Mas de vida animal

Esta hembra acaba de entrarnos, de hecho acabo de ponerla a la venta. Ha sido toda su vida domestica. Parece ser que tenía un amo bastante estricto, de ahí sus anillas en nariz y….a ver, abre la boca….si, en lengua, y seguramente…las piernas…efectivamente, en clítoris. Su amo la quería bien controlada. No parece muy conflictiva, como ve ninguna marca que lo indique, sus tetas están limpias. Curiosamente no tiene anillas en los pezones…a ver, no ni señales de haberlas llevado nunca, están intactos. Otra ventaja es que ningún amo la ha marcado. Ni por delante, a ver, no….ni en el culo, nada

Si alguien puede creer en el destino, esta puede ser una buena ocasión para reafirmarse en sus convicciones.

Después de pasar por varios amos, servir en casas, en bares, en granjas, en fábricas….terminaban en el mismo sitio: El abrasador mercado de esclavas esperando a que alguien las comprara. Metidas en un cuchitril cerrado y oscuro con otras 5 desgraciadas.

La historia casi se repetía una y otra vez. Los últimos amos se habían divorciado, y las deudas de la familia salieron a flote. Fue necesario vender o embargar todas las propiedades, incluidas las esclavas por supuesto. De ellas se hizo cargo un banco acreedor, junto con la casa y todo su contenido, con cuya venta esperaban subsanar parte de la deuda. La casa ya había sido vendida a un buen precio, cosa que no ocurriría con las esclavas.

A la hora habitual de comienzo de la puja las tres esclavas, junto a otras cinco en esta ocasión, estaban de nuevo subidas en la tarima situada en el centro del mercado, dispuestas para su venta. Era un martes, un día más bien flojo de afluencia en la plaza. Los días fuertes eran los viernes y sobre todo los sábados. Eso significaba que no abría grandes compradores y la mercancía que se ofrecía tampoco estaba considerada como de primera calidad. También era costumbre en aquel mercado guardar los mejores ejemplares para viernes o sábado, donde se ofrecían los ejemplares individualmente. El resto de la semana simplemente el producto era expuesto y eran los compradores los que se interesaban y pedían información o examinar la posible compra. De manera que un poco antes de la exposición dos empleados entraron al cubículo donde estaban las esclavas, y mientras uno de ellos unía sus collares con cadenas, otro les ponía zapatos de tacón, les arreglaba el pelo y las repasaba todo el cuerpo con una esponja húmeda que hacia brillar su cuerpo.

A todas luces se veía que aquello era un producto de saldo. Ninguna virgen, ninguna sin marcas. Si bien eran todavía jóvenes y todas ellas con cuerpos espectaculares, también se veían claramente los restos de castigos, las marcas de antiguos amos, otras marcas indicando su condición, anillas en nariz, lengua, clítoris, etc.…y por supuesto todas con restricciones en pies, manos y codos, en forma de cadenas. Unas más largas, otras muy cortas. El collar que cada una llevaba era también diferente, dependiendo del lugar de donde venían. El empleado encargado de prepararlas sabía que tendría poco trabajo en esta ocasión. Tenía que desnudarlas, y estos ejemplares hacía mucho tiempo que no habían visto nada semejante a un vestido o algo que cubriera su completa desnudez. Tenía que encadenarles pies y manos, y estas no solo venían con grilletes en tobillos y muñecas, sino que la mayoría traía también encadenados los codos a la espalda, algunos con cierre permanente, no se podía quitar si no era con la intervención de un herrero. Su aspecto físico era bastante aceptable. Parecían bien alimentadas, ninguna señal reciente de látigo o cepo, y el pelo…..aquel empleado era perro viejo. Si alguna traía el pelo corto no había problema, y si lo tenía largo, sencillamente lo remojaba un poco y lo recogía en un apretado moño. Durante un tiempo tuvieron una mujer que se encargaba del maquillaje, pero eran mejores tiempos, hoy lo hacia el mismo empleado, y con la experiencia había descubierto que con solo un poco de sombre de ojos, unos polvos para las mejillas y buen pintalabios, era suficiente. En no más tres o cuatro minutos tenia lista a una esclava para ser expuesta. El problema de los zapatos le surgía cuando dos o tres calzaban el mismo número. El no le daba demasiada importancia hasta el día que su jefe le explico algo.

