela: Perdona –suelta mi mano– la verdad y disculpa que me salga de este juego de palabras contigo en que verseamos con “El Principito”, pero me es raro  que le conozcas tan bien, pensé que sólo yo era una niña que disfrutaba con sus lecciones de amor y amistad para cuando dejamos ese plano y nos volvemos fríos y metódicos con el querer.

Disculpa si te resultó mi acercamiento una osadía o un atrevimiento.  Es mi naturaleza, ir siempre en casería, pero siempre vuelvo al vacío de sentirme sola, sentada a la barra contándole entre copas mis penas a Sofía -señalando la barwoman-

Andrea: Gracias por tu sinceridad y sí, me sé el Principito al revés y al derecho.  De niña me gustaba por todos aquellos mundos ilusorios en que vivía, pero en la medida que fui creciendo me di cuenta que no es una lectura para niños, sino para adultos, pero aún extrayendo lo mejor de él me perdí y olvidé lo que es ser domesticada y crear lazos, ya sea de amistad o aquello que aún desconozco; el amor.

Así comenzó ya una plática como grandes conocidas con Pamela.  Un mujer muy atractiva y seductora tan sólo con su presencia, pero más allá de eso era una chica muy inteligente, poco mayor que yo, abogada, sus padres también lo son y fue así como ciertas similitudes en nuestra vida nos fueron acortando la noche.

Entre risa y anécdotas varias ella se ofreció pagar la cuenta y llevarme a casa, ya que aunque  más consciente, aún mi cuerpo no respondía del todo bien por el alcohol.

Le pedí detenerse  a una cuadra del edificio, no quería que supiera dónde vivía, todo resultó muy grato, pero no podía pasar de aquello.

Pamela: Me tomarías a mal si te pido tu número de teléfono para llamarte y salir alguna vez… digo, a compartir como amigas.

Andrea: -momentos y momentos de silencio- La verdad Pamela no sé si sea buena idea, estoy en un momento de mi vida en que ya no creo en eso de crear lazos, sé que no sería buena amiga y no quiero lastimarte, no a alguien que sin conocer veo que es más que una cara bonita y que reclama cariño con esos ojitos y no sólo compartir una noche de placer y la verdad que no quiero matar ninguna de esas ilusiones en ti, ni como amiga ni que pienses que pueda pasar algo entre nosotras, porque bien sabes que mis gustos van hacia los hombres.

Pamela: Pensé que te había agradado mi compañía, pero está bien, aunque la verdad me fue muy grata esta noche contigo.

Andrea: Lo mismo digo, pero no estoy en condiciones de querer complicarme más la vida con los sentimientos.  Gracias por todo y quizás en otro momento.

La veo visiblemente afectada y en cierta forma quise decirle que nos viéramos mañana, quizás almorzar o salir a tomar algo y seguir con esa conversación que tan grata me resultó, por momentos tuve atisbos de retomar un rumbo, pero independiente de su condición debía ordenar bien mi vida primero.

Terminé mi carrera en Medicina y me especialicé en pediatría.  Me encantan los niños y mi idea es ayudar, quizás irme a otros países y ofrecer mis conocimientos desinteresadamente, ya que por dinero no me complico, mis padres han compensado la falta de cariño con una abultada cuenta corriente.

Luego de aquel día en que pasó lo de Héctor y conocí a Pamela mi vida dio un pequeño vuelco.  Ella me hizo darme cuenta, que si bien es cierto el ego estaba muy bien, en el fondo me sentía muy vacía y por eso hacía las tonteras que hacía.  Dejé mis salidas para terminar bien mi especialización. De a poco noté que en realidad no eran mis padres los que me abandonaban, sino que era yo la que siempre decía no a irme con ellos a sus viajes o cenar con ellos cuando estaba en casa. ¿Cuándo me perdí tanto? ¿cuándo olvidé mis sueños? No lo sé, sólo sé que intento armar un rompecabezas de lo que fui, de lo que sentía y de lo que quería ser.  Valorar lo que tengo y lo que amo, de momento mi amor son mis padres  y lo demás quizás algún día tenga suerte y pueda enamorarme.

