Mas puta que las gallinas

¡Joder, que puto gusto!, este sí la mete despacito y con cuidao. Se menea bien el cabrón, le mete con ganas, pero la saca despacito, pa que me chorree el chichi pidiendo tranca y luego, un pollazo de la hostia y toa pa dentro.

Me llamo Carolina, aunque suena a gilipollas y todo el mundo me llama La Cárol, que no es la polla de nombre, pero mola más.

Voy a un instituto público los días que no me sobo o que no me piro por ahí con la Jessy, la Vane y la Jenny. No sé muy bien por qué voy, porque es un peñazo y ya no tengo edad para estar en el insti, pero mi vieja me da la chapa y por no aguantarla, pues piro al tuto.

Es una amargada, que se piensa que yo voy a acabar como ella, fregando escaleras, flipa la colega, la Cárol no va a arrodillarse pa limpiar la mierda de nadie, si me arrodillo es para conseguir otras cosas.

Dice que soy más puta que las gallinas y que debería estudiar, pero yo sé muy bien cómo funciona el mundo, aquí la que vale, vale y la que no, a fregar portales. La Cárol va a ser una triunfadora de la hostia. Ya verá cuando me cojan para el Gran Hermano o como mínimo me haga modelo de esas de alta costura. ¿Pa Qué quiere una estudiar teniendo un par de tetas?, qué ignorante la vieja.

Ahora me está dando por saco para que me levante, tos los putos días dándome la puta brasa.

—Déjame en paz, pírate por ahí y déjame sobar.

—¡Carolina, levántate de una vez y deja de gandulear!

—¡Que te pires hostia!

Menos mal que se ha largado, no la aguanto, un día de estos…

Al final recuerdo que he quedao con la Vane, la cacho puta esa, que desde que se puso las melonas nuevas se cree mejor que yo. La muy guarra, desde que le hizo el culo el Jony, se los tira a todos y a las demás no nos hacen ni puto caso. Pues eso se va a acabar, yo no me achanto, si hay que poner el culo se pone, a mí la puta de la Vane no me va a comer la oreja con tos los tíos que se tira.

Me meto en el baño antes de que lo haga mi hermano. El muy subnormal se tira media hora haciéndose pajas y a mí no me da tiempo de arreglarme las extensiones y pintarme tope guapa.

“¡Joder que buena que estoy!, ¿no?”, pienso en cuanto me miro al espejo. No entiendo cómo se piran los tíos con la Vane, que tiene cara de pato.

Me doy una ducha rápida, pero me enjabono bien el agujerito, que aún para hacer cochinadas una es muy limpia.

Salgo del baño y voy hasta la cocina. La Jessy, que es otra guarra de cuidao, pero que no es mala gente, me ha dicho que pruebe antes con un pepino, pero no me meto eso tan gordo por el ojal ni loca. Hace unas semanas la Jessy se lio con el Fly, mi ex, pero to quedó aclarao, nos dimos de hostias en el pasillo del insti y le puse un ojo como un tomate. Pero ahora buen rollito, y somos coleguitas.

Me contó que ella le puso aceite, pero ni con media botella me meto yo el pepino. Rebusco en la nevera y encuentro una bolsa de zanahorias, cojo dos, la más pequeña, que se parece a la polla del Pipas, y la más gorda. Al final me agarro el pepino, por el culo ni de coña, pero a lo mejor termino calentándome.

¡Mierda, Óscar se ha metido al puto baño, fijo que se la menea y eso que hoy aún no me ha visto.

—¡Abre, pringao!

—¡Estoy duchándome, espérate!

Los cojones duchándose, este se está haciendo una gayola.

—¡Como me hayas virlao un tanga te rompo los piños, idiota!

No tengo hambre y decido liarme un canutito mientras espero que el subnormal termine su paja, a ver si así me entra la leche con Cola-cao.

¡Joder, este costo está de la hostia! Que bien entra por la mañanita, ufff, en la puta gloria. Ahora sí que me atrevería con la zanahoria grande, se va a enterar la Vane de lo que me cabe a mí en el culo y porque no tengo pasta pa unas buenas tetas y la vieja es una tacaña, que si no… la Vane se iba a comer una poca mierda.

El idiota debe estar terminando y me voy a quemar los dedos con el porro. Lo apago y me quito la toalla, me mola mogollón ver la cara de retrasao que pone mi hermano cuando me ve las tetas. Va de pureta, de que estudie como él. Será pringao, to el puto día en un taller hasta el culo de grasa. La Cárol no se mete debajo de un coche, se mete dentro pa darse el lote.

—¡Cárol, coño! –Es lo único que sabe decir cuando me ve las peras.

—¡Quita de en medio, idiota! Y límpiate la baba. Hale, a machacártela que ya te he dao una alegría.

—¿Pero dónde vas con las verduras?

—A ver, retrasao, ¿te hago un mapa?

—¡Cárol, que te puedes hacer daño!

—¡Tú flipas, aquí el listo…!

—Anda, dame.