-Tienes que entender una cosa. El zapato es muy importante por dos motivos. Uno porque es la única prenda que viste la esclava, y eso, aunque tú no te des cuenta, les da seguridad, les hace sentir mejor y más atractivas. Y eso es cierto, les hace estar más elegantes, justo el segundo motivo por el que se los ponemos. Por eso he gastado tanto dinero en ellos, y por eso te pedí cuando los compraste que fuesen de tacón alto y fino.

Así que aquella mañana solo tuvo que entrar, sacarlas a la puerta del cobertizo, maquillarlas un poco, arreglarles el pelo, ponerles los zapatos, y unir sus collares con una gruesa cadena.

Satisfecho de su labor cogió la cadena que colgaba de la primera de la fila, tiro de ella, hizo sonar fuertemente el látigo que llevaba en la otra mano, y se dirigió al centro de la plaza. Subió a la tarima y cuando estuvo en el centro y dejo a las esclavas al borde la misma, soltó la cadena del cuello de la primera y dejo expuesto el material. Su jefe lo esperaba libreta en mano justo frente a la tarima, esperarando que se acercaran posibles compradores.

Era, a todas luces, un día flojo, muy flojo. Poca gente en la plaza, los vendedores de los puestos con cara de aburridos, muy poco movimiento. A los cinco minutos de empezar, ni siquiera un curioso se acercaba a la tarima de venta de esclavas.

Era también evidente que aquellas esclavas tenían experiencia. Y sabían lo que se esperaba de ellas. Desde el momento que el empleado las dejos en exposición bajaron la vista al suelo, sacaron sus tetas todo lo que les fue posible, abrieron sus piernas todo lo ancho que les permita la cadena de sus tobillos, y no movieron un solo musculo.

El primer posible comprador se acerco de forma dubitativa, sin mucha convicción. Paso por delante de la tarima un par de veces mirando el artículo, y no parecía terminar de decidirse. El encargado tuvo que animarle para que se acercara definitivamente.

-Buenos días caballeros. Buscan ustedes alguna cosa en especial? Díganme y les podre ayudar…

El hombre, de unos cincuenta años, con aspecto de empleado, vestido de forma correcta pero claramente sin lujos, se acompañaba de otro señor de su misma edad más fino y con mejores ropas, más elegante.

-No no, muchas gracias, solo estamos mirando, es usted muy amable.

Mientras respondía al vendedor no dejaba de mirar el material.

-Encantado de ayudarle señor. Estamos aquí para eso. Veo que igual tengo algo para usted que puede interesarle. No le llama la atención nada en especial?

-Si bueno, no sé, llevo unos días dándole vueltas al tema. Dependiendo de…..aquella, la segunda por la izquierda….

En decimas de segundo el vendedor miro a su ayudante que permanecía atento en la pequeña escalera de subida. Este, rápido y entrenado se acerco al grupo de esclavas y con agilidad asombrosa soltó y volvió a unir cadenas, de forma que el grupo ahora lo formaban siete esclavas unidas por unas cadenas en sus cuellos, y una de ellas era conducida, tirando de otra cadena, hacia la escalera. En menos de un minuto la esclava estaba junto al posible comprador. Era una hembra de edad indeterminada, entre veinticinco y treinta años. Morena y con el pelo muy cortó. Guapa, ojos grandes y pómulos y labios carnosos. Espalda no muy ancha y pechos bastante grandes pero no exagerados. No se los habían agrandado, estaba claro que eran naturales. Se mantenían firmes. Vientre liso y fibroso, y piernas proporcionadas y firmes. No muy largas ni musculosas.

