Más juntos, en familia

Mis encuentros amorosos que terminaron en un triángulo de amor entre mi prima, mi hermano y yo; invitando chicos en nuestros encuentros para avivar el deseo de nosotros.

MÁS JUNTOS EN FAMILIA, AMÁNDONOS CADA DÍA.

Desde muy niña me ha gustado siempre jugar entre mis compañeros de escuela, con mis vecinos y con mi hermano.

El mirar a mis padres teniendo sexo, cuando ellos presumían que dormíamos, o que jugábamos lejos de la habitación de ellos, despertó el interés en mí. Al verlos desnudos en la cama entrecruzando sus cuerpos y gimiendo me hacía imaginar situaciones, como querer estar entre ellos y tocarme con ellos.

Durante mucho tiempo, a todos los miembros de mi familia y amigos, de reojo, les miraba la verga, tratando de imaginar como la tenían, que tan grande, que tan gruesa, y cuando se les pone dura. Algunos se daban cuenta y me invitaban a estar a solas con ellos, me la mostraban y me invitaban a tocársela, la sentía dura. En alguna oportunidad con alguna persona mayor a mí, un tío o abuelo me sentaban entre sus piernas y así sentir entre mis nalgas su verga que crecía y se les ponía dura, yo siguiendo la conversación que mantenía con ellos, sonriendo con ellos, como aprobando lo que estaba sucediendo; imaginaba en esos momentos como de grande sería su verga.

Tengo una historia con mi tío Daniel, hermano de mi padre, con mi abuelo Miguel, tío de mi padre, con mi tía Ana. Mi tío Daniel, vivió un tiempo en casa, algunos años. Cuando mis padres salían a trabajar, quedaba al cuidado de mi hermano menor a mí y yo. Aprovechaba para invitarme a conversar sobre mis actividades diarias, me sentaba entre sus piernas y sentía como su verga iba creciendo entre mis nalgas. De hecho, me gustaba estar ahí, cuando mi hermano aburrido salía a jugar con sus amigos, vecinos cercanos a casa, me quedaba conversando con mi tío, a solas me preguntaba cuántos novios tenía, que me hacían ellos, cosas tontas y simples con respuestas simples como abracitos, besitos.

Me invitaba a su cuarto, a arreglar algo según él, el propósito era tenerme en su cuarto. Ahí, mi tío, sentado en su cama, me abrazaba y sentaba entre sus piernas, me daba consejos sobre los chicos, cuando se pasan de la raya, los que son abusivos. Mientras me abrazaba y me hacía sentir su verga dura, acariciaba mis piernas, debajo mi short, mis pantalones cortos, yo tímidamente sonreía. En un momento me sentó en la cama, se levantó y me mostró una revista pornográfica que tenía en su mesa de noche, al mismo tiempo que pude notar un gran bulto entre sus piernas, por encima de lo normal, esto llamó mucho mi curiosidad, mi mirada se dirigió muchos segundos hacia esa verga. Al ojear la revista, con paciencia y curiosidad, pude ver en fotos lo que antes había visto con mis padres, que me hacían desear e imaginar cosas, miraba más las imágenes que la lectura de la revista.

Me entretuve mucho viendo las imágenes de la revista, que no me di cuenta que mi tío se había sacado su verga y se la cogía con una mano, esperando que se la mire; me preguntó si es como las de las fotos. A mi me pareció del mismo tamaño, así que le dije que se veía igual, tomó mi mano y la rodeó entre su verga, diciéndome: “siéntela, está bien dura”. Respondí que, sí, asintiendo con mi cabeza, me enseñó a chuparle la punta de su verga, él me decía la cabecita. Luego de un rato, se desnudó, me dijo que haga lo mismo, para estar como en las fotos, estaba casi emocionada y estuvimos desnudos y juntos en la cama. Nos abrazamos mucho, me frotó su verga por el coño, por el culo, trato de meterme la cabecita de su verga, me sentía contenta; de tanto frotar esa verga grande en mi cuerpo, salió una leche caliente de su verga que me la echó en mi barriguita, que luego limpió, se la cogí con una de mis manos y se la froté, masturbándolo, hasta que poco a poco su verga se redujo de tamaño, ante mi sonrisa evidente. Finalmente me explicó todo lo que había sucedido, aprendiendo un poco más. Nuestras conversaciones privadas se hicieron frecuentes.

