Mas confesiones
Aliento a mi esposa a confesar otras infidelidades, y me excito cada día más.
Como ya les conté la idea de que mi mujer fuera gozada por otros hombres me excitaba cada día un poco más.
Luego de su primera confesión la animé a que contará todas aquellas veces en las que había tenido sexo con otros hombres, y descubrí que mi esposa disfrutaba muchas veces de sexo clandestino, no tanto por el sexo en si mismo como por la sensación de riesgo que lo acompañaba. Por los menos eso me dijo cuando me contó algunas de sus escapadas. Esta es una de ellas.
Según entiendo esto ocurrió algo así como cinco años atrás. María mi mujer trabajaba como secretaría en un importante estudio jurídico de provincia, con un Abogado vinculado al poder político y con jornadas realmente muy largas, que se compensaban con una buena paga y algunos días de descanso intermitentes. El abogado un señor de unos sesenta años tenía su despacho en una casona muy antigua de amplios salones y decorado muy señorial. Allí atendían a diario y pasaban entre 10 y 12 horas "trabajando".
Mi esposa nunca supo decirme exactamente en que momento comenzó todo pero lo cierto es que no había día en que el Dr no hiciera alguna "picardía" que podía ir según el día desde un comentario sobre su vestimenta o su apariencia, hasta alguna caricia que podía ser en su pelo o en sus nalgas. Ella por su parte nunca se mostró ofendida ni puso freno al asunto no por la relación laboral sino porque en el fondo apreciaba esa tratamiento. Poco tiempo pasó para que ella misma buscará (y consiguiera) el contacto con su empleador. Según me contó hace poco, los dictados iban siempre acompañados de caricias en los muslos que llegaban hasta la tanga, o algún pellizco en las tetas, incuso en la despedida por las noches intercambiaban jugosos besos de lengua y caricias en los genitales sobre la ropa. Así supe porque muchas noches ella llegaba a casa con unas calenturas que yo disfrutaba inocentemente.
Este modo de tratarse mutuamente duró algunas semanas, hasta que una tarde en la que el Dr. Mando cancelar todas sus citas, ocurrió bastante más de lo que parecía inevitable.
Mi esposa me lo relató de esta forma: mientras ella ordenaba unos papeles el jefe se acercó por detrás y levantándole la falda tomó sus bragas y la deslizo hasta casi las rodillas, María reaccionó airada, más por sorpresa que por disgusto y al girarse vió al Dr en bata y sonriente y detrás de él también sonriente al chofer que observada todo con una evindente erección
-Ahhh viejito fiestero le dijo y lo apartó lo suficiente para notar que debajo de la bata estaba desnudo. Estiró su mano y alcanzó la pija aún flácida de su patrón y con un tono de lo más cachondo dijo ahora entiendo para que está Tito acà todos rieron.
Sin mediar palabra mi esposa se desnudó por completo y se acercó al chofer que estaba semidesnudo, lo tomo del miembro y lo condujo hasta un amplio sofa de cuero que estaba en el centro de la salita. No, ahí voy yo dijo el jefe y se sentó abriendo su bata, de modo de poder mirar todo mientras sobaba su verga. Así que mi mujer y el chofer comenzaron su faena en la alfombra. Según me dijo el chofer no sólo era demasiado tradicional sino casi inexperto, con lo cual María busco excitarse contemplando al vejete que intentaba endurecer su verga viendo como ella era penetrada torpemente por Tito. Esto no resulto suficiente y decidió utilizar la imaginación de todos para su propio placer. Empezó a hablar con el patrón le gusta dr como me coge Tito recalcando el verbo y la expresión de su rostro, gimiendo fuerte para excitarlo. no quiere venir usted a cogerme dr? - preguntaba con lascivia. Pero así y todo la pija del anciano solo mostraba una erección parcial
Después de su segundo orgasmo y viendo que el chofer no parecía dispuesto a modificar su postura perrito, mi esposa se acercó al sillón (caminando en cuatro patas y con el chofer aún penetrándola) hasta el sillón donde besó la verga con devoción y mientras la acariciaba de arriba abajo comentó mirá bien así se la deben coger Tito y Rubén (el jardinero) a María Rosa (la esposa del Dr que tiene entre cinco y seis años menos que él)-. Esto pareció funcionar ya que el Dr. La obligo a cambiar de postura sentándola sobre él para penetrarla mientras ella acariciaba el miembro del chofer que al poco tiempo acabó sobre la alfombra. Luego de un rato y habiendo alcanzado María su trecer orgasmo sin que jefe pareciera dar señales de acabar abandonaron esta postura y mi esposa de rodillas intentó de todo para hacerle acabar pero sin éxito, lo cual no pareció importarle demasiado al anciano.
Mientras me relataba este episodio, no pude ocultarle mi excitación y mi curiosidad por saber cuantas veces repitieron los encuentros, y me confió que sólo dos veces más en las cuales el vejete en efecto pudo acabarle, pero fueron ambas cuando la penetraba analmente. Luego de esto no pude reprimir mis deseos y le pedí que me chupara la pija como se la chupaba a los otros y mientas hacía esto le pedí que me contará más cosas.
Cuando me las cuente las transcribiré aquí.