-Ha elegido usted bien. Esta hembra acaba de entrarnos, de hecho acabo de ponerla a la venta. Ha sido toda su vida domestica. Parece ser que tenía un amo bastante estricto, de ahí sus anillas en nariz y….a ver, abre la boca….si, en lengua, y seguramente…las piernas…efectivamente, en clítoris. Su amo la quería bien controlada. No parece muy conflictiva, como ve ninguna marca que lo indique, sus tetas están limpias. Curiosamente no tiene anillas en los pezones…a ver, no ni señales de haberlas llevado nunca, están intactos. Otra ventaja es que ningún amo la ha marcado. Ni por delante, a ver, no….ni en el culo, nada, no tiene marcas. Por cierto la espalda está prácticamente intacta, solo si repasa con la mano notara resto de algún castigo. Sí, Creo que esta es una buena elección.

-Si desde luego…pero el precio…

-Por el precio no se preocupe, estamos hablando entre hombres, seguro que nos entendemos.

El comprador parece dubitativo, y su amigo permanece en un segundo plano, pero mueve la cabeza negativamente.

-Si lo que usted quiere es una hembra de verdad creo que no se equivoca. No sé, compruébelo usted mismo-sin soltar la cadena se dirige a la esclava de forma contundente, cortante, casi amenazadora-salta todo lo que puedas….así-La esclava, sin dejar de mirar al suelo hace esfuerzos inhumanos por saltar todo lo que puede. A ello no ayuda mucho el hecho de llevar tobillos, muñecas y codos encadenados. Ni por supuesto aquellos tacones enormes de aguja. Pero como ya tiene experiencia sabe el objetivo último de aquella petición y mueve todo lo que le es posible sus tetas, tanto hacia arriba y abajo como a los lados. Se para cuando el amo tira de la cadena y su respiración agitada apenas le permite continuar.

-Compruébelo usted mismo- Tirando del cuello sitúa a la esclava a escasos centímetros del comprador. Este comprende, y con precaución al principio pero con saciedad al fin al ver al sonriente vendedor, soba hasta la saciedad las tetas de la esclava.

-Como vera son naturales, y bastante bien proporcionados.

-Desde luego, pero yo lo que querría comprobar es…

Parece que no termina de decidirse….es bastante tímido, por lo que parece.

-Ya. No me diga mas- Sin miramientos el vendedor introduce tres dedos en el coño de la esclava, que da un respingo y un suspiro casi infinitos- No amigo, desde luego no es virgen, pero está en perfecto estado. Déjeme su mano- Guiado por el vendedor el caballero introduce un dedo, pero después va cogiendo confianza y termina por examinar más que detenimiento el coño de su posible futura esclava. Esta permanece con las piernas abiertas, la mirada en el suelo y el coño chorreante esperando una nueva inspección.

-Ve que le decía? Mírese los dedos….además es muy ardiente el ejemplar este.

-Mire usted, yo lo que quiero saber es si el culo…

-Ya ya, discúlpeme por mi torpeza. Date la vuelta, vamos a mirarte el culo, agáchate-La esclava sabe lo que aquello significa, así que rápidamente se da la vuelta, abre las piernas y agacha su cabeza todo lo que puede. Con las palanas de las manos separa sus glúteos.

El vendedor introduce dos dedos rápidamente, por lo que la esclava se estremece de nuevo y hace que se tambalee, casi se cae de la excitación.

-Ha tenido usted suerte caballero. Esta hembra es totalmente virgen. Parece que sus amos no les gustaba mucho ese tema…en fin es su suerte.

El comprador no puede ver la expresión de sorpresa de la esclava, que comprende que ha de cambiarla rápidamente tras el palmetazo en los glúteos del vendedor.

-Arriba, ya te puedes enderezar.