Con mi abuelo Miguel, fue casi una consecuencia de mi tío, cuando llegaba de visita, algunas veces me encontró sentada entre las piernas de mi tío, y pudo notar la verga dura de mi tío, lo normal que me parecía, viendo sonrisas cómplices y encuentros a solas entre mi tío y yo.

Cuando me llamaba a conversar con él, también me hacía sentir su verga, y en un momento a solas sobaba mi coño por encima de mis ropas, esto me inquietaba, pero no me molestaba.

Estando en mi cuarto, lejos de miradas curiosas, me manoseaba por cada parte de mi cuerpo, sobando mi verga por mis piernas, mis nalgas, mi espalda, hasta por mi cuello cuando me hallaba sentada y él de pie. Llegó el momento en que, tomó una de mis manos y la sobó entre sus pantalones, en su entrepierna, sintiendo la dureza de su verga. Un rato después, se sentó en la cama, se sacó la verga, yo a su lado, algo inclinada, lo masturbaba, el metió su mano entre mis ropas y acariciaba mis nalgas, hasta que se vació casi en mi mano, derramando su leche en el piso.

En alguno de esos encuentros a solas, varios meses después, se encontraba sentado en mi cama, mi abuelo, y yo, de pie, frente a él; me acariciaba las nalgas para excitarse y poder tocarle su gran verga dura. Sus manos en mis nalgas, hacía que mis ropas ligeras cayeran un poco, las tenía a media nalga. En mi casa, se acostumbra tocar, aunque esté la puerta abierta, pero mi hermano Carlos, entró de improviso, me vio medio culo y una mano sobándomelo con ganas y se salió rápido. Durante varios días, aparentábamos que nada sucedía.

También experimenté momentos excitantes, con mis amigos en la escuela, en los baños de hombres, que se daban gusto tocándome enseñándome sus pequeñas vergas. Y de vez en cuando, visitaba la casa de mi abuelo, aprovechábamos para hacerle sexo oral en su cuarto, y él para meterme mano en todo mi cuerpo; cuando terminaba de chupársela y se vaciaba, se echaba un largo rato en su cama, me acomodaba la ropa y salía de su cuarto. Mi tía Ana, su hija, nos miraba desde cierta distancia, aunque nada decía ni preguntaba que tanto conversaba con mi abuelo a solas. También disfrutaba jugar con mi prima Janet, hija de mi tía Ana, hablábamos de chicos, de sus vergas, cosas que imaginábamos entre nosotras, hasta nos tocábamos entre nosotras, casi masturbándonos.

Pasaba gran parte del día, en casa de mi abuelo; es así que estando en juegos cariñosos con mi prima, observamos que nuestro abuelo salía de su cuarto y se dirigía a conversar con mi tía Ana, su hija, en un momento que ella le dio la espalda, él la abrazó desde atrás diciéndole, siempre me encantaron tus tetas, y luego apretarle duro sus nalgas causándole leve dolor. Casi al instante dirigieron sus miradas hacia nosotras, buscando nuestra complicidad, encontrándola con nuestras pequeñas sonrisas. A partir de ese momento, fue mi lugar de visita familiar favorito.

Mis padres, con toda la confianza posible, me dejaban visitar a mi abuelo, donde vivía también mi tía Ana y mi prima Janet, que es dos años menor a mí. Mi abuelo, tenía dos mujeres en casa y conmigo éramos tres en ella. Con mi prima veíamos como mi tía y mi abuelo en la cama de él, en ropa interior, con toda la frescura posible conversaban y se manoseaban por todos lados, al punto de quedar desnudos para darse un buen sexo; ella en la cama entreabría las piernas y él sobre ella con la verga en su mano tratando de meterla en su coño y moviéndose lentamente, abrazados y unidos en ese desenfreno de pasión. Ahí nosotras observando todo, a lo que mi tía dijo: “chicas vayan a jugar al otro cuarto”, mientras era penetrada por la verga paterna. Mi tía es madre soltera, desde muy joven siempre fue muy ardiente, pensando siempre en una buena verga. Mi prima y yo nos fuimos a su cuarto, excitadas por la escena, nos quitamos todo, nos hicimos un 69, metiéndonos el dedo en el culo, pero solo la puntita del mismo, la primera falange, nuestras lenguas, lamían todo el clítoris, penetrando la vagina, grandes sensaciones de placer, sin importar el tiempo y los demás. Perdidas en la pasión del momento, penetrándonos el coño y el culo, después de muchos minutos, descansamos desnudas en la cama, observando que mi tía se encontraba en el cuarto; ella, nos lanzó una sonrisa, sentada en una silla cercana a la cama, en ropa interior frotándose el coño, masturbándose.