—¡Quita, gilipollas, no me toques!, ¡que no me toques!, hostia ya…

—Se lo voy a decir a mamá.

—Mira, chaval, se lo largas a la vieja y te rajo las ruedas de la moto, ¿me entiendes? Yo me meto por el chumino lo que me da la gana. ¿Qué pasa, quieres meterme tú algo?

—¡Estás tarada!

—¡Maricón!

Pego un portazo y me encierro en el baño. El notas se cree que es mi viejo y solo tiene veintiuno. Aún no he podido verle nunca la polla, pero si la tiene guapa me lo cepillo. Ahí sí que iba a flipar la Vane, que lleva coladita por él dos meses. Sería un puntazo tirarme a mi hermano, pero es que es tan gilipollas que paso.

La Jessy me dijo que había que plantar un pino antes de meterte nada, pero es que a mí por la mañana no me sale na del culo.

Echo un pis mientras contesto a los Whatsapps de la peña y tiro el tanga por ahí, que la vieja lo recoja, paso de llevarlo al cesto.

Qué guapas me quedaron las brasileñas. La Jenny se lo ha hecho entero, pero parece una muñeca y una tía de verdad tiene que tener pelo en el coño, aunque sea una tirita. La Jessy lo tiene como yo y a la Vane no se lo he visto, ni ganas, fijo que lo tiene dao de sí, será puta…

Le doy vueltas a cómo ponerme, al final cierro la tapa del váter y agarro el aceite corporal. La Jessy lo hizo con aceite de oliva, pero eso es una guarrería. También me dijo que empezó metiéndose un dedo, pero yo no me meto un dedo en el ojal ni de coña, bastante que me lo he enjabonao bien.

Le echo un buen chorreón a la zanahoria más canija y, con una mano, la sujeto sobre la tapa del váter. Con la otra mano la encaro, pero me tengo que tocar un poco el ojete y, bueno… no pasa nada. En el fondo Es mío, ¿no?

Pica un poquito, pero no duele tanto como dicen. Me dejo caer un poco y cuando me doy cuenta ya está toda dentro. Pues sí molesta, es como si tuviera ganas de giñar, pero doler no duele.

¡Buah, qué grande la Cárol! Y decía la Jessy que no me iba a atrever… ¡pringá!

La empujo un poco con la yema del dedo y se mete por completo, ¡coño, ha desaparecido la puta zanahoria! A ver cómo la cago ahora.

Me levanto y ando un poco por el baño, ¡qué caña, tengo to el culo petao!, ¡soy la puta ama!

Me estoy empezando a poner cachonda, es que soy la polla, a mí no me gana nadie a zorrón.

Aprieto y aflojo el culo y no veas que sensación más rara, como cuando me ponían supositorios de cría, pero mola. Ahora, con lo buena que estoy y abriendo el culo, no me va a parar nadie.

Me tiro mano al potorro y empiezo a frotarme entre los labios. ¡Cómo me conozco, enseguida me pongo a tono!

Empiezo por la zanahoria grande, me la meto despacito, follándome lentito, como me gusta hacérmelo, porque los tíos no tienen ni puta idea de follar. Ellos van a saco y así una no se calienta.

Mientras me meto la zanahoria, aprieto y relajo el culito. La sensación es la hostia y comienzo a darle más duro a mi chocho. Me mola hacerlo frente al espejo, ensayando caras de guarrona, que eso les pone mogollón a los tíos.

Saco la zanahoria y agarro el pepino. Está un poco frío, pero me lo froto un poco por la raja del coño y enseguida se calienta. Me meto la puntita y casi me corro toa entera. Eso si es un buen rabo y no lo de algún pringao que no te enteras si te la ha metido o no.

Empiezo a darle caña, metiendo to lo que me cabe y eso que mi chumino es tela profundo. Lo saco casi por entero y luego para dentro, chiquitín. Agarro la zanahoria grande, que la había dejado en el lavabo y me la meto en la boca como si fuera una polla. Me encanta comérselas cuando saben a mis flujos, me da mogollón de morbo pensar que me estoy comiendo el chichi a mí misma.

Le paso la lengua bien por todas partes y me follo que da gusto con el pepino. Pienso qué poder hacer para ponerme más cachonda, pero tengo los tres agujeritos llenos y nada más para meter. Al final se me ocurre una idea, es un pasote, pero estoy chorreando y me apetece algo guapo.

Abro la puerta y me quito la zanahoria de la boca y comienzo a gemir a to lo que puedo. Me pone a mil pensar que Óscar puede aparecer en cualquier momento viéndome cómo me follo con el pepino.

Cierro la puerta y dejo abierta solo una rendija para que me pueda escuchar. Ese es tan maricón que seguro que me pide que le pete el culo con la zanahoria o con el pepino.

La de mi culo se ha salido un poquito por los meneos que me he dado. Le meto con ganas al pepino, follándome a saco, y agarro la zanahoria de mi culo.