Si el comprador supiera que su culo ha sido visitado por dos pollas a la vez, o le fueron insertados desde bolos para ponerle colas, hasta….bueno ya no recuerda cuantos objetos le hacía llevar su penúltimo amo. Por no hablar del último…..Llego a tener puesto días enteros un cinturón de castidad con dos enormes consoladores. Uno en el coño y otro en el culo…..Bueno….el comprador era claramente un  ignorante, y el vendedor un sinvergüenza.

-No se…..no termino de verlo claro…

-Usted toma esa decisión pero……gira que te veamos bien- la esclava empieza a girar sobre sí misma- un ejempla como este, le aseguro que será difícil encontrar.

-Bueno va a depender del precio.

-El precio. Caballero la de dije antes que so no sería problema. Además tiene usted la suerte de que estoy de saldo. Tengo inventario e inspección del ministerio. Así que estos ejemplares los tengo que tener vendidos para el viernes. Mire, en condiciones normales, valdría 9000€, yo se lo voy a ofrecer por 7000€. No va a encontrar nada mejor, se lo digo yo.

-Pues tenemos un problema. Yo no pienso gastar más de 5000€.

-No. Imposible. Este ejemplar vale mucho mas….si se lo estoy regalando.

-No podemos entendernos entonces. Lo siento de verdad.

El hombre se gira, pero el vendedor no parece dispuesto a perder la ocasión. ¿A dicho 5000€?

-Es de lo que dispongo. Ni uno más.

-Por supuesto. No podemos gastar lo que no tenemos- el vendedor mira a su atento empleado, que permanece en un segundo plano, pero sin perder detalle de todo lo que ocurre- sin embargo, lo que sí puedo hacer es ofrecerle el material que tengo disponible a ese precio. ¿Qué le parece? Ernesto, llévate este ejemplar y tráeme el segundo, creo que acertaremos con los gustos del señor.

En un minuto el implado coge la cadena, sube a la tarima, engancha a la esclava y suelta la que le ha pedido su jefe.

Es Guarra, y al igual que su compañera, rápidamente se sitúa frente al comprador con la mirada baja y las piernas abiertas.

-¿Qué me dice? Este ejemplar es también bastante bueno. ¿Quiere que lo examinemos?

-¿Y porque es más barata que la otra?

-Uhmmmm, no sé, si usted quiere pagarme los 9000€ por esta, ningún problema.

-No lo entiendo, el agujero de atrás es….

-Vamos a comprobarlo caballero…

No hace falta dar indicaciones. Guarra sabe perfectamente lo que ha de hacer. Rápidamente se da la vuelta y se coloca en la posición para facilitar el examen minucioso de su culo. Así permanece mientras los hombres siguen conversando, pues no ha recibido ninguna otra indicación.

-Nada. Este ejemplar también es virgen. Tiene usted mucha suerte……pero no termino de verlo decidido…y a su amigo que le parece? No ha dicho nada usted señor.

-Bueno en realidad no es mi amigo, es mi compañero del ministerio. Igual que yo, es inspector, y estamos comprobando que se cumplen las normas establecidas- La expresión del vendedor cambia y se torna sombría y distante-

-Vamos a ver. Necesito ver su licencia, su documentación personal y la documentación de venta de estos ejemplares que tiene expuestos.

-Si señor. Ernesto, vete a la oficina, volando, y tráete todo lo que tengamos allí. Ya estas tardando…

La oficina está en la otra parte de la plaza, pero en cinco minutos y a carrera tendida el empleado aparece con tres carpetas en la mano.

Guarra sigue agachada, con las piernas abiertas y los glúteos abiertos por sus manos, con el culo en total exposición.

-Vamos a ver esta documentación. Y esta esclava, por favor, que vuelva a su sitio.

El funcionario se toma su tiempo, y con ayuda de su compañero, comprueban y separan varios documentos. Guarra ha sido encadenada en su lugar, y ambos vendedores, empleado y jefe, permanecen expectantes.