En casa, todo continuaba igual, con mi tío, masturbándonos y teniendo mucho sexo oral. Tiempo después murió un familiar lejano, familia de mi madre, por lo que mis padres debían ir como muestra de respeto, mi hermano y yo, no quisimos ir, mi tío se quedó al cuidado nuestro; todo el día porque salieron desde muy temprano, minutos antes de las 6 de la mañana para regresar temprano, en horas de la tarde; eran dos horas de viaje más vista y demás, unas 6 horas a solas casi, en realidad fueron 10 horas. A mi hermano no le encantaba la idea de estar con nosotros en casa todo el día, así que aprovechó para salir a jugar con sus amigos. Ese día, desde el primer minuto de estar a solas, mi tío y yo, empezamos con un buen sexo oral, ya desnudos, le chupé su verga. Él estaba de pie, recostado en la pared, y yo, de rodillas, con mi cara a la altura de su verga chupándosela, la cabecita, como decía él, luego apoyé la cabecita de su verga a su barriguita, empezando a recorrer todo el tronco de su verga, de arriba hacia abajo con mi lengua, lo lamí y remojé todo eso, después las bolas, no tan peludas, lamiéndolas y hurgando con la punta de mi lengua por el medio, entre las dos; eso lo excitó al máximo. Me tomó y echó en la cama, abriéndome de piernas, lamiendo mi coño, hurgando con sus dedos mi culo, sintiendo placer por los dos lados; después de esos momentos de juegos sexuales nos acostamos juntos en la cama, nos miramos a los ojos, con una mirada y acariciando nuestros cuerpos nos dijimos todo; era la primera vez que iba a ser penetraba, estaba más deseosa que nerviosa. Sentí un gran placer cuando me iba entrando que se convirtió en un gran dolor, no fue mucho porque tenía el coño lubricado por mucha lengua que me dio, demasiado húmeda; cuando la tuve toda dentro de mi coño, nos quedamos inmóviles de la cintura hacia abajo, besándonos con la boca entreabierta, intercambiando lengua y saliva, acariciando mis pechos, lamiéndolos, mordiendo mis pezones. Después de algunos minutos, empezó a moverse lentamente, me la sacaba y volvía a meter, mis manos acariciaban su espalda y bajaban hasta sus nalgas, yo en la cama y él encima de mí, empujándome con su gran verga, minutos interminables de delicioso placer, que terminó echándome toda su leche en mi cuerpo, debajo de mis pechos, con sus manos me esparció ese líquido caliente, por mis pechos, me decía para que mis tetas estuvieran más suaves, una mentira para excitar el momento.

Después de esta sesión de amor, sexo y mucha lujuria, nos fuimos juntos al baño, me fue limpiando todo mi cuerpo como su niña consentida, cuando ya me había hecho su mujer, despacio y sin prisa para calmar el pequeño ardor de mi coño.

