Más cine...por favor.

Una gatita escritora tiene un problema que debe resolver con imaginación sexual

Más cine... por favor.

Me despertó el ruido de la meada de mi marido, yo andaba medio desvelada, no por algún problema, al revés me encontraba a gusto después de que mi chico me hubiera levantado la penitencia de llevar los aretes en los pezones.

En mi vida cotidiana, no me gusta llevar pendientes, ni siquiera en las orejas, sí ponérmelos para ocasiones especiales. El tenerlos en los pezones me divierte para una sesión de sexo, pero usarlos durante días me molesta. Era un castigo que había aceptado como juego, pero estaba deseando quitármelos. Lo que pasa es que no quería ser yo la que se rindiera. Era un duelo y mi marido debía decirme cuando sacarlos. Aunque si tardaba uno o dos días más, me rendía y perdía, porque estaba un poco incómoda.

Había sido al ir a acostarnos, cuando me pidió que me los quitara. Lo hice. Nos acabábamos de desnudar. Ese momento en que la pareja al final del día, se mira y piensa en el tiempo que has vivido juntos, en mi caso, que mi chico me sigue gustando y sé que yo también a él.

Y estaba claro, porque tenía la polla bastante dura y levantada, no en posición total de ataque, pero si en un anuncio de deseo de batalla. Me estiré, luciendo mi cuerpo con ganas de jarana, mientras me quitaba los putos aretes y mi chico se la pelaba poniéndola más y más dura.

-¿ Querés que te monte? - me lamí los labios como una chica mala que sabe lo que quiere su hombre.

  • Si, nena- me contestó , sacando las mantas y tumbándose en la cama con la columna en alto.

Fui despacio hacia él, subí al altar procurando no caerme, me arrodillé con su cuerpo en medio de mis muslos y descendí hasta que la espada entró en su funda, que iba poniéndose más y más mojada a medida que iba sintiendo la dureza de mi macho. Y llegué hasta que mis labios chocaron con el vello de su pubis, totalmente empotrada.

Me sentía como una potra dispuesta a la carrera. Caliente, con ganas de orgasmo y con los ojos de un vicioso devorándome los pezones. Porque sabía lo que le había hecho decidir la sacada de aretes. Las tetas de una mujer en una peli que habíamos visto mientras se dormía nuestra hija. Los pechos de la actriz eran como mis senos de joven. Los años, los hijos, los habían agrandado y hecho caer un poco pero los pezones seguían ahí, erectos, duros , como la falange del meñique.

Empecé a moverme adelante y atrás, despacio, erguida, bien empalada, notando el roce de su vello en mi concha recién depilada, suspiré hondo para lucir mis pechugas elásticas y seguí con el va y ven. Me encanta tener una pija dura dentro y la tenía.

Cerré los ojos y me dejé llevar. Los pechos de Ana de Armas en “Red de avispas” habían sublivelladado a Lalo. Clavada en la polla de mi marido pensé en una frase del relato de Perroviejo, que me describía muy como soy, eso si, más joven cuando tenía esas tetas perfectas, esas que ahora son de más madura, aunque con los mismos pezones. Esos que siempre han encantado a los hombres.

Me vino a la cabeza el comentarista, como se describía y me cayó encima el humor: Lo imaginé como el capitán de Tintín. Y me surgió una sonrisa tan grande que mi compañero de sexo me dijo:

  • Nena, ¿ qué te hace gracia?- y empezó a culear para que la verga fuera mas de arriba abajo que de lado a lado.

  • Que sé que te ha puesto como una máquina. Voy a darte un gustito... papacito.

Y cambié mis movimientos, la cabalgada llegó al trote, me incliné para que la cabeza de su verga deslizara por la pared delantera de la vagina, me excita sentirla por la zona del punto G. Sabía lo otro que debía hacer. No me saldría bien, pero daría ambiente.

Mis papacitos, el culéame y todas las palabras calentonas, caribeñas, que se me ocurrieron salían de mi boca en un murmullo. Las palmas de mi marido fueron a mis pezones duros y enhiestos. El trote pasó al galope.

  • Nena..YA ...me corro- confesó con un bramido.

Yo también estaba a punto así que intenté que nos viniéramos a la vez, no lo logré, mi marido acabó antes, pero con la polla todavía dura dentro y un toque digital logré llevar mi orgasmo a puerto.

  • Te ha puesto caliente la chica de la peli, te imaginabas que era con ella con la que estabas cogiendo- le solté mimosa y comprensiva.

  • La verdad que sí, han sido sus pezones que me han recordado los tuyos.

  • Y es muy bonita y más joven que yo. Anda voy a higienizarme , me pongo una camisa y vengo.

El polvo, el cansancio del día, estaba teniendo días muy ocupados hizo que me durmiera enseguida, eso sí pensando en cómo seguía yo la historia con el escritor que me había enrollado a contar un cuento a medias.

Mi marido volvió a la cama tras orinar, me vio despierta y me dijo:

  • Vida, perdona que te haya despertado.

  • Estaba medio despierta... no sé como seguir la historia de perroviejo- La verdad es que me apetecía ponerle un poco celoso y me hacía gracia sacar su lado de chico malo e imaginativo.

  • Anda, ven- tiró de mí me pasó el brazo por encima del hombro, la mano cerca de la teta.- Vamos a darle una vuelta al asunto.

Yo aproveché para poner mis piernas alrededor de las suyas. La concha depilada rozaba el vello de su muslo. Postura ideal para masturbarme un rato mientras durase la conversación, que Lalo comenzó con tono sabio.