Comencé a pasar más tiempo con ellos y disfrutar ya más maduramente de sus pláticas y darme cuenta que no todo es dinero en la vida, que sus viajes al exterior no eran para crear grandes mansiones, sino para ayudar en sectores muy puntuales en donde había carencia de todo, entonces profesionales amigos de toda índole, seleccionaban los lugares para mejorar las condiciones de los habitantes.  Por ejemplo, me contaban de una aldea en donde no había luz, ni agua y debían caminar kilómetros para la compra de víveres.  Entonces ellos hicieron estudios del sector y buscar fuentes subterráneas de agua, por otro lado mis padres ingeniaron el sistema de cómo extraerla, otros les enseñaron de cultivos y ganado y de poco la aldea incluso se volvió una ciudad que podía alimentar a los suyos y vender a los alrededores sus productos, mejorando así la vida de la extrema pobreza, a darles las herramientas para creer que siempre todo puede ser mejor.

Siempre pensé que sus salidas eran sólo para sumar más ceros a la cuenta, sin embargo me sentía casi indigna de mirarlos a los ojos.  Yo acá con todas las comodidades y siempre exigiendo y mis padres durmiendo en carpa, a veces pasando hambre, trabajando a la par con el resto de sol a sol y todo por hacer un mundo más igualitario.  Así fue como en mi mente fue gestándose eso de conformar su grupo y poder acompañarlos, ya que donde fueran siempre habría niños o adultos que necesitaran algún conocimiento médico.

Cada vez me entusiasmaba más la idea, me hacía bien retomar un poco los sueños y las locuras, sentirme una niña otra vez cada vez que mi padre me abrazaba y besaba mi frente y me felicitaba como buena chica… Buena chica… si mi padre supiera en lo que estaba convertida, sin embargo dejaría todo eso atrás para retomar lo que algún día gesté en mi mente, volverían a sentirse orgullosos de mí y ojalá jamás se enteraran de lo bajo que caí en sus ausencias.

Nos íbamos de viaje con papá, mi madre quedaría en la empresa finiquitando unos asuntos de unas construcciones acá en el país, pero igual de una u otra forma estaba con su cabeza en aquella pequeña aventura de la cual ella esta vez se privaría.  Me pidió ir a su oficina, que como toda madre, quería darme mil consejos e indicaciones previas al viaje.

Hace años que no iba.  Recuerdo cuando de pequeña iba a desordenar sus papeles, hacia de sus maquetas una casa de muñecas y cuando mi madre estaba por explotar, Martina, amiga de mi madre, brazo derecho y abogada de la empresa, me sacaba antes que mamá entrara en erupción y me entretenía en su oficina. Qué tiempos aquellos

Iba con mi mente en estos pensamientos cuando alguien me dice: ¡Hola catwoman! me volteo y vuelvo a ver aquellos ojos en la sobriedad y a pleno día, veo aquel cuerpo perfecto y en sí, ahí estaba Pamela aún más hermosa de lo que la recordaba.  Algo pasó que no sé definir, me inquieté, me sobresalté y simplemente no pude articular palabra, mientras ella no dejaba de observarme, pero por suerte otra visión me saca de mi asombro de ¿qué.. cómo.. tú…? Y veo a Martina, mi salvadora de antaño.

Andrea: Martina –me lanzo a abrazarla-

Martina: ¡Andreita, preciosa de mi corazón, tantos años! ¡Que grande que estás!

Andrea: Gracias, que hermoso verte.

Y sí, realmente me volvía a sentir una niña.

Martina: Andrea ¿recuerdas a Pamela, mi hija?

Andrea: -casi me olvidé de Pamela, cuando voy juntando estas palabras y no daba crédito a lo que escuchaba- ¿Tu hija?

Martina: ¿Acaso no te acuerdas cuando jugavas con ella en mi oficina o cuando tus padres ibas a casa a cenar?

-Tenía razón, pero siempre fue una compañera de juegos que se aburría pronto de mí por ser mayor, pero nunca recordé su nombre y jamás pensé que su cambio sería tan… tan… favorable.-

Pamela: Ah, así que tú eres Andrea Echeverría, cómo pasan los años.  Jajajaja... cómo olvidar las muchas mordidas que me diste cuando quería jugar con tus cosas.

Andrea: Wow… no sé… esto es como casi dar un viaje al pasado, que recuerdos y perdón Pamela por las mordidas, pero bien sabes que el no tener hermanos a una la hace ser un poco más egoísta, además que ni las pedías, así que merecido te lo tenías jajaja.