Eran casi las 11 de la mañana, quedaban muchas horas por delante, estaba bañadita y bien cambiadita, echada en el mueble de mi sala viendo televisión. Me trataba como una reina, alcanzándome todo, hasta donde me encontraba en ese momento. Se sentó luego a mi lado, apoyando mi cabeza entre sus piernas, mientras acariciaba suavemente mi cuerpo. Nos dieron, la 1 de la tarde, él preparó comida para mí, para nosotros y mi hermano, quería engreírme y tenerme descansando; abrió la ventana de la casa, que vista a la calle, quitando el seguro de la puerta. Mi hermano llegó comimos todos, un reposo de todos nosotros, viendo algo de televisión, diría que de una hora a más. Un tanto en broma, mi hermano Carlos, aburrido de nosotros volvió a salir de casa. Eran ya las 2 de la tarde, mis padres llegarían antes del anochecer, nos acariciábamos con el televisor encendido sin prestarle atención. 4 de la tarde, casi 7 horas después desde nuestra primera sesión de sexo, estábamos desnudos en la cama, besándonos, acariciándonos, juntando nuestros cuerpos, deseándonos una vez más. Hicimos un 69, suave y delicadamente, tomándonos toda la paciencia del momento, sin prisas; después que nuestras bocas y lenguas juguetearon en  mi coño y su verga, nos echamos en la cama, uno frente al otro, de costado, deslizó su mano de mis nalgas a mis piernas, queriendo abrirlas con su mano, aproveche y tomé su verga que estaba bien dura y dispuesta, no hacían falta las palabras, me volteé, me puse boca arriba, él encima de mí, sosteniéndose en la cama con una de sus manos, sobre mí, pero unos centímetros de distancia sin aplastar mi cuerpo, mientras con su otra mano trataba de meter su verga en mi coño; un suspiro y pequeño dolor me arrancó, luego echó todo su cuerpo sobre mí, me beso, metió sus brazos por mi espalda, descansando sus manos en mis hombros, como para darse impulso y moverse más rápido que la primera vez; era más el placer que dolor, la cama vieja hacía ruidos extraños al igual que nuestros cuerpos sudorosos y unidos en la pasión.

Sigo sin entender, porque mi tío, dejó la ventana entreabierta, la puerta sin seguro, quizás se olvidó de estar pensando en mi cuerpo y yo en el suyo, lo cierto es que hacíamos todo el ruido posible, la cama, nuestros cuerpos, hasta el cuarto de mi tío, llegó mi hermano, él lo vio, levantando y bajando el culo, metiéndomela y sacándomela, a mí debajo de él abrazada a su cuerpo, gimiendo de placer, confundido entre el ruido de la cama. Solo 5 segundos nos observó y salió de casa, había pensado en provocarlo y hacerlo con él, pero no me inquietaba de momento.  La interrupción, nos motivó a hacerlo nuevamente, demorando más tiempo del necesario, nuestro momento de placer, una hora después, incluidos los juegos sexuales, llegó a su fin, terminando con un baño reparador juntos.

Seis de la tarde, unos minutos antes que llegaran mis padres, entra mi hermano a casa, no dándome tiempo a decirle que guarde silencio, que era lo que mi tío me había sugerido que le diga; pasó junto a mi cuarto, porque él de él, es contiguo al mío, me vio vestida y echada en la cama leyendo un libro, como toda nena buena de papi. En todos los momentos a solas, que eran muy pocos, mi tío y yo, disfrutábamos de grandes sesiones de sexo, como si el mundo se fuera a terminar el día siguiente, a veces un día a la semana. Andaba con el coño caliente, si me hubiesen pedido hacerlo todos los días, era la más feliz sin duda, me abrieron el coño y con él, todo el deseo.

En uno de tantos momentos, que mi tío y mi padre, se encontraban fuera de casa, por motivos de trabajo, mi madre descansando en su cuarto, mi hermano en el suyo también, casi anochecía, me encontraba en el baño, vistiendo un short holgado, que cubría una pequeña tanga con un polo ancho que cubría mi sostén, inclinada en el lavabo, con mis manos en mi cara, lavándome, de espaldas a la puerta del baño, siento que bajan mi short y mi tanga al mismo tiempo, en menos de un segundo, sintiendo una verga que me quieren meter en el culo; pongo una de mis manos entre mis nalgas, en toda la raja del culo, no me la dejo meter y me levanto, me giro hacia él para mirarlo,  era mi hermano, le digo que no, que por ahí todavía, que tengo el culo virgen, sujetando su verga con mi mano, estaba dura, sin duda tenía muchas ganas. Nos acomodamos las ropas, fuimos hacia mi cuarto, echamos seguro a la puerta, sin decirnos nada, me quité toda la ropa y él también la suya, se echó en la cama, me subí encima de él y empecé a cabalgarlo, apoyándome mis manos en la cama, una a cada lado de su cabeza, quedando mis pechos a la altura de su boca, moviéndome, de adelante  hacia atrás, despacio y luego con prisa, él no se movía, prácticamente lo violé, lo estaba deseando y el momento se dio, tenía dos vergas en casa, podía darme gusto para satisfacerme con los dos, y así lo hice; es como tener un juguete, cuando es nuevo, quieres jugar varias veces con él, semanas intensas de mucho placer; mi hermano se animó a tocarme después que me vio con nuestro tío, dio el primer paso, era lo que deseaba, solo era cuestión de tiempo, en realidad fueron como dos meses.