  • Lo primero y más importante es que no tienes ninguna obligación, que los retos y los desafíos son para pasarlo bien, por eso escribes en TR, porque te divierte.

Mimosa, comienzo a restregar mi coñito contra su carne. Estoy a gusto así y me apetece seguir la clase de mi chico.

  • Es que me divierte pero doy vueltas y no acabo de encontrar el relato.

  • Empecemos a lo John Ford. Recuerda que de todos los personajes con frase se sabía su vida. Y el paisaje, el entorno de donde ocurre la historia

Muevo más mi sexo que empieza a estar lubricado. Me gusta sentir su pelo.

  • No me acordaba bien del puerto y lo he visto en la compu y hasta los bares. Pero para el ambiente de bares en puertos he pensado en Punta del Este, que es quizás el único que conozco.

  • Veo que le has dado vueltas a tema. Personajes: el ejecutivo y el estudiante, porque mi hermana ya la tienes.

  • El ejecutivo puede ser un financiero de una gran empresa y el actor Tarantino. El estudiante de económicas y como Brad Pitt de joven, que tenía un lomo bárbaro.

  • Estamos centrando el asunto. ¿ Te quieres poner mas cómoda para la pajita que te estás haciendo?

  • ¿ No te importa?. Me encanta pensar restregando mi chumino suavecito por tu muslazo duro y peludo. Y me voy a abrir la camisa para que las tetas queden a tu alcance.

  • Buena idea, chica fantasiosa. Yo me voy a quitar la camiseta para sentirte mejor, como el lobo a Caperucita.

Él se sacó la camiseta enorme del Atleti y yo me abrí la camisa, en menos de cuatro segundos volvíamos a estar apalancados, sabiendo ambos que el juego era hacerme imaginar para mi historia y mi placer. Yo volvía a tener mi sexo pegado a su pierna y él sus dedos sabios sobre mis senos que necesitaban caricias. Y siguió el juego morboso de buscar una historia y hacerme una paja a la vez.

  • Y ahora ...tu galán. Vida y físico.

Una mano rozaba suave mi teta haciendo que vibrase como cuerdas del arpa, la otra en mi espalda recorría mi columna. Yo en la gloría, mimada, sobada, calentita, imaginando cosas que esperaba fueran cochinas.

  • Da clases de navegación en un velero por el Mediterráneo, así que imagino que vive en Cartagena, sólo fuimos una vez pero me hago una idea. Y a parte del mar da clase en un instituto. Así tiene un sueldo fijo y tiempo para navegar.

  • Gatita, veo que le has dado vueltas en tu mente al galán canino.

  • Sí- confieso cada vez más caliente.

Mi seno derecho deliciosamente sobado, haciendo que los pezones, esos que habían vuelto loco a mi chico estuvieran duros, erectos y sensibles. Y sin dejar de acariciar la que tenía más fácil acceso, dando una oportunidad a la otra teta. La otra mano bajaba por mi espalda como una hormiguita y me ponía más y más cachonda el saber su destino. Los flujos de mi coño ayudando a que mi clítoris inflamado se restriegue gozoso contra su muslo.

-Un ex jugador de rugby y marino. Primera linea de saltadores, así que alto y con pelo. Los que me salen de rugby españoles no me dan: Resines ni Bardem.

Las caricias me iban haciendo subir la temperatura. El susurro de su voz en el oído, como un diablo tentador, me ponía muy cachonda. Era perverso, aquel llevar a tu hembra a los brazos imaginarios de otro.

  • Piensa en marineros de cine y en qué te gustaría hacer con ellos. Eres un poco putita y por como te están moviendo y cómo me estas mojando el muslo estás avanzando hacia tus objetivos literarios y sexuales.

Me di cuenta que estaba jugando con mi mente y con mi cuerpo de mujer ansiosa de vicio y placer.

Me empece a imaginar con el marinero que mejor andaba al llegar a puerto ( Peck), con los de la Bounty( Brando y Gibson) . Sus manos recorrían mi cuerpo, yo me dejaba hacer como una gata mimada cuando le acarician el lomo. Me movía más apretada y más rápido. Mi maestro de maldad me estaba llevando de una manera lenta pero eficaz hacia ese punto maravilloso en que estallas.

La mano había dejado la espalda y jugaba recorriendo el valle de mis nalgas a tiempo que me apretaba contra él, con ese punto de dureza y mando que me llevó a pensar en piratas que asaltaban mi barco y me rasgaban la ropa y con sus manos sucias y callosas sobaban mi piel desnuda. Me movía más y más rápido. Mi respiración agitada, de hembra en celo, dominada y tomada por unos rabos grandes, nervudos con las bolas peludas indicaba que estaba muy muy cachonda, casi a punto.

  • ¿ Cómo quieres que se llame tu galán? - mi marido sabía preguntarme para que tomara aire antes de despeñarme en el abismo maravilloso del orgasmo.

  • Sin nombre , como en “ El último tango”

  • Eres una putita muy mala y muy viciosa... ¿ es esto lo que quieres?

  • Sí..sí ... ¡ay que lindo!-

Gemí cuando metió su dedo en mi culo. Lo metía, casi lo sacaba, mi clítoris empapado por mis jugos íntimos vibraba en el roce diabólico del placer solitario y acompañado que gozaba. No podía aguantar más. La pantalla de mi mente se llenaba de imágenes donde me lo hacía y me lo hacían maravillosos galanes y me vine feliz y … con la idea del relato en la cabeza y en el coño.