Martina: Pamela es abogada –no sabiendo que ya de “grandes” nos habíamos vuelto a ver – y trabaja conmigo, ya que Gonzalo está más cercano a tu padre viendo sus proyectos fuera del país.  Bueno chicas, las dejo, tu madre me espera para una reunión y sabes que detestar esperar.

Andrea: Ok Martina y fue un gusto volver a verte… -y de nuevo el silencio frente a Pamela, realmente había vuelto a ser una niña ¿por qué no me salen las palabras?-

Pamela: Cuando iba a pensar que la muchacha de aquella noche eras tú, con razón te me hacías conocida, pero no puedo negar que independiente de las circunstancias me da mucho gusto volver a verte. Y ahora viendo que no soy una perfecta desconocida ¿me aceptarías un café?

Andrea: Lo siento Pamela, tengo que hablar con mamá –intentando incomprensiblemente zafarme nuevamente de ella-

Pamela: Lamento recordarte que mi madre está ahora con ella en una reunión, así que bien sabes que no le gusta ser interrumpida.

Andrea: Tienes razón –veo que no podré escapar- vamos por ese café.

Creo que esa baja emocional a mis múltiples negativas motivó que dejara una puerta abierta que no volvería a cerrar.  Entre recuerdos de niñez y nuevas confesiones, ese café se extendió a una cena, un encuentro al otro día, al siguiente y al siguiente.

Me hacía muy bien su compañía, realmente ya la sentía como mi amiga y aún no siendo jamás un detalle, no me incomodaba que fuese lesbiana y así fue como pasamos la semana entre salidas de media tarde, almuerzos y happy hour.

El Sábado a medio día viajábamos con papá y sería por un plazo no menor a un mes.  Era Jueves y almorzábamos cerca a la empresa con Pamela.  No dejaba de sentirme un poco triste, nos habíamos apegado bastante en tan sólo una semana y siendo mi única amistad era obvio que la extrañaría.  Ella como leyendo mis pensamientos me habla:

Pamela: Te extrañaré ¿eso te pasa por domesticarme?

Andrea: Jajaja… Una semana casi y es como si jamás nos hubiésemos alejado.  Ni sé por qué nos alejamos cuando crecimos, de vez en cuando me acordaba de ti y qué sería de tu vida, pero como veo tan poco a mis padres nunca les pregunté por ti.

Pamela: Gracias por la consideración, pero yo sí lo hacía.  Le preguntaba a tus padres o a mamá, pero no era mucho lo que me podían decir de tus andanzas.

Andrea: ¿Por qué nunca me llamaste o fuiste a la casa?

Pamela: Porque mamá jamás me comentó si quiera que preguntaras por mí, entonces sólo me sentí como una de tus muñecas regalonas que quedó guardada en el baúl de los recuerdos.

Andrea: ¿Te parece si cenamos a la noche? Ya sólo me queda hoy y mañana, el sábado debo estar temprano en el aeropuerto. Espero no desatar los celos de ninguna de tus conquistas.

Pamela: Naaaa… si bien sabes que poco salgo últimamente, he tenido bastante trabajo y el poco tiempo que tengo lo comparto contigo, además que no te compares con ellas.  A ti te tengo mucho cariño, siempre lo he tenido, jamás me he olvidado de ti.

No sé por qué pero como que eso me hizo brincar un poco el corazón, pero obviamente estaba mal interpretando las cosas.

Andrea: Entonces ¿cenamos o no?

Pamela: Mmm… acepto, pero esta vez yo elijo el lugar.

Andrea: Está bien, pero no quiero ir a un lugar gay, que no siendo homofóbica ni nada me sentiría incómoda.

Pamela: Esa noche te vi bien cómoda cuando nos reencontramos… jajajaja

Andrea: Ni me lo recuerdes, que no me trae gratos recuerdos.

Pamela: OOOOhhh gracias amiga, también te quiero

Andrea: Jajaja… No lo digo por ti tontita, sino por el patán de Héctor.  Después me lo tomé,  me pidió disculpas y dijo que el trago y el deseo lo puso así, sólo me alejé, ni siquiera merecía un sí o no.  En fin… pero si tengo que rescatar algo de esa noche fue el conocerte, mejor dicho volver a verte.

Pamela: Sí claro, porque ahora sabes quién soy y porque esa noche te salvé de ese desgraciado, pero ni te inmutaste al negarme subir a tu departamento o darme tu teléfono.

