Más en el metro
Se que fueron segundos pero yo sentí que fueron horas, por los empujones ni siquiera trate de voltear, era imposible. Entre tanta gente no podía ver a mi tío, así que para entrar otra vez me empujaron y unas manos me acompañaron en ese corto camino al interior del vagón, y con una mano traté de evitar que me siguiera manosenado mi colita.
MÁS EN EL METRO
Hola otra vez, ya saben que soy Paola. Ahora les voy a contar que es lo que siguió pasando con mi tío. Es por que ustedes me lo pidieron, ¡gracias, que lindos son¡
Cada vez que entrábamos al metro seguíamos la misma rutina, mi tío se repegaba a mí y a mi me gustaba más cuando llevaba falda porque podía sentir mejor su pene.
Me gustaba sentir como me apretaba a él y mientras me rodeaba con sus manos por la cintura, uno de sus brazos quedaba debajo de mis senos y hacía ligeros movimientos para sentirlos, ¡era muy rico¡ pero no era suficiente para mi. Tenía que sentir algo más y lo logre.
Una ocasión el metro estaba más lleno que de costumbre así que fue más difícil entrar al vagón, entre cada intento mi tío aprovecho para sobarme discretamente las nalgas por encima de mi falda, mientras con una mano me sujetaba de la cintura con la otra me tocaba insistentemente mi colita, me sobaba despacio, haciendo pequeños círculos en mis pompas, tocándolas suavemente, disfrutando, sintiendo mis formas de niña, eso era tan excitante que no ponía ninguna queja.
Cuando logramos entrar al vagón quedamos en la puerta, juntos y yo hacía por repegarme más a él, pero al llegar a Hidalgo paso algo que no esperaba.
Al abrirse las puertas nos empujaron tan fuerte que mi tío me soltó y mientras él quedaba a un lado yo fui a parar al lado contrario, me aventaron contra la multitud y quede rodeada de un mar de personas, fue cuando sentí una mano tocando mi colita insistentemente, sentí esa mano grande de lleno en mis nalgas, apretándome fuerte una nalga, jalando mi falda con fuertes tirones, acompañando el movimiento de mis caderas en todo momento, subiendo y bajando por mi colita insistentemente, tratando de introducirse en mi cuerpo, era algo muy loco.
Se que fueron segundos pero yo sentí que fueron horas, por los empujones ni siquiera trate de voltear, era imposible. Entre tanta gente no podía ver a mi tío, así que para entrar otra vez me empujaron y unas manos me acompañaron en ese corto camino al interior del vagón, y con una mano traté de evitar que me siguiera manosenado mi colita pero una mano me detuvo y me guío hasta su pene erecto que me hizo tocar pero como llevaba mis cosas en la mano izquierda no pude evitar que me agarraran la colita y un dedo se acomodó en mi ano, tratando de meterse más adentro. La verdad es que me picó el culo ese dedo y me lo metió hasta donde pudo, tanto que mi pantaleta se me metió en el ano un poco.
Adentro quede de espaldas contra un señor y por el mundo de gente se acomodó atrás de mi y me daba empujones con su pene. El que quedo enfrente de mi también se me juntaba demasiado tratando de sentir mi vaginita. Pude sentir como dos manos diferentes me tocaban la colita sobre mi falda, hacían movimientos sutiles, quizá para que no me fuera a quejar.
No se en que momento se me cayó mi mochila, me agache para recogerlas y vi como el señor de enfrente tenía el cierre abajo y la cabecita de su pene la tenía a fuera, lo más que pude hacer fue evitar rozarla con mi cara, sólo mi cabello paso por su pene, pero aún recuerdo en mi mente su tamaño, su color, y a veces me imagino su sabor. En ese tiempo no hubiera metido ese pene en mi boca, no lo creo.
En Guerrero baje y me dieron unos últimos empujones de pene en mi colita. No fue mucho así que me baje sin problemas. Salí del vagón y espere a mi tío. Cuando lo vi corrí hacia él y me tomó de la mano. Salimos de la estación y me preguntó que había pasado, se lo conté y se quedo serio, creo que se puso celoso.
Le pregunte si estaba molesto y me contestó que mucho. Le dije que como le podía quitar el enojo y me contestó que dándole un abrazo muy fuerte, le dije que sí. Antes de llegar a la casa pasamos por un jardín y me dijo que lo abrazara. Lo abrace y mientras se bajaba el cierre pude sentir su corazón latiendo apresuradamente, me acomodó su pene entre mis piernas y se movía lentamente. Me preguntó si me gustaba y no conteste, sólo lo apretaba más fuerte. No tardó mucho en llenarme las piernas con su semen, pude sentir como escurría entre mis piernas, ese calor recorriendo mi cuerpo, también estaba excitada. Mi pantaleta quedo húmeda tanto de su semen como de mi vaginita. Me dijo que ya no estaba enojado y que si me gustaría que lo hiciera en el metro, me sorprendí y le conteste que si no era malo hacerlo con tanta gente y contestó que íbamos a tener cuidado. Sonreí y le dije que cuando quisiera. Pero eso es otra historia.
Besos. Paola.