Mis padres estaban muy complacidos, que mi hermano me cuidara, se preocupara por mí, me prestara mucha atención; estábamos muy unidos, era algo más que el simple sexo, estar pendiente uno del otro, amor de verdad. A ninguno de nosotros, a pesar de contar con muchos amigos, se nos dio por tener una novia formal por un largo tiempo; si nos gustaba alguien, una relación pasajera que no duraba más de uno o dos meses, en cambio con mi hermano, crecíamos juntos, y así el deseo de uno por el otro, años de convivencia, dándonos amor y sexo, dentro del hogar familiar.

Ahora, tengo veinticinco años, mi prima Janet veintitrés, mi hermano Carlos veintidós, mis tíos pasan los 40, mis abuelos pasan los 60; el sexo con ellos ha bajado de intensidad, cuando mucho una vez al mes y otras veces nada, con mi hermano y mi prima, la relación se ha hecho más intensa, casi a toda hora.

Concebí una idea que me dio muchas satisfacciones, alquilar una casa, algo deshabitada para emprender un negocio, reforzamiento escolar a jovencitos, antes lo habíamos conversado entre nosotros y aceptamos. Un ambiente, con una pequeña sala, un baño y dos habitaciones más, un dormitorio y una sala privada para guardar algunas cosas, los demás ambientes nos eran innecesarios. Invitamos a muchos chicos, un miércoles por la mañana, sólo llegaron dos; nos llamaron por teléfono, para unas horas más tarde, pero dijimos que lo diferíamos para otros días. Teníamos una pizarra, no muy grande, al menos para lo básico si era útil; estábamos a puerta cerrada. Vestía una falda muy corta, como una minifalda, una blusa un poco estrecha, con un escote que dejaba visible casi la mitad de mis pechos, que al inclinarme se me veía mas de la mitad, estaba de pie frente a ellos. Cuando me inclinaba a escribir en la parte inferior de la pizarra, ellos trataban de levantarse como queriendo verme más de lo normal, así me lo hizo saber luego mi prima, que estaba cerca, pero lejos de las miradas de mis alumnos, cuando estaba frente a ellos y me inclinaba para explicar algo, no podían evitar verme los pechos, aunque de reojo según ellos, no perdían detalle; supuestamente yo no me daba cuenta de sus miradas. Me retiraba luego, por unos minutos, para que conversen entre ellos, y mi prima pueda escucharlos, desde un ambiente cercano a ellos, sin ser vista, comentando que le gustaban mis tetas, que se me veía buen culo, que estaba buena para cogerme por todos lados, comentarios que empezaban a excitarme cuando los oía de mi prima luego; ahora sabía que tenían las mismas ganas que nosotras. Después de un rato, le pedí a uno de los chicos que me acompañe, a la habitación privada, a seleccionar unos objetos, útiles para continuar la clase, sin duda me acompañó. Ya en la habitación fingí caerme, caí sentada y en la caída me abrí de piernas, sin duda, toda mi tanga quedó expuesta ante los sorprendidos ojos de mi nuevo alumno, a quien pedí su mano para que me ayude a levantarme. Quería iniciar una conversación con algo picante, entre mi alumno y yo:

Yo (Angie): “No te preocupes, no me golpeé mucho, además no se me vio mucho, sólo mi calzoncito y nada más”, “ya me imagino la de chicas que habrás visto desnudas”

Alumno: “la verdad, no”

Yo (Angie): “mmm, solo a tus novias o enamoradas no más”

Alumno: “tuve dos enamoradas, pero solo de abracitos y besitos, porque nos veíamos en sitios públicos”

Yo (Angie): “o sea, tu estabas con tu enamorada, de ahí te ibas a tu cuarto, a ver porno y masturbarte”

Alumno: “jajaja, sí a veces, no te voy a mentir, y tu”