Andrea: No Pamela, en serio.  No sé si en mi interior te reconocí de mi infancia o simplemente me fue muy grata tu compañía, pero me arrepentí de no haberte dado mi número, aunque por algo pasan las cosas, ya ves como nos reencontramos.

Pamela: Así es, siempre supe que te volvería a ver, aunque jamás me imaginé que así, bajo estas circunstancias y que además nos conocíamos.  Igual éramos enanas cuando jugábamos, a lo mucho hasta los 10 años, entonces obvio que íbamos a cambiar y ¡Qué cambios!

Andrea: A ver… ¿me estás coqueteando?

Pamela: Ehhhh… nop… simplemente soy sincera… Bueno, debo irme que tengo mucho que hacer.  Paso por tu casa a las 19 horas ¿está bien?

Andrea: No estaré en casa, estaré en mi departamento, pero dime dónde nos juntamos.

Pamela: Dame la dirección y te voy a buscar, no olvides que conocí sólo los alrededores cuando te fui a dejar esa noche.

Andrea: Ufff… jamás nadie ha ido a mi departamento, conocerás mi guarida, mis secretos… ¡Qué difícil!

Pamela: Ay Andrea! Sabes que no soy delincuente, además que no soy una extraña, tampoco te estoy pidiendo una copia de las llaves

Andrea: Bueno, tienes razón, pero sabes que soy complicada para mis cosas y no es que seas una extraña, sólo que es mi lugar donde sueño y fantaseo como si fuese mi castillo, mi fortaleza, pero en fin, toma, acá está la dirección –le extiendo un papel – aunque no entiendo por qué no puedo llegar en mi auto a donde quieres llevarme, ya te dije no me vayas a llevar a un antro.

Pamela: Jajaja… que mal concepto tienes de mí y no, no te llevaré a un antro, sino a un lugar muy especial que sólo espero te guste .

17.00 horas: Tengo las maletas y todo listo para lo del sábado, aunque mi preocupación para este momento es qué me pondré a la noche.

18.00 horas y siento que nada me queda bien.  Me siento en la cama casi frustrada y ahora me pregunto ¿A quién quiero agradar? ¿Será que me gusta Pamela? Jajajaj… es casi gracioso, siempre he pensado sólo en hombres y lo más seguro es que sólo sienta envidia, ciertos celos de amigas, ya que espero lucir mejor que ella.  Apresuro las cosas al ver la hora y me voy a la ducha.

Daba mis últimos retoques a mi maquillaje y suena el timbre. 19 horas exactas.

Pamela: Hola Andre… ¡wow te ves preciosa!

Andrea: ¿tú encuentras? Y eso que me vestí a la rápida, me puse lo primero que encontré en el clóset –si supiera cuánto me costó decidir- me demoré arreglando las maletas.

Pamela: ¿Me dejarás entrar?

Andrea: Disculpa, por favor adelante. Dame un momento que voy por mi bolso. ¿te sirvo algo?

Pamela: Es hermoso tu departamento y la decoración es tan… tan… tan

Andrea: ¿Tan qué? Ya pues… ¿Tan infantil?

Pamela: Tan tú, tan de ensueño, es como entrar a un castillo ¿dónde conseguiste esta armadura?

Andrea: Papá me la regaló hace algunos años, dijo que cuando no estuviera él, aquel caballero con espada me resguardaría.

Pamela: Hermoso, ahora entiendo por qué es tu refugio. Tu lugar de ensueño.

Andrea: Bueno, ya viste demasiado, estoy lista ¡vamos!

Pamela: ¡Qué pesada!

Andrea: No es eso, discúlpame es sólo que nadie había entrado acá más que yo, entonces no sé, me siento como al desnudo y no lo malinterpretes sólo que

Pamela. Te entiendo muy bien y te agradezco la confianza, vamos y deja de dar tanta explicación, que no porque digas, sexo o desnudez voy a saltar sobre ti.

Andrea: Lo siento –ups! Debía sacarme esos prejuicio de siempre pensar que se podían mal interpretar las cosas.

Ya estando en el auto, escuchando buena música y camino al lugar:

Andrea: ¿Dónde vamos? Creo no haber andado nunca por estos lados, además que está bastante alejado. ¿dónde me llevas?