Pensaba que tendría mierda, pero lo único es que está to caliente. Me la acerco a la nariz y me pongo más cachonda por lo sucia que soy. Huele un poco raro, pero nada del otro mundo. Saco la puntita de la lengua y le pego un viaje. No me aguanto más y me la como entera, chupando y succionando como una auténtica puta profesional. Total, algún día me las tendré que comer cuando salgan de mi culo.

Me siento guarra, muy guarra. Le meto un viaje brutal al pepino y me corro entera. No puedo gritar porque tengo la zanahoria del culo en mi boca, pero las piernas me tiemblan y me entra una flojera por to el cuerpo que flipas.

Me giro y veo a mi hermano en la puerta, mirándome con su careto de gilipollas.

—¿Qué coño miras? –le pregunto sacándome la zanahoria de la boca.

—Vas a pillar una infección con eso en la boca. ¿En serio lo tenías en el culo?

—¿De dónde ha salido, espabilao? –miro para abajo y el tarao por lo menos no es marica, tiene una empalmada del carajo bajo el chándal.

—Venga, hazte una paja, que te dejo.

El idiota menea la cabeza como diciendo que no, pero se saca la polla, que está muy bien y se la comienza a menear.

—¡Joder!, ¿pero tú eres retrasao?

—¿Por qué?

Este niño es idiota, teniendo un pibonazo en pelotas aún caliente y se pone a machacársela. De verdad que los hay que nunca aprenden.

Me toca mogollón los cojones que ni siquiera intente tirarme mano, ten hermanos para esto…

Le meto un viaje en el hombro para que me deje pasar, porque no tengo ni puta idea de cocinar, que si no, le hacía una ensalada ahora mismo, a ver si aprendía.

—¡Eh, gilipollas!, ¿me llevas al tuto?

Volví al baño y el idiota estaba aún con su paja.

—¿Terminas o qué?, voy a llegar tarde…

—¡Cárol, no me jodas!, a ti te la pela el instituto.

—¡Que he quedao, pringao!

Este no sabe ni meneársela, encima que tiene tres años más que yo, tengo que enseñárselo todo.

Me acerco poniéndome a su lado y le pego en la mano para que la suelte. Nada más agarrarla me pongo toa emocioná, ¡qué caña, hacerle un pajote al Óscar!

La tiene tope caliente y llena del liquidillo ese. ¿A que me voy a poner cachonda con el imbécil este? Tiene un buen rabo, no es tan grande como la del Christian, que pa algo le llaman el Pantera, pero después de él, es la más grande que e agarrao.

El marica ni me toca una teta, ni el culo ni na, con veintiuno y parece que esté empanao.

—¿Sigo? –le pregunto con voz melosa a ver si pide algo más.

—Va… vale…

—Joder, tronco, eres un tarao.

Bajo la tapa del váter y me siento encima, metiéndome más de media en la boca. Mamando pollas soy la number one, pero me corta la bola que el inútil ponga cara de susto en vez de cachondo perdío.

Me la saco enterita y comienzo a hacerle la batidora, dándole a la lengua a to meter. Fijo que no aguanta na con lo buena que soy con este truco.

El pavo por fin reacciona y me agarra de un brazo poniéndome en pie de un tirón. Ahora sí se pone la cosa guapa, a ver si me folla de una puta vez.

—¿Pero qué coño haces? –El subnormal a intentao darme un beso en los morros, como si fuésemos novios o algo, será pringao. Está claro que lo voy a tener que hacer yo to.

Pongo las manos en la tapa del váter y le refriego el culo por su cipote, o me la mete o fijo que es maricón.

¡Será… pues no se ha puesto a acariciarme el culo y a pajearse con la otra mano…!

—¿Pero me la metes o qué?

—¡Pero… que eres mi hermana!

—Pues yo estoy to caliente, tú verás, o me la metes o me hago un dedo.

—¡Cárol, que no puedo!

Sí, sí, los cojones no puede. El muy pureta me la va metiendo mientras repite que no debemos, que somos hermanos…

¡Joder, que puto gusto!, este sí la mete despacito y con cuidao. Se menea bien el cabrón, le mete con ganas, pero la saca despacito, pa que me chorree el chichi pidiendo tranca y luego, un pollazo de la hostia y toa pa dentro.

—¡Ufff, no te pares, sigue así!

El cabrón aguanta, creía que se iba a correr enseguida, pero continúa con su ritmo haciendo que me venga patas abajo, pegándome una corrida del carajo.

—¿Tomas algo? –pregunta entre resoplidos.

—Sí, córrete dentro. –Me da un morbazo terrible pensar que mi hermano se va a venir en mi coño.

Me agarra de las caderas y me la empotra hasta el fondo, comenzando a correrse entre suspiros, mientras yo me siento una campeona. Cuando lo cuente van a flipar.

—Venga, hale, sácala ya que llego to tarde.

—Cárol… esto… no debía haber pasado… me siento fatal…

—¡Calla, pringao, cuando la tenías dentro bien que te gustaba. Venga, me visto y me llevas al insti.