Yo (Angie): “yo no me masturbaba, pero a mis enamorados los masturbé muchas veces”

Alumno: “ya tuviste relaciones”

Yo (Angie): “si supieras, por este coño, poniendo mi mano en él, sobre mis ropas, han entrado algunas vergas, solo falta la tuya”

Alumno: “sabes, tú eres muy bonita, me gustan tus piernas”

Yo (Angie): “solo las piernas, nada más te gusta”

Alumno: “bueno, la verdad todo”

Yo (Angie): “qué es todo, a ver, tócame lo que te gusta de mí, te doy permiso”

Tímidamente, con uno de sus dedos, señalaba mis pechos, acercándolo hasta rozar la punta de su dedo con la blusa.

Cogí su mano, la rodeé, en uno de mis pechos, que lo palpe todo, diciéndole: “tócalo bien, así se hace”.

Estaba, sonriente y algo nervioso diría yo, su misma mano me la lleve al coño, por encima de mi tanguita, preguntándole: “y esto no te gusta”

Alumno: “sí, está muy rico” (parecía que su mano se había pegado a mi coño, porque no le vi intenciones de quitarla).

Yo (Angie): “uy, me vas a desgastar el coño si lo tocas demasiado” (nos sonreímos).

Quitó su mano de mí, e intencionalmente me di vuelta para tomar algo, y sentí su mano entre mis nalgas, por encima de mi tanga, bajo mi falda; lo miré, le sonreí, me acerqué y le di un beso en la boca, con los labios cerrados, como un beso de amigos, de un segundo no más.

Después le planteé, algo:

Yo (Angie): “porque no vienes el sábado por la mañana, como las 8:00 am, con dinero extra para unas 4 horas de clase pagadas”, “y tu amigo también es medio mañoso como tú”

Alumno: “sí, el me decía que le gustaban tus tetas y tu culo”

Yo (Angie): “que tal si fingimos que me conoces de hace varios años, y cuando les de la espalda, inclinándome a tomar algo, le dices a tu amigo que me mire el culo, que, si le gustaría verlo de cerca, se acercan juntos, me levantas la faldita y golpeas suavemente mis nalgas”

Al alumno aceptó encantado, fue en busca de su amigo y en unos minutos estaban los dos conmigo. Les dije a los dos chicos que levanten unas cajas de un rincón de la salita, mientras a unos dos metros, estaba yo, inclinada tratando de recoger algunas cosas. Al poco rato, sentí que se acercaban, me levantaron la falda y acariciaron mis nalgas. Me di vuelta e intenté sorprenderme: “oye, eres un chico muy inquieto, que intentas conmigo”.

El alumno ya desenfadado me dice: “die mi amigo que le gusta tu cuerpo, que te tiene ganas”

Yo (Angie): “ya pues, vienen el sábado temprano, 4 horas de clase pagadas y hacemos todo lo que ustedes quieran, lo que sea”

El alumno, más pícaro, más atrevido, con una de sus manos subió mi faldita hasta mi vientre y con la otra acarició mi coño por encima de mi tanga preguntando melosamente: “lo que sea”

Para contestar sus manoseos, con cada una de mis manos, acaricié sus vergas, una en cada mano, diciéndoles realmente lo que deseen.

Después de esto, ya los dos, tenían su mano bajo mi falda, tocando a su antojo mis nalgas y coño por encima de mi tanga, el segundo alumno con más confianza, me dijo: “me excitas, tengo ganas de metértela hasta el fondo, varias horas”

Yo (Angie): “sí, todo lo que deseen conmigo y con mi prima Janet (que aun, no conocían).

Segundos después se acerca mi prima hermana, ya que nuestros padres son hermanos, cubierta con una toalla, saliendo del baño, con la toalla se le veía la mitad de los pechos, el inicio de sus nalgas, a lo que ella dijo, al vernos:

Janet: “cuidado con esos manos chicos, los esperamos el sábado, las dos juntas, ya saben”

Los alumnos tenían sus manos pegadas a mis nalgas, como si pretendieran no dejarme ir, Janet se dirigió rápidamente al dormitorio.