Pamela: Jajajaja… tienes sustito? ¿seguimos con los prejuicios Andrea?... Tranquila, sé que te gustará, es un lugar místico donde nunca he llevado a alguien, digamos que retribuyo tu confianza

Andrea: Halagada me siento, pero ¿por qué tan lejos? ¿Pensé que te gustaba la ciudad?

Pamela: de hecho sí, me gusta mucho, pero me encanta la calma, el silencio, relajarme totalmente. Ah, mira, ya llegamos

Entrábamos por un camino que se alejaba de la carretera, era un camino sin asfaltar y a ambos lados unos grandes árboles que lo hacían aún más oscuro, ya cuando comenzaba a asustarme veo antorchas a ambos lados de un sendero que llevaban a una casona de apariencia antigua.

Andrea: ¿Qué hermoso? ¿dónde estamos Pame? Esto es precioso.

Pamela: Que bueno que te gustó, aunque la sorpresa recién comienza. ¡Bienvenida a mi hogar!

Andrea: ¿En serio? ¿Esto es tuyo?

Pamela: mío, mío, mío… no, pero es de papá. La compró hace un par de años. Era un restaurant, siempre lo frecuentábamos con mi familia por la hermosura del lugar, pero el dueño y amigo de mi padre se fue del país y papá lo compró en un precio insuperable.  Yo era la más feliz con la compra, porque cuando llegaba luego resultaba pelea para sacarme de aquí.  Así que papá lo compró pensando en que me agradaría la noticia. Imagina cómo me puse de feliz, así que me dijo que lo había comprado para mí y que lo remodelara a mi gusto.  Tu mamá me ayudó con la restauración y ciertos arreglos, así que encontrarás el toque Echeverría en estas murallas, espero te guste, por favor, adelante

No podía hablar, la noche era hermosa y el lugar tenía magia.  No había ruido de autos, bocinas o excesivas luces.  Lo más sonoro era la música de los grillos en la oscuridad. No me percato que Pamela abre la puerta de mi lado y extiende su mano para recibirme, acepto y bajo, una suave brisa traía consigo el olor de la frescura, de la descontaminación, aspiré con toda intensidad una bocanada de aire puro a ojos cerrados y ella sin soltar mi mano me encamina hacia la entrada.

Al entrar mi estupor continuaba, era más que el toque “Echeverría” como dijo Pamela, era la mezcla de los gustos de ambas familias formando una fusión perfecta que sin llevar ni 5 minutos ya me sentía en casa.

Me hizo tomar asiento en la sala mientras ella iba a ver algunas cosas. Sólo asentí con la mirada y mientras ésta se posaba en un retrato en que estaba Pamela a caballo, al lado su padre y ambos con tenida de Polo, no me percaté del tiempo que contemplaba aquella imagen hasta cuando la siento tras mío y comienza a hablarme.

Pamela: Juego Polo, creo que no te lo había mencionado.  No es muy común entre las mujeres, pero papá me enseñó cuando notó mi interés en cada juego que él tenía.  Me gusta mucho cabalgar y bueno, el Polo básicamente es tener una buena complicidad con tu caballo, sentir que somos uno en cada movimiento.  Hay mucho que no sabes de mí.  Pero esta noche espero tengas tiempo para conocerme.  Acompáñame, te presentaré a alguien.

Caminamos y llegamos a la cocina, una mujer de unos 55 años estaba ocupándose de la vajilla y un hombre poco mayor destapaba una botella de vino.

Pamela: Olga, Pedro, ¿se acuerdan de ella? Andrea Echeverría. ¿Te acuerdas Andrea cuando hacías rabiar a mi nana?

Andrea: Olguita, Pedro ¡que gusto verlos! –obvio que me alegraba verlos y cómo olvidarlos.

Olga: Mi niña, pero mira que grande y hermosa que estás.  La niña Pamela dijo que tenía una invitada, nos causó extrañeza porque jamás viene nadie acá, salvo la familia, pero también a lo lejos, la niña es quien más nos visita.  Cuando compraron acá nos ofrecieron cuidar la finca y ya cansada de la ciudad aceptamos con Pedro, aunque a regañadientes, ya que extraño mucho a la señora, el señor y sobretodo a la niña.

Pamela: No me digas niña Nana, que ya estoy bien crecidita.

Olga: Sí, pero te cambié los pañales, así que no me puedes quitar que te diga mi niña.

Pedro: Esperemos que le guste, no estamos acostumbrados a recibir muchas visitas, pero nos alegra que todo esto sea para usted.