-Bueno…..la documentación del puesto de venta es correcta. Se caduca en unos meses, no olvide renovarla y acudir con el pago efectuado. Los documentos de las esclavas que tiene usted hoy a la venta también son legales. Solo falta el sello de cesión de venta del banco. Esta el documento, pero no aparece el sello. Y es obligatorio. No olvide pasar y que se lo pongan en este documento……el problema, y bastante serio lo tenemos en otro tema…. ¿Usted conoce las normas verdad?

-Si señor, creo que sí.

-Bueno pues entonces tenemos dos problemas, uno por conocerlas y otro por incumplirlas. Bueno en realidad da igual, si no las conociera también las tendría que haber cumplido. Ha intentado usted venderme una escala como virgen anal, cuando en realidad no era cierto, sino todo lo contrario.

-Pero si usted ni siquiera ha comprobado el estado….

-A ver, escúcheme, no ha leído los documentos que acompañan a cada esclavo. En este documento…..a ver…si este. Lo ve? Viene especificado claramente el recorrido de la esclava, los amos que ha tenido, y si se cumpliesen las normas, las restricciones impuestas y los castigos que cada ejemplar a tenido. Bueno pues en este esclava concretamente, si lo especifica, y con bastante claridad……ve donde indica…” la esclava es sometida al castigo de permanecer con cinturón con inserción en clítoris y ano durante jornadas prolongadas y a veces continuadas” o donde indica……bueno es igual….en cuanto al segundo ejemplar que ha intentado venderme, a mi pregunta de por qué era más barato, usted estaba en la obligación de informar al posible comprador que esa esclava en concreto tenia señas en pecho y glúteos que indicaban su rebeldía y otras características propias del ejemplar. No he mirado su historial, pero estoy seguro que tampoco es virgen anal. Con lo que tengo ahora mismo sería suficiente para retirarle la licencia por muchos años, así que no voy a seguir buscando. No quiero ser pesimista, pero es posible que tras mi informe este usted en paro por lo menos dos años.

-Dios mío. Me va usted a arruinar la vida.

El tono del funcionario, ante la pesadumbre, casi lagrimas, del comerciante, se vuelve conciliadora, prácticamente paternal y amigable.

-Si, Ha tenido usted mala suerte. Pero mire yo no soy un ogro sin corazón. Ni es mi intención arruinar la vida de nadie. La mala suerte que tiene usted hoy es que hemos entrado a la plaza. Si mi compañero y yo en vez de entrar a la plaza hubiésemos seguido en dirección al bar de Joaquín, que era donde teníamos pensado ir cuando salimos del ministerio, usted estaría en este momento haciendo normalmente su trabajo. Esa ha sido su mala suerte. La dirección de nuestros pasos. ¿Me comprende….?

El vendedor mira al funcionario detenidamente. Aquella última pregunta significa algo, le ha querido enviar un mensaje. De pronto, cuando mira al callado compañero del hombre y este hace una pequeña seña con la cabeza afirmando sus pensamientos lo ve todo claro.

-

-Si. Ya. Son sus pasos. Bien. Vamos a jugar a imaginar. Usted se imagina que algo pudiera hacer cambiar la dirección de esos pasos?

-Efectivamente. Nada de esto hubiese ocurrido.

-Dígame usted entonces que podría hacer cambiar la dirección de esos pasos.

  • Ve aquel camión que está entrando en la plaza? Se va a aparcar justo delante de donde yo estoy ahora. Si estas ocho esclavas son subidas a ese camión y no se hace ninguna pregunta mas, los pasos de mi compañero y yo mismo, serán directos al mesón. Aquí no habrá pasado nada. Buenos días señor. Nos llevamos toda su documentación para hacer alguna que otra comprobación cuando volvamos a la oficina. Puede pasar mañana por mi oficina y retirarla.

El camión acaba de aparcar, y un rudo hombre baja con cara de pocos amigos.