Después, ya en la sala, donde iniciamos las clases, mientras ellos acomodaban sus cosas, coordinábamos para el día sábado. En el momento, uno de los chicos trajo el nombre de mi prima a la conversación, porque también querían despedirse, o quizás manosearla por entre sus ropas, eso los excitaba, el no saber que ocultaban realmente nuestras ropas, pero si imaginarlo mucho. A lo que respondí, que seguro estaba cogiendo con su marido, porque lo vi hace unos momentos con la verga bien parada.

“Y el también te coge”, expresó uno de ellos, respondiendo que: “él es amante de nosotras dos y, para que no se canse mucho ustedes le darán un descanso cuando estemos juntos, él está de acuerdo en todo lo que planeamos”.

Yo (Angie):” quieren entrar al cuarto y despedirse, y ver cómo cogen, a lo mejor aprenden un poquito”.

Casi al segundo, asintieron con la cabeza los dos a la vez. Nos dirigimos hacia la habitación, donde la puerta estaba cerrada, aunque sin seguro, que pudo abrirse fácilmente; desde la puerta una vez que ingresamos, a una distancia de 3 metros a la cama donde estaba mi prima con mi hermano. Mi prima en la cama desnuda, mi hermano encima de ella con su verga dentro del coño de ella, estaban tan unidos que a ella no se le veía claramente ni sus nalgas, ni el coño ni sus pechos, estaba cubierto con el cuerpo de mi hermano, apenas si se veía las nalgas de mi hermano que estaba sobre mi prima; sin embargo, la escena era muy excitante, a lo que mi prima replicó para que los chicos regresen a mirarla: “los espero el sábado chicos, tengo ganas de probar verga nueva”.

Salimos hacia la puerta que da a a la calle, y al despedirse en lugar de darme la mano, me apretaron las nalgas con sus manos, a lo que yo contestaba con una gran sonrisa, aprobando sus manoseos. Ahí estábamos mi prima y yo, corrompiendo chicos chicos sin experiencia y algo tímidos.

Resultó todo como era esperado. Él sábado muy temprano llegaron los chicos, casi antes que nosotros, pasábamos el día ahí pero no convivíamos en dicho lugar. Estaban algo inquietos y nerviosos, que ni siquiera intentaron manosearnos en ese momento, no fue sino al entrar a la habitación que sus ojitos brillaron. Éramos 5 en dicho lugar, mis alumnos, mi hermano mi prima y yo, casi al instante, mi prima y yo nos quedamos en ropa interior, los chicos nos admiraban como diosas, acercándose y recorriendo cada parte desnuda de nuestros cuerpos; tuvimos que ayudar a los chicos a desnudarse y luego ellos nos quitaron nuestras prendas faltantes.

A nuestros chicos dijimos, que lo más excitante para una chica es un buen sexo oral, que nos coman el coño con su lengua. Me eché en la cama, de la cintura hacia arriba dentro de la cama, con las piernas dobladas en “V” y abiertas al filo de la cama, mi hermano de rodillas con su lengua empezaba a hurgar dentro de mi coño, con la punta de su lengua buscando mi clítoris para masajearlo, penetrándome una y otra vez con su lengua, formando círculos dentro de mi coño; cada uno de los chicos hacía lo mismo junto a nosotros en el coño de mi prima, atentos a los consejos de mi hermano, turnándose entre ellos; nosotras éramos la que más disfrutábamos.

Luego de estar, muchos minutos, con lengua en nuestros coños, mi prima y yo subimos en la cama, al filo de ella, nos pusimos en cuatro, mostrando todo el culo, justo en la cara de los chicos, que lo observaban como una gran escena; mi hermano se encargó de acariciar mis nalgas y meter su lengua en mi culo haciéndome saltar de gusto, al mismo tiempo que uno de sus dedos me masturbaba el coño. Momentos deliciosos que continuaron luego, con una chupada de verga que hicimos a los chicos, uno para cada uno, mi hermano era simple espectador en ese momento.