Andrea: ¿Todo esto? –noto que Pamela desde atrás hacía un shhh con su dedo en los labios, señalando que guardaran silencio.

Pamela: -aclara su voz cuando nota que le sorprendí- Pedro haga lo suyo, nosotras pasaremos a mi cuarto a dejar unas cosas y pasamos a cenar.

Olguita: Perfecto mi niña, entendido- apresura a decir Olga, como entendiendo el mensaje oculto que eso tenía consigo y ayudando a salir del paso luego del comentario de Pedro.

Pasamos al cuarto de Pamela y me recuesto en su cama sintiéndome casi una niña y su propio cuarto.

Andrea: Te pasaste Pame, que linda sorpresa.  Ver a Olguita, a Pedro, tantos años, si están igual, pero claramente nosotras hemos cambiado mucho, aunque esta noche me vuelvo a sentir niña.

Me inquieta ver que viene acercándose con un hermoso brillo en sus ojos, se acerca suave y peligrosamente, por mi mente no pasa ni un pensamiento, sólo cierro mis ojos y siento sus labios posarse suavemente en mi frente y susurrarme sólo a milímetros -

Pamela: Que bueno que te gustó preciosa, pero aún no has visto nada, levántese, vamos.

Toma nuevamente mi mano y me levanta, no sé si puso mucho impulso o lo hice yo, pero me voy de golpe a su cuerpo y ahí quedamos, cara a cara, ella tomando mi cintura, sintiendo como chocan nuestras respiraciones.  El momento tiene una dulce carga erótica, pero no quiero que se mal interpreten las cosas y me separo, noto que ella se avergüenza, pero tomo su mano y le digo: ¿Con qué me sorprenderás ahora?

Pamela: Ven conmigo.

Salimos de su habitación y cada vez el camino a donde nos dirigíamos se hacía más oscuro hasta llegar a no ver nada.  Ella me acercó más a su cuerpo y me abraza por la cintura, yo hago lo mismo para tener un apoyo en caso de tropezar… andamos así a tientas unos 8 metros y de pronto llegamos a la parte trasera de la casa y veo la hermosa postal frente a mí.  Una gran laguna mostraba su total esplendor en complicidad del reflejo de la luna llena y en el centro un puente colgante de madera que conducía al interior de esta a algo que parecía una pequeña islita con un par de frondosos árboles.

Salgo de mi estupor cuando siento el tronar de la pólvora de los cerillos que encendían 3 velas de una mesa perfectamente ordenada para dos.

Cortésmente extiende la silla hacia atrás y hace ademán de que me siente. Y sin articular palabra lo hago.  No podía decir nada, toda palabra quedaba pequeñita con tamaña sorpresa.

Olguita trajo la cena que olía exquisitamente y Pedro nos sirvió un exquisito vino dejando la botella. Mientras nos dejaban a solas, a luz de las velas y de la luna.

Pamela: -levantando su copa de vino y sin dejar de observarme- Quiero brindar por el reencuentro, porque luego de esa noche en el bar no he dejado de pensarte, sin saber que siempre estuviste en mi vida… ¡Salud!

La copa de vino la bebí relativamente rápido, quería darme un pequeño impulso de valentía, ya que en mi estupor y mi sobriedad no habían palabras.

Pamela al contrario comenzó a contarme sus aventuras de cómo y cuándo comenzó  su vida lésbica y que al sentirse casi descubierta decide contarle a sus padres, no teniendo ningún obstáculo ni rechazo, sólo que se cuidara y que no se anduviera exhibiendo, no por ellos, sino por miedo a toparse con algún homofóbico.

El vino fue haciendo lo suyo mientras cenábamos y ya estaba más suelta y menos tensa.  Reía con ella por todo lo que me contaba, de repente ambas entristecíamos al ver que teníamos unos padres exitosos, sin embargo como hijas reclamábamos haberlos tenido un poco más cerca en nuestra niñez.

No nos dimos cuenta en la hora y ya eran las 12 de la noche y la luna estaba más hermosa que nunca, un sacrilegio irnos con tal hermosura. No me quería ir, pero tampoco podía decirle a Pame que nos quedáramos si ella no me lo había pedido, además que ella debía de trabajar temprano.  Buscando que leyera mi mirada e interpretara mi sentir ella me observa y me dice:

Pamela: Andrea, mira ven acá. Cuando está la luna así de hermosa me recuesto en mi hamaca y me relajo viendo su hermosura, hazlo, recuéstate, es exquisito.