-Es aquí donde tiene mi mercancía? Tengo algo de prisa. Si Me dice lo que tengo que cargar terminare antes.

-Si. Estas ocho esclavas.

Sin perder un segundo el hombre sube a la tarima, coge la cadena que cuelga del cuello de la primera y sin más delicadeza tira con brusquedad de él. A trompicones las esclavas bajan y son empujadas, igual que sacos de patatas al cerrado camión. El Hombre sube, busca entre el amasijo de cadenas y cuerpos la cadena que cuelga y la ata a una de las esquinas del remolque. Las esclavas, pegadas una a otra se sientan o acuestan en el suelo intentando no caer en las curvas y trompicones del vehículo.

El vendedor y su empleado tardan todavía unos minutos en reaccionar.

-Coño, joder se han ido hasta con los zapatos, que eran míos. No se puede ser más jalapillas. Me han cazado, han venido a cazarme. Y los hijos de puta estos son nuevos….me tenía que haber dado cuenta.

El viaje del camión es corto. A tan solo unas calles, no más de cinco minutos, un hombre espera en la puerta de un edificio con varios puestos de descarga y un gran letrero donde puede leerse” Almacén municipal de animales”. A uno de estos puestos de descarga se dirige el conductor donde deja su mercancía y recibe un sobre totalmente cerrado a cambio. Tiene instrucciones claras de a quien a de entregarlo.

En este establecimiento municipal terminan los animales y esclavos que dejan de tener dueño. El municipio se ocupa de buscarles nuevos amos. Aquí acuden también las personas que no pueden pagar los precios de una subasta, pues los precios son muchísimo mas bajos, igual que la calidad.

En una gran sala, especia de jaula gigante las ocho esclavas son introducidas y pese a la oscuridad, pueden ver que no están solas. Otras esclavas permanecen en la habitación. De pie, sentadas, apoyadas contra la pared, alguna incluso acostada en el suelo. Aquello parece un despojo de animales. Silencio absoluto y rostro de miedo y resignación.

Sin embargo hay algo que desconocen, y es que su estancia aquí será muy corta, tan corta como unos minutos.  Igual de rápido que entraron, salen. Y de nuevo en otro remolque. Pero en esta ocasión se trata de una especie de jaula con ruedas más bien hecho de forma artesanal. Su tracción no es mecánica. Seis esclavas, unidas por cuello y cintura aun grueso madero son la fuerza de empuje del artefacto. El camino el largo, casi una hora a muy buen paso. Se trata de una finca a las afueras y a la entrada un gran letrero les da la bienvenida: Granja experimental animal. Gobierno de la nación.  Un hombre vestido de granjero les espera al final del camino.

-Antes de bajaros de la jaula y asignaros la labor que haréis cada una de vosotros es necesario que sepáis algunas cosas. Estáis en una granja experimental en la que el gobierno tiene puestas grandes expectativas. Se trata de crear una agricultura y una cultura totalmente ecológicas y respeto al medio ambiente. Eso significa que aquí no veréis ni pesticidas, ni abonos compuestos, ni toda esa mierda industrial. Por supuesto tampoco tenemos maquinas. El aporte físico lo hacen de forma natural animales. Todas vosotras hace tiempo que dejasteis de ser personas. Eso no me preocupa. Pero por si acaso os lo voy a recordar. Vais a ser los animales de la granja. Portaros como tales y se os tratara de igual modo.

Mientras el hombre habla otro empleado las ha hecho bajar de la jaula y les ha ido quitando la cadena que unía sus collares.

-Para empezar, quitaros esos zapatos. Se os va a proporcionar otros, también de tacón, pero más duros y resistentes. No os los quitéis nunca, está prohibido. No os marcaremos. Bueno alguna de vosotras ya está marcada, ósea que sería inútil y poco estético volver a hacerlo. Simplemente usareis diferente calzado según el sitio al que valláis. Tu iras al pozo, el encargado se ocupara de ti.