Nos acodamos luego en la cama, en la pose más antigua, la del misionero, acostadas en medio de la cama, piernas abiertas y levantadas, dobladas en forma de “V”, con las plantas de los pies descansando en la cama, los chicos se subieron en medio de nuestras piernas, con sus rodillas sobre la cama, cuerpo erguido, tomando sus vergas con nuestras manos, nos la introducimos ante la alegría y excitación de los chicos. Se inclinaron y apoyaron sus manos en la cama, una a cada lado de nuestros cuerpos, despacio y sin prisas, luego se desbocaron, empezando a moverse muy rápido, terminando en poco tiempo, dejando su leche en nuestros cuerpos como se lo habíamos indicado. Descansamos en la cama, luego mi hermano me tomó a mí y cogimos delante de los demás, llegando a mi orgasmo, terminando con el cuerpo lleno de dos leches diferentes. Luego de esta sesión de amor, nos dimos un baño juntos, con un descanso, juntos en la cama. Después de casi 10 minutos, los chicos empezaron a manosear nuestros cuerpos mientras permanecíamos echadas en la cama. Minutos después, sus vergas empezaron a tomar mejor tamaño y ponerse duras, sin decir nada, llevaron sus manos hacia nuestras piernas para abrirlas, subirse encima nuestro, para cogernos en la misma posición anterior, pero esta vez duraron más que su primera vez. Ellos, intercambiaban de coños y nosotros de vergas, cogiendo todos con todos, hasta mi hermano después de los chicos cogió con nuestra prima. Al final se vinieron tres veces cada uno, en toda la mañana que estuvimos juntos, con descansitos incluidos, fueron buenas las clases.

Tener sexo es delicioso, con otros cerca de ti, mirando, tocando o cogiendo es más excitante; mucho más guiando a los chicos en su primera vez teniendo sexo. Claro está, que la relación con los chicos era una relación temporal, de corto plazo, a lo mucho, seis meses, para oxigenar nuestro triángulo de amor entre, mi prima, mi hermano y yo. Siempre nos han gustado jovencitos inexpertos, que no sabían meterla bien, besar bien, o hacer un rico sexo oral, dominar y guiar la relación.

Como es sabido, fechas y nombres son cambiantes, pero el deseo de lo prohibido siempre está entre nosotros, sólo queda aprovechar los momentos que las oportunidades nos dan. Me viene a la mente una relación frustrada de un tipo, de entre 55 y 60 años, cuando llegó a su casa su hija, madre separada por violencia familiar; en casa era él, su esposa, una sobrina, añadido la hija y el nieto de 1 año. Me contaba mi amigo que desde que su hija tuvo el hijo y gracias al deporte había desarrollado un cuerpo muy deseable. Muchas veces, cuando él, ingresaba a su cuarto por alguna situación o pregunta, la encontraba en ropa interior, ella no se turbaba y seguía poniéndose el vestido de lo más normal, que vestía calzón pequeño e incluso tanga, casi transparente porque se le notaba los pelos del coño y ella como mujer sabía donde la miraba el papá. En otra situación, cuando estaban en la sala mirando televisión, ella vestía falda corta, sentada en el mueble con un cojín donde poner sus piernas estiradas y juntas; fueron breves minutos en que su mujer iba a la cocina y la sobrina a su cuarto, él se sentaba frente a ella, en esos momentos a solas, la hija levantaba una de sus piernas y la doblaba en “V”, tratando de acercar su pie a una de sus nalgas, esto hacía que la faldita se le subiera y mostrara el calzoncito en la parte que cubre el coño, cuando notaba que regresaban a la sala, ya sea la esposa de mi amigo o su sobrina, bajaba la piernas y las volvía a juntar como si nada pasara. En otra oportunidad cuando ella lo abrazaba, pegaba sus pechos a él, a veces su cabeza entre sus pechos, él en un abrazo la apretaba fuerte, moviendo su mano en su espalda de arriba hacia abajo, rozando levemente una de sus nalgas; ella pidiendo salir juntos, algunas veces para evitar el aburrimiento en casa.

Cuando mi amigo tenía sexo con su mujer, imaginaba que era su hija y embestía fuerte a su mujer, deseaba realmente el cuerpo de su hija, me dijo que me haga amiga de ella, pero la chica me bloqueó. Un año después la chica se consiguió un amante, mayor a ella, que le da lo necesario, menos de lo que su padre, mi amigo, económicamente hablando. Pudo haber sido una relación de amor y sexo que los hubiese unido más, nunca lo sabremos, tantas situaciones provocadoras, sin alguien dar el primer paso.