Me recosté y ella sólo me observaba y yo observaba la luna y pensaba en que quizás jamás había sentido tal felicidad.

Andrea: Ven, recuéstate a mi lado 5 minutitos.  Más ni mal es tu lugar preferido y te lo estoy arrebatando.

Pamela: No me lo arrebatas, te lo cedo encantada, pero claro, si me das un ladito lo compartimos juntas.

Ahí estábamos, al vaivén de la hamaca observando la hermosura de la noche, el jugueteo de la brisa en los árboles, sus siluetas reflejándose en la laguna, y la luna en complicidad con sus juegos les iluminaba aún con mayor intensidad.  No me di ni cuenta cuando me dormí olvidándome de la hora y que debíamos volver  a la realidad, claramente no quería salir de mi ensueño.

Pamela: Andrea, Andrea, preciosa, despierta

Andrea: Mmm… ¿qué pasó?

Pamela: Nos dormimos y estás heladísima, y yo también tengo frío, vamos a la cama ¿o quieres que regresemos? Si gustas nos marchamos a la ciudad, te voy a dejar o podemos irnos mañana temprano.

Andrea: -aún media dormida- Nooo, no quiero irme, pero tengo mucho frío

Pamela: Vamos preciosa, baja con cuidado, descansa en mi cama.

Al llegar a su habitación me pasó un pijama y me cambié en el baño mientras ella lo hacía en el cuarto.  Me señaló de dónde podía sacar un cepillo de dientes, así que me lavé y me fui a la cama rápidamente entre tiritones.

Pamela se había lavado sus dientes ya en el baño del cuarto de sus padres, pero sacaba algo de ropa para ver qué podía usar al otro día.  Mientras iba y venía y casi sin razón me di cuenta que al igual que yo no paraba de tiritar.

Andrea: ¿Pame?

Pamela: Dime preciosa ¿deseas algo?

Andrea: Quédate conmigo esta noche, no quiero dormir sola –jamás amanecí con un hombre a mi lado, sin embargo esta noche quería dormir a su lado y despertar con ella, total, éramos amigas, no había nada malo en ello.

Pamela: ¿y si luego dices que abusé de ti? … mmm… OK. Pero yo al lado derecho, no puedo dormir a este otro lado.

Andrea: Pero pucha, ahora que ya está calentito me echarás al lado que está frío

Pamela: Bueno, bueno, pero si en la noche busco mi lado no te quejes.

Andrea: Mientras no me botes de la cama, no hay problema.

Noté que estaba heladísima y no ayudaba mucho que aquel lado de la cama estuviera gélido, así que apagué la lámpara y me acerqué a ella para darle algo de calor, ella sólo se enrolló aún más en si misma y al cabo de unos minutos nos volvimos a dormir.

Dormí como nunca, pero por lo visto aún no amanecía.  Entre mi aturdimiento venía cayendo recién en cuenta en dónde y con quién estaba.  Cuando reacciono mejor, me doy cuenta que estoy al borde de la cama, un movimiento y caigo, pero unos brazos sujetaban mi cintura desde mi espalda y un cuerpo cálido era mi respaldo.  Quise moverme pero si lo hacía la despertaría, por otra parte si se asustaba quizás me empujaría y caería de la cama y como última cosa me cuestionaba si realmente quería salir de sus brazos, se sentía tan rico.  Era mi amiga de la infancia, pero ya no éramos aquellas niñas de antaño, yo era una mujer y ella también, pero era lesbiana y cada vez que lo pensaba me inquietaba, en algún minuto lo interpreté como cierta homofobia de mi parte, que quizás por eso no me sentía muy cómoda, pero ahora que estábamos acá, juntas, abrazadas no me enternecía como amiga, sino como una mujer que desea otra mujer ¿eso me hace lesbiana? Este  pensamiento me sobresaltó y Pamela se movió, soltó mi cintura y se fue a su lado.  30 segundos lejos y extrañé que me tuviera abrazada, me acerqué despacio a su cuerpo, claramente la buscaba con la intención de aclarar mis dudas.  Llegué a su lado y estaba de frente a mí.  La ventana no dejaba entrar claridad, no la veía, sólo podía sentirla. Ahí estaba a milímetros de ella, de su cuerpo.  Me seducía la idea de saber qué se siente besar a una mujer, siempre tuve esas dudas, pero jamás quise aventurarme más allá. Quizás era un buen momento ahora con Pamela, pero dormía no se daría ni cuenta y yo sacaría mis dudas si sus labios son suaves o simplemente me dé asco, no sé… pero y si se despierta mientras la beso y se incomoda y perdemos esta linda amistad. ¡cómo tan tonta Andrea! Me alejaba mentalmente de mi tentativa de besarla y ella dormida instintivamente buscaba su lado y se acerca a milímetros de mí con un solo movimiento.  Mi corazón se agita, siento que casi quiere salirse, mis labios se entreabren  pidiendo acercarlos como imán a mí y no ir yo a ellos. Comienzo  a acariciar su rostro buscando algún indicio de que despierte y se retire y no hacer esta locura.  Su piel es suave, tersa, y no se mueve y mi cuerpo me exige dar otro paso. Mis sentidos la reclaman, mi olfato se embriaga de su aroma, mis manos al contacto con su piel causan mil sensaciones en mí y no sé si sea tanto tiempo sola o que realmente me gusta demasiado y deseo a mi amiga, pero mi vagina late y exige algo más de atención y no mía, sino de quien tengo  a mi frente, a mi lado, tan cerca de mí. Acerco más mi pelvis y logro un roce con su vagina y sin poder controlarlo saca un gemido, cubro mi boca queriendo borrar el ruido que acabo de emitir, pero está muy cansada o tiene el sueño muy pasado porque no se percata y ya no quiero marcha atrás, no puedo, deseo algo más. Dejo de acariciarla y me acerco buscando un último indicio que me aleje de mi locura y al no encontrarlo la beso, al principio sólo junto nuestros labios, al no encontrar rechazo comienzo a saborearlos despacio, suave, deslizo mi lengua delineando su contorno, reconociéndolos y me hallo envuelta en el morbo de lo prohibido y me gusta, mi vagina me exige más atención y sólo por curiosidad bajo mi mano y estoy mojadísima, sé que no corresponde hacer esto, es mi amiga y no debería pero me dejo llevar por la pasión y para no hacer una tontera y despertarla me alejo a mi lado y comienzo a tocar mis pechos que al instante se ponen erectos y duritos causando aún más calor de lo que exigen mis límites de cordura, no puedo parar, no quiero parar, mi mente emite las imágenes de mi fantasía; ella está sobre mí, moviendo su pelvis sobre la mía, rozándome, chupando mis pechos, luego besando mis labios, que por cierto no me dio asco, me encantó.  Mi clítoris exige prisa, pronto acabar con esta presión, con esta pasión. La imagino en algo que jamás imaginé ni siquiera me dejé hacer por un hombre y ahora aquello que me llevará al orgasmo es una fuente de máxima excitación, ahí estaba Pamela haciéndome sexo oral, bordeando mi vagina, tocándome el clítoris y al imaginar que me penetraba con la lengua no pude más y un intenso orgasmo arqueó todo mi cuerpo… Me había masturbado pensando en mi amiga, mi única amiga

Salí un poco de la embriaguez de la excitación y agradecí que Pamela durmiera como tronco, pero por otro lado me hubiese encantado que me hubiese descubierto masturbándome pensando en ella y que se hubiese abalanzado sobre mí a terminar lo que yo comencé.  Esa idea me encantó, sin sacar mi mano de la fuente de mi placer me exigió más de aquello y me complací a mi misma descubriendo que llevaba meses sin sexo y sin masturbarme y ahí estaba, tocándome como loca imaginándome que lo hacía mi amiga y ahora qué haría ¿Con qué cara la miraría al otro día? ¿Y si me sintió jadear o mis orgasmos? ¿ y si sólo fingía dormir? ¡cómo tan caliente Andrea! Acaso no puedes contenerte, ufff… siempre que me dejo llevar por mis pasiones cometo alguna estupidez, simplemente espero que no se halla dado cuenta, no quiero perderla ¿y ahora qué hago?; ¿fingir que nada ha pasado? ¿Que seguimos siendo las mejores amigas? Mañana saldré de todas mis dudas, de momento no sé si pueda volver a dormirme, menos cuando ahora sólo deseo volver a tenerla abrazada junto a mí